Cuando te sientes débil y sin poder
Débora: ¿Sabes? Si te sientes débil y sin fuerza, entonces estás justo donde Dios te puede usar.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando hemos llegado al final de nuestros recursos, cuando no nos queda fuerza, ni habilidad, cuando ya no nos queda amor, cuando ya no queda nada para cubrir las demandas y necesidades que estamos enfrentando en ese momento, entonces nos damos cuenta de que Su poder, Su gracia es suficiente y es mostrada en nuestra debilidad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 2 de julio de 2024.
No importa qué tan talentosa o hábil piensas que eres, seguramente alguna situación en tu vida retará tu habilidad. Y cuando llegue ese momento, yo te pregunto, ¿te darás por vencida? Creo que es en esas situaciones en las que nos damos cuenta de cuánto dependemos o no dependemos de Dios. …
Débora: ¿Sabes? Si te sientes débil y sin fuerza, entonces estás justo donde Dios te puede usar.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando hemos llegado al final de nuestros recursos, cuando no nos queda fuerza, ni habilidad, cuando ya no nos queda amor, cuando ya no queda nada para cubrir las demandas y necesidades que estamos enfrentando en ese momento, entonces nos damos cuenta de que Su poder, Su gracia es suficiente y es mostrada en nuestra debilidad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 2 de julio de 2024.
No importa qué tan talentosa o hábil piensas que eres, seguramente alguna situación en tu vida retará tu habilidad. Y cuando llegue ese momento, yo te pregunto, ¿te darás por vencida? Creo que es en esas situaciones en las que nos damos cuenta de cuánto dependemos o no dependemos de Dios.
Aquí está Nancy para explicarnos más.
Nancy: He tenido el privilegio de estar en el servicio cristiano desde hace aproximadamente 25 años, y quiero decir que Si tú perteneces a Jesús, tú estás en el ministerio. Tal vez no recibes un sueldo por hacerlo, pero tú eres Su sierva.
Ser una esposa es ser una sierva del Señor. Ser una mamá, ser una abuela, es ser una sierva del Señor. Estar en tu lugar de trabajo es ser una sierva del Señor. Es por eso que la Escritura dice que debemos trabajar diligentemente como para el Señor.
Y entonces pienso en algunos de los retos que enfrento en el servicio específico al cual el Señor me ha llamado. Un ejemplo es que frecuentemente siento un enorme sentido de insuficiencia. Yo no soy capaz de hacer lo que Dios me ha llamado a hacer.
¿Te sientes de esa manera como mamá? Seguramente que sí. Hay tiempos en mi ministerio, como seguro también los hay en tu ministerio, cualquiera que este sea, de cansancio, cansancio físico, cansancio emocional, cansancio espiritual, cuando estás dando y te sientes empobrecida como si ya no tuvieras nada más para dar.
Se libra una batalla para todos nosotros en los diferentes tipos de ministerios, en cuanto a conocer cuáles deben ser nuestras prioridades y cómo mantenernos en las prioridades correctas, cómo mantener nuestra relación con Dios fresca, cómo mantener a tu familia en el lugar apropiado en cuanto a las prioridades, y la tendencia a tomar atajos en nuestra relación con el Señor. Yo enfrento esto todo el tiempo, esa tentación.
También tenemos la presión de tener un desempeño adecuado, la presión de tener éxito. Tú tienes la presión, por ejemplo, de que tal vez tus hijos sean comparados con los hijos de otras; qué tan grande era tu hijo cuando aprendió a leer; a qué tipo de colegio van a ir tus hijos, y qué clase de habilidades atléticas y hazañas tu hijo ha sido capaz de lograr. Hay un sutil espíritu de competencia, y comenzamos a sentirnos inseguras. Compitiendo, comparándonos con alguien más.
Si estás sirviendo al Señor, vas a experimentar dificultades. La tendencia cuando experimentamos esto es a perder el ánimo, a renunciar, escapar, o tirar la toalla. Y hay momentos en los que queremos hacer eso.
Hemos estado viendo en 2 Corintios, capítulo 4, donde el apóstol Pablo, quien tuvo que tratar con enormes dificultades a través de su vida cristiana, dice, «no desfallecemos» (v.1).
A medida que he estudiado este pasaje, me he preguntado a mí misma ¿cómo podemos cuidarnos de desfallecer?
¿Cómo perseveró él cuando estaba pasando por todas estas lapidaciones, palizas y robos y estaba siendo arrojado fuera de la ciudad y experimentando los retos físicos y espirituales que tuvo que enfrentar constantemente?
Porque pienso que si Pablo pudo soportar, lo que aprendió y le ayudó a soportar, puede ayudarme a soportar, puede ayudarme y ayudarte a ti a no desfallecer.
Hemos aprendido que necesitamos recibir la provisión de Dios. Para cualquier cosa que Él nos ha llamado a hacer, hay una provisión de Su gracia y misericordia para hacernos capaces de hacerlo. Luego vimos que debemos renunciar a las prácticas impías.
En el versículo 2 de 2 a los Corintios 4 aprendimos que debemos determinarnos a ser puras, a vivir vidas santas, sin importar lo que otros a nuestro alrededor hagan o no hagan.
Ahora vamos al tercer principio, y está en el versículo 3. Este es el principio: Reconoce el problema de la ceguera espiritual.
En los versículos 3 y 4 Pablo dice,
«Y si todavía nuestro evangelio está velado, para los que se pierden está velado, en los cuales el dios de este mundo (quien es Satanás mismo) ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios».
Aquí está la línea fundamental. Los ojos de la gente están cegados. Ellos no pueden ver. Si ellos no tienen a Cristo, ellos no pueden ver. No pueden recibir verdad espiritual. Ellos no pueden responder a las verdades espirituales a menos que Dios abra sus ojos para ver.
Así que tú puedes tener una pareja que no es creyente. Puedes tener un hijo que no es creyente. Alguien en el trabajo con quien es realmente difícil tratar. Si esa persona no tiene el Espíritu de Cristo viviendo en él o en ella, entonces es ciego, y no puede ver. Satanás ha cegado sus ojos. Él ha cegado sus mentes. Ellos no pueden ver.
Por lo que no ayuda en nada sacudirlos y decirles: «No lo entiendes». No, ellos no lo entienden. Si nosotros reconocemos el problema de la ceguera espiritual, esto nos ayudará a tener longanimidad, paciencia con otros, dándonos cuenta de que si Dios no hubiera abierto nuestros ojos, nosotras tampoco podríamos ver.
Y esto es lo que vemos en versículo 6,
«Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo».
La única razón por la que podemos ver es porque Dios nos dio vista, porque Dios abrió nuestros ojos.
Entonces, ¿qué hacer con aquellos que amas que te están haciendo la vida imposible? Ellos no lo entienden, ellos no ven; Tú oras. Tú clamas al Señor. Esperas en Dios que encienda la luz. Tú no puedes hacer que ellos vean. Esto quitará algo de presión de sobre ti. Es el trabajo de Dios hacerles ver. Así que ora contra el enemigo quien está cegando sus ojos. Ora que las vendas sean removidas. Ora que Dios les conceda visión espiritual.
Y ahora el principio número cuatro: Decidamos promover a Cristo.
Decide promover a Cristo, y Cristo es supremo, como lo vemos en este pasaje. Este principio tiene otro lado. No solo debemos determinar promover a Cristo, sino recordar nuestra posición. Cristo es supremo, tú eres un siervo. No permitas que los dos se mezclen.
El versículo 5 de 2 Corintios capítulo 4 dice,
«Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de Jesús.»
Esto te ayudará a no desfallecer, donde quiera que estés sirviendo al Señor, si tu enfoque es en Cristo y no en ti misma.
Dirige las luces hacia Él. Dirige a las personas hacia Él. Trabaja para promover Su nombre, Sus intereses, Su causa, no la tuya. Recuerda que tú le estás sirviendo a Él; estás sirviendo a otros. Él es el Señor, tú eres la sierva. Exáltale a Él. Reconoce Su posición como suprema y recuerda tu posición como sierva.
