El Pentateuco, día 5
Annamarie Sauter: Con nosotras Margarita de Michelén.
Margarita de Michelén: En Jesucristo tenemos el perdón garantizado, ¿por qué? Porque Dios se juró a Sí mismo hacer pacto con nosotros y aunque hay leyes que obedecer ese pacto es inalterable. O sea que si estamos en Cristo nuestro perdón está garantizado...
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
«Mujer Verdadera 365: El Pentateuco», así se titula nuestra serie actual de programas. Escucha, lee o descarga cualquiera de los programas anteriores en esta serie en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Hoy continuarás escuchando a Margarita de Michelén, a Nicole Forgette, a Betsy de Gómez y a Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: Entonces vemos que la presencia de Dios con Su pueblo es algo maravilloso. Era parte de la bendición. Pero hay un problema, ¿cómo puede un Dios santo morar en …
Annamarie Sauter: Con nosotras Margarita de Michelén.
Margarita de Michelén: En Jesucristo tenemos el perdón garantizado, ¿por qué? Porque Dios se juró a Sí mismo hacer pacto con nosotros y aunque hay leyes que obedecer ese pacto es inalterable. O sea que si estamos en Cristo nuestro perdón está garantizado...
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
«Mujer Verdadera 365: El Pentateuco», así se titula nuestra serie actual de programas. Escucha, lee o descarga cualquiera de los programas anteriores en esta serie en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Hoy continuarás escuchando a Margarita de Michelén, a Nicole Forgette, a Betsy de Gómez y a Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: Entonces vemos que la presencia de Dios con Su pueblo es algo maravilloso. Era parte de la bendición. Pero hay un problema, ¿cómo puede un Dios santo morar en medio de Su pueblo que es pecador, en esta relación de pacto? Porque esa presencia de Dios, así como es de bendición, no debe ser tomada a la ligera. El pueblo pecador vivía delante de la presencia de un Dios santo.
Maggie: Bueno, ya que estás hablando de la presencia de Dios en medio de Su pueblo, Dios quería ahora transmitirle a Su pueblo la forma en que Él debía ser adorado. Ese Dios de pacto, que es inalterable, que ha jurado consigo mismo, no puede tolerar el pecado. Entonces, realmente nos da también la salida. Ahí es que veo lo maravilloso de Dios y es que Él no solamente tiene que castigar el pecado y nos exige una vida santa, sino que también nos da la salida.
Y esto se hace por medio de los sacrificios. Esos sacrificios que se hacían, lo que indicaban era lo que Dios requería –que era la santidad de Su pueblo– pero la disposición del pueblo a comprometerse con la santidad. ¿Sabes cuántas veces aparece la palabra santo o santidad en el libro de levítico? Ciento treinta veces. Y cuando una cosa se repite en la Biblia es para ponerle mucha atención. Ser santo es consagrarse a Dios y debemos ser intencionales porque estamos rodeados de un mundo que no es para nada santo y que de una u otra forma cada día, cada día nos presiona, nos empuja.
Y recordar que sin santidad nadie verá al Señor; pero todo eso también apunta a ese glorioso Mesías que iba realmente a abrirnos ese camino a la verdadera santidad por medio de Su sacrificio perfecto.
Patricia: ¿Sabes algo? Si tú estás leyendo la Biblia por primera vez, quizás digas, «wow, pero cuánta sangre en este libro; y ¿por qué tanta sangre y tantos corderos y tantos sacrificios? Precisamente, cuando lees la Biblia completa y no extraes un libro aislado; si sacáramos el libro de Levítico de todo el conjunto de libros de la Biblia sería terrible lo que estaríamos leyendo.
En especial para nosotras como mujeres –corderos sacrificados, animales sacrificados sangre aquí, sangre allá– pero el punto es que la Biblia dice, el Señor dice, que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados, no hay perdón de pecados. Entonces los pecados tenían que ser expiados, alguien tenía que pagar por el pecado individual y del pueblo, que dividía, hacía separación entre un Dios santo y nosotros que somos pecadores. Y esa es la maravilla de ese libro de Levítico en medio de todo el panorama divino.
Nicole Forgette: Sí, y a través de estos rituales el pueblo de Israel siempre recordaba su pecado y su gravedad, y su continua necesidad de perdón. Sin embargo, también ellos recordaban la gracia del Señor y que Él es justo. Entonces, Levítico nos enseña cómo adorar a Dios. Él nos da enseñanzas para saber qué significa adoración a Dios.
