Desesperada por recibir amor
Nancy DeMoss Wolgemuth: Paulina tuvo una infancia difícil, y una juventud desordenada…
Paulina Torres: Algunas veces, cuando hemos sido sexualmente abusadas, tendemos a añadirle más pecado. En lugar de detenerlo, le añadimos más.
Nancy: Pero a través del quebrantamiento y la rendición pudo experimentar restauración.
Paulina: …era una nueva vida. Dios hizo un milagro en mi vida.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Antes de continuar quisiera decirte que si tienes niños pequeños, en el programa de hoy tocaremos algunos temas que quizás no son aptos para que ellos los escuchen.
Vivimos en en una epoca en la que escuchamos más y más sobre el abuso sexual. Lamentablemente esto no es algo nuevo –ningún tipo de abuso lo es. Han existido siempre. Pero recientemente hemos tenido más conciencia del alcance del problema.
Quizás tú conoces por experiencia …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Paulina tuvo una infancia difícil, y una juventud desordenada…
Paulina Torres: Algunas veces, cuando hemos sido sexualmente abusadas, tendemos a añadirle más pecado. En lugar de detenerlo, le añadimos más.
Nancy: Pero a través del quebrantamiento y la rendición pudo experimentar restauración.
Paulina: …era una nueva vida. Dios hizo un milagro en mi vida.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Antes de continuar quisiera decirte que si tienes niños pequeños, en el programa de hoy tocaremos algunos temas que quizás no son aptos para que ellos los escuchen.
Vivimos en en una epoca en la que escuchamos más y más sobre el abuso sexual. Lamentablemente esto no es algo nuevo –ningún tipo de abuso lo es. Han existido siempre. Pero recientemente hemos tenido más conciencia del alcance del problema.
Quizás tú conoces por experiencia personal la confusión y el daño que resultan del abuso –que alguien se aproveche de ti o te robe la inocencia.
En Aviva Nuestros Corazones nos importa tu historia. Y queremos hacer todo lo que podamos para ayudarte a verla desde una perspectiva bíblica. Así que hoy y mañana estaremos compartiendo contigo la historia de una mujer llamada Paulina. Ella experimentó dolor por años, pero, más importante aún, conoció y ha vivido en la esperanza y la restauración que Jesús vino a darnos.
Paulina: Nací en la ciudad de México. Cuando tenía 2 años mis padres se divorciaron, así que crecí sin tener una figura paterna.
Nancy: Paulina experimentó muy poca estabilidad durante su infancia. Su madre se mudaba constantemente y era emocionalmente dependiente.
Paulina: Ella siempre fue muy dependiente de los hombres. Desde que se separó y se divorcio de mi padre ella siempre tuvo un hombre en su vida. Siempre sintió la necesidad de tener un hombre a su lado. Supongo que lo veía como una forma de escapar de su realidad.
Nancy: Ese deseo de escapar llevó a su madre, a ella y a sus hermanos fuera de México.
Paulina: Cuando estábamos en Florida vivíamos con mi tía. Ella terminó por echarnos de su casa, estábamos en un país diferente. Mi mamá no tenía dinero y llamó a un hombre americano con el que había estado coqueteando un poco donde vivíamos. Él dijo: «pueden mudarse conmigo». Y un par de meses después se casaron.
Nancy: Aparentemente todo estaba bien.
Paulina: Él era agradable y amistoso. No sabía nada acerca de él, pero supongo que… Pienso que mi mamá solamente quería protección –algún lugar seguro para vivir y quedarse.
Nancy: Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que este hombre mostrara quién era realmente.
Paulina: El hombre con el que mi mamá se casó era alcohólico. Cada vez que tomaba, algo pasaba. Cuando yo tenía 7 años, él abusó de mí por primera vez. Y cuando pasó, en lugar de ocultárselo a mi mamá, le dije: «Oye mamá, ¿es normal que esto pase en la noche?»
Y ella exclamó, «¡no!»
Y yo le dije: «Bueno, esto fue lo que me pasó cuando te fuiste de viaje».
Nancy: El dolor y la confusión de Paulina se vieron agravados por la respuesta de su madre. Hubo una especie de confrontación y una disculpa por parte de él, y el «perdón» por parte de la madre de Paulina; pero ella no dejó esta relación abusiva. No llamó a la policía para denunciar el delito y no hubo consecuencias graves. Así que, como es de esperar, el abuso continuó.
Paulina: Esto siguió ocurriendo durante 8 años, de diferentes maneras. Comencé a crecer y a desarrollarme más. Él era un hombre enfermo. Aunque hoy siendo cristiana veo su necesidad de Jesús y de la verdad, pero en ese tiempo solamente estar cerca suyo era deprimente. Cada vez que él tomaba, algo pasaba.
Creo que la parte más triste de todo esto es que cada vez que él hacía algo yo se lo decía a mi mamá: «Mamá, él quiso mostrarme su parte íntima». Ella le decía, «has bebido mucho, estás borracho, ve a la cama y duérmete». Y ya.
Pero nuevamente yo iba y le decía: «Mamá, él hizo esto mientras yo estaba haciendo aquello», o «mamá, él vino y besó mi cuello». Le decía esas cosas a mi mamá, pero no pasaba nada.
Algunas veces despertaba durante la noche y sentía que alguien me observaba, y él estaba en la puerta observando. Así que eso no me ayudaba a dormir. Mi mamá dormía conmigo en algunas ocasiones para protegerme. Otras veces despertaba y él estaba sosteniendo mi mano. Y para una niña pequeña vivir eso era aterrador.
Nancy: Una madre temerosa y necesitada que veía la relación con este hombre como su fuente de protección, en realidad privó a su propia hija de seguridad emocional y física. Desde la perspectiva de Paulina, no había una explicación lógica.
Paulina: No entendía por qué las cosas seguían igual. Cuando fui mayor le pregunté a mi mamá: «¿por qué permitiste todo eso? ¿Acaso estabas esperando que me violara para hacer algo al respecto?»
Todo era muy confuso. Yo realmente quería el amor y la protección de mi mamá, pero no los tenía.
Nancy: En retrospectiva, Paulina ve que su relación con su madre no era del todo sana.
Paulina: Yo la amaba demasiado, pero era un amor enfermizo en el que yo era su mejor amiga y ella era la mía, pero no existía una relación madre e hija. Ambas éramos dependientes la una de la otra. Yo necesitaba su amor desesperadamente, y de alguna forma ella no me protegía. Así que para mí era muy confuso porque quería experimentar este amor verdadero, pero no entendía por qué ella permitía que esa situación continuara.
Nancy: Hubo una separación por un tiempo.
Paulina: Finalmente ella dijo: «De acuerdo, se acabó. Volveremos a México». Ellos se separaron, pero después de un año regresamos a Estados Unidos a vivir con él nuevamente.
Y yo pensé, «¡¿qué?! Por fin me había librado de este hombre ¿y ahora regresaremos con él? No lo entiendo».
Nancy: Durante este tiempo la familia de Paulina parecía ser una familia piadosa. Ella, sus hermanos y su madre comenzaron a asistir a la iglesia.
Paulina: Era agradable ir a la iglesia, era algo diferente, pero también era muy confuso porque no había un cambio en nuestra casa. Fue ahí, en la iglesia, donde escuchamos de Dios por primera vez.
Ahora, este hombre no iba con nosotros a la iglesia. En nuestra casa había violencia… Mi mamá tenía muchas peleas con mi hermano y mi padrastro. Había empujones. Había gritos. Si, íbamos a la iglesia, leíamos la Biblia algunas veces, pero nada cambiaba en nuestros corazones. Era como si la verdad estuviera ahí, pero aún no la habíamos creído.
Nancy: Además de la hipocresía en casa, ella estaba inmersa en una mentalidad religiosa que le decía que debía ganar la aprobación de Dios.
Paulina: En la secundaria estuve en una escuela cristiana tradicional, y eso fue muy difícil para mí, todo era muy legalista. Por ejemplo, si usaba pantalones, entonces era una pecadora; si mis brazos estaban un poco descubiertos, era una pecadora; mi voz…era muy escandalosa…simplemente era una pecadora. Todo lo que hacía estaba mal, así que mis pensamientos eran: «No puedo hacerlo, no puedo cumplir con el estándar de este Dios».
Lo que creía de Dios en ese momento era que Él estaba ahí, pero no estaba realmente cerca. Ahora, de alguna forma sabía que en realidad Dios no era así, pero lo que pensaba era: «No puedo hacer esto».
Nancy: El abuso, el modelo dañino de sus padres y la propia naturaleza pecaminosa de Paulina, se combinaron para continuar con este ciclo.
Paulina: Cuando eres acosada sexualmente, algo en tu cuerpo se desencadena, y esto puede ocurrir de diferentes maneras. En mi caso fue…que quería tener hombres en mi vida. Viví esa vida con mi madre, siempre había hombres alrededor. Así que quería su atención. Yo era muy promiscua. Me besaba con chicos. Mis años de adolescencia tuvieron mucho que ver con chicos.
Nancy: Como una adolescente que se desenvolvía en los círculos de la iglesia, no pasó mucho tiempo antes de que Paulina fuera expuesta a conceptos relacionados con la pureza sexual y la abstinencia antes del matrimonio.
Paulina: Bueno, estábamos en la iglesia –en otra iglesia porque solíamos mudarnos bastante– mi mamá era muy inestable y buscaba la felicidad en diferentes lugares. Cuando yo tenía 18 años ya nos habíamos mudado veintiocho veces. Y cada vez que nos mudábamos buscábamos una iglesia...
En ese tiempo, cuando era adolescente, comencé a ir al grupo de jóvenes. Por supuesto, yo quería salir con los chicos, pero fue ahí donde escuché sobre un anillo que simbolizaba una promesa de pureza. Era como decir, «el amor verdadero espera». Así que conseguí uno y dije: «de acuerdo, quiero hacerlo, quiero esperar hasta el matrimonio».
Fue algo que quise hacer –no necesariamente para glorificar a Dios. Creo que era algo que quería hacer por mí misma, quería esperar por mi esposo.
Nancy: Bueno, en el caso de Paulina, así como en el de muchas mujeres jóvenes, tener buenas intenciones no es suficiente.
Paulina: Cuando tenía 15 años conocí a un chico, vivíamos en Tijuana, México. Conocí a este chico –un chico muy agradable– y nos enamoramos, estuvimos saliendo por ocho años. Cuando tenía 18 años dije: «creo que me casaré con este chico, estoy muy enamorada de él, es el amor de mi vida». Así que le di mi anillo de «el verdadero amor espera» como una señal de que yo era suya.
Nancy: Después de 8 años, la relación enfrentó algunas dificultades.
Primero, a Paulina le diagnosticaron una enfermedad rara.
Paulina: Descubrí que tenía endometriosis diafragmática.
Nancy: Lo cual resultó en un dolor severo para Paulina. A menudo, esta enfermedad también provoca infertilidad.
Paulina: El doctor dijo: «si quieres tener hijos, ahora es el momento».
Nancy: Ahora, ten en cuenta que Paulina y su novio no estaban casados.
Paulina: Comenzamos a hacer planes para tener una familia, compramos cosas para nuestro hogar, pero descubrí que él estaba fumando marihuana. Para mí, eso fue como, «oh no». No quería ninguna adicción. Ya me había liberado de un alcohólico y de las adicciones en casa. No quería nada de eso en mi hogar. Entonces cuando descubrí que él estaba fumando marihuana, eso rompió mi corazón, porque eso no era bueno si intentábamos tener un bebé. Así que después de ocho años terminé mi relación con él.
Nancy: Esta fue una decisión muy difícil…
Paulina: Fue muy triste para mí, pero sabía que quería ir nuevamente a la iglesia. Cometí tantos errores después de eso. Vi cómo estaba creyendo tantas mentiras y cómo todas estas distracciones del mundo me estaban alejando de la verdad. Estaba sufriendo. Era dañino para mí, pero aún así creía todas esas mentiras.
Nancy: Paulina sabía que las respuestas que ella necesitaba no vendrían de su interior.
Paulina: Después de sufrir tantas rupturas, finalmente comencé a ir a la iglesia, pero fue Dios…podía escuchar Su susurro, «necesitas ir a la iglesia, tú me necesitas». Así que comencé a asistir a la iglesia, conocí a otro chico y comenzamos a salir. Dormíamos juntos e íbamos a la iglesia y dormíamos juntos de nuevo.
Era un desastre porque mi vida comenzó a ser una doble vida. Es muy triste decir que yo era una cristiana de medio tiempo. Y eso es una gran mentira. No puedes ser cristiana de medio tiempo.
Pero entonces Dios comenzó a poner en mi corazón: «tienes que decidir, ¿a quién vas a servir? ¿Para quién vas a vivir?»
Empecé a ir a todos los discipulados de la iglesia, comencé a servir. Pero este pecado me cegó y me detuvo de entregarle toda mi vida a Dios. Aún estaba haciendo cosas de acuerdo a mis «necesidades» –a mis deseos. Sí, iba a la iglesia, pero aún quería hacer mi voluntad, hasta que Dios dijo: «tienes que decidir: ¿a quién vas a servir?»
Paulina: Jesús dijo en Juan capítulo 12: «El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. Si alguien me sirve, que me siga; y donde Yo estoy, allí también estará Mi servidor; si alguien me sirve, el Padre lo honrará» (vv. 25-26).
Bueno, este tipo de entrega puso nerviosa a Paulina.
Paulina: Sabía que Dios era real, sabía que Él existía. Sabía que Él quería más de mí. Pero como en ese tiempo no tenía a ninguna persona en mi vida en la que pudiera confiar, no sabía de qué se trataba la confianza. Sencillamente tenía miedo de confiar en Dios y poner todo mi pasado, mi presente y mi futuro en Sus manos.
Nancy: Aun así, ella sabía que no podía permanecer en esa condición.
Paulina: Así que Dios me llevó a un punto de desesperación. Mi pecado era doloroso y vergonzoso. Sentía que me estaba ahogando, me sentía esclavizada. Era una esclava del pecado.
Antes no me dolía mi pecado, pero ahora el Espíritu me estaba dando esta convicción de mi pecado. El pecado te esclaviza. Te impide ver la verdad y no te permite vivir la vida abundante que Jesús compró para nosotros.
Nancy: Lo que siguió para Paulina fue un periodo de aflicción a causa de su pecado.
Paulina: Recuerdo que fui a la iglesia y lloré sin parar. Llegué a mi apartamento, me puse de rodillas y clamé: «Dios, ayúdame. No puedo seguir haciendo esto, siento que mi cuerpo está ardiendo, siento que todo lo que hago está mal, decido cosas que son dañinas para mí. Necesito Tu ayuda».
Mi alma clamaba por liberación, por la verdad y por la libertad. Creo que tenía una necesidad desesperada de Dios sin saber realmente lo que significaba. Pero mi alma lo anhelaba.
Nancy: Ella tenía una comprensión cada vez mayor: ¿Seguiría viviendo para ella misma? ¿O le entregaría todo a Dios?
Paulina: Dios me llevó a ese punto de mi vida en donde necesitaba tomar una decisión. No podía seguir jugando con el pecado. No puedes jugar con el pecado ante la presencia de un Dios santo.
Así que, por Su gracia, Él me dio la fuerza que necesitaba y terminé mi relación con este chico.
Nancy: Ahora, para alguien cuya raíz del pecado era encontrar plenitud al tener una relación con un chico, esto era verdaderamente difícil. Pero Paulina sabía que necesitaba encontrar su satisfacción solamente en Dios.
Paulina: Yo dije: «Señor, quiero estar contigo. Quiero escuchar Tu voz. Quiero conocerte más. Tengo miedo. No sé cómo será mi vida de ahora en adelante. Tengo 25 años, no sé con quién me voy a casar. No sé cómo estar sola. Nunca he estado sola». Todas estas cosas venían a mi mente.
Y Dios hizo algo asombroso, él puso en mi corazón: «Ven a mí. Para todo lo que necesites, ven a Mí. Ahora eres mi hija. Yo seré como un padre para ti».
Y amo el Salmo 27:10 que dice: «Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el Señor me recogerá».
(Esto sucedió en el 2008, y fue algo que quise escribir) Dije: «Señor, tengo miedo, tengo miedo del futuro y tengo miedo de estar sola».
Y Él dijo: «Ven a mí».
«Estoy desesperada, siento la necesidad de tener intimidad con alguien. Mi cuerpo me quema».
Y Él me decía: «Ven a mí».
Y de forma milagrosa Dios calmaba mi cuerpo.
Calmaba mi ansiedad por mi trabajo o cualquier cosa. Él me mostraba cómo sería ahora como mi Padre celestial. Él me guiaba. Me fortalecía. Llenaba todas mis necesidades. No tenía que buscar el amor de alguien más. Él tenía el amor que yo necesitaba tan desesperadamente.
Nancy: Y la más hermosa expresión del amor de Dios por nosotras es el sacrificio de Jesús en la cruz. Paulina entendió que Jesús había cargado todos sus pecados y a cambio había puesto en ella Su justicia, Su bondad, Su pureza. Ahora tenía al Espíritu Santo viviendo en ella, dándole el poder para cambiar.
Paulina: Era una nueva vida. Dios hizo un milagro en mi vida. Él comenzó a cambiar la forma en la que yo pensaba, en la que me vestía, incluso cambió la forma en la que les hablaba a los chicos. Él expuso mis pecados de una forma tan clara que ni siquiera quería alzar mi vista. Pensé, «no quiero volver a ver a un chico de forma incorrecta».
Él comenzó a transformarme de una hermosa manera. Tenía sed por Su palabra, sed por más de Él. Como dice el Salmo 42: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente». Empecé a sentir este llamado suyo diciendo: «Quiero toda tu vida, quiero todo tu corazón». Así que, fue ahí cuando comenzó la transformación, y cuando comenzó a sanarme y a enseñarme lo que decía Su Palabra.
Nancy: Ahora Paulina comparte con otros la esperanza que ella encontró.
Paulina: El abuso sexual es muy duro. Le hace cosas al cuerpo. Le hace cosas a la mente y al alma que realmente lastiman. Pero en Cristo…Él viene y sana todas tus heridas, Él te da la gracia para poder perdonar y tener una nueva vida en Él. Es increíble lo que Cristo puede hacer. Isaías 53 dice que «…por Sus heridas hemos sido sanados» (v.5). Eso es algo que Dios hizo en mi vida, por las heridas de Cristo, Él sanó mis heridas.
Nancy: Ella entiende algunos de los deseos contradictorios que las víctimas del abuso sexual a menudo experimentan.
Paulina: Algunas veces, cuando hemos sido sexualmente abusadas tendemos a pecar más. Le añadimos pecado a ese pecado. En lugar de detenerlo, pecamos más. Es algo que nos lastima, así que queremos vendarlo con más pecado; quizás inconscientemente en ese momento, pero es: bueno, yo era promiscua, entonces ¿qué hacía? Buscaba chicos, y eso lo empeora todo.
Y el pecado sexual es muy doloroso porque no fuimos creadas para tener muchas parejas. Fuimos creadas solo para una. Un hombre y una mujer unidos para ser una sola carne; y ese es nuestro diseño.
Pero, si tu caso es que has tenido múltiples parejas, también hay esperanza para ti. Dios puede hacer algo asombroso. Él puede darte –bueno, en Cristo, todas las cosas son hechas nuevas– tu mente, tu cuerpo, todo es nuevo.
Así que hay esperanza en conocer la verdad y dejar que esta verdad te transforme. Y meditar en ella constantemente; no solamente es leer la Biblia. Es realmente dejar que la Biblia te transforme, te limpie, te lave, te corrija.
Medita constantemente en la Palabra y créela. Sé que algunas veces es difícil creer, pero una vez que comienzas a ver que Dios te promete algo y luego sucede, es simplemente asombroso. El Salmo 9:10 dice: «En Ti pondrán su confianza los que conocen Tu nombre». Mientras más conoces a Dios, más confías en Él. Es como, «de acuerdo, Dios, puedo confiar en Ti».
Cuando lees la Biblia puedes ver a través de ella. Dios decía, «haré esto, haré aquello», y Él lo hacía. Así que Él es un Dios en quien podemos confiar con todo nuestro corazón y con toda nuestra vida. Hay esperanza en Jesucristo.
Nancy: Aún hay más sobre la historia de Paulina, y veremos el resto mañana. ¿No te encanta escuchar cómo Dios puede obrar en una vida rota como la de Paulina –como la tuya o la mía?
Él es tan bueno, y nos puede llevar a un punto de desesperación tal a causa de nuestro pecado para entonces proveer la solución de una forma gloriosa, a través de la persona y la obra de Jesucristo. Nunca me cansaré de escuchar del poder transformador del evangelio. De hecho, así es como Paulina lo expresó.
Paulina: Hay esperanza para aquellas que han tenido ese anillo de pureza y han fallado en la espera.
Hay esperanza para aquellas que pensaron que las relaciones sexuales satisfarían sus cuerpos, pero solo empeoró.
Hay esperanza para aquellas que quizás creyeron que un hombre mayor les daría lo que pensaron que necesitaban, y la situación resultó peor.
Y la razón por la que te estoy diciendo que hay esperanza es porque yo pasé por todo eso. Y puedo decirte hoy, que en Cristo hay esperanza para todos aquellos que creen en Él y le rinden su vida.
Jesús es el único que puede dar vida y libertad. Es el único que puede transformar nuestro dolor en gozo. Y es el único que puede guiarnos y transformarnos a través de Su Palabra.
Nancy: Quizás nos escuchas hoy y estás en un punto de desesperación en este momento. Si ese es tu caso, quiero animarte:
- Clama al Señor
- Confiesa tu pecado
- Admite que no puedes arreglar las cosas por tu propia fuerza
- Pídele perdón y misericordia a Dios
- Pídele el poder para alejarte de lo que sea a lo que eres propensa a recurrir para obtener satisfacción y plenitud
- Comienza a vivir tu vida como una ofrenda de gratitud a Él y busca oportunidades para decirles a los demás acerca de la esperanza, el gozo y la restauración que has encontrado en Jesús
Bueno, sería demasiado simple –y hasta falso– decir: «Paulina Torres tuvo una vida difícil, luego encontró a Jesús y después todo estuvo bien». Verás, venimos a Cristo, pero aún hay pecado en nuestros corazones y las circunstancias de la vida no lo hacen necesariamente más fácil.
Mañana escucharás más de la historia de Paulina y de cómo aprendió a vivir como parte del cuerpo de Cristo, dejándose ayudar y creciendo junto a la familia de la fe.
Paulina: Tener ese pasado me ha ayudado a identificarme con muchas mujeres. Puedo ver su dolor, puedo entenderlas, así que hoy lo veo como una bendición. Aunque fue muy doloroso hoy veo los frutos. Lo que el enemigo quería hacer: destruirme, Dios lo usó para Su gloria. Busqué amor y satisfacción en los hombres, y en ocasiones me veo haciendo eso con mi esposo hoy. Todavía espero que me haga feliz y es cuando recuerdo: ¡No, no! ¡No está diseñado para hacerme feliz, solo Cristo puede hacerme feliz!
Nancy: Asegúrate de regresar para el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Annamarie: Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Dame una magnífica pasión, Diana Cardona.
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