De regreso a casa
Annamarie Sauter: Con nosotras Christopher y Ángela Yuan.
Christopher Yuan: Dios nos está llamando a vivir una vida de obediencia. Dios nos está llamando a vivir una vida de santidad. Así que me di cuenta que lo opuesto a la homosexualidad no es la heterosexualidad, sino la santidad.
Lo opuesto a cualquier lucha con el pecado no es no pecar, sino es ser santo. Es ser como Cristo.
Ángela Yuan: Él está llamando a todos los hijos pródigos a casa, a Sus brazos. Él nos está dando la bienvenida, no importa cuán lejos esté el país en que nos encontramos, no importa qué hemos dicho o hecho. Él está esperando. Ese es Su diseño, llamarnos a cada uno de nosotros de regreso a casa.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nos encontramos en la serie titulada, Desde un país …
Annamarie Sauter: Con nosotras Christopher y Ángela Yuan.
Christopher Yuan: Dios nos está llamando a vivir una vida de obediencia. Dios nos está llamando a vivir una vida de santidad. Así que me di cuenta que lo opuesto a la homosexualidad no es la heterosexualidad, sino la santidad.
Lo opuesto a cualquier lucha con el pecado no es no pecar, sino es ser santo. Es ser como Cristo.
Ángela Yuan: Él está llamando a todos los hijos pródigos a casa, a Sus brazos. Él nos está dando la bienvenida, no importa cuán lejos esté el país en que nos encontramos, no importa qué hemos dicho o hecho. Él está esperando. Ese es Su diseño, llamarnos a cada uno de nosotros de regreso a casa.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nos encontramos en la serie titulada, Desde un país lejano, con Christopher y Ángela Yuan. Si tienes niños pequeños cerca te recomendamos distraerlos con algo mientras escuchas este episodio.
Christopher: Mi mamá me había dado un ultimátum. Ella me dijo, «eliges la familia o eliges la homosexualidad».
Ángela: Antes yo pensaba que jamás lo podría amar porque él dijo que era homosexual, pero durante ese viaje en tren, pensé, «yo debo amar a mi hijo, a pesar de que me dijo que es homosexual».
Christopher: Cuando mi mamá se presentó en la escuela de odontología en Louisville, no era lo que yo quería, pero ella vino y me dijo, «te amo».
Se me ocurrió esta idea de que quizás podría vender un poco de drogas para poder pagar mi propio consumo, y fue así como empecé, desafortunadamente. Creció hasta el punto donde yo estaba vendiendo mucha droga.
Abrí la puerta y allí se encontraban doce agentes federales antidrogas, la policía de Atlanta y sus dos grandes perros pastores alemanes.
Ángela: Así que fue una mala noticia enterarme de que mi hijo estaba en prisión, pero en ese momento yo estaba segura de que esta era la manera en que Dios estaba contestando mis oraciones.
Christopher: Estaba caminando por los alrededores de la celda, repasando mi vida, lo horrible que se había vuelto, en el lugar en el que me encontraba y estaba a punto de pasar por este basurero… Miré sobre la basura y justo arriba de la basura había un Nuevo Testamento de los gedeones.
Con frecuencia las personas me preguntaban: «¿Quién te trajo a la fe? ¿Quién compartió el evangelio contigo? ¿Qué ministerio? ¿Fue un ministerio de prisiones?…» Pero el hilo que fue a través de nuestras vidas y en nuestro peregrinaje de fe hacia Dios, fue la Palabra de Dios, la Biblia, fueron las Escrituras.
Me senté en la estación de enfermería y simplemente sabía que algo andaba mal. Bajé mi cabeza, miré este pedazo de papel y vi tres letras y un símbolo, y leí VIH+.
Ángela: Christopher recibió su sentencia; le dieron seis años. Sentí que no era tan malo ponerlo en la prisión, pero cuando recibí la noticia del estado de Christopher con relación al VIH, eso fue como una sentencia de muerte.
Christopher: Me tomó tiempo conocer primero a Dios, saber lo que había hecho, saber quién era Él realmente, conocer Su carácter, luego conocerme a mí, reconocer cuánto necesitaba un Salvador, conocer los ídolos que había en mi vida. Esto tomó un largo tiempo. La última muralla para mí era mi sexualidad.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Ángela Yuan y Christopher Yuan, madre e hijo. No puedo agradecerles lo suficiente por haber compartido su historia en el libro que han escrito, El viaje de un hijo homosexual hacia Dios, y la búsqueda de esperanza de una madre quebrantada.
Ángela y Christopher, muchas gracias. Han dado muchas horas de su tiempo para compartir con nuestras oyentes esta semana. Y solo quiero que sepan que Dios lo va a usar para ser de mucha bendición y para dar mucho fruto. Muchas gracias.
Christopher: Gracias a ti, Nancy.
Ángela: No, gracias a ti Nancy.
Nancy: Esta no es una historia recubierta de azúcar, y no es una en la que Ángela oró un par de oraciones y de repente hay un final feliz. Aún tú, Christopher, que estás en esa celda en la cárcel en lo que pensaste en aquel momento, era una sentencia de seis años y además de eso, habiendo recibido el diagnostico de ser VIH positivo…Dios estaba trabajando en tu corazón. Estás leyendo las Escrituras. Estás en el proceso de venir a la fe porque llegaste al final de ti mismo.
Pero incluso entonces, todo esto se desarrolló a través de un periodo de tiempo, en la medida en que Dios te estaba cambiando. Y cuando llegamos al final del programa pasado, hablaste acerca de cómo Dios estaba tratando con algunos ídolos de tu corazón. El primero con que comenzó fueron las drogas y la adicción a ellas. Y sobre el curso de varios meses, Él te liberó de ese deseo. ¿Eso es algo con lo que has luchado desde entonces? ¿…el deseo por las drogas? ¿O el Señor finalmente te quitó ese deseo?
Christopher: Realmente no es algo con lo que he luchado, aunque sé que es una de mis debilidades. Tengo que ser cuidadoso y poner límites y no exponerme a situaciones donde podría ser tentado. Pero esto ya no es una atadura.
Yo creo que todos tenemos ataduras o todos tenemos asuntos con los que luchamos, y ese realmente ya no es un problema importante.
Nancy: Pero luego, había otros aspectos que el Señor comenzó a tratar contigo, que continuaban aún después de varios meses de lucha. Tú ya lo mencionaste al final del último programa, y tiene que ver con tu sexualidad. ¿Cómo comenzaste a procesar eso?
Por muchos años habías estado envuelto en un estilo de vida homosexual, actuando como homosexual, tenías una vida muy promiscua, estabas profundamente, profundamente involucrado en esto. Y ahora estás en Cristo. ¿Qué hiciste con todo este tema de tu sexualidad?
Christopher: Bueno, viví como un hombre homosexual por años. En la prisión, en la medida en que Dios me estaba acercando hacia Él, comencé a cuestionarme, al ver lo que Dios dice en Su Palabra, «no tendrás otros dioses delante de mí».
Y me hice esta pregunta, «¿qué hay en mi vida que siento que no puedo vivir sin eso»?
Nancy: Lo que es, exactamente eso, otro dios o un ídolo.
Christopher: Sí. Si pienso que realmente no puedo vivir sin eso, entonces es un ídolo. En ese tiempo yo pensaba que «podía tenerlo todo»; podía tener a Dios, y podía seguir siendo homosexual. Pero en la medida en que leía las Escrituras, me encontré con esos pasajes que condenaban la homosexualidad.
Así que fui al capellán de la cárcel y le pedí su opinión, y sorprendentemente, este capellán de la cárcel me dijo que la Biblia no condena la homosexualidad. Él me dio un libro para que yo lo leyera y comencé a leerlo, pero –yo veo esto como la gracia de Dios. Yo no solamente leí el libro. Yo puse la Biblia justo al lado.
Así que cada vez que este libro mencionaba las Escrituras, yo abría la Biblia y no solo leía el verso, sino que leía el capítulo completo, todo el contexto. Lo que vi no fueron las mismas conclusiones a las que este autor llegaba.
En realidad, yo quería estar de acuerdo con este libro. Todo dentro de mí quería encontrar una justificación, así no tendría que cambiar, no tendría que echar nada a un lado. Realmente creo que fue el poder del Espíritu Santo que estaba comenzando a trabajar en mí, que señaló que este libro estaba distorsionando la Palabra de Dios.
Estaba torciendo las Escrituras para lograr justificar algo que era injustificable. Así que puse este libro a un lado, se lo devolví al capellán y solo buscaba en la Biblia.
Nancy: Así que te diste cuenta que tenías una decisión que tomar. Ibas a aceptar la Palabra de Dios como la autoridad en tu vida, a Cristo como tu Señor o te ibas a aferrar a tus ídolos.
Christopher: Sí, así que pensé, «está bien, déjame echar a un lado los pasajes de la Escritura que condenan la homosexualidad. Voy a mirar todo el resto de las Escrituras. Digamos que esos seis pasajes están en el aire (que no lo están) pero digamos que están. Déjame ver el resto de las Escrituras para ver si hay alguna justificación positiva para la homosexualidad, que bendiga las relaciones homosexuales». Y leí la Biblia completa, buscando en dónde Dios podría bendecir las relaciones homosexuales monógamas. No había nada.
Ahí fue cuando supe que tenía que escoger entre Dios y la Biblia, o la homosexualidad y vivir como un hombre homosexual.
Nancy: Tú sabías que no podías tener ambas.
Christopher: No podía tener ambas. Pero eso no fue tan fácil porque aún tenía tantas tentaciones y luchas dentro de mí… Realmente pensaba que tenía que convertirme en heterosexual para agradar a Dios; que tenía de alguna forma que estar atraído por las mujeres y casarme para agradar a Dios.
Pero en la medida en que leía las Escrituras, yo veía que ser heterosexual significaba estar atraído por las mujeres; pero también abarcaba adulterio, fornicación, lujuria. Así que el término heterosexualidad era un término demasiado amplio. Aun si me convirtiera en heterosexual, todavía tengo que ser obediente a Dios.
Nancy: Así que no es solo el homosexual que peca sexualmente, sino que puedes ser heterosexual y pecar sexualmente.
Christopher: Así es, podemos tener estos sentimientos de heterosexualidad y tener sentimientos de homosexualidad y aún así no ser agradables a Dios. Leyendo a través de las Escrituras y estudiando detenidamente la Palabra de Dios, me encontré con este pasaje que es tan profundo que dice: «Sed santos, porque yo soy santo» (1 Pedro 1:16).
Independientemente de si tus tentaciones, tus pasiones, tus deseos o tus luchas cambian, Dios nos está llamando a vivir una vida de obediencia. Dios nos está llamando a vivir una vida de santidad. Así que me di cuenta de que lo opuesto a la homosexualidad no es la heterosexualidad, sino la santidad.
Lo opuesto a cualquier lucha con el pecado no es no pecar, sino es ser santo. Es ser como Cristo.
Nancy: Y ese es realmente el fundamento de todo; tu propia identidad comenzó con tu identidad en Cristo y no con tu identidad sexual.
Christopher: Y por mucho tiempo me vi únicamente como un hombre homosexual. Eso era quién era. Yo iba a los clubes para homosexuales, iba a gimnasio para homosexuales, iba a supermercados para homosexuales y en la medida en que leía las Escrituras, me di cuenta que había puesto mi identidad en cosas totalmente equivocadas.
Mi identidad no es ser homosexual, no es ser gay, no es ni siquiera ser heterosexual, mi identidad como hijo de Dios tiene que estar solo en Jesucristo.
Nancy: Y en la medida en que comenzaste a perseguir esa identidad, el Señor comenzó a mostrarte claramente que Él tenía planes para tu vida que eran muy diferentes a los que jamás te hubieras imaginado. De hecho, comenzaste a sentir el llamado a entrar al ministerio…
Christopher: ¡Planes muy diferentes! ¡Así es! Fue durante este tiempo que Dios me estaba dando todas estas oportunidades para compartir el evangelio con estos compañeros que sabían que eran pecadores. Yo solo llegaba, abría la Biblia y compartía el evangelio con ellos y estás personas estaban viniendo a la fe.
Yo estaba dirigiendo estudios bíblicos, predicando en la prisión y fue entonces cuando sentí un fuerte llamado a trabajar a tiempo completo en el ministerio…mientras estaba en prisión. Yo sabía que no importaba dónde yo estuviera, aún si estaba en prisión por seis años, veinte o treinta años, yo iba a servir a Dios.
Aunque estuviera un par de semanas, yo iba a servir a Dios, porque no importaba dónde estuviera…en la prisión o fuera de la prisión…ese llamado se mantendría igual. Y cuando ese cambio de corazón ocurrió, ahí es cuando Dios hizo otro milagro. Él hizo tantos milagros, pero Él hizo otro, y fue que redujo mi sentencia de seis a tres años.
Nancy: Increíble…
Christopher: Increíble.
Nancy: Y más de esa historia es mencionada en tu libro, y es una historia maravillosa –porque es la historia de Dios– pero claramente ese Dios te estaba separando, te estaba apartando con un propósito para Su reino y estaba bendiciendo tu obediencia y tu respuesta a Él. Él era el que te daba la gracia para responder.
Christopher: Amén.
Nancy: Así que cuando te diste cuenta de que tu sentencia iba a ser reducida, tú llamaste a tu mamá. Seguramente, Ángela, tienes que recordar esa llamada, cuando te dijo lo que quería hacer cuando saliera de la cárcel.
Ángela: Sí, cuando él estaba yendo a la corte para la nueva sentencia, cuando él dijo eso, yo dije en mi mente, «no importa si estás dentro o fuera de la cárcel, porque cuando recibes a Dios eres libre».
Y solo alabé a Dios, ese siempre fue mi sueño.
Nancy: Y luego cuándo él supo que su sentencia había sido reducida y que lo iban a liberar, él te dijo que quería un formulario de aplicación universitaria.
Ángela: Sí, él dijo, «yo quiero ir a una universidad bíblica para aprender más de la Biblia. ¿Podrás mandar una aplicación al Instituto Bíblico Moody? En ese momento, me di cuenta, «¡él viene a casa!» Antes no sabía lo que él iba hacer. Él posiblemente querría quedarse en Atlanta con sus amigos.
Cuando él me dijo que me llamaría para lo de Moody, me dije, «él viene a casa», regresa a Chicago; y yo estaba simplemente regocijándome.
Nancy: ¿Y qué te hizo pensar en ir al Instituto Bíblico Moody?
Christopher: Es muy interesante. Antes de haberme ido realmente en esa dirección, mis padres habían llegado a conocer al Señor y ellos ponían en la casa la emisora radio Moody.
Nancy: Y ahora mismo este programa se está transmitiendo a través de muchas emisoras de Moody, así que muchos de los radio oyentes de Moody van a agradecer esto.
Christopher: Al principio pensé que era algo molesto, pero estaba plantando las semillas.
Nancy: Ángela, ¿la ponías bien alta para que Christopher la pudiera escuchar?
Ángela: Sí, en nuestra casa tenemos un intercomunicador, así que dónde quiera que vamos, desde la mañana hasta la noche, lo encendemos cuando comienza el día y lo apagamos cuando nos vamos a acostar.
Nancy: ¡Gracias al Señor por Radio Moody!
Christopher: Sí, las prédicas, las enseñanzas, esas canciones, ellos estaban sembrando la semilla, aun cuando mis padres pensaban que las semillas no estaban siendo plantadas. Yo recordé, «conozco una universidad en Chicago llamada Moody». Yo sabía que era una universidad bíblica. No sabía mucho acerca de ella, pero sí sabía que quería ir a una universidad bíblica.
No sabía de otra universidad bíblica, así que les pedí a mis padres que me enviaran por correo la aplicación para el Instituto Bíblico Moody.
Nancy: Y luego entonces te encontraste con ese pequeño problema con la aplicación.
Christopher: Porque en la medida en que respondía las preguntas en el formulario, ellos me preguntaban, como en todas la universidades bíblicas y escuelas cristianas, por referencias, para asegurarse de que lo que dices esté de acuerdo con la realidad.
Nancy: ¿Y a dónde ibas a encontrar esas referencias?
Christopher: Desafortunadamente, ellos no solo pedían cualquier tipo de referencia, ellos pedían referencias de personas que me conocieran como cristiano por al menos un año. Yo me había convertido en la cárcel y las únicas personas que podía encontrar eran el capellán de la cárcel, el carcelero y otros compañeros de celda, como mis referencias para el Instituto Bíblico Moody.
Así que, sorprendentemente, en Moody me aceptaron. Fui librado de la cárcel en julio del 2001 y comencé el siguiente mes, en agosto.
Nancy: Y tienes desde que te graduaste de Moody y luego recibiste un título de una maestría de la Universidad de Wheaton…
Christopher: Una maestría en exégesis bíblica.
Nancy: Exégesis bíblica, estudio de las lenguas originales. Christopher tú eres un hombre de la Palabra, tú amas proclamar la Palabra, y ahora estás estudiando para obtener un doctorado en ministerio y estás haciendo mucho trabajo ministerial compartiendo tu testimonio acompañado de tus padres.
Pero todavía faltaba un momento dulce cuando salieras de prisión y te reencontraras con tu familia. Y yo quiero que nuestros oyentes escuchen cómo sucedió esto.
Christopher: Bueno, fue tan emocionante –al igual que para mí– mi madre dijo, el hecho de que yo quería regresar a casa. Por un momento pensé que Atlanta era mi casa, pero luego pensé, «voy a regresar a mi casa cuando salga de la cárcel, voy a regresar a Chicago».
Así que mis padres manejaron para recogerme. Yo tenía lo que ellos llaman un permiso. Ellos me dieron varias horas para manejar desde la cárcel hasta mi destino final, tenía que registrarme a la mitad del camino a casa, en unas cuantas horas. Ellos me dieron un tiempo aproximado en que podría llegar a casa. Y yo sabía que nosotros haríamos eso. Así que manejamos desde la parte del sur de Illinois hacia los suburbios de Chicago.
Yo no lo podía creer. Tres años no parecía ser tanto tiempo, pero…
Nancy: Por un largo tiempo, ustedes habían estado fuera de comunicación y se habían distanciado.
Christopher: Sí, mientras nos acercábamos a nuestra casa. En la medida en que llegábamos a la casa…tenemos este árbol bien grande en el patio del frente, alrededor de él tenía atado un lazo amarillo.Pensé, «eso es algo muy especial». Así que estacionamos el carro y nos desmontamos y caminamos hacia la puerta y abrimos la puerta, y en nuestro recibidor había cien lazos amarillos. Los miré y estaban todos firmados por alguien a quien no conocía y tenían versos de las Escrituras, en todas partes.
Mi mamá me explicó, «estas son todas las personas que han estado orando por ti». Ellos eran extraños que nunca había visto, quizás personas que aún tengo por conocer, quienes por años habían estado orando por mí, en aquellos tiempos cuando yo estaba distanciado y no tenía nada que ver con mis padres, y mientras estaba en la cárcel. Ellos estaban acompañándome a casa. Recordé a mi madre decir: «Bienvenido a casa». Creo que fue en ese momento que supe que estaba en casa, por fin en casa.
Nancy: Y en casa, no solo con tus padres, sino ahora con el Señor, lo que habías deseado y orado por todos estos años, ¿no es así, Ángela?
Ángela: Sí. Tú sabes, eso muestra una imagen de nuestro Dios. Él tiene Sus brazos abiertos para recibir al hijo pródigo, alguien como yo o mi hijo. Él está llamando a todos los hijos pródigos a casa, a Sus brazos. Él nos está dando la bienvenida, no importa cuán lejos esté el país en que nos encontramos, no importa qué hemos dicho o hecho. Él está esperando. Ese es Su diseño, llamarnos a cada uno de nosotros de regreso a casa.
Nancy: Yo sé que Dios ha estado y está en el proceso de llamar a pródigos de regreso a casa, personas que han estado escuchando esta historia durante esta semana. No solo hijos pródigos, madres pródigas y quizás tu historia no es tan dramática. Quizás eres el hermano mayor de la historia; un santurrón pero también eres pródigo; no has vivido en drogas ni promiscuidad, o no te has divorciado de tu pareja, pero tu corazón está en un país lejano, lejano al Señor.
Él quizás te está llamando a casa. Quizás eres el padre de un pródigo o la esposa o la hija de un pródigo. Ángela, me gusta tanto esa foto donde se ven todos esos lazos amarillos de todas esas personas que se unieron contigo en oración.
Yo pienso cómo muchos padres en una situación como la tuya no quisieran que ninguno de sus amigos supiera acerca del estilo de vida homosexual de su hijo, o que su hijo está en la cárcel por tráfico de drogas porque eso es tan duro, es vergonzoso, es humillante.
Pero tú y tu esposo, como encontraron gracia a través de Cristo, querían esa misma gracia para su hijo y por lo tanto involucraron a otros para que oraran con ustedes por su hijo. Todos esos años, Dios estaba escuchando esas oraciones, y Él iba respondiendo cuando no parecía que lo hacía y Él estaba usando todas esas oraciones de los creyentes para formar parte de la jornada de llamar este pródigo a casa.
Y me encanta pensar, ahora, cómo lo que el enemigo planificó para mal ha sido una gran victoria para el reino de Dios. Todos esos años que ambos estuvieron en un país lejano…y pienso cómo el enemigo de Dios está recibiendo ahora un «ojo amoratado» en la medida que tú estás fuera, ambos están fuera, tú y tu esposo, Ángela, proclamando la verdad que hace a las personas verdaderamente libres.
En cada lugar donde hay personas saliendo de la cárcel, personas regresando a casa, pródigos regresando a casa. No solo el enemigo los mantuvo en un país lejano, sino que ahora Dios los está usando a ambos como instrumentos para llamar a otros de regreso a casa, desde un país lejano.
Christopher, yo creo que hay muchas personas que están escuchando hoy el programa a quienes les encantaría tener personas que oren por ellos así como las que oraron por ti todos esos años. ¿Podrías orar por aquellos que están escuchando que necesitan esa clase de oración ahora mismo?
Christopher: Padre, te damos gracias porque Tú eres un Dios de amor, que sabes que es lo mejor para cada uno de nosotros. Padre, sabemos que muchos de nosotros tenemos seres queridos que están ahora mismo en un país lejano y los amamos profundamente. Sabemos que Tú los amas aún más de lo que nosotros jamás podremos. Sé que aun en medio de la desesperanza, cuando las cosas parecen sombrías, imposibles, Tú eres el Dios de lo imposible. Padre, oro, para que penetres en la vida de estos hijos, estos pródigos, aunque sea un esposo pródigo o cualquier otro ser querido. Señor, Tú harás lo que sea necesario para traerlos a ti. Padre, solo queremos alabarte por la obra que continúas haciendo en sus vidas y en nuestras vidas. Oramos en el nombre de Jesús, nuestro Señor. Amén.
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Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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