Patricia: Así mismo. Y entendemos la belleza del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Maggie: Otra cosa interesante que quiero anotar es, podríamos preguntarnos ¿necesitaba Dios ofrendas de nuestra parte? Porque en Levítico vemos muchos tipos de ofrendas…¿las necesitaba Dios? ¡Claro que no! Él es el rey de todo lo creado. Sin embargo, me encanta lo detallista que es Dios en sus especificaciones. Y esto nos debe de llevar a considerar la forma en que queremos adorar a Dios.
Dios nos ha enseñado la manera correcta de ser adorado. No podemos estar inventando. Pero aquí en Levítico vemos que había ofrendas que se hacían voluntariamente y que ese ofrecimiento tenía que ser hecho con un animal sin ningún defecto. Entonces esto implicaba que tú tenías que desprenderte de algo; y ese desprenderte de algo, lo que mostraba era tu disposición de corazón de adorar a Dios, y tu disposición reverente ante ese Dios, Rey y tres veces santo. Santo, santo, santo.
Nicole: Amén. Y sabes que también no solo hay capítulos de cómo hacer esos sacrificios, también hay mandatos de fiestas, de tener fiestas para adorar y celebrar lo que Dios hizo. Entonces, Dios es divertido y quiere que disfrutes también.
Maggie: Sí, Dios no es un aguafiestas como mucha gente cree. Dios celebra y nosotras tenemos que celebrar. El asunto es ¿celebramos correctamente?
Betsy: Y una de las cosas que me llama la atención es que cuando leemos este libro y medimos la santidad de este Dios y nos miramos a nosotras, decimos, «bueno, pero yo no voy a poder llenar ese estándar». Cada vez que pecamos sentimos que estamos incumpliendo con este Dios y al final de cuentas nunca vamos a estar en un estado de santidad tal que merezcamos venir a la presencia de Dios.
Sin embargo, me encanta por ejemplo, si leemos Levítico y lo contrastamos por ejemplo con Hebreos 9, podemos ver en el versículo 15, que dice: «Por eso Cristo es el mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna». Qué maravilloso es poder tener una imagen tan clara de la santidad de Dios.
Pero al mismo tiempo recordar que si yo estoy en Cristo, Él es ese Cordero que fue inmolado en mi lugar y Su sangre ahora me abre la entrada. Ahí mismo en el libro de Hebreos hay una invitación para que nosotras vengamos delante de Él, porque si estamos en Cristo entonces estamos vestidas de la santidad de Dios, y eso nos quita un peso de encima cuando tenemos esa discusión con el esposo y sentimos que ya no podemos volver a orar porque Dios nos desechó. O cuando no nos comportamos correctamente con nuestros hijos y no les damos un buen ejemplo, qué maravilloso es todos aquí tomarnos de la mano y decir, «no se trata de mi santidad personal, este Dios es tres veces santo; pero podemos asirnos de Cristo, podemos abrazarnos, vestirnos de Su santidad y podemos venir confiadamente a Su trono, porque miren, si nos quedamos solo con Levítico, nos da miedo la imagen que vemos.
Patricia: Y Cristo, una sola vez y para siempre, eso es maravilloso porque esto era vez tras vez, tras vez. Era incansable.
Maggie: El punto es que en Jesucristo tenemos el perdón garantizado. ¿Por qué? Porque Dios se juró a sí mismo hacer pacto con nosotros y aunque hay leyes que obedecer, ese pacto es inalterable. O sea que si nosotros estamos en Cristo, nuestro perdón está garantizado.
Si hay alguna persona que nos está oyendo y no conoce al Señor, ven a ese fiel fiador de un mejor pacto y aférrate a Él y a Sus promesas. Si tú le reconoces por fe como Señor, Salvador y como un Dios santo, tú tienes tu perdón garantizado.
Betsy: Qué maravilloso es saber que esa santidad a la que Él nos está llamando no solamente se nos ha dado como una posición, sino que podemos crecer en ella. Podemos esforzarnos con las fuerzas que Él nos dará para crecer a la imagen de Cristo; y Él lo ha prometido. Qué maravilloso es saber que el Dios de ese pacto ha prometido que nos va a llevar a un nivel de santidad mayor y mayor en la medida que perseveramos.
Patricia: Pero ahora no nos podemos quedar en Levítico porque si seguimos hablando… nos quedan todavía Números y Deuteronomio. Y ya vemos que ese pueblo tiene la bendición de la presencia de Dios, ya son un pueblo. Y ahora, cuando ellos inician ese viaje hacia la tierra prometida –Dios se la había prometido a los padres, a sus patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, y de seguro ahora nada iba a ir mal porque ellos contaban con la presencia de Dios.
Pero sabemos que ese recorrido que pudo haber sido corto duró 40 años. Cuarenta años vagando en el desierto. Y ¿por qué? Porque quedó de manifiesto para ellos y para nosotros –porque esas cosas se escribieron para nosotros– para que las pongamos en nuestros corazones y aprendamos que ellos eran un pueblo murmurador y rebelde.
Muy triste, muy triste que fuera así, pero esa es su historia y esa es nuestra historia.
Maggie: Por eso a mí me gusta cuando leemos Números y leemos estas cosas, verlas a la luz de 1 Corintios 10, porque todas estas cosas se dejaron a modo de enseñanza para nosotros que veníamos después. Entonces ahí nos vemos retratados como pecadores que somos. Pero también vemos el perdón y la gracia de Dios manifestada, a pesar de la infidelidad del pueblo, Dios siguió siendo fiel, castigó el pecado ciertamente con 40 años, pero siguió siendo fiel. Sus ropas no se gastaron, no les faltó comida, no les faltó agua…en el desierto, imagínense eso.
Entonces, realmente vemos la fidelidad de Dios y Su poder desplegándose maravillosamente durante todo ese vagar en ese desierto por ser cabezas duras, porque no cumplieron el sí de lo que les correspondía. En esa relación de pacto hay un sí condicional. Yo te voy a dar estas bendiciones si obedeces mis estipulaciones. Ahí vemos lo duro que es nuestro corazón.
Patricia: Y la incredulidad de sus corazones.
Maggie: Sí, así es.
Nicole: Y Charles Spurgeon dice, «no es poca cosa ver la gloria de Dios y las señales que ha hecho por nosotros en el camino, y luego ponerlo a prueba y no obedecer Su voz».
Patricia: Así es. Como decía Maggie, del Nuevo Testamento, y esta es una cita del libro El gran panorama divino, «si hoy tenemos fe en Cristo, también hemos sido liberados de la esclavitud, ya no de Egipto sino del pecado; mediante un sacrificio pascual, ya no de un cordero sino el de Jesús. Y estaremos encaminados en un viaje hacia la tierra prometida, no Canaán sino el cielo. Así que debemos asegurarnos de no caer a causa del pecado y de la incredulidad, antes bien de seguir confiando en Dios hasta que alcancemos nuestro destino».
Esa es su historia, pero como decíamos en los programas anteriores, esta es nuestra historia, y sabemos que las historias de las murmuraciones sobre la fidelidad de Dios, de la provisión de Dios de alimento, de la provisión de Dios de agua, son innumerables. Pero transcurren esos 40 años en el desierto, muere toda una generación que fue la generación de 20 años hacia arriba, y que fueron aquellos que fueron a la tierra prometida y trajeron el reporte incrédulo –vamos a decir– no como Caleb y Josué.
Pero ahora en el libro de Deuteronomio, Moisés se encarga de, a esta nueva generación que va a entrar a tomar posesión de esa tierra, cuando están ahí en el límite de la tierra, él le vuelve a hablar al pueblo ya poco tiempo antes de morir y los exhorta. Y les repite y les recuerda todas las cosas que Dios hizo y que mandó en el pasado para entonces invitarlos y decirles, «ahora depende de ustedes creer y obedecer y vivir a la luz de ese evangelio, de esas buenas nuevas, cuando entren a esa tierra.
Moisés quiere ser fiel a este grupo de personas que habían crecido en el desierto porque para el Señor ellos eran, y Moisés les cita, «un pueblo santo»; Él te eligió para que fueras Su posesión exclusiva. «Y ahora Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos Sus caminos; que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, y que cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir».
Betsy: Me encanta el contraste. Cómo en Números podemos ver tan claramente la consecuencia de la incredulidad, la consecuencia del pecado y la misericordia de Dios expresada a través de Moisés, para repetirles, y no solamente repetirles –porque tampoco fue que copió y pegó el contenido de lo que pasó– interpretarles, explicarles estas instrucciones para que las guarden, para que las sigan.
