Dile no al miedo y sus secuaces
Débora: Cuando Karen Loritts se quedó con el nido vacío, entró en una temporada oscura. Tuvo que hablarse a sí misma con la verdad.
Karen Loritts: Dios dice: «Sométete. Ríndete».
Débora: Es como si se estuviera predicando a sí misma…
Karen: Deja de lado ese orgullo y esa arrogancia de querer saberlo todo.
Débora:…aconsejando su propia alma.
Karen: Resiste al diablo. Resiste la tentación de tener esos momentos de autocompasión todo el tiempo, de creer a esos secuaces del miedo que no eres nada, que cuando tus hijos se van, tu vida termina.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de agosto de 2023.
Hoy comenzamos una nueva serie que se titula: Una resolución de fe, con nuestra querida amiga Karen Loritts. En una serie anterior titulada «Rendición: enfrentando nuestros temores», hablamos sobre el miedo. Y …
Débora: Cuando Karen Loritts se quedó con el nido vacío, entró en una temporada oscura. Tuvo que hablarse a sí misma con la verdad.
Karen Loritts: Dios dice: «Sométete. Ríndete».
Débora: Es como si se estuviera predicando a sí misma…
Karen: Deja de lado ese orgullo y esa arrogancia de querer saberlo todo.
Débora:…aconsejando su propia alma.
Karen: Resiste al diablo. Resiste la tentación de tener esos momentos de autocompasión todo el tiempo, de creer a esos secuaces del miedo que no eres nada, que cuando tus hijos se van, tu vida termina.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de agosto de 2023.
Hoy comenzamos una nueva serie que se titula: Una resolución de fe, con nuestra querida amiga Karen Loritts. En una serie anterior titulada «Rendición: enfrentando nuestros temores», hablamos sobre el miedo. Y hoy compartiremos sobre este tema, uno de los temas más buscados en nuestra página web. ¡Bienvenidas al episodio de hoy!
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cuál es el mayor miedo al que te enfrentas hoy? Probablemente no tengas que pensar mucho para que se te ocurra algo, ¿verdad? Creo que el miedo es algo con lo que todas luchamos en un grado u otro. ¿Te has dado cuenta de que el miedo puede volverte incapaz de hacer lo que Dios te ha llamado a hacer?
Bueno, nuestra invitada de hoy es mi amiga de toda la vida, Karen Loritts. Ella nos va a mostrar cómo el miedo nos afecta. Y también escucharemos cómo el miedo trae consigo otras tentaciones.
Karen está casada con el pastor Crawford Loritts y tienen cuatro hijos adultos y muchos nietos.
Débora: A través del tiempo, una de las búsquedas principales en la página de Aviva Nuestros Corazones ha sido la palabra «miedo». Así que hoy, aquí, tratamos este tema y esperamos te ayude a enfrentar tus miedos, así como a cimentar de manera sólida tu fortaleza en la verdad de la Palabra de Dios.
Nancy: Y como escucharás a continuación, incluso las esposas de pastores pueden luchar con el miedo. Karen habló en la primera conferencia True Woman (Mujer Verdadera) en el 2008, y todavía recuerdo el impacto tan grande que tuvo en aquellas de nosotras que estuvimos allí. Creo que hoy también les impactará de una manera especial. Aquí está Karen Loritts.
Karen: Si tienen sus Biblias, acompáñenme al capítulo 4 de Santiago, versículos 7-10:
«Por tanto, sométanse a Dios. Resistan, pues, al diablo y huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo, purifiquen sus corazones. Aflíjanse, laméntense y lloren. Que su risa se convierta en lamento y su gozo en tristeza. Humíllense en la presencia del Señor y Él los exaltará».
Oremos. Señor Jesús, solo quiero compartir mi corazón. Quiero que nos hables, porque si Tú no hablas, todo lo que se diga es en vano. Gracias, Padre, por ser quien eres. En el nombre de Jesús, amén.
Mi esposo y yo tenemos cuatro hijos. Yo sabía que íbamos a llegar al día en que nuestro último hijo estaría a punto de ingresar a la escuela secundaria. Así que yo tenía que ser astuta. Realmente me siento muy complacida de poder tener las cosas en orden; tú sabes, los puntos sobre las «íes» y todo en su lugar. Bueno, mi hija iba a entrar a la escuela secundaria.
Tengo muchas amigas que han pasado por la menopausia y por el nido vacío. Y estas cosas eran algo así como una enfermedad que iba a apoderarse de mí. Ya estaba en mis cincuenta. Estaba pasando por la menopausia y me preocupaba si sobreviviría al nido vacío que sería dentro de cuatro años.
Cuando mi esposo y yo nos casamos, antes de tener hijos, éramos muy cariñosos. Hablábamos el uno del otro en la mesa y hacíamos todas esas cosas románticas.
Entonces llegaron los niños, y la conversación cambió un poco. Yo siempre supe que cuando el último de nuestros hijos dejara el nido, yo tendría que encontrar algo más de qué hablar y ser cariñosa, y sentarme a la mesa para hablar con Crawford. Así que comencé a nutrir nuestra relación, porque él es mi mejor amigo. ¡Amo a ese hombre!
También sabía que cuando Holly (mi hija menor) se fuera a la universidad, solo seríamos nosotros dos. Así que estaba ocupándome de ello. Finalmente, Holly se graduó de la escuela secundaria. Y aquellas de ustedes que han preparado a sus hijos para dejar el nido, tal vez para ir a la universidad o quizás a un trabajo o al ejército, saben que tienen que prepararse.
Así que mi labor ese verano después de la graduación fue trabajar en su dormitorio. Llegó el catorce de agosto. Empacamos todas las cosas de mi niña en la camioneta de Crawford, ¡y era increíble la cantidad de cosas que había! La llevamos a la Universidad Xavier en New Orleans, donde iba a estudiar medicina.
Todo se desenvolvió bien. Nos quedamos allí por un par de días, y luego llegó el momento de que Crawford me hiciera subir al carro para irnos y dejar a nuestra niña en New Orleans.
Septiembre estuvo bien. Solo estaba limpiando cosas y reorganizando su habitación ahora que ella no estaba. Pero damas, nunca olvidaré el día 19 de octubre. Me había preparado durante mucho tiempo para estar lista cuando se fuera mi niña, la última de nuestros cuatro hijos.
El 19 de octubre estaba sentada en nuestra habitación, en mi silla al lado de la mesa, teniendo mi tiempo a solas con Dios. Abrí mi Biblia y comencé a leer, y comencé a llorar. Era como si alguien hubiera abierto una llave del lavamanos. Entonces me di cuenta de que habían caído lágrimas en mi Biblia. No podía entender lo que estaba pasando. Solo recuerdo haber dicho: «Señor, algo está sucediendo dentro de mí».
Sentí esta ola de temor en mi cuerpo y de repente comencé a llorar. No pude entender qué estaba pasando. ¿Estaba en mi momento sensible del mes? Crawford no estaba, pero era común que no estuviera, así que no era eso. Parecía como si en esa casa las paredes me hablaran. Estaba sola y me sentía sola.
Tuve este pensamiento de que ya no era madre. Mi mayor problema en la vida es que me preocupo demasiado. Me preocupo por preocuparme. Esa es una de mis debilidades. ¿Tú también eres así? Yo me preocupo por la preocupación. Pero además de la preocupación, tengo temor, miedo. Era como si el temor me estuviera envolviendo.
Déjame decirte algunas cosas sobre el temor. El temor llega acompañado. Y mientras estaba pasando por eso –que duró varios días– tuve lo que yo llamo un colapso emocional. Y me costaba hablar sobre eso porque en aquel entonces había estado en el ministerio durante treinta y tantos años. Pero para mí, admitir que estaba teniendo un colapso emocional, era una terrible acusación contra mí misma.
Pero era lo suficientemente lista e inteligente como para saber que aún así tenía que orar. También mantuve mi agenda de conferencias. Crawford y yo estábamos terminando un libro sobre la crianza de los hijos. Hice todas las cosas correctas, pero no podía quitarme esa sensación de que el temor se estaba apoderando de mí. Así que identifiqué al menos diez de esos secuaces que llegan con el temor. Permíteme compartir diez de ellos. Te prometo que estamos llegando al capítulo 4 de Santiago.
Enumeré algunos de esos secuaces. Cuando el temor me alcanzaba, siempre se distorsionaba la realidad. El temor me dijo que ya no era madre. ¿Quién eres tú? Eso es ridículo. Pero sentí como si toda mi identidad se hubiera esfumado ese catorce de agosto y ya no fuera una madre, aunque tenía otros tres hijos adultos ya casados.
Otra cosa que hace uno de los secuaces del temor es victimizar a la persona. El temor te golpea. Recuerdo hace un tiempo cuando estaba preparando este mensaje sentada en mi mesa mirando por la ventana. De repente el temor vino sobre mí otra vez, y estaba siendo victimizada. Empecé a llorar diciendo: «Señor, ¿qué es lo que les voy a decir a esas 6.000 mujeres cuando yo estoy muerta de miedo de admitir que tengo temor?» El temor victimiza a la persona.
Otra cosa sobre el temor es que pone estrés en el cuerpo, físicamente, emocionalmente, espiritualmente, problemas de presión arterial, estrés.
El temor también te aleja de la verdad, incluso la verdad que conocemos. Dios todavía estaba conmigo. Seguía siendo madre, pero el temor me decía que todo eso era mentira, que ya no era cierto.
Otra cosa sobre el temor: te inmoviliza, te bloquea, te paraliza.
Y algo más que hace el temor es reemplazar a la fe. Yo olvidé o no pensé en que el amor perfecto echa fuera el temor. Pero ese temor muchas veces reemplazará la fe que decimos tener.
El temor decepciona. El temor toma más de lo que da. No te da nada.
El temor te hace temer al éxito. Yo conocía el fracaso y todas esas cosas que me llevaban a fracasar, pero tenía temor de seguir adelante.
Dos cosas más: el temor llena el corazón de desesperación. Te encuentras desesperanzada e indefensa.
Y lo último que identifiqué fue que el temor destruye. El temor te toma para llevarte a un pozo sin fondo y sin esperanza. Te quita tu gozo, tu victoria, tu bendición.
Así que esos eran los secuaces del temor. Pero Dios no me permitió quedarme allí.
Déjenme decirles que cuando estaba pasando por esa crisis emocional, hubo momentos en los que ni siquiera quería levantarme de la cama. No quería decírselo a Crawford –porque mi esposo es del tipo que aunque me ama, es mi líder, me protege y me sirve– él querría solucionarlo enseguida.
Cuando te encuentras en esa fiesta de autocompasión, tú quieres ser la invitada de honor, quieres llevar tu propia corona, y quieres que todo salga a tu manera. Así que no le dije lo que me estaba pasando. Simplemente le dije, «no pasa nada, cariño». Y tuve mi propia fiesta de autocompasión.
Pero Dios no me dejó quedarme allí. Yo sabía que estaba en un gran problema, que necesitaba salir de la cama. Necesitaba realmente creerle a Dios y confiar en Dios con cada cosa, con cada fibra de mi ser, porque yo no quería moverme.
Así que me levanté de mi cama y fui a la Biblia. Y por supuesto, como Dios usa Su Palabra, me mostró varias Escrituras. Permíteme compartir contigo un par de ellas. Y te prometo que llegaremos a Santiago capítulo 4.
Vi algunas cosas sobre el temor que ya sabía y que había leído, pero las había olvidado. El miedo roba tu memoria. Veamos varias cosas: (toma nota) Salmo 27, versículos 1 y 3: «El Señor es mi luz y mi salvación». Sigue una pregunta: «¿A quién temeré?»
Versículo 3: «Si un ejército acampa contra mí» –los secuaces compañeros del temor– «no temerá mi corazón; si contra mí se levanta guerra, a pesar de ello, yo estaré confiado».
En Filipenses 4 dice: «Por nada estén afanosos, sino lleven a Dios sus temores por medio de la oración» (v. 6 parafraseado).
Permítanme leer también Isaías 41, versículo 10. ¡Me encanta esto! Dios me lo recordó, Él dijo: «No temas, porque Yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de Mi justicia».
Y por último, cuando los hijos de Israel eran conducidos fuera del desierto al llegar al mar Rojo, se encontraban acorralados por las montañas a un lado y el mar y el ejército egipcio persiguiéndolos por detrás. Moisés les dijo en Éxodo 14:14: «El Señor peleará por ustedes. Solo tienen que estar firmes y quedarse quietos» (parafraseado).
Así que eso fue lo que hice. Dije: «Dios, voy a cerrar la boca. No hay nada que pueda decir. Así que Señor, quiero hacer una resolución de fe». Yo tenía una gran relación. Yo era una gran esposa, pero en realidad, no era una gran mujer porque estaba dejando que el temor se apoderara de mi corazón y eso estaba haciendo mucho daño en mi propia vida. Le dije al Señor: «Dios, es suficiente. Nunca más permitiré que el temor se apodere de mí y robe mi gozo y mi bendición. Así que Señor, quiero proponerme tres cosas. Y prometo que no te avergonzaré».
Y les prometo que llegaré al capítulo 4 de Santiago y hablaré un poco más sobre eso.
Lo segundo que le dije al Señor fue: «Dios, no avergonzaré a mi esposo. Hice un voto el 22 de mayo de 1971 de amar, honrar, obedecer en la salud y en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza. Hice la promesa de amar a ese hombre. Y Señor, voy a hacer eso sin importar las hormonas, el síndrome premenstrual, el nido vacío. Voy a amar a ese hombre como Tú quieres que lo ame. Señor, ayúdame a hacerlo».
Luego, dije: «Señor, no me avergonzaréa mí misma». Me dio a luz una adolescente soltera en la ciudad de Filadelfia, una ciudad que es llamada la jungla de cemento. Mi madre tuvo una relación con un hombre mayor y quedó embarazada de mí pero no quería casarse con él. Así que a lo largo de los años estuvimos dentro y fuera de la casa de nuestros abuelos, de la casa de nuestra tía, porque mi mamá era madre soltera.
A la edad de diez años, prácticamente estaba criando a mis dos hermanos. Los tres tenemos padres diferentes. Estábamos entrando y saliendo de casas familiares, y yo era un cachorrito perdido.Tuve un intento de suicidio. Pero eso no funcionó. Tenía mucho miedo de tomarme las pastillas que había conseguido. Decidí que me iría de casa. Llegó el momento de huir y tenía miedo de la oscuridad, así que no me fui. Entonces Dios dijo: «¿Sabes qué? Voy a salvar a esta chica antes de que se lastime de verdad».
Y entonces, en marzo de 1965, escuché un mensaje de Juan 3:16. Lo predicó un hombre llamado Thurlow Spur. Recuerdo llegar a esa reunión donde había 4.000 jóvenes. Siempre puedes encontrar asientos en la primera fila. Llegamos tarde debido a una tormenta de nieve. Me senté justo en la primera fila. Y cuando ese hombre leyó Juan 3:16, fue como si hubiera puesto mi nombre en esos espacios.
Cuando preguntó por aquellos que querían saber cómo conocer a un Dios amoroso, cómo conocer a un Dios que entregó a Su único Hijo por mí… Ahora, amo a mi madre, pero mi madre nunca me abrazó. Ella nunca me dijo que me amaba. Pero este hombre me estaba diciendo que el Dios de la historia había descendido y muerto en una cruz por una niña afroamericana en la ciudad de Filadelfia. Y sé con certeza que el amor estaba allí y que me fue ofrecido. Acepté a Cristo en ese día nevado de marzo de 1965. Me convertí en una nueva persona, y ese es el poder de Dios.
Entonces, Dios, no me voy a avergonzar porque sé demasiado acerca de Ti. Y en lugar de escucharme a mí misma, necesito empezar a hablarme a mí misma.
Comencé a ir al baño para mirarme al espejo y decir: «Dios, lo único que sé es que me amas. Tengo temor ahora mismo. No sé lo que va a pasar. Sé que si puedes resucitar a un Jesús muerto y abriste el mar Rojo, entonces puedes tomar cualquier problema que tenga, incluso esta increíble sensación de temor, vacío y soledad, y hacerme caminar. Así que no voy a avergonzarte». Pero lo mejor que dije fue: «Dios, no te voy a avergonzar».
Así que la decisión que tomé después de pasar por todos esos días de crisis emocional que estaba teniendo, es que la salud espiritual y la fortaleza de mi matrimonio dirán la verdad sobre la profundidad y la salud espiritual de mi relación con Dios. Es una relación vertical con Dios que dice la verdad sobre cómo trato a mi esposo, cómo me trato a mí misma, y cómo trato a los demás.
Así que ahora llegamos al capítulo 4 de Santiago. Dios me guió allí, y pude sentir que me dijo: «Santiago capítulo 4, Karen, es la clave. Todo lo que tienes que hacer es estudiarlo». Así que permíteme sugerirte seis mandatos de los versículos 7-10 de Santiago capítulo 4. Y me gustaría que si estás tomando notas o si marcas en tu Biblia, los marques.
El primer mandato que Dios da es:
1)«Sométanse a Dios» (v. 7).
No sé tú, pero tuve que ondear la bandera y decir: «Dios, me rindo. Me someto a ti. No soy lo suficientemente inteligente como para lograr esto». Pero viene con una actitud de corazón que dice: «Dios, me rindo a Ti», doblando las rodillas.
Cuando estaba pasando por mi crisis emocional, tenía tanto orgullo que ni siquiera podía contarles a mis mejores amigas. Tenía este grupo de mujeres que hemos sido mejores amigas, hemos estado embarazadas juntas, entrenando a nuestros hijos a cómo usar el baño, en la guardería juntas, baby showers, bodas y graduaciones –todas esas cosas. Ahora somos abuelas juntas –catorce de nosotras– y ni siquiera podía contarles.
Estábamos teniendo un retiro, y yo solo contestaba con el habitual «todo está bien». Dios me dio convicción en eso. Me dijo: «Karen, tienes que poner todo sobre la mesa». «Sométanse, pues, a Dios» (Santiago 4:7).
2) «Resistan, pues, al diablo…» ¿Y él hará qué, damas? «…y huirá de ustedes» (v. 7).
No dice que podría huir. Dios dice: «Resistan al diablo, y él huirá». Tú tomas tu posición contra el diablo. Simplemente dices: «Satanás, ¿sabes qué?» –esto lo dije mientras me hablaba a mí misma, «ya no voy a ser más una víctima del enemigo. Soy una vencedora por medio de Cristo».
Así que necesitas tomar una posición. Necesitas usar la armadura de Dios y decir: «Dios, me someteré a Ti, pero también voy a resistir al enemigo».
3) «Acérquense a Dios» (v. 8).
Yo sabía eso. En medio de mi crisis emocional, todavía tenía mis tiempos de oración. No tengo idea adónde fueron esas oraciones. Ni siquiera hoy recuerdo lo que estaba leyendo. Eran palabras vacías. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo?
Dios dice: «Sométete. Ríndete» Deja a un lado ese orgullo y esa arrogancia de saberlo todo. Resiste al diablo. Resiste la tentación de tener esos momentos de autocompasión todo el tiempo, de creer a esos secuaces del temor que no eres nada, que cuando tus hijos se van, tu vida termina, o cuando tu esposo te abandona.
Dios dice: «Resistan al diablo. Acérquense a Mí». En ese momento de tranquilidad, esos momentos tranquilos, en esos momentos de oración, acércate a Dios y pídele que traiga a alguien a tu vida que pueda orar contigo y por ti.
4) «Limpien sus manos» y «purifiquen sus corazones» (v. 8).
Dos cosas sobre esto: Hay que lidiar con el pecado públicamente, externamente. Entendí eso en 1 Juan 1:9, y aquí estaba el asunto: durante muchos años, fui una mujer amargada y enojada. Ahora, verbalmente no estaba enojada, pero sí amargada. Yo estaba muy amargada con mi mamá.
Mi mamá hizo un mal trabajo. Ella no podía darme lo que no tenía, pero yo no podía perdonarla. Recuerdo que nos habíamos mudado de Pensilvania a Texas para participar en la plantación de iglesias. Estaba sentada allí, analizando todo lo malo que había sucedido en mi vida mientras crecía y pensando en por qué mi madre no me crió de esta manera. ¿Por qué estoy luchando tan duro como creyente para comprender realmente esto del amor y hacer un compromiso con Dios?
¿Cómo es que no estaba sintiendo la presencia de Dios en mi vida? Sabía que era porque albergaba ira y amargura hacia mi madre.
Nancy: Karen Loritts ha estado compartiendo su corazón sobre el temor, la amargura y otras emociones destructivas que nos tientan como mujeres. El episodio de hoy terminó con un poco de suspenso, pero mañana retomaremos la historia de Karen.
Ella trajo ese mensaje en la primera conferencia de la True Woman (Mujer Verdadera) en Chicago. Cuando nos reunimos en la conferencia en el otoño de 2008, las malas noticias sobre la economía ocupaban todos los titulares, y las mujeres necesitábamos desesperadamente escuchar este relato honesto sobre el temor y la fe.
Los titulares de las noticias hoy pueden ser un poco diferentes de lo que eran en ese entonces, pero no creo que el mensaje de Karen sea menos necesario para nuestros corazones hoy. Muchas mujeres y familias todavía enfrentan desafíos financieros. O tal vez lo que te hace temer hoy tiene que ver con tus relaciones, con tu familia.
Espero que seas animada por lo que estamos escuchando de Karen hoy y mañana. Y espero que sigas su ejemplo y escojas ser una mujer que obtiene su fortaleza del Señor.
Débora: Bueno, yo he sido animada y espero con ansias lo que Karen tiene para compartirnos el día de mañana.
Todo el mundo lidia con relaciones difíciles. Pero Karen Loritts dice que todos pueden apoyarse en la esperanza que Dios brinda. Karen te contará más sobre esto mañana. Por favor regresa aquí, a Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth te anima a enfrentar tus temores y descubrir la libertad, la plenitud y la abundancia en Cristo.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación