El ejemplo de María, día 2
Annamarie Sauter: ¿A quién te sometes? Con nosotras, el Dr. Russell Moore.
Dr. Russell Moore: La mayoría de las mujeres en nuestras iglesias tienen un problema –principalmente no con el rehusarse a someterse— sino que lo están haciendo indiscriminadamente.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Esta es la época del año en que a muchas de nosotras nos gusta mirar hacia atrás a eventos y cosas significativas que ocurrieron durante el año; cosas que marcan todo lo que seguirá después de ellas. Pueden ser cosas positivas, o pueden ser cosas negativas.
En Aviva Nuestros Corazones estamos en una época del año que determina lo que ocurrirá con el ministerio en los próximos meses.
Como probablemente me has escuchado decir, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio apoyado por nuestros oyentes. Casi la mitad de las …
Annamarie Sauter: ¿A quién te sometes? Con nosotras, el Dr. Russell Moore.
Dr. Russell Moore: La mayoría de las mujeres en nuestras iglesias tienen un problema –principalmente no con el rehusarse a someterse— sino que lo están haciendo indiscriminadamente.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Esta es la época del año en que a muchas de nosotras nos gusta mirar hacia atrás a eventos y cosas significativas que ocurrieron durante el año; cosas que marcan todo lo que seguirá después de ellas. Pueden ser cosas positivas, o pueden ser cosas negativas.
En Aviva Nuestros Corazones estamos en una época del año que determina lo que ocurrirá con el ministerio en los próximos meses.
Como probablemente me has escuchado decir, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio apoyado por nuestros oyentes. Casi la mitad de las donaciones que necesitamos para todo el año llegan durante el mes de diciembre.
Si no alcanzamos el objetivo, vamos a tener que empezar a cortar algunos alcances del ministerio. Es por eso que estamos en medio de uno de esos momentos trascendentales en el año que marcan lo que sucederá después. ¿Podrías ir delante del Señor y orar, y preguntarle cómo podrías ser parte de este momento con nosotros?
El mundo puede estar tambaleándose y la economía por igual, pero Dios es fiel. Él está en su trono.
De manera personal considero mi propia ofrenda a finales de año, quiero ser una mujer que camina por fe. Quiero ser una mujer cuya donación refleje el corazón generoso de Dios. Confío en que ese sea el sentir de tu corazón también; y si al orar Dios te mueve a donar para Aviva Nuestros Corazones, puedes hacerlo a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com o puedes llamarnos al 1-800-569-5959, desde EEUU y Canadá. Asegurate de indicar que tu donación es para el ministerio de alcance hispano.
Años atrás, cuando era una joven que empezaba en el ministerio, me convencí a través del estudio de la Palabra de Dios, de que como mujer, fui llamada para hablar primariamente a las mujeres y que Dios llama a los hombres a las funciones de pastores y ancianos en la iglesia.
Ahora, en esos primeros años, mientras yo creía eso, hubo momentos en que tuve la tentación de sentir resentimiento por eso. Como una joven mujer de veinte y tantos años de edad, creo que había un pequeño sentimiento dentro de mí, de que si yo hubiera nacido hombre, tal vez Dios me hubiera podido utilizar de una manera más significativa para su reino.
Bueno, eso fue hace unos cuantos años, y desde entonces el Señor me ha ayudado a descubrir y a abrazar, y a deleitarme en Su llamado para mi vida, que involucra enseñar Su Palabra a las mujeres. He sido desafiada durante estos años a pensar en una gran cantidad de asuntos prácticos, como:
- ¿Cómo pueden las mujeres servir con mayor efectividad en la iglesia?
- ¿Cuando aceptamos nuestro diseño dado por Dios como mujeres en la iglesia, cómo luce eso?
- ¿Qué significa eso?
Bueno, el Dr. Russell Moore trató algunas de estas preguntas en un mensaje acerca de María de Nazaret. Ayer escuchamos la primera parte de este mensaje práctico. Hoy, a medida que continuamos escuchando, el Dr. Moore va a mostrarnos la vida real, las aplicaciones prácticas de la historia de María.
Russell Moore es presidente de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de los Bautistas del Sur. Él es también autor y blogger. Ahora escuchemos la segunda parte de su mensaje.
Dr. Russell Moore: El problema con la mayoría de las mujeres en nuestras iglesias no es que nuestras mujeres no sean lo suficientemente sumisas. El problema es que la mayoría de las mujeres en nuestras iglesias son demasiado sumisas. Las Escrituras nos llaman a todos los cristianos a someternos en determinadas áreas de la vida.
