Demuestra aprecio
Annamarie Sauter: Gary Thomas se casó con el enfoque de recibir amor de su esposa. Pero Dios cambió su mentalidad.
Gary Thomas: Dios me convenció de que mi mayor necesidad no era ser amado. Mi mayor necesidad era aprender a amar. Y cuando me convencí de eso, dejé de resentirme por algunos de los desafíos del matrimonio y comencé a apreciar cómo esa lucha podía tener un gran propósito espiritual.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, espero que esta conversación que hemos estado teniendo con Gary y Lisa Thomas te esté animando tanto como a mí. Por lo general, Gary es el orador y Lisa le apoya, sirve, ora, bendice y ayuda a crear el hogar donde Gary pueda experimentar el gozo del matrimonio a la manera de Dios.
En esta ocasión la …
Annamarie Sauter: Gary Thomas se casó con el enfoque de recibir amor de su esposa. Pero Dios cambió su mentalidad.
Gary Thomas: Dios me convenció de que mi mayor necesidad no era ser amado. Mi mayor necesidad era aprender a amar. Y cuando me convencí de eso, dejé de resentirme por algunos de los desafíos del matrimonio y comencé a apreciar cómo esa lucha podía tener un gran propósito espiritual.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, espero que esta conversación que hemos estado teniendo con Gary y Lisa Thomas te esté animando tanto como a mí. Por lo general, Gary es el orador y Lisa le apoya, sirve, ora, bendice y ayuda a crear el hogar donde Gary pueda experimentar el gozo del matrimonio a la manera de Dios.
En esta ocasión la hemos invitado al programa para compartir junto a Gary. Lisa, gracias por estar dispuesta a salir de tu zona de confort. Sé que nuestras oyentes han sido realmente bendecidas al escucharte a ti y a Gary.
Lisa Thomas: Hola Nancy. Es bueno poder estar aquí.
Nancy: Si no han escuchado los tres episodios anteriores de esta serie, quiero animarlas a que vayan a avivanuestroscorazones.com y los escuchen. Encontrarán ayuda y aliento. Encontrarán bendición en cualquier etapa del matrimonio en la que se encuentren.
Y si estás soltera, necesitas saber estas cosas. Me alegro de haber leído algunos de estos libros antes de casarme porque pude ayudar a alentar a otras mujeres casadas. Y Dios me estaba preparando de una manera que nunca podría haber imaginado para casarme con un hombre a mis cincuenta y siete años.
Tengo en mi mano dos libros que has escrito, Gary, por los cuales estoy muy agradecida. No puedo enfatizar lo suficiente cuánto deseo que nuestras oyentes obtengan estos libros.
Uno de ellos es Devotions for a sacred marriage (disponible en inglés), es un año de devocionales semanales para parejas; y Robert y yo lo estamos leyendo juntos. Y el otro es Valorar: La palabra que lo cambia todo en tu matrimonio. Gary, creo que lo que has afirmado en este libro es realmente cierto.
Gary: Gracias Nancy.
Nancy: Por lo tanto queremos que nuestras oyentes obtengan este libro. También es para los hombres, pero creo que en especial las mujeres podríamos aprender mucho sobre cómo hacer que nuestros esposos se sientan reconocidos, valorados y apreciados. Al hacerlo, les da mayor libertad y motivación para apreciarnos como esposas. Das lo que sientes que la otra persona necesita, y Dios se acerca y satisface tus necesidades.
Gary y Lisa, ustedes han sido muy amables al compartir este tiempo con nosotras. Queremos agradecerles por venir.
Gary, algo que leí hace años en uno de tus libros es un concepto que no he leído en ningún otro lado. Y creo que realmente ayuda a poner el matrimonio en perspectiva. Hablas de que tu esposa no solo es tu esposa, sino que también hay otra relación involucrada. ¿Puedes hablar de eso?
