El mandato de la hospitalidad
Sarah: Como esposa de pastor recién casada, Kim Wagner aprendió algo importante sobre la hospitalidad.
Kim Wagner: La hospitalidad tiene muchas formas. Me encanta ir a la casa de alguien que ha ido más allá en esfuerzo y tiempo para tratarte de una manera especial. Esos pequeños detalles como dejar una pequeña tarjeta y flores frescas en la habitación…eso toma tiempo y planificación. Son pequeños detalles que dicen: «me importas». Eso transmite amor y te anima.
Pero la hospitalidad no tiene que ser una comida de lujo y una casa bellamente decorada. Una forma simple de hospitalidad, que mi esposo y yo todavía recordamos con alegría y agradecimiento, fue la que nos mostró una pareja de ancianos en la primera iglesia donde mi esposo fue pastor cuando teníamos alrededor de 20 años. Ellos estaban en sus setenta.
Casi todos los viernes por la tarde ellos nos llevaban a comer a …
Sarah: Como esposa de pastor recién casada, Kim Wagner aprendió algo importante sobre la hospitalidad.
Kim Wagner: La hospitalidad tiene muchas formas. Me encanta ir a la casa de alguien que ha ido más allá en esfuerzo y tiempo para tratarte de una manera especial. Esos pequeños detalles como dejar una pequeña tarjeta y flores frescas en la habitación…eso toma tiempo y planificación. Son pequeños detalles que dicen: «me importas». Eso transmite amor y te anima.
Pero la hospitalidad no tiene que ser una comida de lujo y una casa bellamente decorada. Una forma simple de hospitalidad, que mi esposo y yo todavía recordamos con alegría y agradecimiento, fue la que nos mostró una pareja de ancianos en la primera iglesia donde mi esposo fue pastor cuando teníamos alrededor de 20 años. Ellos estaban en sus setenta.
Casi todos los viernes por la tarde ellos nos llevaban a comer a un restaurante local tipo buffet. No era necesariamente un restaurante al que nos gustaba ir o que hubiéramos escogido. Pero no se trataba de la comida. Se trataba de pasar tiempo con nosotros.
Ellos nos estaban dejando observar a una pareja que había estado casada por décadas. Ellos aún se amaban. Se divertían juntos. Y con esto nos estaban discipulando. Nos estaban mostrando hospitalidad. Sabían que no teníamos suficiente dinero para salir a comer por nuestra cuenta. Ellos pagaban por nuestra comida cada semana que nos invitaban.
Estoy agradecida por ese tipo de hospitalidad también.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hay muchos tipos diferentes de personas a las que podemos extender hospitalidad. Necesitamos mirar alrededor, a nuestro círculo de amigos y más allá de nuestro círculo de amigos, y decir, «Señor, ¿a quién has puesto en mi camino que le pueda abrir mi corazón? ¿A quién le puedo abrir mi casa? ¿A quién le puedo mostrar el corazón hospitalario de Cristo?»
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 12 de abril de 2024.
Sarah: ¡Descubre la bendición de vivir rendidas a Cristo a través de la hospitalidad! Al sumergirte en la Palabra de Dios, descubrirás que la hospitalidad que debe exhibir el creyente va más allá de simples acciones; es un estilo de vida que transforma tu hogar en un testimonio del amor de Cristo. Aunque tu hogar sea imperfecto, puede señalar a otros hacia un Dios perfecto. «Bienvenido a casa: abrazando el corazón de la hospitalidad» es nuestro nuevo recurso diseñado para enseñarte y animarte a cómo tu vida cotidiana puede convertirse en una herramienta para alcanzar a los perdidos y animar a los santos. ¡Aprende, crece y vive la hospitalidad con propósito!
Como hemos visto en estos días, Jesús mostró hospitalidad a los que le rodeaban, y no debió de ser fácil. Estaba muy ocupado. No tenía un hogar permanente y vivía en un clima caluroso y desértico. Sin embargo, no puso excusas, sino que obedeció a su Padre. Descubramos cómo hacer lo mismo.
