De frente a la batalla
Carmen Espaillat: Como Nancy DeMoss de Wolgemuth explica, temprano en su carrera Josué fue llamado a combatir mientras su mentor oraba.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Él veía a Moisés levantando sus manos con la vara en ellas. Qué gran estímulo fue para las tropas que estaban a su cargo y para Josué que estaba liderando estas tropas, el ver a Moisés alcanzando el cielo a su favor! Se les recordaba cual era fuente de su fortaleza y su fe en la batalla fue avivada.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer Nancy nos mostró cómo depender de la fortaleza de Dios para tareas grandes—grandes y drenantes. Hoy continuamos con esta enseñanza que es parte de una serie llamada: «Lecciones de la vida de Josué: Aprendiendo a ser victoriosa.» Esta es la primera parte de una serie de programas …
Carmen Espaillat: Como Nancy DeMoss de Wolgemuth explica, temprano en su carrera Josué fue llamado a combatir mientras su mentor oraba.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Él veía a Moisés levantando sus manos con la vara en ellas. Qué gran estímulo fue para las tropas que estaban a su cargo y para Josué que estaba liderando estas tropas, el ver a Moisés alcanzando el cielo a su favor! Se les recordaba cual era fuente de su fortaleza y su fe en la batalla fue avivada.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer Nancy nos mostró cómo depender de la fortaleza de Dios para tareas grandes—grandes y drenantes. Hoy continuamos con esta enseñanza que es parte de una serie llamada: «Lecciones de la vida de Josué: Aprendiendo a ser victoriosa.» Esta es la primera parte de una serie de programas acerca de la vida de Josué.
Nancy: Acabamos de empezar un estudio de la vida de Josué, y como bien dijimos anteriormente, la vida de Josué se puede dividir en diferentes etapas. Lo estamos viendo en este momento como un hombre joven.
Él está aprendiendo las cosas que necesita entender para poder cumplir con los propósitos de Dios para su vida, así que está aprendiendo a ser obediente. Está aprendiendo a ser un buen seguidor. Los buenos seguidores se convierten en mejores líderes, y él está aprendiendo a ser fiel. Está aprendiendo a depender del Señor.
Es un hombre joven que está aprendiendo cómo involucrarse en la batalla. Llegará el día en que se convertirá en líder, y será quien dé las instrucciones. Él necesita todo lo que ha aprendido hasta este punto, para prepararse para ese día, para los próximos años cuando sea un líder y luego para sus últimos años de vida cuando deje un legado.
Sé que tenemos, y estoy muy agradecida de que tengamos, muchas jóvenes que escuchan Aviva Nuestros Corazones. Quiero decirles lo agradecida que estoy de que sean intencionales con respecto a buscar del Señor y cómo convertirse en mujeres de Dios en esta etapa de su vida.
Puede ser que no estés pensando en tus días finales (pero mientras pasan los años, más pienso en mis días finales), pero si quieres dejarles un legado a tus hijos, para la próxima generación, las cosas que estás aprendiendo en este momento en medio de las pruebas y batallas de la vida, te van a permitir pararte en buen pie, cuando llegues a los días finales de tu vida. Vamos a ver que esto fue lo que sucedió en la vida de Josué.
Estamos viendo Éxodo capítulo 17, y estamos tomándonos el tiempo necesario . Estamos avanzando a nuestro paso a través de este incidente en la vida de Josué. Comenzamos en el versículo 8, y déjenme restablecer la escena leyendo los dos primeros versículos. Éxodo 17 «Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.»
Los hijos de Israel acababan de salir de Egipto. Cruzaron el Mar Rojo. Dios les había provisto maná. Dios había provisto agua en el desierto. Dios estaba guiando a sus hijos con Su presencia y llevándolos a la tierra prometida. Los hijos de Israel están siguiendo a Dios, y en medio de esto viene el enemigo y los ataca.
Versículo 9 «Y Moisés dijo a Josué», ahora Moisés es el líder. Moisés es el hombre mayor. Moisés es el hombre que Dios ha puesto como líder para Su pueblo, y Moisés le dijo a Josué – hasta este momento no hemos oído de Josué.
Él aparece de la nada, hasta donde sabemos leyendo el texto; pero aparentemente Moisés lo había notado, llegado a conocer a Josué o lo había observado en acción. Probablemente Moisés vio algunas cualidades que pensó que eran una buena señal de un corazón para Dios y con capacidad de liderar.
