De aprendiz a líder
Nancy DeMoss Wolgemuth: En Aviva Nuestros Corazones hemos estado escuchando acerca de la obra que Dios está haciendo en muchas de nuestras oyentes:
Testimonio: No creía que yo necesitaba ser quebrantada y me doy cuenta que en realidad yo necesito ser quebrantada y que quebrantada no es realmente como una actitud ni de estar deprimida ni de estar triste ni de andar como por el suelo sino simplemente aceptar su condición de pecadora frente al Señor y el Señor realmente uso esa conferencia para rebelar en mi mucho orgullo y muchos pecados que yo entendía que no eran míos o que yo realmente no estaba pecando de esa manera y El Señor de cada uno fue tumbando esas paredes y realmente hablando a mi corazón en ese momento que yo necesito mas de El cada día y necesito interceder mucho mas y vivir una vida de oración mucho más ferviente …
Nancy DeMoss Wolgemuth: En Aviva Nuestros Corazones hemos estado escuchando acerca de la obra que Dios está haciendo en muchas de nuestras oyentes:
Testimonio: No creía que yo necesitaba ser quebrantada y me doy cuenta que en realidad yo necesito ser quebrantada y que quebrantada no es realmente como una actitud ni de estar deprimida ni de estar triste ni de andar como por el suelo sino simplemente aceptar su condición de pecadora frente al Señor y el Señor realmente uso esa conferencia para rebelar en mi mucho orgullo y muchos pecados que yo entendía que no eran míos o que yo realmente no estaba pecando de esa manera y El Señor de cada uno fue tumbando esas paredes y realmente hablando a mi corazón en ese momento que yo necesito mas de El cada día y necesito interceder mucho mas y vivir una vida de oración mucho más ferviente dependiendo mas de Él.
Nancy: Podemos llegar a mujeres como esta gracias a un puñado de personas que donaron hace un tiempo para hacerlo posible. Esas personas lo hicieron con el deseo de que sus contribuciones ayudarán a expandir la visión de este ministerio y que otros fueran movidos a unirse a este esfuerzo.
En este tiempo necesitamos tu apoyo de modo que podamos continuar llegando a las vidas de tantas mujeres en necesidad. Una de las maneras más efectivas de hacerlo es dando una ofrenda mensual. Puedes hacerlo cuando te sea posible. Y si esto es algo que no está dentro de tus posibilidades, te animamos a que si estos programas han sido de bendición para ti, los compartas con otras mujeres en tu círculo de influencia—para expandir el mensaje de avivamiento y feminidad bíblica alrededor del mundo. Más importante aún, apreciamos inmensamente tus oraciones.
Para donar en línea visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com. Como agradecimiento por tu ofrenda te enviaremos un acceso para descargar el recurso “50 promesas para vivir”, este folleto es una herramienta que te será de gran ayuda en la medida en la que continuamos con esta serie acerca de la vida de Josué.
Carmen Espaillat: Este es tu programa Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La educación es muy importante, y queremos que nuestros hijos aprendan todo lo que puedan. Pero en algún momento van a salir de la escuela y aplicarán lo que han aprendido o comenzarán a enseñar a otros. Actuar en base a lo que aprendemos es un gran paso de madurez, un proceso que Nancy describe en esta serie, «Lecciones de la vida de Josué: Siguiendo el ejemplo de Dios para dirigir». Escuchemos.
Nancy: Hemos pasado las últimas semanas echando un vistazo a la vida de Josué en sus primeros años. Dijimos que durante esos años, Josué era un aprendiz, Estaba aprendiendo a ser un fiel seguidor y un siervo. Estaba aprendiendo a adorar.
Hemos visto destellos de su vida privada y de su servicio. Hubo algunos momentos públicos, pero por lo general esos primeros años como aprendiz fueron en su vida privada. Aquí es donde él estaba siendo formado, moldeado y conformado para lo que Dios tenía en planes para él más adelante en su vida.
Estamos llegando ahora a la temporada de los años de madurez en la vida de Josué, cuando todavía era un aprendiz pero ahora estaba convirtiéndose en un líder. De aprendiz a líder, él había aprendido a adorar; ahora iba a tener que aprender a utilizar lo que sabía acerca de Dios en la guerra. Lo vemos pasar de la vida privada que había disfrutado durante gran parte de ese tiempo a una vida pública, de servicio público. Y antes de que terminemos con Josué, vamos a ver sus últimos años en los que él está dejando un legado.
