Desarrollando hábitos saludables
Débora: Shona Murray era una madre que educaba en casa…una madre desanimada que educaba en casa.
Shona Murray: Comencé como idealista, como perfeccionista: «Voy a educar a mis hijos hasta antes de que vayan a la universidad, y después de eso, estaré bien y seré libre». Pero el agotamiento había llegado a tocar mi puerta.
Débora: Entonces llamó a su esposo, David.
Shona: Estaba llorando en el teléfono. Le dije: «David, ya no puedo hacer esto. ¡No puedo! ¡Llegue al final del camino!»
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 7 de febrero de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si no pudiste estar con nosotros ayer en Aviva Nuestros Corazones, necesitas escuchar y regresar al episodio de ayer, o al menos leer la transcripción. Porque escuchamos una historia muy honesta y tierna de los corazones de David …
Débora: Shona Murray era una madre que educaba en casa…una madre desanimada que educaba en casa.
Shona Murray: Comencé como idealista, como perfeccionista: «Voy a educar a mis hijos hasta antes de que vayan a la universidad, y después de eso, estaré bien y seré libre». Pero el agotamiento había llegado a tocar mi puerta.
Débora: Entonces llamó a su esposo, David.
Shona: Estaba llorando en el teléfono. Le dije: «David, ya no puedo hacer esto. ¡No puedo! ¡Llegue al final del camino!»
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 7 de febrero de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si no pudiste estar con nosotros ayer en Aviva Nuestros Corazones, necesitas escuchar y regresar al episodio de ayer, o al menos leer la transcripción. Porque escuchamos una historia muy honesta y tierna de los corazones de David y Shona Murray acerca de cómo caminar a través del agotamiento y la depresión, incluso como pastor y esposa de pastor. Esta es una pareja que ama al Señor, pero que enfrentó una situación muy difícil.
Es posible que no estés pasando por allí ahora mismo, puede que estés en un lugar seguro en este momento, pero es probable que haya personas a tu alrededor (es posible que ni siquiera te des cuenta), caminando por un valle oscuro, muy oscuro. Y Dios te ha puesto en sus vidas para ser un medio de gracia y de aliento.
David y Shona han escrito juntos un libro titulado Renueva tu vida: Adoptando una vida al ritmo de la gracia en un mundo de exigencias interminables. Este libro tiene mucha sabiduría y ayuda práctica. Está disponible en inglés y español.
Así que Shona y David, gracias por no quedarse con esta historia solo para ustedes, sino estar dispuestos a compartir su viaje con otros peregrinos que necesitamos esa mano amiga.
David Murray: Lo mantuvimos en secreto por mucho tiempo. Esa fue nuestra reacción instintiva inicial. Mirando hacia atrás, fue una mala decisión, porque eso significó no recibir la ayuda que podríamos haber obtenido del pueblo de Dios y de todos los recursos que Dios ha derramado en Su iglesia.
Significó que nosotros llevamos la carga solos en lugar de compartirla, como se nos ordena hacer. Creo que hay orgullo en eso; hay miedo en eso. Pienso que es la reacción humana instintiva de cerrarse, encerrarse y mantenerse al margen. Pero eso no nos ayudó.
Nancy: ¿Y no es verdad que, desde Génesis capítulo 3, nuestra tendencia es a escondernos en lugar de acercarnos hacia Dios y a esas relaciones? Tenemos miedo; somos orgullosos. Dijiste «orgullo».
Y repito la palabra orgullo, porque quería asegurarme de que todo el mundo entendiera que hay orgullo además de miedo, quizás no pensaron que podía haber alguna ayuda. Todas esas son razones por las nos quedamos callados.
Y luego, mientras Dios los guiaba a través de este viaje, hubiera sido fácil guardarlo solo para ustedes y decir: «Nadie necesita saber esto; esto será solo para nosotros». Pero Dios quiere usar las cosas por las que hemos pasado para que sean un medio de gracia para los demás.
Shona: Él lo hace, y eso es lo glorioso de la manera en que Dios obra, porque miras hacia atrás en tu vida a algo así, y piensas que no le sirve al reino. A menudo me decía: «Esto no es bueno para mí; no es bueno para el reino de Dios».
Y ahora puedo decir: «Esto fue bueno». Como dijo David en el Salmo 119: «Bueno es para mí ser afligido» (v.71). Dios ve el camino más allá de lo que nosotros vemos, y podemos alegrarnos y regocijarnos por eso.
Nancy: Pensamos que nuestras fortalezas son las que nos harán útiles, pero muchas veces son realmente nuestras debilidades las que nos hacen más útiles a los demás.
Shona: Así es. Cuando eres vulnerable con los demás, descubres que otros son igualmente capaces de ser vulnerables contigo, y juntos aceptamos humildemente que somos humanos, que no somos perfectos. No estamos antes de la caída en el Edén. Aún no estamos en el cielo.
Este mundo, como Dios ha dicho, es un manto de lágrimas, valles, tribulaciones. Pero si podemos ayudarnos mutuamente en el camino como compañeros peregrinos, como El Progreso del Peregrino, entonces es un viaje glorioso –dificultades incluidas, valles incluidos.
Nancy: Definitivamente. Shona, cuando estabas en medio de ese valle tan oscuro, profundo y difícil, a principios del año 2000, ¿había personas a tu alrededor que realmente no sabían por lo que estabas pasando?
Shona: Eso creo. Mi personalidad es extrovertida, enérgica y animada. Recuerdo que David comenzó una serie sobre la depresión. Lo recuerdo predicando sobre Dios, que es alto y santo, que habita con los humildes y los contritos de corazón y de espíritu, como habla Isaías.
Y un anciano se le acercó un día y le dijo: «David, ¿conoces a alguien que sufre de depresión?, porque estás expresando cosas en el púlpito que podrían sugerir que conoces esto en profundidad»
Nancy: «Parece que sabes de lo que estás hablando».
Shona: «Lo sabes. Tú sabes de lo que estás hablando». En ese momento, David no se sintió libre de revelar quién o qué.
David: Pero creo que eso fue significativo, ya que demostró que mi predicación cambió de tal manera que las personas que nunca antes habían acudido a mí para recibir asesoramiento empezaron a hacerlo, porque obviamente detectaron una nueva empatía, una nueva comprensión, una nueva capacidad de relacionarse. Y eso es lo que he visto una y otra vez en la consejería para ministros, pastores con agotamiento, depresión; la cantidad de beneficios que se les presenta es increíble. A veces es casi abrumador el número de personas que tienen la libertad de comenzar a pedir ayuda.
Nancy: Es muy diferente a tener un libro de texto de seminario del que estás hablando. Estás compartiendo tu propia experiencia, y Dios quiere usar eso.
Les diría a aquellos que están luchando mientras escuchan este programa ahora mismo, lidiando con el agotamiento o la depresión, que uno de los rayos de esperanza puede ser que a partir de tu experiencia Dios quiera hacerte más útil.
Eso no necesariamente significa que no serás útil hasta que lo tengas todo resuelto y arreglado, porque como compartes en ese libro Shona, hay desafíos continuos a los que te enfrentas en algunos de estos temas de los que vamos a hablar. No estará todo arreglado y resuelto hasta que esta vida termine.
Shona: Exactamente. No lo estará. Y si eres una mujer que trabaja a tiempo completo, o una madre en casa, o una estudiante universitaria adolescente, no hay diferencia. Si amas al Señor, vas a enfrentar estos desafíos.
La experiencia ayuda, pero sabes que si Dios nos lo permite, podemos estar otros diez, veinte, treinta, ¿quién sabe cuántos años más en este mundo? Y entonces seremos muy diferentes a lo que somos ahora. Cada día, cada año trae una nueva experiencia en nuestro caminar con Dios.
Nancy: Bueno, cuando estabas en tu punto más bajo o uno bien bajo, ustedes como pareja, decidieron acudir a tu padre Shona, que era pastor en ese momento, y pedirle sabiduría. Y él dijo algo que fue un gran descubrimiento, al menos para ti David, al decirte a ti, Shona, que estabas experimentando consecuencias espirituales, porque asumiste que esa depresión era en gran parte espiritual, pero tu padre les aclaró que había componentes físicos y emocionales que son factores que entran en juego en esto. ¿Qué sucedió después de que él les dijo eso? ¿Cómo empezaron a identificar cuáles eran algunos de ellos y cómo tratarlos?
Shona: Dos cosas sucedieron durante ese tiempo. Llevaba mucho tiempo así, sentí que estaba al límite en términos de mi propia supervivencia. En un momento dado pensé: tengo que aguantar un año más para que nazca este niño.
Nancy: Esperabas a tu cuarto hijo.
Shona: Esperaba a mi cuarto hijo. Recuerdo haber mirado la ecografía del bebé y sentirme distante: era algo académico. Recuerdo que llegué a la conclusión de que «sí, necesito vivir y sobrevivir, estar sana hasta que nazca el bebé. Lo que me suceda después no importa».
Nancy: Y eres doctora, así que sabías mucho sobre el cuerpo y las necesidades físicas.
Shona: Lo era y lo sabía. Y mi lado racional hizo que me diera cuenta: «¡Estás en un gran problema, realmente lo estás!» Hablé con un colega, pues sabía que había una última cosa que podía hacer; podía considerar tomar medicamentos.
Ya que había tratado y aconsejado a muchas personas, sabía que un buen número había mejorado. No creí que yo mejoraría, pero pensé: Bueno, si Dios pone algo delante de mí, soy responsable de tomar el regalo que Él da. No es mi trabajo determinar si esto va a funcionar o no, pero debo hacer lo que corresponde al sentido común, el sentido común santificado. Así que comencé a tomar el medicamento.
Nancy: Y tú David, ¿te sentías cómodo con eso?
David: ¡Sí, estábamos desesperados!
Nancy: Porque sé que esto puede ser muy controversial.
David: Estaba muy en contra. Como expliqué en el programa de ayer, toda mi formación había sido principalmente: «¿Cuál es el pecado? Ahí está el arrepentimiento. ¿Cuál es el pecado? Existe el arrepentimiento». Y no había ningún concepto con un enfoque más amplio e integral para esto que también pudiera involucrar algunos factores físicos.
Pero, sí,estábamos desesperados y, nuevamente, el padre de Shona había dicho que no era la respuesta completa, como explicará Shona, pero podría ser parte de la respuesta. Así que no la estábamos viendo como una solución mágica, sino como: «Bueno, demos el siguiente paso y solo busquemos la bendición, la ayuda y la guía del Señor».
Shona: Era como una especie de bote salvavidas. Estás parado allí y el barco se está hundiendo. Estás en el Titanic y se está hundiendo. Tienes una opción. Puedes saltar a ese bote salvavidas o simplemente hundirte con el barco. ¡Me estaba hundiendo!
Nancy: Tú y el bebé que llevabas.
Shona: Una día me desperté a las cinco de la mañana como un pájaro, sobresaltada. Estaba caminando por la casa, llena de terror. Mi corazón latía con fuerza; estaba sudando. Casi deseaba que alguien me golpeara en la cabeza y me dejara inconsciente hasta que todo terminara…fuera lo que fuera.
Así que lo hice, empecé con el medicamento, sin creer realmente que me ayudaría. A otras personas, sí, pero a mí no. Porque mi problema era espiritual, pensé. Me llevó tiempo entender eso y comprender mejor que no, que se trataba principalmente de un desgaste emocional y mental, con un desequilibrio químico que se había desarrollado.
Pero también tenía que hacer otras cosas. En ese momento yo aún no había empezado a investigar qué haría además del medicamento, porque eso era solo una pequeña parte.
Esto fue significativo. Me alejó del borde del abismo. En dos o tres semanas estaba más tranquila.
Nancy: Logró estabilizarte.
Shona: Estaba un poco más estabilizada. Al menos podía dormir. No me despertaba aterrorizada a mitad de la noche, pero estaba a kilómetros de distancia de una recuperación completa y de estar sana. Con toda honestidad, me llevó probablemente tres o cuatro años asimilar las cosas que tuvimos que aprender. Ahora podemos transmitir esto a la gente y decirle qué es esto, esto y esto. Es el sueño, es el ejercicio, es la dieta, es reducir tu carga en la vida, es priorizar, pero para ese entonces no sabíamos estas cosas. Si hubiera sabido todo eso en aquel momento, podría haber tomado medidas y estar más saludable mucho más rápido
Nancy: O posiblemente evitar llegar a ese punto.
Shona: Sí, pero por eso estamos hoy aquí en la providencia de Dios. Queremos ayudar a otras personas.
David: Es posible que las personas no tengan un caso tan grave como Shona, de sentirse abrumados y con depresión, pero en realidad no importa. Las causas y el remedio son iguales en algún grado u otro.
Una cosa que me gustaría agregar a la historia de Shona: lo más importante que recuerdo del medicamento fue que le permitió tener la capacidad de comenzar a procesar las cosas mentalmente, pensar racionalmente.
La Palabra de Dios comenzó a tener un impacto en ella; escuchar sermones comenzó a tener un efecto de bendición. La mente empezaba a recuperar cierto nivel de normalidad y había calma. Y nuevamente, el descanso y el sueño estaban restaurando los niveles de cordura.
Pero, como ella dice, luego decíamos: «Bien, esto no es todo; es un pequeño paso, un paso útil». Fue entonces cuando nos pusimos en manos de un psiquiatra cristiano.
Shona: Los psiquiatras en el Reino Unido también ejercen mucha psicología. No solo recetan. Mucho de esto es consejería, una gran parte de su trabajo es consejería. Conocí a un colega que había dejado la medicina familiar para dedicarse a la psiquiatría. Era cristiano, amaba el evangelio de la gracia, y sabía que lo que diría sería la verdad.
Hice una cita para ir a verlo. Viajamos a la parte continental de Escocia para hacerlo, y fue revolucionario, porque escuchó durante dos horas mi historia y dijo algunas cosas muy puntuales.
Me dijo: «¡Eres muy dura contigo misma!» Me estaba escuchando rebajarme todo el tiempo. No me había dado cuenta, pero era cierto. Empezó a mostrarme cómo gran parte de mis conclusiones se basaban en opiniones que me estaba formando y en un pensamiento negativo que iba dirigido contra mí misma, y a una incapacidad para procesar la información de una forma más objetiva.
Él nos dirigió al concepto completo de lo que se llama TCC: Terapia Cognitiva Conductual. Ahora bien, esto no es con lo que la gente podría estar más familiarizada, la psicoterapia. Esto es en realidad algo que cada uno de nosotros hace en mayor o menor medida todos los días de nuestras vidas.
Nancy: Tener una conversación con uno mismo.
Shona: Hablar contigo mismo. Algunos de nosotros somos mejores en eso que otros. Para mí, creo que probablemente era inútil, o al menos siempre me volvía contra mí misma. Si pasaba algo en el camino, de alguna manera concluía que era mi culpa, aunque no tuviera nada que ver conmigo.
Se trata de ese tipo de cosas que no son racionales. Si pasas y miras el incendio de una casa, solo porque pasaste por delante de esa casa no significa que hayas provocado ese incendio. Es un poco extremo, pero a eso me refiero.
David: Recuerdo cuando el padre de Shona nos dijo que éramos la enésima pareja que había venido a verlo desde la división de la iglesia.
Nancy: Interesante.
David: Sí, así que claramente…
Nancy: …había sido un camino muy difícil por el que ustedes habían tenido que transitar.
David: Sí, muchos habían pasado por eso y habían sido afectados de maneras que no nos habíamos dado cuenta en ese momento.
Nancy: Eran algunas de las consecuencias.
Shona: Sí.
David: Exactamente. Él nos recomendó un libro: No se supone que me sienta así (I’m Not Supposed to Feel Like This). Esto fue escrito por tres profesionales médicos cristianos. Y así es como se siente cada cristiano cuando está deprimido: «¡No se supone que me sienta así!»
Nancy: «Se supone que los cristianos son felices».
David: Sí, claro. Y la belleza de este libro es que era una versión cristiana, por así decirlo, de la Terapia Cognitiva, es decir, volver a entrenar la mente. Lo que me encantó fue que estaba basado en la Palabra de Dios.
El Salmo 77 fue el salmo principal en el que se enfocaron. Pero puedes ir al Salmo 42, Habacuc 3, Job 19, lo que sea. A través de la Palabra de Dios podemos llegar a conclusiones erróneas basados en un pensamiento equivocado, así como el salmista lo estaba haciendo.
Él estaba viendo cosas, malinterpretándolas, y llegando a sentimientos, conclusiones y acciones terribles. Y entonces dice: «¡Basta! ¡Detente! Esto se basa en falsedad, en mentiras. Esto se basa en interpretaciones erróneas. Debo pensar en Dios y en Su Palabra y en Su voluntad y replantear exactamente las mismas cosas. Los eventos y las circunstancias no han cambiado, pero la forma de interpretarlos tiene que cambiar. Eso tiene un efecto consecuente en los sentimientos de uno, su perspectiva, su comportamiento, sus palabras».
Así que la parte cognitiva, la mental, afecta las emociones y el comportamiento. Eso también es un gran descubrimiento para nosotros. Así que nos sentamos en casa con este libro. Tiene páginas de autoayuda para rellenar y hablamos de ellas.
Llegaba a casa en la noche y Shona se echaba a llorar: «Estoy teniendo un día terrible. Todo ha salido mal y soy una madre inútil». Así que nos sentábamos y yo me ponía en el papel de «Dr. Phil» o algo así. ¡Una versión cristiana, espero!
Y yo decía: «Bueno Shona, ¿qué hiciste hoy? Planchaste cien camisas, cocinaste tres comidas y llamaste por teléfono a un par de señoras que son viudas. Has limpiado la casa…» (Shona respondía en esos días): «Está bien, sí, hice eso, esto y esto». Es muy sencillo, muy básico.
Shona: Pero yo le respondía: «¡Pero los pisos están sucios!», o «quemé las papas». Siempre miraba lo que no me salía bien.
Nancy: Buscabas donde fallabas.
David: Sí, lo negativo.
Shona: Creo que es algo muy común. Pienso que es muy común en las mujeres, con las madres. Puedes ser buena en tu trabajo, pero si cometes un error, aunque tu jefe te felicite por todo lo demás, lo único que piensas es en el error cometido. Te castigas por eso el resto de la noche.
Pero Dios no quiere que seamos así, porque Él no es así. Creo que la raíz de esto es nuestra visión equivocada de Dios. Miramos a Dios y vemos que derramó su gracia al salvarnos del pecado, pero de alguna manera pensamos que luego espera perfección, pero no es así. Él sabe que somos criaturas caídas, Él sabe que no somos perfectos. Él sabe que nunca podremos cumplir con nuestros objetivos diarios…que la mayoría de los días llegarás a un punto en el que tendrás que parar y dejar cosas sin hacer. Pero eso es parte de Su proceso de santificación en nuestras vidas…y es una lección de humildad.
Nancy: Porque no somos Dios.
Shona: ¡No lo somos! Y esto nos conduce a Él que es perfección, que es belleza, que es gloria, que tiene todo bien ordenado, bien planificado.
Nancy: ¡Y nos conduce a Su gracia!
Shona: Gracia, exactamente, y se trata de abrazar la gracia. Dios es un Dios de gracia, no solo en nuestra conversión, sino en cada aspecto de nuestra vida. Y es muy importante que mantengamos esa conexión siempre ante nosotros.
David: Sí, incluso la gracia de proporcionar estos salmos para aconsejarnos.
Nancy: Cierto, ¡qué regalo!
David: Sí, ¡qué regalo! Escuchamos a estos psicólogos descubrir esto como si fueran muy inteligentes. Solo están dos mil años atrás de Dios. Apenas están descubriendo lo que Dios había revelado muchos miles de años antes, y tenemos todos estos recursos disponibles para nosotros por Su gracia.
Y eso es lo que creo que Shona y yo hemos descubierto por encima de todo, es simplemente ampliar nuestro concepto de lo que es la gracia. Más allá de la mera salvación, Dios ha provisto gracia en muchas más dimensiones y áreas de la vida que estábamos descubriendo con gratitud.
Nancy: Bueno, has hablado de ir a los pozos de la gracia, y piensas en un pozo como un lugar donde buscas refrescarte, donde hay agua, lo que tu alma necesita, lo que tu cuerpo necesita. Entonces, un aspecto del que hablas de la gracia de Dios es el pozo estimulante de la gracia de Dios. Podemos estar motivados por muchas cosas.
Shona: Podemos estarlo. Podemos estar motivados por dinero, prestigio, popularidad, simplemente por nuestro propio perfeccionismo que nos mueve. Pero cuando estamos motivados por la gracia de Dios, nos inspira por lo que está hecho.
Nosotros queremos expresar agradecimiento, gratitud, así como tú has escrito en tu libro sobre la gratitud, Nancy. Ese es el motor principal: «Gracias, Señor, por lo que has hecho».
Nancy: No estamos haciendo todas estas cosas para tratar de ganar el favor de Dios o Su aprobación, pero Él nos ha aprobado. Él nos ha dado Su gracia en Cristo, y entonces nuestro servicio es una respuesta de agradecimiento.
Shona: ¡Ciertamente así es! Puedes pensar en un esposo y una esposa, o amigos cercanos o padres…haces cosas por ellos, no porque quieras ganar su favor, sino solo por gratitud y amor hacia ellos. Y así es como vivimos la vida y respondemos a Dios.
David: Y esto cambia toda la relación. La cambia de una relación de legalismo, imposible de complacer, a una relación de disfrute. En lugar de decir: «¡Apruébame, apruébame, apruébame!», dices: «¡Gracias, gracias, gracias!»
Nancy: Sí, así es. ¿Qué hay del pozo de liberación de la gracia? ¿Cómo se aplica eso aquí?
David: Ya sabes, somos muy controladores por naturaleza.
Nancy: ¡¿Tú crees?!
David: ¡Tú no, Nancy! No, tú no.
Nancy: ¡Sí, yo sí!
David: Nosotros queremos ser soberanos, perfectamente soberanos en cada área de nuestra vida. Si uno de nuestros patos se sale de la fila, hay que volver a ponerlo en la fila. Eso es una tortura, porque eso es imposible en este mundo. Y Shona era perfeccionista, y yo también. Nos estamos recuperando de nuestro perfeccionismo.
Shona: Y todavía tenemos que luchar contra ello.
David: Una vez más: cuando realmente abrazas la soberanía de Dios no solo es soberano en la salvación, sino en cada área de la vida, para que reconozcas –no solo queÉl es soberano en la salvación de nuestras almas– sino en nuestros hijos, trabajo, iglesia. Es una verdad que libera. Ya no trato de ser el rey, sino que estoy viendo liberación, liberación, liberación. Es algo en lo que Shona ha trabajado muy duro.
Shona: Puedo pensar en dos ejemplos en particular. Cuando nuestro hijo mayor tenía unos quince años, llegué a un punto en el que sentí que ya no podía educarlo por mí misma, por diversas razones. Pero me sentía una fracasada si decidía que alguien más tenía que enseñarle.
Nancy: Hay muchas mamás escuchando en este momento que han estado exactamente donde tú estabas.
Shona: ¡Exactamente! Comencé como idealista, como perfeccionista: «Voy a educar a mis hijos hasta el último año antes de la universidad, y luego irán a la universidad, y después voy a estar bien y seré libre».
Pero a sus quince años, ya estaba enfrentando el agotamiento. Llamé a David una mañana, estaba fuera, en Canadá, en la Columbia Británica. Lloraba por teléfono y dije: «David, ya no puedo hacer esto. ¡No puedo! Él tiene que ir a la escuela. ¡Estoy al final del camino!»
Y el versículo que realmente me ayudó esa mañana fue: «Ella ha hecho lo que ha podido». Es lo que Jesús dijo acerca de María (ver Marcos 14:8). Honestamente, sentí que no podía hacer más nada. Me había resistido por mucho tiempo, pero esa mañana abandoné la lucha. Solté todo el asunto, se lo entregué al Señor y le dije: «Señor, he hecho lo que pude».
Nancy: Y eso está bien.
Shona: Está bien. No es un desastre. No he fallado a mis hijos. No he entregado a este niño a una persona cualquiera. Él fue a una escuela cristiana después de eso, y todas las preocupaciones que tenía... Bueno, creció y sobrevivió a la escuela. Él tenía veintiún años, y luego se unió al ejército, y tuve mi siguiente experiencia de tener que soltar. Siempre me gusta saber dónde están mis hijos por la noche. Quiero saber cuando llegan, incluso a los veintiún años.
David: Y aun así te vas a dormir.
Shona: Pero les digo a mis hijos: «Mira, cuando vuelvas a casa ¿podrías tocarme en el hombro? Así lo sé».
Nancy: Entonces realmente puedes dormir.
Shona: Realmente puedo dormir. Entonces, si me despierto por la noche, no me preocupo…«¿estarán bien?» Bueno, él se va al campo de entrenamiento, y en un principio no hay comunicación mientras esté allá.
Nancy: Parece que esto es más difícil para las madres que para los reclutas.
Shona: ¡Exactamente! Así que, por primera vez en mi vida, me fui a dormir esa noche sin saber si mi hijo estaba vivo o muerto. No sé qué está haciendo, no sé qué está desayunando (si es que le dan desayuno). Así fueron los tres meses siguientes.
Después de un par de días llenos de lágrimas, me di cuenta de que debía confiar en el Señor. No puedo mover un dedo para influir más en este momento, pero puedo orar a Dios, mi Padre celestial, que está justo allí, ahora mismo, a su lado, quien puede hacerlo todo».
Me sentí literalmente como un pájaro liberado en el aire. Los siguientes tres meses pasaron sin eventos inesperados, y realmente me enseñaron la importancia de dar un paso atrás y decir: «He hecho lo que puedo, y ahora…» El Señor siempre está en completo control, pero de manera práctica no puedo hacer nada más.
Nancy: Shona y David Murray han escrito un libro realmente útil y práctico llamado Renueva tu vida: Adoptando una vida al ritmo de la gracia en un mundo de exigencias interminables. Y en el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones, hablaremos sobre algunos medios y estrategias muy prácticas para caminar en la gracia en medio de las demandas que nos llegan de todas las direcciones.
Ellos están compartiendo desde sus vidas, desde su propio peregrinar, y sé que va a ser una gran ayuda para muchas de nuestras oyentes. Asegúrate de unirte a nosotros para el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Débora: Muchas gracias por escuchar Aviva Nuestros Corazones para proclamar libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
¿Pasas tiempo relajándote al final del día en Facebook o Instagram? La Dra. Shona Murray dice que tu mente en realidad no se está relajando. Ella explicará más mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones. ¡Acompáñanos!
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