El corazón de la compasión
Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss.
Nancy Leigh DeMoss: Dios tiene un corazón para los pobres y los necesitados, y si yo tengo el corazón de Dios, tendré también un corazón para los pobres y los necesitados.
Carmen: Estás escuchando el programa Aviva Nuestros Corazones, con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín. Si una mujer se pasa todo el tiempo trabajando como voluntaria en un refugio de desamparados, ¿eso es bueno, no? Bueno, quizás sí, y quizás no.
Como Nancy explicará hoy, todos hemos recibido un mandato de ayudar a las personas que están pasando por algún sufrimiento y tenemos que sopesar ese mandato en relación a otras prioridades importantes también. Encontremos este balance mientras Nancy continúa en esta serie de Proverbios 31. La hemos titulado “ La mujer contra cultura .”
Nancy: Ahora llegamos al versículo 19 y ya hablamos sobre este cuando …
Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss.
Nancy Leigh DeMoss: Dios tiene un corazón para los pobres y los necesitados, y si yo tengo el corazón de Dios, tendré también un corazón para los pobres y los necesitados.
Carmen: Estás escuchando el programa Aviva Nuestros Corazones, con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín. Si una mujer se pasa todo el tiempo trabajando como voluntaria en un refugio de desamparados, ¿eso es bueno, no? Bueno, quizás sí, y quizás no.
Como Nancy explicará hoy, todos hemos recibido un mandato de ayudar a las personas que están pasando por algún sufrimiento y tenemos que sopesar ese mandato en relación a otras prioridades importantes también. Encontremos este balance mientras Nancy continúa en esta serie de Proverbios 31. La hemos titulado “ La mujer contra cultura .”
Nancy: Ahora llegamos al versículo 19 y ya hablamos sobre este cuando comentamos sobre la mujer que trabajaba con sus manos. Déjenme leerlo de nuevo “Extiende sus manos a la rueca, y sus manos toman el huso.”
Algunas de nosotras, si no lo investigamos primero, quizás ni sabemos lo que es una rueca y un huso ya que no usamos estas cosas hoy en día.
Estamos hablando de una cultura que data de antes de la rueca. Algunas de nosotras posiblemente ni siquiera sepamos lo que es una rueca. Algunas no sabemos ni siquiera lo que es una máquina de coser. Lo que sí conocemos es las tiendas por departamentos…
Lo que hemos visto es que esta es una mujer que desarrolla las habilidades que sean necesarias para llenar las necesidades de su familia, no solo para enriquecimiento personal, sino que ella desarrolla estas habilidades para llenar las necesidades de su familia. Cualesquiera que sean las necesidades de tu familia en esta etapa de tu vida, pídele a Dios que te ayude a desarrollar las habilidades que necesites para proveer para esas necesidades.
Como les mencioné antes, algunas de ustedes las más jóvenes que no tuvieron un modelo a seguir, no aprendieron algunas de las habilidades que eran necesarias... De hecho, aquí hay una mujer mayor que me dijo recientemente, mejor dicho, su esposo fue el que me dijo, que cuando se ellos casaron ella no tenía ni idea de cómo cocinar, pero ella aprendió. Estuve en su hogar para cenar y ella me contó todo esto y hoy ella es una gran cocinera.
Obviamente ella desarrolló algunas habilidades para poder satisfacer las necesidades de su esposo y de sus hijos. Y ahora años más tarde llego yo, una huésped hambrienta, y ella me invita a su casa, me muestra su amable hospitalidad y ministra a mis necesidades, a mí, alguien que no era parte de su familia, y eso fue posible porque ella desarrolló esas habilidades prácticas.
Si tú no sabes o aún no has aprendido, pídele a Dios que te dirija hacia una mujer que pueda enseñarte a desarrollar estas habilidades. Gracias a Dios, hoy tenemos el Internet. Existen clases. Hay tantas maneras disponibles para que las mujeres aprendan a desarrollar habilidades prácticas de domesticidad.
