El legado de Rahab
Carmen Espaillat: Dios no solo te salva de tus pecados pasados. Él también te da un futuro.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Hoy en día nuestras iglesias están llenas de personas que dicen: «Soy cristiano. Yo creo en Jesucristo». Pero se emborrachan. Viven en inmoralidad. Se creen dueños de sus propias vidas. Toman el control de sus vidas. No se rinden ante el señorío de Cristo.
Viven una vida de orgullo y de codicia, sumidos en la ambición egoísta y la lujuria, cediendo a los deseos de la carne y al pecado. No hay victoria sobre el pecado. No hay un deseo de obtener victoria sobre el pecado. No hay un corazón para Dios, ni un apetito por las cosas de Dios. No hay hambre por la Palabra de Dios. ¡No hay frutos!
Carmen: ¿Alguna vez te …
Carmen Espaillat: Dios no solo te salva de tus pecados pasados. Él también te da un futuro.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Hoy en día nuestras iglesias están llenas de personas que dicen: «Soy cristiano. Yo creo en Jesucristo». Pero se emborrachan. Viven en inmoralidad. Se creen dueños de sus propias vidas. Toman el control de sus vidas. No se rinden ante el señorío de Cristo.
Viven una vida de orgullo y de codicia, sumidos en la ambición egoísta y la lujuria, cediendo a los deseos de la carne y al pecado. No hay victoria sobre el pecado. No hay un deseo de obtener victoria sobre el pecado. No hay un corazón para Dios, ni un apetito por las cosas de Dios. No hay hambre por la Palabra de Dios. ¡No hay frutos!
Carmen: ¿Alguna vez te has preguntado si Dios puede usarte a pesar de tus pecados pasados? Hoy hablaremos más acerca de esto mientras Nancy continúa en la serie, «Rahab y el hilo de la redención». Hemos estado estudiando una historia que encontramos en el Antiguo Testamento, en Josué capítulo 2.
Nancy: Hemos recorrido un largo camino con Rahab la prostituta. ¿Alguna vez pensaste que podríamos aprender tanto de este personaje del Antiguo Testamento? No hay mucho escrito sobre ella, pero ciertamente el Señor nos ofrece un pozo profundo de riquezas espirituales a través de su vida.
A medida que grabamos esta serie, he visto lágrimas en muchos rostros. Creo que Dios nos ha estado dando un nuevo sentido de Su asombrosa gracia y lo que le costó salvarnos de la destrucción. Dios es un Dios redentor, que hace lo imposible, por así decirlo, para hallar a pecadores caídos, restaurarlos y rescatarlos. ¡Qué gozo da esto, ¿no?
Creo que con Rahab, algunas de nosotras sentimos que escuchamos nuestra propia historia. Puede ser que tengas un pasado similar al de Rahab, de prostitución. Tal vez se trata de otro tipo de esclavitud, de un comportamiento pecaminoso o una adicción.
Pero creo que todas hemos visto que hay una Rahab en cada una de nosotras; que fuera de Cristo, estamos igualmente bajo el juicio de Dios.
Ahora bien, hemos echado un vistazo al libro de Josué, y otros pasajes donde aparece Rahab. La hemos visto en el Evangelio de Mateo, en la genealogía de Jesucristo… ¡Rahab la prostituta! Eso es algo increíble.
Hoy quiero que veamos otros dos pasajes del Nuevo Testamento que nos llevan hasta Rahab. Ellos nos muestran un poco más de su vida. Ambos pasajes hacen una observación similar, por lo que quizás quieras marcar ambos pasajes.
Primero veremos Hebreos 11, y luego iremos a Santiago, en el capítulo 2. Durante esta sesión estaremos yendo de un pasaje a otro. Como muchas de ustedes saben, Hebreos 11 es una lista, hace un recuento de muchos de los grandes hombres y mujeres de la fe en el tiempo del Antiguo Testamento. Algunos lo han llamado: «El Salón de la Fe», no el «Salón de la Fama», sino el «Salón de la Fe». Hay dos mujeres que se nombran en el «Salón de la Fe». La primera es Sarah, la esposa de Abraham y la madre de la raza judía. Y la segunda es Rahab. Sarah y Rahab.
Ahora, en cierto modo, estas dos mujeres no podían ser más diferentes. Sus vidas son muy disímiles. Pero a la vez, de algún modo no podían ser más parecidas. Estas dos mujeres, Sarah y Rahab, fueron redimidas de su condición perdida por la gracia de Dios. Y ambas son ejemplos de fe.
Así llegamos al versículo 29 de Hebreos 11. Esto nos lleva a leer sobre Rahab: «Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca.» Entonces el versículo 30 dice: «Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.» El versículo 31: «Por la fe Rahab la ramera no pereció.»
Me encanta esa frase. Rahab, (la prostituta), entre paréntesis, la que merecía morir.. ¡no murió!
Por la fe Rahab, la ramera, no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
Entonces, ¿cómo fue que se salvó Rahab?, ¿por qué no murió? Fue salvada por la fe. La gracia de Dios vino a ella y ella la recibió por fe. Su deseo de ser hospitalaria con los espías fue una evidencia de su fe. Era una expresión de su fe.
Ella no se salvó porque albergó a los espías. Ella se salvó porque ella creyó en Dios. Y la evidencia de que ella creyó en Dios fue el hecho de que ella albergara a los espías.
Una traducción parafraseada lo dice así: «Porque la prostituta Rahab confió en Dios, ella recibió a los espías israelitas en paz.»
Y es que lo que ella hizo, su acción, fue una expresión, una evidencia, de la fe que estaba en su corazón. Ahora bien, no se vayan muy lejos de Hebreos 11 porque iremos de un pasaje a otro, pero vayamos a Santiago, en el capítulo 2.
Aquí vemos a Rahab la prostituta, esta vez no vinculada con Sarah, pero sí con Abraham, el padre de la fe judía. Así que está en muy buena compañía en ambos pasajes.
¿No les encanta la forma como Dios hace esto? Él toma a prostitutas y las pone junto a líderes espirituales. Se trata de la asombrosa gracia de Dios. Fue gracia para con Abraham y fue gracia para con Rahab.
Y ambos, Abraham y Rahab, son usados en el capítulo 2 de Santiago, como ejemplos de fe genuina y salvífica. Volvemos de nuevo a hablar de la fe. Permítanme leer en Santiago 2, comenzando en el versículo 14.
«Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?»
Si no hay manera de probar tu fe, nada que la evidencie. «¿Puede esa fe salvarte?» ¿Es esa una fe que salva?
«Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras (que no existe), y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?» (vv. 15-20)
Entonces ofrece dos ilustraciones para demostrar este punto, la tesis de que la fe sin obras, no es una fe que salva. Está muerta, es inútil.
Versículo 21: «¿No fue justificado por la obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?»
Fue la fe en la gracia de Dios que lo justificó, y la fe se evidenció en sus obras.
Versículo 23: «Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham (¿cuál es la próxima palabra?) creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.» (vv. 21-24)
Ahora bien, esto podría traer confusión porque creemos y predicamos que somos justificados por la gracia de Dios a través de la fe en Cristo solamente. Pero, ¿qué está diciendo él?
Él dice que «la fe sin obras no es fe». La fe que te justifica se demuestra en tu comportamiento, en tu obediencia, en tu sometimiento al señorío de Jesucristo en tu vida.
Otra ilustración:
«Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.» (vv. 25-26)
Ahora bien, no tenemos tiempo para desglosar el pasaje completo y explicar con detalle la justificación por la fe. Pero creo que está claro en este pasaje, y si lo colocas en el contexto de toda la Escritura, que tanto Rahab como Abraham fueron salvos por la gracia de Dios a través de la fe. Ambas la fe y la gracia son un don de Dios.
Efesios 2:8 nos dice que: «…pues es don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe.» No somos salvos por las obras. Somos salvos por la gracia de Dios que se expresa y se ejercita por medio de nuestra fe. Sin embargo, sus obras, tanto las de Rahab como las de Abraham, demostraron que habían hecho las paces con Dios, que tenían una fe salvífica, que habían sido justificados por fe. Sus obras probaron eso.
Si dices: «He sido justificada; he sido redimida; soy salva; tengo fe», pero no hay pruebas que demuestren esto en tu vida, Santiago dice: «Esa no es una fe salvadora. Ese clase de fe no te justificará».
- Puede ser fe intelectual.
- Puede ser fe emocional.
- Puede ser producto de algún tipo de ejercicio religioso que hayas hecho.
- Pero no es la fe que salva si esta no cambia tu vida.
Hemos visto que la vida de Rahab fue transformada. Ella le creyó a Dios, y la evidencia de que ella realmente le creyó a Dios fue que su vida fue transformada.
En estos dos pasajes, Hebreos 11 y Santiago 2, vemos el lado positivo y el negativo de la conversión. El lado negativo lo vemos en Hebreos 11, que dice: «Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes».
Una vez más, la frase: «Rahab la ramera no pereció», me deja atónita. Debería dejarte asombrada. De esto es que se trata la asombrosa gracia de Dios. Los pecadores merecen la muerte. Rahab era una pecadora. Ella era una prostituta. Tu pecado puede tener este título o algún otro título, pero sigue siendo pecado, y los pecadores merecen la muerte.
Pero Rahab la prostituta no pereció. ¿Por qué? Por la fe, a través de la gracia, no debido a ninguna bondad intrínseca de su parte. Ella solamente le creyó a Dios.
Entonces vemos el lado positivo. Ella no murió: Este es el lado negativo. Pero el lado positivo está en Santiago 2: «…Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras…?»
Rahab la ramera no murió. Rahab la ramera fue justificada.
Me encantan los dos lados de la moneda. No solo fue librada del juicio que es ya una buena noticia, sino que también fue declarada justa delante de Dios. Ella fue bendecida al ser justificada, que es una noticia aún mejor.
En ambos casos, en Hebreos 11 y en Santiago 2, la evidencia de la fe de Rahab fueron sus obras. Eso fue lo que demostró que su fe era genuina. Su fe la llevó a la acción.
Al leer en Santiago, vemos este equilibrio, el balance entre la fe y las obras. Vemos la relación de la fe con las obras. Santiago dice que no puedes tener fe, si esta no se evidencia en tus obras. Si tu vida no respalda tu profesión de fe, si no demuestras con tu vida lo que dices creer, no puedes afirmar tener una fe salvífica. No existen evidencias. Y la fe genuina siempre tendrá evidencias.
La fe de Rahab transformó su vida. Y ese precisamente es el punto. La fe genuina y salvífica siempre tendrá como resultado una vida transformada.
¿Significa esto que nunca vas a meter la pata? ¿Qué nunca cometerás errores después de haber sido salva? No. Si has sido salva por más de unos seis minutos, probablemente ya sabes la respuesta a esta pregunta.
Todavía pecamos en ocasiones aún siendo pecadoras redimidas. Todavía no hemos sido libradas de la presencia del pecado. Todavía vivimos en estos cuerpos caídos en este mundo caído. Todavía seguimos siendo tentadas. Y a veces los santos pecan gravemente.
Sin embargo, la inclinación del corazón de un santo es a no pecar. Su inclinación es a agradar a Dios.
Rahab se volvió de los ídolos hacia Dios, como se dijo de los creyentes en Tesalónica (1 Tes. 1:9). Ella se volvió del pecado hacia Dios. La fe salvífica siempre, siempre, santifica.
Ahora bien, no te santifica de la noche a la mañana. Esto no quiere decir que de la noche a la mañana serás santificada o perfecta. Ninguna de nosotras ha llegado ahí todavía. No hasta que veamos a Cristo cara a cara, fuera de estos cuerpos; solo ahí vamos a estar perfectamente santificadas. Pero la fe salvífica siempre transforma y santifica.
Y tú dices probablemente, pero: «¿Porqué insistir tanto en esto?»
Porque nuestras iglesias hoy en día están llenas de personas que dicen: «Soy cristiano. Creo en Jesús». Pero:
- Se emborrachan
- Viven en la inmoralidad
- Se creen dueños de sus vidas
- Toman el control de sus vidas
- No se someten al señorío de Jesús
- Viven una vida de orgullo, sumidos en la codicia, en la ambición egoísta y la lujuria
- Ceden a los deseos de la carne y al pecado
- No hay victoria sobre el pecado. No hay un deseo de obtener victoria sobre el pecado
- No hay un corazón, un apetito por las cosas de Dios
- No hay hambre por la Palabra de Dios
- ¡No hay frutos!
He conversado con madres y abuelas cuyos corazones están destrozados, por sus hijos, sus nietas, sus nietos. Esto es lo que les escucho decir: «Mi hijo o mi hija, sí es cristiano(a). Se convirtió al cristianismo cuando era una niña o un niño. Pero ahora no vive para Cristo. Yo sé que es cristiano, pero no hay evidencia de ello. No tiene un corazón para Dios, ni hambre por Él. Tiene años viviendo en rebeldía, años huyendo de Dios».
Ahora bien, no puedo decirles a esos padres si sus hijos son o no creyentes. Pero lo que si les puedo decir es: «Más les vale que no asuman que son creyentes, porque bien pudieran no serlo».
- Es posible que hayan hecho profesión de fe cuando eran niños
- Quizás respondieron a un llamado al frente
- Quizás se comprometieron de alguna manera o firmaron algo
- Quizás se integraron a tu iglesia
- Quizás dieron alguna evidencia de ser creyentes cuando eran jóvenes
- Quizás mostraron interés en el grupo de jóvenes
- Pero si durante un periodo prolongado de tiempo no hay evidencias
de un corazón redimido, arrepentido, entonces no hay base para asegurar que son salvos.
Creo que hay algunas madres que necesitan orar de manera diferente por sus hijos. Deben orar: «¡Señor, salva a mi hijo o a mi hija! ¡Líbralos de sí mismos! Dales una fe genuina, salvífica».
Carmen: «Rahab la prostituta. La que merecía morir pero no murió».
No sé cuál ha sido tu pecado o a qué cosas has estado esclavizada, pero hay esperanza. Como Nancy nos ha estado enseñando, hay una Rahab en cada una de nosotras, pero la gracia de Dios es más asombrosa de lo que podemos imaginar.
Ayer vimos un pasaje del Nuevo Testamento donde se menciona a Rahab. Hoy hemos visto otros dos pasajes. Estos textos de la Escritura me han dado luz para entender que Rahab no fue salva por albergar a los espías. Fue salva porque creyó en Dios, y el albergar a los espías fue la evidencia de su fe.
Como Nancy nos lo recordó, ninguna de nosotras será perfecta de la noche a la mañana; todas cometeremos errores. Sin embargo, la fe genuina siempre tendrá evidencia: una vida transformada.
Ahora, no sé si te pasó como a mí... ¿te molesta que Rahab sea llamada, «la prostituta»?
Nancy regresa con nosotras para abordar esto y concluir la enseñanza de hoy.
Nancy: Déjame preguntarte: ¿Hay alguna evidencia de que tienes una fe genuina, salvífica? La hubo en Rahab, ¿hay alguna evidencia en tu vida?
- ¿Hay evidencia de que tu corazón está siendo transformado?
- ¿De que eres una nueva persona?
- ¿De que tienes otra identidad?
- ¿De que tienes otros deseos, otros apetitos?
- ¿De que vas en otra dirección?
Si no es así, te invito a que hagas lo que dice la Escritura; que examines tu corazón y le pidas a Dios que te muestre: «¿Estoy en la fe?»
Si no es así, entonces tu plegaria, tu súplica o petición, debe ser clamar a Jesús para que te salve y transforme tu vida.
A medida que concluimos con esta porción del estudio de Rahab, déjame hacerte otra pregunta: Si Rahab tuvo una nueva identidad, si era una nueva persona, ¿por qué todavía se hace referencia a ella como «Rahab, la prostituta»? ¿No te molesta un poco? No te preguntas, si ella era una nueva persona, ¿por qué todavía la llaman prostituta? ¿No podríamos quitarle ese título?
La Escritura no nos dice por qué, pero he estado pensado sobre esto. Y he llegado a las siguientes conclusiones:
En primer lugar, Rahab nunca olvidó dónde Dios la encontró y de lo que la había redimido. Ella no quería olvidarlo. No era que se sentía orgullosa de esa vida ni que quería lucir ese pasado. Pero ella sabía dónde había estado.
Yo no quiero olvidar dónde Dios me encontró. Yo no quiero olvidar de lo que Dios me rescató ni de lo que me redimió.
Pero más allá de eso, creo que el pasado de Rahab era parte de su mensaje. En definitiva, se convirtió en un medio para alcanzar a otros con la gracia de Dios.
Si el Nuevo Testamento solo dijera «Rahab», podríamos olvidarlo. ¿Cuál Rahab? Y pensaríamos: «Bueno, ella debió haber sido una gran mujer, una mujer religiosa. Ella merecía la gracia de Dios».
Oh no, no. La Escritura no nos dejará olvidar dónde ella había estado. Y ella estaba dispuesta a llevar ese título, ese nombre, «Rahab, la prostituta», como un mensaje de vida que le permitiera ministrar a las vidas de otros.
Cada vez que decimos su nombre hoy, «Rahab, la prostituta», somos recordados acerca de la increíble gracia de Dios. Hoy Rahab sigue llamando a pecadoras como ella, a pecadoras como yo, a pecadoras como tú, porque se quedó con ese título.
Pienso en mi amiga Iris Blue. Frecuentemente comparte su testimonio y hemos participado juntas en algunas conferencias. Ella comparte abiertamente sobre cómo Dios la libró de una vida de drogas, de alcohol, de promiscuidad y de la cárcel.
Luego ella habla sobre la gracia redentora de Cristo. ¿Y sabes qué sucede después de que ella habla? Lo he visto con mis propios ojos. Yo doy mi mensaje, ella da su mensaje. ¿Sabes dónde las mujeres hacen fila después? Quieren hablar con Iris.
¿Y sabes quiénes hacen fila para hablar con ella? Las mujeres que han estado en drogas, en el alcohol, la promiscuidad, y en otras cosas que ni siquiera vamos a mencionar, o mujeres que están viviendo en la vergüenza y la culpabilidad de cualquiera que sea su pecado.
Ellas hacen fila para hablar con Iris porque saben donde ella ha estado. Ella no está tratando de ocultarlo, de cubrirlo, no pretende que su pasado fue mejor de lo que fue. Ella solo dice: «Soy una gran pecadora, pero tengo un gran Salvador».
Las mujeres se sienten atraídas por esto. Ellas abren sus corazones y le dicen cosas que nunca le dirían a nadie, cosas que quizás nunca le han contado a nadie.
¿Por qué? Porque saben que ella se siente identificada. Ella ha estado ahí. Y ellas ven, no solo que ella ha estado allí, sino de dónde Dios la ha sacado y cómo Dios la ha transformado. Y cuando la ven, tienen esperanza.
La historia de Rahab, la prostituta, me da esperanza.
Pero, ¿sabes qué? Dios quiere usar tu historia, quien quiera que seas, donde sea que hayas estado, lo que sea que hayas hecho, cualquiera que haya sido tu esclavitud. No quiere decir que debes decir cada cosa que te ha pasado dondequiera que vayas. Pero Dios quiere usar tu pasado, y Su gloriosa gracia en tu vida para superar ese pasado, para darte un mensaje: Un mensaje de gracia y esperanza para compartir con otros.
¿No estarías dispuesta a ser llamada pecadora si supieras que Dios puede usarte para rescatar a otras pecadoras?
Carmen: Esta es Nancy DeMoss de Wolgemuth invitándote a decir: «Sí, Señor».
Dios puede usar tu historia para ayudar a otras mujeres a experimentar Su gracia. Nancy nos ha estado explicando cómo hacerlo a través de la serie, «Rahab y el hilo de la redención».
Hemos estado escuchando acerca del cordón que una prostituta usó para identificar su ventana. Pero la historia no es acerca de este cordón, es acerca del evangelio y la historia de la redención que corre a lo largo de toda la Biblia.
Esta ha sido una serie útil para aquellas que luchan con pecados de su pasado, y también creo que ha traído convicción a las que piensan que su pecado no es tan malo.
Para aprender más sobre las buenas nuevas del evangelio, te invito a visitarnos en nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com. Puedes buscar recursos por programas, artículos, mensajes, entre otros.
En nuestra página también podrás informarte acerca de la próxima conferencia True Woman 2018, en Indianápolis. Los días 27, 28 y 29 de septiembre.
Bueno y quizás no sabes qué es esto de True Woman, o Mujer Verdadera.
Creemos firmemente que Dios traerá un avivamiento generalizado y personal y una reforma entre las mujeres. Anhelamos un movimiento de avivamiento Cristocéntrico y de feminidad bíblica, donde las mujeres:
- Descubran y abracen el diseño y la misión de Dios para sus vidas
- Reflejen la belleza y el corazón de Cristo al mundo
- Pasen intencionalmente el batón de la Verdad a la siguiente generación
y,
- Oren fervientemente por un derramamiento del Espíritu de Dios en sus familias, iglesias, naciones y en el mundo.
Aviva Nuestros Corazones y el Movimiento Mujer Verdadera son un llamado a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Este ha surgido a raíz del engaño de las promesas vacías del feminismo. En lugar de hacer las cosas, «a mí manera», el movimiento de la Mujer Verdadera busca recapturar el diseño original de la mujer tal y como fue ideado por Su Creador.
Visítanos en AvivaNuestroscorazones.com para más información. Allí también podrás escuchar los testimonios de mujeres que han abrazado la gracia de Dios y Su diseño para ellas. Busquemos juntas la definición de lo que significa ser una «mujer verdadera» en la Palabra de Dios; y vivamos vidas centradas en Dios, confiando en Su Palabra y diciendo, «Sí, Señor».
Bien, el lunes escucharemos la conclusión de esta serie sobre la historia de Rahab. ¡No te la pierdas! ¡Qué tengas un bendecido fin de semana y día del Señor!
Corriendo la carrera de la fe, juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario
El Nombre de Jesús, Miller y Eni Genes, Dios Reina, ℗ 2017 Miller Genes. Canción usada con permiso.
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