¿Dónde está Dios en todo esto?, día 1
Annamarie Sauter: ¿Has dudado de la bondad de Dios? Con nosotras Deborah Howard.
Deborah Howard: Dios es bueno. Él es bueno, no puede ser nada más que bueno y misericordioso. Pero por el otro lado, también estamos sufriendo. Entonces, ¿cómo concilias estas dos cosas? Bueno, a través del estudio de las Escrituras aprendes que Dios tiene propósitos en nuestro sufrimiento, y estos propósitos son bendiciones. Son como bendiciones disfrazadas porque quizás ni siquiera las reconocemos como bendiciones hasta algún tiempo después. A veces nunca llegamos a entender cómo estos momentos desgarradores en nuestra vida están realmente destinados para nuestro bien.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy damos inicio a la serie titulada, ¿Dónde está Dios en todo esto? Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Quizás me has escuchado contar la historia de mi hermano menor, David …
Annamarie Sauter: ¿Has dudado de la bondad de Dios? Con nosotras Deborah Howard.
Deborah Howard: Dios es bueno. Él es bueno, no puede ser nada más que bueno y misericordioso. Pero por el otro lado, también estamos sufriendo. Entonces, ¿cómo concilias estas dos cosas? Bueno, a través del estudio de las Escrituras aprendes que Dios tiene propósitos en nuestro sufrimiento, y estos propósitos son bendiciones. Son como bendiciones disfrazadas porque quizás ni siquiera las reconocemos como bendiciones hasta algún tiempo después. A veces nunca llegamos a entender cómo estos momentos desgarradores en nuestra vida están realmente destinados para nuestro bien.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy damos inicio a la serie titulada, ¿Dónde está Dios en todo esto? Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Quizás me has escuchado contar la historia de mi hermano menor, David —el número seis de siete. Él murió en un accidente de automóvil a mediados de los años ochenta a la edad de veintidós años. Sé que muchos que conocían de David, que sabían de su corazón por el Señor y su deseo de servirle en el ministerio, no entendían por qué Dios había escogido a este joven, en ese momento de su vida para llevárselo. Ellos se preguntaban «¿por qué?»
Creo que a todos nos ayudó cuando en el funeral uno de los ministros, reconociendo la realidad de esas preguntas, dijo: «Está bien preguntarle a Dios por qué, siempre y cuando no lo hagas con un puño cerrado sino con un corazón que busca».
Nuestra invitada de hoy en Aviva Nuestros Corazones ha escrito un libro que aborda algunas de las preguntas que surgen en esos momentos en particular. Su libro se llama ¿Dónde está Dios en todo esto? (Disponible en inglés). Aborda preguntas como: ¿Por qué yo? ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Dónde está Dios en todo esto?
Deborah trabaja como enfermera en un hospital para enfermos terminales, por lo que no es ajena al dolor ni al sufrimiento, ni a las preguntas que estos asuntos plantean. Así que Deborah, gracias por estar aquí hoy con nosotras en Aviva Nuestros Corazones para hablar sobre este tema tan difícil.
Deborah: Gracias, Nancy, siempre disfruto estar aquí con ustedes.
Nancy: Y gracias por abordar estas preguntas desafiantes de una manera honesta, sin evitarlas, porque creo que a veces la impresión es que, si eres cristiana, no puedes hacer preguntas como ¿por qué? ¿Dónde está Dios en todo esto?
Deborah: Muchas personas creen que si comparten lo que están pensando, van a ser juzgadas por hacerse preguntas así. O que la gente pensará que no son cristianos si tienen alguna duda. La mayoría de nosotras admitiremos que ha habido momentos en nuestras vidas cuando hemos dudado. Es algo natural.
Lo importante es que Cristo nos lleva a lo largo de esas dudas, se nos revela de maneras nuevas y más claras, y pasamos de las dudas a la fidelidad. Eso es lo que este libro también intenta hacer. Ayudar a las personas a superar las dudas y a crecer en fidelidad.
Nancy: Estamos hablando de personas con todo tipo de problemas. Tratas con asuntos del final de la vida, que sin duda es algo que enfrentaremos todas nosotras. Pero hay otro tipo de situaciones que probablemente tenías en mente mientras escribías este libro.
