Cultiva el hambre
Débora: Cuando comemos alimentos, tenemos menos hambre, pero leer la Biblia es todo lo contrario. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Puede que no sientas mucha hambre espiritual, pero si comes de todos modos, si te alimentas espiritualmente de la Palabra de Dios, descubrirás que tu hambre crece. Aumenta.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «En la quietud de Su Presencia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de mayo de 2024.
Durante esta serie titulada «Entra en la palabra y deja que la palabra entre en ti», Nancy nos ha estado compartiendo métodos útiles para estudiar y entender la Biblia. Pero esos métodos no servirán de nada si no la abres y la lees. Estamos a punto de escuchar cómo cultivar el hambre por la Palabra de Dios.
Nancy: A la mayoría de ustedes les es familiar el …
Débora: Cuando comemos alimentos, tenemos menos hambre, pero leer la Biblia es todo lo contrario. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Puede que no sientas mucha hambre espiritual, pero si comes de todos modos, si te alimentas espiritualmente de la Palabra de Dios, descubrirás que tu hambre crece. Aumenta.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «En la quietud de Su Presencia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de mayo de 2024.
Durante esta serie titulada «Entra en la palabra y deja que la palabra entre en ti», Nancy nos ha estado compartiendo métodos útiles para estudiar y entender la Biblia. Pero esos métodos no servirán de nada si no la abres y la lees. Estamos a punto de escuchar cómo cultivar el hambre por la Palabra de Dios.
Nancy: A la mayoría de ustedes les es familiar el nombre de George Müller. Él era un hombre de gran fe; era un hombre de oración. Él fue usado por Dios de manera significativa para establecer muchos orfanatos por toda Inglaterra en los años 1800, pero George Müller fue también un hombre que amaba la Palabra de Dios.
En uno de sus diarios escribió:
«Creo que la razón principal por la que me he mantenido en un servicio feliz y útil es que he sido un amante de las Sagradas Escrituras. Tengo por costumbre leer la Biblia cuatro veces al año con espíritu de oración, aplicarla a mi corazón y poner en práctica lo que encuentro en ella. Durante sesenta y nueve años he sido un hombre feliz, feliz, feliz, feliz».
Me encanta, y cuando haya llegado al lugar donde he caminado con el Señor durante sesenta y nueve años, quiero mirar atrás y decir: «Durante estos sesenta y nueve años, he sido una mujer feliz, feliz, feliz, guardada para Dios en servicio útil».
¿No es eso lo que tú quieres? Quieres ser útil para Dios. Quieres servirle; quieres ser fiel. Quieres llegar hasta la meta, y quieres encontrar una luz en tu relación con el Señor.
George Müller dijo: «La causa principal a la que le atribuyo mi felicidad de toda la vida es que he sido un amante de la Palabra de Dios». Me acuerdo del salmo que hemos visto varias veces a lo largo de esta serie, el Salmo 119, y te animo a que, si tienes tu Biblia, la abras ese pasaje.
Quiero que escojamos varios versículos que dicen lo que George Müller escribió en su diario, que hablan del deleite, de la alegría, de ser un amante de la Palabra de Dios. A lo largo del Salmo 119, el salmista habla de cómo la Palabra de Dios vale más para él que cualquier tipo de ganancia material o financiera, que es la Palabra la que lo hace verdaderamente rico, y realmente es la Palabra de Dios la que nos hace verdaderamente ricas.
Dice, por ejemplo, en el versículo 14: «Me he gozado en el camino de Tus testimonios, más que en todas las riquezas».
Y luego en el versículo 72: «Mejor es para mí la ley de Tu boca que millares de monedas de oro y de plata».
Versículo 127: «Por tanto, amo Tus mandamientos más que el oro, sí, más que el oro fino».
Y versículo 162: «Me regocijo en Tu palabra, como quien halla un gran botín».
La Palabra de Dios es un tesoro. La razón por la que tomo tiempo una y otra vez en Aviva Nuestros Corazones para retarte a entrar en la Palabra y hacer que la Palabra entre en ti es porque sé que una vez que profundices en ella, vas a encontrar tesoros que valen más que todas las cosas que pasamos buscando el resto de nuestro tiempo.
Buscamos felicidad en cosas, lugares, personas, circunstancias y relaciones, pero hay gozo, felicidad, deleite y abundancia que solo se encuentran en la Palabra de Dios, más de lo que podemos encontrar en cualquier otro lugar, porque es la Palabra de Dios la que nos lleva a Dios.
Y es en Su presencia donde encontramos la plenitud de gozo. Si lees el Salmo 119, una de las cosas que me llama la atención es la frecuencia con la que el salmista dice: «Me deleito en Tu palabra».
Y eso no es solo algo para tachar de mi lista de cosas por hacer: «Hoy leí mi Biblia, hoy tuve mi tiempo devocional». Como he dicho antes, puedes tener tiempo devocional, pero no tener devoción. Hay una gran diferencia, ¿no? Le doy mucha importancia a tener devocionales, pero lo que quiero es tener devoción a través de la Palabra, llegar al lugar donde realmente me reúno con Dios, me encuentro con Él, y mi vida es transformada en Su presencia.
El salmista dice: «No hay nada más deleitoso para mí».
Mira el versículo 24: «Tus testimonios son mi deleite».
Versículo 35: «Hazme andar por la senda de Tus mandamientos, porque en ella me deleito».
Versículo 47: «Me deleitaré en Tus mandamientos, los cuales amo».
Versículo 103: «¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras!, sí, más que la miel a mi boca!».
Versículo 111: Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de mi corazón».
Lo verás una y otra vez a lo largo de este salmo. Encierra en un círculo la palabra. Y hablando de palabras repetidas y enfatizadas: «deleite; amo tu ley; es una bendición; es un gozo para mí». Ahora, tú puedes estar pensando: yo no tengo esa clase de hambre por la Palabra de Dios. No es un deleite para mí.Es un trabajo pesado para mí. Y te diré que yo misma he pasado por eso muchas veces.
¿Cómo se cultiva el hambre y el deleite por la Palabra de Dios? Solo puedo decirte que cuanto más te adentres en ella, cuanto más la leas, la estudies y medites en ella, cuanto más la practiques y veas cómo cambia tu vida y entonces salgas a compartirla con otros, a reproducirla en las vidas de otros, más te deleitarás en la ley del Señor.
Es algo opuesto a la forma en que funciona con la comida física y los apetitos. Si tienes hambre físicamente, te sientes famélico o hambriento, dices: «Tengo que comer». Yo estaba así anoche: «¡Denme comida!». Pero una vez que comí, ya no tenía hambre. No quería comer más.
Con la Palabra de Dios, encuentro que a menudo funciona de la manera opuesta. Puede que no sientas mucha hambre espiritual, pero si comes de todos modos, si participas de la Palabra de Dios y haces las cosas de las que hemos estado hablando de entrar en la Palabra y hacer que la Palabra entre en ti, encontrarás que tu hambre crece, que aumenta.
He estado caminando con el Señor por años, leyendo Su Palabra, día tras día, año tras año, y encuentro que mi deleite en la ley del Señor crece. Aumenta mientras más estoy en la Palabra.
Uno de los problemas es que alimentamos nuestra carne con cosas de este mundo, con entretenimiento. Y déjame decirte que si estás llenando tu tiempo con libros, revistas, recreación, pasatiempos, televisión, películas y entretenimiento, cosas que son entretenidas para tu carne, aunque no sean malas en sí mismas, pero si estás llenando tu tiempo con esas cosas, lo más probable es que no vayas a tener mucha hambre por la Palabra de Dios.
Es por eso que he tratado cada vez más, a medida que voy envejeciendo, de vivir una vida más tranquila, una vida más simple, deshacerme de algunas de las cosas que me distraen y roban mi corazón, mi atención y mi enfoque, para poder anhelar la Palabra del Señor. Así que alimenta tu hambre de Dios, y verás que tu hambre de otras cosas disminuirá.
Y quiero compartir contigo una carta que recibí hace algún tiempo que ilustra el poder transformador de la Palabra de Dios y cómo realmente puede traer alegría y deleite a nuestros corazones. Se trata de una mujer que acababa de leer un libro que escribí sobre el tema de la vida devocional llamado: En la quietud de Su presencia, y ella me escribía para contarme cómo Dios había usado ese libro en su vida.
Está casada con un hombre que se dedica al ministerio. Ella en ese momento tenía un niño pequeño; era muy activa en el ministerio de su iglesia local, así que ten en cuenta ese trasfondo. Ella nos dijo:
«Durante el último año, he estado manteniendo los signos externos de un caminar con Dios, pero mi corazón y mi enfoque han estado lejos de Él. [¿Has pasado por eso alguna vez? Yo sí].
Sé que Él ha estado tratando de llamarme, pero he estado completamente reacia a rendirme y obedecer. En un momento, hace unos meses, me paseaba por mi cocina llorando, con el corazón lleno de convicción, sabiendo que necesitaba arrepentirme y volver al Señor.
Lloré y le grité que quería regresar, pero mi orgullo no me lo permitía. No estaba dispuesta. Mi caminar con Dios era inexistente. Oh, iba a la iglesia todos los domingos y al estudio bíblico los miércoles. Me ponía de pie y cantaba sobre la bondad de Dios a la congregación. [ella era parte del equipo de alabanza, tenía a todos engañados, a todos menos al Señor]».
Me pregunto cuántas de nosotras iremos a la iglesia este domingo, y se podría decir de nosotras lo que se dijo de esta mujer. Nadie más lo sabe. Me pregunto cuántas personas de pie en nuestras iglesias y cantando este próximo domingo, será cierto que parecen espirituales. Pero sus vidas espirituales está en automático. Todas las señales externas están ahí, pero están vacías, huecas, superficiales, rebeldes; no existe un verdadero caminar con Dios. Ella continuó diciendo:
«Yo solía ser bastante consistente con pasar tiempo con Dios cada mañana, pero desde que nació mi hija, me he sentido abrumada. Me dejaba llevar por sus necesidades o por las tareas domésticas o por otras cosas sin importancia que quería hacer. Muy pronto, mi tiempo devocional con el Señor fue dejado de lado, y comencé a secarme, lenta pero seguramente.
Llegué al punto de no poder leer la Biblia en absoluto. Ni siquiera me atrevía a abrir la tapa. Pensé que podía hacerlo por mi cuenta [es decir, vivir la vida por mi cuenta] y que ya no necesitaba a Dios. Casi me alejé».
Fíjate en lo gradual que fue. Ella no tenía la intención de simplemente alejarse del Señor, pero dejó ir aquello que podía vivificar su vida espiritual, los medios que tenía de obtener la gracia de Dios para vivir la vida cristiana que le habría sido dada a través de la Palabra de Dios. Lo perdió. Lo descuidó y un día se despertó y se dio cuenta de que era un desastre, y eso es lo que describe a continuación.
«He sufrido mucho. Soy un desastre emocional. Siempre he luchado contra la ansiedad. Ahora se ha vuelto abrumadora. Estoy físicamente enferma, incapaz de afrontar o manejar incluso las pequeñas cosas de la vida sin romper a llorar.
Llevo meses sufriendo dolores casi a diario. He estado sin alegría, impaciente, enfadada, acribillada por el miedo, la duda y la ansiedad. Empecé a dudar de mi cordura, porque a menudo sentía que estaba al borde del abismo. [Creo que hay muchas más mujeres cristianas exactamente en esa situación de las que querrían admitirlo. Esta mujer fue lo suficientemente honesta como para admitirlo].
Dios me dio la hija por la que oré y oré, y ahora yo la despreciaba. Me molestaba su intrusión en mi vida. Quería recuperar mi antigua vida. Tuve la osadía de culpar a Dios diciéndole que Él sabía que yo no podía ser madre, y que, sin embargo, me hizo madre. Realmente me había convertido en un desastre retorcido.
Mi matrimonio también sufrió. Me cerré a mis amigos y a mi marido. Hablábamos de cosas, pero no de cosas profundas y significativas. Estaba aquí físicamente, pero no emocionalmente.
Empezaron a aparecer sentimientos de amargura y rabia. Comencé a comprar mucho y a gastar nuestro dinero tontamente en ropa y zapatos que no necesitaba.
Finalmente, [ella dijo]: encontré y oré el Salmo 51:12 [Y esta puede ser una oración que necesites orar tú hoy]: «Restaura en mí la alegría de Tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte». Anhelaba tanto el gozo y el celo por la Palabra que una vez tuve. Anhelaba esa hambre y sed de la Palabra.
Supongo que mi esposo sabía lo que estaba pasando [estoy segura de que sí] porque un día llegó a la puerta un paquete del ministerio con tu libro y mensajes sobre este tema. Yo sabía que no lo había pedido, así que llamé a mi esposo. Me dijo que había escuchado tu programa de radio y sintió que el Señor le había impulsado a pedirlo para mí.
