Dios hablará
Sarah: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que la forma en que comienzas a escuchar un sermón afectará la forma en que respondes al final.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No esperes a que te hagan la invitación para responder al mensaje. Comienza a responder antes de escuchar el mensaje, incluso antes de saber lo que tu pastor va a decir. Dile a Dios: «Señor, estoy aquí para escuchar y para obedecer. Te rindo mi corazón».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «¡Vamos a la iglesia!», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de abril de 2024.
Sarah: Desde la pandemia del COVID-19, muchas iglesias transmiten el servicio en línea. Eso es algo maravilloso para las personas que no pueden, por la razón que sea, ir a la iglesia de manera personal. Pero también puede convertirse en una alternativa demasiado cómoda para ver …
Sarah: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que la forma en que comienzas a escuchar un sermón afectará la forma en que respondes al final.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No esperes a que te hagan la invitación para responder al mensaje. Comienza a responder antes de escuchar el mensaje, incluso antes de saber lo que tu pastor va a decir. Dile a Dios: «Señor, estoy aquí para escuchar y para obedecer. Te rindo mi corazón».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «¡Vamos a la iglesia!», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de abril de 2024.
Sarah: Desde la pandemia del COVID-19, muchas iglesias transmiten el servicio en línea. Eso es algo maravilloso para las personas que no pueden, por la razón que sea, ir a la iglesia de manera personal. Pero también puede convertirse en una alternativa demasiado cómoda para ver el culto desde casa, en lugar de ser intencional para estar allí físicamente. ¿Eso realmente importa? Bueno, estás a punto de escuchar que sí importa. ¡Descubre por qué! Nancy nos está dando algunos consejos prácticos en esta serie titulada: «Cómo escuchar un sermón». Aquí está Nancy.
Nancy: Un domingo por la mañana, leí una bonita historia sobre un niño que estaba mirando una gran placa que colgaba en el vestíbulo de su iglesia. Su pastor se dio cuenta de que ese niño llevaba mirando esa placa un buen rato. Así que el pastor se acercó, se paró junto a él y le dijo en voz baja: «Buenos días, hijo».
«Buenos días, pastor», le respondió el niño. Todavía estaba concentrado en la placa de la pared. Finalmente, el niño miró al pastor y le preguntó: «Pastor, ¿qué es esto?».
«Bueno», dijo el pastor, «esa es una lista de todas las personas que han muerto en el servicio».
Luego, mientras permanecían juntos mirando la gran placa, el niño finalmente dijo con una voz apenas audible: «¿Qué servicio era, el de las 8: 30 am o el de las 11: 00 am?».
«Todas las personas que murieron en el servicio». Bueno, hay un par de significados diferentes para esa palabra servicio. Hemos estado hablando de cómo aprovechar al máximo la predicación de tu pastor, cómo escuchar un sermón, cómo aprovechar al máximo la iglesia. Creo que para algunas personas el servicio de la iglesia es su siesta semanal. O, a decir verdad, muchas personas sienten que ir a la iglesia es una experiencia aburrida. Tendemos a decir que la razón es que el pastor, o las personas en la plataforma, o las que realizan el servicio, simplemente no son lo suficientemente inteligentes, buenos o entretenidos.
Y tendemos a pensar que la responsabilidad recae sobre ellos. Ahora, parte de la responsabilidad sí recae sobre ellos, pero yo no estoy llamada a enseñar a los predicadores. Fui llamada a compartir la verdad con las mujeres. Cuando nos sentamos en los servicios semana tras semana, debemos darnos cuenta de que a veces el problema puede estar en nosotras. Bueno, estamos hablando de cómo preparar nuestros corazones para aprovechar al máximo la predicación en la iglesia cuando nos reunimos corporativamente para el servicio.
Ayer hablamos de lo que sucede antes de ir a la iglesia durante la semana, cómo preparar nuestros corazones, incluso mientras conducimos hacia la iglesia el domingo por la mañana para llegar con un sentido de anticipación y expectativa de que Dios nos hablará.
Hoy quiero enfocarme en el servicio en sí mismo, cuando nos reunimos para el culto. Y me voy a referir al domingo porque es cuando la mayoría de nosotras nos reunimos para el culto. Puede que lo hagas el sábado, o el domingo por la mañana, o por la noche. Pero muchas de nosotras nos reunimos para el culto los domingos por la mañana; lo llamamos el Día del Señor.
Quiero hablar sobre cómo participar en un servicio y aprovechar al máximo esa experiencia de adoración dominical. En la última sesión, cité a E. M. Bounds, su libro sobre Powerful and Prayerful Pulpits (Púlpitos Poderosos y llenos de Oración, disponible solo en inglés). Él dijo y cito:
«El pensamiento de esperar en Dios, de encontrarnos con Él, debe poseernos. No debemos venir como simples espectadores».
Esas palabras contienen mucha verdad. El pensamiento de esperar en Dios, de encontrarnos con Dios junto con el pueblo de Dios, debería cautivarnos, debería inspirarnos. No debemos venir como simples espectadoras, como: «Bueno, aquí estoy, entreténganme», como si fuéramos a un juego de béisbol, o a ver una película. Esa no es la manera de ir a la iglesia. El congregarnos en la iglesia es algo que debe comprometer activamente todo nuestro ser.
Así que déjame darte algunas sugerencias. Si estás tomando nota, tengo ocho en mi lista aquí. No sé cuántas vamos a mencionar hoy, pero ya veremos.
La número uno es: la participación, y con eso me refiero a que asistas a la iglesia. No obtendrás mucho de la iglesia si no vas. Asiste a la Iglesia. Es importante que tú y yo estemos bajo la proclamación de la Palabra de manera constante.
Yo creo que muchas veces, después de haber realizado una conferencia de fin de semana, un fin de semana hablando, estoy agotada y exhausta. El domingo por la mañana no quiero ir a la iglesia. ¡En realidad no quiero ir a ningún lado! Pero sé que es importante para mí poner mi propio corazón bajo la predicación de la autoridad de la Palabra de Dios.
Yo necesito estar ahí. Tú necesitas estar ahí. Y quizás estés diciendo: «Puedo escuchar el culto en línea o por la radio. Puedo verlo en la televisión». Déjame decirte que yo creo que, bíblicamente, hay algo sobre el valor de la iglesia reunida, el pueblo de Dios reunido para escuchar juntos el ministerio de la Palabra de Dios. Necesitamos la predicación colectiva de la Palabra de Dios, y también necesitas tu tiempo privado en la Palabra. Gracias al Señor por la radio cristiana, la TV cristiana donde se puede escuchar la Palabra. Pero necesitas reunirte con aquellos en tu comunidad de fe para escuchar la predicación de la Palabra.
Bueno, la segunda sugerencia es que llegues a la iglesia lo suficientemente temprano para pasar unos minutos antes del servicio, preparando en silencio tu corazón para la adoración. Ahora, déjame contarte sobre mi costumbre favorita. Pero no voy a hacer una regla bíblica de esto porque no creo que lo sea.
Cuando voy a la iglesia, estoy muy agradecida por las oportunidades de tener comunión con las personas que conozco y amo. Es por eso que me gusta llegar temprano y quedarme hasta tarde si puedo, para tener la oportunidad de relacionarme con las personas de la familia de Dios que solo puedo ver los domingos. Eso es realmente importante para mí. He descubierto, a lo largo de los años, que es muy valioso pasar unos minutos sentada en silencio antes de que comience el servicio. Puede ser mientras suena el piano si lo hacen en tu iglesia; toma unos minutos para estar en silencio, para calmar tu corazón.
Sé que a veces me molesto pongo un poco, lo cual no es bueno cuando estás preparando tu corazón para la adoración, porque todo el mundo está hablando, porque realmente agradezco tener unos minutos en silencio. Te animo a que si puedes, tomes unos minutos para preparar tu corazón.
¿Y qué haces mientras preparas tu corazón? A mí me gusta sentarme y orar para que Dios se mueva en ese servicio, orar para que Él se mueva en el pastor, en su corazón, en mi corazón, en el corazón de otras personas: las personas que están sentadas a mi alrededor, miembros de la familia, amigos. Me encanta este antiguo himno:
Hermanos, nos hemos reunido para alabar
Y adorar al Señor nuestro Dios;
¿Orarás con todas tus fuerzas,
Mientras tratamos de predicar la palabra?
Todo es vano a menos que el Espíritu
Del Santo descienda;
Hermanos, oren y el maná santo
Será derramado por todos lados.1
No vayas a la iglesia para simplemente sentarte y disfrutar de este gran banquete espiritual si no has hecho nada, ni has orado, para preparar tu corazón, y para que el Espíritu de Dios entre en ese lugar. Si conoces el texto del mensaje, y algunas iglesias tienen un boletín donde registran cuál será el tema y el texto del mensaje, entonces puedes sentarte y leer esa Escritura en oración y pedirle a Dios que te hable a través de ese texto.
Recuerdo que hace un tiempo uno de mis sobrinos pequeños (creo que tenía diez años en ese momento) me dijo por teléfono (no recuerdo cómo surgió la conversación), pero me dijo: «Ahora tenemos que ir a la iglesia grande y es difícil escuchar». Bueno, aproveche y le hablé de este tema de orar y de pedirle a Dios que le hablara a su corazón.
Y fue tan hermoso cuando me dijo: «¡Lo hice, tía Nancy, y funcionó!». Bueno, realmente funciona. A veces es difícil escuchar, no solo para los niños pequeños, sino también para nosotros los adultos. Pero cuando oramos y le pedimos a Dios que nos hable, Él nos habla.
Hay un par de himnos antiguos que me encantan en este sentido. Quizás estás familiarizada con ellos. Puede que recuerdes uno que es una oración:
Parte el pan de vida, amado Señor, para mí,
como partiste los panes junto al mar;
Más allá de la página sagrada (la página impresa) te busco, Señor;
¡Mi espíritu anhela por Ti, oh Palabra viva!2
Entonces, a medida que vamos a la Palabra, decimos: «Señor, quiero verte. Quiero conocerte». Luego, otra vez, orar este antiguo himno:
Habla Señor en la quietud,
mientras te espero;
Calla mi corazón para escuchar
En expectación.
Habla, Oh bendito Maestro,
En esta hora tranquila;
Déjame ver Tu rostro, Señor,
Siento Tu toque de poder.
Por las palabras que hablas,
«Son vida, en verdad;
pan vivo del cielo,
Ahora mi espíritu se alimenta».
Todo a Ti te entrego,
no me pertenezco;
Rendición dichosa y alegre
Yo soy solo Tuyo.3
¿Puedes ver la progresión aquí? Si no estás familiarizada con ese himno o no recuerdas las palabras, puedes ir a la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com e imprimir esas palabras, incluso tal vez llevarlas contigo a la iglesia. Puedes leer las palabras de esa oración y hacerlas tuyas este próximo Día del Señor mientras te preparas para el culto en tu iglesia local.
El compositor de ese antiguo himno hace una especie de progresión: «Señor, habla. Estoy expectante. Escucharé las palabras que hablas porque son vida, son pan. Mientras hablas, mi corazón se rinde. Escucharé». Eso es lo que estamos orando: «Señor, mi corazón está rendido a todo lo que digas en este día, a través de Tu siervo en este servicio».
No esperes a que te hagan una invitación para escuchar al Señor, si es que la hacen públicamente en tu iglesia. No esperes a que te hagan la invitación para responder al mensaje. Comienza a responder antes de escuchar el mensaje, incluso antes de escuchar lo que tu pastor va a decir, dile: «Señor, estoy aquí para escuchar y para obedecer. Te rindo mi corazón».
Me encanta ese coro que cantamos en algunas de nuestras iglesias:
Diré sí, Señor, sí, a Tu voluntad y a Tu camino;
Diré sí, Señor, sí, confiaré en Ti y obedeceré.
Cuando Tu Espíritu me hable, con todo mi corazón estaré de acuerdo,
Y mi respuesta será sí, Señor, sí.
Esa debe ser la actitud del corazón cuando te preparas en esos momentos antes de que comience el servicio, rendir tu corazón a lo que Dios diga.
Bueno, como mencionamos antes, no seas una simple espectadora. Participa activamente en cada parte del servicio. Eso significa que cuando llegue el momento de cantar, canta. Puede que no tengas la voz más bonita del mundo. Yo no tengo la voz más bonita del mundo.
Pero tuve un gran ejemplo en mi papá. Él tenía una de las peores voces que he escuchado, ¡no podía entonar una melodía en absoluto! Pero, o él no sabía o no le importaba, no estoy segura de cuál de las dos. Y han pasado décadas desde la última vez que escuche su voz, pero todavía puedo escucharlo cantar como si no importara lo que pensaran los demás. Cuando llegaba el momento de cantar, él cantaba. Porque estaba experimentando y participando en la adoración, respondiendo a Dios.
Y veo en tantas iglesias hoy, que durante el tiempo de adoración hay gente que simplemente está de pie ahí. Incluso tenemos coros en nuestras iglesias, pero no somos un pueblo que canta.Te diré algo: un pueblo avivado es un pueblo que canta. Si quieres ser avivada, empieza a cantar. Participa activamente en cada parte del servicio. Cuando sea el momento de orar, ora. Cuando sea el momento de ofrendar, hazlo.
Hace un tiempo estuve en una iglesia, y un hombre se acercó a recoger la ofrenda y dijo: «Es hora de la ofrenda». Y la gente empezó a aplaudir diciendo: «¡Alabado sea el Señor!». Nunca había escuchado de una ofrenda dada así. Fue hermoso. Esas personas estaban participando en la ofrenda. Decían que eso era parte de la adoración. Estaban todos allí completamente presentes, no como simples espectadores, sino participando activamente.
Ahora, hablemos de la cuarta sugerencia. Si eres de las que tomas notas mientras se predica el sermón: te ayudará si abres tu Biblia y ve leyendo junto con el predicador. Si hace referencia a otros textos y puedes encontrarlos lo suficientemente rápido, búscalos.
No hay nada como tener la Palabra en tus propias manos; algo que por generaciones y siglos los creyentes no pudieron hacer porque no tenían la Palabra impresa, pero nosotras sí. ¡Qué privilegio! Marca tu Biblia. Busca las referencias mientras el predicador está hablando.
Hace un tiempo estuve hablando con una amiga que me contaba sobre una denominación en particular donde ella creció. Ella me dijo: «No llevábamos nuestras Biblias a la iglesia. No necesitabas tu Biblia». Bueno, si estás en ese tipo de iglesia, quizás quieras considerar ir a una iglesia donde necesites tu Biblia. Para mi amiga, esa no era su costumbre. Pero ahora está en una iglesia donde se enseña la Palabra y ella está siendo avivada. Ella está comprendiendo y conociendo la Palabra. Incluso me está diciendo cosas que está aprendiendo, cosas que está escuchando. ¡Es maravilloso!
Mientras vas leyendo las Escrituras durante la predicación, recuerda que cuando las Escrituras hablan, Dios habla. No es solo tu pastor hablando, es Dios hablando. Y creo que de eso hablan las Escrituras cuando dicen que debemos temblar ante la Palabra del Señor.
Una cosa es aburrirte de tu pastor, y otra cosa es estar escuchando la Palabra de Dios, no importa cuán simple o poco elocuente sea predicada. Si Dios viniera aquí en este momento, y con Su voz o Su presencia física hablara, escucharíamos y no nos aburriríamos.
Cuando tu pastor lee la Palabra de Dios, Dios está hablando. Eso fue lo que Pablo les dijo a los tesalonicenses en 1.ª Tesalonicenses 2:13. Él dijo:
«Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creen».
Mientras escuchas el mensaje en el servicio del próximo domingo, piensa: ¡Dios me está hablando a mí! Y amigas, es algo maravilloso que Dios nos hable. Y esa es una de las razones por las que me encanta ir a la iglesia y escuchar las predicaciones.
Cuando visito algunas ciudades, pongo la radio cristiana, pero apenas se puede oír porque la señal puede ser realmente mala y se escucha borrosa. Si hay predicación, aun así me encanta escucharla. Y sé que al decir esto, algunas de ustedes pudieran pensar que soy un poco extraña. Mi papá me decía que yo era así desde que era una niña pequeña. Me encantaba escuchar predicaciones y me encanta escuchar predicaciones.
Y te diré que creo que la razón de eso es porque sé que cuando escucho esa predicación, escucho a Dios hablar a través de Su Palabra. Ese es un privilegio increíble y poderoso. ¡La Palabra cambia vidas, es Dadora de vida, y es poderosa!
Bueno, sugerencia número cinco: escucha atentamente la lectura y la predicación de la Palabra. Sé que todos estos se superponen entre sí, así que no te preocupes demasiado por los números. Me estoy enfocando aquí en la atención. Al escuchar la predicación y la lectura de la Palabra, pon atención. Recuerda que no vienes a escuchar el sermón de un pastor; en última instancia, vienes a escuchar a Dios. Así que escucha atentamente.
Puede que recuerdes en 1.ª Samuel 3, cuando Dios llamó a Samuel en medio de la noche. El Señor vino, y lo llamó como en otras ocasiones: «¡Samuel! ¡Samuel! Y Samuel dijo: Habla, que tu siervo escucha» (v. 10 parafraseado). Eso es prestar atención, estar atenta, estar dispuesta a escuchar; escuchar atentamente.
Y algo que te ayudará, al menos a mí me ayuda a escuchar con atención, si puedes (porque a veces si estás en una iglesia grande, no puedes hacer esto), intenta hacer contacto visual con el pastor. Lo que quiero decir es que trato de mirarlo a la cara, mirarlo a los ojos, para expresar que estoy de acuerdo, y lo afirmo con mis ojos y con mi rostro.
Ahora, eso anima al pastor si él puede verte hacer eso. Quizás te preguntes cómo lo sé. Bueno, no soy pastora, pero he enseñado la Palabra durante tantos años que sé el valor de lo que llamo «caras de afirmación» en la audiencia: personas que las miras y puedes ver que están escuchando.
Cuando estás conversando con alguien, por ejemplo, si la persona con la que estás hablando, solo está parada con una cara de piedra sin moverse, te preguntarías: ¿Está escuchando algo de lo que digo? ¿Está de acuerdo con eso? ¿Le importa? Y me refiero a que cuando tienes una conversación con alguien te involucras visualmente, facialmente, con tus ojos. La predicación es una conversación entre el pastor, la congregación y el Señor. Así que participa visualmente.
Y eso no solo ayuda a la persona que está predicando la Palabra, también te ayuda a ti. Te ayuda a estar alerta, a estar atenta y a mantenerte enfocada para escuchar con atención.
Estaba leyendo un libro mientras me preparaba para la grabación de este episodio. Es un libro clásico sobre avivamiento escrito por Brian Edwards. Él describe algunas de las características del avivamiento. Habla de cómo, en tiempos de avivamiento, la gente está muy atenta a la Palabra de Dios; escuchan atentamente.
Él cita a Robert Murray M’Cheyne, quien fue un gran predicador durante el siglo 19. M’Cheyne habla de cómo la gente estaba muy atenta a la Palabra de Dios. Él dice y cito: «He observado en esos momentos una quietud terrible y sin aliento que impregna la asamblea, cada oyente inclinado hacia adelante en una postura de absorta atención». ¿Puedes imaginarte eso? Personas deseosas, no inquietas, no intranquilas, sino ávidas escuchando la Palabra de Dios.
Jesús dijo en Lucas 8: «Por lo tanto, pongan mucha atención» (v. 18 NVI). Otra traducción dice: «Mirad, pues, cómo oís». Cuida cómo escuchas; escucha atentamente, escucha cuidadosamente.
Luego, escucha con humildad. Escucha humildemente la predicación de la Palabra. Esto es muy importante. No te quedes ahí pensando: ya lo sé, he escuchado esto antes, y entonces te desconectas. Pídele al Señor que lo haga fresco para ti. Si tu corazón es humilde, no estarás sentada evaluando el mensaje o cómo lo transmite el predicador. Dejarás que el mensaje te evalúe a ti. Hay una gran diferencia entre esas dos cosas.
A veces estamos tan ocupadas criticando la forma en que se predica la Palabra, que no logramos evaluar la forma en que escuchamos y respondemos al mensaje. Y quisiera decirles particularmente a aquellas de ustedes que son madres, quiero advertirles seriamente que si alguna vez dejan que sus hijos las escuchen criticar la predicación de la Palabra de Dios, creo que sería un grave error.
¿Quieres que tus hijos crezcan y se aburran con la predicación o critiquen los mensajes? Entonces modela eso para ellos. Si quieres que crezcan amando la Palabra de Dios, escuchando atentamente, y extrayendo enseñanzas de la Palabra de Dios, sin importar cuán poco elocuente pueda ser la predicación, entonces modela un corazón atento y humilde. ¿Qué me está diciendo Dios a través de este mensaje? Escucha humildemente la Palabra de Dios.
Santiago 1 dice: «. . . reciban ustedes con humildad [acepten humildemente] la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas» (v. 21). Escucha con humildad.
Bueno, sugerencia número siete: toma notas del mensaje. Y lo repito, eso no es un absoluto bíblico, pero creo que es una buena sugerencia. Anota las cosas que el Señor te señala y de las que te habla. Resalta los puntos que el Espíritu está aplicando a tu corazón y a tu vida.
Si le has pedido a Dios que te hable, asume que te está hablando. Cuando Él ponga algo en tu corazón con lo que necesites lidiar, o a lo que necesitas responder, o algo que quieras estudiar más a fondo, anótalo. Luego llévate esas notas a casa y podrás revisarlas más tarde y trabajar con ellas.
Y finalmente: no hagas de tu pastor un prisionero de expectativas poco realistas. Hoy en día es un reto ser pastor, porque los pastores en algunas de nuestras iglesias pequeñas, en pueblos pequeños, incluso algunas de nuestras iglesias más grandes, están siendo inevitablemente comparados con estos fascinantes comunicadores en la radio cristiana o en los programas cristianos en la televisión o en las redes. La mayoría de los comunicadores no son pastores de radio o televisión nacional.
Tu pastor no tiene que ser un comunicador fascinante para ser un hombre de Dios eficaz. No debes esperar que lo sea. No debería ser entretenido, o dramático, o contar muchas historias. Solo debe ser un hombre que sea un hombre de Dios, humilde, que ame la Palabra de Dios, que abra la Palabra de Dios y predique su significado.
Algunos de esos predicadores conocidos pueden ser los comunicadores más efectivos e incluso pueden ser los mejores predicando, pero esos predicadores no pueden llevar el peso, la responsabilidad y la carga que tiene el pastor de tu iglesia local, de pastorear tu alma, de estar allí para ti en tu tiempo de necesidad espiritual.
