Cultiva intimidad con Cristo
Sarah: Todo el que tiene una relación con Jesús es tentado a alejarse de Él.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Yo enfrento todos los días de mi vida el peligro de descuidar mi intimidad con Cristo. Y la verdad es que la intimidad con Cristo no simplemente ocurre.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 1 de mayo de 2024.
Sarah: ¿Cómo evitas que tu relación con Cristo se seque o se vuelva predecible? Nancy nos ayudará a profundizar en esto al dar inicio a la serie titulada, «Peligros potenciales en el ministerio». Ella expuso este mensaje en una conferencia de Revive Our Hearts para mujeres líderes de ministerios de damas.
Y si no te ves a ti misma como una líder, estoy segura de que de todos modos le sacarás mucho provecho a la enseñanza de hoy. Tienes mucha …
Sarah: Todo el que tiene una relación con Jesús es tentado a alejarse de Él.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Yo enfrento todos los días de mi vida el peligro de descuidar mi intimidad con Cristo. Y la verdad es que la intimidad con Cristo no simplemente ocurre.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 1 de mayo de 2024.
Sarah: ¿Cómo evitas que tu relación con Cristo se seque o se vuelva predecible? Nancy nos ayudará a profundizar en esto al dar inicio a la serie titulada, «Peligros potenciales en el ministerio». Ella expuso este mensaje en una conferencia de Revive Our Hearts para mujeres líderes de ministerios de damas.
Y si no te ves a ti misma como una líder, estoy segura de que de todos modos le sacarás mucho provecho a la enseñanza de hoy. Tienes mucha influencia sobre otras personas, bien sea que te consideres una líder o no. Y realmente no sabemos qué tipo de liderazgo seremos llamadas a ejercer en el futuro, pero todas debemos estar cultivando intimidad con Cristo.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Señor, te doy gracias por la gracia, y por Tu gracia para conmigo, por este llamado. También estoy muy consciente, mientras he estado trabajando en este mensaje, de que he enfrentado muchos de estos peligros, de estos obstáculos, y hoy estoy peligrosamente cerca del borde de algunos de ellos.
Así que te pido, Señor, que me hables, y que hables a través de mí a estas mujeres. Oro que Tú seas quien hable y obre en nuestros corazones y nos rescate cuando sea necesario, para que seamos fieles a Ti a largo plazo.
Que las palabras de mi boca y, aún más importante, las meditaciones de mi corazón, sean aceptables y gratas delante de Tus ojos. Señor, a fin de cuentas, solo quiero hablar a la audiencia de Uno aquí; que sea agradable a Tus ojos, oh Señor, mi fortaleza y mi gran Redentor, amén.
Considero un gran, gran privilegio, estar involucrada en servir al Señor. Ahora, todo cristiano debe estar involucrado en servir al Señor, pero hablo del privilegio de ser apartada para el ministerio del evangelio, el ministerio en las vidas de los demás.
Supe desde que conocí a Cristo a la edad de cuatro años, ese es mi primer recuerdo consciente. Cuando tenía seis o siete años, quizás ocho, yo sabía que Dios había puesto Su mano en mi vida y que me había apartado para servirle a Él de alguna manera. No tenía ni idea de cómo sería, qué significaría, si sería devocional o no, pero yo sabía que mi vida era suya y que debía estar disponible para los propósitos de Su reino.
Fui muy bendecida a lo largo de mis años de escuela secundaria. Enseñé mi primera clase de escuela dominical a los ocho años (solo un domingo). Y a partir de ese momento, he amado enseñar la Palabra. Salí de la universidad, y desde entonces he estado en el ministerio vocacional.
Considero el ministerio, el corazón del ministerio, con todos sus desafíos, y sí que los tiene, pero lo considero un gran privilegio. Es un llamado alto y santo, y no estoy hablando de las posiciones dentro del personal que recibe un salario, estoy hablando del llamado a servir al Señor al servir a los demás. Hacemos eso de muchas maneras diferentes.
