Él hace todo bien
Débora: Diana esperaba su tercer bebé… cuando el bebé murió en su vientre. Décadas después, ella mira hacia atrás y dice del Señor…
Diana Elliff: Podemos tener paz en Él porque Él hace todo bien.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de noviembre de 2024.
Al mirar hacia atrás como ministerio, un acontecimiento destacado en el 2019 fue el lanzamiento del libro titulado: «Confía en Dios para escribir tu historia». Este fue el primer libro que Nancy y su esposo Robert escribieron juntos.
Todas necesitamos que nos recuerden que podemos confiar en Dios para escribir nuestras historias, porque ninguna de nosotras sabe lo que nos espera en el futuro. Con la serie que iniciamos el día de hoy, Nancy nos ayudará a prepararnos y a confiar en …
Débora: Diana esperaba su tercer bebé… cuando el bebé murió en su vientre. Décadas después, ella mira hacia atrás y dice del Señor…
Diana Elliff: Podemos tener paz en Él porque Él hace todo bien.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de noviembre de 2024.
Al mirar hacia atrás como ministerio, un acontecimiento destacado en el 2019 fue el lanzamiento del libro titulado: «Confía en Dios para escribir tu historia». Este fue el primer libro que Nancy y su esposo Robert escribieron juntos.
Todas necesitamos que nos recuerden que podemos confiar en Dios para escribir nuestras historias, porque ninguna de nosotras sabe lo que nos espera en el futuro. Con la serie que iniciamos el día de hoy, Nancy nos ayudará a prepararnos y a confiar en la providencia de Dios mientras habla con nuestros invitados.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¡Hoy tengo el increíble privilegio de conversar con dos amigos muy queridos! No sabía que esto estaba en los planes de Dios, pero hace un tiempo descubrí que Tom y Diana Elliff estaban de visita en nuestras instalaciones, invitados por nuestro ministerio matriz. En ese momento, ellos estaban ministrando a algunos pastores y a sus esposas, y Tom predicó a nuestro personal en la capilla. Pude ver la transmisión en vivo desde mi casa.
Y cuando me di cuenta de que estaban aquí en la ciudad, les dije: «Tienen que pasar por aquí y compartir con nosotros de cómo han confiado en Dios para escribir su historia». Sé que hay cosas hermosas y maravillosas en la historia de ambos.
Así que Tom y Diana, ¡muchas gracias por tomarse el tiempo para compartir con nosotros su historia, la historia de Dios!
Tom Elliff: Estamos contentos de estar aquí, Nancy. ¡Muchas gracias! Es realmente un privilegio.
Nancy: Bueno Tom, ¡nos conocemos desde hace mucho tiempo!
Tom: ¡No hablemos de cuánto tiempo, por favor! Pero es cierto.
Nancy: ¡Y tengo que decir que no has envejecido!, creo que fue alrededor de 1984 cuando nos conocimos.
Tom: Sí, ¡no creo que ninguno de nosotros haya cambiado mucho!
Nancy: ¡Pero hemos vivido muchas cosas desde entonces!
Tom: ¡Eso es cierto, y hemos recorrido un largo camino!
Nancy: Y quiero decirle a nuestras oyentes que estén atentas, porque voy a contarles un poco acerca de la historia de Diana y Tom. Diana, hablemos del momento en que nos conocimos. Estuviste casada con Wayne Barber, pero yo no te conocía ni a ti ni a él; aunque, por supuesto, había escuchado de él. Cuéntanos un poco de qué se trataba su ministerio como pastor y el tuyo como esposa.
Diana: Por supuesto. Wayne y yo estuvimos casados cuarenta y siete años; le encantaba ser pastor y amaba al Señor y Su Palabra. ¡Le gustaba mucho predicar la verdad y tenía un gran corazón hacia las personas!
Wayne tenía una personalidad bastante cómica. A menudo decía que era mi gran oso de peluche, porque físicamente él era grande, con un corazón muy tierno. Servimos en Chattanooga durante la mayor parte de nuestro ministerio. Estábamos en la Iglesia Bautista Woodland Park. ¡Y debo decir que era la congregación más hermosa!
Nancy: ¡Qué bendición!
Diana: ¡Sí! Amábamos a esas personas, y ellos a nosotros. ¡Fue un hermoso ejemplo de matrimonio entre un pastor y su congregación!
Nancy: Y en el pasado muchas de nuestras oyentes escucharon hablar sobre Wayne por su trabajo en Ministerios Precepto.
Diana: Así es.
Nancy: Kay Arthur grababa videos, pero Wayne también dio muchas enseñanzas para grupos de parejas y grupos pequeños de hombres que hacían los estudios de Ministerios Precepto, ¿cierto?
Diana: Sí, así es. Kay es una querida amiga, y el Señor la usó de una manera maravillosa en la vida de Wayne. A él le encantaba compartir el mensaje de Colosenses 1:27: «Cristo en ustedes, la esperanza de gloria». Kay le pidió a Wayne que fuera el maestro mentor de los hombres. En ese momento él era parte del personal en el ministerio y también pastoreaba la iglesia en Chattanooga.
Así que siempre estaremos agradecidos con ella. Yo también tuve el privilegio de participar allí y de enseñar en el ministerio. Pero gané más con solo sentarme en la presencia del Señor y cuidar de mi hogar, porque «toda la Escritura es inspirada por Dios» (2.ª a Timoteo 3:16). Fui muy bendecida a través de eso.
Nancy: Y me encanta cómo Dios ha usado ese ministerio para dar a las personas un amor por la Palabra. Y lo que hablaremos hoy tiene que ver con algo que vemos a lo largo de todas las Escrituras, desde la primera hasta la última página: la providencia de Dios.
Pero una cosa es conocerla a través de las páginas de las Escrituras y otra cosa es vivirla y verla trabajando en tu vida. Así que hablemos un poco sobre cómo ha sido verdad en su historia. Ustedes dos ahora están casados…
Tom: ¡7 maravillosos años!
Nancy: ¡Así es! Y claramente hay una historia aquí. Entonces Tom, te conozco desde principios de los 80 y conocí a tu primera esposa, Jeannie. Ella era una de mis amigas más queridas. ¡Y pienso que Jeannie era amada por muchas personas!
Tom: Sí, ella tenía una manera de hacer que todos sintieran que…
Nancy: ¡Qué eran sus mejores amigos! Debo decir que teníamos una relación muy hermosa. Ella era una mujer que amaba la Palabra de Dios, y hasta donde recuerdo, estuvo involucrada en ese ministerio durante muchos años.
Tom: Todo lo que Wayne escribió y todo lo que enseñó en video, ella lo veía aparte de todos los demás estudios bíblicos. Fue maestra en el ministerio durante treinta y siete años.
Nancy: Y recuerdo que tenía su Biblia marcada por todos lados.
Tom: Sí, varias Biblias. Ese es un buen recuerdo.
Nancy: ¿Entonces tú y Jeannie estuvieron casados por cuántos años?
Tom: Jeannie y yo estuvimos casados por cuarenta y nueve años antes de que ella falleciera de cáncer.
Nancy: Recuerdo cuando supe lo que estaba pasando. Mucha gente oró por ella. ¡Pero fue muy edificante verte a ti y a Jeannie caminar con gracia por esa temporada realmente difícil!
Y hablaremos sobre lo que sucedió: la pérdida de sus cónyuges, que es algo doloroso, y también sobre la manera en que Dios los unió con otra persona, en otra etapa de la vida. Hace un tiempo recuerdo que conversamos sobre mi historia con Robert. ¡Y nos sorprendemos al mirar hacia atrás y ver que Dios sabía exactamente lo que estaba haciendo! ¿Cierto?
Tom: Así es.