Los niños se someten a los padres. Los ciudadanos se someten a los gobernantes. Los miembros de la iglesia se someten a los pastores y líderes dentro de la congregación. Las casadas se someten a los esposos. Los esposos se someten a Dios y a otros líderes que Dios ha puesto a su alrededor. La mayoría de las mujeres en nuestras iglesias tienen un problema, principalmente, no con el rechazo a someterse, sino que lo están haciendo indiscriminadamente.
La Biblia en ninguna parte llama a las mujeres a someterse a los hombres en general, sino que dice: «Las casadas estén sometidas a sus propios maridos como al Señor» (Ef. 5:22). Para que María se sometiera a la Palabra de Dios, cuando ella dijo, «hágase conmigo conforme a tu palabra», ella debió negarse a someterse a otro tipo de autoridades.
Herodes le dice: «Entrégame tu hijo para que lo mate». María se niega a someterse a Herodes. Ella se niega a someterse a Satanás. Una vez más, eso es muy diferente a nuestra madre Eva. Cuando un ángel de un tipo diferente llega a nuestra madre Eva y empieza a decirle cómo ella puede desempeñar un papel en la nueva historia que se está escribiendo, ella no hace preguntas, excepto en términos de su propia autoprotección.
«Dios dijo que si comemos de ese fruto vamos a morir».
Satanás le responde:
«Oh, en realidad, ¡no morirás!»
Ella no cuestiona eso. Ella se somete a un poder extraño. Eso es precisamente lo que está pasando con las mujeres nuevas en la fe que vemos venir a Cristo. Las mujeres jóvenes y las niñas están siendo enseñadas en nuestras congregaciones. Muchas de ellas han vivido en un patrón en el que asumen que ser mujer significa ser presa de hombres abusivos.
Si no enseñas un entendimiento bíblico de lo que significa la sumisión, no verás mujeres que están en el poder y avasallando a los hombres, verás mujeres que serán presa de hombres abusivos (esa es la razón por la que Pedro se refiere a las mujeres como vaso más frágil).
Esa es la razón por la que el apóstol Pablo nos advierte sobre el patrón, que tiene lugar dentro de la iglesia, de los hombres que utilizan la autoridad espiritual con el fin de llevar cautivas a las mujeres que están dejando la lujuria; mujeres de voluntad débil. Si no conoces una mujer que ha aprendido y se ha arraigado en la clase de honor que Dios le ha dado a ella como mujer –lo que significa negarse a someterse a los hombres en general, con el fin de someterse a su propio marido y a otras autoridades legítimas– entonces tendrás ese tipo de hombre, que será capaz de hacer esto.
Esto sucede todo el tiempo. Tienes a un hombre que asumirá ciertas características espirituales, precisamente porque él sabe que una mujer verá eso como liderazgo y luego ella seguirá ese liderazgo. Entonces él usa ese tipo de poder con el fin de utilizarla sexualmente o de alguna otra manera.
Ahora, el problema es que si no tienes el tipo de congregación que está dispuesta a hacer frente a ese tipo de hombre, entonces esto sucederá más y más y más. Cuando tienes pastores que simplemente casan esas parejas entre sí, tendrás familias y niños destrozados.
Cuando tienes iglesias que no están dispuestas a identificar y disciplinar esto, tendrás mujeres tamizadas como el trigo. Pero también tienes que trabajar con las mujeres mismas, para mostrarles lo que significa someterse a un esposo y no a los hombres.
Eso quiere decir, que cuando estás enseñando a niñas –ya sea en la escuela dominical o en grupos de células o en cualquier ministerio de chicas jóvenes– parte de lo que estás haciendo es que les estás enseñando a someterse a un esposo (si Dios les otorga un esposo en el futuro). Esto significa que a lo largo del camino, ellas se negarán a someterse a otros hombres.
Te niegas a someterte a otros hombres sexualmente, te niegas a someterte a otros hombres en términos de apego emocional, te niegas a someterte a otros hombres en términos de tu valor y tu importancia, en función de cómo los hombreste ven. Tú, en cambio, estás buscando otro tipo de sumisión. Eso tiene que ser reforzado constantemente dentro de la iglesia, o terminarás como una mujer sumisa en todos los sentidos. ¡Y esto es lo que está sucediendo a nuestro alrededor!
¿Por qué es que tienes una situación en la que casi todos los padres me dirán (los que permiten que sus hijos tengan teléfonos celulares; yo no lo permito, pero algunas personas lo hacen), «este muchacho adolescente está constantemente recibiendo mensajes de texto por parte de las niñas»?
Tengo un amigo que dice: «Tengo un niño de trece años de edad que está jugando al fútbol. Hay chicas que vienen y se agrupan alrededor de él. El tipo de cosas que le dicen, el tipo de cosas que le ofrecen, y el tipo de cosas que le envían por Facebook y otras redes sociales es absolutamente inexplicable».
¿Sabes por qué sucede eso? No sucede porque tienes un libido creciente entre la población femenina, sucede porque tienes chicas que ven un valor y una atracción procedente de un reconocimiento por parte de los hombres, y ellas están dispuestas a hacer lo que sea necesario para conseguir ese tipo de reconocimiento y ese tipo de valor.
Nosotros, en cambio, tenemos que estar enseñando y demostrando, no solo el tipo correcto de sumisión espiritual de las esposas que están sometidas a sus esposos, y miembros de la iglesia sometidos a sus líderes, sino también una especie de rechazo de cualquier otro tipo de sumisión.
Eso entonces trae a la realidad cómo es una sumisión genuina. Una vez más, la mayoría de nosotros no tiene una categoría para eso, porque vivimos en el tipo de cultura en la que la sumisión se ve como tiranía, o como discusiones, discusiones y discusiones, o peleas y peleas y peleas, hasta que alguien finalmente gana.
«Me someto a él», como si se tratara de un contrato. «Cada vez que él me ama como Cristo me ama, como Cristo ama a la iglesia, entonces me voy a someter a él». Esto no es un contrato. Pablo está hablando por el Espíritu Santo a las mujeres y él no está diciendo: «Sométanse en las cosas que estén de acuerdo». Eso sería un acuerdo.
Significa someterse en las cosas que estamos en desacuerdo también. Ahora bien, hay un límite para ese tipo de autoridad, así como hay un límite a la autoridad de los gobernantes dentro de un estado. Por lo tanto, tenemos que intervenir y ayudar a las mujeres a no ser sumisas a los esposos que van a hacerles daño o a abusar de ellas o que las llevarán a cometer pecado y violarán su conciencia.
Pero cultivamos, por lo general, un sentido de la sumisión y el honor hacia un esposo porque él es único entre todos los otros hombres que están allí. Ese tipo de sumisión genuina y sincera está en contraste con todo lo que está alrededor.
Cuando se llega al asunto de la modestia en la iglesia, por lo general presentamos el tema de la modestia en términos de la lujuria –y que sin duda es parte de ella. Pero lo vemos simplemente en términos de algún tipo de malicia moral, y que tú debes ser modesta. Bueno, el problema con eso es que eso no es todo.
Cuando una mujer es modesta en su ropa y en la forma en que ella se relaciona con los hombres, ella está mostrando al resto de la congregación lo que significa entregarse solo a su esposo, o a su futuro esposo, o al Señor (si está soltera). Además, ella ve el tipo de liderazgo espiritual que tiene, y ella no utilizará el poder sexual que Dios le ha dado a ella en su feminidad, como un arma para ser ejercida en contra de los hombres en la congregación (en términos de piedras de tropiezo y pecado), o contra las mujeres de la congregación (en términos de piedras de tropiezo de envidia y división).
La modestia es un tipo adecuado de sumisión a la autoridad e incluye el rechazo a someterse a otra autoridad.
Y luego nota, finalmente, que lo que se ve aquí es poder. Cuando María dice: «Hágase conmigo conforme a tu palabra». Vamos a Lucas 4, y vemos que María canta una canción. No es el tipo de canción que era de esperarse viniendo del estereotipo que se tiene de la dulce María, envuelta en su pequeña toalla sobre su cabeza. Esta es una canción guerrera.
Ella empieza a cantar acerca de las promesas de Dios. Ella empieza a cantar acerca de la derrota del enemigo. Ella ve claramente el tipo de poder que Dios le ha dado a ella, porque es a través de una mujer que Dios está llevando a cabo Sus promesas. Lo que significa levantar una nueva generación de mujeres en la iglesia es entender, enseñar y comunicar ese sentimiento de poder femenino y piadoso.
