El Padre Nuestro, día 20
Mujer: Al principio de mi compromiso con el Señor, no sabía lo que era tener cada día un encuentro con Dios, por medio de la oración y Su Palabra.
Annamarie Sauter: Esta es una mujer que nos cuenta un poco de cómo ha sido su viaje en el área de la oración.
Mujer: Esto surge cuando hago conciencia de la importancia de congregarme y de participar en grupos pequeños. Empiezo a buscar de mañana a Dios por medio de la oración y el estudio de Su Palabra, naciendo en mí un hábito.
Ahora, sabiendo que es un mandato en Su Palabra que nos llama a orar sin cesar como nos enseña 1 Tesalonicenses 5:17, ya no oro solo en momentos de necesidad o aflicción, oro por cada cosa y por las necesidades de la iglesia, entre otros. Oro creyendo en el Dios cuya gracia no se ha acortado para salvar, …
Mujer: Al principio de mi compromiso con el Señor, no sabía lo que era tener cada día un encuentro con Dios, por medio de la oración y Su Palabra.
Annamarie Sauter: Esta es una mujer que nos cuenta un poco de cómo ha sido su viaje en el área de la oración.
Mujer: Esto surge cuando hago conciencia de la importancia de congregarme y de participar en grupos pequeños. Empiezo a buscar de mañana a Dios por medio de la oración y el estudio de Su Palabra, naciendo en mí un hábito.
Ahora, sabiendo que es un mandato en Su Palabra que nos llama a orar sin cesar como nos enseña 1 Tesalonicenses 5:17, ya no oro solo en momentos de necesidad o aflicción, oro por cada cosa y por las necesidades de la iglesia, entre otros. Oro creyendo en el Dios cuya gracia no se ha acortado para salvar, ni Su oído para escuchar. He visto la mano de Dios obrar en mí, en mis hijos y en otros. Puedo decir que Dios es fiel y buen Padre. El Padre que está en los cielos dará buenas cosas a quienes se las pidan, pero como dice Santiago 1:6, «pida con fe, no dudando nada» (RV1960).
En estos pocos años de mi vida de oración he aprendido que la oración es la llave de una buena relación con Dios, sin dejar de lado Su Palabra.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando tenemos a Dios (si no tenemos nada más que no sea a Dios como nuestra porción, nuestra provisión para este día) aún así somos ricos.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
El Padrenuestro; este es el título del estudio que hemos estado llevando a cabo a lo largo de las últimas semanas. ¡Ya vamos por más de la mitad y creo que ha sido de muchísima bendición para cada una de nosotras!
En el episodio anterior Nancy nos exhortó a venir delante de nuestro Padre en humildad, y decirle, «sí Señor, me rindo. Escudriña mi corazón y provee para mis verdaderas necesidades». Entonces, ¿podemos decir que estamos satisfechas con la provisión de Dios? O sentimos que nuestros días están marcados por la preocupación…
Hoy Nancy nos ayuda a pensar en esto.
Nancy: La semana pasada recibimos un mensaje de una mujer que dijo algo que pensé que encaja perfectamente con esta parte del Padrenuestro, mientras hablábamos de: «Danos hoy nuestro pan de cada día» (Mat. 6:11).
Ella dijo:
Recientemente pasé tiempo en una aldea pobre. Los residentes en esta aldea realmente estaban en necesidad. Lo que realmente me impresionó fue el contentamiento en los corazones de los cristianos de esta aldea.
Prácticamente sin ninguna posesión material, estos cristianos señalaban la vegetación natural con la que Dios les había bendecido. Mientras yo miraba a mi alrededor, ellos estaban mirando hacia arriba.
¿A propósito, no es esta una buena frase? Las personas que se preocupan son las personas que están mirando a su alrededor. Las personas que están seguras, contentas y confiadas en el Señor son las personas que están mirando hacia arriba.
Ella continuó diciendo: Una mujer me dijo una vez que su familia había vivido en esa tierra por 225 años, y nunca se habían ido a la cama hambrientos.
Antes de ir a este viaje, le estaba diciendo al Señor que necesitaba un nuevo piso para mi baño. (Necesitaba…¿has estado ahí? ¿Has hecho esto?) Las chozas en esta aldea no tenían ni baños ni pisos. Regresé a mi casa dándole gracias a Dios por Su provisión de alimentos y agua limpia.
Bueno, este es un buen recordatorio mientras consideramos esta petición: «Danos hoy nuestro pan de cada día». Pienso que al enseñarnos a orar de esta manera (enseñándonos a vivir y a pensar de esta manera), Jesús nos está enseñado a distinguir entre nuestras necesidades y lo que queremos. ¿Necesito un nuevo piso para el baño? ¿O quiero un nuevo piso para el baño?
Él nos está enseñando a estar contentas con el hecho de que nuestras necesidades están siendo satisfechas. Esta es una mujer que está teniendo la perspectiva de Dios.
Cuando oramos: «Danos hoy nuestro pan de cada día», esa petición implica un espíritu contento, un corazón contento, la disposición de estar satisfechas con lo que Dios provee y no desear más de lo que Dios provee. Nuestro descontento, nuestras quejas y las preocupaciones, en última instancia, son un reflejo a los demás de nuestro Padre que está en los cielos. Otras personas determinan cómo es Dios basadas en la manera en que respondemos a Su provisión.
Quiero pasar unos cuantos minutos hablando de un pasaje que creo que es una referencia cruzada del Padrenuestro y de la frase, «danos hoy nuestro pan de cada día». Es un pasaje que quizás hayas escuchado antes; se encuentra en Proverbios 30:8-9. En este pasaje vemos al autor orando para que Dios supla sus necesidades.
Él dice: «No me des pobreza ni riqueza; dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es el Señor?, o que sea menesteroso y robe, y profane el nombre de mi Dios».
Ahora, comenzamos con El Padrenuestro diciendo que nuestra meta es que el nombre de Dios sea santificado, que el nombre de Dios sea reverenciado. Y este autor está diciendo: «No quiero que ninguna circunstancia en la vida, ya sea abundancia o escasez, me ponga en una posición donde haga otra cosa que no sea honrar el nombre de Dios».
Él entendió que podemos deshonrar el nombre de Dios como resultado de tener riqueza o pobreza. Así que este escritor ora para que Dios provea para sus necesidades. Él reconoce su dependencia de Dios, y que Dios es la fuente de su provisión. «Señor, aliméntame con la comida que es necesaria para mí. Danos hoy nuestro pan de cada día». Él reconoce a Dios como su proveedor.
Él entendió que ambas, la pobreza y la prosperidad vienen con desafíos únicos y con tentaciones específicas (y con el potencial para el orgullo). Hay desafíos únicos y tentaciones que van con ser pobres, y también hay desafíos únicos y tentaciones que van con ser ricos.
Y nos sentamos aquí con el conocimiento de la verdad y decimos: «Bueno, yo prefiero los desafíos y las tentaciones de ser adinerada». ¿Sabes?, he visto personas perder su alma por la maldición de las riquezas. Me ha hecho pensar que quizás la pobreza realmente es más una bendición de lo que la mayoría de nosotras realmente piensa.
No es que vamos a decir: «Señor, dame pobreza». Él dice: «Señor, por favor no me des pobreza. Pero también por favor no me des más de lo que necesito».
¿Cuáles son los retos de la prosperidad? Este escritor dice: «Nunca me dejes tener tanto que me olvide de Ti».
Eso fue lo que leímos en la última sesión de Deuteronomio capítulo 8: «Ten cuidado, no sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, te olvides de Dios» (vv.11-14 parafraseado). Él dice: «Nunca me dejes tener tanto que te olvide, que olvide que te necesito, o que sea tentado a vivir mi vida apartado de Ti».
¿No es eso lo que pasa cuando tenemos todo lo que deseamos? ¿Estamos tan dispuestas a clamar al Señor? ¿Crees que tu vida de oración prosperaría tanto si no estuvieras consciente de que tienes necesidades? Él dice: «No quiero ponerme en una posición donde sea tentado a vivir mí vida apartado de Ti. Protégeme de cualquier prosperidad que pueda producir orgullo, donde te niegue y diga: «¿Quién es el Señor? No lo necesito».
Esta es la prueba de la prosperidad. ¿Cuál es la prueba de la pobreza? Este seguidor del Señor, este hombre sabio en Proverbios 30, dice: «Señor, quiero que me proveas lo suficiente para cubrir mis necesidades, para que no me vea tentado a tratar de querer cubrir esas necesidades de manera ilegal o de manera impía. No quiero ser pobre de manera tal que sea tentado a robar y a profanar el nombre de mi Dios. Así que, Dios, por favor provee para mis necesidades». Pero nuevamente, él lo está haciendo para la gloria de Dios.
Vemos en el Padrenuestro que estas peticiones son por el bien del nombre de Dios, por la reputación de Dios, por el reino de Dios y por la voluntad de Dios. Esto es exactamente lo que este escritor está diciendo en Proverbios, «Señor, solo dame lo suficiente para no ser tentado a robar, a profanar Tu nombre, de cubrir mis necesidades de maneras impías».
Él está hablando de una vida de moderación, una vida de templanza, una vida de simplicidad, una vida que no ha sido dada al exceso, y una vida que está contenta con la provisión de Dios en las necesidades básicas. Y cuando vivimos ese tipo de vida de dominio propio, de moderación, de templanza, realmente es una forma de guardar nuestro corazón. He orado tantas veces a través de los años: «Señor, por favor guarda mi corazón».
Y una forma de cooperar con Dios en la protección de mi corazón es decir: «Señor, solo dame lo que necesito. Tú sabes lo que es muy poco y lo que es mucho para mí, para poder manejarlo. Así que haz que me contente con eso».
Cuando tengo ese corazón que busca estar bajo control, que es moderado y contento, me protege de los peligros de la prosperidad, y me protege de los peligros de la pobreza. Es un medio de preservar mi relación con Dios. ¿No es por eso que este autor de Proverbios estaba preocupado? «Señor, quiero estar bien contigo, y quiero darle al mundo una correcta impresión de Ti».
Así que cuando oramos: «Danos hoy nuestro pan de cada día», le estamos pidiendo a Dios lo básico, las necesidades simples de la vida. Él pide pan. Él no pide lujos. Ahora, Dios quizás se sienta movido a darnos lujos. Dios puede que se sienta movido a bendecirnos con más de lo que necesitamos. Pero se nos manda a pedir: «Señor, danos lo que necesitamos».
Otra vez, eso requiere que distingamos entre las necesidades y los lujos. Dios no promete proveernos esto último, aunque a menudo Él lo hace. Y estamos diciendo: «Señor, solo quiero lo que sea suficiente para cada día». Esto implica no acumular, ni preocuparme de dónde vendrá la provisión de mañana.
A menudo cito a Charles Haddon Spurgeon, y él tiene muchas cosas maravillosas que decir acerca de este concepto de confiar en la provisión del Señor. En uno de sus devocionales menciona el Salmo 119 que dice: «El Señor es mi porción» (v.57). Es un maravilloso versículo. Señor, Tú eres mi porción.
Esto es lo que Spurgeon tiene que decir de este versículo. Él dice: «Tú tienes a Dios, y en Él tienes más de lo que el oro o las riquezas jamás pudieran comprar. Cuando tú tienes a Dios como tu porción, tienes más que todo lo demás en conjunto. Con Dios como tu porción, eres rico en verdad».
Ahora, esto está escrito en lenguaje antiguo, pero es una maravillosa teología contemporánea. Cuando tenemos a Dios (si no tenemos nada más que no sea Dios como nuestra porción, nuestra provisión para este día) aún así somos ricos.
Las personas que tienen casas y tierras, vacaciones, carros y dinero para tirar (y dinero para gastar de herencias y ganancias de la lotería y todas esas cosas), esa persona es pobre como un mendigo si no tiene a Cristo. Pero Spurgeon está diciendo: «Si tú quedas reducido al lugar donde solo tienes a Cristo mismo, aun así eres incalculablemente rico».
Ahora, al pedirle a Dios en relación a nuestras necesidades básicas, «danos hoy nuestro pan de cada día», lo hacemos basadas en el contexto de las promesas de Dios. Dios nos ha prometido satisfacer todas nuestras necesidades. Así que estamos orando de acuerdo a Su voluntad cuando oramos esta oración. Podemos pedir con fe que Dios provea.
El salmista dice en el Salmo 37: «Y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan» (v. 25). Voy a expandir este concepto un poco más en la siguiente sesión y a decir que hay tiempos en los cuales Dios puede permitir al justo tener hambre. Pero Dios nunca desamparará al justo. Dios nunca desampara a Sus hijos.
Y cuando pedimos, porque tenemos las promesas de Dios como la base de nuestra petición, podemos pedir en fe. Una de las razones por las que Dios quiere que pidamos cada día nuestro pan es porque así es como crece nuestra fe. Le pedimos a Dios en fe, basadas en Sus promesas, confiando en nuestro Padre celestial para satisfacer nuestras necesidades de acuerdo a Su voluntad.
Otra vez, recuerda que la clave del Padrenuestro es que estamos hablando con nuestro Padre, nuestro Padre celestial. Tenemos una relación con Dios. Tenemos una base sobre la cual podemos llegar ante Su presencia y pedirle que satisfaga nuestras necesidades.
Los niños generalmente no se preocupan por lo que van a comer dentro de tres meses o tres años. Es decir, tu hijo de tres años no está pensando: «¿Qué voy a comer dentro de tres meses, o qué voy a comer cuando tenga seis años de edad?» Ellos asumen correctamente que sus padres se encargarán de eso. Ciertamente, en la mayoría de las familias ese sería el caso.
Todo lo que importa para estos pequeños es que hoy tienen algo que comer. Y aún así, en la mayoría de los casos, ellos no tienen que inquietarse o hacer un esfuerzo para que esto suceda. Los padres generalmente no consideran dentro de las responsabilidades de un niño de tres años descifrar qué es lo que tiene que comer para el día de hoy. Eso es responsabilidad de los padres. Los niños solamente saben que la comida va a estar ahí cuando tengan hambre, cuando sea tiempo de comer.
Ahora, sé que esta analogía se vuelve inefectiva. Hay algunos niños con hambre en el mundo. Pero en la familia de Dios, Cristo nos llama a vivir como niños confiados y dependientes, sabiendo que nuestro Padre sabe lo que necesitamos y que estará ahí cuando lo necesitemos.
El Salmo 145, un gran salmo de alabanza, dice: «A Ti miran los ojos de todos, y a su tiempo Tú les das su alimento. Abres Tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente» (vv.15-16).
Dios abre Su mano. Él es la fuente. Él es el proveedor. Miramos a Él, le pedimos que provea, y Él nos da nuestro alimento a tiempo.
Ahora, si no tuviéramos un Padre celestial, entonces tendríamos todas las razones para preocuparnos y para estresarnos. Pero llegar a estar ansiosas por cómo nuestras necesidades van a ser suplidas, es vivir como si fuéramos huérfanas, huérfanas espirituales, como si no tuviéramos ningún Padre espiritual que proveyera para nosotras (estresadas, preocupadas e inquietas por cómo nuestras necesidades prácticas básicas van a ser suplidas). Es muy natural preocuparse y estresarse, pero también deshonra a nuestro Padre celestial el vivir como si no tuviéramos a nadie a quien le importen nuestras necesidades.
