El arma de una mujer
Débora: ¿Sabías que siempre llevas un arma contigo?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Una mujer tiene un arma que es tan fuerte e incluso más fuerte que la que tienen los hombres en su fuerza física. Es esta pequeña cosa llamada la lengua, que está unida al corazón.
Lo que está en el corazón sale a través de la lengua y tiene la capacidad de dominar absolutamente a cualquier hombre.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 8 de marzo de 2024.
¿Cómo has estado usando las poderosas herramientas que Dios te ha dado? Una mujer sabia usa sus palabras para construir, no para derribar. Esto es algo que estaremos explorando hoy con Nancy.
En muchos lugares alrededor del mundo el día de hoy se celebra el día internacional de la mujer. Así que hoy continuamos con esta serie sobre la …
Débora: ¿Sabías que siempre llevas un arma contigo?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Una mujer tiene un arma que es tan fuerte e incluso más fuerte que la que tienen los hombres en su fuerza física. Es esta pequeña cosa llamada la lengua, que está unida al corazón.
Lo que está en el corazón sale a través de la lengua y tiene la capacidad de dominar absolutamente a cualquier hombre.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 8 de marzo de 2024.
¿Cómo has estado usando las poderosas herramientas que Dios te ha dado? Una mujer sabia usa sus palabras para construir, no para derribar. Esto es algo que estaremos explorando hoy con Nancy.
En muchos lugares alrededor del mundo el día de hoy se celebra el día internacional de la mujer. Así que hoy continuamos con esta serie sobre la feminidad virtuosa, y la vida de una mujer discreta que ama a Dios. Este es el último episodio de la serie Conviértete en una mujer discreta.
Nancy: Hemos estado viendo un retrato de una mujer necia como se nos presenta en el capítulo 7 del libro de Proverbios. Quiero comenzar leyendo en el versículo 21 para que veamos cómo esta mujer necia ha seducido y atrapado a un joven insensato, un hombre que no es su marido.
Su esposo está lejos en un viaje de negocios y ella ha ido detrás de este joven. Ella lo ha atraído a su trampa. El versículo 21 nos muestra cómo lo atrae.
«Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros (con sus palabras suaves). Al instante la sigue, como va el buey al matadero, o como uno en grillos al castigo de un necio, hasta que una flecha le traspasa el hígado; como el ave que se precipita en la trampa, y no sabe que esto le costará la vida» (vv. 21-23).
Y luego este escritor dice:
«Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y prestad atención a las palabras de mi boca» (v. 24).
Él está diciendo, «escuchen». Es verdaderamente importante que presten atención.
«No se desvíe tu corazón hacia sus caminos, no te extravíes en sus sendas. Porque muchas son las víctimas derribadas por ella, y numerosos los que ha matado. Su casa es el camino al Seol, que desciende a las cámaras de la muerte» (vv. 25-27).
Vemos en el versículo 21, como vimos primero en el versículo 5 cuando describimos a esta mujer, que ella usa su hablar, sus palabras para seducirlo. «Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros».
Generalmente no pensamos en las mujeres forzando a los hombres. A veces pensamos en los hombres forzando a las mujeres en el sentido físico.
Pero una mujer tiene un arma que es tan fuerte e incluso más fuerte que la que tienen los hombres en su fuerza física. Es esta pequeña cosa llamada la lengua, que está unida al corazón.
Lo que está en el corazón sale a través de la lengua y tiene la capacidad de dominar absolutamente a cualquier hombre.
Cuando leo este versículo, no puedo evitar pensar en otra mujer en el Antiguo Testamento; su nombre es Dalila. Sabemos como ella sedujo a Sansón.
Aquí se habla de la mujer necia que con sus palabras persuasivas provoca que este hombre ceda. Ella simplemente domina a este hombre con la persistencia de sus palabras. Ella logra que él ceda ante lo que sea que ella quiera.
Se habla de palabras suaves aquí. Ese es un punto convincente para mí cuando examinamos nuestros propios corazones y decimos: «Señor, ¿hay alguna característica de esta mujer necia e insensata en mi vida?»
Aquí habla de las «muchas» palabras persuasivas. Ese es un punto de convicción para mí a medida que examinamos nuestros propios corazones y le preguntamos al Señor, ¿hay características de esta mujer necia en mi vida?»
Esta mujer habla mucho. Proverbios nos dice que en la multitud de palabras no falta pecado. Cuando hablamos mucho, vamos a pecar. Mujeres, esto es algo que necesitamos pedirle a Dios, que escudriñe, que examine nuestros corazones y nos muestre; «¿somos mujeres que hablamos demasiado, que decimos todo lo que pensamos? Lo decimos todo, quiero decir, incluso las cosas buenas.