Nancy: Tom, antes de que pasaran por el cáncer de Jeannie (y Diana, sé que también tienes una historia, así que puedes unirte a la conversación cuando gustes), háblanos un poco sobre los primeros años de matrimonio de ambos y el ministerio. ¿Hubo algún evento que Dios usó para afirmarte en el hecho de que podías confiar en Él para escribir tu historia?
Y cuando hablamos de la providencia de Dios, ¿es algo en lo que siempre has confiado? Háblanos sobre un evento o circunstancia que te retó en ese sentido.
Tom: Bueno, hace unos momentos hablábamos de mentores. Yo he tenido varios mentores en mi vida; hay tres de ellos que todavía están vivos, uno de ellos tiene ciento uno, el otro noventa y tres, y otro ochenta y cinco.
Nancy: ¿Y el que tiene ciento uno pensará que aún no ha terminado su trabajo contigo?
Tom: ¡Exactamente! Hace poco me dijo que era muy pronto para celebrar. ¡Está compitiendo por una medalla de oro! ¡Y claro, a su edad se obtiene una medalla de oro por cualquier cosa! (al menos eso es lo que yo le digo).
Nancy: ¡Si aún te puedes parar recto!
Tom: Y lo impresionante es que su mentor de la universidad también fue mi mentor hace treinta años, cuando yo era estudiante.
Nancy: ¡Wow!
Tom: La manera en que conectamos fue que nos escuchábamos hablar de las mismas cosas sin darnos cuenta de que provenían de la misma fuente. El predicador E.F. Hallock, de Norman, Oklahoma, creía que los planes del Señor se revelan al hombre o a la mujer de Dios por Su Espíritu a través de Su Palabra.
Él decía de la Biblia: «¡Léela, escríbela, órala y vívela!». Estaba decidido a que aquellos a quienes enseñaba aprendieran esos principios.
Este predicador siempre hacía un llamado a leer la Palabra de manera constante, sistemática, con reverencia y obediencia.
Nancy: ¡Qué maravilloso!
Tom: Así que comencé a sumergirme en la Palabra. Conocí al pastor Hallock por primera vez cuando tenía dieciséis años, ¡y tuvo un profundo impacto en mi corazón! A través de él, Dios me llamó al ministerio del evangelio. Él también tuvo el mismo impacto en la vida de Jeannie. Y de hecho, Jeannie y yo nos casamos porque Dios, en Su Palabra, me dejó un modelo del tipo de mujer con la que yo debía casarme.
Y cuando estaba en la universidad, la única persona que cumplía con todo eso, era Jeannie. Así que fue fácil; nos enamoramos y estuvimos casados durante cuarenta y nueve años. Y durante esos años, Dios nos llevó a cada una de las iglesias en las que servimos en el extranjero y en el campo misionero, hasta que Jeannie y los niños sufrieron aquel accidente automovilístico mientras estábamos ministrando en África.
Nuestra hija mayor sufrió quemaduras severas, así que tuvimos que regresar a los Estados Unidos para que pudiera recibir ayuda médica.
Pero debo decir que durante todo nuestro ministerio, vimos la providencia de Dios. Y Nancy, si yo pudiera hablar de algo con lo que estás muy familiarizada, sería de nuestra hija. Hubo un momento en el que nos desesperamos por lo que le había sucedido en ese accidente en el que sufrió esas graves quemaduras mientras vivíamos en África.
Al regresar a los Estados Unidos, comencé a pastorear en la Iglesia Bautista Applewood, en Denver. Aquella iglesia organizó una cruzada de Life Action en la que tú estuviste Nancy, y recuerdo que tenía una sala de oración. Nuestra hija mayor se puso de pie en esa cruzada, y la observé dirigirse a la sala de oración mientras me preguntaba por qué iba a orar.
Bueno, esa noche me dijo que siempre había pensado que creía en Cristo, pero que solo estaba fingiendo. Ella hizo lo que su mamá había hecho unos años atrás a la edad de veinte años: se arrepintió de sus pecados y confió en Cristo como su Salvador. Ahora, ¿no ves allí la providencia de Dios?