Cualquiera que fuera la razón, Moisés dijo a Josué, «Escógenos hombres, y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano.» Moisés asignó a Josué la tarea de escoger tropas para la batalla, unirlas en un ejército y liderarlas en medio de la batalla contra el enemigo.
La palabra escoger, «escoge hombres », es una palabra que significa, «hacer una eleccion cuidadosa, bien pensada.» En otras palabras, asegúrate de obtener a los hombres correctos. Escoge a los hombres cuidadosamente.
Esto requiere discernimiento y Moisés le dijo a Josué «Una vez escojas a estos hombres, sal y pelea contra los amalecitas, este temido ejército que ha venido una y otra vez contra nosotros. Ellos han escogido pelear contra nosotros. Ve a pelear y yo estaré parado al margen de la batalla para animarlos. Tengan un buen día.»
Ahora, si nosotras hubiéramos escrito el guión —cuando veo el versículo 8: «Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.» La manera en la que yo hubiera escrito este versículo, y quizás tú también, sería: «Luego Moisés dijo, "iremos a la batalla, levantare mi vara y síganme en la batalla."» Quiero decir, Moisés indiscutiblemente era el líder de los hijos de Israel, entonces ¿por qué Moisés no hizo, el mismo, esta tarea tan importante?
¿Por qué Moisés no reclutó a los hombres? ¿Por qué Moisés no dijo: Yo lideraré al ejército durante la batalla? Bueno, nosotras no sabemos por qué, pero déjenme darles algunas posibles sugerencias.
En primer lugar, Moisés tenía ochenta años de edad, y sabía que no iba a estar en medio de ellos para siempre. Él sabía que la generación joven tendría que lidiar con batallas sin él en algún momento. Ahora, Moisés no sabía que no iba a entrar en la tierra prometida. No sabía que iban a pasar cuarenta años antes de que entraran a la tierra prometida.
Ellos estaban solo a once días de viaje de la tierra prometida. Estoy segura de que él pensó que iban a llegar a la tierra prometida en una semana. Pero sin saber qué les vendría más adelante, él sabía que iba a llegar el día en que los líderes jóvenes tendrían la necesidad de estar preparados, entrenados y en la posición de liderar al pueblo de Dios.
Así que, sabiéndolo o no, él estaba entrenando a su reemplazo. Aunque el bastón no se le pasaría oficialmente a Josué sino cuarenta años después, Moisés estaba construyendo y equipando a un futuro líder, y por esto delegó esta importante tarea en vez de hacerla él mismo.
Mientras he estado estudiando este pasaje, y cuando estudio un pasaje lo leo una y otra vez, pienso en el pasaje, escribo sobre él, lo veo en cada una de sus dimensiones, como si estuviera viendo un anillo de diamantes, quieres verlo en cada una de sus direcciones y dimensiones. La palabra de Dios es rica, es de gran valor; brilla desde cualquier ángulo.
Tomo las diferentes palabras y trato de ponerme a mi misma dentro de la historia. Trato de experimentar en mis propios pensamientos lo que estaba pasando en ese momento. Mientras meditaba en este pasaje, no pude evitar recordar todas las oportunidades que me ofrecieron en el pasado para servir al Señor cuando era una niña y cuando era una joven. Y al pensar en esos momentos, me pregunto ¿Qué estaban pensando esas personas?
Alguien me envió un cassette recientemente — así que te imaginarás que fue ya hace algún tiempo. Era de un predicador anciano que estaba revisando sus pertenencias, y se encontró con un cassette en el que yo hablaba, a mis veintitrés años, a un grupo de jóvenes. Estaba hablando acerca de la familia , del matrimonio y la familia. Yo era una joven soltera de 23 años de edad.
Escuché ese cassette, y solo me reí. Dije, «bueno estabas muy confiada en ese entonces de lo que estabas diciendo.» Sabes, dije cosas que seguramente hubiera dicho en el día de hoy, pero estaba pensando en las pobres personas que estaban sentadas en la audiencia.
Pensé, ¿Qué estarían pensando? ¿Pensarian que estaba loca? ¿Por qué alguien me tendría que escuchar? ¿Por qué me invitaron nuevamente para hablar de algo de lo que sabía tan poco? Pero Dios por su gracia en esos años me dio oportunidades para ministrar Su Palabra.
