Dios da fortaleza
Annamarie Sauter: El hecho de que dependamos totalmente del poder de Dios, no significa que Dios no quiera que hagamos algo. Nancy DeMoss de Wolgemuth mira el ejemplo de Josué.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Debemos pelear, pero Dios pelea. Peleamos, pero Dios nos da la victoria. Josué no se sentó a esperar que Dios aniquilara a sus enemigos. Él estaba activamente involucrado en librar esa guerra, en guiar al ejército hacia la batalla, pero él reconocía que la victoria es del Señor.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Alguna vez has llegado a la conclusión de que es mucho más fácil empezar un proyecto que terminarlo? Estás muy emocionada y llena de energía al inicio, pero empiezas a perder el impulso al final. De la misma manera, Josué empezó su mando militar peleando algunas batallas emocionantes y dramáticas, …
Annamarie Sauter: El hecho de que dependamos totalmente del poder de Dios, no significa que Dios no quiera que hagamos algo. Nancy DeMoss de Wolgemuth mira el ejemplo de Josué.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Debemos pelear, pero Dios pelea. Peleamos, pero Dios nos da la victoria. Josué no se sentó a esperar que Dios aniquilara a sus enemigos. Él estaba activamente involucrado en librar esa guerra, en guiar al ejército hacia la batalla, pero él reconocía que la victoria es del Señor.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Alguna vez has llegado a la conclusión de que es mucho más fácil empezar un proyecto que terminarlo? Estás muy emocionada y llena de energía al inicio, pero empiezas a perder el impulso al final. De la misma manera, Josué empezó su mando militar peleando algunas batallas emocionantes y dramáticas, pero al pasar los años, requería resistencia para terminar el trabajo para el cual él fue llamado. Descubramos más acerca de esto, en esta serie titulada, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 11): Librando y ganando batallas espirituales.»
Nancy: Bueno, hemos pasado un buen tiempo en los primeros capítulos de Josué, han sido capítulos emocionantes. Esos son los capítulos que la gente lee a menudo con los que la gente se familiariza. Ahora entramos en el capítulo 10, y desde el 10 hasta casi el final del libro, tenemos un segmento de las Escrituras con el que la gente no está tan familiarizado.
Es más o menos entendible que esto ocurra porque mientras lees estos capítulos, hay muchas listas. Hay muchos detalles, nombres de personas y lugares con los que no estamos familiarizadas. No significan mucho para nosotras, y estas tienden a ser las páginas de la Biblia que se pegan entre sí, especialmente si tienes una Biblia nueva o no estás acostumbrada a leer toda la Biblia.
Hay pasajes que honestamente digo, que tengo la tendencia cuando llego a ellos de leer más rápido o a querer saltarlos, y pensar, bueno es que esto no es muy interesante. No hay mucha trama aquí. No hay mucho drama. Pero realmente si hay mucha trama y hay mucho drama.
Descubrí en estas semanas recientes mientras meditaba en esta porción del libro de Josué, que existen muchos tesoros escondidos en esta porción del libro, toma un poco más de esfuerzo en descubrirlos, pero realmente vale la pena el esfuerzo. Espero que tú también puedas estar de acuerdo conmigo en esto.
Ahora, para dar contexto y hacer un marco de referencia aquí, los primeros 12 capítulos del libro de Josué, son las historias de la entrada a la tierra de Canaán. Ellos tuvieron que cruzar el Jordán del lado este al lado oeste. Dios había prometido que esta sería la tierra. Esto es después de cuarenta años vagando en el desierto, después de los 400 años de esclavitud en Egipto, así que todo esto te da una idea de nuestro entorno hasta el momento.
Esta es la tierra que Dios prometió a los israelitas cientos de años atrás, empezando con Abraham, y ahora la promesa se está haciendo realidad. Esta generación está cosechando las promesas de Dios, viéndolas cumplirse delante de sus propios ojos. Ahora ellos están en Canaán, y estos primeros doce capítulos de Josué, bajo el liderazgo de Josué, relatan la entrada a la tierra y el comienzo de la conquista de forma sistemática, tomando posesión de la tierra. Empezando por la región central donde ellos entraron, luego se dirigieron al sur, y finalmente hacia el norte hasta que toda la tierra quedó en posesión del pueblo de Dios.