Así que podemos ver un ejemplo de una vida bien vivida. Los primeros años (los años de su juventud) de aprendizaje, los años de madurez en liderazgo y el cumplimiento de la misión que Dios tenía para su vida, y luego sus últimos años dejando un legado para la próxima generación. Josué ofrece un enorme vínculo entre la época de Moisés y su liderazgo, y lo que siguió con los Jueces y los Reyes después de Josué.
Ahora, para pasar de los años como aprendiz, de sus primeros años, a sus años maduros en una posición de líder, se requiere una transición; y no fue una que se llevo a cabo de la noche a la mañana. Hubo un período de transición. Hubo un traspaso de liderazgo necesario de Moisés a Josué. Ese proceso de transición era importante no sólo por el bien de Josué, sino también por el bien de las personas que habían seguido a Moisés durante mucho tiempo.
Hacia el final de su vida, ya eran ochenta años que Moisés había estado al frente de los hijos de Israel. Así que no iba a haber nadie que simplemente pudiera saltar y llenar esos zapatos y tomar esa posición sin un proceso de transición. Y sabes, ese tipo de transición es raras veces una tarea fácil, sobre todo cuando el nuevo líder está siguiendo a un líder fuerte y talentoso. Algunas de ustedes tal vez han sido parte de una iglesia en la que ha habido un pastor por muchos, muchos años, un hombre fiel a Dios, un pastor fiel que ha estado allí treinta, cuarenta, cincuenta años en algunos casos.
Para la persona que sigue, no es una transición fácil cuando ha habido ese enorme respeto y seguidores del líder anterior. Recuerdo que en nuestro propio ministerio a finales de los 80, nuestro fundador y director durante muchos años en Life Action Ministries (el ministerio matriz de Aviva Nuestros Corazones) se enfermó. Se le diagnosticó un tumor cerebral que le quitó la vida ocho meses después. Él tenía unos cuarenta años. Cuando nos dimos cuenta de que a menos que Dios interviniera con un milagro, Del no iba a estar allí para guiarnos en el próximo capítulo de la vida de este ministerio, nos reunimos como equipo de liderazgo no sólo una vez, sino durante un período de semanas y meses buscando al Señor acerca del siguiente paso que debíamos dar. Dios finalmente se llevó su siervo a casa, y tuvimos un montón de reuniones y un montón de horas de oración simplemente buscando al Señor. ¿Quién debía ser el sucesor?, ¿qué debería suceder a continuación en el ministerio?
Y ahora, que me he familiarizado con otros ministerios, a menudo escucho de ministerios –en especial donde hay un líder de edad avanzada, los escucho hablar de un plan de sucesión. ¿Qué significa eso? Bueno están pensando en el futuro. Cuando Dios decida llevarse a nuestro líder al cielo, ¿Cuál será el proceso por el cual vamos a determinar a quién Dios quiere poner a la cabeza del ministerio o cómo Dios quiere que el ministerio siga de aquí en adelante?
En el caso de la transición de Moisés a Josué, la transición fue clara y maravillosamente orquestada por Dios, y es por eso que funcionó tan bien. Siempre es mejor si Dios es el que da la dirección. Permítanme que les pida ir a Números capítulo 27. Durante el próximo par de sesiones, quiero que veamos un par de pasajes sobre cómo esta transición se llevó a cabo.
Números 27: los versículos 12-13, El Señor dijo a Moisés: «Sube a este monte Abarim, y mira la tierra que yo he dado a los hijos de Israel. Y cuando la hayas visto, tú también te reunirás a tu pueblo, como se reunió tu hermano Aarón.» Lo que Él le está diciendo es: «Vas a morir.» Moisés tiene 120 años de edad. Ha vivido una vida larga y fiel, pero a él no se le permitirá entrar en la Tierra Prometida. ¿Por qué?
Versículo 14, «Porque cuando os rebelasteis contra mi mandamiento en el desierto de Zin durante la contienda de la congregación, debisteis santificarme en las aguas ante sus ojos.»
¿Te acuerdas de lo que pasó allí con la roca cuando Dios le dijo a Moisés: «Habla a la roca, y va a salir agua.» En su ira, Moisés golpeó la roca. En su impaciencia no tuvo a Dios como santo ante el pueblo, y Dios le dijo: «Como resultado, no entrarás en la tierra prometida.»
Moisés tiene ahora 120 años de edad. Él ha guiado a los israelitas durante ochenta años. Él sabe que pronto va a morir. Y, ¿qué está él pensando?, ¿qué le preocupa?, ¿qué hay en su corazón?, ¿tiene algún asunto pendiente?, ¿sobre qué quiere hablar con el Señor?
Bueno lo vemos en los versículos del 15-17 dice, «Entonces Moisés habló al Señor, diciendo: Ponga el Señor, Dios de los espíritus de toda carne, un hombre sobre la congregación, que salga y entre delante de ellos, y que los haga salir y entrar a fin de que la congregación del Señor no sea como ovejas que no tienen pastor.»
¿Cuál era la preocupación de Moisés? Él estaba preocupado por lo que iba a pasar con el rebaño, con el pueblo de Dios, después de que él se hubiera ido. Creo que esta petición dice mucho acerca del corazón de Moisés. Él estaba preocupado por las personas que había cuidado durante todos esos años. Está preocupado de que quedaran como ovejas que no tenían pastor.
Años antes, en el desierto de Madián, Moisés había cuidado ovejas lo suficiente como para saber que sin pastor, los israelitas serían impotentes y vulnerables. Ellos serían presa fácil para sus enemigos. Ellos necesitaban un pastor. Necesitaban a alguien que representara el corazón de Dios para ellos y los llevara por los caminos de Dios. Y al mirar esta oración, vemos que Moisés humilde y sabiamente pidió a Dios que él seleccionara que él hiciera el nombramiento. Él sabía que Dios lo había escogido a él años antes.
Me pregunto, si él no estaba recordando ese momento cuando Dios lo llamó desde la zarza ardiente allí en el desierto de Sinaí, y cómo lo había sostenido por muchos años y a través de experiencias difíciles, dándose cuenta de que no había tomado este rol por sí mismo. Moisés quería que su sucesor tuviera la misma confianza de saber que esta no era una posición que él había buscado o había manipulado.
Él quería que supiera que no fue nombrado por un hombre (incluso un hombre tan grande como Moisés; sino que supiera que este liderazgo venía de una vocación y una comisión divina. Moisés puso esta importante decisión en las manos del Señor. Él dijo: «Toma tú la decisión. Tú haces la selección. Tú haz la cita.» Él hizo de esto, un asunto de oración.
Ahora, sin duda después de todos estos años de liderazgo, Moisés seguro tenía sus propias opiniones acerca de quién podría ser el adecuado para este trabajo. Seguramente debió haber pensado en Caleb o en Josué, quienes podrían haber sido una buena opción, o tal vez algún otro joven prometedor líder que él conocía. Pero veo que Moisés dejó el asunto totalmente en las manos de Dios. Él ni siquiera hizo una recomendación a Dios. «Señor, yo creo que sería bueno si tenemos en cuenta... a» o «¿Qué te parece... fulano?»
No, él solamente dijo: «Señor, tú decides. Tú me elegiste. Ahora, Tú determinas y nos dices quién va a ser el próximo.» «Que el Señor... nombre a un hombre», dice en el versículo 16. Luego, en el versículo 18 el Señor responde. «Y el Señor dijo a Moisés: Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el Espíritu, y pon tu mano sobre él.» Así que Dios designó a Josué para ser el sucesor de Moisés.
¿Pero por qué Josué? Bueno pues bien, como hemos visto, hay varias cosas que prepararon a Josué para ser el sucesor, un sucesor bueno y piadoso, de este gran líder que había sido Moisés. Permítanme destacar algunas de las que hemos hablado. En primer lugar, vimos, hace varias semanas en Éxodo capítulo 17, que Josué era un hombre experimentado en la guerra. Cuando él llevó a los israelitas a la batalla contra los amalecitas, Josué presenció el poder sobrenatural de Dios para derrotar a los enemigos de Israel. Así que él sabía cómo luchar, y él sabía cómo depender de Dios en la lucha. Entonces vemos que Josué se había convertido en un líder reconocido en su propia tribu, la tribu de Efraín. Así que mucho antes de que Dios lo levantara para dirigir la nación, Josué había demostrado ser un líder efectivo en un territorio más pequeño.
Hemos visto que Josué era un hombre que conocía a Dios, él no sólo sabía acerca de Dios, sino que lo conocía, él tenía una relación personal e íntima con Dios y un corazón que anhelaba la presencia de Dios. Vimos esto también a través de la vida de Josué. Vimos que, como ayudante, Josué acompañó a Moisés al Monte Sinaí y se sentó y esperó durante cuarenta días, mientras Dios hablaba a Moisés y le daba la Ley. Josué simplemente esperó en la presencia del Señor allí.