Es como si este niño de tres años se estuviera quejando y lloriqueando diciendo: «¿De dónde va a venir mi siguiente comida?» ¿Cómo haría lucir esto a sus padres? Quiero decir, si un niño entra a su preescolar diciendo: «¿Sabes?, no he tenido nada que comer en varios días. No sé qué voy a comer», esto se reflejaría de manera negativa en los padres.
¿Cómo reflejamos a nuestro Padre celestial cuando verbalizamos a otros el estrés y las preocupaciones acerca de dónde nuestras necesidades básicas y nuestra provisión va a salir? Eso fue lo que les ocurrió a los hijos de Israel. Ellos sí deshonraron a su Padre celestial. Ellos no santificaron Su nombre.
El Salmo 78 dice: «Hablaron contra Dios, y dijeron: ¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?» (v.19). Ellos hablaron en contra de Dios.
¿Has hablado alguna vez en contra de Dios? Quizás no haya sido intencional. Pero cuando verbalizamos descontento, inquietud, preocupación, temor por el futuro:
- ¿Qué va a pasar el año que viene?
- ¿Qué va a suceder cuando se acabe este dinero?
- ¿Qué va a pasar cuando no tenga empleo?
- ¿Qué va a pasar cuando llegue la edad de retirarme?
- ¿Qué va a suceder cuando no pueda trabajar más?
- ¿Qué va a pasar cuando el pago por discapacidad de mi marido se acabe?
- ¿Qué va a pasar cuando envejezca?
Cuando verbalizamos estas cosas, cuando expresamos esto, ¿no estamos realmente hablando en contra de Dios? No estamos diciendo como los israelitas: «¿podrá Dios preparar mesa en el desierto?»
Ora: «Danos hoy nuestro pan de cada día». Ora y dile a Dios tus necesidades. Y luego ten fe, confiando en Dios para que provea lo que necesitas. Este es el antídoto para la preocupación y para la ansiedad.
¿Quieres deshacerte de tus preocupaciones? ¿Quieres deshacerte de tus miedos y de tus ansiedades? En vez de solo concentrarte en: «No me voy a preocupar. No estaré ansiosa» (eso quizás haga que estés más preocupada o más ansiosa). Concéntrate en decirle a Diostus necesidades y luego en expresar fe. La fe crece al momento en que la expresas. La fe crece a medida en que oras. Dile a Dios tus necesidades. Asegúrate de agradecerle por adelantado Su respuestas. Y eso, te darás cuenta, es una cura para la preocupación y la ansiedad.
Permíteme decirte, a medida que voy diciendo esto, estoy predicándome a mí misma. Estoy predicándome a mí misma bajo convicción, porque pienso en todos los aspectos de nuestro ministerio (no solo el aspecto material, sino de muchas otras maneras), donde mi mente simplemente se va tan lejos en el futuro y piensa: «¿Qué pasará con esto y qué pasará con aquello? ¿Cómo va a suceder esto?» Puedo ponerme muy tensa con estas cosas.
Y solo aconsejo a mi propio corazón al decir esto: «Nancy, dile a Dios tus necesidades. Dale gracias por Sus respuestas en fe y luego espera a que Dios provea».
Me has escuchado hablar en Aviva Nuestros Corazones acerca de uno de mis héroes en la fe, George Muller, que era un hombre que hace años en Inglaterra cuidó de cientos (al final miles) de niños huérfanos. Él recibió de la mano de Dios toda la provisión que se necesitaba para el cuidado, la comida, la ropa, los trabajadores, la vivienda (todo lo necesario para estos huérfanos) sin siquiera pedirle a un solo ser humano un centavo. Él solo llevaba sus necesidades ante Dios.
He leído en programas anteriores algunas citas de su autobiografía. Pero creo que hoy encajan aquí de manera tan perfecta que quisiera leerlas nuevamente. Creo que va a motivar tu corazón ver a este hombre de oración y de fe. Solo déjame leerte algunas. Esto ha sido extraído de su autobiografía.
A propósito, él mantuvo notas copiadas en su diario que hablaban sobre lo que ellos necesitaban, cómo oraban y la provisión de Dios. Y te animo, quizás, a escribir algunas de tus necesidades y tus peticiones y oraciones: «Señor, esto es lo que necesitamos, y estamos pidiendo Tu provisión». Y luego, asegúrate de escribir también la provisión de Dios.
Escucha algunas de las cosas que George Muller escribió en su diario. Él dijo: «No tengo ni un centavo en la mano para los huérfanos. En un día o dos nuevamente mucho dinero se necesitará. Mis ojos están puestos arriba en el Señor». Y esta es la manera en que este hombre vivió.
Él dice en otra parte: «Hoy estuve nuevamente sin un centavo, pero mis ojos están puestos arriba en el Señor».
Aquí hay otra cita: «El Señor en Su sabiduría y en Su amor no ha enviado ayuda aún. De dónde ha de venir no tiene que ser mi preocupación. Pero creo que Dios enviará ayuda en el tiempo debido.
En otra ocasión él escribió: «No hay dinero en mano para los huérfanos, yo espero en Dios».
Luego escribió en ese día: «Hoy necesitamos dos libras, siete chelines y tres peniques para los huérfanos, pero no teníamos nada. Cómo obtener los medios para una cena y por lo que sea que se necesite no lo sabía. Pero mi corazón estaba en perfecta paz e inusualmente seguro de la ayuda, aunque no tenía ninguna idea de dónde iba a venir».
«Ninguna idea de donde iba a venir, pero mi corazón está en paz porque estoy confiado en el Señor».
Otra vez escribió: «Nunca habíamos estado tan bajos en recursos como ayer y hoy. Aún así mi alma, gracias al Señor, ha estado tanto ayer como hoy en perfecta paz». Nunca habíamos tenido tan poco, pero mi alma estuvo en perfecta paz.
En otra ocasión él dijo: «Mi corazón no está preocupado. Estoy seguro de que de la mejor manera y en el mejor tiempo, Dios enviará ayuda». En el tiempo y a la manera de Dios.
Y luego hay una ilustración específica de un tiempo en el que Dios sí proveyó específicamente. Él dice: «Durante los últimos dos días solamente ingresó aproximadamente el veinte por ciento de lo que se tenía estimado». Los gastos eran veinte veces más grandes que el ingreso.
Él dice: «Cuando pensé en la grandeza de los gastos» (esto es las cuentas que tenían que pagar) «y el monto tan pequeño que había ingresado, me hizo recordar las palabras de Isaías 26:4: “Confiad en el Señor para siempre, porque en Dios el Señor, tenemos una Roca eterna”. Y mi corazón respondió: En Dios el Señor tengo una Roca eterna, y en Él yo confiaré».
Quiero decir, esa es una simple vida de fe. Dios lo dijo, yo lo creo.
Él dice: «Unos minutos después, recibí una carta de Canadá que contenía una orden del banco de ochenta y un libras y nueve chelines».
No te preocupes por nada. En lugar de eso, ora por todo. Dile a Dios tus necesidades, y no olvides darle las gracias por Sus respuestas. Si haces esto, la paz de Dios (la cual es mucho más grande de lo que la mente humana puede imaginarse), mantendrá tu corazón en descanso en la medida en que confías en Él (Fil. 4:6-7; parafraseado).
Annamarie: Cuando nos abruman las circunstancias y nuestras necesidades, podemos recordar que verdaderamente Cristo es nuestra mayor riqueza. ¿Crees en las promesas de Dios, o has puesto tu confianza en los bienes de este mundo?
Ahora, si te preguntara, ¿qué quisieras que pasara para dejar de preocuparte por el dinero y la provisión diaria… qué dirías? A lo mejor piensas en ganarte la lotería o recibir una gran herencia, o algo por el estilo… Mañana consideraremos esto en la continuación de la enseñanza de hoy.
Orando «dános hoy nuestro pan de cada día» juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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