Por lo general, ¿acerca de qué queremos hablar cuando hablamos acerca de las mujeres en la iglesia? Hablamos de lo que las mujeres no pueden hacer en la iglesia. Esa es una cosa importante de hablar. Las Escrituras son muy claras al respecto (1 Timoteo 2 y en otros pasajes), pero esa no es toda la historia. Esa ni siquiera es la historia principal.
El punto es Dios, quien ha creado una humanidad tanto masculina como femenina, y Dios quien dice en Génesis que no es bueno que el hombre esté solo, varón y hembra los creó. Así que dentro de la casa no solo tienes padres. No tienes dos padres solo porque necesitas el doble de esfuerzo. Tienes ambos: la madre y el padre.
Las Escrituras usan el mismo lenguaje de la iglesia como la casa de Dios. Tú necesitas a ambos, madres y padres; necesitas a ambos hermanos y hermanas de la iglesia para llevar a cabo la misión de Cristo.
Hay un poder que Dios ha conferido a la mujer que es único, necesario y esencial para la prosperidad y el florecimiento de la iglesia. Ahora, si no enseñamos cómo es eso y cómo eso únicamente puede ser femenino, entonces terminaremos con un grupo de mujeres que están buscando principalmente protegerse a ellas mismas.
Ellas tratarán de protegerse a sí mismas de diferentes maneras. Se protegerán a sí mismas, ya sea «saliéndose de la foto» y convirtiéndose simplemente en el fondo de la misma para lo que sea que esté pasando con los hombres. O se protegerán a sí mismas con un sarcasmo cruel y tenaz.
Lo puedes ver en nuestra cultura en este momento, y no importa dónde –en el espectro cultural o político. Hay una representación de una mujer en nuestra cultura que llega al poder con un sarcasmo y sentido del humor hiriente a través de una persona pública débil.
¿Por qué se sucede eso? Porque tienes mujeres que se están protegiendo a sí mismas de algo, y con el fin de lograrlo, adoptan esas mismas características que Dios advierte en los hombres, como pelear y levantar las manos unos contra otros. Si no cultivas un sentido correcto de poder en una congregación, las mujeres en tu congregación asumirán otra forma de poder que puede tener consecuencias devastadoras... sobre ellas, espiritualmente, y sobre el resto del cuerpo de Cristo.
En cambio, hay algo único aquí acerca de las mujeres que es un poder que tienen sus raíces, fundamentalmente, en una libertad del miedo. María está en una situación muy difícil. Ella es, dicen las Escrituras, una mujer virgen. Ella es una mujer empobrecida de Medio Oriente del primer siglo, en un contexto en el que la primera respuesta para ella es el abandono.
¿Y qué pasa si eres abandonada por el hombre con quien estás comprometida, en ese contexto? No vas a la escuela nuevamente y obtienes capacitación laboral. Estás absolutamente empobrecida, sin esperanza y sin futuro alguno. Y eso es exactamente lo que sucede cuando María va a José y le dice: «Estoy embarazada». José le respondería igual que cualquier otro hombre en una situación similar. «Esto significa que eres una adúltera», y corta la relación con ella. Pero María sabiendo todo esto (ella no es tonta) dice: «Hágase conmigo conforme a tu palabra».
Existe una razón por la cual Pedro les dice a las mujeres en su primera carta capítulo 3: «Así obedeció Sara a Abraham, llamándolo señor, y vosotras habéis llegado a ser hijas de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún temor» (v. 6). Una de las maneras en que Satanás puede atacar a las mujeres es a través del miedo. Debido a que una mujer es creada para ser dadora de vida, ella tiene todo tipo de formas en que es vulnerable.
Las mujeres casadas, las solteras, en fin, todo tipo de mujeres tienen todo tipo de miedos que pueden estar presentes dentro de una congregación: «No estoy casada y estoy envejeciendo» o «estoy luchando con la infertilidad y me temo que voy a morir sin hijos» o «¿cómo puedo saber que mi esposo no hará lo que mi padre le hizo a mi mamá, y me abandonará?» o «¿cómo me voy a manejar siendo una madre soltera con estos niños y trabajando en dos y tres trabajos y sin tener seguro de salud?»
Hay todo tipo de temores que están presentes en todas partes. Parte de lo que significa ministrarnos los unos a los otros es reforzando entre las mujeres un sentimiento de la protección soberana de Dios, un sentido de la forma en que Dios te conoce. Él te reconoce. Él te está siguiendo. La bondad y la misericordia te están persiguiendo a través del evangelio de manera que seas libre de ese tipo de temor que te hace creer que estás sola.
Marta, la amiga de Jesús, tiene esta reacción cuando ella lo encuentra en el camino después que Lázaro ha muerto. Ella tiene temor, y le dice, «si hubieras estado aquí, él no habría muerto».
Jesús le responde: «¿Crees que él va a permanecer muerto?»
Y ella dice, «no, sé que en el día de la resurrección, él resucitará». Ella está diciendo, «en mi contexto inmediato, todo lo que tengo es una catástrofe. Sé que, a largo, largo, largo, plazo todo va a estar bien».
¿Y qué dice Jesús? «Yo soy la resurrección». Ahora, es fácil decir: «Bueno, eso sería fácil de entender si yo estuviera allí hablando con Jesucristo. Eso desvanecería el miedo en mi vida».
Cada semana, las mujeres de esta congregación se reúnen con el cuerpo de Cristo. Jesús dice: «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mat. 18:20). Cada semana, a través de las Escrituras, Jesús está hablando a las mujeres de la congregación (y a los hombres). Cada semana Jesús alimenta con pan y vino a las mujeres y a los hombres de la congregación, diciendo: «Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado… esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros» (Luc. 22:19-20).
Esto debería darnos una sensación de poder que nos impida recurrir a los juegos de poder satánicos en los que queremos caer. No creo que sea estereotípico, decir que los hombres y las mujeres, debido a los diferentes dones que Dios les ha dado, típicamente caen en patrones «normales» de pecado.
Esta es una de las razones por las que Dios está advirtiendo constantemente a los hombres, «no se peleen ni tengan altercados»... A veces vemos a las mujeres luchar y tener altercados. Una vez asistí a un funeral donde la madre del fallecido y la exesposa del fallecido se metieron en una pelea allí mismo, en el suelo de la funeraria. Tuvieron que llamar a la policía, y hubo órdenes de restricción y todo lo demás.
La mayor parte del tiempo eso no es lo que sucede. Dios normalmente nos advierte en las Escrituras que advirtamos a las mujeres, en particular, sobre ser entrometidas y chismosas. ¿Conoces hombres que son entrometidos y chismosos? Lo ves todo el tiempo. Pero hay algo en ese tipo de relacionalidad fomentada entre las mujeres, que cuando es retorcido y pervertido, puede acarrear chismes, envidias, y el hablar con palabras destructivas.
¿De qué se trata eso? ¡Se trata de poder! «Estoy adquiriendo una sensación de poder, porque sé algo que está sucediendo en la congregación o en la comunidad que tú no sabes, por lo que soy capaz de decirte esas cosas a ti de una manera que incluso podría sonar muy, muy espiritual».
«No has oído esto de mí, y la única razón por la que te estoy diciendo esto es para que ores. . . pero, ¿sabes Carmen lo que escuché…?» Esa es una estrategia de poder. Es una jugada de poder de un tipo de mujer que está amenazada porque ella no ve el tipo de poder que Dios le ha dado en el evangelio, donde Él la está levantando para ser una reina del universo.
Si tú enseñas y discipulas mujeres en la congregación, mujeres solteras, casadas, adultas, jóvenes, en el poder femenino, entonces vas a luchar contra el tipo de poder satánico que entra en juego.
Hay una razón por la que tantas niñas en nuestra cultura y las niñas en nuestras iglesias son esclavas de la anorexia y la bulimia, porque les da una sensación de poder. «Puede que no sea capaz de controlar cualquier otra cosa, pero puedo controlar el tamaño de mi cintura». Esa es una forma satánica de poder.
Hay una razón por la que tantas niñas en nuestra cultura y nuestra comunidad están ejerciendo un tipo de promiscuidad sexual en los hombres a su alrededor; es porque les da una sensación de poder. «Puede que no sea capaz de hacer otra cosa, pero puedo hacer que te vuelvas loco, sexualmente». Esa es una forma satánica del poder.
Cuando estamos evangelizando y discipulando a las mujeres, y cuando estamos poniendo a las mujeres en posiciones de autoridad y liderazgo, lo estamos haciendo con un sentido de poder femenino piadoso. A veces, la gente pensará que la gente como yo –que cree que hay ciertos aspectos de la misión de la iglesia que pertenecen solo a los hombres– de alguna manera eso significa que eres misógino... que no te gustan las mujeres o no crees que las mujeres son competentes.