El versículo 7 nos dice que «tenemos este tesoro en vasos de barro.» Él es el tesoro. Él es el gran tesoro incomparable. Nosotras solo somos las vasijas de barro. El vaso no es nada. El maestro lo es todo. El Tesoro en el vaso de barro es todo. Cristo es todo.
Si estamos buscando nuestros propios intereses, lo que nos agrada, lo que es conveniente para nosotras, invariablemente vamos a ser lastimadas, decepcionadas, heridas. Vamos a tener dificultad en perseverar si estamos tratando de preservar nuestras propias vidas.
Pero recuerda que no somos imprescindibles. Solo somos vasos de barro, no algo realmente vital. Lo que es vital es que Cristo sea exaltado. Él es el tesoro.
Tengo una carta sobre mi escritorio, la recibí hace algún tiempo de parte del Dr. Ray Ortlund, quien era mi pastor cuando yo estaba en la universidad. Hace algunos años él la escribió y me decía, y yo tengo la carta escrita a mano sobre mi escritorio, decía:
«Sigue instándonos hacia Jesús en tu escribir, editar y hablar. Y regocíjate mientras lo haces. Es un gran privilegio de parte de Dios».
Yo necesito recordar esto vez, tras vez, tras vez.
Tú puedes decir: «yo no estoy escribiendo, editando o hablando». Bueno, llena el espacio en blanco con lo que tú estás haciendo. Continúa instándonos a todos hacia Jesús al realizar la limpieza de tu casa, al cocinar la comida, en tu lugar de trabajo, en tu escuela, en tus estudios. Continúa instando a otros hacia Jesús, y regocíjate mientras lo haces. Si Dios te ha llamado a hacerlo, si tú estás sirviendo al Señor, entonces es un gran privilegio que viene de Dios.
Creo que especialmente las mamás son tentadas a perder la visión de que el hecho de ser mamá es un gran privilegio; que esos hijos son un regalo de Dios. La mayoría de los días ellos no se sienten como un regalo de Dios. Hay días cuando eres tentada a pensar, ¿realmente quiero hacer esto? Bueno, en realidad no te queda otra opción que la de elegir tu actitud.
Si estás promoviendo a Cristo y no a ti misma, entonces verás que es un privilegio servir al Señor y servir a otros. Así que decide promover a Cristo, y recuerda tu posición como sierva de Cristo.
Y aquí está el quinto principio: Depende de Su poder en tu debilidad. Depende de Su poder en tu debilidad. Veamos el versículo 7:
«Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros. Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos» (vv. 7-9).
Lo que más me llama la atención de este pasaje es recordar que las presiones y los problemas son inevitables. Vivimos en un mundo caído. Servimos en un mundo caído. Así que acéptalo, y no te sorprendas cuando experimentes dificultades, cuando experimentes presiones y problemas.
Pero recuerda que esas presiones y problemas no te van a destruir. Pueden acercarte más al corazón de Dios.
Y es que nuestra debilidad revela Su poder. Cuando llegamos al final de nuestros propios recursos, cuando no tenemos más fuerzas, cuando no queda más habilidad, ni amor, ni corazón, ni vigor, ni sabiduría, cuando no queda nada para satisfacer las demandas y las necesidades que estamos enfrentando en nuestro centro de trabajo, en nuestro hogar, en nuestro ministerio, en nuestras iglesias y comunidades; cuando llegamos al final de nuestros propios y miserables recursos, entonces nos damos cuenta de que Su poder, Su gracia es suficiente, y es mostrada en nuestra debilidad. Es nuestra gran debilidad la que nos hace candidatas para recibir Su poder.
No hace mucho leí la biografía de Ann Judson, quien, según recuerdo, fue la primera mujer misionera en salir de Norte América. Ella escribió, después de que ella y su esposo, Adoniram, llegaron al lugar donde iban a servir, y las circunstancias eran deprimentes.
Escribió a sus padres y les dijo: «Nos sentimos muy tristes y abatidos la primera noche cuando llegamos, en vista de lo que teníamos por delante, pero pudimos apoyarnos en Dios y sentir que Él era capaz de apoyarnos en las circunstancias más desalentadoras.»¹
Yo te digo, independientemente de cualquier cosa que esté sucediendo a tu alrededor, si tú eres una hija de Dios, puedes tener la seguridad de que debajo están Sus brazos eternos. Ahí está tu poder. Tu fuerza. No importa cuán débil seas tú, Su fortaleza es suficiente para ti.
Quiero señalar otro principio en este capítulo, 2 Corintios 4, el cual ha sido de gran ayuda para mí, y es este: Recordar el propósito de las pruebas. Recordar el propósito de las pruebas.
Veamos el versículo 10, y este propósito a través de este pasaje. En el versículo 10 Pablo dice:
«Llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, (aquí está el propósito. Él está diciendo que hay una razón para soportar las pruebas), para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal. Así que en nosotros obra la muerte, pero en vosotros, la vida» (vv. 10-12).
¿Cuál es el propósito de Dios en las pruebas? El propósito de Dios al permitir que pasemos a través de las pruebas al servirle a Él, tiene que ver con otros siendo bendecidos, beneficiados y ayudados como resultado del camino que nosotros soportamos. Pablo dice, «estamos dispuestos a abrazar la muerte, a sufrir, a soportar las dificultades para que ustedes puedan ver la vida de Jesús manifestada en nosotros.»
Oswald Chambers escribe en su libro, En Pos de lo supremo, una cita que he amado por años, y continúo regresando a ella. Él dice:
«Nuestras circunstancias son los medios de manifestar lo maravillosamente perfecto y extraordinariamente puro que es el Hijo de Dios».
Nuestras circunstancias, tus circunstancias, ese cónyuge no creyente, ese jefe imposible, esa situación tan estresante en tu iglesia que te está costando trabajo resolver, cualquiera que sea tu situación, tu circunstancia es el medio de manifestar a un mundo que observa cuán maravillosamente perfecto y extraordinariamente puro es el Hijo de Dios.
Es una oportunidad de demostrar las respuestas de Jesús, el corazón de Jesús. ¿Cómo actuaría Él en esta situación? ¿Qué haría Él en esta situación? Dios está dándote la oportunidad de mostrar al mundo cómo es Jesús.
Yo pasé por una situación estresante no hace mucho tiempo, cuando tuve que tomar la decisión sobre dónde vivir. Me encontré a mí misma sin el tiempo necesario para hacer frente a esta decisión y realmente frustrada sobre lo que iba a hacer.
Estaba siendo presionada a tomar una decisión porque el lugar que estaban rentando había sido vendido, y por un período de días me encontré a mí misma reaccionando en formas naturales, inquieta, llorando, frustrada. La gente a mi alrededor durante esos días conoció cómo estaba yo respondiendo.
Recuerdo claramente el día que en mi tiempo devocional, el Señor me mostró cómo había estado reaccionando a esto y me recordó cómo había estado dando al mundo una imagen de cómo es Dios en la forma en que yo había estado respondiendo a mis circunstancias.
Le confesé esto al Señor. Me sentí muy triste y apenada de que yo no había estado mostrando al mundo cuán maravilloso es Jesús y cómo se puede confiar en Él y cómo tú puedes depender de Él y descansar en Él; yo había estado dando una impresión equivocada de Dios a aquellos que estaban observando.
Le confesé esto al Señor. Pensé que la circunstancia había pasado, pero ¿puedes creer que ese mismo día el Señor trajo otra circunstancia relacionada a esto a mi vida? Mi primera reacción normal pudo ser responder en la forma en que había estado respondiendo por días, pero el Señor había estado tratando conmigo. Y, bueno, tuve la oportunidad de verlo desde una perspectiva completamente diferente.
Esta vez pude decir: «Dios me ama tanto que Él me está dando una segunda oportunidad para manifestar cuán maravillosamente perfecto y extraordinariamente puro es el Hijo de Dios». Ese es el propósito, ¡el propósito de Dios de utilizar las dificultades en nuestras vidas!
El versículo 15 dice que sufrimos por causa de Jesús. Esto es parte del propósito. Versículo 15, «Porque todo esto es por amor a vosotros, para que la gracia que se está extendiendo por medio de muchos, haga que las acciones de gracias abunden para la gloria de Dios.» Este es el propósito último, la gloria de Dios.
Piensa en las pruebas en tu vida. Piensa en las circunstancias que estás enfrentando ahora que causan que te sientas desalentada, que te hacen sentir tentada a tirar la toalla, recuerda que no se trata de ti.
No es sobre tu supervivencia. No es sobre tu felicidad. No es sobre facilitar tu vida. No es sobre hacer que la vida funcione para ti. Todos quisiéramos que así fuera. Nos desalentamos en tiempos cuando no es así, pero si tan solo damos un paso atrás y tomamos este punto de vista, y recordamos el propósito de la prueba… Todo se trata de Dios, de Su Gloria.
Él quiere manifestar Su poder, Su grandeza, Su amor, Su compasión, Sus misericordias, Su habilidad de trabajar en y a través de nuestras circunstancias. Él quiere manifestarse a sí mismo al mundo.
Así que es sobre Dios. Es sobre Su gloria. Es por la causa de otros.
Puedes ver que el apóstol Pablo vio que las dificultades eran un medio de mayor ministerio a otros. No solo fue el caso de Pablo, es verdad para ti. Es cierto para mí.
Cuando atravesamos las pruebas, Dios está dándonos la oportunidad de ser más fructíferas en las vidas de otros, de lo que podríamos ser de otra manera.
Algunos de los más grandes frutos y utilidad en tu vida van a nacer de los mayores sufrimientos y penurias. Queremos ser fructíferas. Queremos ser útiles, pero no queremos pasar por las dificultades para llegar allí, ¿verdad?
Así que escoge una vida fácil si puedes. Pero no puedes, así que puedes gastar tu vida y tus esfuerzos tratando de hacer tu vida fácil, o puedes someterte a la mano de Dios, a las circunstancias que Él trae a tu vida.
Puedes abrazar la cruz. Puedes recibir las pruebas y el sufrimiento; y puedes decir: «Señor, si tengo que pasar por esto, puedes usar esto para ser una bendición a alguien más? ¿Puedes usarlo para traer gloria a Tu Nombre? Puedes usarlo para conformarme a Tu imagen de manera que otros puedan ver cómo hago frente a esto, puedan ver que «con Cristo he sido crucificada, y ya no soy yo la que vive, sino que Cristo vive en mí» (Gal. 2:20).
Recuerda el propósito de las pruebas y no se desalentará tu corazón.
Padre, ayúdanos a aceptar Tus propósitos y a vivir para Tu gloria y para ser de beneficio y bendición a otros. Si esto significa que en el proceso tendremos que enfrentar pruebas, y así será, entonces ayúdanos a abrazar la prueba y ayúdanos, en medio de todo, a ver Tus propósitos, a no desalentarnos. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Nancy, muchas gracias por esta enseñanza que sin duda creo que cada una de nosotras necesita. Me quedo con las palabras que usaste para cerrar el programa de hoy: «puedes gastar tu vida y tus esfuerzos tratando de hacer tu vida fácil, o puedes someterte a la mano de Dios, a las circunstancias que Él trae a tu vida». El Señor nos ayude para someternos a su voluntad con un corazón manso y humilde.
Y bueno, para darte una probadita del episodio de mañana, quiero que pienses en el concepto de «actualizar», o «refrescar». Este es el botón que presionas cuando estás en una página web y el contenido no se ve correctamente. Y quizá te preguntes, ¿y qué tiene que ver esto conmigo? Bueno, algunas veces nuestra manera de pensar es incorrecta y necesitamos ser «refrescadas». Pensemos más juntas sobre esto mañana, mientras concluimos nuestra serie «No te desanimes», aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Perseverando juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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