El Pan de Vida
Carmen Espaillat: Nancy DeMoss de Wolgemuth pregunta, ¿Dónde buscas satisfacción?
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Te has encontrado a ti misma viviendo, luchando, trabajando por “la comida que perece”, sustitutos para Jesús, cosas que realmente no tienen importancia? ¿Estás satisfaciendo tus necesidades físicas y temporales pero quizás ignorando las necesidades eternas de tu alma?
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Durante las últimas 2 semanas hemos estado en la serie de Nancy, “La maravilla de Su Nombre: 32 Nombres de Jesús que cambian la vida”. Ayer estudiamos el nombre de Dios “YO SOY”. Si te lo perdiste, puedes escucharlo, descargarlo o leer la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com
A lo largo de las próximas sesiones estaremos revisando algunos de los nombres que acompañan la frase, “YO SOY”.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Al llegar al Evangelio de Juan en el Nuevo Testamento, encontramos siete …
Carmen Espaillat: Nancy DeMoss de Wolgemuth pregunta, ¿Dónde buscas satisfacción?
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Te has encontrado a ti misma viviendo, luchando, trabajando por “la comida que perece”, sustitutos para Jesús, cosas que realmente no tienen importancia? ¿Estás satisfaciendo tus necesidades físicas y temporales pero quizás ignorando las necesidades eternas de tu alma?
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Durante las últimas 2 semanas hemos estado en la serie de Nancy, “La maravilla de Su Nombre: 32 Nombres de Jesús que cambian la vida”. Ayer estudiamos el nombre de Dios “YO SOY”. Si te lo perdiste, puedes escucharlo, descargarlo o leer la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com
A lo largo de las próximas sesiones estaremos revisando algunos de los nombres que acompañan la frase, “YO SOY”.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Al llegar al Evangelio de Juan en el Nuevo Testamento, encontramos siete títulos “YO SOY” para Jesús. Y esos títulos o Nombres nos hablan de cómo Jesús es Dios, El Gran YO SOY, Jehová, el Señor. Aquel que se reveló a Moisés y a Su pueblo en el Antiguo Testamento, ha venido a la Tierra. Jesús es Dios encarnado, el gran YO SOY.
En la medida en que miramos estos nombres “YO SOY” de Jesús, vemos que Jesús no sólo es Dios con nosotros, sino que Él es todo lo que necesitamos. Él es El todo-suficiente. Él es Luz en la oscuridad. Él es el Pastor que nos dirige, guía y alimenta. Todo lo que necesitamos, eso es El.
Ahora, mientras vemos estos “YO SOY” de Jesús durante los próximos días, quiero que mantengan en sus mentes que el punto de todo esto, no son los regalos o los dones que Él nos da, sino Jesús mismo - quien es Él para nosotras. Vamos a ver varios de estos nombres, en el día de hoy vamos a comenzar con el Pan de Vida. Jesús dijo: “Yo soy el Pan de Vida”.
Ahora, en la antigüedad y actualmente en muchas partes del mundo, el pan es considerado el alimento básico para sostener la vida. Las personas lo preparaban todos los días, pan fresco y era parte esencial de su dieta diaria. No podían vivir sin él, era una necesidad. En nuestros países se usan muchas frases que hacen alusión al pan como “el sostén de la vida,” eso se refiere a lo que el pan nos sostenerte, es necesario para sobrevivir. Por ejemplo "el pan diario" O aun algunos países hacen referencia a que cada niño nace " con su pan debajo del brazo. Hablando de que cada niño tiene "el sostén que necesita para la vida"
Bueno pues, de las Escrituras, el pan apunta a nuestras necesidades espirituales básicas, aquello sin lo cual no podemos vivir, lo que es necesario para sostener la vida. También apunta a la provisión de Dios para nuestras necesidades y la presencia de Dios que nos llena y nos sostiene.
La primera vez que la palabra pan se menciona pan en la biblia se encuentra en el capítulo 3 del Génesis, donde Dios le dice a Adán que una de las consecuencias de comer del fruto prohibido es que la tierra estaría bajo maldición. Habría dolor y trabajo, fatiga, afán y pesar. Y luego Dios le dice en el versículo 19: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”. En otras palabras, tendrás que trabajar duro para sostenerte como consecuencia del pecado.
Luego en el capítulo 16 del libro del Éxodo en la medida en que los Israelitas salían de Egipto guiados por Dios a través del desierto, recuerdas como murmuraban contra Moisés y contra Dios. Y como decían: “Cuando estábamos en Egipto”, a pesar de que por cientos de años ellos esperaron con ansias salir de Egipto. Pero ahora ellos miraban hacia atrás con nostalgia lo que vivieron en Egipto, y decían, "en la tierra de Egipto... nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud" (verso 3). El pueblo estaba tan centrado en sus necesidades físicas básicas, que se quejaban cuando esas necesidades no eran satisfechas a su antojo.
A lo que Dios les contesta “¿Quieren pan? les voy a dar pan, He aquí, haré llover pan del cielo para vosotros… por la mañana os saciaréis de pan; y sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios (versos 4 y 12). Y Dios en su abundante gracia fue el proveedor de pan para su pueblo. Y ellos le llamaron “maná”.
Diariamente durante los siguientes cuarenta años, Dios envió maná del cielo, pan del cielo, hasta que los llevó a la Tierra Prometida y pudieron entonces plantar, sembrar y cosechar. Y ese maná, ese pan del cielo era un recordatorio diario de que Jehová era su Fuente. Su proveedor, y ellos eran dependientes de Él para suplir sus necesidades.
Luego, llegamos a la época del Tabernáculo en el libro del Éxodo. Recuerdan como cada semana se colocaban doce piezas de pan fresco, representando las doce tribus de Israel, y eran colocadas sobre la mesa en el lugar santo. Si tienes una biblia versión Reina Valera 1960, a esos panes se les llama Pan de la Proposición. En algunas traducciones más modernas de la biblia también se les llama literalmente, Pan de la Presencia. El Pan de la Presencia.
Esas doce piezas de pan eran colocadas en la mesa, la mesa del Pan de la Proposición, la mesa de la Presencia de Dios. Esos panes eran la imagen del deseo de Dios de tener comunión con Su pueblo, de que Él era su alimento y que ellos necesitaban Su presencia cada día para vivir.
Ahora bien, el pan en el Antiguo Testamento, al igual que muchas otras cosas, es un tipo que tiene la intención de apuntarnos hacia Cristo. Así que déjame pedirte que me acompañes al capítulo 6 del Evangelio de Juan en tu Biblia. Allí encontramos la primera de las siete afirmaciones “Yo Soy” que se encuentran en el evangelio de Juan, cuando Jesús dijo, “Yo soy el Pan de Vida”.
Comenzando en el versículo 2 del capítulo 6 de Juan dice. “Y le seguía una gran multitud, pues veían las señales que realizaba en los enfermos”. Ellos veían estos milagros, estas señales que Jesús hacía. Y luego en el siguiente párrafo, en los versículos del 5 al 13, encontramos la historia en la que Jesús alimenta a 5,000 personas. Jesús realiza aún más milagros.
La realidad es que probablemente eran unas 20,000 personas si se añade a las esposas y los niños. Y Jesús hizo ese milagro de dar de comer a esta multitud. Ellos comieron, se saciaron y luego se llenaron doce canastas, doce cestas con los pedazos de pan que sobraron. Me pregunto si existe alguna relación entre este sobrante y las doce piezas de pan en la mesa del tabernáculo, el pan de la presencia de Dios.
Ahora veamos el versículo 14 dice: “La gente entonces al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo.” El Mesías prometido del que se habla en Deuteronomio. Aquí tenemos a Jesús con su popularidad por las nubes. El pueblo quedó prendado por las señales y los milagros. Ellos creían que Él era el Profeta prometido que vendría, ellos pensaban, que Él había venido a liberarlos de los odiados Romanos.
Luego en el versículo 15 se nos dice que ellos querían hacerle rey. “Coronémoslo ya y vamos a deshacernos de los Romanos”. Claro que este deseo no permaneció en sus mentes por mucho tiempo. Al final del capítulo, como podremos ver, un poco más adelante, Jesús pasó de ser un héroe a ser nadie en sus mentes. No les tomó mucho tiempo.
Si continuamos en ese pasaje, esa noche, Jesús caminó sobre las aguas para cruzar al otro lado del Mar de Galilea, otra señal, otro milagro. Al día siguiente, del otro lado, la multitud ve que Jesús se ha marchado, así que se suben en las barcas y cruzan el lago hacia Carpernaúm, donde Jesús se encontraba y ellos buscan a Jesús.
En Juan capitulo 6 versículo 26 “Jesús les respondió y dijo: En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado”. Esta multitud primero siguió a Jesús, como leemos al inicio del capítulo, por los milagros, pero luego le seguían para que los alimentara, por el pan. Pero esta es una multitud de curiosos, en realidad no se trataba de personas convertidas. Ellos estaban impresionados por Jesús, pero no estaban listos para invertir sus vidas en Jesús.
Su relación con Jesús, como veremos en este capítulo, era tan significativa como los “Me gusta” en Facebook o los “seguidores” en Twitter. Que no significan nada. Puedes tener miles de “seguidores”, miles “Me gusta” de personas que nunca has conocido, personas que no tienes ni idea de quienes son. Esta era una multitud voluble, cambiante. Sabes que puedes “dejar de seguir” a alguien tan fácilmente como puedes “seguir” en Twitter, ¿Verdad? Ellos eran volubles. No tenían compromiso. Ellos querían a Jesús para obtener de Él lo que Él pudiera darles o hacer por ellos. Por cierto, desafortunadamente, esa es la forma en que muchas iglesias han sido construidas en nuestra era. Programas sensacionales, actividades, celebridades, cualquier cosa para atraer a una multitud.
Pero Jesús les dice, “Me buscáis, primero por los milagros, después por la comida...no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado”. Y luego, les dice en el versículo 27:
“Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios ha marcado con su sello”.
Ahora bien, eso no significa que Jesús les estaba diciendo que no trabajaran para su sustento, porque en otra parte de la Escritura se nos dice que el que no trabaje que no coma. Pero, a lo que si se estaba refiriendo es que no permitas que las cosas temporales, como la comida, el pan, las pertenencias, no dejes que las cosas temporales dominen tu atención o roben tus afectos. No trabajes por esas cosas.
¿Alguna vez te has encontrado a ti misma viviendo, luchando, trabajando para “la comida que perece,” sustitutos de Jesús, cosas que no tienen importancia realmente? ¿Estás satisfecha con tener tus necesidades físicas y temporales cubiertas pero quizás ignoras las necesidades eternas de tu alma? Tal vez estés satisfecha con cubrir las necesidades físicas temporales de tus hijos. Eres una buena madre. Vas a asegurarte de que ellos estén vestidos, de que tengan que comer, que vayan a la escuela y a la práctica de deportes. Pero, ¿Estás prestando atención a las necesidades de sus corazones?
¿dónde buscas satisfacción, realización y sostén? ¿Te refugias en juegos, en películas, en novelas, en ir de compras, comidas, ejercicio, personas? No hay nada malo con todas esas cosas. ¿Pero es allí donde estás buscando satisfacer las necesidades más profundas de tu corazón? Si lo estás haciendo así, entonces estás trabajando por el alimento que perece. No te va a durar. No podrá satisfacerte por mucho tiempo.
El versículo 28 dice: “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” el pueblo respondió como muchas veces nosotras respondemos, decimos, ¿Dime cuál es la lista de lo que tenemos que hacer? - reglas que pudieran guardar para agradar a Dios. Versículo 29:
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: [no es nada que debas hacer] que creáis en el que Él ha enviado.” Le dijeron entonces: “¿Qué, pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.” (v. 29-31)
Ahora espera un momento, espera un segundo. ¿Ellos quieren una señal? Menos de veinticuatro horas antes, Jesús le había dado milagrosamente de comer a unas 20,000 personas con el almuerzo de un niño y ellos aun dicen, “Danos una señal, queremos ver una señal” Versículo 32:
Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os dado [no sólo en aquel entonces, sino que te da ahora] el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es [no habla de una cosa, sino de una persona] el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo (versos 32-33).
El Pan de Dios es una persona. Es Jesús. Jesús es el cumplimiento del pan de la presencia en el Antiguo Testamento que era un símbolo del que habría de venir, del maná del cielo. Ese maná fue pan temporal. Se arruinaba a las veinticuatro horas. Se echaba a perder. No duraba. Pero apuntaba al Pan que dura para siempre, a Jesucristo.
En el versículo 34: “Entonces ellos le dijeron: Señor, danos siempre ese pan”. Esto nos muestra el hecho de que el corazón humano tiene hambre espiritual. Me recuerda a la mujer samaritana del capítulo anterior, quien le dijo a Jesús, “Dame esa agua viva, para que no tenga sed jamás para que no tenga sed otra vez” (ver Juan 4). Nuestro corazón humano tiene ese anhelo de aquello que es eterno. Y en el versículo 35:
Jesús les dijo: “Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero ya os dije que aunque me habéis visto, no creéis” (versos 35-36).
Jesús estaba afirmando ser la única fuente y el sustentador de la vida. Él estaba diciendo, “Ustedes no pueden vivir sin mí. Yo soy absolutamente esencial, no un agregado opcional o una categoría en tu vida”. Él no es una de muchas religiones. Él es exclusivo, Él único Pan de Vida. Y les dijo, “Recibirme es necesario para la vida eterna, de la misma forma que recibir pan es necesario para sostener el cuerpo físico con vida.”
¿Y quizás pensarías que ellos estaban muy emocionados por todo esto, no es así? Así como piensas que todos en este mundo estarían entusiasmados al escuchar que Jesús, Él es el Pan vivo, que da vida a aquellos que creen en Él. Pero mira el versículo 41:
Por eso los judíos murmuraban de Él, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: “Yo he descendido del cielo”? (versos 41-42).
¿No te recuerda esto la murmuración que vimos en el Antiguo Testamento? Antes y después de que Dios enviara el maná del cielo, los Judíos murmuraron. Murmuraron contra Moisés. Ellos murmuraron contra Dios, cuando Él envió maná del cielo. Y ahora, murmuran contra Jesús, cuando el afirma ser el pan enviado por Dios desde el cielo. ¿Por qué murmuran? Porque al hacerse el pan que descendió del cielo, ellos sabían que Él se estaba haciendo a Sí mismo igual a Dios. Y ellos consideraban esa afirmación una blasfemia.
Entonces vemos esta competencia entre Jesús y los Fariseos una y otra vez a los largo de los Evangelios. Ellos no podían ni querían creerle a Jesús, ellos no querían aceptar que él era quien Él decía ser. Y sentían ira por Su insistencia de que la única manera en que ellos podrían tener vida, era creyendo que Él era quien decía ser. Y eso es exactamente lo que enoja a las personas hoy en día, cuando les decimos que Jesús es el único camino, el único camino para tener vida eterna.
Versículo 47, “En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.” Jesús no se retracta. El no cambia su afirmación delante de los que no creyeron en Él.
“Yo soy el pan de vida. [lo repite de nuevo]. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan [Yo soy el Pan] que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; (versos 47-51).
En caso de que no lo entendieras. Él lo repite una y otra vez. “Yo soy el pan.” Y en la medida en que compartimos a Jesús, tenemos que seguir repitiendo con gracia, con compasión y con amor, “Que se trata solamente de Jesús. Él es la Vida. Tal vez no creas en Él, pero Él sigue siendo la Vida, el pan de Vida”.
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne” (Verso 51).
El pan que Dios había provisto para sostener a Su pueblo físicamente en el Antiguo Testamento, no podía hacerlos vivir para siempre, porque recuerda que la paga del pecado es la muerte. Pero el pan del Antiguo Testamento, el maná, el Pan de la Presencia, fue dispuesto para mostrarles a ellos y a nosotras el Pan vivo que nos da vida espiritual, que nos vida eterna.
Eso significa que en todo esto hay un tema de vida o muerte aquí cuando hablamos de Jesús. De hecho, la palabra “vida”, “vivir” “viviendo” está presente dieciocho veces en el capítulo 6 del Evangelio de Juan. Este es un asunto de vida o muerte. Si comes de este pan, vivirás para siempre. Pero si no lo comes, morirás.
Mira el versículo 60: “Por eso muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: Dura es esta declaración; ¿Quién puede escucharla?” Y estos eran los discípulos. Tal vez estos términos deberían estar entre comillas. Eran como los “Me gusta” de Facebook o los “seguidores” en Twitter. Les gustaban los milagros; les gustaban las comidas; les gustaban las ceremonias y las obras de la “religión” - qué tenemos que hacer para hacer las obras de Dios. Pero cuando el Maestro dijo que Él tenía que ser la única vida para ellos, y que no había vida fuera de Él - ya no les gustó tanto. Se resintieron, y resistieron las declaraciones de Cristo. Rehusaron creer en Él, confiar exclusivamente en Él.
La esencia del pecado, es que queremos confiar en algo o alguien distinto de Dios, distinto de Jesús. De hecho, muchas personas religiosas, confían en sí mismas - en sus buenas obras y en sus propios esfuerzos. Y Jesús dice, “No, no puedes vivir así. Solamente puedes vivir si vienes a Mí y crees”.
En el versículo 66 dice que: “Como resultado de esto muchos de sus [disque discípulos “seguidores” seguidores de Facebook y Twitter] se apartaron y ya no andaban con Él”. Las afirmaciones de Jesús redujeron la multitud. Ellos habían estado siguiéndole por las razones equivocadas - aun cuando algunos aparentaban ser verdaderos seguidores. Y cuando Jesús afirmó quien era, ellos dijeron, “No. No podemos llegar tan lejos. No iremos hasta allá”.
Como ha dicho John Piper, “Ellos estaban entusiasmados con el pan como su placer, pero no con Cristo como su Tesoro.” La gente quiere todas las cosas buenas que Dios pueda darles, pero no quieren a Jesús. Ellos no quieren humillarse. No quieren decir, "No podemos vivir sin Él. Tenemos que tenerle a Él”. Ellos dicen: "No, lo que queremos es a Jesús más algo: a Jesús más mi iglesia, más mi trabajo, más mi religión, más mi felicidad, más... "
Y Jesús dijo, “No. Tengo que ser Yo. Yo soy el Único que puede sostenerte y darte vida”. Entonces vemos en el versículo 67:
Jesús dijo a los doce: ¿Acaso queréis vosotros iros también? Simón Pedro le respondió: Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios (versos 67-69).
Algunos creyeron. Algunos fueron más que los “Me gusta” de Facebook y los “seguidores” de Twitter. Ellos creyeron. Cimentaron sus vidas en esta verdad.
y nosotras tenemos que comer ese pan de vida, participar con Cristo, el Pan de Vida. Eso significa venir a Él, creer en Él, dejar de confiar en nosotras mismas para alcanzar vida eterna, y reconocer que no hay otro camino para vivir, reconocer que Él es nuestro pan diario, nuestro sustento, nuestra vida, nuestro alimento, nuestra provisión y que debemos alimentarnos de Él.
Quizás has escuchado la frase que dice, “Somos lo que comemos”. Y en la medida en que nos alimentamos de Jesús por medio de Su Palabra y en Jesús la Palabra Viva, el Pan de Vida, nos hacemos como Él. Somos transformadas a Su imagen.
Ahora, si te estás alimentando hartando de comida chatarra, no vas a tener mucho apetito por el Pan de Vida. Jesús te parecerá poco atractivo. Su palabra te parecerá aburrida. Un pastor lo ha dicho de la siguiente manera:
Si no sentimos un fuerte deseo por la manifestación de la Gloria de Dios, no es porque hemos tomado profundamente para estar satisfechos. Es porque hemos tomado de la mesa del mundo por mucho tiempo. Nuestra alma está llena de cosas pequeñas, y no hay espacio para lo grandioso.
¿Anhelas más de Jesús? ¿Tienes hambre por más de Él? ¿Sientes mayor necesidad del “pan diario”? ¿No solamente los Domingos, no solamente una sesión como ésta, sino cada día? ¿O estás satisfecha con ser entretenida con la religión, pero no alimentarte de Jesús? John Piper dijo, “Si no queremos a Dios por encima de todas las cosas, no hemos sido convertidos por el Evangelio.” Venir a Él en fe es reconocer que lo necesitamos desesperadamente cada día.
¿Recuerdas cómo los Judíos del Antiguo Testamento tenían que recoger ese maná diariamente? Esa es la frecuencia con la que necesitamos a Jesús. Necesitamos alimentarnos de Él y de Su Palabra diariamente por fe, por eso oramos, “Danos hoy Señor nuestro pan de cada día. Dame a Cristo oh sí. Dame Su Palabra. Todo lo que necesito para es a Cristo”.
Y ahora, sólo un recordatorio, en la medida en que cerramos. Para poder tener vida eterna, Jesús, el Pan de Vida, tuvo que ser quebrantado y morir. Recuerdas cuando alimentó a los 5,000, como partió las piezas de pan y se las repartió y se las dio a sus discípulos, y luego los discípulos dieron pan a las multitudes.
Y también, en la última cena leemos que: “Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, [Él] lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26). Esta era una imagen de lo que iba a suceder en las hora siguientes, en la medida en que Su cuerpo sería quebrantado en el Calvario para satisfacer el hambre del mundo.
Entonces “el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, ... [Él] lo partió y [Él] dijo: Esto es mi cuerpo que es para vosotros; haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:23–24).
Carmen: ¿No estás agradecida por el Pan de Vida? Esta enseñanza de Nancy DeMoss de Wolgemuth es parte de la serie llamada “La maravilla de Su Nombre: 32 nombres de Jesús que cambian la vida”.
Si sientes que ya entiendes mejor lo que significa que Jesús es el Pan de Vida, imagínate lo bien que conocerás a tu Salvador en la medida en que exploramos treinta y dos de Sus nombres.
Si te perdiste algún programa de las enseñanzas de esta serie, puedes escucharlo, descargarlo o leer la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com.
“Yo soy la Luz del mundo”. Cuando Jesús hizo esa afirmación, no fue una simple metáfora. Para los receptores originales de estas palabras, esto fue algo de mucha importancia. Aprende por qué, mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Canciones utilizadas: Cantar de Nuva, Marcos Vidal, Pescador ℗ 2001 Nuva Music
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique otra fuente.
Dawn Wilson, Lindsay Swartz y Darla Wilkinson prestaron valiosa asistencia en la investigación realizada para preparar esta serie.
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