Mi vida y mi matrimonio han cambiado drásticamente desde entonces. Me levanto temprano cada mañana para pasar tiempo en la Palabra y en oración. He confesado pecados y le he pedido al Señor sanidad espiritual, y Él me la ha proporcionado.
Siento que por primera vez entiendo por qué el tiempo devocional diario es tan vitalmente importante. Entiendo por qué necesito la Palabra en mí todos los días, especialmente a primera hora de la mañana y a última hora de la noche. Siento que la alegría y la paz vuelven a mi vida. Siento que ahora puedo pasar el día con la ayuda de Dios.
Ahora tengo hambre y sed de la Palabra. He estado leyendo la Palabra a la hora de la siesta, por la noche y por la mañana. No me basta, quiero más, no tengo suficiente. No puedo explicar con palabras cómo mi corazón quiere cantar de alegría y alabar al Señor por Su bondad y Su misericordia.
Durante los últimos meses, cantaba en la iglesia en el equipo de alabanza, pero todo lo que hacía era cantar, de mala gana la mayoría de los días. Ahora quiero cantarle a Él todo el día. Él me ha devuelto mi primer amor.
El Señor me ha encontrado donde estoy, cara a cara, y me ha sacado suave y amorosamente del pozo cenagoso en el que me había metido y ha puesto mis pies sobre la roca sólida, y mi corazón dice: “Gracias, Señor. Amén”».
¡Que así sea!, no solo en la vida de esta mujer, sino en mi vida, y en las vidas de las mujeres que están escuchando este programa hoy, para que Dios sea glorificado cuando nuestras vidas comiencen a reflejar la belleza del Señor Jesús que hemos visto en Su Palabra.
Mi oración es que así como hemos hablado sobre el deleite de la Palabra de Dios y el gozo y la transformación que puede traer a nuestras vidas, que Dios te esté dando una nueva hambre y una nueva sed de llegar a conocerlo a través de Su Palabra.
Quiero recordarte que puedes tomar un tiempo, por los próximos 30 días, para desarrollar el hábito de leer la Palabra. No es demasiado tarde para empezar. Si aún no tienes este hábito, di: «Cada día, por la gracia de Dios, durante los próximos treinta días, tomaré un tiempo cada día y lo pasaré a solas con el Señor en la Palabra y en oración». Y pienso que si haces eso durante los próximos treinta días, encontrarás que no vas a querer detenerte allí, sino que vas a querer hacer de esto un hábito de por vida para conocer a Dios a través de Su Palabra.
Débora: Esa es Nancy DeMoss Wolgemuth invitándote a saborear la riqueza de la Palabra de Dios. Ella regresará en un momento.
Después de escuchar esta enseñanza, me siento inspirada a entrar en la Biblia. ¿Y tú? Escuchar un mensaje como este es realmente útil, pero también necesitamos consistencia.
Así que, aquí hay un par de sugerencias: si aún no lo has hecho, quiero invitarte a que busques los recursos «Mujer Verdadera 365 Canónico» y, el más reciente reto, «Mujer Verdadera 365 Cronológico». Puedes encontrarlos en nuestra página web AvivaNuestrosCorazones.com. Creemos que estos son recursos que te pueden ayudar a cultivar esa hambre por la Palabra de Dios.
Algunos miembros que estaban en la audiencia cuando Nancy grabó esta serie han tenido su propio viaje con la Palabra de Dios. Al escuchar esta serie, reflexionaron sobre cómo se conectaron con la Biblia. Escuchemos algunos de los testimonios.
Elizabeth: Tengo que dar las gracias a la chica que me llevó al Señor. En aquel entonces se llamaba Lisa Pertusi. Ahora es Lisa Tatch, pero ella me guio al Señor. Ella era mi maestra, y la manera en que me ayudó a meterme en la Palabra fue leyendo el libro de Juan. Ella me dijo: «Lee un capítulo, y quiero que escribas un versículo. Luego quiero que escribas ese versículo con tus propias palabras».
Nos reuníamos una vez a la semana y ella decía: «Bien, muéstrame tu diario. ¿Qué escribiste?» Ella hacía una pequeña marca. Así que tengo que agradecerle por enseñarme la disciplina de estar en la Palabra. Eso fue en 1988, y considero que es realmente un regalo de Dios que tenga hambre de Su Palabra.
Durante la mayor parte de mi vida, ha sido un gozo leer Su Palabra, pero últimamente he luchado por tener mi tiempo devocional. Leer la Palabra es prácticamente una disciplina.
Nos ocupamos en nuestros deberes diarios con cualquier cosa que el Señor ha puesto en nuestras vidas, pero es también nuestra responsabilidad tomar un tiempo para ser sensibles al Espíritu Santo a lo largo del día para escucharlo y no solo leer la Palabra y seguir tu día sin Él.
Nancy: Y eso que has dicho nos enseña que no solo es importante para nosotras entrar en la Palabra, sino que Dios quiere usarnos para retar a otros a entrar en la Palabra. Algunas de ustedes tienen una vida devocional significativa, consistente y diaria. ¿Hay alguien a tu alrededor, alguien en tu iglesia, alguien en tu grupo pequeño, o en tu familia, tus hijos, a quien puedas retar a desarrollar ese hábito?
Hoy tengo un hábito de vida devocional gracias a mis padres, el ejemplo, mis padres que comenzaban cada día buscando al Señor en la Palabra y en oración y nos desafiaron a hacer lo mismo.
Así que conviértete en una reproductora espiritual. No te quedes con el gozo, el beneficio y la bendición para ti sola. Puede que necesites ser en la vida de otra persona lo que la amiga de Elizabeth fue para ella, y ayudarle a empezar.
Dale una tarea. No asumas que la gente sabe cómo entrar en la Palabra. Recuerda cómo fue cuando empezaste a leer las Escrituras y cómo necesitaste que alguien viniera a tu lado y te ayudara «¿Cómo lo hago?». La Biblia es un libro grande, y si solo se lo das a alguien y le dices: «Toma, lee esto y saca algo de él», eso puede ser abrumador y desalentador.
No saben cómo sacar algo de ella. No saben cómo comer, cómo alimentarse. Por eso empiezas alimentándolos hasta que aprendan a alimentarse por sí mismos. Así que, ¿está Dios trayendo a una persona en particular a tu mente que podrías llamar y decirle: «Me gustaría animarte en algo que ha sido muy significativo y útil en mi vida cristiana. Me gustaría ayudarte a empezar con este hábito»? ¿Quizás una joven creyente, uno de tus hijos, alguien que sepas que es nueva en la fe? Introdúcela en lo que será un fundamento maravilloso para toda su vida cristiana.
Mujer 1: No hubo nadie que realmente me enseñara a tener un tiempo devocional diario, pero desde joven tuve el deseo de leer la Palabra y entenderla. Con mi hija fue igual, pero nunca le dije: «Okay, necesitas hacer esto todos los días». Así que realmente nunca pensé en la necesidad de formar ese hábito en mi hijo.
Simplemente pensé: El deseo le llegará como nos llegó a nosotras. Siendo una madre que educa en casa, siempre hemos tenido un tiempo devocional donde yo les enseño a mis hijos sobre la Palabra, pero nunca pensé: tengo que establecer eso en su vida para que sea parte de su rutina diaria.
Más bien pensé: No, el Espíritu Santo se lo hará saber, y él comenzará a hacerlo eventualmente, tal como Raquel y yo lo hicimos. Pero, hace poco, el Señor realmente me convenció de que he establecido otras rutinas diarias en su vida como el cepillarse los dientes, le guste o no. También espero que coma para que se alimente, y por eso necesitaba ayudarlo estableciendo esas cosas en su vida.
Hace un tiempo, le dije a mi hijo: «Okay, esto es lo que harás en cuanto termines tu desayuno: tendrás un tiempo devocional como lo hacemos tu hermana y yo. Tendrás tu propio tiempo devocional». Y ha sido tan impresionante ver cómo Dios ha usado eso en su vida.
Temía que se convirtiera en algo legalista porque yo se lo imponía, o que no tuviera la misma hambre y deseo que su hermana Raquel y yo habíamos desarrollado, ya que lo hacíamos porque realmente queríamos.
Yo pensé: Bueno, es probable que vea el tiempo devocional como una especie de ritual; ¡pero la Palabra de Dios está viva! La Palabra realmente desarrolló esa hambre dentro de él. Hace un tiempo me fui de viaje, y cuando llegué a casa él me dijo: «Mamá, solo quiero que sepas que, aunque no estabas aquí, tuve mi tiempo devocional. ¡Lo estoy disfrutando tanto!».
También me dijo: «Sabes mamá, esto ha sido muy bueno». Él viene y me hace preguntas sobre lo que está leyendo. ¡Dios realmente ha usado ese tiempo devocional en su vida! Yo creo que el Señor es tan fiel, y estoy tan agradecida de que me convenció de hacer eso con mi hijo, porque si no lo hacía, él estaría perdido en este momento. Así que gracias a Dios que puso en mí el deseo de alentarlo a establecer en su vida ese hábito de tener un tiempo devocional cada día.
A veces tenemos que fomentar ese tiempo como un hábito, pero, porque el Espíritu Santo es poderoso y la Palabra de Dios es poderosa y viva, el Señor hará la obra para que ese hábito se mantenga.
Mujer 2: Me sorprendió el poder transformador de la Palabra de Dios hace unos seis años, cuando mi mentora me retó a hacer un estudio bíblico de Precepto. Me encantó descubrir los tesoros de la Palabra de Dios, pero lo que me asombró fue que un par de años más tarde vi el fruto de eso manifestarse en mi vida de muchas maneras, llevándome a través de situaciones difíciles y dándome sabiduría que no sabía que estaba allí cuando trataba con otras personas.
Y mientras hablabas ayer, Nancy, me acordé de lo fácil que es dejar que la Palabra de Dios no se convierta en el centro de nuestras vidas. Dios me estaba convenciendo de que en nuestra escuela en casa, necesito hacer que la Palabra de Dios sea el centro, y en mi familia necesito estar animando a mis hijos a dejar que la Palabra sea el centro en mi propia vida. Necesito crecer más profundamente en eso. Es tan fácil alejarse. Así que ahí es donde está el verdadero poder: conocer a Dios y estar en Su Palabra.
Débora: Sería trágico tener un refrigerador lleno de comida y nunca abrirlo. Todas nos alejamos de la Palabra de Dios como una persona hambrienta que se olvida de abrir el refrigerador. Hemos estado escuchando testimonios de hermanas que nos comparten sus propias luchas para desarrollar un hábito consistente de lectura de la Biblia.
Has estado escuchando una serie útil y práctica de Nancy DeMoss Wolgemuth titulada «Entra en la palabra y deja que la palabra entre en ti». Si te has perdido los episodios anteriores, puedes escuchar la serie completa en nuestra página web AvivaNuestrosCorazones.com, o en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones. Recuerda que puedes encontrar allí el reto «Mujer Verdadera 365 Canónico», y nuestro más reciente reto «Mujer Verdadera 365 Cronológico».
Nancy concluirá esta serie mañana cuando escuchemos acerca de un episodio en su vida cuando la comida rápida y tener un tiempo devocional rápido le causaron muchos problemas.
Nancy: Tenía una agenda especialmente agotadora. Estaba fuera de mi rutina, y durante un período de unos dieciocho meses estuve trabajando intensamente, viajando y preparando una gran producción.
Estaba sirviendo al Señor, haciendo muchas cosas para Él, pero me desperté una mañana y me di cuenta de que me había alejado mucho de esa relación íntima con Dios que siempre había deseado y que había experimentado en otros momentos en mi vida. Al examinar lo que había sucedido, me di cuenta de que durante ese período de tiempo, había comenzado a tomar atajos en mi tiempo con el Señor.
Crecí con un fuerte énfasis en nuestro hogar en cuanto a la disciplina de una vida devocional diaria. No fue algo que se nos impuso a la fuerza, pero fue un ejemplo tan poderoso, hubo tanto énfasis en ello que yo siempre supe que era importante.
Así que, durante ese período de tiempo en mi vida no dejaba totalmente de tener mi tiempo devocional, pero eso era más o menos lo que estaba haciendo. Me encontraba en lo que he descrito como restaurantes de comida rápida, que es más o menos como vivía en mis veintes. Pero cuando llegué a los treinta, me di cuenta de que físicamente no me sentía bien. Necesitaba cambiar mi dieta y comer de forma diferente, así que empecé a hacerlo.
Bueno, espiritualmente, descubrí al final de este largo y ajetreado período que había estado viviendo de comida rápida espiritual. Estaba haciendo algunas actividades para conectarme con el Señor, pero no estaba en comunión con Él.
Débora: Espero que te unas a nosotras mañana, en Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a descubrir y abrazar las verdades de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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