¿Cuánto valoras la Biblia?
Débora: ¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta tu Biblia? No me refiero a la cantidad que pagaste cuando la compraste. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy Demoss Wolgemuth: Tenemos una deuda enorme con hombres que pagaron un gran precio para traducir la Biblia a los idiomas comunes de la gente.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 25 de enero de 2023.
En los dos episodios anteriores de esta serie, Nancy nos ha retado a leer la Biblia todos los días del año. En el pasado, muchas oyentes aceptaron el reto y están cosechando los beneficios de pasar tiempo en la Biblia.
No es demasiado tarde para empezar. Tenemos una serie de recursos de ayuda en avivanuestroscorazones.com. La Biblia que te estamos animando a leer todos los días, no nos llegó barata. Nancy está aquí para …
Débora: ¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta tu Biblia? No me refiero a la cantidad que pagaste cuando la compraste. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy Demoss Wolgemuth: Tenemos una deuda enorme con hombres que pagaron un gran precio para traducir la Biblia a los idiomas comunes de la gente.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 25 de enero de 2023.
En los dos episodios anteriores de esta serie, Nancy nos ha retado a leer la Biblia todos los días del año. En el pasado, muchas oyentes aceptaron el reto y están cosechando los beneficios de pasar tiempo en la Biblia.
No es demasiado tarde para empezar. Tenemos una serie de recursos de ayuda en avivanuestroscorazones.com. La Biblia que te estamos animando a leer todos los días, no nos llegó barata. Nancy está aquí para explicarnos.
Nancy: Durante esta semana hemos estado hablando acerca de La maravilla de la Palabra. Hemos sido animadas a cultivar un nuevo corazón, reverente, con aprecio y amor por la Palabra de Dios. También te animo, si aún no tienes el hábito, a comenzar a pasar tiempo todos los días leyendo la Palabra de Dios. Es la única forma de llegar a conocer a Dios. No puedes conocerlo sin pasar tiempo en Su Palabra.
Hemos hecho un reto de treinta días. En caso de que te lo hayas perdido, este es el reto: Te animamos a que te comprometas a que cada día, durante los próximos treinta días, pases un tiempo a solas con el Señor en Su Palabra y en oración. Se trata de conocerlo, de cultivar una relación con Él.
No te pongas una camisa de fuerza diciendo: «Voy a hacer esto durante dos horas cada mañana. Pondré mi despertador a las 3:00 de la mañana. Me levantaré y tendré mi tiempo de quietud por dos horas». Si no tienes el hábito en cuanto al tiempo de quietud, esa no es la manera de empezar.
Empieza por fijar un tiempo. Y si no lo pones en tu calendario, si no lo programas en tu día, te puedo decir que no sucederá. Debes ser intencional. Si dejo que mi día se escape y no he separado el tiempo para estar en la Palabra, es asombroso cómo muchas cosas vienen y desplazan la Palabra de Dios en mi vida. Miraré hacia atrás en la noche, y no habré tenido mi tiempo a solas con el Señor.
Pero déjame animarte, cada día durante los próximos treinta días, a pasar un tiempo en la Palabra. Encontrarás, creo realmente, como muchos han testificado, que una vez que adquieras ese hábito, no querrás parar.
Mientras continuamos viendo Lamaravilla de la Palabra, quiero que nos enfoquemos hoy en el hecho de que tenemos una Biblia que es preciosa, que no tiene precio, que tiene un valor infinito. Y por lo tanto, es algo que debemos atesorar y apreciar.
No sé si te das cuenta del increíble privilegio que es para nosotras el poder tener nuestras propias copias de la Biblia. ¿Alguna vez has pensado en eso? Quiero decir, tengo docenas de copias de la Biblia, de todos los colores, de todos los tamaños…la que tengo aquí está desgastada por el uso. Tengo algunas que son nuevas y con diferentes traducciones. Tengo biblias en todas partes.
Pero ese es un privilegio que mucha gente nunca ha tenido. La mayoría de las personas en el mundo de hoy no tienen ese privilegio, y la mayoría de la gente en la historia del mundo no ha tenido el privilegio de tener su propia Biblia. De hecho, al estudiar la historia de cómo llegamos a tener la Biblia en nuestro idioma hoy, te das cuenta que ha habido personas que han tenido que hacer enormes sacrificios para preservar la Palabra de Dios y para poder poseerla.