Recuerdas en Éxodo 33, leemos que cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la gloria del Señor se le aparecía . Entonces Moisés regresaba al campamento. Pero tenemos este versículo interesante, en Éxodo 33 en el versículo 11, que dice: «Su ayudante Josué... un hombre joven, no se apartaba de la tienda.» Él era un hombre que había aprendido a vivir y a permanecer en la presencia de Dios.
Ciertamente eso había sido parte de él y de su entrenamiento para el papel de liderazgo que iba a ejercer ahora. ¿Qué mejor preparación puede haber para el liderazgo que estar en la presencia de Dios?
Estoy tan agradecida por los años que el Señor me dio en mi adolescencia y en las décadas de mis veinte y treinta años para estudiar y aprender escuchándolo a Él, mucho antes de que Él me diera una plataforma nacional o internacionalmente a través a través de Aviva Nuestros Corazones y otros alcances,.
Ahora, le estaba sirviendo y aprovechamos las oportunidades que se me presentaron para servir al Señor. Pero estoy muy agradecida por esos años de relativa oscuridad, donde hubo tiempo para construir una base sólida de estudiar la Palabra de Dios y de llegar a conocer a Dios. Ahora que mi vida está muy, muy llena y muy ocupada, todavía tengo que mantener esa relación íntima y personal con Dios. Pero también puedo tomar de las experiencias de los años pasados para aprender a conocer, a amar y a crecer en el conocimiento de Dios. Josué tuvo esto cuando se preparaba para el liderazgo.
Entonces vemos que Josué fue fiel en el papel que tuvo en los últimos cuarenta o más años como ayudante de Moisés, desde joven. Durante esos años, Josué vio algunos levantamientos. Revueltas, algunas rebeliones. Él vio el momento en que la hermana y el hermano de Moisés, Aarón y Miriam (en Números capítulo 12), se rebelaron contra Moisés, ellos fueron desleales con él. Él vio cuando Miriam fue afligida con lepra como resultado de todo esto. Él también estuvo allí cuando Coré y otros 250 líderes se rebelaron contra Moisés (en Números capítulo 16). Tenían una facción, y dijeron: «Tú no eres el único que puede oír a Dios.»
Pero nunca se ve el nombre de Josué asociado con los rebeldes. Siempre lo ves siendo de apoyo, leal, la mano derecha de Moisés. Estoy segura de que Josué no adoraba a Moisés, porque sólo Dios debe ser adorado. Estoy segura de que sabía que Moisés tenía sus defectos y fracasos. Pero vemos a Josué ser leal y fiel en su papel como un hombre de apoyo y la mano derecha de Moisés.
No hay evidencia de que él no estaba contento con ese papel, o que había estado pasando los últimos cuarenta años pensando: «No puedo esperar para tener la posición de Moisés.» Tú no ves ninguna evidencia de que él aspiraba a esa posición o de que alguna vez trató de eclipsar a Moisés. Él sólo quiso ser fiel donde Dios lo había puesto.
Pienso en lo que dijo Jesús en Lucas capítulo 16 en el versículo 10, « El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho.» Si no eres fiel en el pequeño lugar de influencia y en el ministerio que Dios te da, ¿qué te hace creer que vas a ser fiel cuando Dios te de una esfera y un alcance de mayor responsabilidad y ministerio?
Tengo personas, mujeres que vienen y me dicen –muchas veces jóvenes, adolescentes, jóvenes en sus veinte años– que realmente quieren servir al Señor; algunas veces madres jóvenes, esposas jóvenes que me dicen: «Me encantaría hacer lo que haces. Quiero escribir libros. Quiero hablar en conferencias.»
Realmente creo que su intención de corazón es buena, pero a veces lo que les oigo decir es, «quiero un ministerio mayor , más grande y más amplio del que Dios me ha dado en estos momentos.» Lo que estoy tratando decir con esto es : «Sé fiel con lo que Dios te ha dado en este momento, y deja que Dios, en su tiempo y a su manera, como a él le agrade, expanda la amplitud y el alcance de tu ministerio.»
¿Quieres que Dios te dé más responsabilidades? ¿Quieres una mayor esfera para tu ministerio? Hablo con madres jóvenes que se sienten "atrapadas" en casa ahora mismo. Algunas de ellas son maestras dotadas de la Palabra. Y me dicen, "Me paso el día hablando con niños de tres años. Hablo con niños todo el día. No me siento que estoy usando los dones que Dios me ha dado en esta etapa de la vida."