Por lo tanto, el ministerio es un privilegio. Sin embargo, también reconozco que el ministerio es una responsabilidad difícil e importante. Mientras más tiempo tengo en el ministerio, más cuenta me doy de lo vulnerables que somos como líderes a caer y no terminar bien aun mientras servimos a otros. A medida que pasan los años, más pienso en terminar bien, y cada vez hay un mayor número de mis amistades están llegando a esa etapa de terminar bien o no, y pienso más en estas cosas en la medida en que van pasando los años.
Me doy cuenta de que es solo por la gracia de un Dios fiel que podemos permanecer fieles y terminar bien. Hay días en que pienso: «Oh Señor, no creo que pueda aguantar por más tiempo». ¿Has estado ahí? Sientes como si te estuvieras agarrando de las uñas. Es el ritmo, el horario, la demanda, la gente.
¡Me encantaría el ministerio si no fuera por la gente! Hay momentos en que deseo que Dios me llamara a las regiones deshabitadas del planeta, y pienso, «¡yo podría hacer un gran trabajo allí!».
Y no sé si alguna vez te has sentido así, pero en esos tiempos difíciles cuando pienso, yo no creo que pueda resistir, traigo a mi mente el hecho de que lo que determina si termino bien o no, no es cuán fuertemente estoy aferrada a Él, y recuerdo la certeza de que es Él, quien está aferrado a mí. No es mi fidelidad, es Su fidelidad con la que contamos. Necesito ese recordatorio repetidas veces.
Estoy muy agradecida por el ejemplo y el ánimo de personas que he conocido que han corrido la carrera bien y fielmente hasta la meta. Un nombre vino a mi mente. Quizás algunas de ustedes han escuchado de Evelyn Christenson, ella se fue a casa para estar con el Señor.
Una sierva fiel del Señor. Tuve el privilegio de conocerla por muchos años y también de entrevistarla. Ella estuvo en Aviva Nuestros Corazones, y hablamos del envejecimiento. Le pregunté acerca de su caminar con Dios, y su ministerio en los años avanzados de la vida.
Ella fue una guerrera de oración y también en darnos ánimo a muchas de nosotras en nuestro caminar, y ¡ahora está con el Señor! Pienso, Gracias, Señor, por el ánimo de una Evelyn Christenson. Y tal vez alguien más viene a tu mente que ha corrido la carrera y ha terminado bien.
Por otro lado, también he visto algunas siervas del Señor, que empezaron de esa manera, que corrieron la carrera bien por un tiempo, pero terminaron, por alguna razón, descalificadas; se salieron de la carrera. Es posible que haya sido por desaliento, por agotamiento, por orgullo, por pecado. Por alguna razón, ya no están corriendo bien hoy.
En muchos casos, están fuera del ministerio. A veces siguen haciendo cosas en el ministerio, pero no están siendo tan efectivas. Y en algunos casos, incluso han terminado desacreditando a Cristo y el mensaje que una vez amaron y sirvieron bien.
Yo no sé ustedes, pero cuando veo esas cosas, pienso seriamente. Y me lleva a decir: «Señor, por favor, nunca me dejes traer reproche al nombre de Cristo. Dame la gracia para correr bien y terminar bien».
El problema es que tenemos un enemigo, y está activo, es incansable, es implacable, y está decidido a hacer que las siervas del Señor tropiecen. No pienso en esto todos los días, pero pienso a menudo. Me doy cuenta de que si abandono mi compromiso con Cristo, si no soy fiel a Él, si traigo reproche a Su Nombre, no es solo mi propio caminar con el Señor que sufrirá, habrá muchas personas que se verán impactadas por las secuelas.
Esa no es la razón más importante por la cual debemos permanecer dedicadas a Cristo toda la vida, pero sin duda es una razón. Te das cuenta de que afectas a otras personas, y cuando caemos y tropezamos hacemos que caigan con nosotras, que sean afectadas.
Así que en los últimos años que he estado en este caminar y en esta carrera, he pensado mucho acerca de, «¿cuáles son los peligros, los obstáculos? ¿Cuáles son las cosas que nos impiden correr bien, que nos impiden terminar bien, como siervas de Cristo?».
Y quiero que veamos nueve de esos peligros. Obviamente, no vamos a tener mucho tiempo para profundizar con detalle en cada uno. Y esta lista, ciertamente, no es exhaustiva. He hablado de la posibilidad en los últimos años, de en algún momento escribir un libro con este mensaje: «Peligros potenciales del ministerio».
Pero he dicho también que no quiero escribir ese libro hasta que tenga por lo menos sesenta años. Porque quiero estar segura, por la gracia de Dios, de que todavía estoy corriendo la carrera. Ahora, estoy muy cerca de los sesenta, mucho más que cuando surgió esta idea en una conversación.
Esta lista de peligros son los más recurrentes en mi propia vida. Tú podrías hacer una lista diferente, pero a medida que he observado y he hablado con otras personas, he encontrado que estos peligros, tentaciones y vulnerabilidades son las que muchas de nosotras tenemos en común, en el ministerio.
El primero es: Perder el Asombro. . . el asombro de lo que significa ser una hija de Dios, de las grandes verdades teológicas de nuestra fe. Estas verdades que repetimos tantas veces, que dejan de sorprendernos. Perdemos el asombro del Dios al que servimos, a lo que hemos sido llamadas a hacer, del mensaje que nos ha sido confiado, perdemos el asombro del fruto del ministerio.
Hay peligro de que lo sobrenatural se convierta en común; una persona más acepta a Cristo, un matrimonio más es restaurado, una persona más está creciendo en la fe. Y si ves muchos frutos en el ministerio, es fácil perder el asombro de lo sobrenatural, las cosas que nos habrían asombrado años atrás, quizás cuando éramos recién convertidas.
Empezamos a pensar cosas como. . . es una conferencia más, un evento más, fue muy edificante, la gente recibió ayuda y fue bendecida. Pero, perdemos el asombro del hecho de que Dios está obrando, y que Él nos permite participar en lo que está haciendo. El cielo se regocija cada vez que un pecador se arrepiente. ¿Y yo? ¿Y tú?
Has oído decir que «la familiaridad engendra menosprecio e indiferencia». Pienso que eso es cierto, pero también pienso que la familiaridad puede producir complacencia o negligencia. El familiarizarse con estas cosas las hace que ya no sean sagradas, santas, ni especiales para nosotras.
Cuando eso sucede, el ministerio se convierte en un «trabajo», trabajo en lugar de pasión por una persona, por Jesucristo. ¿Sabes cuál es la diferencia? A veces pasamos de la pasión por la Persona al trabajo, y no sabemos dónde ni cómo sucedió. Sucede sutilmente. No nos despertamos una mañana, habiéndonos ido a la cama la noche anterior llenas de asombro, y al día siguiente nos despertamos y no tenemos ningún asombro.
No suele suceder de esa manera. Por lo general es más bien como una fuga lenta. Perdemos el asombro gradualmente. Pienso que una de las cosas más grandes en mi vida que me lleva a perder el asombro es estar muy ocupada. ¿Puedo escuchar un «amén!?» Sí, quehaceres y tareas, y me doy cuenta de que cuando mi vida está llena de deberes de principio a fin, y pierdo el asombro.
El ministerio comienza a ser rutinario; el trabajo comienza a ser rutinario; comienzo a ser como un robot. Me da miedo cuando me doy cuenta de que estoy operando en «piloto automático». Estoy viviendo de manera rutinaria; estoy haciendo lo que se supone que debo estar haciendo, pero he perdido la frescura, he perdido la pasión, he olvidado por qué estoy haciendo esto y por quién estoy haciendo esto. He perdido el asombro.
Le doy gracias al Señor que tuve un papá, Art DeMoss, quien ha estado con el Señor por treinta y pico de años. Él murió el fin de semana en que cumplí mis 21 años, así que no llegué a conocerlo bien siendo adulta. Pero cuando recuerdo a mi papá, pienso en un hombre que nunca perdió el asombro del hecho de que Dios lo hubiera salvado y que lo hubiera usado en el ministerio.
Él fue un hombre de negocios, pero tuvo un corazón por la gente y por el ministerio, y nunca dejó de asombrarse de que Dios lo usara. Ese es el asombro que quiero tener. El apóstol Pablo nunca perdió el asombro.
Leemos en la Escritura, en primera a Timoteo capítulo 1, versículo 11, que habla sobre el «glorioso evangelio del Dios bendito, que me ha sido encomendado». ¿Puedes percibir el asombro? Usando ese tipo de adjetivos, dice, «es asombroso que se me haya encomendado el glorioso evangelio del Dios bendito». ¿Sientes lo mismo por el evangelio? ¿Lo siento yo?
Confieso que muchas veces no me siento de esa manera. No estamos hablando solo de sentimientos. El evangelio es glorioso, lo sienta así o no, y Dios es bendito, lo sienta o no. Pero ¿tengo la sensación de que es asombroso que se me haya encomendado ese evangelio?
Pablo consideraba el ministerio como un gran privilegio. En el versículo 12 de 1 Timoteo 1 él dice: «Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me ha fortalecido, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio». ¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y le diste gracias al Señor por el privilegio del ministerio?
Quizás algunas de ustedes han escuchado hablar del pastor Ray Ortlund. Hay otro pastor, Ray Ortlund, que es su hijo, que pastorea en Nashville, Tennessee. El pastor Ray Ortlund, el padre, fue mi pastor, cuando yo estaba en la Universidad del Sur de California. Puedo recordar al pastor Ray animarnos acerca del asombro. Varios años después de salir de la universidad, el pastor Ortlund me envió una carta, no puedo recordar el motivo de la carta, pero recuerdo una línea, que subrayé, y pegué encima de mi escritorio.
Él me decía en su carta: «sigue señalándonos hacia Jesús en tus escritos y en tus mensajes, y sigue dándole gracias, recordando que el ministerio es un gran privilegio del Señor». Se nos olvida que es un privilegio, y en esos días realmente duros, quizás nos haga bien detenernos y decir: «Señor, gracias por elegirme para servirte. Es un privilegio grande, alto y santo».
Por lo tanto, hacemos estas preguntas:
- «¿Tengo una verdadera pasión por Cristo, y por el ministerio, o he perdido el asombro de mi relación con Cristo, y del llamado al ministerio?»
- «¿Estoy viviendo de una manera rutinaria?»
Aquí está un segundo peligro, el segundo obstáculo: Descuidar nuestra relación personal con el Señor. Les puedo decir que este obstáculo está conectado con el primero, porque si descuidamos nuestra relación personal con el Señor, vamos a perder el asombro. Los dos están unidos. Me encanta el versículo 6 del capítulo 1 en El Cantar de los Cantares, donde la novia dice: «Me pusieron a guardar las viñas, y mi propia viña no guardé».
¿Resuena tu corazón con eso? Pienso que es una imagen de cómo a menudo es para nosotras el ministerio. Estamos constantemente cuidando los viñedos de las demás, asesorando, enseñando, animando, exhortando, administrando, sirviendo, bendiciendo, dando, orando por las demás y sus necesidades. . . atendiendo los viñedos de las demás, pero descuidando nuestro propio viñedo, nuestro propio bienestar espiritual.
¿De qué estoy hablando aquí? Tú sabes de qué estoy hablando. Es fallar en mantener y cultivar y priorizar nuestro propio caminar personal con el Señor. Es tomar atajos. Quiero decirte que la razón por la que sé mucho sobre algunos de estos puntos es porque he estado ahí muchas veces.
De hecho, me encontré a mí misma en la última semana, voy a ser honesta aquí, mientras estaba preparándome para este mensaje, sintiéndome como que no sabía si realmente podía dar este mensaje. Estas cosas son autobiográficas para mí. En diferentes grados, y en diferentes temporadas he estado viviendo una vida sin ciertos límites en las últimas semanas. Me encuentro tomando atajos, no queriendo, sin intención de hacerlo, no proponiéndome perder el asombro o descuidar mi relación personal con el Señor.
Pero miro a mi alrededor y me doy cuenta de que todo un día ha pasado, y realmente no he pasado tiempo con el Señor. Tú puedes hacer eso un día o dos o tres, y probablemente nadie más en el ministerio de mujeres lo va a notar (en parte porque tenemos un nivel tan bajo de cristianismo hoy que ni siquiera reconocemos el descuido con facilidad).
Las personas en tu familia, las personas que trabajan estrechamente contigo, pueden reconocerlo un poco antes que los demás, pero tú vas a ser, ojalá, la primera en saberlo, y podrás decir: «Señor, necesito detenerme. Necesito dejar de tomar atajos e ir directo a Su presencia. Tratar de vivir en el maná de ayer y las experiencias de ayer con Dios, no es la manera de hacerlo.
No podemos permanecer fieles en la carrera si estamos tratando de vivir de las experiencias pasadas con Dios. Es el peligro de servir sin devoción. Tú conoces el pasaje clásico sobre esto. Todas lo conocemos, lo hemos enseñado a las demás: Lucas capítulo 10, las dos hermanas. Una de ellas sentada a los pies de Jesús y la otra, Marta, sirviendo sin devoción.
¿Qué sucede ahí? Ella termina muy nerviosa, impaciente, crítica, exhausta, agotada, frenética, de la misma manera que somos algunas de nosotras cuando nos miramos en el espejo. . . servicio sin devoción. Robert Murray M'Cheyne lo dijo de esta manera: «Ninguna cantidad de actividad al servicio del Rey compensará el descuido del Rey mismo». Recuerda eso.
En Cantar de los Cantares, la novia describe su relación con su amado, y es una imagen de intimidad. Ella dice en el capítulo 1, «Llévame en pos de ti y corramos juntos. El rey me ha conducido a sus cámaras» (v. 4).
En el capítulo 2 dice, «Él me ha traído a la sala del banquete, y su estandarte sobre mí es el amor». Ella dice, «A su sombra placentera me he sentado, y su fruto es dulce a mi paladar. Esté su izquierda bajo mi cabeza y su derecha me abrace. Mi amado es mío, y yo suya» (v. 4-6).
Y sé que esta es una imagen de intimidad en el matrimonio humano, pero el matrimonio humano está destinado a ser una imagen de esa relación eterna que tenemos con nuestro Novio celestial. Veo aquí una descripción del tipo de intimidad que estamos destinadas a disfrutar con el Señor Jesús. Es una imagen de nuestra relación como la esposa de Cristo con nuestro Amado.
Todos los días de mi vida enfrento el peligro de descuidar mi intimidad con Cristo. La verdad es que la intimidad con Cristo no simplemente ocurre. Tiene que ser cultivada. Tú no tienes una inclinación natural hacia la intimidad con Cristo, nuestra tendencia es a desviarnos lejos de la intimidad con Cristo. Si no estamos siendo intencionales en cultivar esa relación de amor con Él, nos vamos a alejar.
Encuentro que, no sé ustedes, no sé si es porque me estoy haciendo mayor, o si es porque las cosas en este mundo están cambiando, o ambas cosas, pero encuentro que cada vez es más difícil conseguir un lugar tranquilo y un corazón tranquilo para buscar al Señor.
Para mí, los mayores intrusos tienen que ver con la tecnología. No es que la tecnología en sí sea mala. Es una herramienta, pero me parece que mientras más dispositivos tengo que enchufar para cargar, más difícil es para mí tener un tiempo sin distracción con el Señor. Voy a ser honesta, yo lucho con el correo electrónico, con Facebook, Twitter, instagram, con las redes sociales, con estas cosas.
Hay días en los que pienso, quizás solo necesito deshacerme de todo esto. Déjame decir, debemos preguntarnos, si eso es lo que tenemos que hacer para estar donde necesitamos estar en nuestra relación con el Señor, ¿estaría yo dispuesta a desconectarme? ¿A deshacerme de todo esto?
No estoy diciendo que Dios está pidiendo eso de nosotras, pero pienso que debemos hacernos la pregunta, «si esto es intrusivo, si me está robando. . . » ¿No le encantaría a Satanás mantenernos ocupadas haciendo ministerio, pero no teniendo una relación con el Señor? Seremos de gran ayuda a sus esfuerzos, si esto es verdad en nuestras vidas.
Tenemos estas distracciones constantes, y tenemos que estar dispuestas a ser implacables en la eliminación de cosas innecesarias. Pienso que tenemos que estar dispuestas a desafiarnos la una a la otra para eliminar todo lo que está invadiendo nuestra relación con el Señor.
Quiero que nuestro personal y la gente con la que vivo y convivo, tenga la libertad de decirme, «¿está esto robando tu corazón para Cristo?». Cuando ven la hora registrada en mis mensajes de correo electrónico, yo quiero que tengan la libertad de decirme: «¿Has pasado tiempo con el Señor hoy, sin correo electrónico?». Tenemos que hacer esto las unas por las otras, porque a veces perdemos la objetividad, y necesitamos tener estas relaciones intrusivas. ¡Se que no nos gustan! No quieres ese tipo de relaciones, ¿sabes? Yo tampoco quiero ese tipo de relaciones, pero las necesito.
- «¿Tengo una relación vital y creciente con el Señor Jesús?»
- «¿Estoy nutriendo mi viña a través de un tiempo diario en Su presencia... en la Palabra y la oración?»
Sarah: Acabaste de escuchar a Nancy DeMoss de Wolgemuth invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana, sino a tener una vida fructífera en Cristo.
Nancy enseñó este mensaje en una conferencia de Revive Our Hearts. Su mensaje se titula, «Peligros potenciales en el ministerio» y fue dirigido a mujeres líderes de ministerios de damas. Animar a mujeres que hacen esta labor es muy importante para Aviva Nuestros Corazones.
Hoy Nancy te ha estado mostrando cuán común es que dejemos que nuestra relación con Cristo se vuelva rutinaria, y te ha estado animando a cultivar más intimidad con Él.
Quizá has querido que tu relación con el Señor simplemente suceda… cultívala, aparta un tiempo para buscarle y para orar.
Y si sientes que no estás dependiendo de Dios, creo que no querrás perderte el episodio de mañana…
Nancy: Pero mientras más dones naturales tienes, mayor es el peligro potencial de depender de esos dones y habilidades naturales en lugar de depender de Dios. Cuando tus dones naturales te sostienen, entonces no tienes que depender del poder del Espíritu Santo. Eso se evidencia en la falta de oración, entre otras cosas.
«Yo puedo hacer eso». Y el ministerio llega a ser la suma total de nuestros esfuerzos y habilidades combinados. Jamás diríamos que podemos servir en el ministerio sin Dios, pero vivimos como si pudiéramos servir en el ministerio sin Dios.
Temprano en mi vida de ministerio, una de las cosas que le pedí al Señor, yo era muy buena alumna, y eso es parcialmente porque nunca tome ningún curso que pensara que no iba a poder hacer fácilmente. Soy una de esas personas que únicamente intenta cosas que sabe que puede hacer bien, así que era una muy buena alumna. Terminé la universidad sin tomar matemáticas, historia, literatura o ciencias, si lo puedes imaginar. Eso es bastante patético.
Sarah: Te esperamos, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Débora: Corriendo la carrera de la fe juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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