Ese es uno de los peligros, por cierto, de ser una maestra de la Palabra para otros. Hablas mucho. Una de las cosas por las que oro frecuentemente antes de enseñar la Palabra es la oración que se encuentra en el Salmo 19:14: «Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Señor, roca mía y redentor mío».
Y le oro al Señor y le digo: «Oh, Señor, yo sé que voy a estar hablando mucho hoy. Ayúdame a no pecar con mis labios. Que mis palabras sean veraces y puras. Guarda mi lengua». La forma como hacemos esto es guardando nuestros corazones.
Esta mujer de Proverbios 7 dice que «con sus muchas palabras persuasivas ella lo hizo ceder». Ella lo sedujo con sus palabras suaves, como dicen algunas de sus traducciones. El poder de las palabras para usar adulación, palabras coquetas, palabras audaces, palabras seductoras para manipular a un hombre y lograr que haga lo que quieres que haga.
Por cierto, también puedes usar esto contra tu esposo. No es solo en el contexto de las relaciones inmorales. Con palabras persuasivas puedes hacer que tu esposo tome decisiones que no son las que Dios quiere que tome.
Así que antes de hablar necesitamos asegurarnos que hemos venido delante del Señor y le hemos preguntado:
- ¿Es esto lo que Tú quieres que yo diga?
- ¿Son estas las palabras correctas?
- ¿Es este el momento adecuado?
- ¿Tengo el espíritu correcto para decir estas palabras?
- ¿He hablado demasiado y es tiempo de que esté en silencio?
El contraste de esta mujer necia puede verse en Proverbios 31 con la mujer virtuosa. Me encanta ese versículo, el versículo 26, donde dice que ella «abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua».
Tantas veces le pido al Señor al comenzar un día en el que sé que voy a estar interactuando con personas en conversaciones y discusiones y le digo, «Señor, permite que las palabras de mi boca sean llenas de bondad y sabiduría». Si no es amable y no es sabio, no lo digas.
Creo que a veces los hombres simplemente se cansan de oírnos hablar y hablar, y ceden. Si vamos a insistir en hablar y hablar y hablar, puede que ellos cedan solo para que dejemos de hablar.
Por eso es que ya sea en tu matrimonio o en relaciones con otros hombres, si quieres ser una mujer sabia, pídele a Dios que te dé un corazón sabio y bondadoso que se exprese en palabras sabias y llenas de bondad.
Pregúntate, «¿estoy hablando tan amablemente a los de mi casa, como les hablo a aquellos en el trabajo, en la iglesia, a otras mujeres y a otros hombres?» ¿No deberían nuestras palabras más amables estar reservadas para aquellos que están más cerca de nosotras?
Sin embargo, muy frecuentemente son ellos de los que nos aprovechamos. Esas palabras que son como golpes de espada, como dice Proverbios, pueden ser mortales.
Bueno, en el versículo 26 se nos dice que esta mujer necia ha derribado a muchos y «numerosos son los que ha matado».
Este es uno de los versículos más aleccionadores de mi propia vida mientras he tratado convertirme en una mujer sabia. Hace años, cuando era una adolescente, Dios comenzó a imprimir en mi corazón que mi vida, por más que quisiera buscar a Dios y ser una mujer sabia, podía ser el medio por el cual no uno, no pocos, sino muchos hombres podrían ser derribados.
Habla de dos tipos de hombres que pueden ser derribados por este tipo de mujeres necias, el hombre herido y el hombre fuerte. Los hombres a menudo se encuentran en una de estas dos categorías.
Un hombre herido es aquel que ha sido afectado de alguna manera. Él es emocionalmente vulnerable, frágil o débil. Y esta mujer necia viene a su vida y lo derriba.
O también pudiera ser un hombre fuerte. Él puede ser un hombre que es espiritualmente fuerte pero luego de una gran victoria espiritual se hace vulnerable al orgullo. Y en ese punto, una mujer insensata puede ser la destrucción de ese hombre.
¿Cómo lo derriba? Lo derriba con desánimo o intimidación y lo seduce, en algunos casos, en un sentido inmoral.
Tal vez nunca has estado involucrada en una relación inmoral con un hombre. Puede que no estés en camino hacia una relación inmoral. Pero pregúntate, a medida que piensas en los hombres que conoces, tu esposo, tus hijos, los hombres en tu iglesia, tus compañeros de trabajo, ¿he derribado a esos hombres con mis palabras o con mi espíritu? ¿Los he intimidado o desanimado?
Esos hombres débiles serán más propensos a ser desanimados. Esos hombres fuertes serán fácilmente intimidados. Ahí es que debemos pedirle a Dios que nos haga mujeres sabias.
Nosotras las mujeres derribamos neciamente a los hombres a nuestro alrededor de tantas formas distintas. Creo que una de las formas en que hacemos esto en nuestra cultura es usando chistes acerca de los hombres. Hoy en día es correcto que las mujeres hagan comentarios despectivos sobre los hombres.
¿Podría pedirte…no, rogarte…? No seas una de esas mujeres que habla de esa forma. No es apropiado. Las Escrituras dicen que la mujer es la gloria del hombre. Cuando nosotras las mujeres hacemos comentarios chistosos o ligeros o despectivos sobre los hombres en general, o que Dios no lo permita, de tu esposo en particular, nos convertimos en causa de desaliento; es una forma de castrarlos, de debilitarlos, es como si atravesáramos una espada en ese hombre.
Tú dices, «es que mi esposo no es muy hombre. Él no pide las cosas como un hombre. No tiene valentía, no toma iniciativa. Él no es un líder espiritual».
Pregúntate, «¿es posible que yo haya derribado a este hombre…
- comparándolo con otros hombres?
- haciendo comentarios desalentadores?
- haciendo comentarios críticos?
- siempre intentando que él sea algo que no es?
Puede que tu esposo se haya dado por vencido; quizás tiró la toalla hace años porque pensó que nunca podría llenar tus expectativas. Lo has hecho un prisionero de tus expectativas.
Te diré que «si quieres ser una mujer sabia, déjalo ir. Confíalo a Dios y permite que sea Dios que forme a ese hombre».
Y entonces ora mucho y ama mucho. Pero en vez de derribar o destruir como una mujer necia, di, «oh, Señor, yo quiero construir con palabras de amor y de ánimo y gracia». Dios puede usarte para edificar a ese hombre.
Este ha sido un texto muy aleccionador para mí porque una y otra vez, aunque no he estado involucrada en relaciones inmorales como lo estaba esta mujer de Proverbios 7, he visto aspectos de la vida de ella en mí. He sido advertida y prevenida, y creo que todas debemos decir, «Señor, no me dejes ser una mujer necia». Incluso decir, «Señor, en algunos aspectos soy una mujer necia».
Hemos estado pidiéndole a Dios que escudriñe nuestros corazones y nos muestre dónde tenemos características insensatas de forma que podamos arrepentirnos de esa necedad y podamos tener un corazón sabio. Hemos estado contrastando esta mujer necia con la mujer virtuosa de Proverbios 31, que manifiesta el corazón y el espíritu de Cristo en su matrimonio y en sus relaciones.
No solo hemos estado buscando que Dios nos haga mujeres de sabiduría y que nos libre de nuestra necedad, sino también hemos enfatizado la importancia de enseñar estos caminos de Dios a nuestras hijas y a las mujeres más jóvenes.
Tú dices, «no soy una mujer mayor. No puedo estar enseñándoles a mujeres más jóvenes». Una cosa que aprendí de Elisabeth Elliot años atrás, es que todas nosotras somos una mujer mayor para alguien. Las mujeres de hoy no entenderán estos principios automáticamente. Nuestra responsabilidad como mujeres de Dios es vivir estos principios y luego enseñarlos a otras. Primero a tus propios hijos e hijas y luego a otras mujeres, a otras jóvenes e incluso a hombres jóvenes que Dios pueda cruzar en tu camino.
Al llegar al final de Proverbios 7, este capítulo termina con una nota muy seria. Creo que es porque Dios quiere que tomemos todo este concepto muy en serio. Si dejamos que estas características de necedad no se controlen en nuestras vidas o en las vidas de nuestros hijos, Dios quiere que veamos dónde vamos a terminar.
Hablamos en la última sesión sobre esta mujer del versículo 26, la mujer necia, y dice que «porque muchas son las víctimas derribadas por ella, y numerosos los que ha matado».
Luego, el último versículo del capítulo dice que «su casa es el camino al Seol, que desciende a las cámaras de la muerte» (v. 27).
Ese no es un final feliz. Creo que lo que el escritor de Proverbios está diciendo es, «el final de una mujer necia no es un final feliz». Ella puede pensar que tiene una vida feliz, y por un tiempo puede que la tenga. Puede que se divierta siendo necia.
Sí, el pecado puede ser placentero por un tiempo. Pero el escritor aquí en Proverbios está diciendo, «mira hacia adelante al final de la historia y mira a dónde te va a dirigir. Si eres una mujer necia, es aquí donde terminarás y allí arrastrarás a otros contigo».
A fin de cuentas, la mujer necia es mortal. Si tú eres una mujer necia, tú eres una mujer mortal. En cualquier medida que permita la necedad en mi corazón, seré una mujer mortal.
Vemos esto a lo largo de Proverbios no solo en este capítulo. En el capítulo 2 la Escritura dice, «su casa», hablando otra vez sobre esta mujer necia, «su casa se inclina hacia la muerte, y sus senderos hacia los muertos; todos los que a ella van, no vuelven» (vv.18-19). Es una calle sin salida.
El escritor le está advirtiendo a su hijo acerca de este tipo de mujer. ¿Pero no deberíamos nosotras como mujeres tomar esta advertencia para no ser este tipo de mujer?
El capítulo 5 de Proverbios dice, otra vez hablando sobre este tipo de mujer, «sus pies descienden a la muerte, sus pasos conducen al Seol» (v. 5, RV).
Hace algunas semanas recibí un correo electrónico de una amiga que me había escuchado hablar sobre este tema. Ella me escribía para decirme lo que Dios le había estado mostrando sobre su propia vida. En este caso, el hombre que ella destruyó, era su propio esposo.
Ella misma admitió que su corazón nunca estuvo en su hogar durante muchos años de matrimonio. Ella amaba su trabajo. Ella amaba a otras personas. Ella hubiese dicho que amaba a su esposo, pero ahora mirando hacia atrás, ella reconoce que nunca, en más de veintipico de años de matrimonio, realmente llenó sus responsabilidades dadas por Dios como esposa y como madre.
Cuando ella escribió esta nota su matrimonio estaba en un estado de deterioro total. Ahora, quiero decir que Dios está en el proceso de redimir ese matrimonio. Pero es solamente por gracia. Antes de que llegaran a ese punto, esto fue lo que ella me escribió:
Soy el epítome de esa mujer necia que describiste. Una y otra vez desde mi infancia he sido esta mujer necia y adúltera. Ahora puedo ver las consecuencias trágicas que han resultado en mi matrimonio y en mi esposo.
También he sembrado esa semilla de maldad en nuestra preciosa hija. Yo he castrado a mi esposo por mi egoísmo, arrogancia y manipulación expresados en palabras y formas intimidantes.
Cuán terrible, terriblemente herido él está por mi causa. Yo lo he arrastrado al mismo centro del infierno por mis formas pecaminosas y voluntariosas.
Hoy él llevó a la esposa de otro hombre con él a la iglesia. ¿Cómo pude llevar a un hombre tan maravilloso a hacer algo tan detestable ante Dios? Dios ayúdame.
Puedo ver cuán equivocada he estado. Estoy confiando en Su Palabra para recibir sanación, limpieza y restauración de mi vil corazón.
Déjame señalarte algunas cosas de esta nota. Antes que nada, puedes ver claramente que los caminos de una mujer necia se dirigen a la muerte; que el camino de los transgresores, como dice Proverbios, es difícil, no solo para esta mujer sino para su esposo y para otros hombres que caen en la trampa de esta mujer necia.
Las personas que están conscientes de esta situación no habrían sabido que ella era la mujer necia. Sabían lo que estaba haciendo su marido al involucrarse en una relación ilícita y todos asumieron, «esto es cosa de él».
Él era un hombre muy insensato y también tomó algunas decisiones muy malas. Él no puede culpar a su esposa por las decisiones que él tomó.
Pero esta mujer fue lo suficientemente honesta con el Señor para decir, «no es solo él, soy yo. Debo ser responsable por mi necedad y por finalmente haber llevado a este hombre a la destrucción».
Verás, ella no es responsable por las faltas de él. Él es responsable por sus propias faltas. Pero ella es responsable por las faltas de ella.
La forma en que Dios está trayendo misericordia, gracia y restauración a este matrimonio es porque esta esposa, cuando no había evidencias de cambio en su esposo, volvió su corazón al Señor en confesión, humildad, quebrantamiento y arrepentimiento.
A medida que Dios ha hecho un cambio increíble, está provocando un cambio, que es un proceso en el corazón de esta mujer, Dios ha comenzado a moverse simultáneamente en el corazón de su esposo y ha comenzado a retornar su corazón al hogar.
No puedo prometerte que si eres una mujer sabia, tu esposo nunca se apartará de Dios. No puedo prometerte que tu esposo nunca hará acciones insensatas y pecaminosas solo porque tú caminas con Dios.
Pero sí puedo decirte, si eres una mujer necia, tu camino conducirá a la muerte. Puedo decirte que si eres una mujer sabia experimentarás libertad del temor y experimentarás la vida de Cristo en ti, independientemente de las decisiones que tu esposo tome o no tome.
Débora: Hemos escuchado palabras muy importantes de Nancy. Ella regresará para orar por lo que hemos estado escuchando.
Espero que el mensaje de hoy no sea algo que solo escuchas y luego olvidas.
Una oyente que ha sido impactada por las enseñanzas de Nancy, nos contó un poco sobre su historia. Ella nos contó cómo el Señor la llevó de escuchar a aplicar, al abrazar el ministerio de su hogar. Escuchemos.
María: Mi nombre es María, soy argentina y conocí al Señor hace ya casi 20 años. Estoy casada y tenemos mellizos de 4 años. Tengo 47 años.
Un día escuchando una prédica del pastor Sugel, su esposa menciona un ministerio para mujeres que es Aviva Nuestros Corazones, lo cual me sorprendió mucho y me llevó a buscar estas enseñanzas.
Así fue como empezó un proceso de revelación, porque hasta ese momento no me había sido revelado el verdadero llamado para el cual el Señor me trajo a este mundo para servirlo. Yo creía que lo estaba sirviendo y que el llamado era en la profesión, específicamente la psicología, que es lo que yo ejercí por muchos años, y esto lo hacía convencida de que era lo que el Señor esperaba de mí, lo que más esperaba de mí.
Sin embargo, fui entendiendo y sigo recibiendo entendimiento sobre mi lugar en el hogar, el diseño y el llamado del Señor a servirlo a través del servicio a mi esposo y a mis hijos, a través de ser la ayuda idónea que el Señor pretende que yo pueda ejercer para mi esposo, ser su colaboradora; y así como que día a día con Su gracia y con las personas que Él ha puesto como la embajadora en Argentina de Aviva Nuestros Corazones, sigo haciendo, por Su Espíritu, transformaciones, como abrazar completamente este ministerio del hogar, de completamente mi tiempo y mi servicio estar dedicado a mi esposo y a mis hijos.
Algo que no había entendido que era lo más importante que el Señor esperaba de mí, y espera de cada mujer que es llamada a la maternidad y a la familia. Así que hoy le doy gracias al Señor por Su gran misericordia que nunca llega tarde, que a pesar de mis errores trajo entendimiento de Su Palabra, y sigue trayendo, para que pueda ser esa mujer que el Señor espera, que su mayor vocación y lugar de servicio a Él es en el hogar.
Débora: Nos da mucho gozo ver cómo Dios ha ido obrando en tantas vidas por medio de Su verdad. Es muy importante que como mujeres crezcamos en sabiduría y en cómo aplicarla en las diversas áreas de nuestras vidas.
Ahora, Nancy está de regreso para concluir este episodio.
Nancy: Si tan solo pudiéramos tomar un momento para inclinar nuestros corazones delante del Señor… Hemos estudiado estas verdades tan serias acerca de una mujer necia. Nos hemos visto retratadas a veces aquí, y ahora vemos las consecuencias devastadoras que resultan de ser mujeres necias.
Tengo una gran carga en mi corazón de que nosotras como mujeres cristianas nos humillemos y nos arrepintamos de nuestra necedad. Así que a medida que hago esta oración de arrepentimiento y humillación, ¿te unirías a mí en tu corazón si esto es lo que quieres expresarle al Señor?
Oh Señor, solo quiero decirte en mi nombre y en nombre de mis hermanas en nuestra audiencia y junto a otras mujeres cristianas alrededor del mundo, que en muchas formas hemos sido muy necias. Hemos pecado contra ti y contra los hombres que debemos amar, con nuestras palabras, con nuestro comportamiento, con nuestras actitudes y con nuestro espíritu.
Oh Señor, oro que nos perdones por las formas en que hemos sido insensatas y oro por los hombres que hemos arrastrado a la destrucción y conducido a la muerte –a la muerte espiritual, moral y emocional– por causa de nuestra necedad. Oh Dios, por favor ten misericordia de nosotras. Límpianos. Crea en nosotras un corazón nuevo, recto, limpio y sabio. Cámbianos por el poder de Tu Espíritu. Transfórmanos en las mujeres que Tú nos creaste para ser, mujeres llenas con el Espíritu de Cristo, mujeres de virtud. Que nuestras vidas atraigan a que hombres, mujeres, niños y jóvenes puedan decir, «los caminos de Dios son rectos y yo también quiero abrazarlos».
Gracias por escucharnos y limpiarnos, y por fe, usarnos como mujeres sabias de Dios. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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