Cuando se ama a un hijo pródigo
Dannah Gresh: Judy Douglass sabe lo que es tener un hijo que está muy lejos de casa, y no solo físicamente.
Judy Douglass: Te cansas tanto en ese viaje, que piensas, bueno, seguiré adelante con mi vida. Y si él regresa, sería maravilloso, pero no puedo asegurar eso.
Dannah: Finalmente, dice Judy:
Judy: Dios es el único que realmente sabe lo que va a funcionar para ellos, lo que los ayudará a regresar, y Él es el único que puede ayudarme, y a cualquier persona que ama a un hijo pródigo, a perseverar con ellos.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 26 de julio de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah, creo que esta serie con mi amiga de tantos años Judy Douglass, va a generar mucha respuesta …
Dannah Gresh: Judy Douglass sabe lo que es tener un hijo que está muy lejos de casa, y no solo físicamente.
Judy Douglass: Te cansas tanto en ese viaje, que piensas, bueno, seguiré adelante con mi vida. Y si él regresa, sería maravilloso, pero no puedo asegurar eso.
Dannah: Finalmente, dice Judy:
Judy: Dios es el único que realmente sabe lo que va a funcionar para ellos, lo que los ayudará a regresar, y Él es el único que puede ayudarme, y a cualquier persona que ama a un hijo pródigo, a perseverar con ellos.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 26 de julio de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah, creo que esta serie con mi amiga de tantos años Judy Douglass, va a generar mucha respuesta de nuestras oyentes, muchas más que cualquier otro tema que hayamos abordado. Y lo que me hace pensar eso es que cada vez que escribo un comentario, un testimonio o una cita en las redes sociales que está relacionada con los pródigos, hijos pródigos en particular, los comentarios llenan la página.
Y me refiero a que las personas están desesperanzadas luchando por encontrar ayuda. Hay un sentido de desesperación en los corazones de muchos padres. Y tú también lo has visto en personas que conoces y amas.
Dannah: Así es. Yo estoy orando con varios de mis amigos para que Dios traiga el corazón de sus hijos pródigos a Él y a sus padres. Es algo profundamente doloroso. Hay temporadas y tiempos de desesperanza. Pero pienso que Judy, al escucharla estos dos días, me ha dado una nueva esperanza para esas amigas que están atravesando momentos de mucho dolor.
Nancy: Judy, gracias por estar aquí con nosotras en Aviva Nuestros Corazones para hablar de algo que no fue solo una experiencia que viviste con tu hijo adoptado, Josh, quien te ha dado la libertad de compartir esta historia.
Judy: Sí.
Nancy: Él está ahora en sus treinta y tantos años y en una etapa muy diferente de su vida. Pero fueron quince años de crisis y eso tuvo un impacto en tu familia. Vamos a desarrollar un poco más esa historia.
Gracias Judy, no solo por estar dispuesta a recorrer ese camino, a amar bien a tu hijo pródigo, sino también por permitir que Dios los moldeara a ti y a tu esposo Steve, quien es presidente de CRU, antes llamado Cruzada estudiantil para Cristo, para luego reflejar eso.
Y lo que me encanta, y lo que he visto en ti a través de este trayecto, es el deseo de reflejar el corazón de Dios como Padre. Eso nos muestra que Dios es compasivo y misericordioso con todos los que somos hijos pródigos. Porque en un sentido todos somos hijos pródigos, ¿cierto?
Judy: Claro. Todos lo somos.
Lucas 15 es probablemente mi historia favorita para esto. Este chico viene y le dice a su padre: «Quiero mi herencia». Bueno, la herencia no era dinero en el banco. Era tierra y animales. Así que, seguramente este padre tuvo que vender cosas y disminuir sus ingresos, luego dejó marchar a su hijo.
Y tú sabes que su corazón está roto, no solo por lo que su hijo dijo e hizo, sino porque «¿qué le va a suceder?» Sin embargo, este padre no pierde la esperanza porque sabemos que cada día se quedaba observando. Cada día, observa y se pregunta, «¿vendrá?, ¿vendrá hoy?»
No se nos dice cuánto tiempo pasó, pero lo que sí sabemos es que el hijo finalmente vuelve en sí cuando estaba cuidando cerdos.
Nancy: Y por todo ese tiempo, el padre no sabe lo que le está sucediendo.
Judy: No, no lo sabe.
Nancy: Y cuán cierto es esto para muchos padres. He escuchado a padres decir, «yo no sé dónde está mi hijo. No sé lo que está haciendo».
Judy: Hay muchos, muchos…
Nancy: Lo único que puedes hacer es aferrarte al Señor mientras ese hijo está lejos de casa.
Judy: Sí, porque no lo sabes.
Yo tengo un amigo cuyo hijo está…bueno, digamos que no lo ha visto en doce años, creo. Realmente habló con él dos veces y piensa que quizás su hijo se está acercando un poco. Pero esa es solo una de muchas más historias que conozco en las que los hijos se han ido. No se hablan. No les dejan ver a sus nietos. Son historias horribles.
Sin embargo, el padre espera. Y cuándo él ve venir a su hijo, el hijo ha practicado sus disculpas para pedir perdón y misericordia, pero el padre corre, CORRE a recibirlo, y lo abraza.
Y el hijo le dice, «padre, yo he pecado».
Y el padre le responde, «¡te amo! ¡Has regresado! ¡Mi hijo estaba perdido y ahora ha sido encontrado!»
Y esto es exactamente lo que Dios dice de nosotras. Él nos observa. Y todas nosotras, cuando hemos tomado malas decisiones –quizás no tanto ahora, pero ocasionalmente y malas actitudes más que con cualquier otra cosa, y cuando lo hemos hecho en el pasado– Dios espera ansiosamente que regresemos para poder darnos la bienvenida.
Nancy: Y me encanta el hecho de que el padre lo viera cuando estaba muy lejos.
Judy: Muy, muy de lejos.
Nancy: Él tenía ansias.
Judy: Es una hermosa imagen de cómo es nuestro Padre y lo que siente hacia nosotras, y así mismo se siente con las personas que amamos.
Y sí, Él conoce el final de la historia y nosotras no. Me doy cuenta de que, en cierto sentido, es más difícil para nosotras. Pero al mismo tiempo, Él nos dice que en esos lugares difíciles hay puertas de esperanza.
Y entramos en estos lugares difíciles, y pensamos, Esto va a ser difícil. No creo que pueda superar esto. No sé qué hacer. No tengo respuestas.
Pero Dios dice, «esta es una puerta de esperanza. Y si caminas conmigo a través de esto, voy a mostrarte la esperanza que puedes tener».
Y para todas nosotras, nuestra esperanza es que aquellos que amamos regresen, que regresen a nosotras y al Señor o que regresen al Señor, que vuelvan a una vida mejor que la que escogieron. Y no podemos hacer que esto suceda. Podemos hacer lo posible. Podemos hacerlo más fácil. Pero no podemos hacer que suceda. Así que Dios dice, «aférrate a Mí y no me sueltes».
En el libro Pies de ciervas en los lugares altos, Pequeña Muy Temerosa se separa en la niebla, en un valle, lejos de sus compañeras Tristeza y Sufrimiento, y está totalmente perdida. Ella trata de ir hacia los lugares altos para estar con el Buen Pastor, pero está perdida. Empieza a desesperarse. Pierde toda esperanza y se dice a sí misma, «nunca podré llegar».
Y entonces recuerda que el Pastor le dijo, «si me llamas, yo iré».
Así que ella dijo, «¡pastor!» y Él estaba allí.
Y aquí está la clave –y a esto me aferré tantas veces. Ella dijo, «estoy perdida. No podré llegar. ¿Qué voy a hacer?»
Entonces Él le dice, «oh, Pequeña Muy Temerosa, podrás llegar. Simplemente no sabes que siempre estoy trabajando. No puedes verlo en esta neblina, pero estoy cumpliendo mis propósitos».
Y lo que me sorprende es que Dios cumple Sus propósitos de muchas maneras. No es solamente el hecho de que nuestros seres queridos regresen, o que Dios nos cuida cuando pasamos por momentos difíciles, sino que todo eso se extiende a la vida de otras personas.
Escribí un libro como resultado de la situación que atravesamos con nuestro hijo.
Nancy: Y el libro se llama, When You Love a Prodigal (disponible solo en inglés).
Así que Dios trajo a la luz un medio de gracia y un ministerio a través de ti, como resultado del desierto por el cual caminaste; no por quince días o por quince semanas o meses, sino por quince largos años, y como dices, un desierto. Y este libro contiene noventa días con una lectura para cada día, noventa días de gracia para ese desierto.
Y para aquellas que no han estado con nosotras en los últimos días, espero que vayan a avivanuestroscorazones.com y escuchen las dos primeras partes de esta conversación. Y Judy, quiero que nos recuerdes algunas de las cosas difíciles por las que pasaste con tu amado hijo pródigo, Josh, quien te ha dado la libertad para contar esta historia.
Judy: Así es.
Nancy: Él está ahora en sus treinta y es muy diferente. Pero dinos cómo fue aquello.
Judy: Bueno, fueron muchas cosas. Aprendimos muchas cosas de las que no sabíamos nada. Aprendimos sobre el sistema judicial juvenil. Pasó un tiempo en detención juvenil. Hubo peleas de pandillas un par de veces. Nunca sabía si la llamada a media noche iba a ser de la policía o del hospital. Recibimos ambas llamadas.
Josh terminó en la cárcel. Y esto resultó ser algo bueno por esta maravillosa bendición: estuvo en libertad condicional por dos años. Fue absolutamente maravilloso porque eso le impidió tomar malas decisiones porque tenía miedo de volver a la cárcel. ¡Eso fue estupendo!
Creo que chocó diecisiete vehículos en cinco años. Aprendimos cómo se evitan las multas, y aprendimos cuándo se debe ir al juzgado y cuándo no. Aprendimos mucho sobre el alcohol, aunque ya sabíamos bastante sobre eso por una situación familiar.
Aprendimos algo sobre las drogas, pero no todo lo que podríamos haber aprendido.
Había muchas chicas en la vida de Josh. Tuvo un matrimonio que fracasó. Duró siete años, pero nunca fue bueno.
A veces se iba y no sabíamos dónde estaba. Y durante esos periodos oras mucho, esperas y amas. Dices, «yo te amo sin importar lo que estés haciendo, pero estás rompiendo mi corazón y estás destruyendo tu vida». Esas son las cosas que dirías.
Oramos por él. Él nunca negó que conocía a Jesús. Bueno, eso no es del todo cierto. Una noche estaba ebrio y dijo, «yo no quiero tu cristianismo. No quiero a Jesús. No quiero tener nada que ver con eso». Pero esa no era su respuesta normal. Él sabía que conocía al Señor. Pero no sabía qué hacer con todo el dolor en su vida.
Así es que para él, el dolor fue…lo que lo convirtió en alcohólico. Y dirías, «no ha bebido en cinco años». Pero lo hacía cuando sentía dolor, cuando se sentía herido y muy frustrado.
Nancy: Se refugiaba en el alcohol.
Judy: Eso era lo que buscaba, el alcohol.
Hice escuela en casa con él durante la secundaria. Cuando cumplió dieciocho años, que fue mucho antes de terminar, dijo, «voy a dejar esto, no necesito seguir en la escuela».
Y le dije, «sí, es cierto».
Así que luego de unos seis meses, en los cuales no pudo conseguir trabajo porque no tenía el diploma de la secundaria, me dijo, «¿puedo terminar la escuela?»
Y le dije, «no lo sé. ¿Podrás? ¿Lo harás?»
Así que volvimos a la escuela y se graduó primero en su clase, es decir, ¡el único de su clase! Celebramos una ceremonia de graduación especial para él. Yo pensaba que le iba bien, pero no fue así.
Le permitimos que se fuera a vivir con otros chicos y que fuera a la universidad. No fue una buena decisión. Entraba y salía de nuestra casa. Venía por unos días, quería hacerlo bien. Y nosotros le decíamos, «ya eres un adulto. Si quieres estar aquí, nos encantaría tenerte con nosotros (porque realmente queríamos poder influir en su vida).
Luego de un tiempo, en que él no estaba viviendo de esa manera, le dijimos, «estás escogiendo irte otra vez». Eso sucedió varias veces.
Nancy: Así que lo que había en tu corazón en esos momentos era no permitir una conducta irresponsable.
Judy: No queríamos permitirlo, pero sí lo ayudamos a ver bien las cosas con límites más claros: «Esto es lo que necesitas hacer si vas a estar en nuestra casa». Para que lo supiera. «Y estas son las consecuencias si decides vivir de esta manera». Y generalmente terminaba en, «te irás, y será mejor que consigas un trabajo y un lugar donde vivir».
Pero siempre que se iba le decíamos, «lamentamos mucho que esto sea necesario».
Su novia en ese entonces, con la que luego se casó, dijo, «bueno, ustedes lo están obligando a irse».
«No. Es su decisión y él lo sabía». No necesitaba que lo sacaramos de la casa. Necesitaba que lo ayudáramos a entender cómo tomar decisiones responsables.
Y lentamente, l-e-n-t-a-m-e-n-t-e, empezó a madurar. Pero sucedió que él y su esposa se separaron. Nunca tuvieron un buen matrimonio. Se separaron por infidelidad de ambas partes. Pero una noche Josh me llamó y me dijo, «¿puedes orar para que yo vaya al cielo?»
Y yo le dije, «¡pero espera un momento!»
Él me respondió, «fui a verla y le dije que todo había sido mi culpa y que lo sentía mucho, y que por favor buscáramos la forma de arreglar esto. Ella me cerró la puerta en la cara».
Josh estaba en su camioneta. En ese momento él era guardia de seguridad. Así que salió en su camioneta con su arma, y se sentó en un bosque con el arma en la cabeza. Y allí me envió un mensaje de texto para decirme adiós, básicamente.
Luego de varios esfuerzos, conseguí que me devolviera el mensaje. Y durante la próxima hora nos escribimos. Lo convencí de que ese no era el fin de su vida, que Dios aún tenía un plan para él, que Dios tenía un futuro y una esperanza para él.
Finalmente me dijo, «está bien». Bajó su arma y se dirigió a su casa. Me llamó al llegar.
Pero eso…me salen las lágrimas de solo pensarlo…fue un momento muy aterrador.
En otra ocasión su abuelo estaba muriendo. Él amaba a su abuelo. Cuando era pequeño, era el hombre que lo llevaba a pescar, a navegar, a hacer deportes y esas cosas. Cuando estaba enfermo y en lecho de muerte, nos preocupaba que Josh se quitara la vida. Pero en cambio, Dios ya estaba obrando en su vida. Le trajo esta nueva mujer, con la que ahora está casado, y es una persona maravillosa.
Entre la obra que Dios había estado haciendo y nuestro amor y ánimo, y la motivación de parte de su esposa, en lugar de quitarse la vida cuando murió su abuelo, Josh dijo, «tengo que hacer lo bueno por la memoria de mi abuelo. Tengo que demostrar que puedo hacerlo. Y tengo que estar ahí para mi abuela, para ayudarla».
Él nunca había dicho cosas como esas antes. Y de repente Dios llegó de una manera que le permitió a Josh tener un enfoque diferente, tomar mejores decisiones en la vida. En ese momento, él tenía veintiocho años y finalmente entendió su necesidad de ser una persona responsable.
Nancy: Judy, durante todo este tiempo tú fuiste tenaz, persistente. ¿Qué te impidió rendirte y no perder totalmente la esperanza?
Judy: Dios. Me mantuve en la Palabra. Oré. Hablaba con otras personas y oraba por otros. Esto es realmente importante: tomar mi dolor y usarlo para orar por otros. También dejé que otras personas me ministraran. Hay una amiga especial que me apoyó todo el tiempo.
Dios fue tenaz conmigo y no me soltó; en cierto sentido yo tampoco me solté de Él. Me aferraba a Él diciendo, «no puedo seguir adelante. No sé qué más hacer». Te cansas tanto que piensas, bueno, seguiré adelante con mi vida. Y si él regresa, sería maravilloso, pero no puedo asegurarlo.
La mayoría de las personas que tienen hijos pródigos, especialmente los que son adictos de alguna manera a cualquier cosa, darán unas cuantas vueltas en el camino. Van a regresar y luego habrá una recaída. