El Pentateuco, día 4
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: La gente puede decir que la ley de Dios es muy gravosa… ¡No! La ley de Dios estaba ahí para ellos, para mostrarles su pecado y para nosotros, para mostrarnos que no llenamos la medida de ese Dios tan santo. Estaba ahí para mostrarnos que necesitamos ese sustituto, necesitamos un Salvador.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Patricia con nosotras.
Patricia: Esta semana, aquí en Aviva Nuestros Corazones, hemos estado conversando sobre los cinco primeros libros de la Biblia: El Pentateuco. Esta conversación es fruto de una iniciativa que hemos llamado Reto Mujer Verdadera 365, a través de la cual hemos invitado a todas nuestras oyentes a leer de nuevo la Biblia de tapa a tapa. De hecho, la lectura para hoy es Números capítulos …
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: La gente puede decir que la ley de Dios es muy gravosa… ¡No! La ley de Dios estaba ahí para ellos, para mostrarles su pecado y para nosotros, para mostrarnos que no llenamos la medida de ese Dios tan santo. Estaba ahí para mostrarnos que necesitamos ese sustituto, necesitamos un Salvador.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Patricia con nosotras.
Patricia: Esta semana, aquí en Aviva Nuestros Corazones, hemos estado conversando sobre los cinco primeros libros de la Biblia: El Pentateuco. Esta conversación es fruto de una iniciativa que hemos llamado Reto Mujer Verdadera 365, a través de la cual hemos invitado a todas nuestras oyentes a leer de nuevo la Biblia de tapa a tapa. De hecho, la lectura para hoy es Números capítulos 16 y 17. Si no te has unido te animo a hacerlo. Estás a tiempo. Hoy es el día de comenzar. Visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com para más información.
Y bueno, para esta serie de programas continúan conmigo Margarita de Michelén, Nicole Forgette y Betsy de Gómez. Hola chicas ¿cómo están?
Margarita de Michelén: Hola Patricia, estamos bien gracias a Dios.
Nicole Forgette: Hola, sean todos bienvenidos de nuevo. Espero que estén disfrutando la jornada de esta conversación con nosotras.
Betsy de Gómez: Qué bueno es estar de vuelta aquí estoy una vez más lista para aprender de ustedes y también para que nos animemos unas a otras a amar la Palabra de Dios y a deleitarnos en ella.
Patricia: Así es. Hemos estado pasando un tiempo entre nosotras enriquecedor y retador y a la misma vez disfrutando poder poner estas ideas en orden –si pudiéramos decir– para nosotras y para ustedes, para poder ver con mayor claridad algunas cosas de la hermosa Palabra de Dios, que no se ven a simple vista.
Y ya hemos visto que todo comienza con nuestro Dios en el libro de Génesis. Vimos los días de la creación, vimos la caída, también vimos en estos programas anteriores el pecado, como Génesis 3 nos enseña la razón, la causa de todo el dolor, la disfunción y los efectos de ese pecado, que los vimos en la muerte, como todo el mundo realmente murió porque Dios dijo que esa era la consecuencia de desobedecer el mandato que Él les había dado a Adán y Eva.
Vimos el diluvio, también vimos la torre de Babel y cuando vimos la torre de Babel vimos cómo el hombre anhelaba una bendición, anhelaba una posesión, anhelaba cosas que quiso lograr por sí mismo en su orgullo. Pero también comenzamos a ver la historia de los patriarcas. Cómo nuestro Dios escogió un hombre de Ur de los caldeos, un hombre llamado Abraham, y cómo le hace una promesa.
Pero anterior a esa promesa de Abraham, que es una promesa que apareció en Génesis 3, la promesa de la simiente de la mujer y de la simiente de la serpiente con la caída; parecía que la raza humana iba a ser destruida y devastada para siempre porque si Dios nos hubiera dado lo que merecían nuestros hechos, eso hubiera sido lo que hubiéramos cosechado.
Pero como Dios es bueno y misericordioso, y Dios tiene un plan un plan que comenzó desde antes de la fundación del mundo, en Génesis 3:15, se da la primera promesa de un Redentor. Y esa promesa va a correr a lo largo de toda la Escritura hasta que llegue a su cumplimiento. Por eso vemos toda esa tensión de esa simiente de la mujer, que es lo que todos los que confiaban en la promesa estaban esperando, y es también la simiente de la serpiente queriendo destruir a ese que nacería y que vendría a revertir todos los efectos del pecado.
Pero cuando vemos a Abraham, Dios le da a Abraham tres promesas…y podríamos decir que una cuarta. Dios le promete a Abraham –y ya lo vimos– que iba a hacer de él una gran nación, un gran pueblo; a un hombre que no tenía hijos y cuya mujer era estéril le promete una tierra y le promete que él sería bendecido y sería bendición para otros.
En él serían benditas todas las familias de la tierra. Y también existe la promesa de un rey que vendría. Pero ahora cuando ya terminamos Génesis, en Génesis capítulo 50 vemos cómo muere Jacob, vemos a sus hijos y vemos a José en Egipto, precisamente preservando esa línea de la mujer, esa simiente; habiendo una gran hambruna en la tierra donde todos los seres humanos podían morir, Dios preserva su pueblo y los lleva a Egipto, cumpliendo esa gran promesa.
Pero ahora vamos a comenzar a ver en Éxodo, cómo Dios le da cumplimiento a esa primera parte de la promesa hecha a Abraham. Y yo quisiera preguntarle en este caso a Nicole que tiene algo interesante que contar. Nicole ¿hay algo que tú quisieras que nuestras oyentes entendieran un poco mejor del contenido de esta porción que vamos a estar viendo en el día de hoy?
Nicole: Ay sí. Bueno, primero, Éxodo nos da más historia. Vemos a Israel crecer de una familia, una nación de 12 tribus. Al estudiar el libro del Éxodo encontraremos algunas cosas muy extrañas, muchas de ellas espectaculares y milagrosas.
Es el libro del Antiguo Testamento con la mayor cantidad de milagros. Cosas que no coinciden con lo que experimentamos hoy en día. Sin embargo, la diferencia –obra de Dios en el momento que vivimos– nunca debería hacernos dudar de las poderosas obras de Dios en el pasado.
Él hizo estas cosas maravillosas y podemos regocijarnos al leer sobre ellas, sabiendo que el futuro estará lleno de cosas mucho más milagrosas y maravillosas que estas.
Patricia: Así es. Para mí ha sido maravilloso volver a ver cómo Dios cumple todas Sus promesas, además de todos esos hechos portentosos que se ven en estos libros. Dios le dijo a Abraham cosas años antes que vinieron a su cumplimiento ahora. Ahora veíamos que habían pasado los años, ya José había muerto, el Faraón que conocía a José había muerto y los hijos de Israel eran maltratados en Egipto.
Pero a pesar de eso se multiplicaban y se multiplicaban y se multiplicaban. ¿Por qué? Porque Dios es fiel y porque la palabra de Dios es fiel, y Dios le había dicho a Abraham que ellos serían una gran nación y Dios lo iba a llevar a cabo a pesar inclusive de los malos tratos. Y vemos el caso espectacular, si pudiéramos decir, hablando de esos milagros, de cómo en un atentado –de los atentados de la simiente de la serpiente– de acabar con la con la simiente de la mujer, el Faraón manda exterminar todos los niños varones que nacieron de los hebreos.
¿Y qué pasó? Hay un niño en especial que cinco mujeres preservan de una manera fabulosa y ese niño es Moisés, porque Dios es fiel a Su pacto. Dios cumplió Su promesa a Abraham y a sus descendientes, por la fe, por confiar. Y vemos esa promesa a Abraham, a Isaac, a Jacob, y todos estos personajes tan defectuosos igual que nosotras.
Pero la verdad es que si nosotras como creyentes sabemos que no somos para nada ni mejores ni iguales que ellos, porque también somos muy defectuosas, sin embargo, qué bueno es poder descansar en la soberana elección de Dios y en que Él cumple Sus promesas.
Betsy: Patricia, eso que tú dices de que esos hombres son defectuosos y que nosotras también somos defectuosas…cuando leía el Éxodo y veía ese encuentro de Dios con Moisés, cómo Dios lo escogió, preservó su vida, lo puso dentro de la casa del Faraón… Yo decía, «wow Señor, cuánta esperanza encuentro en este personaje de Moisés.
Porque a Dios le plujo escoger a un vaso frágil para mostrar Su poder y para mostrar Su gloria, y te confieso que en los afanes del día a día, como mujer, como esposa de pastor y madre de niños pequeños, me siento tan inadecuada, me siento tan defectuosa y a veces siento que no tengo los recursos que necesito, así como Moisés se sintió al tener ese encuentro con Dios.
Sin embargo, puedo darme cuenta de que al final mi vida tampoco se trata de mi capacidad, sino de lo que Él puede hacer a través de seres humanos que sin Él somos prácticamente inútiles. Entonces, cuánta esperanza hay para este mundo tan quebrado, tan dañado por el pecado. Nuestras familias que a veces son tan quebrantadas por las consecuencias del pecado.
Así que, cuánta esperanza puedo encontrar ahí.
Patricia: Amén, y ver que Dios tiene todo bajo control aunque parecía que todo estaba fuera de control. Yo me imagino todos esos millones de judíos diciendo, «Dios se olvidó de nosotros». Han pasado todos estos años y Dios parecía que había olvidado Su promesa. Pero no, Dios inicia una operación de rescate. Nicole, tú querías decir algo…
Nicole: Bueno, también estaba pensando que Moisés dice, «quién soy yo para salvar a esta nación». E intentó salvar y falló y huyó. Pero 40 años después, a la edad de 80 años, volvió al llamado de Dios para salvar. Y pienso, «no deberíamos preguntarnos quién es más capaz para la tarea», Dios llama para decir «sí». Dios elige y dirige. Entonces, somos incompetentes para las tareas que Dios nos llama.
Patricia: Así es. Y es bueno que traigas ese punto de ese momento en que Dios llama a Moisés, porque ahora yo quiero como siempre, pedirle a Maggie que traiga el nombre de Dios. Moisés está en el desierto, 80 años han pasado. Estuvo 40 años en Egipto, luego 40 años en el desierto. Y como pastor de las ovejas del suegro, ve una llama ardiendo en una zarza y la zarza no se consume y se acerca.
Y esta es una de las revelaciones más impresionantes de Dios y de Su nombre, podríamos decir en toda la Biblia. Y queremos preguntarle a Maggie.
Maggie ese nombre con el que Dios se revela a Moisés en el desierto, cuánta riqueza. Queremos que tú nos compartas de todos tus estudios de los nombres de Dios acerca de este.
Maggie: Bueno, Patricia, como vimos en Génesis, Dios se revela con el nombre de Elohim. En Génesis 2:5, vemos que aparece Yahvé, Elohim, y ese es un atisbo de cómo Dios se seguiría revelando en esa magnífica historia de la redención.
Cuando llegamos a Éxodo 3:14, que es cuando se revela a Moisés, se le aparece o lo encomienda diciéndole, «YO SOY EL QUE SOY». «Y cuando tú pueblo pregunte, quién te mandó? YO SOY te envió». Si bien Elohim apunta a los atributos de Dios, YO SOY EL QUE SOY, aparece 6828 veces en la Biblia, y significa, el que ha sido, el que es y el que será. Y este nombre nos da la seguridad de que Él es eterno, de que es poderoso, de que Su carácter es inalterable, y con ese nombre sería recordado para siempre.
Ahora, cuando entiendo el significado de este nombre, ¿sabes qué? No hay nada que temer, no hay nada que querer controlar, no hay nada de qué preocuparnos porque el Dios inalterable, el Dios que siempre ha sido y será, está a mi lado y así como hizo con Moisés, que lo comisiona a una tarea tan grande, podemos estar tranquilas de que a donde nos envíe y lo que nos mande a hacer, con ese YO SOY a nuestro lado podemos llevarlo a cabo.
Patricia: Amén. Y entonces sabemos que todos esos portentos, ahora Dios le dice a Moisés, «ve a Egipto y vas a liberar al pueblo, vas a ir donde el Faraón». Y hace un ratito decíamos que Moisés le preguntaba, «quién soy yo» y luego le dice a Dios, «y quién les voy a decir que Tú eres». Pero también vemos esa pregunta que hace el mismo Faraón cuando Moisés se acerca y le dice, ¿y quién es Jehová? Como, quién es ese Dios, y es sorprendente para mí ver que Dios se encarga de contestarle a Faraón quién es Jehová, y dejarnos a nosotras la respuesta también en Su sagrado Libro, con todas esas evidencias de quién es ese gran YO SOY, quién es Jehová.
Es así como Dios envía todas estas plagas, con esa culminación de la última plaga y máxima que es la pascua, la muerte de los primogénitos.
Maggie: Mira Patricia, viendo eso de las plagas, no solamente vemos el poder de Dios manifestado, sino también vemos la paciencia de Dios. Dios le dio diez oportunidades a ese Faraón para que conociera quién era YO SOY EL QUE SOY, y sin embargo él cada vez fue más endurecido y más endurecido. Y me asombra que Dios, con esa paciencia –es verdad que fueron plagas bien duras y difíciles porque él tuvo en menos el nombre de Dios– pero también veo esa paciencia.
Paciencia ante esa insolencia faraónica, vamos a decir.
Betsy: Y que cuando vemos a Dios revelarse con esos portentos, pensamos que solamente era para el Faraón, pero recordemos que este pueblo no había experimentado a este Dios de cerca. De manera que ellos también estaban conociendo a Dios, conociendo Su poder para que ellos supieran que este Dios que tiene control absoluto de la naturaleza, de todo lo que hay, les iba a guardar en lo que venía adelante.
Patricia: Amén. Y sabes, pienso en la insolencia de Faraón, pero no dejo de pensar en nosotras mismas. Cómo el corazón nuestro puede ser tan duro, tan orgulloso, que Dios revelando Su oposición contra el orgullo fue in crescendo, o sea cada plaga era peor, y él no supo ver el desastre, la destrucción que se le venía.
Dios envió esas 10 plagas para mostrar Su poder y con cada una de ellas Faraón rechazaba neciamente dejar ir al pueblo. Pero esa última plaga fue horrenda. Me imagino lo horrenda que fue esa noche. Dicen el llanto que hubo en Egipto. Dios pasó por esa tierra ejerciendo juicio y murieron todos los hijos primogénitos egipcios. Porque los primogénitos israelitas, pecadores como eran –porque no era que unos eran sin pecado y los otros eran los pecadores– también merecían la muerte.
Sin embargo, en la gracia de Dios, Él proveyó la vía de escape, la manera para escapar de ese juicio. Y con ese acto salvador, liberador, de rescate, le muestra ese pueblo incipiente, naciente, quién es ese Dios tan poderoso, y a nosotras nos señala algo, se necesita una sustitución, se necesita una cobertura. No murieron porque eran mejores, no. No murieron porque obedecieron y cubrieron los dinteles de la puerta con la sangre de un cordero.
Betsy: Y a veces utilizamos esa palabra Pascua, y no sabemos que es exactamente lo que tú has dicho, salvación por sustitución. Y creo que esto cae como anillo al dedo porque muy pronto vamos a estar recordando la Pascua, y vamos a estar observando la semana mayor, la Semana Santa. Y yo creo que ese es el momento cúspide de toda la historia, cuando Dios instaura ese rito que luego quedó para las próximas generaciones, para recordar.
Patricia: Y esa sustitución, ese Cordero, no queremos adelantarnos pero definitivamente cuando comienza el Nuevo Testamento, Juan el Bautista contempla al Señor Jesucristo venir y dice, «he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Todo apuntaba ahí. Pero no vamos a hablar más de eso porque es como revelar el tesoro que tenemos antes de tiempo.
Betsy: Y yo creo que fallamos en obedecer el mandato que encontramos en Éxodo 12 en el versículo 25, cuando dice: «Cuando entren a la tierra que el Señor les dará, como ha prometido, guardarán este rito. Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa este rito para ustedes?”, ustedes les dirán: “Es un sacrificio de la Pascua al Señor, el cual pasó de largo las casas de los israelitas en Egipto cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas”». Y el pueblo se postró y adoró.
Yo creo que nosotros necesitamos, y vamos a verlo más adelante cuando estemos en Deuteronomio, recordar la importancia de traer estas verdades una y otra vez a nuestras vidas de manera particular, recordar porque somos olvidadizos y el pueblo de Israel en el en el desierto más adelante nos va a recordar lo olvidadizos que somos. Pero también como madres, las que tienen hijos, la responsabilidad que tenemos de ayudar a nuestros hijos hacer estas conexiones.
Yo no había conectado, el cordero pascual de Éxodo, que esa película de Moisés se veía tanto durante la Semana Santa, con el Cordero de Dios colgado en la cruz. Que Dios nos ayude a ser intencionales a traer estas historias, no simplemente como cosas desconectadas, sino a conectar todo lo que Dios hizo con su gran plan redentor.
Patricia: Y como mamá, Betsy –a las madres con niños y también a nosotras las abuelas– cuando estemos leyendo estas cosas, muchas veces en nuestro tiempo devocional con el Señor y al oír estas estas verdades, nuestros corazones arden, no lo dejemos ahí. Intencionalmente vamos a compartir lo que vimos en ese tiempo de la lectura, del reto de lectura, traerlo a la familia, traerlo a nuestros hijos, traerlo hasta con las amigas que estemos, «mira, ¿leíste lo que tocaba hoy en el reto? Es esto, esto y esto». No solamente dejarlo encapsulado en ese momento o simplemente cuando posteamos el comentario, sino hacerlo parte de nuestra vida diaria.
Pero ¿saben algo? Ese relato de la Pascua y del pueblo de Israel saliendo de Egipto también es el relato de nuestra salvación. También es el relato de lo que es el evangelio. Esclavas del pecado, cautivas de un amo opresor y sin embargo Dios nos provee la liberación. Nos llama, nos rescata con portentos enormes, como decía Nicole al principio.
Quizás no el mismo tipo de milagros, pero que un muerto vuelva a la vida… y eso es lo que nosotras éramos, muertas espirituales y Dios nos dio vida. Y que viéramos cuando estábamos ciegas, que el velo con que Satanás nos tiene ciegas nos sea quitado y que ahora veamos y que seamos liberadas, esa misma liberación es lo que sucedió en nuestras propias vidas.
Maggie: Maravilloso.
Betsy: No puedo imaginarme dos millones de personas, niños, animales, posesiones, todo eso, no puedo imaginarme cómo puede ser esta procesión de personas ahí. Dios revelándose a ellos con una columna de nube, una columna de fuego, dando para sus necesidades, y este pueblo quejándose… y aún así Dios desea hacer un pacto con ellos, eso es increíble.
Maggie: Quiero definir brevemente lo que es pacto. Es un acuerdo entre dos personas que se comprometen a llevar a cabo eso que firmaron o eso que acordaron. Pero el pacto de Dios, primero es iniciado por Dios y es unilateral porque es Él mismo quien lo hace. O sea, no es que tú y yo estemos de acuerdo, no. Es que Dios se compromete con ese pueblo a ser su Dios y quiere que ese pueblo entre en relación con Dios.
Imagínense el privilegio que es tener comunión con ese YO SOY que ya nosotros describimos y que se le reveló a Moisés. Es un pacto de intimidad, de relación y debemos sentirnos muy privilegiadas de ser tenidas por dignas de ser llamadas a esta relación.
Patricia: Y no solamente la bendición de ese pacto, sino que el plan de Dios era bendecirlos y les iba a dar las normas. Él era su Rey, su Dios y ellos eran Su pueblo. Él les iba a dar las normas por las cuales vivir una vida bendecida y para eso Moisés se aparta y Dios le da las famosas tablas de la ley. Y en esas tablas de la ley estaba todo escrito, para que el pueblo fuera bendecido y de bendición.
Pero ¿qué vemos? Tan rápido como que Moisés no había descendido del monte, y ya el pueblo se apartaba y ya se apartaba en su pecado. Y si había algo que era una herida profunda era que se estaba haciendo otros dioses. Entonces vemos ese pueblo pecador. Sin embargo, vemos a Dios ratificar el pacto. Y no solamente ratificar el pacto, sino que en esos últimos capítulos del Éxodo vemos a Dios ratificando Su presencia con ellos, o sea construyendo ese tabernáculo donde moraría la presencia de Dios. Entonces la gente puede decir, «la ley de Dios es muy gravosa». No, la ley de Dios estaba ahí para mostrarles el pecado y para mostrarnos a nosotros que no llenamos la medida; la medida de ese Dios tan santo.
Estaba ahí para mostrarnos que necesitamos ese sustituto, un Salvador. Pero estaba ahí para bendecir, para que viéramos las normas de vida de un Dios santo, de un Dios bueno. Y como tú decías, Betsy, una columna de nube, una columna de fuego y luego en ese tabernáculo de Dios con Su pueblo. Este libro de Éxodo nos deja con el anhelo con el deseo de poder tener ese mejor sustituto, ese mejor Cordero, ese que iba a cumplir a la perfección todo aquello que el pueblo de Israel no pudo cumplir, y que nosotras tampoco podemos cumplir.
Pero qué bueno que hoy sí sabemos que contamos con un mediador y con la presencia de Dios morando con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Annamarie: Patricia de Saladín, Margarita de Michelén, Nicole Forgette y Betsy de Gómez, nos han ayudado a ver el rol del libro del Éxodo en la historia de la redención, y el reino de Dios.
¿Cómo puede Dios morar en medio de Su pueblo siendo este pecador? Escucha la respuesta en el próximo programa.
Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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