Deborah: Cuando escribí Sunsets (Puestas de sol, disponible en inglés), mi primer libro, hablé sobre todo acerca de la muerte y el morir. Entonces me di cuenta de que estos mismos principios se aplican a cualquier sufrimiento en nuestras vidas. Cuando muchos pierden su trabajo, se preguntan, «¿por qué? ¿Por qué a mí?» O cuando otros reciben diagnósticos de salud difíciles o terminales, dirán, «¿qué hice para merecer esto?» Enfrentamos tantos problemas en esta vida que nos preguntamos: «¿Dónde está Dios en todo esto?»
Nancy: Empecemos con lo básico aquí. Cuando tú hablas de la soberanía de Dios en el sufrimiento, ¿qué quieres decir con eso? Esa es una palabra teológica grande. Ayúdanos a entender de qué se trata.
Deborah: El término soberanía significa «el dominio, la autoridad es suya, es de Dios». En cierto sentido, Dios es el planificador divino supremo. Todo en nuestras vidas está cuidadosamente entrelazado en un plan que Él tiene para nosotras. Entonces, nada de lo que nos sucede es algo que Dios no haya causado o permitido en nuestras vidas.
Nancy: Asi que Dios no se sienta en el cielo y dice, «¡ups! ¡No puedo creer lo que pasó! ¿Qué vamos a hacer ahora?» No hay pánico en el cielo.
Deborah: Así es. Tú nunca vas a escuchar a Dios decir «¡ups!», porque Él no se equivoca. No comete errores. Ahora, Él es paciente. Muchas veces tenemos problemas con lo que eso significa porque no vemos que se haga justicia a las personas que creemos que la merecen de parte de Dios—castigo, juicio.
Hablamos de la criminalidad, todas las historias horribles, tristes, que escuchamos en las noticias todos los días. Si fuéramos nosotras, nos gustaría ver un resultado diferente. Pero ¿sabes qué? No somos Dios. Sus pensamientos son inmensamente superiores a los nuestros y Él tiene un propósito en lo que Él permite o hace que suceda en este mundo.
Vemos las cosas desde una perspectiva tan limitada. Solo vemos nuestras vidas y cómo el mundo nos afecta. Dios ve las cosas desde una perspectiva eterna, y Él está resolviendo las cosas en Su tiempo y a Su manera. Pero necesitamos entender, como creyentes, que eso tiene un propósito en nuestras vidas.
Nancy: Esa perspectiva eterna es muy importante porque solo podemos ver desde un punto de vista muy finito, limitado. Y desde nuestra perspectiva, a veces parece que Dios realmente está haciendo un desastre.
Deborah: Correcto. No tiene sentido para nosotras. En uno de sus libros, John MacArthur describe la soberanía de Dios sobre todas las cosas que suceden en nuestras vidas como un enorme tapiz. ¿Alguna vez has visto el revés de un tapiz?
Nancy: Parece un desorden.
Deborah: No tiene ningún sentido. No puedes definir la imagen. Solo ves fragmentos de ella, por lo que no tiene ningún sentido.
Nancy: Vemos un montón de hilos y nudos que van en todas las direcciones.
Deborah: Así es. Y vemos muchos hilos sueltos. Vemos solo una pequeña porción. Al ver la parte de atrás estamos viendo solo una pequeña parte, y no tenemos idea de la imagen en él. Pero cuando lo miramos desde la perspectiva de Dios, desde la eternidad hasta la eternidad, se revela, se descubre el tapiz. Y lo miras desde Su perspectiva, viéndolo completamente todo. Y entonces todo tiene sentido. Cada hilo tiene un lugar. En última instancia, a través del estudio de Su Palabra, a través de meditar en Sus promesas para nosotras, empezamos a creer cada vez más, que Dios, como el planificador divino supremo de nuestras vidas tiene todo bajo control, incluso cuando no lo sentimos así.
Nancy: En Aviva Nuestros Corazones recibimos muchas cartas y correos electrónicos de oyentes que comparten con nosotras cosas de su pasado, cosas de las que han sido objeto, cosas que les han hecho a ellas sobre las que no tenían ningún control, y así desahogan sus corazones. Nos cuentan secretos oscuros y profundos que nunca le han dicho a nadie, o que le han dicho a muy pocas personas.
Creo que para algunas, el concepto de que Dios es soberano, que Él está en control, plantea la pregunta: «Si Dios sabe todo esto, si Dios es quien causa o el que permite todo esto, entonces, ¿cómo puede ser Él también bueno para permitir este abuso, esta disfunción familiar, este dolor, esta agonía, este crimen que ha afectado mi vida?» Entonces, hay una especie de disonancia en la mente y el corazón que dice: «Bueno, si Dios está a cargo, ¿qué clase de Dios debe ser para permitir que estas cosas sucedan en mi vida y en las vidas de aquellos a quienes amo?»
Deborah: Hubo un tiempo en mi vida en el que me hice esas preguntas. No podía entender por qué Dios estaba causando o permitiendo algunas cosas. Dios fue muy, muy bondadoso en darme un maestro y mentor. Le dije: «Si Dios está en control de estas cosas, entonces eso me rompe el corazón. No puedo creer que Él me haga esto».
En ese entonces yo era madre soltera. Enseñaba en la escuela dominical. Estaba tratando de dar el diezmo. No tenía dinero y trataba de diezmar. Solo estaba tratando de criar a mis hijos lo mejor posible. Y sin embargo, parecía que solo tomaba decisiones dañinas que me causaban angustia, dolor y sufrimiento. Este maestro, que se llama David Steele, me dijo: «Eres una pobre cristiana ignorante». Y eso me ofendió mucho en el momento, pero lo dijo con tanto amor y tanta compasión que escuché el resto de lo que tenía que decirme.
Él dijo: «Hay tantas cosas que no entiendes acerca de cómo Dios obra en tu vida». Y añadió: «Si trabajas conmigo, te puedo enseñar lo que necesitas entender». Dios me dio la gracia para aceptar su oferta. Empecé a estudiar con él varias veces a la semana. En una ocasión me dijo: «Nunca nadie te ha enseñado cómo pensar bíblicamente, ¿verdad?»
Y yo dije: «¿Es tan obvio?»
«Oh, sí», contestó.
Nancy: Creo que eso pasa con la mayoría de las personas.
Deborah: Le dije, «no, la mayoría de las decisiones que tomo se basan en mi instinto acerca de las cosas».
Y él dijo: «Los sentimientos son dados por Dios. Nuestras emociones son dadas por Dios. Pero pueden llegar a ser perjudiciales para nosotros si permitimos que nos gobiernen en lugar de nosotros gobernarlas. Nuestras mentes deberían prevalecer sobre nuestras emociones, y deberíamos aprender a pensar lógica y bíblicamente en medio de nuestros problemas».
Ese fue el comienzo de un compromiso en mi vida espiritual. Yo era cristiana, pero no entendía muchas cosas. Era solo una bebé. David vio potencial de crecimiento, comenzó a enseñarme y a capacitarme y en un tiempo lo conseguí. Era como si un bombillo se hubiera encendido en mi cabeza.
Trabajé con David por bastante tiempo. Lo acusé de querer que yo fuera un cerebro gigante sin corazón. Y él dijo: «Yo no tengo que trabajar con tu corazón, Deborah. Sé que las emociones están allí. Lo que debo hacer es trabajar con tu mente y enseñarte cómo pensar bíblicamente en medio de tus problemas». Y desde entonces no he cometido esos grandes errores. Ahora pienso lógicamente, y continúo aprendiendo bíblicamente. En lugar de las altas y las bajas y los picos y los valles que yo solía tener, mi vida ha encontrado un equilibrio maravilloso. Dios, por medio de este maestro, hizo una gran obra en mi vida.
Nancy: Pero asumo que eso significa que tus problemas desaparecieron.
Deborah: ¡Oh, no!
Nancy: Todavía eras una madre soltera con dos hijos luchando para llegar a fin de mes.
Deborah: ¡Todos mis problemas desaparecieron como por arte de magia!
Nancy: ¡Ja! No me digas…
Deborah: Bueno no, claro que mis problemas no desaparecieron, pero la forma como los enfrenté mejoró. Ese fue un punto muy importante en mi vida, porque comencé a aplicar las verdades de la Escritura a mi vida. Antes de ese punto sí pensaba que las Escrituras tenían principios, pero que seguramente Dios no esperaba que los aplicáramos a nuestras vidas ahora. Eso sería ridículo, ¿no? Quiero decir, ni siquiera funcionaría, ¿verdad?
Nancy: O pensamos que puede que funcione en el caso de otra persona, pero «no aplica al mío».
Deborah: Exacto. Pero David me hizo entender que no solo es posible aplicar los principios bíblicos a la vida, sino que Dios nos ha ordenado aplicar estos principios a nuestras vidas hoy. Y, sí, son tan relevantes para nosotras hoy como lo fueron en los días bíblicos. Así que fue de gran ayuda para mí llegar a esa conclusión.
Nancy: Permíteme volver atrás por un momento. Cuando comenzaste a caminar por este discipulado, tenías la perspectiva de que si Dios tenía algo que ver con lo que estabas atravesando en este momento, entonces, eso rompería tu corazón. Era difícil para ti entender que Dios permitiera algunas cosas.
Deborah: De hecho, David me pidió que leyera Romanos 8:28, y yo no podía leerlo sin llorar porque pensaba que Dios tenía esa promesa para otras personas, pero no para mí.
Nancy: Cómo «todas las cosas cooperan para bien, para los que aman a Dios…
Deborah: …y son llamados conforme a su propósito». Pensé: «Sí, Él puede hacer que eso obre para bien en otras personas, pero no para mí». En realidad yo tenía mi propia fiesta de autocompasión en ese momento. No fue casualidad que conociera a David. Fue Dios llevándome a ese punto y a la persona que había elegido utilizar para mi santificación.
Nancy: Entonces, ¿qué fue lo que aprendiste que cambió tu perspectiva de Dios y que lo convirtió en un Dios que podías amar y en el que podías confiar, en lugar de un Dios que te rompería el corazón?
Deborah: Dios no hace nada para romper el corazón de nadie. Dios no busca castigarnos de forma cruel. El sufrimiento es por un período corto, y siempre con un propósito, y ese propósito siempre va a dar como resultado Su gloria y bondades para nosotras. Ahora, puede que no seamos capaces de ver inmediatamente lo bueno que viene de nuestros sufrimientos, o tal vez nunca lo veamos. Pero muchas veces Dios es lo suficientemente lleno de gracia como para permitirnos ver lo que ese sufrimiento realmente ha significado para nosotras. Y cuando lo piensas, Nancy, es durante los tiempos de mayor tribulación donde terminas creciendo más espiritualmente. ¿No ha sido esa tu experiencia?
Nancy: Es así, y le decía a alguien esta semana que me gustaría tener el fruto que veo en la vida de las personas que han sufrido mucho y que llegan a ser como Jesús. Hay una sensación de intimidad con Dios y un dulce fruto de justicia. Le dije: «Quiero ese resultado, pero no quiero pasar por lo que ellos pasaron para llegar allí». Pero parece que no hay atajos.
Deborah: No, y a menudo esa es la manera en que Él nos enseña. Queremos vivir vidas que no necesiten fe. Porque si de alguna manera pudiéramos ordenar nuestras vidas en este mundo, nunca permitiríamos que un ser querido muriera, o perdiera el trabajo, o padeciera de cáncer. Yo nunca elegiría esas cosas si estuviera ordenando mi propia vida.
Nancy: Nunca escribiríamos el guión de la manera que Dios lo hace.
Deborah: No, porque yo tendría un final feliz todos los días. Pero lo cierto es que tenemos fe y la tenemos por una razón, y es porque la necesitamos para atravesar las situaciones que enfrentamos en nuestras vidas. No llegan al azar. Están diseñadas para nosotras por un Dios amoroso. Y, sí, eso es muy difícil de conciliar porque sabes que ambas cosas son verdad.
Dios es bueno. Él es bueno, no puede ser nada más que bueno y misericordioso. Pero por el otro lado, también estamos sufriendo. Entonces, ¿cómo concilias estas dos cosas? Bueno, a través del estudio de las Escrituras aprendes que Dios tiene propósitos en nuestro sufrimiento, y estos propósitos son bendiciones. Son como bendiciones disfrazadas porque quizás ni siquiera las reconocemos como bendiciones hasta algún tiempo después. A veces nunca llegamos a entender cómo estos momentos desgarradores en nuestra vida están realmente destinados para nuestro bien.
Nancy: Así que, en realidad, el punto de partida en la búsqueda de los propósitos de Dios en nuestro sufrimiento es reconocer que Él tiene un propósito, que Él no es arbitrario, que Él tiene propósitos en mente, y que Sus propósitos son buenos.
Mientras hablabas, Deborah, dos versículos vinieron a mi mente. Uno de ellos está en Hebreos 5: 8, donde se nos dice que incluso Jesús, aunque Él era el Hijo de Dios, aprendió obediencia a través de lo que padeció. Ahora, Él fue obediente, y pudiéramos entrar en más detalles en cuanto a lo que este versículo significa exactamente, pero hay algo que sucedió en Su vida, como hombre, que fue llevado a cabo a través del sufrimiento.
Tú has hablado de cómo uno de los principales propósitos de Dios en el sufrimiento es conformarnos a la imagen de Cristo. Decimos: «Quiero ser como Jesús», pero queremos llegar allí sin la cruz. Queremos la vida de resurrección sin la cruz. Y como tú has señalado, sin dolor no hay ganancia.
Y luego están esos increíbles versículos en 1 Pedro 4:1-2, y no tenemos tiempo para entrar a profundidad en ellos, pero escucha lo que dicen: «Puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios».
Ahora, admito que hay algo de misterio en estos versículos, pero lo que dice, en resumen, es que hay algo sobre el sufrimiento que es purificante. Está purificándonos. Dios cumple Su propósito en nuestras vidas mediante el sufrimiento, Él trae ciertas cosas a la superficie y trata con pecados en nuestras vidas de los que quizás no estaríamos conscientes—o que pueden estarnos venciendo.
Dios, de alguna manera, usa el sufrimiento para llevarnos a no vivir bajo el dominio de nuestra carne sino a querer hacer la voluntad de Dios más que ninguna otra cosa. Por lo tanto, si ese es nuestro objetivo (ser agradables al Señor, ser como Cristo, ser purificadas del pecado), entonces tenemos que aceptar el sufrimiento como parte del proceso.
Deborah: Ahí es donde entra la confianza. Confiamos en que lo que Él nos ha dicho es verdad, que Sus atributos son reales, y confiamos en eso. Esa confianza nos lleva a través de cualquier tipo de dificultad. A medida que avanzamos en nuestra vida, este período de santificación aumenta. Y recuerda, nunca vamos a llegar. Nunca vamos a encontrar perfección en este mundo. Pero nuestras vidas deben ser un viaje de santificación. A medida que avanzamos en la santificación, nuestra voluntad es conformada cada vez más a la de Él. Como dijiste, el deseo de nuestro corazón es Su corazón y Su voluntad, y queremos lo que eso conlleva, independientemente de la forma en que se manifieste en nuestras vidas. Lo queremos incluso si esto significa que tenemos que experimentar sufrimiento.
Nancy: Y tú, que nos estás escuchando en este momento, puede ser que —a medida que has escuchado esta conversación— el paso que debas tomar ahora al pensar acerca de tu sufrimiento—sea grande o pequeño– sea decir, «Señor, yo confío en ti y en que Tú sabes lo que estás haciendo. Tú no cometes errores, Tú eres bueno y Tú vas a utilizar estas pruebas, estas luchas, estas presiones y problemas en mi vida para llevar a cabo propósitos buenos y santos para Tu gloria y para mi bien».
Si puedes empezar por ahí, entonces comenzarás la aventura de ver a Dios revelar cuáles son Sus propósitos para tu vida.
Annamarie: La bondad de Dios y nuestro sufrimiento. Esto es acerca de lo que Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado conversando con Deborah Howard. Espero que hayas sido animada a enfrentar tus aflicciones presentes —y futuras— con fe y confianza en nuestro buen Dios, aún cuando no entiendas lo que Él está haciendo. No permanezcamos en la duda, clamemos a Dios por fe y confiemos en Él.
Tu sufrimiento actual puede parecer insoportable, pero cuando llegues al hogar eterno tendrás una perspectiva totalmente diferente de tus circunstancias. Deborah Howard te mostrará cómo la eternidad te da esperanza, mañana, en la continuación de su conversación con Nancy.
Deborah: Uno que es común a todo tipo de sufrimiento ya lo mencionaste, y es completar nuestra santificación. Pero también, a través de nuestro sufrimiento llegamos a un lugar donde el sufrimiento mismo nos lleva a Dios, porque nos damos cuenta de que en última instancia no tenemos el control de nada. Dios está en control de nuestras vidas y nos damos cuenta de que Él, como el único que puede hacer una verdadera diferencia en nuestras vidas, es fiel para cumplir las promesas que nos ha hecho.
A través del sufrimiento Dios atrae nuestras almas hacia Él.
Esas cosas ya no serán importantes porque ante Su santidad nuestra fe será purificada y perfeccionada; confiaremos en Él completamente y sabremos que todo lo que trajo a nuestras vidas fue para bien, y eso es algo con lo que en el presente tendremos que luchar.
Annamarie: Confiando en Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Jeremías capítulos 7 al 9.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Considera a Aquel, Jonathan & Sarah Jerez, Periscopio ℗ 2017 Jonathan & Sarah Jerez.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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