De noche y de día
Nancy DeMoss Wolgemuth: No hay ninguna otra manera de ser felices en Jesús sino confiando y obedeciéndole. Ana nos dice: «Amo estar en el lugar en donde Tú estás Señor».
Mi corazón clama cuando leo acerca de su vida diciendo: «Señor, es ahí en donde yo quiero estar. Quiero una vida que esté centrada en ti». Y esa será una vida llena de bendiciones, ya sea que tengas cuatro, catorce, cuarenta y cuatro, ochenta y cuatro o ciento cuatro años. Bienaventurado es aquel que confía en el Señor.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: ¿Dónde ha estado tu corazón a lo largo de este año? ¿Dónde está tu corazón en esta época de Navidad? Hoy Nancy continúa hablándonos de la vida de una mujer que nos inspira a vivir vidas centradas en lo realmente importante.
Nancy: Continuamos hoy …
Nancy DeMoss Wolgemuth: No hay ninguna otra manera de ser felices en Jesús sino confiando y obedeciéndole. Ana nos dice: «Amo estar en el lugar en donde Tú estás Señor».
Mi corazón clama cuando leo acerca de su vida diciendo: «Señor, es ahí en donde yo quiero estar. Quiero una vida que esté centrada en ti». Y esa será una vida llena de bendiciones, ya sea que tengas cuatro, catorce, cuarenta y cuatro, ochenta y cuatro o ciento cuatro años. Bienaventurado es aquel que confía en el Señor.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: ¿Dónde ha estado tu corazón a lo largo de este año? ¿Dónde está tu corazón en esta época de Navidad? Hoy Nancy continúa hablándonos de la vida de una mujer que nos inspira a vivir vidas centradas en lo realmente importante.
Nancy: Continuamos hoy nuestro estudio en Lucas capítulo 2. Permítanme leer tres versículos que hablan de Ana, y entonces continuaremos explicando algunas cosas acerca de su vida, que han traído recientemente grandes beneficios y bendiciones a mi propia vida. Yo espero que hagan lo mismo en tu vida.
Estamos en el templo con Jesús, un bebe de 40 días, en los brazos de María y José. Simeón había llegado, había bendecido a María y había bendecido al Señor, y había hablado la profecía sobre ese niño.
Ana está ahí al mismo tiempo. Leamos en el versículo 36: «Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio», ella era una mujer anciana, «y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora…», ¿a que hora? A la hora en que Simeón llegó, a la hora en que María y José llegaron al templo con el niño Jesús para presentarlo y dedicarlo a Dios. «Presentándose en la misma hora». Lo que aquí queda implícito es que ella fue guiada por el Espíritu Santo a hacer esto. «Ella daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén» (vv. 37-38).
Quiero que en el día de hoy solo nos enfoquemos en la frase del versículo 37, «y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones». Aquí tenemos a una mujer que consistentemente y regularmente participaba en todos los cultos, fuera de día o de noche; una mujer que pasó sus horas despierta adorando en el templo.
Ella amaba el lugar donde la presencia de Dios y Su gloria moraban. En el Antiguo Testamento, ese lugar era el templo. Era ahí donde la gloria Shekina de Dios estaba, la presencia de Dios. Ella amaba estar donde Dios estaba, amaba estar donde el pueblo de Dios estaba. Ella amaba al pueblo de Dios. Tenemos aquí a una mujer que tenía un corazón y un hambre por las cosas de Dios.
Hoy en día, la presencia de Dios no está limitada a un templo o al edificio de una iglesia. Nosotros somos la iglesia. Si esta mujer hubiera vivido en el tiempo del Nuevo Testamento, diría que esta mujer amaba estar con el pueblo de Dios. Le encantaba estar donde el pueblo de Dios hablaba de las cosas de Dios en la presencia de Dios.
Ahora bien, como esta mujer pasaba mucho tiempo en el templo, seguramente vio las mismas cosas que Jesús vería años después cuando se convirtió en un adulto.
Tenemos a una mujer que conocía a Dios y lo conocía bien; que tenía una comunión íntima con Dios y caminó con Él por muchos años. Seguramente ella discernía muchas de estas cosas en el templo, la hipocresía, los rituales sin sentido, gente dando su dinero y adorando a Dios de labios pero con sus corazones lejos de Él.
Seguramente muchas de estas cosas que pasaban en el templo le dolían a ella así como le dolerían a Jesús. Debió haber visto el cambio de dinero constante y a la gente obteniendo beneficios de la religión.
Estoy segura de que estas cosas le molestaron. Y sin lugar a dudas, muchas de esas cosas se volvieron la base por la que esta mujer oró fervientemente. Ésta mujer se convirtió en intercesora en la medida en que fue viendo estas cosas que atribulaban el corazón de Dios, y de igual manera atribulaban su corazón.
Y esto me habló mientras estudiaba esto porque pienso en algunas personas que ven lo que está sucediendo en la iglesia.
- Ven la hipocresía
- Ven los problemas
- Ven la adoración vana
- Ven la profesión de fe superficial sin una vida que la respalde
- En muchas ocasiones se vuelven críticos o se desilusionan
- Y en muchos de los casos solo dejan de ir a la iglesia.
Dicen: «Ya está bueno, estas personas son hipócritas. Esto no es real, no es genuino. Esto es hueco y falso. No es verdadero». Y se vuelven críticos, desilusionados y se dan por vencidos.
Pero aquí tenemos a una mujer que vio todo esto pasar, pero ella siguió yendo al templo, siguió participando en los cultos, siguió orando: «Señor, apresura el día en que Cristo venga, cuando el Redentor venga. Trae la redención a Jerusalén». Ella estaba esperando junto con otros la consolación de Israel, la redención de Jerusalén.
Nunca vamos a encontrar la iglesia perfecta y nunca vamos a encontrar algo que se le parezca. Nunca vas a encontrar un grupo de creyentes que no tenga faltas, fracasos y debilidades. Pero la pregunta es: ¿Los amas así como Cristo los ama? ¿Oras por ellos? ¿Continúas participando diciendo: «Señor, por favor haz una obra de gracia en este lugar»?
«Y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones». Algunas de sus versiones pueden decir que ella «adoraba a Dios en ayuno y oraciones día y noche».
La palabra que aquí se traduce como «adorando» en mi traducción, o ella «servía» a Dios como dice en otras versiones, es traducida así indistintamente porque las dos palabras tienen el mismo significado.
Es una palabra que significa, «ministrar a Dios, adorarle sirviéndolo, servir a Dios activamente». Aquí tenemos a una mujer que a su avanzada edad, al menos 84 años o quizás 104, no estaba ni siquiera pensando en retirarse, sino que estaba sirviendo a Dios activamente.
Ella adoró a Dios, sirvió a Dios con ayunos y oraciones. Y la manera en que lo sirvió a los 104 años, pudo haber sido diferente de cuando lo sirvió cuando era una mujer joven o cuando era una joven esposa.
Hay diferentes etapas en la vida, y la manera en que algunas de ustedes, ya sea como mamás que enseñan en casa, mamás de niños pequeños o de adolescentes, la manera en que estás sirviendo a Dios en esta etapa de tu vida puede ser muy diferente a la manera en que vas a servir Dios cuando ya no tengas a tus hijos en casa.
La manera en que tú como mujer casada adoras al Señor, va a ser muy diferente a cuando lo sirvas cuando ya seas viuda. La manera en que estás sirviendo al Señor como soltera, es diferente a la manera en que le sirves como mujer casada.
Pero el corazón de Ana era servir al Señor como un acto de adoración. Ella sirvió al Señor. Ella lo adoró con ayuno y oración. Aquí tenemos a una mujer que varias veces al día oraba y ayunaba. Yo creo, en la medida que he meditado en este pasaje, que ella ayunaba y oraba en dos sentidos, de manera personal y privada pero también teniendo una devoción pública a Dios.
Los judíos en esos tiempos tenían periodos de oración y ayuno. Creo que ella también participaba en esos periodos. El día de la expiación era uno de esos días de ayuno y oración. Ella debió haber participado con ellos ese día, cuando todos los demás estaban haciendo eso mismo. Pero también creo que ella ayunaba y oraba, sola, cuando nadie más la veía, cuando nadie más lo sabía, solo Dios en los cielos.
Cuando pienso en su vida, veo un contraste con los fariseos y los religiosos hipócritas en los tiempos de Jesús que ayunaban y oraban mucho. Ellos ayunaban dos veces a la semana, lunes y jueves, oraban a horas específicas durante el día, pero eran orgullosos. Eran justos según ellos mismos y hacían eso para impresionar a otros.
Jesús dijo en Mateo 6: «Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa… Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan» (vv. 5 y 16).
Ese fue el motivo por el cual Jesús tuvo problemas con esto, porque hacía una burla de la verdadera religión y de la fe. No estaban centrados en Dios para nada.
Para mí, Ana ofrece un contraste con eso. Ella ayunaba y oraba, y también los fariseos, pero ella lo hacía por una razón muy diferente. Los fariseos ayunaban y oraban para que la gente los viera, pero ignoraron a Dios, pasaron por alto a Jesús. Ana oraba y ayunaba de un corazón para Dios, de una devoción verdadera hacia Dios y como resultado de un corazón sensible.
Ella estuvo en sintonía cuando apareció Jesús. Ella lo reconoció. Ella lo recibió. ¿Qué hicieron los fariseos cuando Jesús apareció? Lo resistieron y lo rechazaron. No tenían ojos para ver.
Jesús expuso sus verdaderos corazones. En la superficie se pudieron haber visto muy espirituales. Todos ellos ayunaban. Todos ellos oraban. Según las apariencias, ellos parecían hombres piadosos, pero cuando Jesús vino, sus verdaderos corazones fueron expuestos en la forma como respondieron.
Para Ana, ayunar y orar no tenía ninguna formalidad. No era un rito religioso, no era algo legalista y no era una actuación de su parte. Su motivo fue que ella anhelaba a Cristo.
En Lucas en el capítulo 5, la gente vino a Jesús y le dijo: «Los discípulos de los fariseos ayunan, ¿Por qué tus discípulos no? Y Jesús les respondió «¿pueden hacer que los invitados de una boda ayunen mientras que el novio está con ellos?» (vv. 33-34 parafraseado)
¿Quién es el novio? Jesús. Jesús les estaba diciendo «El novio está aquí, ha llegado, es tiempo de fiesta, de celebrar». Y después les dijo: «Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán» (v. 35).
¿Por qué ayunó Ana? Porque anhelaba la llegada, la aparición del novio. Ana deseaba que Cristo apareciera. Estaba desesperada y su desesperación la hizo una verdadera intercesora.
En Lucas capítulo 2 tenemos a una mujer que sirvió al Señor con oración y ayuno de día y de noche. Mientras estudiaba eso, me preguntaba si tal vez Ana estaba en una edad en la que estaba teniendo dificultad para dormir en la noche. No dice eso, yo lo sé. Pero, ¿saben una cosa? Ha sido de mucha bendición para mí a través de los años, escuchar que algunas personas mayores no pueden dormir en la noche, y usan esas horas, en lugar de preocuparse y dar vueltas en la cama, las usan para orar.
Aquí tenemos a una mujer que oraba, no solo a horas específicas, sino como un estilo de vida. Pensemos en está mujer. Mientras otras mujeres a su alrededor, jóvenes o tal vez mujeres de su edad, estaban gastando sus vidas en fiestas, en juegos y siendo autoindulgentes, aquí tenemos a una mujer cuyo corazón estaba puesto en las cosas de Dios. Aquí tenemos una mujer que vivió una vida de abnegación y de sacrificio, una mujer que vivió con la mirada puesta en la eternidad.
Ahora, no estoy diciendo y quiero ser cuidadosa para poner esto en claro, que toda mujer cristiana debe de vivir el tipo de vida que Ana vivió. Estás en la iglesia cada vez que las puertas de la iglesia se abren. Pasas todo el tiempo orando y ayunando, día y noche, y eso es todo lo que haces. Como hemos dicho, hay diferentes etapas en la vida y en esas etapas adoramos y servimos a Dios de diferentes maneras en esas diferentes etapas.
Pero voy a decir esto: Toda mujer cristiana debe tener este tipo de corazón: un corazón que está centrado en Dios, un corazón que tiene su vista en Dios y un corazón que sirve a Dios. Ya sea que estés en la cocina o en el templo, o si vas en el automóvil llevando y trayendo a los niños a la escuela, o llevándolos a lecciones de piano, o yendo a los eventos deportivos o haciendo cualquier cosa.
En cualquier etapa de la vida, amar a tus hijos, amar a tu esposo, hacer las cosas que Dios te ha llamado a hacer, ¿lo haces todo con un corazón centrado en Dios y pensando en la eternidad? Una mujer cuyo corazón está firme en Dios.
Tengo que decir, que mientras he estudiando la vida de Ana y voy a avergonzar a la señorita Dorothy aquí al decir esto, Dorothy, has venido a mi mente muchas veces mientras estudiaba este pasaje. Creo que no conozco a ninguna mujer, personalmente que encarne a esta mujer tanto como tú.
Si tú no tienes el privilegio de conocer a la señorita Dorothy, deberías conocerla. Tiene 80 años y según los estándares actuales ya es una mujer mayor. Pero en ella tenemos a una mujer que sigue creciendo espiritualmente, sigue aprendiendo, sigue haciendo preguntas.
Se me acerca después de cada sesión y me enseña cosas que nunca había visto en el pasaje. Hace preguntas, su mente está en sintonía con la Palabra de Dios. Ella está deseosa. Ella tiene hambre. Ella es enseñable, es una mujer que está sirviendo al Señor.
Es una mujer de oración y ella ha compartido conmigo muchas veces acerca de cómo ha llevado esa carga en su corazón por la iglesia; que haya un avivamiento en la iglesia. Ella ora por sus hijos y por sus nietos. Clama al Señor día y noche por los niños y por los hijos de Dios, por toda la familia de Dios.
Ella es una mujer que ansía ver «el consuelo para Israel, anhelante por la redención de Jerusalén». Y yo oro así: «Señor, yo quiero ser ese tipo de mujer cuando sea mayor. Así es como quiero pasar mi vida, sirviéndote de esa manera».
Les pido que regresemos a la Biblia, al libro de los Salmos capítulo 84. Algunas veces cuando hablamos de alguien como Ana, mucha gente puede pensar, «no estoy segura de que ese es el tipo de vida que realmente quiero, suena un poco aburrida, no se ve como algo muy divertido. Me viene a la mente la imagen de una monja, ya sabes, alguien en un convento, siempre orando, siempre cantando himnos siempre bien espiritual».
Quiero que veas en el Salmo 84 que esta es una vida de gran bendición. En cualquier etapa de la vida, tienes un corazón de peregrino, un corazón que está fijo en buscar a Cristo.
En este pasaje, lo leeremos casi todo aquí, el salmista expresa este gran deseo que él tiene de estar en el lugar donde mora la presencia de Dios, el cual en el Antiguo Testamento pudo haber sido el templo. Y fíjense en el gran gozo que él experimenta, la gran bendición que experimenta cuando llega a ese lugar. Él dice en el versículo 1: «Cuán amables son tus moradas». En algunas traducciones dice «tabernáculo», el lugar donde mora la gloria de Dios .
«Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos». Él está diciendo: «Oh Jehová, no hay ningún lugar en este mundo en el que prefiera estar más, que estar en donde Tú estás».
«Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová, tiene un intenso deseo de adorar a Dios, mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío» (vv. 2-3).
Pienso que es como si el salmista sintiera envidia de esos pajaritos que construyen sus nidos dentro y alrededor del patio del templo en los altares. Él está diciendo, «esos pajaritos son tan afortunados por estar tan cerca de Dios, de estar donde Dios está».
Después menciona en el versículo 4: «Bienaventurados los que habitan en tu casa». Encontrarán la palabra «bienaventurado» tres veces en este salmo, aquí en el versículo 4, después en el 5 y de nuevo en el versículo 12. «Bienaventurados los que habitan en tu casa ¡perpetuamente te alabarán!» Está diciendo, «feliz es su condición, ellos están gozosos, tienen la mejor vida que se puede tener».
El versículo 5 dice: «Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos». Él empieza a hablar del viaje al templo, un viaje a la presencia de Dios. Aquellos que tengan sus corazones fijos en este peregrinaje, aquellos que tengan sus corazones fijos en buscar la presencia de Dios, son bienaventurados.
Y entonces veamos el versículo 6: «Atravesando el valle de lágrimas…» Algunas de sus versiones dicen, «árido» y otras dicen, «el valle de Baca». «Baca» significa «lágrimas». «Atravesando el valle de Baca lo cambian en fuentes, cuando la lluvia llena los estanques». ¿Qué es lo que eso significa?
Está diciendo que en su camino en buscar la presencia de Dios, en su viaje al templo, se van a encontrar con algunas dificultades. Tienen que pasar por este valle de lágrimas, este lugar de tristeza, de sufrimiento y de dolor. Pero como ellos están buscando la presencia de Dios, Dios va a transformar ese valle seco y árido en un lugar de muchos estanques, de fuentes, un lugar de gozo, un lugar de alegría, un lugar de refrigerio, un lugar de alabanza. Esa es la presencia de Dios.
«Irán de poder en poder» (v. 7). Creo que esta es una imagen de aquellos que buscan al Señor. La anticipación de encontrarlo, de estar en su presencia, causa un cansancio natural del viaje que tienen que superar. Nos vamos fortaleciendo en el camino, tan difícil como parezca, seguimos adelante para ver al Señor.
«Verán a Dios en Sion» (v. 7). Esa es la meta, llegar a la presencia de Dios. Ana era una mujer que vivió para ver a Dios, vivió para conocer a Dios y vivió para ver la redención de Israel, Jesucristo.
Vayamos al versículo 10 del Salmo 84: «Porque mejor es un día en tus atrios, que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad».
¿No se parece eso mucho a Ana, quien solo quería estar donde Dios estaba? El salmista está diciendo: «Prefiero poder pasar un día o estar cerca del lugar donde está Dios que pasar mucho tiempo con aquellos que no aman a Dios, los impíos. Está hablando de las bendiciones de estar cerca de Dios, no es una manera de vivir llena de privaciones.
Veamos el versículo 11: «Porque sol y escudo es Jehová Dios». Él alumbra nuestro camino y nos protege. «El Señor concede honor y gloria» (como lo dice el Salmo 23:5: «mi copa está rebosando»). «No quitará el bien a los que andan en integridad».
Creo que algunas veces pensamos así: «Si confió en el Señor y digo verdaderamente confiar en Él, si rindo mi vida completamente a Él, voy a ser miserable. Tal vez Dios haga que me quede soltera y nunca dejará que me case o nunca me va a bendecir con un hijo o de alguna manera Dios va a hacer mi vida muy difícil».
Quiero decirte que si confías a Dios tu vida o si no confías a Dios tu vida, la vida va a ser difícil de todas maneras. De alguna manera la vida es difícil. Pero quiero decirte que si le confías a Dios tu vida va a ser difícil, pero va a ser de bendición.
Va a ser de bendición. Dios es nuestro sol y escudo, Él concede honor y gracia y no quitará el bien a los que andan en integridad.
El versículo 12 dice: «Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía». Eso fue lo que Ana experimentó, las bendiciones de toda una vida confiando en Dios, siendo enteramente dependiente de Dios, viéndolo, amándolo y viviendo por Él, centrando su vida en Él.
No hay ninguna otra manera de ser felices en Jesús sino confiando y obedeciéndole. Ana nos dice: «Amo estar en el lugar en donde Tú estás Señor».
Mi corazón clama cuando leo acerca de su vida diciendo: «Señor, es ahí en donde yo quiero estar. Quiero una vida que esté centrada en ti». Y esa será una vida llena de bendiciones, ya sea que tengas cuatro, catorce, cuarenta y cuatro, ochenta y cuatro o ciento cuatro años. Bienaventurado es aquel que confía en el Señor.
Débora: Si has confiado en Jesús –has puesto tu fe en Él para la salvación de tu alma– eres bienaventurada. ¡Qué recordatorio tan importante nos ha traído Nancy DeMoss Wolgemuth.
Y quiero aprovechar para recordarte, si eres joven que anhela confiar en Jesús y obedecerle, que tenemos un podcast dirigido especialmente para ti.
Las jóvenes de esta generación sufren una crisis de identidad y están confundidas pues no saben discernir entre la verdad y el error. Como joven necesitas conocer la verdad de la Palabra de Dios porque constantemente estás expuesta a bombardeos de mentiras en las redes sociales, en la televisión o con las personas que te relacionas. Necesitas conocer cómo conectar tu fe con tu vida diaria.
Joven Verdadera es un podcast que busca animarte a experimentar la libertad, la plenitud y la abundancia que se encuentran en Cristo. Encuéntra este recurso a través de nuestra aplicación móvil llamada Aviva Nuestros Corazones o de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Bien, a medida que entras en años, ¿cómo te gustaría ser descrita? Mañana escucharemos cómo nuestras acciones presentes afectan esa descripción. Ahora aquí está Nancy para concluir nuestro tiempo juntas.
Nancy: Mientras hemos estado viendo la vida de Ana, ¿podrías decir que tu corazón está fijo en las cosas del Señor? ¿O te has distraído con cosas de menor importancia, con cosas temporales y no eternas?
¿Piensas que tu mente y tus pensamientos están centrados y obsesionados en comprar y envolver regalos, en cocinar, viajar y planear, que son cosas buenas, pero has perdido la vista de algo mejor, conocer, amar y vivir para Cristo?
¿Está tu corazón más feliz con las cosas y el pueblo de Dios? ¿Es eso lo que anhelas? ¿Es eso lo que amas? Si eres un hijo de Dios, hay algo en tu corazón que anhela estar con Dios.
Señor, haz que como mujeres ofrendemos nuestras vidas en servicio a ti. Llámanos a ayunar y a orar y a servirte de muchas maneras, no solo en unas horas o etapas de nuestras vidas, no solo los domingos en la mañana, no solo en ocasiones especiales, sino de día y de noche, todos los días, todos los años de nuestra vida hasta que nos llames a tu hogar. Oro en el nombre de Cristo. Amén.
Annamarie: Viviendo juntas la belleza del evangelio, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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