Déjame decirte que: Si quieres una esfera mayor de responsabilidad, si quieres un ministerio más amplio. Sé fiel a lo que Dios te ha confiado en esta etapa de la vida.
Mira lo que sucede. Así como ocurrió con Josué que fue fiel durante todos esos años como ayudante de Moisés, no luchando para obtener una mejor posición, sino tratando de ser fiel en la posición que tenía, siendo un siervo fiel. Cuando llegó el momento de Dios y a la manera de Dios, Dios le dijo: «Tú eres el hombre. Eres tú el que quiero que tome el liderazgo del pueblo.»
Tiendo a pensar que los que se convierten en los mejores líderes son los que menos aspiran a ello. Cuando Dios pone Su mano sobre sus vidas y dice: «Quiero que hagas esta tarea o que asumas esta responsabilidad mayor, por lo general los mejores líderes son los que se preguntan: "¿Quién, yo? Yo no puedo hacer eso."
Ellos saben que no pueden hacerlo sin Dios. No están sentados diciendo: "Tengo todas estas credenciales. Tengo todos estos títulos. Puedo hacer esto. Estoy lista." Creo que esas personas están más a menudo condenadas al fracaso en el liderazgo. Así que espera, y deja que Dios ponga su mano sobre ti para Su llamamiento, Su tarea en tu vida.
Josué había demostrado capacidad para liderar solo. Vimos en las últimas sesiones que, como uno de los doce hombres enviados a espiar la tierra de Canaán, él tomó una posición impopular. Él se mantuvo firme en su fe, en su obediencia y en valor, y eso lo preparó para conducir al pueblo de Israel a la Tierra Prometida.
Pero volvamos al texto que hemos estado viendo aquí en Números capítulo 27. ¿Qué vio Dios en Josué, además de todas estas cosas que acabamos enumerar, que hicieron de Josué una buena opción? Piensa en todas las cualificaciones que Dios podría haber resaltado acerca de Josué cuando le dijo a Moisés: «Josué es el hombre.»
Cuando pienso en lo que Dios podría haber dicho, pienso en qué cualidades a menudo buscamos en los líderes de hoy. Nota lo que Dios no dijo, algunas de las cosas que nosotros tendemos a destacar.
Él no dijo: «Elige a Josué porque tiene un gran intelecto. Tiene una gran preparación. Tiene tres grados de seminario. Él fue hecho para este trabajo.»
Él no dijo: «Él es un gran pensador estratégico» o « un brillante estratega militar» o «Es un comunicador dinámico.»
Dios no dijo: «Él es creativo, innovador; esto será bueno para este nuevo desafío» o «tiene fuertes habilidades para relacionarse con la gente» o «tiene gran imagen pública» o «es un administrador dotado» o «tiene altos índices de aprobación por la gente.»
¿No son esas algunas de las características que hoy en día buscamos en un pastor o en un líder o en la mujer para dirigir un ministerio de mujeres en la iglesia local? Ninguna de esas calificaciones fue la que Dios enfatizó en Josué. No era que Josué no tuviera muchas de esas cualificaciones. Él las tenía. Pero Dios señala una cualificación específica sobre todas las demás, y quiero que tomemos estos últimos momentos para ver esa.
El versículo 18 de Números 27 dice: «Entonces el Señor dijo a Moisés: Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el Espíritu, y pon tu mano sobre él...» Cuando leemos más adelante, unos pocos días después de la muerte de Moisés, la Escritura dice, al final de Deuteronomio: «Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él» (Deuteronomio 34: 9).
Dos veces, la Palabra de Dios destaca esta importantísima cualificación. Era un hombre en quien estaba el Espíritu. Él era un hombre lleno del espíritu de sabiduría.
El Espíritu Santo dentro de Josué dándole un don para el liderazgo. Dios lo había equipado con el poder del Espíritu Santo. El poner las manos sobre él, como lo hizo Moisés y como lo hizo de nuevo más tarde en una ceremonia pública, era sólo una demostración externa, era el reconocimiento público de lo que ya era verdadero y cierto en su interior. Este no era un trabajo que cualquier hombre habría podido manejar. Este era un trabajo que requería la presencia sobrenatural de Dios y la habilidad que solo Dios puede dar.
Así que Dios llamó y apartó a Josué para esta tarea, que ya había sido calificado y preparado para ese trabajo por el don de Su Espíritu. Vemos una y otra vez en las Escrituras lo que Dios hizo para preparar las personas para que le sirvieran.
Tú puedes leer en Génesis capítulo 41 lo que dijo Faraón acerca de José: «¿Podremos encontrar un hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?» (V. 38). José se levantó con el liderazgo en la tierra porque incluso los paganos, personas seculares vieron la evidencia del Espíritu de Dios en él.
En Hechos capítulo 6, cuando Esteban fue elegido como diácono para servir a la iglesia primitiva: «Ellos eligieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo» (v. 5).
¿Y recuerdas ese maravilloso pasaje en Lucas capítulo 1? Cuando el ángel Gabriel vino a María y le dijo: Vas a tener un hijo, el Hijo de Dios. Y María le dijo al ángel: pero ¿Cómo puede ser esto? Yo soy virgen. Esto no es posible. El ángel le respondió:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (v. 35).
También fue cierto acerca de Jesús. Mientras meditaba sobre esta sesión, justo antes de llegar al estudio hoy, pensé en ese versículo en Isaías capítulo 11, cuando habla proféticamente del Señor Jesús y dice: Y el Espíritu del Señor reposará sobre él el Espíritu de sabiduría (el mismo espíritu que tenía Josué ) y de inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de conocimiento y del temor del Señor (v. 2).
A menudo se refieren a esto como las siete manifestaciones del Espíritu de Dios. Tú puedes ver esas siete cualidades que el Espíritu de Dios trae.
Entonces, ¿qué fue lo que calificó, qué fue lo que equipó, qué hizo apto a Josué para su nueva tarea? ¿Qué calificó a José, a Esteban, a María, y hasta a Jesús para cumplir con su ministerio terrenal? Fue el poder del Espíritu Santo, que es exactamente la misma cosa que te califica, que te equipa, y te forma para poder hacer todo lo que Dios te ha llamado a hacer.
Cualquiera que sea la temporada de la vida en la que estés, en tu trabajo, en la iglesia, en un estudio Bíblico, como madre de un niño de tres años, o un adolescente, o como esposa –cualquiera que sea tu función y la temporada de la vida en que estés, no puedes cumplir el propósito de Dios para tu vida, sin ser una mujer que esté llena del Espíritu Santo de Dios.
El poder viene de ahí. De ahí es donde viene la habilidad. No podemos cumplir con nuestro llamado sin el Espíritu de Dios dentro de nosotras. No es por l0 fuerza; ni es por poder; sino es por su Espíritu. (Ver Zac. 4: 6) Es por eso que Pablo, –el gran apóstol Pablo, a quien vemos como gigante espiritual, le dijo a los Corintios,
«Y estuve entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho temblor. Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, ¿para qué? Para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.»(1 Cor. 2: 3-5).
Te das cuenta de que, cuando como madre, esposa, mujer soltera en el mundo de los negocios, viuda, adolescente, en cualquier etapa de la vida, cuando tu vida refleja la plenitud y el poder del Espíritu de Dios, la gente va a mirar y va a decir, «ella no habría podido hacer eso. Eso debe ser Dios en ella.»
Y su fe (de ellas/ellos) descansará, no en el poder humano o sabiduría, sino en el poder de Dios. Y eso es lo que queremos.
Señor, te pido que nos hagas anhelar y desear entrar y experimentar plenamente lo que significa ser llenas de tu Espíritu Santo. Gracias porque tú nos has capacitado, todo lo que necesitamos para cumplir con lo que nos has llamado a hacer. Gracias por tu Espíritu Santo que vive dentro de cada una de nosotras que somos tus hijas, y gracias que tú nos capacitas en este día para hacer todo lo que esperas de nosotras. Que nuestras vidas reflejen la grandeza y el poder del Espíritu Santo en nosotras, te lo ruego en el nombre de Jesús, amén.
Carmen: Amén. En última instancia, el liderazgo no es algo que aprendes en una universidad ni es algo que adquieres en un seminario—viene del Espíritu de Dios. Esta importante enseñanza acerca de ser un aprendiz que se convierte en un líder es parte de la serie titulada, «Lecciones de la vida de Josué: Siguiendo el ejemplo de Dios para dirigir».
Nancy nos ha estado enseñando acerca de la vida de Josué a través de varias series este verano. Son enseñanzas bíblicas y sólidas que como ministerio nos hemos comprometido a brindarte.
Bien, a medida que vas entrando en diferentes etapas de la vida Dios continúa teniendo un propósito contigo. Conoce por qué nunca te retiras de edificar el reino de Dios. Esto será el lunes, aquí en Aviva Nuestros Corazones. ¡Dios obre de manera especial en tu iglesia local en Su día!
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación