Él me restaura
Débora: Probablemente has oído hablar de David, el autor de uno de los pasajes más populares de las Escrituras, el Salmo 23. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth para hablarnos sobre él.
Nancy DeMoss Wolgemuth: David, el pastor David, el rey David, el poeta David, el hombre de Dios, David, el adúltero…supo lo que era necesitar desesperadamente al pastor para ser restaurado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de octubre de 2023.
¿Qué palabras describen mejor tu vida? ¿Ansiosa? ¿Estresada? ¿Tranquila? ¿Pacífica? ¿Contenta?
No estoy hablando de tus circunstancias, que seguramente incluyen algunos desafíos. Estoy hablando de tu corazón. Aquí está Nancy, continuando con la serie El Señor es mi pastor.
Nancy: Mientras estudiamos el Salmo 23, es importante que recordemos que el hombre que escribió esto, el rey-pastor David y los judíos que leían este salmo …
Débora: Probablemente has oído hablar de David, el autor de uno de los pasajes más populares de las Escrituras, el Salmo 23. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth para hablarnos sobre él.
Nancy DeMoss Wolgemuth: David, el pastor David, el rey David, el poeta David, el hombre de Dios, David, el adúltero…supo lo que era necesitar desesperadamente al pastor para ser restaurado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de octubre de 2023.
¿Qué palabras describen mejor tu vida? ¿Ansiosa? ¿Estresada? ¿Tranquila? ¿Pacífica? ¿Contenta?
No estoy hablando de tus circunstancias, que seguramente incluyen algunos desafíos. Estoy hablando de tu corazón. Aquí está Nancy, continuando con la serie El Señor es mi pastor.
Nancy: Mientras estudiamos el Salmo 23, es importante que recordemos que el hombre que escribió esto, el rey-pastor David y los judíos que leían este salmo en aquellos días, vivían en la tierra de Palestina.
Palestina era una tierra desértica. No era fácil encontrar pastos verdes y corrientes de agua. El pastor debía saber cómo encontrarlos y dónde encontrarlos para su rebaño. Por eso es tan significativo cuando David dice: «El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce» (Sal. 23:1-2).
Lo que él está diciendo es, el Señor es el tipo de pastor que sabe dónde encontrar lo que Sus ovejas necesitan, aún en un lugar donde es difícil encontrar esos pastos verdes y esas aguas de reposo.
Mientras lees el Salmo 23 y meditas en él, podrías pensar, «bueno, yo no vivo en Palestina, pero como que sí describe mi vida». Tal vez tienes cinco hijos y piensas, «es difícil encontrar esas aguas de reposo en este tiempo de mi vida». O tal vez esa circunstancia, esa situación en tu vida se sienta tan…a veces eres parte de esa generación sándwich en la que estás cuidando a tus padres ancianos pero al mismo tiempo tienes hijos adolescentes, y sientes como que en todo momento alguien te necesita. ¿Cómo encuentras esos pastos verdes? ¿Cómo encuentras esas aguas de reposo?
Solo déjame decirte: Primero, sigue al pastor. Él sabe cómo encontrarlos para ti. Necesitas confiar en tu pastor. Él los va a encontrar y sabe que son importantes. Si lo sigues, Él te guiará a esos lugares. Hay momentos en mi vida en los que siento que casi no puedo respirar… Si solo descanso en mi propio entendimiento no voy a encontrar esos verdes pastos, esas aguas de descanso.
Si voy al Señor y le digo, «Señor, soy tu oveja, Tú eres responsable por mí. Por favor, muéstrame en este tiempo de mi vida cómo encontrar esos verdes pastos y esas aguas de reposo», Él lo va a hacer.
Recuerda que cuando Jesús escogió a Sus doce discípulos –en Marcos 3– nos dice que «los escogió para que estuvieran con Él y para luego enviarlos a ministrar a otros» (v.14, parafraseado). Necesitamos estar con el Señor. Necesitamos tener comunión, compañerismo, intimidad con Él, antes de que podamos ser útiles para salir y ministrar a otros –aún si esos otros son los preescolares que tienes en casa. Tienes que pasar tiempo con el Señor antes de poder ser efectiva y útil para servirle.
Entonces, cuando los discípulos salieron, Marcos 6 nos dice que regresaron a Jesús. Después de haber hecho el ministerio, le dijeron todo lo que habían hecho y enseñado.
«Y Él les dijo: “Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco”. Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer. Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado» (vv. 30-32).
Ahora, en este caso no duró mucho tiempo porque las multitudes los seguían y Jesús recibía a las multitudes con gracia y tuvo compasión de ellas. Pero Él sabía que ellos necesitaban, aunque fuera ese corto periodo de tiempo para alejarse y estar con Él, para recalibrarse, para reponerse, para recargar combustible, para poder regresar y atender a esas multitudes necesitadas. Es por eso que necesitamos esos tiempos de silencio, esos momentos de quietud, esos lugares quietos para ser reabastecidas.
Necesitas alimentarte de Jesús. Necesitas beber de Él antes de que puedas invertir en la vida de otros.
Una mamá que está amamantando necesita estar bien alimentada antes de poder nutrir a su bebé. Si ella se alimenta de comidas equivocadas, de comidas que no la nutren, puede terminar teniendo a su bebé con cólicos o enfermo del estómago. Por eso es tan importante lo que dejamos entrar, los alimentos que comemos, antes de poder pasarlo a otros.
El Salmo 1 nos dice que aquel que «en la ley del Señor está su deleite, y en Su ley medita de día y de noche» –estas no son palabras de apuro, son palabras de reflexión, de meditación. Son palabras desconocidas para nuestra mentalidad del siglo 21. Pero el que medita en la ley de Dios, el que se deleita en ella, «será como árbol plantado junto a corrientes de agua». Ahí tenemos esa imagen del agua otra vez. Será como «árbol que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera» (vv. 2 y 3).
Y quizás tú digas, «yo me estoy marchitando. Estoy seca. No puedo producir fruto. Me siento exhausta». Entonces puede ser que no estés plantada junto a esas corrientes de agua; no has venido a esas aguas de reposo; no has estado meditando en la Palabra de Dios, deleitándote en ella.
«En lugares de verdes pastos me hace descansar». Algunas veces simplemente tienes que estar quieta y dejar de moverte. Y otra vez les digo, este es un pensamiento extraño para nuestra cultura. Piensas en el ritmo de nuestras vidas; en el ritmo de vida de la persona promedio. Comemos a la carrera. En la manera en que vivimos, los detalles de nuestras familias son todos deprisa.
En su libro Síndrome de la sobrecarga, Richard Swenson dice:
«Aun el mejor equipo no puede arreglar un carro de carreras si va a 200 millas por hora. Tampoco nuestros cuerpos pueden recuperarse en medio de un estilo de vida tan acelerado».
No puedes obtener el descanso que necesitas, la frescura que necesita tu alma, tu espíritu e incluso tu cuerpo, arrebatando minutos por aquí o por allá de vez en cuando. Si intentas dormir un poquito por aquí, otro poquito por allá, o un poquito de descanso en la presencia de Dios, de poquitos por aquí, otro por allá, a la larga no puedes sostener la vida espiritual ni la física.
No puedes sostener tu vida espiritual solo escuchando unos cuantos minutos de radio cristiana de camino al trabajo. Eso es comer a la carrera. Es tratar de llenarle el tanque al auto mientras va a 200 millas por hora.
Dice el Señor: «Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios» (Sal. 46:10). Necesitamos tiempos de descanso.
Hice unas anotaciones de cosas que han sido de ayuda en mi vida y quisiera compartirlas con ustedes y animarlas, y quisiera decir que en esto soy una peregrina en proceso también. Soy una oveja que vive a la carrera muchas veces y una oveja que necesita este versículo, que necesita descansar en pastos verdes, necesita dejar que su pastor le guíe a aguas de reposo. Hay cosas que estoy descubriendo que me están ayudando en ese proceso mientras sigo a mi pastor.
Una de esas cosas en las que estoy siguiendo a mi pastor es viendo la importancia del Sabbath –el descanso– un día a la semana. Esto es algo que he sabido que es importante en la Palabra de Dios y en diferentes medidas he intentado practicarlo a través de los años. Mi padre y mi madre le daban un lugar muy importante en nuestra familia.
Tal vez algún día hagamos una serie completa acerca de cómo tomar un día de descanso, de reposo. Pero déjame decirte que he llegado al lugar, aun estudiando este pasaje, donde realmente no estaba tomando un día para desconectarme, para apagar la computadora, para parar la maquinaria que va a mil por hora y simplemente dejar que Dios me llene. He estado tratando de hacer esto los domingos. Sé que tengo amigos que lo hacen otros días a la semana. No voy a entrar en un debate sobre esto, pero lo que sí estoy diciendo es que Dios nos hizo para que nuestros cuerpos, nuestros espíritus, necesitaran ese día, un día a la semana.
Dios les dijo a los israelitas, «si no lo hacen con la tierra, si no dejan que la tierra descanse un año de cada siete, vendrá el día cuando la tierra no va a producir más cultivos». Vas a tener que darle ese tiempo de una o de otra forma. Tal vez sea con una crisis –física, emocional, mental o espiritual– pero de una u otra forma, vas a tener que tomar ese descanso. Cuánto mejor sería tomarlo regularmente como Dios nos lo ha mandado.
He estado pensando acerca de esos domingos. Son un regalo de Dios para mi alma. Recíbelo como un regalo. Y también creo que necesitamos esos Sabbath, esos descansos, al principio de cada día. Ese tiempo de quietud, a solas delante del Señor, donde nos llenamos de Su Palabra y comenzamos nuestro día con Él.
Déjame decirte algo verdaderamente radical acerca del tiempo de descanso. Necesitamos tiempo para desconectarnos de la tecnología. Para desconectar la radio, apagar la televisión, apagar la computadora, apagar el celular. Algunos de sus hijos crecerán sin saber lo que es tener al menos diez minutos sin tener sonido conectado a sus oídos. Eso no está bien, eso no es sano para el alma.
Necesitamos tiempos cuando todo se apague, todo se desconecte y simplemente escuchemos la voz del Señor. Y si has participado en algunas de nuestras conferencias, ya sea de Revive Our Hearts o Aviva Nuestros Corazones, sabes que al final de la sesión del viernes por la noche retamos a las mujeres a hacer una especie de ayuno. Un ayuno de las redes sociales, de los medios de comunicación, que comienza el viernes por la noche, todo el sábado –que estaríamos sentadas en la conferencia– y así las invito a que hagan este ayuno.
Que no prendan la radio en sus automóviles, que no prendan la TV cuando lleguen a sus habitaciones de hotel, que no se conecten en las computadoras para chequear sus correos electrónicos, que no abran sus teléfonos durante un tiempo, solamente para contestar alguna llamada importante de sus casas, quizás.
El punto es que las animamos a hacer eso, y nos sorprendemos de cuán difícil es esto para la mayoría de ellas. Y estamos hablando de solo una noche y un día. Hemos desarrollado una adicción a estas cosas. Eso no es bueno.
También es importante descansar por momentos durante nuestro día. Tal vez sea mientras esperas en algún lugar, como una sala de espera. Lleva un buen material para leer y mantenerlo contigo. Yo guardo una versión pequeña del Antiguo Testamento y de los salmos y los proverbios en mi bolso, para tener siempre algo en qué meditar cuando tengo tiempo extra –tiempos cuando puedes concentrarte, enfocarte y llenarte.
No estoy hablando de ser floja, haragana. No estoy hablando de evadir responsabilidades, de tener una vida fácil. Debemos ser diligentes, soldados, guerreros, porque estamos en una batalla. Estoy hablando de ordenar tu vida y tus días y tus horas en torno al Señor, poniendo primero lo primero, nutriendo y ministrando tu alma para que estés lista para la batalla.
Aquí hay otra cosa: No llenes cada segundo de tu día con actividades o conversaciones. Necesitas tiempo para reflexionar, y eso requiere que examines tu horario periódicamente. Tienes que hacerlo porque nuestros horarios se llenan de cosas rápidamente.
Necesitas examinar el horario de tu familia –en lo que puedas controlar. Va a requerir tomar decisiones difíciles. Significa que tus hijos no van a poder estar involucrados en todas las actividades que quisieran. Significa que tus hijos probablemente no van a participar en todos los deportes y actividades en los que a lo mejor sus amigos participan. Pero tus hijos necesitan aprender cómo caminar en pastos verdes y junto a aguas de reposo. Tal vez tengas que cortar algunas cosas del horario de tu familia –algunos compromisos y actividades– y decir, «necesito tener tiempo para llenarme de Dios si quiero poder darlo a otros».
Hemos citado a George Mueller durante esta serie. Él habla de la importancia de alimentar nuestras almas con la Palabra de Dios. Él dijo:
«¿Cómo haremos para obtener esta quietud feliz del alma? ¿Cómo aprenderemos a disfrutar a Dios? Esta felicidad se obtiene mediante el estudio de las Sagradas Escrituras. Es absolutamente necesario, para que esta felicidad en el Señor continúe, que leamos las Escrituras regularmente. Ellas son el medio que Dios ha escogido para alimento del hombre interior… No la lectura simple de la Palabra de Dios, como si solo pasara por nuestra mente, como el agua pasa por una tubería, sino considerando lo que leemos, meditándola y aplicándola a nuestros corazones».
Así que, al dejar tiempos libres en tu horario, sacas algo de ruido, sacas la basura, sacas las cosas innecesarias para que puedas tener espacio, tiempo y quietud de mente y corazón para reunirte con el Señor, para dejar que tu alma se nutra con Su Palabra, y mientras te metes en la Palabra, gozarte en Cristo que es la Palabra viva.
Jesús nos invita y nos dice: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar» (Mat. 11:28).
Él sabe lo que necesitas y cuándo lo necesitas. Él sabe cuántas horas de sueño necesitas. Él sabe lo que tu alma necesita. Si le das tus días, tus horas y tus momentos, creo que Él va a multiplicar lo que necesitas. Es simplemente sobrenatural. Él puede hacer que esos pequeños momentos en que te encuentres en Su presencia, te lleven a través de varias horas de un día frenético con todas tus responsabilidades.
Ahora, no tomes eso como excusa para tomar atajos, pero hay temporadas en la vida que son mucho más difíciles. Dios lo sabe. Confía en Él, y confía en que Él te va a guiar. Él sabe cómo llevarte a esos pastos verdes. Él sabe cómo encontrarlos para ti, y sabe cómo guiarte junto a aguas de reposo.
Ahora, el versículo 3 dice que el pastor «restaura mi alma». Mientras David, el rey-pastor reflexionaba acerca de lo que había significado para él ser pastor y de cómo cuidaba de sus ovejas, estoy segura de que él pensaba, «cuando mis ovejas necesitaban comida, cuando necesitaban agua, cuando necesitaban descanso, cuando estaban hambrientas, cuando estaban cansadas, yo cuidé de sus necesidades. Yo encontraba lo que necesitaban. Las llevaba a los lugares que necesitaban. Yo les proveía. Yo restauraba sus almas».
Creo que probablemente también pensaba en los tiempos cuando esas ovejas se perdían, se decarriaban, se escapaban del rebaño. Pensaba cómo dejaba el resto del rebaño y salía a buscar a esa ovejita que se había extraviado –tal vez atrapada en algún barranco, tal vez atrapada en un matorral, tal vez en la noche oscura, asustada y sola– y él pensaba, «en esos momentos yo restauraba a mis ovejas».
Tal vez pensaba en esos tiempos cuando las ovejas estaban esperando crías, y se caían de lado y quedaban boca arriba, y se quedaban atoradas –no podían pararse; estaban muy gordas. Ese tipo de ovejas es a las que se les llamaba abatidas –no se podían poner de pie ellas mismas. «¿Por qué te desesperas, alma mía?» (Sal. 42:5). Cuando a las ovejas les pasaba eso, el pastor venía y las levantaba y las ponía sobre sus patas. Él restauraba a esa oveja.
Así es que estoy segura de que él estaba pensando en diferentes tiempos y épocas en la vida de las ovejas cuando el pastor restauraba a esas ovejas.
Y David pensaba, «mi pastor Dios restaura mi alma en esas diferentes estaciones y necesidades y tiempos de mi vida».
Ahora, la palabra restaura, el significado en el lenguaje original de esta palabra se traduce como «volver atrás, girar, regresar». Frecuentemente en el Antiguo Testamento se usa para hablar de un regreso espiritual al Señor. Dios dice: «Volveos a mí...y yo me volveré a vosotros» (Zac. 1:3).
Significa «refrescar, avivar». Aviva nuestros corazones. Restaura nuestros corazones, oh Señor».
El significado básico de esta palabra tiene que ver con regresar al punto de partida. De alguna manera te saliste del camino, de alguna manera te caíste, de alguna manera tus necesidades no están siendo satisfechas. Has perdido ese lugar de abundancia, de llenura y provisión. Te has alejado y es Dios quien está restaurándonos a ese punto de partida.
De hecho, algunas veces esta palabra en el Antiguo Testamento, se traduce como convertirse o arrepentirse. Dios trae mi alma al arrepentimiento. Él me convierte. Él me cambia. Él me regresa a donde necesito estar.
Ahora, la promesa de que Dios restaura nuestras almas sugiere que va a haber tiempos cuando nuestras almas necesitan ser restauradas. Me dirás, «bueno, eso es algo bastante obvio». Pero piensa cuáles son algunos de estos tiempos:
- Necesitamos ser restauradas espiritualmente y en nuestras almas cuando estamos débiles o desmayando.
- Necesitamos ser restauradas cuando nos hemos extraviado, hemos sido rebeldes o hemos fallado.
Veamos algunas de esas temporadas y cómo necesitamos ser restauradas.
Primero, cuando estamos débiles o desmayando. Creo que hay varias cosas que pueden ocasionar que estemos débiles o desmayando espiritualmente. Una de ellas es cuando hemos estado sirviendo a otros. Las que son madres, ustedes que son esposas o que sirven en una iglesia o en su lugar de trabajo, tú sabes lo que es dar tanto para ministrar las necesidades de los demás.
Hay tiempos cuando sientes que te estás cayendo, que te estás marchitando –con manos y corazones caídos. Necesitamos ser avivadas, necesitamos ser animadas. Nos agotamos cuando damos tanto y necesitamos reponer nuestras reservas. Necesitamos llenar el tanque. Lo necesitamos.
Hice esto hace unas semanas. Me estaba alistando para un tiempo de ministerio, una temporada de ministerio muy ocupada y acababa de salir de otra temporada parecida. Sabía que necesitaba detenerme para poner combustible en mi tanque y chequear algunas cosas –espiritualmente hablando.
Así que me tomé algunos días e hice una especie de retiro. Le pedí a una amiga si podía irme a un lugar apartado que ella tiene. Durante ese tiempo del año nadie va a este lugar. Así que estuve allí, la mayor parte del tiempo sola. Pasé el tiempo leyendo, buscando al Señor, escuchando la voz del Señor, disfrutando de aquel lugar –desde adentro, claro, porque era un lugar frío.
Estaba ahí dejando que Dios restaurara mi alma. No me desconecté totalmente. Lo que hice fue que tenía contacto a través de correo electrónico durante esa semana, aunque habrá veces que probablemente necesite también desconectarme del correo electrónico. Pero fue un tiempo tan precioso con Dios…lo que Dios hizo allí conmigo. Salí de allí restaurada, renovada, lista para comenzar de nuevo y con mi alma llena, satisfecha y lista para comenzar esa temporada de ministerio que tenía por delante.
El punto es que necesitaba eso. En esos tiempos, lo que Dios más usa para restaurar nuestras almas es Su Palabra. Su Palabra restaura el alma. El Salmo 19 dice: «La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma» (v. 7). Esa es la palabra, restaurar. Él restaura nuestra alma, Él restaura nuestra mente, nuestras emociones, nuestro espíritu a través de Su Palabra.
Así que, cuando hemos estado sirviendo y llegamos a ese punto de debilidad y casi desmayar, necesitamos a Dios para que nos restaure.
Hay otra cosa que nos puede hacer débiles y que puede llevarnos a desmayar, y es cuando hemos sufrido, cuando hemos pasado por la aflicción. El Salmo 71 versículo 20, dice:
«Tú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones, me volverás a dar vida, (me restaurarás) y me levantarás de nuevo de las profundidades de la tierra».
Y me encanta ese versículo en 1 Pedro 5:10. Al final de todo el libro hablando del tema de sufrimiento, Pedro dice:
«Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, (y ahí está la palabra, restaurará) afirmará, fortalecerá, y establecerá».
¿No es maravilloso? Él restaura mi alma cuando he servido y cuando he sufrido. Cuando estoy débil y desfalleciendo, cuando estoy agotada, Él me vuelve a llenar. Él ministra gracia a mi corazón. El Dios de toda gracia es el pastor que restaura mi alma.
Hay algunas ocasiones cuando necesitamos ser restauradas, no porque estemos débiles o desfalleciendo, sino porque hemos sido rebeldes y hemos fallado. Cuando hemos pecado, nos hemos desviado, hemos tropezado.
La tendencia de las ovejas es a separarse del rebaño, a perderse. Así es que cuando cae la noche, podrían estar en gran peligro. Podrían ser presa fácil de animales salvajes. Podrían caer en algún barranco. Así es que cuando el pastor descubre que una de ellas falta, es muy importante para él ir a buscarla, encontrarla y cargarla en sus hombros –probablemente ustedes han visto esa imagen– y llevarla de regreso al redil.
Por supuesto, David sabía de lo que estaba hablando, no solo por haber sido pastor, sino por ser un pecador. Él sabía lo que significaba alejarse del pastor. Él supo lo que fue haber sido ungido, elegido rey por Dios, dejar el rebaño e ir por la esposa de su prójimo. David, el pastor David, el rey David, el poeta David, el hombre de Dios, David el adúltero…supo lo que era necesitar desesperadamente al pastor para que lo restaurara, cuando se encontraba en rebeldía y fallando.
Es por eso que escribió y oró en el Salmo 51, esa gran oración penitente: oh, Dios, ahora que me he arrepentido, «restitúyeme (restáurame) el gozo de Tu salvación» (v.12). Él sabía que tenía un Dios pastor que estaba en el negocio de la restauración, el negocio de restaurar –de tomar cosas viejas, cosas usadas, cosas maltratadas, cosas destrozadas, cosas despreciadas, cosas que nadie más quiere, cosas gastadas que nadie quiere usar, Dios las toma y las restaura. Las hace nuevas. Tenemos un Dios redentor que hace nuevas todas las cosas.
Así es que, quizás has pecado voluntaria o involuntariamente, y estás viviendo con una profunda culpa y dolor por haberte alejado del Señor y te preguntas, «¿cómo pude haber hecho esto? Me alejé. Estoy tan lejos de Dios. He pecado. ¿Podrá Dios perdonarme algún día? ¿Podrá restaurarme algún día?
Puedes haber dejado tu primer amor –tal vez te has alejado en formas que no son tan evidentes. De todas formas (independientemente del caso), necesitas ser restaurada.
Tenemos un Dios pastor que dice, «te voy a restaurar». No necesitas permanecer alejada.
¿No crees que es maravilloso que tengamos un Dios que busca a las ovejas que se han alejado? Él busca a aquellas que son suyas. Él te quiere restaurar. Él quiere regresarte a tener una completa y total comunión con Él. Quiero decir, en la economía de Dios, Él no solo te pone una vendita y lo deja como era antes. He visto a Dios hacer esto en matrimonios, donde Él restaura y lo hace aún mejor que como era, mejor que cualquier cosa que nadie pudo haber imaginado. No existen situaciones sin esperanza. Nunca es demasiado tarde.
Si Él es el pastor de tu alma, Él puede restaurarte totalmente. Él te puede restaurar. Joel, el profeta, dice: «los años que ha comido la langosta» (2:25, parafraseado), Él te los puede regresar y más aún.
No vivas con remordimientos del pasado. Si te has arrepentido, si lo has dejado atrás, si lo has confesado y te has apartado, deja que el pastor restaure tu alma. Deja que te devuelva la esperanza. Deja que te dé la satisfacción y el gozo que nunca imaginaste tener.
¿Tu alma necesita ser restaurada? Entonces ve al pastor.
No necesariamente vas a encontrar restauración a través de vacaciones, música, entretenimiento, terapia, medicamento. Puedes hacer todo eso y aún tener un alma cansada y rebelde. Esas cosas por sí solas nunca restaurarán tu alma.
La restauración se encuentra en una Persona, el Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas.
Señor, hay algunas ovejas escuchando este mensaje que necesitan que su alma sea restaurada. Quiero orar por ellas en este momento y pedirte que les ministres gracia de acuerdo a su necesidad, que le des esperanza, que les hagas saber que las estás buscando, las estás siguiendo, que las quieres restaurar a tener comunión contigo, que quieres renovarlas, que quieres avivar su corazón.
Señor, ¿restaurarías esas almas el día de hoy? Venimos como esas ovejas necesitadas, frágiles, rebeldes, cansadas, desmayando, alejadas… Hazlo Señor, pastor de mi alma, hazlo Señor. En el nombre de Jesús oramos, amén.
Débora: Amén. ¿Estás cansada? No dejes pasar este día sin acercarte a tu buen Pastor para ser restaurada. Nancy DeMoss Wolgemuth te ha animado a hacer esto y te ha recordado que solo en Cristo hallarás descanso para tu alma.
Hay momentos de la vida en que llegas a lugares inesperados de los que no puedes escapar. Pero aún allí, tienes esperanza en Jesucristo. Mañana, Nancy hablará más acerca de esto como continuación de la serie, El Señor es mi pastor.
Confiando en nuestro buen Pastor, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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