Cuando tenía ocho años de edad, una profesora de escuela dominical iba a estar ausente por una semana, y ella me dio la oportunidad de sustituirla en nuestra clase de tercer grado de escuela dominical. Me encantaria tener una grabación de esa clase! Ciertamente no era una erudita de la Biblia, te lo puedo asegurar, y todavía no lo soy, pero menos en esos días. Pero Dios me estaba entrenando. Dios le dio el sentido a estas personas de darme el chance.
Quizás no seas entrenada para ser una presentadora de radio o para ser maestra de la Palabra, pero ustedes que tienen hijas, las están entrenando para ser madres; las están entrenando para ser esposas, las están entrenando para ser mujeres piadosas, sea que el Señor les conceda un esposo e hijos o no. Siempre existe un sentido de cómo desarrollar a la próxima generación para el servicio al Señor.
Bueno, Moisés supo esto cuando meditó en esto. Pensó pasar esta tarea tan importante a un novato como Josué. Moisés sabía que el desenlace de esta batalla no iba a estar determinado por las habilidades de Josué, y no iba a estar determinado por las proezas y habilidades de las tropas de Israel. Ellos eran un grupo muy diverso.
El resultado o desenlace de esta batalla estaba determinado por la presencia, el poder, y la protección del Dios de Israel. Entonces porque su confianza estaba en Jehová, Moisés pudo delegar esta importante responsabilidad a un joven, inexperto, que no era un líder probado para esta tarea.
Esta era una oportunidad para que Israel aprendiera que el Señor iba a pelear sus batallas, no era Moisés quien era grandioso para esta tarea. Era Dios quien era excelente, y ellos iban a ganar solo con Su fuerza y no con la de ellos.
Ahora, ya que hemos reflexionado en este pasaje, creo que se requería mucha humildad y fe de parte de Moisés para hacer esto. Humanamente hablando, fue arriesgado pasar el control a un joven con menos experiencia. ¿Qué pasaría si lo echaba a perder? ¿Qué habría pasado si los amalecitas hubieran matado a los israelitas? Moisés iba a estar en un gran problema con Dios en ese momento.
Requirió humildad, requirió fe en pensar, no soy el único que Dios puede usar en esta batalla. Requirió fe de parte de Josué para aceptar esta gran responsabilidad. Él había visto a Moisés siendo el hombre de Dios, ¿pero yo ? Tengo la mitad de sus años, no tengo experiencia en la batalla. Requirió de fe, no en Moisés, si no en Dios de parte de Josué.
Luego, me gusta mucho la primera frase del versículo 10, «Y Josué hizo como Moisés le dijo.» Esta es la primera declaración registrada que vemos por parte de Josué, y creo que esta frase revela mucho con respecto al carácter y al corazón de Josué. «Y Josué hizo como Moisés le dijo.”»
Ahora, nota primeramente que Josué no fue el que inició esta oportunidad. Él no se postuló para este puesto como comandante en jefe. No pidió esta responsabilidad. No hay aquí ningún sentido de autopromoción.
Pienso que comúnmente es más cierto que los mejores líderes son aquellos que tienen una estimación humilde de sus propias habilidades y no se promueven a sí mismos. No están buscando una posición.
Mencioné anteriormente en esta serie que recientemente leí el libro, 1776 deDavid McCullough. Actualmente estoy leyendo John Adams de David McCullough. Estoy leyendo estas historias. Son tan fascinantes para mí de los primeros años de nuestro país. Pero cuando veo a aquellos grandes padres de la patria fundadores, llego a la conclusión de que ellos mismos no se pusieron en esas posiciones de responsabilidad por sí mismos. Otros vieron sus cualidades y los empujaron a entrar en la batalla diciéndoles, «tienes que tomar el liderazgo aquí.»
¿Quieres ser un líder?¿quieres tener ministerio fructífero? ¿quieres tener influencia para Dios? Entonces deja que Dios te levante.
Periódicamente o quizás puedo decir, regularmente, vienen a mi mujeres con corazones deseosos. Lo puedo ver en sus ojos, lo puedo escuchar en sus voces, y en esencia dicen, «yo pienso que Dios me ha llamado hacer lo que tú estás haciendo. Quiero ser una mujer que les hable a otras mujeres. Quiero escribir.» Hay algo intenso en sus corazones que dice que ellas quieren decir y ser usadas por Dios.
Estoy tan agradecida por el deseo de estas mujeres jóvenes de servir al Señor, pero al aconsejarlas les digo... ya que vienen preguntando, ¿qué puedo hacer? ¿cómo puedo desarrollar el tipo de ministerio que Dios te ha dado a ti? Entonces les aconsejo lo siguiente,
- Sé fiel. Sé fiel donde estás
- Sé una estudiosa
- No te promuevas a ti misma
- Enfócate en ser una mujer de Dios aquí y ahora.
- No te enfoques en obtener grandes responsabilidades, grandes audiencias, grandes plataformas.
Puedo decir honestamente que la forma en que Dios me está usando, escribiendo, hablando, en conferencias y en la radio, no estaba buscando ni aspirando hacer ninguna de esas cosas anteriormente. Y eso es bueno cuando llega la realidad de los días difíciles, sea cual sea el llamado para ti de parte de Dios , porque sé que no fui yo misma la que me puse en esta situación. Sé que Dios ha movido día a día, pieza por pieza de mi vida, como Él lo está haciendo con la tuya. Por lo que le digo a estas jóvenes mujeres:
- Estudia la Palabra de Dios.
- Conoce a Dios y ponte a disposición cuando Dios abra oportunidades de servirle, de servir a otros.
- No busques las grandes oportunidades. Busca las pequeñas.
- Siempre debes estar disponible.
- Cultiva un corazón para otras personas.
- Cultiva un corazón de sierva, un corazón para el ministerio.
- Sé leal.
- Debes estar disponible cuando te llamen.
Josué hizo lo que Moisés le indicó. Él mismo no inició esto, y creo que esta es una cualidad fundamental de un buen líder, el estar dispuesto a seguir las direcciones de su líder. Él fue obediente a las órdenes, sin cuestionar, no presionando, (pushing back) no confrontando.
Él no sugirió que quizás sería mejor, si él acompañaba a Moisés a la cumbre de la colina, pues desde allí podría dirigir mejor la batalla. No sugirió tampoco que quizás Aarón, el ayudante de Moisés y el único que hablaba por Moisés, estaba más capacitado para liderar las tropas durante la batalla. Después de todo, él había estado con Moisés más tiempo.
Él no cuestionó si el pueblo iba a seguir su liderazgo. No propuso, según tenemos entendido, un plan de contrabatalla. Él sabía que Moisés era el hombre que Dios había puesto a cargo en ese momento, y apoyó a Moisés en su liderazgo, haciendo lo que le fue encomendado, confiando en que Dios ordenaría el resultado.
Creo que esto ayuda a explicar por qué, después de la muerte de Moisés, las personas fueron tan rápidas en seguir el liderazgo de Josué, porque Josué tenía un historial comprobado y una vida que mostraba que seguía el liderazgo del líder de Dios. Cuando fue su turno de ser el líder, el pueblo lo siguió.
Hablando de esto, ¿qué tan buena eres siguiendo y obedeciendo el liderazgo? ¿qué tan buena eres para obedecer órdenes? ¿quieres que tus hijos sigan y obedezcan tu liderazgo y tu dirección? ¿qué es lo que les modelas cuando respondes a la autoridad, a la autoridad de la palabra de Dios y a las autoridades humanas que Dios ha puesto en tu vida? Las buenas seguidoras se convierten en buenas líderes.
Bueno, el versículo 10, «Y Josué hizo como Moisés le dijo, y peleó contra Amalec; y Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedió que mientras Moisés tenía en alto su mano, Israel prevalecía; y cuando dejaba caer la mano, prevalecía Amalec.» (vv.10-11)
Josué lideró las tropas en la batalla contra los amalecitas, pero no es dejado solo. Él no está dependiendo de sí mismo, ni de ninguna habilidad natural, ni de ninguna estrategia brillante, ni de las tropas que formó. Porque mientras Josué está peleando físicamente en la batalla en el valle, Moisés estaba en la colina arriba, parado con la vara de Dios en alto en su mano. Lo que determinaba el curso de la batalla, era si Moisés levantaba o bajaba su mano mientras sostenía la vara.
