Él está contigo en la tormenta
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que a veces Dios nos permite pasar por tormentas con el fin de poder conocerlo mejor.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando lo quieras a Él más que a cualquier otra cosa en tu vida, eso es lo que obtendrás, lo tendrás a Él, y Él te librará.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de septiembre de 2023.
¿Te sientes derrotada en tiempos de angustia y dificultad? En el episodio anterior, Nancy comenzó a llevarnos a lo largo del Salmo 107 para mostrarnos cómo confiar en Dios en tiempos de angustia.
Ella dio este mensaje en una conferencia de True Woman. En la primera parte vimos personas que enfrentan diversos tipos de problemas. Retomemos y escuchemos la segunda parte de Nancy.
Nancy: Así que tenemos a aquellos que están perdidos y errantes por el …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que a veces Dios nos permite pasar por tormentas con el fin de poder conocerlo mejor.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando lo quieras a Él más que a cualquier otra cosa en tu vida, eso es lo que obtendrás, lo tendrás a Él, y Él te librará.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de septiembre de 2023.
¿Te sientes derrotada en tiempos de angustia y dificultad? En el episodio anterior, Nancy comenzó a llevarnos a lo largo del Salmo 107 para mostrarnos cómo confiar en Dios en tiempos de angustia.
Ella dio este mensaje en una conferencia de True Woman. En la primera parte vimos personas que enfrentan diversos tipos de problemas. Retomemos y escuchemos la segunda parte de Nancy.
Nancy: Así que tenemos a aquellos que están perdidos y errantes por el desierto, hambrientos, sedientos y exhaustos, y también tenemos a aquellos que se encuentran en prisión. En tercer lugar, tenemos a aquellos que están enfermos y afligidos. Mira el versículo 17: «Por causa de sus caminos rebeldes, y por causa de sus iniquidades, los insensatos fueron afligidos. Su alma aborreció todo alimento, y se acercaron hasta las puertas de la muerte».
Aquí tenemos una descripción de una aflicción intensamente debilitante. Podría ser física, podría ser mental, podría ser emocional, y seguro es espiritual. No pueden comer, se encuentran a las puertas de la muerte y si te das cuenta, por lo que leemos, ellos no son víctimas de sus circunstancias. Estas heridas fueron causadas por el pecado, por decisiones equivocadas.
Y la verdad es que no siempre nos damos cuenta del porqué de lo que nos está sucediendo. Y no estoy diciendo que todas las enfermedades son resultado de pecado. Pero puedo decir con seguridad que algunas enfermedades sí son el resultado de pecado. Algunos problemas mentales, algunas enfermedades mentales, algunos padecimientos físicos crónicos. Dios no creó nuestros cuerpos para que existan en rebelión contra el Creador del universo. Él diseñó nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestros espíritus para que prosperen cuando estamos sometidas a Cristo.
Ahora, tú puedes ver a una persona como Joni Tada que ha estado en una silla de ruedas por 47 años, y ella sería la primera en testificar que Dios había estado tratando con ella antes de su accidente sobre algunas decisiones necias y caprichosas que ella había estado tomando. Pero hoy en día tenemos a una mujer que ha caminado y está caminando con el Señor, que le ama, que ama Su Palabra, que le sirve. Sin embargo, Dios le dice: «Quiero mantenerte en esa silla de ruedas ahora».
Dios es soberano. Tienes que dejarle ser soberano. Así que, no toda enfermedad, no toda situación emocional o mental tiene su raíz en el pecado, aunque algunas veces sí. Pero cualquiera que sea el caso, es importante orar y decir: «Señor, si hay algunos puntos que estás tratando de mostrarme en mi vida, por favor ayúdame a verlos».
Y con esto no quiero decirte que vayas buscando faltas en cada detalle donde no hay nada. Simplemente di: «Señor, si hay algo que estás tratando de enseñarme, soy todo oídos».