Tenemos una deuda enorme con hombres que pagaron un gran precio para traducir la Biblia en los idiomas comunes de la gente. Cuando miras atrás, te das cuenta de que algunas de esas personas fueron torturadas por sus esfuerzos; y algunos fueron martirizados. Aquellos que fueron martirizados lo fueron generalmente durante la Edad Media, quemados vivos públicamente en la hoguera como herejes.
Esto sucedió, la iglesia hizo esto, la iglesia institucional, organizada, no la verdadera iglesia. La iglesia institucional y organizada los consideraba herejes porque tradujeron la Biblia a los idiomas vernáculos, que la gente podía leer. Esto fue lo que le pasó a William Tyndale en 1536. Él fue quemado vivo en la hoguera por traducir la Biblia al inglés.
Esos hombres pagaron el precio. Las traducciones fueron realizadas pero ellos fueron quemados, y sin embargo, las copias de la Biblia fueron implantadas en las vidas, los corazones y las mentes de las personas. Fue una revolución.
Como bien sabes, eso preparó el camino para la Reforma, que es una de las razones por las que tenemos el privilegio de tener la Biblia en la actualidad. Pero una vez que esas copias de la Biblia comenzaron a circular en los idiomas comunes de la gente, se volvió ilegal y un delito poseerlas.
Puedes leer muchas historias diferentes. Pienso en una historia de un hombre en Europa que fue quemado vivo por poseer solo un pedazo de una página de una de esas biblias. Sus hijos fueron obligados a encender el fuego después de ser atado a la hoguera porque tenía una parte de una página…un fragmento de una página de una de esas biblias. Y eso ha continuado hasta los tiempos modernos.
Pienso en el judío Soviético, Anatoli Shcharansky, quien fue detenido y finalmente encarcelado en Rusia en 1974. Pasó años en campos de concentración rusos, y durante esos años, fue despojado de todas sus pertenencias personales. La única posesión que logró mantener fue una copia en miniatura de los salmos.
En un momento de su encarcelamiento, se negó a entregar ese libro a las autoridades, y le costó más de cuatro meses de aislamiento porque no quería entregar esa pequeña copia de los salmos. Finalmente, doce años después de haberse separado de su esposa, le ofrecieron la libertad.
Puede que recuerdes ese febrero de 1986 cuando el mundo entero estaba observando que a Shcharansky se le permitió alejarse de esos guardias rusos y caminar hacia los que iban a llevarlo a Jerusalén para reunirse con su esposa. Pero justo en los momentos finales antes de ser puesto en libertad, los guardias intentaron una vez más confiscar su libro de los salmos. ¿Te acuerdas de lo que él hizo? Se tiró boca abajo en la nieve, aferrándose al libro de los salmos, negándose a renunciar a él. Shcharansky no quería la libertad sin él.¹
Una de mis historias favoritas sobre aquellos que han atesorado la Palabra de Dios es una historia que tuvo lugar hace muchos años. Se relata en un libro llamado Mary Jones y su Biblia. Escucha la historia de una niña que atesoraba la Palabra de Dios.
«¡Debo tener una Biblia propia! Tengo que tener una, ¡aunque tenga que ahorrar para comprarla en diez años!»
Era el año 1794. Desde que tenía memoria, la pequeña Mary Jones había anhelado tener una Biblia en sus manos para poder leerla por sí misma. Durante años, se sentaba en la noche en el regazo de su padre y lo escuchaba contar historias de Abraham, José, David y Daniel. Pero su familia era demasiado pobre para comprar una Biblia –aunque estuviera disponible– porque en esos días las biblias no se encontraban tan fácilmente.
Dos años antes, la señora Evans, la esposa de un granjero que vivía cerca, conociendo el anhelo de Mary por leer la Biblia, había prometido a la niña que cuando aprendiera a leer, podría venir a su casa y leer su Biblia. Tan pronto como la primera escuela abrió sus puertas en un pueblo vecino, Mary se dispuso a aprender a leer con mucho entusiasmo.
Ahora la niña de diez años de edad caminaba caminaba dos millas, desde la aldea del norte de Gales, Llanfihangel, a la granja de los Evans. La distancia no fue un obstáculo para la niña que estaba ansiosa de leer la Biblia: «¡Yo caminaría más lejos que eso por tanto placer, señora!» Le dijo a la señora Evans.
Cuando finalmente Mary se quedó sola en la habitación con la Biblia, ella con reverencia levantó la servilleta blanca que cubría y protegía al libro preciado. Luego, con manos temblorosas, abrió el libro en el quinto capítulo de Juan, donde sus ojos se iluminaron con estas palabras, «Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. Y son ellas las que dan testimonio de Mí» (Juan 5:39). Segura de que Dios le había hablado a ella directamente, ella se comprometió a buscar con seriedad Su Palabra con todo su corazón.
Todos los sábados a partir de ese momento ella viajaba a la granja de los Evans, donde leía, estudiaba, y memorizaba capítulos enteros de esa Biblia. Todo el tiempo, sin embargo, su corazón anhelaba intensamente poseer una Biblia propia. Ella se propuso tener una Biblia, a cualquier precio.
Durante los siguientes seis años, además de sus estudios en la escuela y muchas tareas caseras que tenía que hacer, Mary usó cada momento disponible para hacer pequeños trabajos para los amigos y vecinos. Cada centavo que ganaba era cuidadosamente ahorrado, hasta que por fin, ella había ahorrado lo suficiente para comprar una Biblia propia.
Cuando supo que el lugar más cercano donde podía comprar una Biblia era el pueblo de Bala, a unas veinticinco millas de distancia, no hubo duda en su mente con respecto a lo que debía hacer. Con esperanza en su corazón, ella comenzó una mañana temprano, caminando descalza, para no arruinar su único par de zapatos. Antes de llegar a su destino, sus pies estaban ampollados y cortados a causa de las piedras en el camino.
Físicamente cansada, apenas podía contener la emoción de que el deseo de toda su vida estaba a punto de realizarse, Mary finalmente llegó a Bala, donde contó su historia al ministro, el señor Charles. Cuando terminó, el Sr. Charles a regañadientes le informó que la última Biblia disponible para la compra ya había sido vendida y que las poquitas restantes ya estaban comprometidas a otros. Por otra parte, la sociedad que había impreso una pequeña cantidad de biblias no tenía intención de imprimir más.
Tan grande fue la decepción de Mary, que comenzó a llorar incontrolablemente. Tocado por la intensidad de su pasión de tener una Biblia propia, el Sr. Charles decidió que ella debía tener una de las pocas biblias que estaban en su poder. No hay palabras para describir el éxtasis que Mary sintió cuando el Sr. Charles colocó en sus manos ese tesoro precioso por el cual ella había orado, llorado, y atesorado todos estos años. Su corazón cantaba mientras caminaba las veinticinco millas de regreso a casa, cargando su propia Biblia, el libro que permanecería como su amigo y compañero más querido por el resto de su vida».²
¿Te das cuenta del valor que tiene la Palabra de Dios? «Mejor es para mí la ley de Tu boca, (dice el salmista) que millares de monedas de oro y de plata» (Sal.119:72). «¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras! Sí, más que la miel a mi boca» (Sal.119: 103). «Me regocijo en Tu palabra, como quien halla un gran botín» (Sal.119: 162). ¡Qué tesoro es!
Así que la próxima vez que tomes tu Biblia, una de las muchas que tienes tal vez, recuerda el precio que muchos han pagado para que pudieras tener esa Biblia. No lo tomes a la ligera. Dale gracias a Dios por el privilegio de ser dueña de tu propia copia; y cuando la leas, atesórala, porque no hay mayor tesoro en la vida.
Débora: Estás escuchando a Nancy DeMoss Wolgemuth en una serie llamada, La maravilla de la Palabra. Ella estará de vuelta.
En Aviva Nuestros Corazones, enfatizamos la importancia de la lectura de la Biblia. Como parte de este enfoque, te retamos a leer la Biblia todos los días durante este año. Muchas mujeres ya han tomado el reto y están atesorando su tiempo en la Palabra de Dios. No es demasiado tarde para empezar. Puedes encontrar más información en nuestra página web y seguir el reto de Mujer Verdadera 365.
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Ahora Nancy está de regreso con la segunda mitad del episodio de hoy.
Nancy: Hace varios años tuve el privilegio de escuchar un testimonio que ilustra de una manera poderosa cuán preciosa y valiosa es la Palabra de Dios. Margaret Nikol creció en Bulgaria bajo uno de los regímenes comunistas más represivos de la historia.
Como escucharás en su testimonio en unos momentos, su padre era pastor, al igual que su hermano. Ella creció en Bulgaria en una época en que las biblias no eran accesibles a los creyentes. Mientras crecía allí, Margaret estudió para ser violinista profesional. Cuando tenía unos 30 años, fue exiliada a los Estados Unidos. Desde que Margaret llegó a los Estados Unidos, continuó dando conciertos de violín, pero lo más importante es que compartió su historia de cómo llegó a tener su primera copia de la Palabra de Dios. Sé que te vas a conmover al igual que yo, al escuchar ahora este testimonio de Margaret Nikol.
Margaret Nikol: Cuando llegué aquí a los Estados Unidos, tenía dos posesiones preciadas: mi violín, y tan solo una página de la Biblia –solo una página. Probablemente me preguntarías por qué no me compré una Biblia. En nuestro país, no las teníamos.
Los comunistas tomaron el poder y confiscaron la Palabra de Dios de las iglesias y los himnarios. Fueron a las casas y confiscaron las biblias disponibles en nuestro país. ¿Cómo conseguí mi página? Una señora de nuestra iglesia, estaba leyendo su Biblia una noche, y escuchó cuando la policía llegó a la puerta y le dijo a su esposo que querían confiscar su Biblia. Y ella pensó: «No, nunca mi Biblia», y se sentó en ella.
Y buscaron durante horas en su casa, en todas partes, pero no bajo su falda; y allí estaba su Biblia. Entonces ella fue a la iglesia y comenzó a romper página por página, página por página, compartiéndolas con nosotros con lágrimas en los ojos. Me tocó una muy buena página, la de Génesis 16 y 17. La promesa de Dios que daría a Abraham y a Sara un hijo.
Y aquí me encontraba en este país extraño; cuando llegué era víspera de Navidad. El segundo domingo que asistí a la misma iglesia pequeña, a mi lado se sentó una pareja de ancianos. Resultó que eran inmigrantes alemanes después de la Primera Guerra Mundial. Así que pudimos comunicarnos en alemán, y les dije que solo llevaba diez días en Estados Unidos.
Me emocioné mucho cuando dijeron, «nos gustaría darte un regalo de Navidad. ¿Qué te gustaría?» Probablemente pensaron que diría: «Vamos a ir de compras hasta cansarnos». No lo hice. ¿Sabes por qué? Porque tenía doce años cuando llegué a tener mi página de la Biblia y durante veinticinco años había orado: «Señor, de verdad quiero tener Tu Palabra».
Y cuando me preguntaron, dije: «Si es posible, me gustaría tener una Biblia». Ellos dijeron: «Oh, querida, esto es Estados Unidos; las biblias están disponibles. Puedes tenerla». Así que a la mañana siguiente vinieron y me llevaron a la librería bíblica. Y podrías imaginarme –la mujer con una sola página toda su vida– entrar en esa librería bíblica, viendo en todos los estantes las diferentes biblias negras, azules, verdes, marrones y rojas.
Me quedé allí, en medio de esa librería y lloré y lloré. No podía creer que después de tantos años, Dios respondería mi oración. Obtuve mi primera Biblia, y la abracé contra mi pecho; lloré y lloré. Fue alegría que luego se convirtió en tristeza. Primero pensé en mi hermano. Él era un pastor en Bulgaria, de una iglesia de 1,500 miembros, y predicaba de un par de páginas copiadas por su propia mano, lo mismo que los demás. No había biblias.
Y yo dije: «Pero Señor, ¿qué pasa con ellos? ¿Qué pasa con ellos? Si todos ellos pudieran venir aquí, y pudieras enviar biblias». Por eso respeto todas las misiones que hicieron contrabando de biblias, pero no pudieron traerlas para todos nosotros. Hice un pacto con Dios ese día. Y dije: «Padre, yo no soy hombre, no soy un predicador, no soy maestra, no soy evangelista, soy un músico, y además una mujer. ¿Qué puedes hacer con mi vida? Pero es tuya».
Y doy gracias a Dios que Él nunca busca gente capaz. Busca a gente disponible y dispuesta. Le doy gracias por eso. Los primeros tres años y medio estaba indecisa. No sabía qué hacer. Era profesora de música y daba conciertos, y luego llegó una llamada; dejé todo y empecé a viajar para recaudar fondos para las biblias.
En 1993 regresé a Bulgaria con 10.000 biblias impresas. Los pastores de ese país tuvieron su primera conferencia con libertad. Cuando entré con las biblias, empecé a regalar a cada pastor su primera Biblia. El gozo, las lágrimas y el agradecimiento de sus corazones, y las oraciones que se elevaron por los cristianos en Estados Unidos que les enviaron las biblias.
Y en su nombre, me gustaría darles las gracias. Quisiera agradecerles como cristianos. Al mismo tiempo me gustaría retarte. Cada vez que no valores tu Biblia, oro para que el Espíritu Santo te recuerde esta página, porque no solo representa a Margaret Nikol. No, millones de tus hermanos y hermanas alrededor del mundo todavía están de rodillas orando para que Dios les envíe Su Palabra.
Para mí, los rincones más pecaminosos de todas las iglesias en que he estado y he visto es el «lugar de los objetos perdidos y encontrados». ¿Sabes por qué? Los objetos más perdidos que nunca se buscan son las biblias. Ese es el nivel de aprecio por la Biblia. Te reto a apreciar tu Biblia, a agradecerle a Dios que en nuestro país podamos ir a las librerías y en cualquier lugar, y en tal abundancia podamos conseguir la Palabra de Dios.
Nancy: Hemos estado escuchando a Margaret Nikol, y qué conmovedor recordatorio del precioso regalo que Dios nos ha dado en Su Palabra. En nuestros países, donde tenemos tan fácil acceso a la Palabra de Dios, es fácil perder de vista el privilegio que tenemos, en nuestros días, en nuestra época, de tener nuestras propias copias de las Escrituras.
La Palabra de Dios dice en el Salmo 19 que las palabras de Dios son, «Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal» (v. 10). Es por la lectura y el guardar la Palabra de Dios que recibimos una gran recompensa en nuestras vidas. Quiero que tengas las recompensas que vienen de conocer la Palabra de Dios, no solo de tener copias de ella, sino de conocerla, de leerla, de estudiarla, de memorizarla, y personalizarla, y poder aplicarla en tu propia vida.
Así que en este momento, si te encuentras en un lugar donde puedes hacerlo, busca una copia de la Biblia. Probablemente tengas una muy cerca de ti. Ponla en tus manos y mírala, luego levanta tus ojos y tu corazón al Señor y dile: «Señor, gracias por darme este Libro. Gracias por ponerlo a nuestra disposición en español y por aquellos que han pagado ese precio para que pudiéramos tenerlo en nuestro idioma».
Agradece al Señor que vivimos en lugares donde tenemos la libertad de comprar copias de la Biblia, de tenerlas, y que formen parte de nuestras vidas. Luego pide al Señor que este Libro se convierta en algo valioso para ti. Pídele que te ayude a no darlo por sentado, y que se convierta en una de tus posesiones más preciadas y atesoradas. Y no solo el libro en sí, porque la Biblia no es solo papel y tinta, y una cubierta de tapa dura o de piel; pídele al Señor que lo que está en ese libro se convierta en la Palabra viva en ti y que cambie tu vida a medida que la atesores desde este día en adelante.
Débora: Esta es Nancy DeMoss Wolgemuth, en la presentación de la historia de la doctora Margaret Nikol. Si te perdiste alguna parte de esta poderosa historia, puedes leer toda la transcripción de hoy en avivanuestroscorazones.com.
El episodio de hoy trata acerca de cómo atesorar la Biblia. Tal vez estás lista para dar el siguiente paso y entrar en el hábito de desenterrar los tesoros de la Biblia. Nancy está de regreso para sugerir una manera efectiva de lograr esto.
Nancy: A veces las personas me dicen: «Me gustaría poder sacar de la Biblia todo lo que sacas de ella»
Soy rápida en responder: «¡Puedes!» De hecho, todas pueden sacar de la Biblia las cosas que se escuchan en Aviva Nuestros Corazones. Cualquiera que esté dispuesta a invertir un poco de tiempo. Hay algunas herramientas que puedes aprender a utilizar para un estudio bíblico más eficiente.
Mi buena amiga, Kay Arthur, explica que puedes obtener una visión profunda de la Palabra de Dios. Ella ha escrito sobre esto en un libro práctico llamado, Señor, enséñame a estudiar la Biblia en 28 días. En estas páginas aprenderás a estudiar las escrituras. Aprenderás consejos prácticos para hacer tu estudio más gratificante. También aprenderás a marcar los textos para descubrir su significado.
Débora: Gracias, Nancy.
¿Qué tipo de cosas suelen llenar tu horario? Probablemente no son malas en sí mismas. El problema viene cuando lo bueno te aleja de lo mejor. Aprende a distinguir entre ambas cosas, mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a pasar de manera intencional las verdades de la Palabra de Dios a la próxima generación, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1 Discipulado Diario.Edición # 43, 1988. p. 24.
2 Mary Jones y su Biblia.Evangelio Standard Trust: Inglaterra, 1996.
Arraigado, Jonathan y Sarah Jerez ℗ 2020 Jonathan y Sarah Jerez.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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