Cuando Moisés levantaba su mano, Israel prevalecía. Cuando dejaba caer su mano, prevalecía Amalec. La batalla aparentemente tuvo muchos altibajos, pero esto no tuvo nada que ver con lo que Josué estaba haciendo en el valle.
Quiero decir, lo que él estaba haciendo era necesario, pero no era el secreto, la clave. No era el punto. El punto, la clave estaba ocurriendo arriba en la cumbre de la montaña. La victoria dependía de que las manos de Moisés se mantuvieran arriba sosteniendo la vara.
Ahora, déjenme hablarles por un momento acerca de la vara o el bastón de Moisés, dependiendo de la traducción que tengas. No había nada mágico en la vara o el bastón de Moisés. Era solo un bastón común, ordinario,de un pastor, hasta que Dios le dio poder.
En los primeros capítulos del Éxodo, existen diez u once, depende de cómo cuentes – hay diez u once incidentes diferentes en los que Moisés extiende su vara en dirección a Dios, y algo milagroso ocurre.
Dos veces, la vara se convirtió en serpiente y se convirtió en un símbolo del poder de Dios para faraón y los israelitas. La vara de Moisés —nunca había pensado en esto anteriormente, pero busqué y encontré que en seis de las diez plagas que fueron enviadas a la tierra de Egipto, la vara de Moisés estuvo envuelta, mientras Dios ejecutaba el juicio sobre los dioses de Egipto.
Moisés golpeó las aguas del Nilo con su vara, y el Nilo se convirtió en sangre. Golpeó su vara sobre los ríos, y salieron sapos de allí cubriendo la tierra. Su vara fue usada para traer plagas de piojos, truenos, granizo, fuego, enjambres de langostas y finalmente oscuridad que cubrió la tierra por 3 días.
Luego en el Mar Rojo, la vara de Moisés se convirtió en símbolo de libertad. Como Dios dijo en Éxodo 14 a Moisés, «Y tú, levanta tu vara y extiende tu mano sobre el mar y divídelo; y los hijos de Israel pasarán por en medio del mar, sobre tierra seca.» (v.16), un símbolo de libertad.
Por otro lado se convirtió en un símbolo de justicia, como Dios dijo en otra parte, «Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y su caballería.» (Éx.14:26). En Éxodo 17 la vara de Moisés fue un símbolo de la provisión de Dios cuando Dios dijo, «Moisés golpea la roca con tu vara» (v.6 parafraseado) y cuando Moisés la golpeó salió agua.
Ahora, la vara de Moisés, se convirtió en un símbolo de liberación y protección de parte de Dios. Una vez más, la victoria sobre sus enemigos. Moisés había dicho a Josué en la primera parte de nuestro estudio, «Yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano» (v.9). Esta es la primera vez que se le llama a la vara de Moisés, la vara de Dios.
Solo era la vara de Moisés mientras él la utilizaba por su cuenta, pero cuando Moisés la usaba para los propósitos de Dios, bajo la dirección de Dios, se convirtió en una grandiosa, poderosa vara de Dios, como símbolo de la presencia, protección y libertad.
Puedo imaginar a Josué mientras estaba abajo en el valle, mirando cómo el enemigo venía contra ellos en un ataque feroz. Josué podía ver a Moisés con sus manos levantadas sosteniendo la vara, y qué gran aliento debió haber sido para las tropas y para Josué que los estaba liderando, el ver a Moisés tratando de alcanzar el cielo a su favor. Estaban siendo recordados de la fuente de su fuerza, y su fe estaba siendo fortalecida en medio de la batalla.
Era un gran aliento. Moisés levantando su vara era una petición a Dios para que interviniera en la batalla. Moisés apelaba con su vara en alto en nombre del pueblo de Dios que Lo necesitaba desesperadamente. Así que esta vara levantada en alto fue un estandarte sobre el ejército y ante el trono de Dios, un símbolo de la presencia y el poder de Dios.
Qué recordatorio es este, de que no podemos triunfar sobre nuestra carne. No podemos ganar las batallas espirituales por nuestras propias fuerzas! Simboliza la batalla espiritual en la que Moisés estuvo envuelto intercediendo en nombre del pueblo de Dios. Así que Josué aprendió rapidamente en esta primera batalla —la primera de muchas— de forma vívida e inusual, cuál sería la fuente de victoria para las batallas que él iba a enfrentar años más tarde como comandante en Jefe del ejército de Israel.