Una vez estaba hablando en un lugar, y había una mujer pastora en la sala, y a ella no le gustó mi punto de vista. Se levantó durante el tiempo de preguntas y respuestas y dijo: «Hay algunas personas en esta sala que odian a las mujeres y que están tratando de menospreciar a las mujeres». Ella continuó con lo que estaba diciendo. Luego se acercó a mí y me dijo, «estaba hablando de ti».
Entonces le dije: «Lo sé, pero no odio a las mujeres en absoluto».
Y ella dijo: «Pero tú no crees que las mujeres pueden estar en el ministerio».
Y le dije: «Oh, ¡claro que lo creo!»
Ella dijo: «Bueno, tú piensas que todo lo que podemos hacer es solamente enseñar a las mujeres o a los niños».
Le dije: «Bueno, vamos a diagramar esa frase. Todo lo que puedes hacer es enseñar a las mujeres, entonces eso es menos que enseñar a los hombres. Si les enseñas a los hombres, pues estás haciendo algo que es mejor que enseñar a las mujeres. Hay una mujer que odia a las mujeres aquí, pero no soy yo». (Risas) Esa tentación está siempre presente debido a la clase de situación que estamos enfrentando.
La misma mujer me dijo: «Si hubiera venido a ti como una adolescente y te hubiera dicho que Dios me estaba llamando al ministerio, me hubieras dicho que estaba equivocada».
Le dije: «No, no lo habría hecho. Si hubieras venido a mí y me hubieras dicho que Dios te estaba llamando a ser una pastora en una congregación, te habría dicho que estás equivocada, basado en 1 Timoteo capítulo 3. Pero si un joven viene a mí y me dice: «Creo que Dios me está llamando a trabajar en el discipulado individual de las mujeres», le mencionaría Tito 2, y le diría, «estás equivocado acerca del llamado de Dios para tu vida. Tú no estás calificado para hacer el discipulado de las mujeres de Tito 2».
Hay misiones dentro de la iglesia y en el mundo que solo las mujeres pueden hacer. Solo las mujeres pueden cultivar y discipular a la próxima generación de mujeres, de acuerdo a Tito 2. Si no está ocurriendo eso en tu iglesia, no estás llevando a cabo la misión que Jesús ha dado a la iglesia.
Solo las mujeres pueden ir detrás de las líneas enemigas en los países musulmanes y evangelizar a las mujeres islámicas que ni siquiera pueden hablar con los hombres. Hay todo tipo de cosas que no solo las mujeres pueden hacer, sino que solo las mujeres pueden hacer en la iglesia y en el mundo. Él ha dado un sentido de poder mientras Él está cultivando y levantando a las mujeres para que sean las reinas del universo.
Así que cuando estás reflexionando sobre lo que significa tener un ministerio de mujeres en la iglesia y lo que significa evangelizar y discipular a las mujeres, no hay un solo molde. Tienes que decidir: ¿Qué tipo de mujeres ha puesto Dios en nuestra iglesia? ¿Qué tipo de necesidades tenemos? ¿Qué tipo de dones tienen las mujeres en nuestra congregación? Pero también tienes que tomar conciencia de que, «no vamos a simplemente recurrir a los estereotipos, y no vamos a simplemente caer en las acciones y reacciones culturales que están a nuestro alrededor».
Vamos a buscar el tipo de imagen que nuestro Señor alaba y honra en esa adolescente, en un empobrecido lugar de Medio Oriente, a quien Dios dice: «A través de ti, voy a traer al que redimirá al mundo entero».
Y cuando Él dice esto, esta mujer bendecida, honorable, poderosa, sumisa, comienza a cantar canciones de guerra.
Nancy: Bueno, acabamos de escuchar al Dr. Russell Moore, hablando acerca de un tema que es muy cercano y querido a mi corazón: La importancia de las mujeres discipulando otras mujeres. Oro que el Señor levante muchas, muchas mujeres en nuestros días que tengan un corazón que se invierta en las generaciones venideras. Aquellas que van a invertir sus vidas en lo que realmente importa, dondequiera que el Señor las llame.
Cuando Jesús nació, se llevó a cabo gran servicio de adoración. Toda esta experiencia buscaba darle gloria al Dios de las alturas. En la serie a la que daremos inicio mañana, comenzaremos a poner nuestro enfoque en el Señor, en la medida en que se acerca el tiempo en que celebramos la Navidad. Te esperamos mañana para la próxima serie de Aviva Nuestros Corazones.
Annamarie: Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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