Y eso me recuerda que el poder está en la verdad, no en el mensajero. Ahora, es importante, y lo digo como maestra de la Palabra, es importante que el comunicador tenga manos limpias y un corazón puro, que esté preparado, haber orado y que tenga la unción del Espíritu. Pero si yo pensara que la efectividad y el éxito de Aviva Nuestros Corazones dependiera de mis grandes habilidades de enseñanza, me desanimaría y buscaría otra ocupación.
Hay otras personas mucho mejores que yo. Hay gente que es más entretenida, gente que es más elocuente al hablar. Hay personas que pueden enseñar la Palabra mejor que yo.
Pero Dios no me llamó a ser la mejor comunicadora del planeta. Él me llamó a ser una humilde servidora que toma Su Palabra y la abre al corazón de Su pueblo. Y eso es lo que Dios ha llamado a tu pastor a hacer y a ser. El poder está en la verdad, no en el empaque.
Ojalá pudiéramos escuchar al Apóstol Pablo predicar. ¿No sería maravilloso escuchar cómo eran sus sermones? Pero hay una serie de referencias, particularmente en la carta a los Corintios, que indican que al menos otras personas pensaron que no era un gran predicador. Dijeron que no era tan elocuente, que sus palabras no eran tan fluidas. No lo sabemos, pero aparentemente hablaba con sencillez o firmeza. Había algo en él que hacía que la gente criticara su forma de hablar.
Y Pablo lo sabía. Él era sensible a eso. Así que él dice: «No vine a ustedes con palabras elocuentes o sabiduría elocuente de hombre. Vine a ustedes en el poder del Espíritu Santo de Dios y eso fue lo que cambió sus vidas».
En el libro que mencioné un poco antes, Brian Edwards dice:
«En el avivamiento, las congregaciones no discuten el estilo o la elocuencia de un hombre. De hecho, ni siquiera debaten el contenido. Se mueven a la acción».
Ahora, no estoy sugiriendo que el contenido no sea importante. Lo que estoy tratando de decir es que si el predicador más simple y menos elocuente, abre la Palabra de Dios y la predica, puede ser algo que transforme absolutamente tu vida, si tienes un corazón humilde, si estás escuchando atentamente, si estás dejando que el Señor te hable. Dios te hablará y cambiará tu vida.
Sarah: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará enseguida para orar. Como ella mencionó, si deseas revisar la transcripción de este programa para ver las letras de los himnos o los puntos que mencionó hoy, puedes hacerlo a través de la aplicación Aviva Nuestros Corazones o en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Lo que ella nos enseñó hoy se amplía más en un recurso de Nancy titulado: «¡Vamos a la iglesia!». Puedes considerarlo como una especie de revisión interactiva para los miembros de la iglesia y quienes la dirigen. Así que, si asistes a la iglesia, o si formas parte del liderazgo de tu iglesia, este recurso es para ti. Puedes obtener una copia visitando AvivaNuestrosCorazones.com.
¿Cómo sabes que un servicio de la iglesia ha sido efectivo? ¿Es porque hubo buena música, o una presentación de calidad profesional? Nancy dice que hay un elemento crucial que todo servicio de la iglesia debe tener, y ella nos dirá cuál es, la próxima semana, en Aviva Nuestros Corazones. Aquí está Nancy para cerrar nuestro tiempo.
Nancy: Gracias, Señor, por Tu increíble Palabra. Gracias por los pastores que la proclaman, que están estudiando ahora mismo para predicarnos este próximo Día del Señor. Oro para que abras nuestros oídos, que abras nuestros corazones. Ayúdanos a escuchar y a ser transformadas por Tu verdad y por Tu Palabra.
Que no solo vengamos a la iglesia, nos sentemos y seamos las mismas personas que éramos. Que salgamos transformadas por el poder de Tu Espíritu y el poder de Tu verdad. Oro en el nombre de Jesús, Amén.
Débora: Ayudándote a atesorar la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1 George Atkins
2 Mary Lathbury. «Partid el Pan de Vida».
3 May Grimes. «Habla Señor en la Quietud».
4 Brian Edwards. «Renacimiento»
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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