Ella dijo: «Creo que el accidente me ayudó a darme cuenta de que no podría sobrevivir sin Dios. Y en la cruzada descubrí que podía vivir con Su ayuda». ¡Qué gran Proveedor es Dios!
Nancy: ¡Wow! Definitivamente podemos ver cómo Dios va entretejiendo los hilos. Y como madre (y Diana, sé que tienes hijos, pero no sé mucho acerca de ti) pero cuando ves a tus hijos, tus amigos cercanos, o a Tom, o la iglesia que pastoreaba Wayne, o incluso tú, Tom, cuando ves las iglesias que pastoreaste, ¡sé que ustedes han podido ver y experimentar la providencia de Dios, especialmente cuando se trata de sus hijos!
Y pudiéramos pensar, ¿cómo podría ser buena esa situación tan dolorosa? Quiero decir, en el momento no puedes imaginar lo que puedes ver en retrospectiva, ¿cierto?
Así que, Diana, mientras piensas en tu propia vida, ¿recuerdas la providencia de Dios en algún momento difícil en el que pensaras que nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido?
Diana: Claro. Tenía unos veintiocho años cuando Dios nos bendijo con nuestra primera hija y nuestro segundo hijo. Pero un día nos dimos cuenta de que yo estaba embarazada de nuestra tercera hija. ¡Estábamos tan emocionados porque Dios había traído esta bendición a nuestras vidas!
Mis últimos dos hijos habían nacido tres o cuatro semanas antes de lo previsto, y lo mismo sucedió con ese tercer embarazo. Habíamos ido a una cena esa noche y Wayne iba a predicar en el servicio al día siguiente. Esa noche, me di cuenta de que la última vez que sentí que el bebé se movió fue temprano esa mañana, alrededor de las 11: 00.
Había estado prestando atención a sus movimientos, pero no la había sentido moverse en absoluto. Así que llamamos al médico y nos dijo que fuéramos al hospital. En ese tiempo, no tenían las nuevas técnicas y tecnología que existen hoy, así que la única forma de saber si el bebé estaba vivo o no era a través de los rayos X.
La enfermera entró en la habitación y trató de encontrar los latidos del corazón del bebé. No pudimos escucharlos, así que el médico nos vería a la mañana siguiente. Pero antes de que nos viéramos con él, yo estaba teniendo contracciones y pensé: bueno, simplemente estoy en labor de parto. Pero a la mañana siguiente, el médico entró y dijo: «Creo que tenemos un problema».
Luego tomaron la radiografía y él dijo: «Tenemos que esperar veinticuatro horas», para poder leer la radiografía. Nos dimos cuenta de que el bebé había muerto. Me llevaron a cirugía para realizarme una cesárea. Pero justo antes de entrar a la sala de cirugía, escuché truenos y relámpagos. Recuerdo haber pensado: ¿Habrá una tormenta eléctrica?
Cuando desperté de vuelta en mi habitación, miré a mi esposo y le dije: «¿Ya pasó todo?». Él respondió que no. Dijo que un tornado había golpeado el edificio, y se había cortado la electricidad y también la electricidad de emergencia.
Nancy: ¿Eso fue en el hospital?
Diana: Sí. Mientras estaba en cirugía, ya estaba anestesiada. Mi esposo estaba en la habitación del hospital leyendo su Biblia cuando escuchó a las enfermeras corriendo por el pasillo: «¡Linternas en quirófano, linternas en quirófano!». Bueno, él sabía que no había electricidad; él sabía que yo era quien estaba en cirugía. Y así nos enteramos de que la bebé había muerto.
En ese tiempo, Wayne era pastor de jóvenes en una iglesia. Unos dos o tres meses antes de que sucediera ese evento, otro pastor de la misma iglesia se acercó a Wayne y le dijo: «¡Quiero que canceles todo lo que tengan durante los próximos tres o cuatro meses!». Mi esposo era seis años mayor que el pastor, así que, él solo dijo: «¡Pero programé estas cosas hace un año! ¿Cómo podría cancelarlas?».
Y el pastor volvió a decirle: «¡Cancela todo!». Wayne lo hizo, y fue así que nos dimos cuenta de la autoridad de Dios a través de ese pastor. Yo necesitaba que mi esposo estuviera allí ese fin de semana en particular, así que de no haber sido por la iniciativa del pastor, mi esposo habría estado fuera de la ciudad cuando ingresé al hospital. Nos dio mucha paz en nuestros corazones el saber que Dios orquesta nuestras vidas, ya sea lo bueno o aquello que nos parece malo.
Dios fue soberano en esa situación. Y durante toda nuestra vida, y ahora en mi matrimonio con Tom, ¡todavía reconocemos que podemos tener paz en Él, porque Él hace todo bien!
Nancy: Creo que es el laboratorio de la vida. David dice en el salmo 119:71: «Bueno es para mí ser afligido». ¿Y cómo se puede decir algo así con tanta convicción? «Bueno es para mí ser afligido para que aprenda Tus estatutos».
Así que el sufrimiento y las pruebas son una especie de maestro y mentor. Pero cuando nos encontramos en medio de una situación difícil y dolorosa, decimos: «¡Esto no puede estar bien!».
Tom: Así es. Y el autor de Hebreos, mientras el Espíritu hablaba a través de él mientras escribía, nos recuerda que como creyentes en Cristo, no debemos vivir con miedo al castigo, porque Cristo mismo tomó nuestro castigo en la cruz. Todo el libro de Hebreos es una maravillosa declaración sumo sacerdotal sobre Cristo y Su obra completa en la Cruz del Calvario.
En el capítulo doce, después de que el autor hace una lista de los hombres y mujeres de fe, personas que arriesgaron sus vidas por la verdad de Dios y Su providencia, y de quienes las Escrituras dicen que el mundo ni siquiera era digno de ellos. (ver Hebreos 11:28)
Entonces, al final del capítulo 12, el autor nos recuerda que, si bien no tenemos castigo, Dios nos disciplina porque nos ama; y eso es distinto al castigo. El castigo se trata de pagar por lo que hicimos mal, pero la disciplina se trata de Dios permitiendo circunstancias difíciles en nuestras vidas que tendrán una consecuencia buena en nuestro futuro, y que nos capacitarán para lo que el Señor quiera usarnos más adelante.
La disciplina es Dios mismo invirtiendo en nosotros y entrenándonos. Otros nombres para la disciplina también pueden ser «amonestación» o «corrección».
Nancy: Y Él nos está entrenando para confiar cuando no podemos ver. Creo que eso es lo difícil de este tema; con este tema Robert y yo estuvimos lidiando hace unos años: Confía en Dios para escribir tu historia. Pero cuando meditamos en la verdad de que Dios es quien escribe nuestra historia, entonces decimos: «Si pudiéramos ver cuál es la historia, a dónde va y cómo termina…».
Tom: ¡Entonces no sería confianza!
Nancy: Entonces no sería confianza. Por eso decimos que confiamos en lo que no podemos ver, porque confiamos en el carácter de Dios. Confiamos en que el Señor usa incluso las cosas difíciles, las cosas que las personas planean para nuestro mal, para hacernos más como Jesús. Y queremos el resultado, pero no queremos pasar por el proceso de llegar ahí.
Tom: No, para nada. El principio operacional del cristianismo es la fe, y la fe no es solo asentir mentalmente a una verdad, es respaldarla. La fe está operando sobre la base de esa verdad. Ninguna persona en el capítulo 11 de Hebreos, que es la lista de los héroes de la fe, es conocida por lo que pensaban o por cómo se sentían, sino porque hicieron lo que Dios dijo.
Nancy: Wow, Tom repite esa última oración: no eran conocidos por…
Tom: No son conocidos por lo que pensaban o por lo que sentían; son conocidos porque hicieron lo que Dios dijo a pesar de lo que pensaban.
Nancy: ¡Lo que significa que tenían que confiar en Su Palabra!
Tom: ¡Sí! Abel ofrendó. Enoc caminó. Hay un verbo activo. Noé preparó. Abraham salió. Jacob e Isaac bendijeron. Moisés abandonó. Siempre hay un verbo activo. Y así, cuando las Escrituras nos dicen que estamos rodeados de esa gran nube de testigos, creo que la mayoría de la gente dice erróneamente: «Bueno, ellos son testigos nuestros».
Bueno, sí… tal vez. Creo que tienen algo mejor que hacer que inclinarse sobre el borde del cielo y ver lo que está sucediendo aquí ahora mismo. Pero estamos rodeados de esa nube. Todos ellos son testigos de que vale la pena arriesgar toda tu vida por tu fe en Cristo. ¡Él es confiable!
Nancy: Y ellos llegaron a la meta y ahora ven el camino recorrido. Eso es algo que debe infundirnos ánimo. La fe de todos ellos en Cristo se mantuvo firme. Y, Diana, sé que como esposa de pastor durante todos estos años seguramente tuviste que asistir a varios funerales junto a tu esposo.
Y a veces esos funerales son de bebés que nacen muertos, o de personas que han muerto por sobredosis de drogas. Me refiero a cosas que son duras y difíciles. Y quiero preguntarte Diana, ¿cómo afectó la pérdida de tu tercer hijo la forma en que sientes, amas y animas a las personas que atraviesan dificultades?
Estoy segura de que se aprende mucho de experiencias como esas. ¿Cómo esa situación dolorosa cambió tu visión de Dios, tu comprensión de Sus caminos y tu capacidad para animar a otros?
Diana: Bueno, cuando perdí a nuestra pequeña bebé… aunque no debería usar la palabra «perdida», porque sé dónde está ella; ella está con el Señor. Y sé también que mi difunto esposo Wayne está con ella y están disfrutando de la comunión entre ellos como yo no lo he experimentado todavía.
Poco después de que enterraran a nuestra hija, supe que una familia que asistía a nuestra iglesia había pasado por lo mismo que nosotros. Cuando atravesamos una situación difícil y dolorosa en la que aprendemos más de Dios, entonces Él usa eso para que te acerques a otras personas y las bendigas.
Nancy: Y eso es lo que dice Pablo en 2.ª a los Corintios 1:4: «consolamos a los demás con la consolación con la que Dios nos ha consolado».
Diana: Así es. Y una de las cosas que pasó antes de eso fue que una de las mujeres que vinieron al hospital a visitarme, mientras se llevaba a cabo el funeral de mi hija, me dijo: «Sé exactamente por lo que estás pasando, porque experimenté esto mismo hace quince años».
Me quedé atónita porque estuve con ella en un estudio bíblico donde la escuché testificar de la bondad del Señor; incluso la había visto reír, y la había observado con sus hijos.
¡Eso me bendijo mucho! Porque era como si el Señor estuviera diciendo: «Algún día estarás donde ella está. No lo entiendes ahora, pero así como ella ha seguido amando y caminando conmigo, podrás disfrutar de la vida una vez más».
Así que fui al hospital para ver a la pareja que había pasado por la misma pérdida que nosotros, y como eran miembros de la iglesia, supuse que eran creyentes. Compartí con ellos cómo Dios me había bendecido al leer la historia de David y Betsabé cuando perdieron a su hijo, y cómo, mientras el niño estaba vivo, David oró y ayunó.
Pero luego, cuando David escuchó que el bebé había muerto, se levantó, se limpió y comió. Los hombres que estaban con él dijeron: «¡No entendemos esto! ¿Por qué haces esto ahora?», y David dijo: «Mi hijo no puede venir a mí, pero yo puedo ir a él» (ver 2ºSamuel 12:16–23).
Y sabiendo que yo había experimentado eso con mi pequeña hija, me llevó a animarlos con la Palabra de Dios de la misma manera, diciéndoles: «Su hijo no puede venir a ustedes, pero ustedes pueden ir a él». Luego me fui de allí, y al cabo de una semana sus padres me dijeron que ese día el esposo entregó su vida al Señor.
Nancy: ¿El papá?
Diana: Sí, porque sabía que para ver a su hijo una vez más, necesitaba conocer al Señor Jesucristo por medio de la salvación.
Nancy: ¡Wow!
Diana: Estas son las cosas alegres que provienen del dolor y las experiencias difíciles de nuestra vida.
Tom: Y sabes, Nancy, muchas de tus oyentes estarán familiarizadas con el nombre de Vance Havner. Y para aquellas oyentes que no saben quién es, él fue un evangelista muy conocido. Billy Graham dice que Vance Havner fue su modelo de lo que debería ser un evangelista.
Vance se casó muy tarde en la vida con una mujer llamada Sara, una mujer maravillosa. Él no sabía conducir, así que ella conducía. Quiero decir, ella proporcionó mucho de lo que Vance necesitaba, ¡gracias a Dios! Pero más tarde, Sara falleció por una enfermedad horrible.
Después de eso, alguien se acercó a Vance y le dijo: «Te he estado escuchando predicar últimamente, y hay una eficacia que no tenías antes. De hecho, predicas con un tono diferente». Y Vance dijo: «Sí, ¡y tuvo un precio muy alto!».
Así que, vemos a Dios usando esa experiencia en tu vida para desarrollar una compasión y preocupación por los demás que tal vez no tenías antes, a cambio de un alto precio. Y lo repito, el contexto de todo esto es la providencia de Dios.
Nancy: ¡Qué maravilloso es nuestro Dios! Bueno, no me gusta hacer esto, pero debemos detenernos aquí. Y Estoy tan agradecida de ver ilustrada la belleza del misterio de la providencia de Dios en sus vidas. Y Tom, te he visto a ti y a Jeannie vivir esto de muchas maneras diferentes, y hablaremos sobre eso mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Hubo un tornado en sus vidas, literalmente un tornado (y probablemente también algunos en sentido figurado). Pero aun en medio de la tormenta (literal o figurativa), Dios sigue siendo fiel, Dios todavía es bueno, y cuando miras hacia atrás, puedes afirmar que Él ha hecho todas las cosas bien.
Creo que escuchar eso de amigos como tú es un dulce aliento y un ministerio de esperanza para alguien que está en esa tormenta y que está escuchando esta conversación en este momento. Así que únete a nosotros mañana para continuar esta conversación con Tom y Diana Elliff.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado hablando con Tom y Diana Elliff sobre algunas de las temporadas más difíciles en sus vidas, y nos han mostrado por qué podemos confiar en Dios sin importar cómo nos sintamos.
El día de mañana, continuaremos explorando la providencia de Dios mientras Nancy habla con Tom y Diana Elliff sobre las etapas de dolor. Nos mostrarán cómo caminar en fe, incluso cuando tengamos la tentación de temer.
Y antes de cerrar el programa, quiero mencionarte que uno de nuestros recursos destacados este mes de noviembre y que queremos recomendarte, es el libro escrito por Nancy titulado «Escoge agradecer». En este libro ella nos recuerda que la gratitud es una elección. Pero si no la escogemos, por defecto hemos escogido la ingratitud. Y una vez admitida en el corazón, la ingratitud no viene sola, sino que trae consigo un montón de compañeros indeseables que nos quitarán el gozo. Aprende más sobre la importancia de vivir en agradecimiento con el libro «Escoge agradecer» de Nancy DeMoss Wolgemuth.
Te esperamos mañana para continuar con el segundo episodio de nuestra serie «Testigos de Su providencia».
Recordándote que puedes confiar en Dios para que escriba tu historia, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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