Gary: Sí, es así. Y esto vino de un momento de corrección. Yo no estaba siendo un buen esposo y fui corregido. Oré…siempre es peligroso orar cuando no eres el mejor cónyuge… Y Dios me desafió con lo siguiente: «Gary, Lisa no es solo tu esposa. Ella es mi hija y espero que la trates como corresponde».
Lo que estaba haciendo era aplicar 1 Juan 3:1 a mi matrimonio, que dice: «Mirad cuán gran amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios».
Yo lo había entendido como hombre soltero. Soy hijo de Dios y esa es mi relación eterna. Eso nunca va a cambiar. Y Dios me estaba recordando a través de ese pasaje, que eso también significa que mi esposa es hija de Dios.
Cuando tuve mis propias hijas me di cuenta de cuán desesperadamente quería que ellas fueran amadas, y cómo dos hombres podían hacerme el más feliz de los hombres –sin hacer nada por mí, sino amando bien a mis hijas. Hay pocas cosas que me harían tan feliz como que ellos también amaran a mis hijas.
Dios me dio esta idea de cómo se siente exactamente en mi matrimonio. Una de las mejores cosas que puedo hacer por Él es cuidar a Su hija, amarla, apreciarla y hacerlo no solo pensando que Él es mi Padre celestial, sino consciente de que Él también es mi suegro celestial. Creo que eso es lo que pasa cuando nos casamos.
Al escribir mi libro, Valorar, me encontré con la historia del Dr. Hugh Ross. Es un astrofísico canadiense y estadounidense, un hombre muy brillante. Creo que él piensa con un tipo diferente de cerebro.
Nancy: Sí.
Gary: Yo no tengo ese cerebro científico. Pero Dios lo ha usado poderosamente, y resulta que este hombre tiene autismo. Yo estaba fascinado con eso. Hablé con su esposa, y ella me contó la historia de cómo conoció a este brillante joven. Ella habló de cómo lo ha animado, al punto de que ahora tiene este poderoso ministerio mundial.
Les he dicho a muchas esposas: «Imagínate si tienes un hijo con autismo…» Y en la audiencia muchas mujeres no necesitan imaginarlo…lo saben.
Nancy: Así es.
Gary: Ahora, imagina que una mujer entra en la vida de este niño, lo ama y lo apoya, y le da el aliento que necesita para que no solo logre cosas, sino para que prospere. Entonces Dios lo usa, y se convierte en más de lo que podrías haber imaginado que podría ser un hijo. ¿Cómo te sentirías con esa nuera?
Bueno, ella sería mi persona favorita en la tierra.
Le dije: ¿Cómo crees que se siente Dios cuando te envía un hijo que tiene limitaciones y debilidades, que tal vez se sentía avergonzado, que tal vez vino con hábitos de pecado y demás, y con la gracia de Cristo y el amor de Cristo y la esperanza de Cristo, lo has edificado? Lo cuidas, lo apoyas para que se convierta en el hombre que Dios creó.
Ese matrimonio puede ser un acto de adoración. Se conecta el amar a nuestro cónyuge con adorar a Dios. Simplemente no sé si podemos hacer algo mejor para Dios que amar a sus hijos. Y cuando te das cuenta de que estás casado con un hijo o una hija de Dios, el matrimonio adquiere un enfoque completamente nuevo y un elemento completamente nuevo.
Nancy: Y te das cuenta de que, como padre, dijiste que nada podría hacerte más feliz que aquellos hombres con los que tus hijas se casen, las traten bien. Pero también, nada te pondría más triste o realmente molesto, que tus hijas se casen con hombres que las traten con falta de respeto o que sean malos con ellas.
Gary: Exactamente.
Nancy: Te va a importar mucho si ves que le faltan al respeto a tus hijas.
Gary: Esa es la cosa, yo se que mis hijas no son perfectas. Sé que tropiezan. Sé lo que será más frustrante para mis futuros yernos, y por eso, si mis hijas me dejaran elegir, creo que podría hacer un buen trabajo.
Yo quiero que sean amadas. Y si veo a un chico ser amable y solidario –aún viendo las debilidades de ellas y sin ser sarcástico (sin decir: «Pobre de mí» o «¿por qué a mí?») no puedo decirte lo feliz que esto me haría. Que conozcan las debilidades de mis hijas y que las amen a pesar de esas debilidades. Me encantaría porque sé que no son perfectas.
Y a las mujeres que nos escuchan hoy, Dios sabe que la persona con la que estás casada no es perfecta. Santiago 3:2 dice que todos fallamos de muchas maneras. Entonces, cuando tu esposo te ve tratar con esas imperfecciones con gracia, la misma gracia que Jesús nos muestra, creo que se convierte en un acto de adoración.
Lisa: A Gary le gusta decir que no tiene un trastorno obsesivo-compulsivo, pero no está lejos de eso. Creo que no me di cuenta de cuántas de sus rutinas y necesidades de que las cosas fueran de una determinada manera, estaban afectando nuestro matrimonio en los primeros años, y eso me molestaba.
Creo que esta visión del matrimonio me liberó para incluso reírnos de algunas de esas cosas ahora. Puedo acomodarme a ellas de formas que no pude antes. Solo digo: «Está bien, Dios quiere que cuide a Su hijo muy orientado a la rutina, y esa es mi realidad».
Nancy: Creo que tu esposo y mi esposo tienen muchas similitudes.
Al principio de nuestro matrimonio, Robert decía: «¿Te estás burlando de mí?»
Yo decía, «no, no pretendo burlarme de ti, cariño, pero esta rutina me parece muy extraña», porque era diferente a mi falta de rutina en esas áreas.
Pero ahora digo: «No es una cuestión de lo que está bien o mal. No hay pecado involucrado en esto. Es simplemente diferente, y está bien». Aprendí a aceptar y a celebrar eso. Tenemos menos tensión y más alegría en nuestra relación.
Lisa: Así es. Cuando tienes la visión de que al hacer eso complaces a Dios pues eso te da mucha más motivación.
Gary: Una de las razones por las que es tan importante, Nancy, es porque podemos estar hablando con esposas cuyos esposos realmente no entienden eso.
Nancy: Sí.
Gary: No se da cuenta de lo bueno que es estar casado con ella. Tal vez todos sus amigos piensan: «Wao, él se casó, es muy bendecido y tiene la fe de esta mujer, y ella está muy involucrada en el matrimonio». Y puede que él nunca lo vea.
Pero cuando amas a tu cónyuge por reverencia a Dios, Dios lo entiende. Dios ve. Y Dios promete recompensar. Por lo tanto, es una situación completamente diferente, donde no hay esfuerzo desperdiciado. Sigues amando a un hijo de Dios (si estás casada con un creyente). Dios nunca lo olvidará. Te encontrarás en la eternidad con Dios diciendo: «Quiero mostrarte cómo recompenso por la eternidad a la mujer que ama a un hijo mío, y cómo recompenso al hombre que ama a una hija mía».
Nancy: Entonces tengamos una visión a largo plazo.
Gary y Lisa: Sí.
Nancy: No vivas solo por el momento sino porque Dios dirá: «Bien hecho. Has sido fiel».
Es la naturaleza humana, y no lo oímos a menudo: «Quiero ser amado. Quiero ser apreciado, quiero ser respetado». Existe la sensación de que podría ser mejor amando si me amaran mejor.
Una de las cosas que me encanta de tus libros, Gary, es que básicamente dices: «No esperes a que alguien más haga esto por ti».
Gary: Nancy, creo que ha sido una de las mayores transformaciones en mi propio matrimonio. Me tomó un tiempo para ver a Dios como mi suegro celestial. Tuve tal convicción… Le tomó meses a Dios comunicarme esto, aunque está muy claro en las Escrituras, pero tenemos nuestras cegueras.
Me casé para ser amado. Quería que alguien me amara como nunca me habían amado. Un buen día fue cuando sentí que me amaban bien, hasta que Dios me convenció de que mi mayor necesidad no era ser amado. Mi mayor necesidad era aprender a amar. Y cuando me convencí de eso, dejé de resentirme por algunos de los desafíos del matrimonio y comencé a apreciar cómo esa lucha podría tener un gran propósito espiritual.
Y dices: «Bueno, ¿cómo se ve esto en las Escrituras?»
Bueno, a lo largo de la Escritura estamos llamados a amar a nuestros enemigos, a amar de manera extravagante, a amar de muchas maneras. No hay un solo verso que diga: «Para tener una vida plena, encuentra a alguien que te ame románticamente». Se trata de amor. Jesús dijo: «Así es como los hombres sabrán que ustedes son mis discípulos, si se aman los unos a los otros».
Hay una analogía que uso, una sobre ir al gimnasio. ¿Por qué la gente paga de $75 a $125 dólares por semana?
Nancy: ¡Para ser atormentados!
Gary: ¿Para sudar, para estar adoloridos, lastimarse…subirse a máquinas que causan dolor? Es porque piensan que pueden ser una persona diferente. Puedo estar más en forma. Puedo ser más rápido. Puedo estar más saludable. Puedo ser más fuerte.
¿Por qué alguien se casaría? «Bueno, puedo volverme más gentil. Puedo volverme más humilde. Puedo llegar a ser más comprensivo. Puedo ser mejor perdonando y confesando. Puedo llegar a ser más como Cristo».
Cuando ves que el propósito del matrimonio, en parte, es ayudarnos a crecer en santidad, no te molestan los momentos duros. No vas al gimnasio y dices: «Odio esta cinta de correr. Odio esta máquina de pesas». Sabes que duele, pero entiendes el propósito.
Nancy: Y permaneces porque entiendes eso.
Gary: Exactamente. Y si no tienes la meta de convertirte en alguien mejor al aprender a amar, resentirás los momentos en los que el matrimonio te enseña a amar en lugar de apreciarlo.
Nancy: Pero lo que nos viene naturalmente es despertarnos por la mañana pensando: ¿Soy más feliz hoy que ayer? o ¿qué me va a hacer feliz hoy?…esto nos desafía a hacer una pregunta diferente.
Gary: Sí, esa pregunta es, «¿cómo puedo amar a mi cónyuge hoy como nunca antes?»
Es todo ese proceso de aprender a amar… Me gusta esperar, sentarme y dejar que Dios informe mi mente y mis pensamientos. A veces solo será una pequeña cosa. A veces puede ser excesivamente romántico. A veces, voy a ser honesto, no siento que tenga ningún liderazgo, pero al menos hago la pregunta: «Señor, quiero ser el instrumento a través del cual puedas amar a tu hija, mi mujer. ¿Qué puedo hacer para bendecirla hoy?»
Lisa: Debido a que muchas de esas cosas no me resultan naturales, oro: «Abre mis ojos. Aclara el momento en el que se supone que debo decir algo o hacer algo», porque por mi cuenta, es imposible que se me ocurra eso.
Nancy: Creo que como mujeres nos involucramos mucho en las tareas de cada día, especialmente en las temporadas de crianza de los hijos o en otras responsabilidades. Estamos revisando nuestras listas. Y hay que detenerse y reflexionar sobre la persona que Dios ha puesto como nuestro prójimo más cercano y decir: «¿Cómo puedo amar a Robert de una manera que nunca antes había sido amado? ¿Cómo se ve eso hoy? ¿Cómo puedo ser sensible en la forma en que digo algo? Y cosas que podría haber pensado pero no había pensado decirlas, ¿cómo puedo alentarlo? ¿Cómo puedo bendecirlo?»
En este momento, está ayudando a otras personas a pasar por una situación y una relación muy desafiante. Hay muchas llamadas, muchos mensajes de texto, muchos correos electrónicos sobre esta situación, y anoche lo vi cansado de todo esto. No es una persona nocturna de todos modos, y acabo de ver el cansancio en su rostro, en su espíritu. Nos estábamos preparando para ir a la cama y le dije: «Cariño, ¿quieres que lea un salmo?»
Estoy hablando a su corazón, le estoy ministrando, le estoy diciendo, «Dios está usando esto. Él te ayudará a superar esto. Estás haciendo un excelente trabajo en esto».
He pasado cincuenta y siete años sin decir esas cosas a nadie por la noche. Quiero que alguien me haga sentir bien por la noche. Y puedo ver cómo la tensión y el cansancio van desapareciendo en él, y la sonrisa aparece en su rostro al sentir: «Hay una persona que está en esto conmigo a la que realmente le importo».
Estoy haciendo que se sienta amado. Ahora, muchas veces no pienso en eso, pero cuando lo hago, me alegra.
Y la realidad es que todos fallamos. Y si espero que mi cónyuge nunca tropiece o esté libre de pecado, voy a ser una esposa decepcionada.
Gary: Definitivamente. Y mira, nunca sugeriríamos que nuestro cónyuge sea perfecto –al menos no intelectualmente. Sabemos que no hay un cuarto miembro de la Trinidad. Pero en nuestros corazones, muchas veces nos molesta que nuestro cónyuge no sea así, que no sea perfecto.
Y en el libro, Valorar, compartí sobre cómo hay un problema que Lisa y yo hemos enfrentado a lo largo de los años. Aparece de vez en cuando. Y lo hemos hablado y hemos orado al respecto…pero sucedió de nuevo y me sentí frustrado. ¿Cómo es posible que lidiemos con eso por tanto tiempo… y tener que lidiar nuevamente con eso?
Y era como si pudiera escuchar la voz de Dios decirme: «Gary, así es como tropieza tu cónyuge».
Ahora, cité Santiago 3:2 en el libro Matrimonio Sagrado, y luego en mi segundo libro, Amor de por vida en tú matrimonio, y luego en Valorar. Nancy, creo que como conferencista ya sabes cómo funciona esto. Literalmente, podría pasar horas de mi vida hablándole a la gente de las implicaciones de Santiago 3:2, que dice, «porque todos fallamos de muchas maneras».
Pero aún así, había la siguiente pregunta en mi corazón: «¿Pero por qué mi cónyuge tiene que tropezar de esta manera?» o «¿por qué mi cónyuge tiene que tropezar ahora?»
Los tropiezos no suelen ser convenientes. No suelen suceder en el mejor momento. No son la forma en que queremos tropezar…
Y mientras mantengamos ese sentido de perfección, siempre estaremos frustrados.Un cónyuge nunca se siente querido o amado si no puede tener un mal día. Y un cónyuge no puede decir: «¿Sabes qué? Este no es el momento para tratar de arreglar nada». Ese es el momento de apoyarlos, de ayudarlos a superarlo. Podemos ocuparnos de los problemas de comportamiento más adelante. Ese es un día realmente malo para ellos, no siempre lo conviertas en un momento de enseñanza.
Nancy: Bueno, ¿no crees que también es el orgullo lo que me hace pensar que el tropiezo de mi cónyuge es más grave que mis propios pecados?
Gary: Sí.
Nancy: Quiero decir, realmente me estoy enorgulleciendo como el fariseo para decir: «No tropiezo». Bueno, no diría eso, pero ¿por qué soy más dura con los pecados de mi cónyuge?
Lisa: Porque son más fáciles de ver.
Gary: Exactamente. Esto entra en territorio peligroso, pero digo como pastor, que creo que en general, trabajando con matrimonios, las esposas tienden a ver los pecados de los hombres, los pecados de los hombres estereotípicos, como mucho peores.
Nancy: Y así, como pastor, ¿qué nos dirías a nosotras las esposas?
Gary: Bueno, si nos comparamos, no con nuestro cónyuge sino con nuestro Salvador, podemos vivir una vida como Cristo.
Nancy: Así es.
Gary: Cuando pienso sobre lo que Dios tiene que perdonarme –no solo lo que ya me ha perdonado, sino lo que me continúa perdonando todos los días… Él conoce cada falla, Él sabe lo que no hice, Él sabe lo que hice, Él sabe no solo lo que dije, sino lo que pensé y lo que había en mi corazón.
Cuando veo a Jesús como el estándar, es absurdo mantener a mi cónyuge en ese estándar. Pero algunas esposas pueden mirar a la izquierda y decir: «Creo que soy una mejor esposa que el 90% de mis amigas».
«¿Pero amas a tu esposo tanto como Jesús te ama a ti?» Una vez que Jesús se convierte en el estándar, las comparaciones no tienen ningún sentido.
Lisa: Pienso en la mujer que amó mucho porque se le perdonó mucho, y creo que debemos aplicar eso en nuestros matrimonios.
Nancy: A veces son cosas que no son pecados, son solo diferencias o molestias.
Lisa: Sí.
Nancy: Una de las cosas que dices en Devocionales para un matrimonio sagrado es: «Déjalo ir. No tienes que cambiarlo. Solo debes estar dispuesta a aceptarlo».
Fue algo realmente útil para mí poder decir: «Esto no es pecado. Esto es algo que preferiría que fuera diferente, pero no voy a cambiarlo. No tengo que cambiarlo. Y nuestro matrimonio será más feliz si estoy dispuesta a dejarlo pasar».
Gary: La frase era, creo, «si no es un pecado, no puedes esperar que cambie».
Nancy: Y tú no puedes exigir que cambie.
Gary: Correcto. Se puede volver algo arrogante que quiera arreglar a esta persona que está a mi alrededor porque estoy molesto o me molesta. A veces el problema es nuestra molestia o nuestro inconveniente.
Ahora, realmente debería dejar que Lisa hable más sobre esto porque tengo muchas peculiaridades que estoy seguro de que serían muy molestas para mucha gente.
Lisa: Gary puede ser muy inquieto y apretar botellas de plástico o tocar algo con los dedos. Esas son cosas de las que trata de estar pendiente porque sabe lo molestas que son. Entonces, sí, no son pecado. Tengo que ser paciente porque ni siquiera se da cuenta de que las está haciendo.
Nancy: Se trata de estar dispuesto a cambiar las cosas que sabemos que molestan a nuestro cónyuge –cuando podemos cambiarlas– se trata de estar dispuestos a incomodarnos a nosotros mismos.
Y una de las cosas que dices es: «Si sabes lo que molesta a tu pareja, ¿por qué sigues haciéndolo?»
Gary: Sí.
Nancy: Así que ese es un lado. Pero el otro lado es no exigir eso. Creo que hacemos batallas de cosas que no tienen por qué ser una batalla, en las que podríamos estar vestidos de comprensión, amabilidad, humildad y gentileza y decir: «No voy a permitir que esto sea un caso federal».
De hecho, dicen, «bueno, si has tratado de cambiar algo durante diez años, y no ha cambiado…»
Gary: En algún punto tienes que dejarlo pasar, o te volverás loca.
Y creo en los límites. Creo que debes llegar a tiempo para tomar un avión, creo en llegar a tiempo al servicio de la iglesia, para hacer cualquier cosa. Y nos reímos de que Lisa no cree tanto en los límites sino más bien cree en la intervención divina. Mientras pretendas salir a tiempo, Dios hará que cada luz se vuelva verde y te lleve a tiempo.
Habíamos tenido muchas luchas. Y ahora me doy cuenta, después de treinta años de matrimonio, que no va a cambiar. Entonces, ¿qué puedo hacer para ayudarla a prepararse? Pero nada va a cambiar con mostrar mi molestia, más bien debo hablar de modo agradable.
Y hay cosas que nos frustran completamente. Entonces, debo decirme: Gary, necesitas aprender a relajarte.
Lisa: Pero a veces pienso que no se nos está haciendo tarde porque no te has enojado…
Nancy: Bueno, una de las cosas que Robert y yo estamos aprendiendo es a asumir lo mejor del otro. Hacer concesiones, asumir que esa persona no está tratando de lastimarme o herirme o decepcionarme. Somos dos seres humanos diferentes, pero todo esto está obrando para nuestro bien y para que seamos más gentiles, perdonadores y amables.
Si no tuviéramos esas peculiaridades, si estuviéramos perfectamente adaptados el uno al otro sin ningún esfuerzo, entonces no sentiríamos la necesidad de la gracia de Dios. No sentiríamos la necesidad de crecer. Y no seríamos transformados aún más a la imagen de Cristo. Entonces necesitamos esas diferencias.
Gary: Lo que me encanta de todo esto, Nancy, es el contexto de pacto en el matrimonio, donde nos comprometemos a estar juntos hasta que Dios nos separe. Y tenemos toda una vida para aprender estas lecciones.
Y estoy pensando en las mujeres más jóvenes que nos están escuchando. En mis libros hablo de emprender el viaje, de explorar lo que significa hacer que alguien se sienta amado, explorar lo que significa hacer que alguien se sienta apreciado. Y esto no se domina en una década, ni en dos décadas, ni en tres décadas…
Pero tienes tiempo para ser una estudiante de tu cónyuge, para aprender a valorarlo, para adorar a Dios amando a tu cónyuge y para simplemente disfrutar del viaje –y disfrutarlo todos los años– que pasan más rápido de lo que puedes imaginar.
Yo todavía me siento más joven que los años que llevo casado. Todavía me siento de veintinueve y he estado casado más de treinta años. Cuando miro hacia atrás, hay muchas cosas sobre mi vida que no cambiaría, cada inversión que hice en mi fe, al servir a Dios y amar a mi esposa, acercándome a ella…al mirar hacia atrás, esas fueron las mejores inversiones que hice.
Annamarie: Has estado escuchando la conclusión de una conversación entre Nancy DeMoss Wolgemuth y Gary y Lisa Thomas. Ellos te han estado hablando sobre las formas en que puedes invertir en tu matrimonio para la gloria de Dios. Y si estás soltera, estoy segura de que esta serie te ha dado una visión real y bíblica del matrimonio.
Recuerda que puedes encontrar el acceso para adquirir los libros que te hemos estado recomendando, en la transcripción de este programa, en avivanuestroscorazones.com. Y si esta serie ha sido de edificación para tu vida, allí también puedes compartirla fácilmente con más mujeres.
¿Sabías que los tiempos de dificultad nos ayudan a ver dónde realmente está nuestro tesoro –si en esta tierra o en el cielo? La manera en que manejamos nuestro dinero, posesiones y aún nuestras propias vidas, pone en evidencia nuestro amor por Dios. Para nuestra próxima serie, Nancy nos traerá una conversación con Randy Alcorn sobre estas cosas y tratarán el tema de la importancia de dar y cómo esto transforma nuestras vidas.
¡No te la pierdas!
Randy Alcorn: ¿Deseas tener un corazón más entregado al reino de Dios? Jesús te dice cómo hacerlo. «Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón». Traslada tu tesoro al reino de Dios, entre más tiempo inviertas en estudiar la Palabra, en oración, ofrendando, sirviendo, enseñando una clase de escuela dominical, trabajando con los niños en la iglesia, entre más tiempo inviertas en las vidas de tus hijos y en las relaciones con tus amigos que estén orientadas a las cosas de Dios; entre más inviertas en las cosas de Dios, más estarás enfocada en las cosas eternas.
Annamarie: Acompáñanos para este próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a reflejar la hermosura del evangelio al mundo que te rodea,Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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