Los capítulos del 13 al 21, los que veremos en algunos días a partir de hoy, hablan de la distribución y el asentamiento de la tierra a medida que las tribus toman sus posiciones, encuentran su territorio, y cómo todo esto se lleva a cabo. Tocaremos eso en breve, y luego los últimos tres capítulos del libro, 22, 23 y 24, que forman un tipo de epílogo a medida que vemos la despedida y la partida de Josué.
Lo vemos pasar la batuta a la próxima generación y hoy llegamos al final de la conquista los capítulos del 10 al 12, los cuales son un resumen—el capítulo 10, la conquista del sur de Canaán, el capítulo 11, la conquista del norte de Canaán, el capítulo 12, un resumen de toda la historia, empezando con Moisés tomando la tierra del lado este del Jordán y luego Josué tomando la tierra del lado oeste del Jordán.
En lo que me quiero enfocar en las próximas dos sesiones—y quiero escoger diferentes versículos de este segmento—para ilustrar algunas ideas y principios de los que nos podemos beneficiar de estos capítulos, acerca de nuestra propia vida cristiana y acerca de todo este asunto de la batalla espiritual. Porque estamos en una batalla. Si eres hija de Dios, te has hecho parte de esa batalla, una batalla que está sucediendo entre Dios y Satanás.
Es una batalla cósmica. Porque Satanás odia a Dios. Él quiere hacer todo lo que pueda para destronar a Dios. Satanás está celoso de la autoridad de Dios. Él quiere gobernar donde Dios ha dicho que es Su derecho de gobernar, así que existe todo este conflicto.
Es un conflicto cósmico. Es una batalla que es por generaciones y siglos, y sabemos mientras leemos el Nuevo Testamento que el último capítulo ya ha sido escrito. Lo estamos viendo todo llevarse a cabo.
En la cruz, Satanás fue derrotado, pero él no lo quiere admitir todavía. Él continúa atacando, y una de las cosas que él hace es atacar al pueblo de Dios. Él sabe que cuando el ataca al pueblo de Dios, en realidad está tirándole dardos a Dios mismo.
En estos capítulos, encontramos algunas ideas que nos pueden ayudar mientras estamos atrapadas en ese fuego cruzado, por así decir, de esa batalla, esa guerra entre Dios y Satanás. Ahora, nuestros enemigos se detallan en la Escritura para nuestro conocimiento. Sabemos que uno de nuestros enemigos es Satanás mismo. Él anda como león rugiente buscando a quien devorar.
- Algunas veces él usa ataques frontales
- Algunas veces usa el engaño
- Él viene, como vimos en sesiones anteriores, como un león rugiente y algunas veces como una serpiente engañosa
- Él es mentiroso
- Es un engañador
- Es un destructor
El Nuevo Testamento nos dice que necesitamos estar en guardia contra él. Necesitamos estar alerta. Necesitamos no ser ignorantes de sus conceptos y de sus estrategias sino estar preparadas y equipadas para enfrentarlas, así que está muy claro que tenemos un enemigo en Satanás.
Otro enemigo es el sistema del mundo que está esclavizado a Satanás, es un siervo de Satanás. La forma en la que el mundo piensa con respecto a las cosas y cómo ve la vida y cómo percibe las cosas, todo este sistema de valores del mundo, está diseñado en contra de Dios. Este se convierte en un enemigo para nuestras almas.
Siempre está tratando de halarnos a sus vórtices y de engañarnos y amoldarnos con su manera de pensar y puedes ver esto en la cultura. Lo ves en las revistas, en los programas de televisión, está en todo nuestro entorno. El sistema del mundo, su forma de pensar, es un enemigo de Dios y por lo tanto es un enemigo de nuestras almas.
Luego existe este pequeño problema de nuestra propia carne, ese pecado que mora en nosotras. Ahora, tenemos la presencia de Cristo morando en nosotras, pero existe una batalla entre nuestra carne y el espíritu. Si has sido cristiana por más de tres minutos, estás consciente de que hay una batalla llevándose a cabo. La carne te dice, «hazlo a tu manera», y el espíritu te dice, «ondea la bandera blanca de rendición. Deja que Dios haga Su voluntad».
Así que estos son algunos de nuestros enemigos, ¿y cómo lidiamos con ellos? ¿Cómo podemos enfrentarlos, y cómo podemos ser victoriosas de ese ataque de nuestros enemigos mientras vivimos aquí en esta tierra de Canaán?
Canaán no es el cielo. Canaán es el aquí y ahora en donde hay batallas. Hay enemigos y batallas que debemos librar y conquistar, ¿y cómo podemos hacer esto exitosamente?
Déjame sacar de esta sesión y de la próxima, varios principios que veo en esta parte del libro de Josué. Número uno, necesitamos darnos cuenta de que Dios había prometido dar a Josué y a los israelitas la tierra. Dios les había dado la tierra. Él había dicho, «es de ustedes, es suya», pero los israelitas debían tomar posesión de lo que Dios ya les había dado.
Era de ellos por derecho. En realidad, era de Dios. Pero Dios dijo, «te la estoy dando», pero ellos tenían que hacer una parte, ellos tenían que poseerla. Esto conllevaba esfuerzo. Tomaba tiempo. Requirió guerra. Requirió batallas.
No existen atajos. No podemos tomar posesión de toda nuestra herencia en Cristo si no pasamos por algunas batallas. Un comentarista lo dijo de esta manera, «Dios les concedió derecho al territorio, pero ellos debían tomar posesión de este marchando por todos lados».
Dios nos ha dado una herencia en Cristo. Toda bendición espiritual es nuestra en Cristo de acuerdo a Efesios capítulo 1, pero debemos esforzarnos, trabajar, y luchar en contra de nuestros enemigos, en contra de Satanás en contra de nuestra carne y en contra de este sistema mundano. Debemos esforzarnos para tomar posesión de lo que Dios nos ha dado.
Pienso que esto es como una especie de sorpresa para muchos creyentes que son jóvenes en la fe. Y esto quizás se deba a la forma en que hemos predicado el evangelio en las últimas generaciones, porque les decimos, si tienes una vida dura, «ven a Cristo, ven a Cristo y todas las cosas van a estar bien y vas a ser feliz y vas a ser rica.» Pero ese no es el evangelio de las Escrituras.
El evangelio de las Escrituras es:
- Toma tu cruz
- Ven y sigue a Cristo
- Ven y muere
- Es un llamado a ser un soldado
- Es un llamado a la guerra
Queremos el cielo; queremos la santificación; queremos la corona; queremos alegría y el gozo; queremos plenitud; pero no queremos pasar por el proceso para llegar allí.
Mientras leemos el relato de Josué, vemos que ellos tuvieron que tomar posesión de la tierra entrando y luchando por ella. Ahora, a medida que lo hicieron, ellos no tomaron un enfoque fortuito ni al azar. Ellos tomaron una estrategia y una progresión lógica de paso a paso.
La primera ciudad que conquistaron después de que cruzaron, fue Jericó. La siguiente ciudad fue Hai. Hubo una pequeña dificultad en el camino allí, pero Dios al final les dio la victoria sobre Hai. Luego se enfrentaron contra Gabaón, y luego los vamos a ver en estos capítulos luchando contra la coalición del sur.
Mientras lees estos capítulos, es de mucha ayuda hacerlo con un mapa bíblico delante de ti. Quizás tengas uno detrás de tu Biblia. Quizás no tengas uno con todas las ciudades en él. Puedes encontrarlo en Google. Puedes también encontrarlo en programas de software bíblicos, en un diccionario bíblico o un atlas.
Si puedes seguir estas ciudades y trazar la progresión, verás que es una progresión lógica la que Dios les estaba trazando. No había atajos. Ellos tuvieron que ir de una ciudad a otra, de un rey a otro.
Ahora, en los tiempos que estamos viviendo, nosotras queremos atajos para todo, atajos para la crianza de los hijos. Quieres que tus hijos lleguen al primer grado y que ya sean piadosos. Queremos atajos para nuestra vida personal, aun en nuestro crecimiento espiritual.
Anhelamos que Dios nos de libertad sobre pecados dominantes, sobre patrones y hábitos pecaminosos con los que luchamos en nuestra vida, áreas que debemos conquistar. Por eso hoy en día tenemos esta industria de sacar demonios y de ministerios de liberación y de sanidad, en los que creen en la consagración de una vez y por todas. Pero, ¿saben que? Eso no funciona de esa manera.
Ahora, hay algunos puntos donde Dios puede que nos lleve a una crisis. Puede ser que sea una crisis de fe o una crisis de rendición que nos lleva a movernos hacia adelante de manera significativa, pero en general la vida del cristiano es una vida vivida y peleada y ganada un paso a la vez, un día a la vez, sin atajos, no existe tal cosa como una santificación instantánea, eso no pasa.
Lo que queremos evadir –sea en nuestra propia vida o en la crianza de nuestros hijos o en el ministerio de discipular a otras– es evitar la obra larga, lenta, difícil del crecimiento espiritual, del entrenamiento, de mortificar la carne, de renovar la mente, de aprender a caminar en el espíritu. Es una trayectoria diaria.
Luego vemos como Josué y los israelitas sufrieron algunas derrotas al principio, la derrota en Hai –la razón de esta derrota fue el pecado de Acán y probablemente algunas otras razones, tal vez– la derrota de Gabaón cuando fueron engañados. Pero lo que me encanta de Josué es que él no permitió que estas derrotas lo detuvieran. Él no permitió que lo desviaran de seguir luchando, perseverando.
Sé que hay algunas escuchando este programa que se encuentran en una posición donde han fallado espiritualmente, o han tropezado, o han sufrido un golpe en el camino. La tendencia, quizás, después de una serie de estos eventos, es a desanimarse, a ser derrotada, a querer tirar la toalla. Déjame decirte que no puedes rendirte. Tienes que seguir adelante.
Proverbios dice que el hombre justo cae siete veces pero vuelve a levantarse cada vez. Sigue adelante. Eso fue lo que Josué hizo. Me encanta el hecho de que él siguió caminando aun después de estas derrotas que enfrentaron al principio.
Luego te das cuenta mientras lees estos capítulos, que hay muchas batallas por luchar, muchas batallas, muchos enemigos que vencer si vas a tomar posesión de la tierra. Una vez más, lo que me encanta de Josué es que él no se dejó abrumar por la cantidad de batallas por delante. Él enfrentaba la que tenía en frente.
Mientras se dirigía a Jericó, él no dijo: «Oh, ¿qué haré con respecto a Hai y Gabaón y Jerusalén y Jarmut y Laquis y Eglón y…..?» No, él solo peleó la que estaba enfrente de él, sabiendo que habían muchas más por venir. Esta no es la primera. No es la última. Va a haber otras, pero se trata con la que está adelante de la que está en frente.
Ahora, cada batalla es diferente. En Canaán había terrenos diferentes Había colinas. Había ciudades al pie de las montañas al oeste. Había laderas. Había desierto. Había costas y diferentes ciudades.
De hecho, en Josué capítulo 12, puedes leer un catálogo, una lista, de 31 reyes que debían ser conquistados al oeste del Jordán antes que los israelitas pudieran tomar posesión de la tierra y establecerse en ella. En cada una de esas batallas, hubo diferentes obstáculos que vencer, pero la victoria en cada una era segura.
Dios era suficiente para todo esto. Pienso muchas veces mientras observo diferentes áreas de nuestras vidas, vemos que hay muchas batallas que pelear, y que son diferentes. Que requieren diferentes estrategias, y tienen diferentes disposiciones de la tierra y diferentes enemigos.
La meta de la vida cristiana es traer todas las cosas bajo sujeción a Jesucristo, cada área de mi vida. Cada partícula de esta tierra de mi vida le pertenece a Él, pero para poder llegar a ese punto, tendré que pelear batallas en diferentes frentes.
Hay diferentes fortalezas que necesitan ser vencidas, déjame leerte una breve porción de mi diario personal donde escribí una lista de algunas fortalezas en mi propia vida. Quiero dejar que tú hagas tu propia lista. Pero esta es una lista que vino a mi mente mientras pensaba en los diferentes reyes, las diferentes batallas que Josué tuvo que enfrentar. Y pensé, aquí hay algunas de las batallas con las que yo lucho, algunas de las fortalezas en mi propia vida.
El Señor me ha dado victoria en algunas de ellas. Algunas, a punto de enfrentarlas, pero mirando atrás en los primeros años de mi vida cristiana, puedo ver mucho mal humor, mal temperamento. Esto ha sido una batalla en mi vida.
Ira, falta de dominio propio–es una lucha constante en muchas áreas diferentes en mi vida. Físicamente, mi tiempo, mi lengua, mis emociones. La pereza ha sido un campo de batalla en mi vida, todavía a veces lo es. Rápida para hablar, lenta para escuchar, el amor a que me elogien de las personas, la auto protección, la auto suficiencia, un espíritu independiente, el temor, la incredulidad.
Bueno, ¿cuál es tu lista? Estas son algunas de las mías. Quizás tú digas, «bueno es que yo tengo algunas de las mismas.» Cada una de estas ciudades fortificadas, cada uno de estos reyes, cada uno de estos territorios, necesita ser conquistado en el nombre de Cristo y en el poder de Su Espíritu Santo.
Así que debemos estar activamente envueltas en la batalla, pero necesitamos recordar que mientras caminamos en el Espíritu, mientras buscamos la dirección de Dios para la estrategia, y mientras Lo buscamos y lo obedecemos, Él es quien peleará esas batallas por nosotras.
Ahora, cómo combinas estas dos cosas, el hecho de que tenemos que pelear, pero Dios es quien pelea por nosotras, no sé cómo explicarlo, pero ambas son ciertas. Ves esto a través de la historia de Josué que hubo diferentes batallas, diferentes terrenos, diferentes reyes, y cada uno debía ser peleado.
Esto nos lleva a este punto, que Dios dio diferentes estrategias, diferentes planes para batallas diferentes, y ya hemos visto algunas de ellas. Veremos algunas más, pero aquí hay algo que es constante. Lo que siempre era igual es que ellos no podían ganar la batalla a menos que Dios peleara por ellos y ellos ganaban esa batalla porque Dios peleaba por ellos.
Mientras leemos este relato de la conquista vemos este intercambio entre el esfuerzo de Dios y el esfuerzo humano, y esto es a lo que me estaba refiriendo en estos últimos minutos. Tenemos que pelear, pero Dios pelea. Tenemos que rendirnos. Tenemos que seguir adelante.
Dios no solo dijo, «entra a la tierra, y todos tus enemigos van a caer muertos.» Él dijo, «tienes que ir, y tienes que pelear.» Ahora, algunas veces Dios decía, «lo único que tienes que hacer es caminar alrededor de las murallas.» Pero a veces tenemos como en el relato que leímos no hace mucho de Josué, tenemos que sostener en la mano esa jabalina desde la mañana hasta la noche mientras la batalla continúa. Esa fue una batalla fiera e intensa
Tenemos que pelear, pero Dios pelea. Tenemos que pelear, pero Dios es quien da la victoria. Josué no solo se sentó y esperó a que Dios aniquilara a sus enemigos. Él se involucró activamente peleando en la batalla, liderando a su ejército en la batalla, pero está ese reconocimiento de que la victoria es del Señor.
No peleamos solas. Peleamos siguiendo al Capitán de las huestes del Señor, a quien conocimos al principio de esta serie. Vemos que la mano de Dios estaba activa, soberanamente involucrada y comprometida durante todo el proceso. De principio a fin a través de este libro, puedes ver la mano de Dios.
Déjame leerte un versículo en este pasaje que es un ejemplo de eso. Capítulo 11 versículo 20 dice:
«Porque fue la intención del SEÑOR endurecer el corazón de ellos (los corazones de los reyes enemigos), para que se enfrentaran en batalla con Israel, a fin de que fueran destruidos por completo,... tal como el Señor había ordenado a Moisés.»
Fue obra del Señor. El Señor provocó a estos enemigos a venir en contra de Israel en batalla para que el Señor causara que fueran destruidos y pudiera darle a Su pueblo la tierra.
Cuando las fuerzas malignas se levantan en contra del pueblo de Dios, es natural que nos preguntemos: ¿Dónde está Dios? ¿Se habrá olvidado de esto hoy? ¿Está ausente? ¿Se ha bajado de su trono?
Ahora, no diríamos esto conscientemente, pero es fácil preguntarse dónde está Dios. El ataque mismo puede ser obra de Dios, atrayendo al enemigo al conflicto, haciendo que ellos comiencen la batalla, por así decirlo, para que seamos movidas a ir y encontrar a estos enemigos en el nombre del Señor para la destrucción de ellos.
Vemos la mano soberana de Dios en formas que no podemos explicar pero podemos reconocer que son ciertas. Esto debe fortalecer y animar nuestros corazones en la batalla.
En la próxima sesión, quiero hablar acerca de más puntos que veo en estos capítulos, pero hay algo más que quiero hacer notar el día de hoy, y es que ellos no tomaron posesión en un día. En el capítulo 11, el versículo 18 dice: «Por mucho tiempo Josué estuvo en guerra con todos estos reyes,» por mucho tiempo.
Sabemos a medida que vemos los detalles del libro de Josué, que la conquista tomó 7 años, pero aun así, no había terminado. Ese fue el mayor impulso de la conquista. Una vez que las ciudades más importantes fueron conquistadas y la tierra fue dividida, Dios le dijo a Josué en el capítulo 13 versículo 1, «todavía queda mucha tierra por conquistar.»
Las tribus individuales tenían mucho trabajo por delante para dominar su territorio, la Escritura dice que tomó mucho tiempo. Ellos tuvieron que pelear por mucho tiempo. No tomaron posesión en un día, y no pienses, «bueno, si tan solo pudiera atravesar esta edad tan difícil de la adolescencia o estos años difíciles de los veinte o los treinta o los cuarenta, entonces todo sería más fácil. Entonces podré descansar».
Cuando yo era una adolescente yo solía pensar, ¿qué hacen las personas después de que se hacen piadosas? ¿Qué hacen con el resto de su vida? ¡Qué tonta era yo de pensar así! Ahora que tengo más de cincuenta años y digo, «a veces las batallas son más intensas mientras más años pasan». A veces se vuelven más difíciles.
No existe tal cosa como sentarse y evadir al enemigo hasta que acabemos con esta vida, no esperes que sea fácil. No esperes crecimiento instantáneo, ni victoria instantánea. Hay pecados que nos dominan hay pecados remanentes y asuntos en mi propia vida que han sido un campo de batalla por años. La ira ha sido una por muchos años.
Ahora por la gracia de Dios, puedo decir que no es el problema en mi vida que solía ser años atrás, pero te diré de uno que todavía es un gran enemigo que tengo que enfrentar casi todos los días de mi vida; el dominio propio, y esto sale en diferentes áreas.
Pero luego leo: «Por mucho tiempo Josué estuvo en guerra con todos estos reyes.» Señor, sin importar lo que dure, me comprometo a quedarme en esta batalla a largo plazo, el tiempo que tome para terminar la obra, hasta que Jesús tome posesión de cada rincón y de cada partícula de esta tierra porque todo le pertenece a Él.
Annamarie: Algunas de las batallas que Josué enfrentó fueron retos grandes, historias dramáticas. Otras fueron menos descritas pero requerían más tiempo y energía. Bueno, puede que estés peleando este tipo de batalla prolongada en el día de hoy, y espero que esta enseñanza de Nancy DeMoss de Wolgemuth te haya animado.
Una oyente que estuvo enfrentado algunas batallas compartió con nosotras un poco de la gracia de Dios en su vida.
Mi nombre es Yierca Tarbusco, soy chilena, tengo treinta y cinco años y conocí al Señor el año 2016-2015. Empecé a asistir a una iglesia y partí asistiendo al grupo de mujeres. En el grupo de mujeres nos juntábamos a leer a conversar a tomar un desayuno y una de las chicas me animo a escuchar Aviva Nuestros Corazones, así que así conocí el ministerio.
Y ha sido transformador porque me ha presentado la manera de Dios de una manera amorosa, me ha confrontado con la lejanía que había en mi vida con respecto a los planes que Dios tenía para mí.
Me ha devuelto a mi casa, me ha roto el ídolo del trabajo, me ha hecho amar a mi esposo de una manera verdadera. Se ha afirmado y ha empezado a tener una relación con Dios que ha sido poderosa y transformadora de verdad que sí.
Ha devuelto una madre a sus hijos porque yo estaba alejada de casa. Dios a través de este ministerio ha ordenado mis prioridades; es Dios quien realmente gobierna mi vida y este ministerio me ha mostrado cómo, ese orden de una vida que glorificar al Señor.
Así que soy más feliz que nunca por mi relación con Dios, mi relación con mi esposo y con mis hijos. Señor gracias por eso, gracias al ministerio y gracias a Dios por ustedes que las bendiga mucho.
Gracias Yierca por compartir con nosotras un poco de lo que Dios ha estado haciendo en tu vida.
Podemos caminar contigo a la luz de la Palabra de Dios, y mostrate cómo esta afecta tu vida y cómo se relaciona al mundo, gracias a oyentes que donan al ministerio. Hoy, este programa es una realidad gracias a este grupo de oyentes que han visto a Dios obrar y quieren que el programa continúe en el aire. Tu apoyo –ya sea una ofrenda de un momento o donaciones mensuales, nos ayudan a seguir enseñando a las mujeres la verdad de la Palabra de Dios.
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Nancy: Si esperas que la vida cristiana sea pan comido, si esperas que sea como un picnic de escuela dominical, si esperas que sea libre de batallas, entonces vas a estar decepcionada. Mantén tus ojos en la meta final, date cuenta de que hay un descanso esperándote, esta es la esperanza que se nos ha sido prometida. Aquí en medio de la batalla, podemos descansar en Cristo. Pero todavía hay batallas aquí que pelear hasta que lleguemos al cielo.
Annamarie: Caminando en medio de las batallas, juntas, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
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