Ahora llegamos al versículo 20, un versículo precioso que nos muestra, como tantos otros de este capítulo, el corazón del Señor Jesús. Hemos mencionado antes, que estamos viendo aquí un retrato de Cristo y en ningún otro lado se ve esto mejor que en el versículo 20 de Proverbios, capítulo 31.
“Extiende su mano al pobre,” dicen las Escrituras, “y alarga sus manos al necesitado.” He aquí una mujer, y esto lo estamos viendo a través de todo este pasaje, que no retiene nada de manera interesada. Ella es una dadora.
Ella tiene sus prioridades en orden. Este es el versículo 20, no es el principio del pasaje. Sus manos fueron usadas primero para ministrar las necesidades de su familia. Pero el pasaje continúa trayendo a la luz esta verdad, ella es una mujer que tiene prioridades.
Ella no ministra las necesidades de los demás antes de ministrar las de su propia familia, pero una vez ha ministrado estas necesidades familiares, a su tiempo, en la etapa adecuada, a medida que Dios provee oportunidades, ella va más allá del círculo de su familia y extiende su mano. Ella extiende sus manos al pobre. Ella extiende sus manos a los necesitados.
Ahora, al ella extender sus manos al pobre y a los necesitados, ella hace buenas obras. Ella hace obras para aquellos que lo necesitan, hacia aquellos que necesitan gracia. Quiero recordarles que, de acuerdo al Nuevo Testamento —y esto es algo que podemos ver a través de toda la Palabra de Dios— que no somos salvos por nuestras buenas obras. Nuestras buenas obras no nos ganan la salvación.
Nunca podremos llegar a hacer suficientes buenas obras y equilibrar la balanza cuando se trata de pecados cometidos en contra de un Dios santo. Así que no importa cuán buena seas, a cuántas personas estés ayudando, cuánto trabajo de voluntaria hagas, nada de eso te garantizará un lugar en el cielo.
Nunca podrás ganarte el favor de Dios, no importa cuan buena seas, y hay personas alrededor de todo el mundo, incluyendo varias religiones y personas que se catalogan de cristianos, que piensan que irán al cielo porque han pasado una vida entera haciendo buenas obras.
Independientemente de cuánto hayas extendido tu mano a los desamparados, si no tienes una relación personal con Jesucristo y no estás confiando en lo que Él hizo en la cruz para tu salvación —tu única esperanza de salvación— podrás vivir una vida entera de buenas obras y aún así pasar una eternidad en el infierno.
Quizás tú dirás, “el lenguaje que usas es fuerte.” Bueno, las Escrituras hablan de esto en Mateo capítulo 7, hablan sobre aquellos que llegarán al final de sus vidas y dirán, “Señor, me debes dejar entrar al cielo. He hecho todas estas buenas obras.” Y Dios les dirá a ellos, a algunos de ellos: “Jamás os conocí; APARTAOS DE MÍ, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD” (versículo 23).
Y es que, si no tenemos una relación salvífica con Jesucristo, entonces todas nuestras “buenas obras” serán en realidad un abominación para Dios. Son realmente vistas como malas obras si provienen de un corazón o de unas manos que no han sido redimidas y hechas justas por la sangre salvadora de Jesucristo.
Pudiera estar ahora mismo hablándole a mujeres que estan llenas de buenas obras. Has vivido tu vida para hacer buenas obras, pero quizás Dios te ha hablado al corazón en esta sesión. Te has dado cuenta de que nunca has nacido de nuevo. Nunca has sido justificada a través de la fe en Jesucristo, reconociendo que son Sus buenas obras y no las nuestras, las que te justifican.
Si ese es el caso, quisiera invitarte ahora mismo a unirte a mi en oración. Y voy a hacer una oración para darte la oportunidad de expresar tu deseo de confiar en Cristo y en Su obra perfecta para salvarte. Inclinemos nuestras cabezas y si esto expresa el deseo de tu corazón, ¿la harías tu propia oración para el Señor?
Oh Padre, sé que no puedo salvarme a mí misma y que todas mis buenas obras nunca me ganarán un lugar en el cielo o una correcta relación contigo. Confieso que he pecado contra Ti y que a pesar de todas mis buenas obras mi corazón no ha estado inclinado hacia Ti sino contra Ti. Soy una pecadora separada de Ti.
Gracias por enviar a Jesucristo a esta tierra. Reconozco que Él es el único que ha podido vivir una vida sin pecado. A través de Su vida sin pecado y de Su muerte en la cruz por los pecadores, reconozco que Él ha hecho provisión para mi, Él ha hecho provisión para yo ser salva, para yo poder ser reconciliada contigo.
Ahora mismo, por fe, dejo de confiar en mis propias buenas obras y en su lugar confío en la justicia de Cristo. Por favor Señor ven a mi vida, Señor Jesús, sálvame de mi pecado y después dame la gracia para hacer las buenas obras para las que tú me has salvado, no por las que tú me has salvado.
Si acabas de hacer esta oración conmigo y si esta oración vino de tu corazón, podrás tener la seguridad que da la Palabra de Dios de que Él te ha salvado y que ahora estás en buenos términos con Dios. Has sido reconciliada con Dios, no por nada bueno que hicieras, sino por Su justicia a tu favor. Ahora cuando Dios te mira, te ve cubierta con la justicia de Cristo, y ahora serás libre, y tendrás la habilidad de hacer las buenas obras para las cuales Él te ha salvado.
Gracias Señor, por una salvación tan grande. Te pido que nosotras, las que hemos experimentado esta salvación, podamos agradecerte a Ti por las buenas obras que hacemos. Te oro esto en el Nombre de Jesús. Amén.
Carmen: Si acabas de orar con Nancy Leigh DeMoss, ¿estarías dispuesta a dar un próximo paso y contactarnos para que podamos apoyarte en tu nuevo caminar de fe? Entra a nuestra página, AvivaNuestrosCorazones.com y tenemos a tu disposición allí una serie de recursos que te ayudarán en tu caminar. También te animamos a escribirnos para dejarnos saber cómo estos mensajes te han inspirado en tu rol de mujer.
Has estado escuchando que las buenas obras que las mujeres hacen, deben ser balanceadas con sus responsabilidades en el hogar. Definitivamente esto no significa que ella debe ignorar las necesidades que hay fuera de su casa. Nancy nos lleva al Nuevo Testamento para ver un ejemplo de una mujer que se dio a sí misma de manera generosa. Continuemos con esta serie La mujer contra-cultura .
Nancy: Uno de mis personajes favoritos en el Nuevo Testamento es una mujer a la que solo se le ha dedicado un párrafo. No sabemos mucho de ella, pero lo que sí sabemos es de mucha inspiración y de un gran reto para mi vida como mujer de Dios.
Su nombre es Tabita, o Dorcas, cuando su nombre es traducido, como nos dice el libro de Hechos capítulo 9. Ella vivía en un pueblo llamado Jope, si quieres busca en tu Biblia en el libro de los Hechos en el capítulo 9, empezando en el versículo 36.
Se nos dice que ella era una discípula. Ella era una seguidora de Cristo y se llamaba Tabita o Dorcas, y esta es la frase que describe a esta mujer: “Ella era rica en obras buenas y de caridad, que hacía continuamente.” (v. 36). Eso es casi todo lo que se nos dice de ella.
Ella era una discípula, era una mujer. No sabemos si ella estaba casada o si era soltera. Quizás era viuda. No sabemos, pero sí sabemos que amaba a Cristo y que expresaba su amor hacia Él haciendo el bien y ayudando a los necesitados. Tenía la reputación de hacer estas cosas. Por esto era que ella era conocida.
En el versículo 37 nos dice que “sucedió que en aquellos días ella se enfermó y murió; y lavado su cuerpo, lo pusieron en un aposento alto. Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres rogándole: No tardes en venir a nosotros” (37-38).
Ahora, esto no significa que ellos llamaban a Pedro cada vez que alguien moría, pero cuando esta mujer murió, ella realmente hizo falta. Aun hasta los hombres fueron enviados a Pedro. Los discípulos supieron que Pedro estaba allí y le enviaron dos hombres para decirle ¡por favor, ven pronto!
Al parecer la vida de muchos había sido afectada debido a la pérdida de esta mujer. ¡Qué reputación! Ella no era un apóstol. Ella no era un predicador. Ella no era un pastor. Dios ha llamado a los hombres a tener estos roles dentro del cuerpo de Cristo.
Ella no era la cabeza de un hogar. El caso es que no sabemos mucho de ella, excepto que era una mujer que siempre estaba haciendo buenas obras y ayudando al necesitado. Cuando esta mujer murió, fue echada de menos. Las personas se vieron afectadas.
¿Cómo serán afectadas las personas cuando tú mueras? ¿Habrá un sentido de crisis porque has venido ayudando a tantas personas y haciendo tanto bien? ¿Te echaran de menos por ser tan compasiva y misericordiosa?
Bueno, Pedro se fue con estos hombres —el versículo 39 del capítulo 9 del libro de los Hechos dice: “Cuando llegó lo llevaron al aposento alto” y ahora escucha esta descripción: “y todas las viudas lo rodearon llorando.” Al parecer, uno de los ministerios de Tabita era el de cuidar a las viudas.
No sabemos que esto era todo lo que ella hacía. Ella también ayudaba a los pobres. Ella hacia el bien. Si tenía familia, sabemos que le hacía bien a ellos también, pero alrededor de Pedro vemos a estas viudas. Estaban “llorando, mostrando todas las túnicas y las ropas que Dorcas había confeccionado para ellas cuando aún vivía.” (versículo 39).
Estaban realmente afectadas. Aparentemente ella no solo había hecho estas obras de caridad. Seguramente tenía un corazón misericordioso ya que ellas estaban aparentemente muy conectadas a ella.
No era solo la ropa lo que extrañarían. Era a la mujer detrás de la ropa, porque vemos que con estas obras de misericordia venía una relación. Había un corazón, había compasión, había ternura; y no creo que estoy leyendo el texto para afirmar esto.
El texto continúa diciendo que, “Pedro, haciendo salir a todos, se arrodilló y oró, y volviéndose al cadáver, dijo: Tabita, levántate. Y ella” —solo en la Biblia pudo esto suceder, y es cierto porque está en la Biblia— “ella abrió los ojos, al ver a Pedro se incorporó. Y él le dio la mano y la levantó; y llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. Y esto se supo en todo Jope, y muchos creyeron en el Señor.” (versículos 40-42).
Por su vida, por su muerte y por su resurrección, Dios usó a esta mujer como su instrumento para traer a muchos a la fe en Cristo. Es cuando nosotras como mujeres vivimos una vida de compasión una vida de generosidad y misericordia hacia aquellos que están en necesidad, que hacemos el Evangelio creíble.
Una cosa es tener predicadores y escritores y presentadores de radio hablando sobre el Evangelio. Pero una cosa muy diferente es tener una mujer en la comunidad que vive el Evangelio, que lo hace visible, que lo hace tangible, que lo hace creíble por sus actos de misericordia y compasión, unido a un corazón misericordioso y compasivo.
En la medida en que hemos estado leyendo y estudiando Proverbios capitulo 31, hemos hablado sobre esta mujer virtuosa, excelente, y vemos en el versículo 20 que “ella extiende su mano al pobre y alarga su mano al necesitado.” Ella es una mujer que practica la misericordia y la compasión.
1 Timoteo, capítulo 5, en los versos 9 y 10, nos dice que cuando una mujer enviuda, siendo mayor, si desea ser cuidada por la iglesia, y es la responsabilidad de la iglesia cuidarla... Si ella desea conectarse y servir dentro de la vida de la iglesia (lo que creo que es el contexto inmediato de 1ra de Timoteo 5), es que si ella desea ser colocada en esa lista de viudas piadosas, hay algunas cosas que deberán haberse dado en su vida antes de haber enviudado.
Ella necesitará haber sido fiel a su esposo y deberá haber sido conocida por sus buenas obras. Si deseas calificar para ser una mujer mayor piadosa, una de las cosas que deben ser ciertas en tu vida es que seas conocida por hacer buenas obras; y luego nos especifica cuáles deberían ser estas buenas obras: “si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos, y si se ha consagrado a toda buena obra.” (versículo 10). Estas son maneras inconfundiblemente femeninas en que podemos hacer el Evangelio creíble.
1 Timoteo capítulo 2, versículos 9 y 10, justamente tres capítulos antes, nos dice que como mujeres debemos adornarnos; y nuestro adorno primordial no debe ser la apariencia externa, sino un corazón que produzca buenas obras. Debemos adornarnos, vestirnos con buenas obras, y cuando lo hagamos así, ¿sabes lo que hacemos? Demostramos la belleza del Evangelio.
Cuando nos adornamos con buenas obras, adornamos el Evangelio por nuestras buenas obras. Aquí estamos viendo una mujer que es un retrato de generosidad, al dar (dar dinero, comida, ropa, cosas). Luego la vemos extender sus manos para darse a ella misma, dar de su tiempo en actividades que requieren de sus dos manos —actividades como cuidar de enfermos, cargar un bebé cuando su mamá tiene sus manos llenas, extender sus manos, cuidar los niños, los ancianos—, usar sus manos para el ministerio.
Susan Hunt afirma que los instintos de una mujer verdadera, santificada la hacen un canal de compasión para los afligidos y los oprimidos. En esto consiste la feminidad. Eso es ser virtuosa. Eso es ser una mujer excelente, es ser un canal de compasión para los afligidos y oprimidos.
Vemos este corazón a través de todas las Escrituras. Deuteronomio capítulo 15 nos dice que “Si hay un menesteroso contigo, uno de tus hermanos, en cualquiera de tus ciudades en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás libremente tu mano, y con generosidad le prestarás lo que le haga falta para cubrir sus necesidades.” (versículos 7-8).
Fíjate, cuando somos dadoras, revelamos el corazón de Dios, y ese quizás sea el único retrato que nuestros vecinos, nuestros amigos, y otros de la comunidad vean de como Dios es verdaderamente. El Salmo 72 nos dice que Dios hará “justicia a los afligidos del pueblo, y salvará a los hijos de los pobres, y aplastará al opresor.” (versículo 4). "Porque él librará al necesitado cuando clame, también al afligido y al que no tiene quien le auxilie. Tendrá compasión del pobre y del necesitado y la vida de los necesitados salvará.” (versículos 12-13).
Dios tiene un corazón para los pobres y necesitados, y si tengo el corazón de Dios, tendré un corazón para el pobre y para el necesitado . Yo cité antes en esta serie un libro maravilloso que descubrí recientemente que fue escrito en 1882 por J.R.Miller. Recientemente ha sido re-impreso. Se llama “Domesticidad” (el título en inglés es Homemaking porque está solo disponible en inglés).
Déjame leerte lo que este pastor dice sobre las mujeres y las obras de compasión. Él dice:
“Una mujer cuyo corazón no es afectado por la enfermedad, el dolor y cuyas manos no corren a llevar alivio cuando ella tiene el poder de hacerlo, carece de uno de los elementos característicos que forman la gloria de la feminidad.”
También dice,
“Algunos hogares no bendicen ninguna otra vida fuera de su propio círculo. Otros están perpetuamente derramando de su dulzura y de su fragancia. El hogar cristiano ideal es una bendición de amplio alcance. Sus puertas siempre están abiertas para recibir a todos los que vengan buscando un techo para refugiarse de las tormentas o para los que buscan consuelo en un momento de dolor o prueba.”
Luego le habla a las mujeres, y esto que sigue pudo muy bien haber sido escrito hoy, porque desde ya puedo oír a las mujeres decir: “No puedo hacer ni una cosa más de las que están en esa lista de mujer virtuosa”. En 1882 este hombre hizo referencia a ese mismo clamor.
Él dijo: “Alguna esposa ya cansada, sus manos llenas con las múltiples tareas y labores de su vida de hogar, puede alegar que ya no le quedan fuerzas para más, o para ofrecer consuelo o ayuda a otros, pero”, continúa él diciendo, “es verdaderamente maravilloso ver cuán ligeras pueden lucir estas cargas adicionales cuando se hacen con amor”.
Carmen: Nancy Leigh DeMoss ha estado citando de un libro clásico titulado “Domesticidad”. Ella volverá en unos momentos para orar. La cita a la que Nancy acaba de hacer referencia dice que nuestros hogares deben estar llenos de dulzura y fragancia. Eso no significa que no habrá niños haciendo desorden o que todo estará en perfecto orden a cada momento del día, pero sí significa que la personalidad general del hogar va a reflejar la paz de Dios y Sus prioridades.
Es difícil vivir de acuerdo a las prioridades bíblicas si estamos corriendo de aquí para allá de una actividad a otra. ¿Será posible que reduzcas la velocidad al menos unos minutos diariamente para evaluar tu propósito como mujer? Asegúrate de que estás llenando el rol que Dios te ha dado durante esta estación de tu vida y que estás llenando ese rol de manera efectiva.
Una manera en que puedes desacelerarte es meditando en estas verdades a través del libro que Nancy escribió, conjuntamente con otras mujeres piadosas, titulado “Atrévete a ser una mujer conforme al plan de Dios” . Este libro te ayudará a poner los fundamentos para ayudarte a entender lo que la Biblia dice sobre la feminidad. También te ayudará a pensar a través de ciertos asuntos prácticos, como lo es la belleza, el sufrimiento y la sumisión a las autoridades puestas por Dios.
Si visitas nuestra página podrás informarte acerca de cómo obtener este libro.
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Nos da mucho que pensar cuando observamos los tiempos difíciles que las generaciones pasadas han tenido que atravesar. Piensa en la perseverancia que demostraron las mujeres que vivieron durante la Gran Depresión o la Segunda Guerra Mundial. Quizás estemos de camino hacia tiempos de sufrimiento en nuestra propia generación; y eso no tiene que ser causa de alarma. Escucharemos sobre esto mañana cuando Nancy describa cómo una mujer sabia se prepara para el futuro. Ahora oremos.
Nancy: Padre, oro que tú nos des corazones llenos de amor, llenos de TU amor porque Tú vives en nosotras. Danos corazones que sean compasivos y tiernos y sensibles y que estén alerta a las necesidades de las personas a nuestro alrededor.
Señor, ayúdanos a reconocer cuando eres Tú quien nos está dirigiendo a estos ministerios de compasión y no a sentir la necesidad de hacer todo lo que necesita ser hecho, a llenar todas las necesidades de todas las personas, sino a buscarte a TI y a saber cuando Tú nos pones en el corazón que es tiempo de extender nuestras manos para ayudar. Esta es la manera de ayudar a otros. En la medida en que somos obedientes y sensibles a Tu Espíritu, sabremos cuáles son las necesidades a nuestro alrededor que debemos atender.
Padre, danos el corazón de Jesús, quien tomó niños entre sus brazos y tomó a los enfermos, a los débiles y necesitados y les extendió Sus manos. De hecho, Tú extendiste tus manos a nosotras cuando éramos pobres y necesitadas, cuando no podíamos ayudarnos a nosotras mismas; ayúdanos a extender a otros la misma misericordia, la bondad, la gracia que Tú has derramado sobre nosotras. Oro en el Nombre de Jesús. Amén
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