Ahora, Moisés no se paraba siempre ahí, y Moisés no estuvo presente años más tarde para levantar sus manos y sostener la vara, pero creo que la vara de Dios siempre estaba levantada en el corazón de Josué cuando peleó esas batallas, y dijo, «Oh Dios, apelamos a Ti para la victoria, Tú eres nuestra fuerza, Tú eres nuestro capitán.»
Yo no soy el capitán, Tú lo eres, Dios. Nuestras fuerzas están en Ti. La batalla es del Señor. Oh Dios, ven desde tu trono , intervén a nuestro favor.
Josué aprendió que la victoria no se obtendría por su propia sabiduría, su propio poder, su propia fuerza, sino por el poder de Dios. Y mientras viviera, no podría llevarse ningún crédito por haber vencido a los amalecitas, porque habia sido claro que cada vez que Moisés levantaba su mano, los israelitas prevalecían, y cada vez que sus fuerzas decaían, y sus manos bajaban, los amalecitas prevalecían.
Mientras seguimos avanzando en este pasaje en los próximos días, veremos el rol que tenemos —de pararnos en la montaña—muchas veces en la batalla, como Moisés hizo en la batalla, intercediendo por aquellos que estaban en las primeras filas, pero también vemos que Cristo es nuestro Moisés que vive intercediendo por nosotras, delante del trono de Dios. Cristo es nuestro estandarte.
Cristo es mi Moisés, y cuando la batalla se vuelva más intensa, cuando los amalecitas vengan con más fuerza, y ferozmente quieran oponerse al trabajo de Dios en tu vida o en la vida de tus hijos o en la vida de aquellos a quienes amas, mira a Cristo. Pon tus ojos en la montaña, levantalos del valle
«Levantaré mis ojos a los montes: ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi Socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra.» (Sal.121:1-2). Fortalécete y reconoce que Su mano no fallará. A través de Él y Su poder intercesor, vas a prevalecer.
Carmen: Cuando estás al borde de una situación imposible, puedes moverte rápidamente sin esperar que Dios actúe, o puedes echarte para atrás con temor. Ninguna de las dos opciones es ideal, y Nancy DeMoss de Wolgemuth nos ha estado ayudando a evitar estos extremos. Ella estará de regreso para orar con nosotras.
El programa de hoy nos ha enseñado cuán importante es estar conectadas con el Señor día a día y así evitar el tratar de correr más adelante que Él, o evitar el permanecer exhaustas detrás de Él. Lo importante aquí es conocerle— conocer a Dios mismo.
Este mensaje es parte de la serie , «Lecciones de la vida de Josué (Parte 1): Aprendiendo a ser victoriosa». Si te has perdido alguno de los programas anteriores de esta primera parte de la serie, puedes escucharlo a través de nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com. Allí en AvivaNuestrosCorazones.com también encontrarás muchas herramientas que te ayudarán a crecer en tu caminar con el Señor; publicaciones diarias, videos, información sobre nuestros próximos eventos; y podrás interactuar con otras oyentes como tú que han dicho, “Sí, Señor”.
Bien, la transición de un líder a otro puede ser incómoda. Descubre cómo lo fue para Moisés y para Josué. Nancy hablará de esto en nuestro programa de mañana.
Ahora ella está de vuelta para concluir la enseñanza de hoy.
Nancy: Puede que estés desalentada en algunas batallas que estás enfrentando actualmente. ¿Podría animarte a mirar al cielo y que veas a Cristo, nuestro Moisés, parado e intercediendo por ti delante del trono de Dios a tu favor, y dejar que tu corazón cobre ánimo? Fortalécete en la batalla. Que esto evite que tires la toalla.
¿Le dirías, «Señor, confío en Ti. Sé que la batalla es Tuya»? Entonces, cuando pases por la batalla, y con Cristo, vas a prevalecer. Luego pídele a Dios que te ayude a recordar siempre cómo fue que la batalla fue ganada.
Te amamos, Señor Jesús, y te bendecimos por Tu fortaleza y por la intercesión que provees para nosotras mientras enfrentamos las batallas de la vida. Gracias, en nombre del Señor, Amen!
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
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