Aquí está Nancy.
Nancy: Hemos estado hablando acerca del ministerio de la hospitalidad y de la forma en que, a medida que extendemos hospitalidad a los demás, y que abrimos nuestros corazones y nuestros hogares a los demás, nos convertimos en un reflejo del corazón hospitalario de Dios y del corazón de Cristo que vino a este mundo. Aunque no fue recibido, Él vino a recibirnos. Él nos pide que lo recibamos y luego que recibamos a los demás así como Él nos ha recibido.
Ahora, cuando pensamos en la hospitalidad, es fácil pensar en ciertas personas que vienen a la mente que son anfitrionas naturales.
Tú sabes de qué clase de persona estoy hablando. Su casa es como una especie de casa de huéspedes. Siempre tiene invitados y siempre hace que parezca tan fácil. Esas casas nunca se ensucian y sus sábanas están siempre limpias. Siempre tienen flores frescas en la mesita de noche para cualquier huésped que pueda llegar. Tiene una casa y un corazón que brilla.
Pensamos en esa clase de personas, y si tú eres como yo y estas cosas no te vienen de manera tan natural, tiendes a pensar, «bueno, está bien. Ella tiene el don de la hospitalidad, pero yo no».
Quiero que veamos hoy dos versículos del Nuevo Testamento que nos hablan sobre este mandato de practicar la hospitalidad. Y demuestran que se trata realmente de obediencia.
En primer lugar, vamos a Romanos 12.
Ahora, para poner este pasaje en su contexto, Pablo comienza en el versículo 1 del capítulo 12 diciendo: «Presenten sus cuerpos como sacrificio vivo a Dios».
La clave para ejercitar todas estas exhortaciones bíblicas es, en primer lugar, darte a ti misma por completo a Dios, consagrar tu ser y todo lo que eres y todo lo que tienes, a Dios. Entonces nuestra hospitalidad y otros actos de amor serán una manifestación externa de esa vida rendida al Señor.
Ahora, empezando en el versículo 9 (Romanos capítulo 12), Pablo dice que «el amor sea sin hipocresía». Ámense unos a otros de una forma pura. Él dice: «Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros» (v.10). Sean humildes unos con otros, anímense unos a otros.
Dile a la otra persona, «tú me importas. Eres importante para mí».
Luego él pasa a decir específicamente cómo hacer eso. «Contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad» (v.13).
No es una opción. Es una instrucción. Ámense unos a otros. Sean amables y afectuosos unos con otros. Prefieran al otro por encima de sí mismos. Contribuyan para las necesidades de los demás y sean dados a la hospitalidad.
Algunas de sus traducciones pueden decir, «practiquen la hospitalidad». En realidad la palabra aquí en el idioma original es más fuerte que cualquiera de esas traducciones. Es una palabra que significa «perseguir, luchar por algo». Sugiere un esfuerzo vigoroso, algo que haces con intencionalidad.
Tú determinas ser hospitalaria. Persigues la hospitalidad.
Un erudito griego lo traduce de esta manera: «Practica la hospitalidad con entusiasmo, muéstrate deseoso de mostrar hospitalidad».
Así que esto no es algo con lo que nos topamos o que hacemos si nos despertamos y tenemos ganas de hacerlo. Es algo que hacemos con propósito, de manera intencional. Piensas en ello, oras al respecto, haces planes, te preparas para ello y buscas oportunidades para extender hospitalidad.
¿Persigues la hospitalidad? ¿Eres intencional al respecto? ¿O simplemente lo haces en días festivos y ocasiones especiales, cuando se espera? ¿Es la hospitalidad para ti un estilo de vida? Pablo dice, «persigue la hospitalidad».
Ahora, en 1 Pedro capítulo 4 tenemos otra pequeña perspectiva de cómo debemos de ser hospitalarias.
En 1 Pedro capítulo 4, comenzando en el versículo 7 dice: «Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed pues (a la luz de lo tarde de la hora y de la falta de tiempo, por lo tanto hay algunas cosas que ustedes están supuestos a hacer), prudentes y de espíritu sobrio para la oración (estén bien despiertos espiritualmente, manténganse en alerta). Sobre todo, (considerando lo avanzada de la hora) sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados» (vv.7-9).
Es interesante que él dice que se está haciendo tarde, ¿no es cierto? Es un tiempo de persecución. Es un tiempo en que estamos anticipando el regreso de Cristo. Estamos enfrentando hostilidad, una creciente hostilidad en el mundo, y él dice que en vista de esto, ¿qué se supone que hagamos?
Pensarías que él diría, «sal y evangeliza», o «ve y escribe artículos sobre por qué el evangelio es verdadero». Esas cosas son buenas, pero yo pienso que él está diciendo que la forma en que hacemos eso es amándonos unos a otros.
Esa es la forma en que haces que el evangelio sea creíble en nuestra generación. Teniendo un amor ferviente los unos por los otros.
Ahora, ¿cómo hacemos eso? «Sed hospitalarios unos con otros, sin murmuraciones» (v.9). Desearía que él hubiera simplemente terminado la oración después de «sed hospitalarios unos con otros», porque creo que yo podría manejar eso. Pero luego, cuando él añade esa pequeña frase, «sin murmuraciones», ahí es donde realmente tropiezo. Pero me alegra que esa frase esté allí, porque me muestra cuál es el corazón de Dios con respecto a la hospitalidad.
¿Qué es lo que él está diciendo aquí? Se supone que debemos ser fervientes en nuestro amor. Una forma práctica de expresar eso es abriendo nuestros corazones y nuestros hogares a los demás, siendo hospitalarios unos con otros.
Este es uno de los «unos a otros» de las Escrituras, y el ir a través de esos pasajes donde aparecen «los unos a los otros», es un excelente estudio y poder ver todas las cosas que se supone debemos hacer o ser unos por otros en el cuerpo de Cristo.
- Se supone que debemos amarnos unos a otros
- Se supone que debemos orar unos por otros
- Se supone que debemos amonestarnos unos a otros
- Se supone que debemos edificarnos unos a otros
- Se supone que debemos cuidarnos unos a otros
- Se nos dice que llevemos las cargas de los demás
¿Sabes que a través de cumplir el mandato de ser hospitalarios unos con otros, podemos cumplir con todos aquellos otros «unos a otros»?
Es en el contexto de mi casa que he tenido oportunidades maravillosas de amar a otros, de servirles, de animarlos, de amonestarlos, de llevar sus cargas.
Es en nuestras casas, no paradas en los pasillos de la iglesia, que tenemos la mayor oportunidad de realmente practicar los «unos a otros» de las Escrituras.
Entonces Pedro dice, «muestren hospitalidad los unos para con los otros (sean hospitalarios unos con otros), sin murmuraciones» (1 Pedro 4:9). O, como algunas de sus traducciones dicen, «sin quejas».
Fui y busqué esa palabra en el idioma original. Es la palabra gongusmos, la palabra de donde sacamos nuestra palabra gong. Hazlo sin hacer «gong».
Hazlo sin murmurar, sin murmullos, sin refunfuñar. Y tengo que declararme culpable muchas veces.
Pienso en la hospitalidad y en la forma en que en tantas ocasiones he abierto mi casa, pero con «gong», diciendo en voz baja o entre dientes: hay mucho que hacer, es muy difícil prepararse para esto, se necesita mucho esfuerzo y no puedo creer el reguero que han hecho, y no puedo creer lo que hicieron abajo en el sótano, y esos niños no recogieron las cosas que usaron.
Ahora, yo nunca le diría esto a mis visitas, pero me lo he dicho a mí misma, y se lo he dicho a otros.
Las Escrituras nos llaman no solo a buscar practicar la hospitalidad, a ser intencionales en nuestros esfuerzos por ser hospitalarias, sino también a que cuando lo hagamos, lo hagamos sin «gong», sin murmuraciones, sin murmullos.
En vez de eso, debemos de hacerlo con alegría, con un espíritu gozoso. De esta manera la hospitalidad se convierte en una forma de dar, y ¿qué tipo de dador ama el Señor? Un dador alegre. La palabra significa regocijante, uno que está encantado de hacerlo.
Sí, ¡se requiere sacrificio! Sí, ¡es un trabajo duro! Sí, he tenido la experiencia de llegar a casa a las 6:30 cuando mis visitas llegaron a las 6:00, pero algo surgió en mi trabajo y ellos llegaron antes que yo. Sí, algunas veces crea presión, pero oh, pidamos a Dios que nos dé un corazón alegre en nuestra hospitalidad.
Quiero que veamos algunos de los consejos prácticos de «cómo se hace» la hospitalidad. ¿A quién debemos extender hospitalidad?
Quiero darles una lista que me ha ayudado, pero hay otros puntos que puedes agregar a esta lista a medida que piensas en los tipos de personas a quienes podemos extender hospitalidad.
Quiero animarte a que, mientras estamos haciendo esta lista, anotes algunos nombres que te vengan a la mente, personas a quienes podrías extender hospitalidad.
Mientras yo estaba trabajando en esto tenía ideas pasando por mi mente, ideas muy prácticas mientras me preparaba para esta serie. Me encontré levantando el teléfono y llamando a una pareja de ancianos que vive en mi vecindario y diciéndoles: «¿Pueden venir a cenar?»
Dios puso una pareja en mi corazón (todavía no hemos tenido la oportunidad de hacerlo, pero me gustaría hacerlo). Esta es una pareja en quien yo probablemente no habría pensado de esta forma, si no hubiera estado haciendo esta lista de los tipos de personas a quienes podemos mostrar hospitalidad.
La tercera epístola de Juan es un libro acerca de la hospitalidad. Como dijimos antes, el apóstol Juan elogia a un hombre llamado Gayo porque él le ha mostrado hospitalidad al pueblo de Dios.
Juan dice: «Tú (Gayo) mostraste hospitalidad a dos clases de personas, a hermanos y a extraños» (v.5 parafraseado).
Esto me dice que debemos mostrar hospitalidad a las personas que conocemos y a gente que no conocemos. Dos categorías de personas: personas que conocemos, amigos cercanos, miembros de la familia y la familia extendida. Es bueno mostrarles hospitalidad.
Pero no debemos detenernos allí. Queremos mostrar hospitalidad a las personas que están fuera de nuestra esfera normal de relaciones, para atraer a la gente, para traer a la gente, para ampliar nuestras fronteras a los que tal vez no conocemos.
En Isaías capítulo 58 leemos acerca de mostrar hospitalidad a los hambrientos y a los pobres, los necesitados de maneras muy físicas y prácticas.
Dios está hablando en Isaías capítulo 58 sobre el tipo de corazón que Dios quiere que Su pueblo tenga. Él dice, quiero que «partas tu pan con el hambriento y recibas en casa a los pobres sin hogar», aquellos que no tienen un lugar donde quedarse (v.7).
Pienso en las personas que han venido a unirse a nuestro ministerio en ocasiones en el pasado y han llegado a la ciudad sin saber aún dónde van a vivir. En más de una ocasión he tenido la oportunidad de recibir en mi casa a algunas de esas personas (algunas veces familias enteras) y decir, «¡esta es tu casa! ¡Siéntete como en tu casa! No tienes dónde vivir en este momento y puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites. Compartiré mi pan contigo. Compartiré mi casa contigo. Todo lo que tengo es para compartirlo contigo».
Esas personas no son necesariamente pobres, en el sentido estricto de la palabra, pero en ese momento son pobres y están hambrientos, están necesitados. Dios dice, trae a tu casa los que han sido rechazados, los que no tienen un lugar a dónde ir.
Luego leemos en Job capítulo 31 acerca de cuidar de los viajeros, los que andan de viaje. Job dice, «jamás mis puertas se cerraron al viajero; jamás un extraño pasó la noche en la calle» (v. 32 NVI).
Me gusta eso y pienso que es un gran modelo de lo que cualquiera de nosotras podría decir. «Mi puerta está siempre abierta al viajero».
Algunas personas piensan que eso es una locura, pero durante un buen tiempo cuando fui soltera, mientras estuve fuera de mi casa, en una ocasión, durante dos meses y medio, mi casa fue utilizada mientras estuve fuera.
Tuve personas alojándose en mi casa. Han sido huéspedes. Recibí una nota de agradecimiento de alguien que yo ni supe que se había hospedado en mi casa, y me agradecía por mi amable hospitalidad. Estoy muy agradecida de que el Señor me ha proporcionado un hogar que puede ser utilizado.
Mi casa estuvo disponible y desocupada durante dos meses y medio, y estoy agradecida de que pudo ser usada para ser una bendición. Ahora, a veces es más fácil abrir tu hogar cuando no estás allí que cuando estás allí. Pero cuando estoy ahí, Dios me ha enseñado a tener un corazón que dice: «Mi puerta está siempre abierta».
He tenido personas que han llegado en medio de la noche. He tenido personas que han llegado con poco o sin previo aviso, algunas de ellas bastante desesperadas cuando llegaron. No tienen un lugar dónde pasar la noche. ¿Puedo enviarlos a un hotel? Claro. ¿Es eso más fácil? Por supuesto. Pero pierdo una oportunidad de compartir el amor de Cristo, de vencer obstáculos, de relacionarme con la gente, de traerlas a mi vida, aun siendo una mujer ocupada.
Muchas veces es difícil. Pero pienso que es muy importante para mí, y para ellas, el tener esta política de puertas abiertas y decir, «mi casa está abierta para ti».
También debemos mostrar hospitalidad a aquellos que están solos, los que no tienen familia, tal vez un estudiante universitario que no ha podido volver a casa para los días festivos. Mi mamá ha sido un gran ejemplo a través de los años al recibir en diferentes ocasiones, a estudiantes universitarios que no podían estar con sus familias, (quizás hasta sus familias estaban en el extranjero), y ella los invitaba a casa para el Día de Acción de Gracias o para un fin de semana que tuvieran disponible.
Las viudas, los huérfanos, tal vez no en el sentido estricto de la palabra, pero quizás no tienen padres creyentes, o tienen un hogar dividido y no tienen un lugar donde realmente se sientan bienvenidos.
Quiero señalarte un verdadero campo misionero para la hospitalidad y es con esos niños que tienen madres que trabajan y que realmente no tienen un lugar al cual llamar hogar durante algunas de esas horas que su familia no está disponible.
Ministra a los solteros, aquellos que están solos. Ministra a las madres solteras o a las que están embarazadas, que esperan el nacimiento de su hijo.
Tomamos una posición en contra del aborto, pero ¿somos tan rápidas en abrir nuestros hogares a algunas de esas jóvenes que realmente no tienen a dónde ir excepto tal vez a una institución, donde necesitan ser acogidas y amadas y ayudadas durante este período de sus vidas?
Conozco mujeres que han abierto sus hogares a niños en custodia temporal y pienso que esa es un área difícil de ministerio. Pero conozco mujeres que han hecho esto con docenas de niños y han encontrado que estos medios han sido de bendición al abrir sus hogares a esos niños hasta que puedan encontrar un hogar permanente.
Debemos extender hospitalidad a los que son diferentes a nosotras. Me encanta la forma en que Jesús atravesó las barreras sociales, las barreras económicas, las barreras políticas, las barreras raciales, para dar la bienvenida y recibir a los que nadie más recibía: a los samaritanos, a los leprosos, los recaudadores de impuestos, las mujeres pecadoras. Él les dió la bienvenida a Su corazón y estuvo dispuesto a extenderles hospitalidad y a ministrarles.
Abrir nuestros hogares a misioneros, a pastores. Esto fue de tanta bendición mientras yo era joven.
Todavía recuerdo al Dr. Hyman Appleman, que ahora está con el Señor, él era un evangelista judío ruso que guio a mi papá al Señor en 1950. Recuerdo al Dr. Appleman venir a nuestra casa y él y mi papá tenían estas grandes conversaciones espirituales. Me gustaba sentarme en una esquina y escucharlos. Puedo acordarme de él orando con su fuerte acento ruso y también de la bendición de crecer y escuchar las oraciones de hombres y mujeres de Dios y de conocer misioneros.
Y te diré que fue la hospitalidad de mi mamá y de mi papá, al traer este tipo de personas a nuestra casa, que contribuyó mucho para crear en mí un corazón para el ministerio, mientras yo estaba expuesta a hombres y mujeres que amaban servir al Señor.
Pienso en una pareja que hace unos años vivió varios meses en mi casa mientras se preparaban para un viaje como misioneros y esperaban su visa. Ellos pensaron que sería cuestión de unas pocas semanas, pero se convirtió en varios meses. ¡Pero fue de tanta bendición en mi casa!
Me dio tristeza verlos partir. Ellos eran personas que alentaban a los demás que oraban por mí. Orábamos unos por otros, nos involucramos en la vida de cada uno. ¿Se requirió trabajo adicional? ¡Sí! ¿Fue un sacrificio de alguna forma? ¡Sí! ¡Pero qué bendición!
Y luego, debemos abrir nuestros hogares a los no creyentes. Mis padres hicieron un trabajo maravilloso en este aspecto, trayendo a personas no creyentes a nuestra casa y compartiendo el evangelio con ellos. Vimos a tantas personas confiar en Cristo después de escuchar el evangelio en nuestro hogar.
Eso fue lo que hizo Mateo, el recaudador de impuestos. Después de conocer a Jesús. Él dijo, «tengo muchos amigos que son recaudadores de impuestos. Déjame hacer una fiesta y los traeré a mi casa, y Jesús, ¿quieres venir para que te conozcan?»
Oí sobre una mujer que había asistido a la iglesia hacía años. Ella fue abusada por su padre que en ese entonces estaba activo en el ministerio, y ahora como adulta, ella no quería tener nada que ver con la iglesia.
Le dije a la mujer que me estaba contando esta historia, que esta es la importancia de la hospitalidad. Ella no va a entrar a una iglesia pero irá a un hogar. No podemos resistirnos ante el amor genuino. Es en nuestros hogares que podemos demostrar ese amor.
Jesús enfatizó que debemos mostrar hospitalidad particularmente a aquellos que no nos pueden corresponder o recompensar.
En una cena en particular en casa de un fariseo, Jesús dijo: «Cuando hagas una fiesta o una cena, no invites solamente a tus amigos, a tus hermanos, a tus parientes, o a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez también te inviten y tengas ya tu recompensa. Antes bien, cuando hagas una fiesta, invita a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos, y serás bendecido porque ellos no pueden recompensarte, pues tú serás recompensado en la resurrección de los justos» (Lc. 14:12-14 parafraseado).
Y luego, finalmente, hay una categoría de personas que tenemos que recordar, y son nuestros enemigos. Romanos capítulo 12 dice: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer. Si tiene sed, dale de beber» (v. 20).
Ahora, puede que estas personas no sean las que llamarías tus enemigos, pero pueden ser personas con las que no te sientes muy cómoda, personas que no han sido amables contigo. Pueden ser miembros de tu propia familia.
Puede haber un miembro de tu familia que no has invitado a tu casa, que no has hecho sentir bienvenido en tu casa durante años. Tú dirás, «bueno, no me siento bienvenida en su casa. Me han rechazado. Han rechazado a mi hijo. Han rechazado a mi esposo».
Dios dice, averigua cuáles son sus necesidades y busca formas de entrar en sus vidas y minístrales gracia.
Y al mirar las Escrituras, hemos visto que hay muchos tipos diferentes de personas a las que podemos extender hospitalidad. Necesitamos mirar alrededor, a nuestro círculo de amigos y más allá de nuestro círculo de amigos, y decir, «Señor, ¿a quién has puesto en mi camino que le pueda abrir mi corazón? ¿A quién le puedo abrir mi casa? ¿A quién le puedo mostrar el corazón hospitalario de Cristo?»
Puede haber algunas personas en las que nunca has pensado, que necesitan conocer el amor de Cristo. Al abrir tu corazón y tu casa, puedes mostrarles ese amor y ser parte del recibimiento de Su gracia y Su misericordia.
Sarah: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha dejado sin excusas. Jesús mismo, en medio de sus ocupaciones y sin un lugar fijo para dormir, obedeció a Su Padre, y nos llama a nosotras a hacer lo mismo. Y tal vez, luego de escuchar este episodio, te sientas movida a buscar tu calendario e invitar a alguien a tu casa.
Como hemos escuchado toda esta semana, la hospitalidad es una forma increíblemente poderosa de mostrar el amor de Dios y construir Su reino.
Otra cosa que puedes hacer es invitar a un grupo de mujeres y estudiar juntas recursos como el libro Mujer Verdadera 101.
Nancy: Aviva Nuestros Corazones tiene varios recursos para ser utilizados en grupos pequeños: Mujer Verdadera 101: Diseño Divino; Mujer Verdadera 201: Diseño interior. También podemos utilizar el libro, En busca de Dios. Estos son estudios de varias semanas, uno sobre la feminidad bíblica, el otro sobre Tito 2, y el otro sobre un avivamiento personal en buscar a Dios. Muchas líderes del ministerio de mujeres en sus iglesias nos han dado testimonio con entusiasmo de la bendición que han sido estos recursos.
Mujer Verdadera 101 fue un gran primer paso en el cumplimiento de las necesidades de los grupos pequeños, pero sabíamos que era solo el primer paso, por eso nació casi inmediatamente Mujer Verdadera 201.
Nos encanta tener más y más recursos para brindarles a esos grupos pequeños de mujeres. En el mundo que estamos viviendo las mujeres necesitamos ese suero intravenoso constante de la verdad de la Palabra de Dios, de la verdad de la feminidad bíblica y de la verdad de nuestro lugar dentro de la iglesia.
El equipo de liderazgo de Aviva Nuestros Corazones está convencido de que el currículo de grupos pequeños es una de las muchas áreas donde necesitamos ver un crecimiento significativo. Y hablando del tema de la hospitalidad es hermoso ver cómo las mujeres abren sus hogares en muchos casos para recibir estos grupos y compartir así sus vidas y corazones.
Sarah: Encuentra más información sobre estos y muchos recursos más en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Y si ya has sido bendecida a través de estos, te animo a ser parte de la misión vital de nuestro ministerio, permitiéndonos llegar a mujeres con el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Primero, apóyanos en oración, y si así Dios lo pone en tu corazón, conviértete en una colaboradora. Conoce más allí en avivanuestroscorazones.com. Haz clic en la sección «Dona» y luego en «Colaboradoras».
¿Qué pasaría si trataras a tu familia, tus hermanos, tus padres, tu esposo, tus hijos, como si fueran invitados de honor en tu casa? ¿Se sorprenderían? No te pierdas el próximo episodio para escuchar más sobre esto.
Débora: Llamándote a reflejar la hermosura del evangelio al mundo que te rodea, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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