La número cuatro, la última de estas cuatro escenas en el cuerpo de este salmo, describe a los que fueron sacudidos por la tormenta en el mar. Tenemos más problemas, lo vemos en el versículo 23: «Los que descienden al mar… Él habló y levantó un viento tempestuoso» (v.25). ¿Quién causó la tormenta? ¿Quién creó esta tormenta? ¿Quién lo hizo? Dios lo hizo. Él dio la orden y levantó un viento tempestuoso.
¿Te has detenido a pensar que la tormenta por la cual estás atravesando ahora, y en la que piensas que no puedes encontrar a Dios por ningún lado, tal vez sea Él, el que ha levantado estas olas? Tal vez Dios agitó esas aguas. Tú estabas tranquila ocupándote de tus cosas. Estabas paseando en tu barco. Pensabas que estabas a salvo; sin embargo, tu barco no pudo sostenerse ante la tormenta que Dios levantó.
Una cosa vemos en estos versículos, las personas en esta tormenta se dieron cuenta de que no eran los amos de su propio destino. Ellos cayeron de rodillas. Su valor se esfumó ante su terrible situación. Estaban aterrorizados. Ellos temblaban y se tambaleaban como ebrios. No pudieron mantenerse de pie.
¿Alguna vez has estado ahí? Donde dices: «Esta vida es caótica, es una tormenta, no puedo manejar esto. Me tambaleo hacia atrás y hacia adelante. Estoy mareada. No puedo pararme derecha».
Ellos temblaban y se tambaleaban. Estaban al borde de sus capacidades. Una traducción dice, «al borde de todas sus habilidades». Estos eran marinos experimentados. «Pero todas sus habilidades fueron inútiles».
Fíjate, nosotras pensamos que somos muy listas, muy inteligentes, que somos capaces. Quizás tú como mamá pensabas que eras una buena mamá mientras apenas tenías dos hijos. Pensabas, «puedo manejar esto. No es lo más fácil del mundo, pero puedo hacerlo».
Y luego tienes un tercer hijo para el cual no se ha escrito ningún libro de texto. Y ahora estás temblando y tambaleándote como una mujer borracha. Algunas de ustedes acaban de tener ese nuevo pequeñito y se preguntan, ¿alguna vez volveré a tener una vida normal? O tal vez sea tu cuarto o quinto bebé.
Dios sabe lo que hace falta en cada una de nuestras vidas para ponernos en ese lugar en el que decimos: «Me encuentro al borde de mis capacidades. No puedo manejar esto». Y ustedes saben que es precisamente ahí donde Él quiere que estemos, al borde de nuestras capacidades. Toda nuestra habilidad, toda nuestra inteligencia, todo lo que podemos hacer con ese problema es inútil. No funciona.
Puedes estar en una situación en este momento en la que estás al final de tus fuerzas y no puedes resolver el problema, lo has intentado. Has manipulado, has usado artimañas, has intentado arreglar a todos y a todo lo que te rodea. ¡Detente, para! ¡No puedes!
Dios quiere que te des cuenta de que no puedes manejar esto. Tal vez sea una situación financiera. Puede ser un matrimonio difícil. Puede ser un hijo pródigo. Puede ser un problema de salud. ¡Tu pequeño bote que pensabas que era tan seguro está agitado sobre las olas y estás aterrorizada! Estás en problemas.
Así que en estas cuatro ocasiones vemos al pueblo de Dios en problemas. Esta es la primera palabra a que nos apunta este salmo, «problemas».
Ahora, ¿cuál es la segunda palabra? Clamor. Así que aquí están ellos, y en medio de su angustia, el versículo 6 nos dice, y se repite a lo largo de este salmo: «Entonces en su angustia clamaron al Señor».
¿Cuándo clamaron al Señor? Cuando estuvieron en problemas. ¿Por qué no clamaron antes de estar en angustia? Porque pensaron que no necesitaban a Dios. Ahora ellos ya saben que lo necesitan. Mira las situaciones del versículo 5: «Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos». Versículo 6: «Entonces en su angustia clamaron al Señor». Sus necesidades insatisfechas, sus anhelos insatisfechos, sus debilidades, los condujeron hacia Él, los condujeron a mirar hacia arriba.
Mi amigo, a quien tanto me gusta citar, Charles Haddon Spurgeon, dice acerca de este salmo en su excelente comentario sobre el mismo:
«Si el hambre nos hace arrodillarnos, es mucho más útil para nosotros que ayunar. Si la sed nos acerca a la fuente, es mucho mejor que los profundos juegos de la felicidad del mundo. Y si la debilidad nos lleva a clamar, es mejor que la fortaleza del poderoso».
Ellos clamaron al Señor en medio de su angustia. Mira los prisioneros en el versículo 12: «humilló, pues, sus corazones con trabajos, tropezaron y no hubo quien los socorriera». Lee conmigo el versículo 13: «Entonces en su angustia clamaron al Señor».
¿Cuándo clamaron al Señor? Cuando se encontraron en angustia, después de haber experimentado la dolorosa disciplina del Señor. Cuando ellos cayeron y no podían ponerse de nuevo en pie, cuando no había nadie que pudiera ayudarles, cuando no tenían a quien recurrir ni a dónde volverse, entonces clamaron al Señor.
Una vez más déjame citar aquí a Charles Spurgeon, y al igual que muchas de ustedes, he aprendido que esto es verdad. Él dice: «Nosotros oramos mejor cuando estamos postrados sobre nuestros rostros en penosa impotencia».
«Dios, no quiero postrarme sobre mi rostro en impotencia».
¿Quieres aprender a orar? Deja que Dios use los problemas para llevarte al lugar donde le clamas a Él en tu angustia.
Ahora observa a los que estaban enfermos. Versículo 18: «…y se acercaron hasta las puertas de la muerte». Versículo 19: «Entonces en su angustia clamaron al Señor».
Mira a los que están en la agitada tormenta, versículo 27: «…y toda su pericia desapareció». Versículo 28: «Entonces en su angustia clamaron al Señor».
Escucha, tal vez te encuentres al borde de tus capacidades en alguna circunstancia en tu vida. Pero no tiene que ser el fin de tus fuerzas. Esa tormenta no tiene la intención de destruirte, sino que es una misericordia diseñada por Dios para alterar tu vida y llevarte al límite de ti misma.
Si has escuchado Aviva Nuestros Corazones a lo largo de los años, me habrás escuchado decir muchas veces, quizás hasta puedes terminar esta frase conmigo, cualquier cosa que me haga necesitar a Dios es una bendición. Algunas de ustedes quizás no lo han escuchado antes. ¿Cómo dices Nancy? ¿Cualquier cosa que me haga necesitar a Dios, es qué? Una bendición. ¿Así que, cuál es esa cosa en tu vida que te hace necesitar a Dios?
Cada vez que se avecina una conferencia, siempre o casi siempre, al acercarse un evento de esa magnitud, oro a Dios, para que permita circunstancias en las vidas de las mujeres que asistirán a esa conferencia, que las hagan sentir desesperadas por Él; que les permita darse cuenta de lo mucho que lo necesitan.
Sin embargo, no asumo ninguna responsabilidad por cualquier cosa que les haya pasado durante esa semana. ¿Pero contesta Dios o ha contestado esa oración en las vidas de las mujeres que asisten? ¿Traerá Él algunas circunstancias durante la semana que te harán sentir hambrienta y sedienta, que te harán darte cuenta de lo mucho que lo necesitas?
Y la respuesta es sí, primero tenemos problemas, luego tenemos el clamor, ¿y cuál es la palabra que sigue? Liberación, liberación, la intervención divina. Versículo 6: «Y clamaron al SEÑOR en su angustia» ¿Y luego? «Los libró de sus aflicciones».
Estas personas, en todas estas situaciones, descansaron en Él y en Su misericordia y no fueron decepcionadas. Aquellos que buscan al Señor nunca serán avergonzados. Él los encuentra en el punto exacto de su necesidad.
En el día de hoy, Dios sabe cuál es tu angustia, Él conoce los detalles, cómo se ve, qué produce dentro de ti. Y Él está redimiendo tu situación a Su manera y Él sabe cómo encontrarse contigo en el punto exacto de tu necesidad.
Él mira al perdido y al necesitado. Versículos 6 y 7: «Entonces en su angustia clamaron al Señor, y Él los libró de sus aflicciones; y los guió por camino recto, para que fueran a una ciudad habitada». Él los trajo del desierto a una ciudad, a una comunidad con Él y con Su pueblo.
Los hambrientos y sedientos, estaban en angustia. Ellos clamaron; Él los libró de sus aflicciones. Mira el versículo 9: «Porque Él ha saciado al alma sedienta, y ha llenado de bienes al alma hambrienta».
Mira a los prisioneros. Ellos estaban encadenados. Él los liberó de su aflicción cuando ellos clamaron. En el versículo 14 dice: «los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte y rompió sus ataduras». El versículo 16 se repite, por si no creen lo que dice el versículo 14: «Porque Él rompió las puertas de bronce e hizo pedazos las barras de hierro».
Tengo una amiga muy querida. Ella es una hermana en el Señor, y es una hija espiritual en el Señor también. Es una amiga muy dulce. Ella es una criminal convicta que pasó 11 años y medio en la cárcel. Y mientras he estado trabajando en este mensaje, ella ha estado orando por mí, y ha estado meditando en el Salmo 107. Me mandó un correo hace como una semana y quiero compartir esto con ustedes. Ella me dijo:
«Tuve como una iluminación mientras estaba meditando en esta parte del pasaje. No dice que Él quitó el cerrojo de las cadenas o de la puerta de la prisión. Aquí dice que Él rompió sus ataduras; Él cortó las barras de hierro en dos».
Ahora, permítanme leerles lo que ella dijo al respecto.
Ella dijo:
«Recuerdo los tiempos en prisión, cuando estaba atada con grilletes en mis tobillos y esposas en mis muñecas con una cadena que conectaba ambas partes. Esto era un requisito cada vez que un prisionero era trasladado a la corte, o al doctor, etc. Cuando ibas del punto «A» al punto «B», las cadenas y las esposas estaban sin candado, más siempre con la certeza y la amenaza de que volverían y pondrían el candado nuevamente.
Cuando las cadenas están sin cerrojo, pueden volver a cerrarse nuevamente. Más en este pasaje, esas cadenas no solo estaban sin cerrar, estaban rotas. Cuando las cadenas y el hierro se rompen, no pueden volver a usarse para atarte».
Cuando leo algo de lo que Dios habla a través de Su Espíritu, o a través Su Palabra y a Su pueblo, pienso, ¿por qué no vi eso? ¿Por qué no lo comprendí? Tenemos que meditar en la Palabra de Dios, y dejar que Él la aplique a nuestros corazones. Será maravilloso lo que verás en los pasajes. Esta hermana continúa diciendo:
«La palabra implica que se utilizó fuerza, que fueron liberados por la fuerza, una urgencia en la respuesta de Dios hacia los prisioneros que clamaron por ayuda, una imagen de completa libertad y redención, una que llena el corazón de adoración y alabanza por su Redentor».
«Él rompió sus ataduras. Él rompió las puertas e hizo pedazos las barras de hierro». Esta es una imagen de lo que pasa a cada hijo de Dios y a cada creyente en Cristo.
Recuerda cómo el escritor del himno dijo:
En vil prisión mi alma padeció
Atada en pecado y oscuridad
Pronto en mi celda resplandeció
La clara luz de Su verdad
Cristo, las férreas cadenas destruyó
¡Quedé ya libre, gloria a Dios!
(Maravilloso es el gran amor; And can it be - de Charles Wesley)
Mujeres, ustedes son libres para seguir a Cristo. Las cadenas han sido quitadas, no solamente abiertas han sido desmenuzadas.
¿Qué hizo Él por el enfermo? Versículo 19: «Entonces en su angustia clamaron al Señor, y Él los salvó de sus aflicciones». Versículo 20: «Él envió su palabra, y los sanó, y los libró de la muerte».
¿Y qué dice acerca de la tempestad? Ellos clamaron cuando estaban al borde de sus capacidades, y Él los salvó de sus aflicciones. Versículo 29: «Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron». El mismo que al hablar creó la tormenta, supo cuándo sería el momento de calmarla, «…y sus ondas cesaron».
Versículo 30: «…él los guía al puerto anhelado». Los llevó a donde ellos en realidad querían ir, hacia donde se dirigían, hacia donde ellos necesitaban ir.
Una vez más pensamos en los hijos pródigos, en los matrimonios rotos. Quizás has escuchado testimonios sobre esto. En ocasiones he compartido el testimonio de Vicki Rose, cómo Dios sanó su matrimonio. Es una historia que duró 37 años, y probablemente la tuya también es una historia de muchos años.
Mientras vemos y escuchamos testimonios de liberación, de sanación, podemos ver el gran poder de Dios manifestado en las vidas de las personas en medio de los problemas; claman a Dios y Él se complace en librarlos.
Tal vez para ti han sido 20 años y medio, y estás pensando: «Yo le he clamado, pero Él no me ha librado de mi angustia. Aún estoy en medio del desierto, de la tormenta, de la aflicción. Nada está cambiando».
Déjame recordarte que Dios nos libra a Su manera, en Su tiempo y de la forma en que le traerá la mayor gloria. Y lo hará de la manera en que será para tu santificación y satisfacción eterna en Cristo. Él conoce el refugio deseado y te llevará allí. Pero lo hará a Su manera y en Su tiempo.
Por eso no deberías decir: «Oh, no clamaré más al Señor, pues he clamado miles de veces y nada ha pasado». Sigue clamando, sigue clamando al Señor.
Ahora, no hagas de tu matrimonio restaurado o del hijo que ha vuelto a casa o de la sanidad o de cualquier cosa, tu refugio, no lo conviertas en tu refugio. Haz de Él tu refugio. No hagas un ídolo de tu matrimonio, o del hijo pródigo que ha regresado a casa.
Dios es soberano. Él es quien decide. Tú sigue clamando, pero clama al Señor, y dile, «Señor, lo que más quiero es a Ti. Quiero Tu gloria. Quiero que Tu reino venga. Quiero que Tu nombre sea santificado. Quiero que se haga Tu voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo. Te quiero más a Ti de lo que quiero a mi esposo en casa, más de lo que quiero a mi hijo en casa».
Este es el momento donde ondeamos la bandera blanca de rendición, un pañuelo blanco que dice: Sí Señor. Si tienes uno, tal vez quieras sacarlo. Lo vas a necesitar. Cuando tú desees al Señor más que a cualquier otra cosa en tu vida, lo tendrás. Lo tendrás a Él. Dios te librará. Si aún estás en medio de la tormenta, confía en que Él sabe cuándo calmarla y te llevará a salvo al refugio anhelado.
«¿Su gracia te ha traído a salvo hasta aquí, cierto? Y Su gracia te llevará a casa». La gracia de Dios estará contigo en cada momento en la tormenta.
Déjame recordarte que en este salmo del Antiguo Testamento podemos ver un destello del Redentor prometido que ahora ha llegado. Ese es Jesús, quien es Aquel que puede librarnos de la angustia y la aflicción causadas por el pecado, nuestro pecado o el de otros. Él es nuestro Redentor.
Para aquellas que están perdidas y vagando en el desierto, Él es el camino. Para aquellas que están hambrientas y sedientas, Él es el pan y el agua de vida que suple nuestras necesidades. Para aquellas que están perdidas y lejos del hogar, Él es nuestro verdadero hogar. Para aquellas que están preocupadas, Él les dice: «Vengan a mí, yo les daré descanso».
Para aquellas que se encuentran prisioneras, Él les dice: «Él me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y a liberar a los oprimidos». Cristo es nuestro libertador. Él rompe el poder del pecado. Él libera al preso. Nunca encontraremos libertad apartadas de Cristo.
Para aquellas que están enfermas por el pecado, ya sea emocional, mental, física o relacionalmente, por Sus heridas hemos sido sanadas, la sanidad que necesitamos se hace real. Cristo es nuestro Sanador quien fue herido. Para aquellas que se encuentran en medio de la tempestad, Él es aquel que se pone de pie y manda callar las olas y le habla a la tormenta para que se calme. Así que en este salmo podemos ver la esperanza del evangelio, la esperanza de Cristo para cada mujer en cada etapa y circunstancia de la vida, pues su vida está anclada en Cristo.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado mostrando cómo puedes estar segura en las intensas dificultades de la vida. Todas experimentamos angustia y momentos difíciles, pero debemos saber que Dios provee una paz asombrosa en medio de la tormenta.
Aquí en Aviva Nuestros Corazones hemos escuchado de muchas mujeres que han visto la fidelidad de Dios en sus vidas, a través de Su Palabra. Una seguidora del ministerio nos compartió su testimonio en Mujer Verdadera 2023. Aquí está el relato de esta prueba muy dolorosa.
Mujer: Bueno, mi nombre es Yadira Pech, soy de Cozumel Quintana Roo, y hoy 1 de abril celebro la presencia de mis hijos en la casa de su Padre.
Mis hijos tuvieron un accidente automovilístico regresando de vacaciones de Semana Santa a la isla. Mis dos únicos hijos fallecieron. Esto fue muy doloroso pero el Señor nunca nos dejó. Puedo dar el testimonio de que fueron hijos que sirvieron al Señor, sé dónde están y eso me da una paz tremenda.
El servir en el pueblo de Dios es esa armadura que Dios puso en nosotros. Es palpable la Palabra de Dios. Esa armadura de ir y llevar el mensaje de salvación, discipular a las personas, eso lo veo como una protección del Señor. No me dio tiempo de ponerme a llorar. Yo tenía que servir en la obra del Señor junto con mi esposo. Seguimos reiterando nuestra devoción, nuestro servicio, al Dios todopoderoso, a Jehová de los ejércitos, a Jesucristo nuestro Salvador y al Espíritu Santo que es el consolador que siempre está en nuestros corazones y que siempre está presente en el momento más preciso. Lo veíamos con nuestros hermanos cuando tuvimos las crisis del duelo, venían nuestros hermanos, nuestros pastores hablaban, nuestros hermanos en la fe nos hablaban…
Mucha gente me pregunta, ¿cómo le haces? Lo único que yo les digo: la Palabra de Dios es poder, es tan poderosa…por eso el día de hoy puedo decir que si no me agarro de esas promesas de Dios, puedo estar derribada.
Pero hoy puedo decir también, estando aquí, en el congreso de Mujer Verdadera, que Dios me trajo porque tenía planes para mí. Puedo decir que la libertad es real, esa libertad a que la muerte no tiene cabida en nosotros. Satanás pensó que nos iba a derribar, pero no, seguimos firmes en la fe.
Débora: Es de mucho gozo escuchar testimonios como este de la fidelidad de Dios en medio de la angustia.
Si hoy te encuentras en una situación difícil, o tal vez, sin que lo sepas, te diriges a una, Dios no quiere que solo resistas y salgas adelante. Él también quiere ayudarte a crecer y crecer espiritualmente.
Donde quiera que vayas…Él irá contigo. Él quiere hacerte fructífera aún en medio de tu angustia y de tu prueba. En Cristo, puedes experimentar libertad, plenitud y abundancia.
Hablaremos sobre esto mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Confiando en Dios en tiempos de angustia, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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