Ahí volvemos atrás y lo repetimos para hacer el punto, la importancia de repetir, recordar. Y una aplicación muy práctica, que mientras pensaba en estas cosas vino a mi mente, es que a veces como creyentes le damos tan poca importancia a la predicación semanal fiel de nuestros pastores, que están ahí para tomar esa Palabra, interpretarla, explicarla, aplicarla y recordárnosla. Y entonces, qué maravilloso sería que fuéramos con ansias a escuchar una y otra vez no sea que olvidemos.
Maggie: Así es. Una de las cosas que más me llama la atención en el capítulo 1:31, de Deuteronomio, es la ternura que se ve reflejada aquí. Dice: «Como un hombre lleva a su hijo por todo el camino que habéis andado hasta llegar a este lugar, así condujo Dios a ese pueblo rebelde y contradictor», los llevó durante los cuarenta años y así estaba ahora, ratificando otra vez Su pacto o repitiendo otra vez ese pacto a esa nueva generación, con esa ternura de un padre que lleva a su hijo.
Eso es maravilloso. Yo no sé si a ustedes les anima saber que tenemos un Padre, un Redentor muy tierno.
Patricia: Si hay algo que quisiera compartir es que muchas veces, como nos sabemos perdonadas y como quizás algunas tenemos un largo trayecto en la vida cristiana y venimos muchas veces de cumplir muchas reglas, queremos y abrazamos la gracia de Dios, el evangelio, el hecho de que hemos tenido un sustituto, y nos regocijamos en eso y sabemos que no hay condenación para ninguno de los que estamos en Cristo, pero hay algo que siempre aparece en la Escritura, «en guardar los mandamientos del Señor hay grande galardón». En obedecer hay mucha bendición. Entonces no podemos querer abrazar la bendición de haber sido salvadas por gracia –porque es por gracia, es un regalo de Dios– pero entonces no vivir de una manera digna del evangelio.
¿Por qué? ¿Para vivir sometidas a leyes? No, para recibir todas las bendiciones que Dios dispensa cuando Su pueblo obedece. Porque es como un padre cuando un hijo obedece, el padre quiere que el hijo obedezca. ¿Por qué? ¿Para bien suyo? No, y como nosotros decimos, «yo ya viví». Yo quiero que te vaya bien y Dios nos ha dejado toda Su ley, toda Su Palabra para bendecirnos, para que nos vaya bien, así como esa promesa de bendición fue dada Abraham y ha sido cumplida; no solamente al pueblo judío sino a todas las familias de la tierra dentro de las cuales estamos todas nosotras incluidas.
Nicole: Amén. Y como dijimos al principio de esta serie, Moisés escribió el Pentateuco. Entonces, antes de morir él tenía esos escritos para pasar al próximo líder de Israel, a Josué, para que los usara y guiara al pueblo por este libro.
Maggie: Cuando leemos Deuteronomio podemos quedar impactadas porque aparece la palabra maldición o maldito 39 veces. Y realmente esto es lo contrario a la bendición. Bendición es bien decir,bien desear. La maldición es la consecuencia de tu pecado. Tristemente, vimos que Israel tuvo que pagar las consecuencias de ese pecado que cometió. Sin embargo, nosotros vemos cómo se nos narra que Cristo nos redimió de la maldición de esa ley, hecho por nosotros maldición.
Porque está escrito, «maldito todo aquel que es colgado de un madero», para que en Cristo, la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles. Y como bien decías, Patricia, estos gentiles somos tú y yo. Nosotras ya no tenemos sobre nosotras esta maldición; y me encanta cómo termina Moisés ese discurso donde él les exhorta y les dice que no es cosa vana lo que les ha presentado, sino que es vuestra vida. «Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado».
Nicole: Amén y gracias al Señor por esto. Gracias por mencionar eso, es increíble. Y estaba pensando que mientras leemos estos 5 libros, si estás en un desierto, cuarenta años parecen una eternidad o cuatro meses o solo cuatro días pueden parecer mucho tiempo en algunas experiencias. Pero lo que vemos después de la época de los cinco libros del Pentateuco, es que no importa cuán largo y difícil sea nuestro viaje por el desierto, Dios guía a Su pueblo en cada paso del camino. Él nunca deja de ser todo lo que necesitas en el desierto. Al mirar hacia el futuro puede parecer inútil que los hijos de Israel han estado dando vueltas y vueltas, pero en medio de todo Dios estaba presente, Dios era poderoso, Dios proveyó y hay promesas. Lo mejor está por venir.
Maggie: Amén.
Betsy: Qué recorrido tan maravilloso, qué recorrido tan hermoso. Vimos en Génesis al Dios creador, vimos nuestro pecado, vimos cómo lo arruinamos absolutamente todo… pero vimos cómo Él en Su misericordia ya tenía puesto en marcha un plan y nos da esa promesa que vamos a ver trazada a lo largo de toda la Biblia. Esa promesa vendría de la simiente de la mujer y Cristo es el cumplimiento de esa promesa.
En Levítico vemos la santidad de Dios y cómo Él levanta el estándar y nos muestra cuán incapaces somos de alcanzar esa santidad que el Santo –en mayúscula– iba a alcanzar.
En Números vemos que nuestro pecado tiene consecuencias. Sin embargo, vemos que hay bendición en la obediencia y nos ayuda a poner nuestros ojos en aquel que obedeció perfectamente la ley de Dios y los mandatos de Dios y finalmente en Deuteronomio vemos cómo Moisés profetizó la venida del Mesías.
Deuteronomio 18:15: «El Señor tu Dios levantará de entre tus hermanos un profeta como yo, a Él sí lo escucharás». Mis hermanas que toda nuestra jornada, que todo nuestro recorrido por la Palabra, nos apunte a ese mejor Profeta. A ese que sí vamos a escuchar, a ese que sí iba a obedecer, a Jesucristo.
Patricia: Amén. Y citando a Thomas Shrainer, dice: «La promesa se va haciendo una realidad lentamente un cumplimiento parcial. La maldad en el mundo es evidente. Y tornar un mundo corrupto en un paraíso no sería algo de la noche a la mañana pues la raza humana se opone al reinado de Dios. La bendición al mundo solo vendría a través del Rey prometido que vendría de la tribu de Judá. Un nuevo Adán, Rey, Profeta y Sacerdote en quien todas las promesas serían amén».
Así que el tapiz del evangelio de la salvación se va tejiendo a lo largo de la historia. El primer destello lo vemos en una promesa de victoria de la simiente de la mujer sobre la serpiente, y luego comenzamos a ver pactos y más promesas hechas sobre la base de un juramento inquebrantable y la firmeza del carácter de Dios. Estas subsiguientes promesas abren toda una imagen que se irá desarrollando. La comunión de Dios con Su pueblo elegido. Esto requiere del obrar poderoso de Dios, de la gracia, de la misericordia, de su amor inagotable, del perdón y la perseverancia en la fe de un pueblo que anticipa el pleno cumplimiento de las promesas de su Dios.
Mientras tanto de Génesis a Deuteronomio tenemos los primeros trazos del tapiz del evangelio y en la medida en que anticipamos cumplimientos plenos, vemos cumplimientos parciales que van tejiendo la más maravillosa historia jamás escrita, por el autor más maravilloso por amor a un pueblo ciertamente indigno.
Annamarie: Acabas de escuchar a Nicole Forgette, Betsy de Gómez, Margarita de Michelén y Patricia de Saladín con la conclusión de la serie, «Mujer Verdadera 365: El Pentateuco». Y bueno, la historia continuará en la próxima serie «Mujer Verdadera 365».
Ahora, estando en el desierto, el pueblo de Israel se quejó delante de Dios; y quizás tú misma recurres a la queja cuando piensas en las consecuencias del pecado o en algo que no es como quisieras.
Patricia: Si tengo un corazón descontentono hay nada, ninguna circunstancia que pueda hacerme feliz. Si hay una raíz de descontento en mi corazón, no hay ningún lugar, ninguna cosa ni ninguna persona que me pueda hacer feliz. Pero por otro lado, si tengo en esencia un corazón satisfecho, no hay ninguna circunstancia ni persona que pueda hacerme infeliz. Ves, la clave de mi felicidad no está en manos de mis circunstancias o de las personas de mi vida. La clave de mi felicidad y mi gozo se encuentra en mi corazón y en mis decisiones para con Dios. Si tengo un corazón descontento y vivo en un palacio, no voy a ser feliz. Pero sí tengo un corazón satisfecho puedo vivir como lo hizo el apóstol Pablo, en la cárcel, y nada puede quitarme o robarme el gozo.
Annamarie: Escucha más acerca de esto y sé animada a cultivar el contentamiento en tu corazón. Esto será el lunes, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
La lectura bíblica para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Números capítulos 18 y 19.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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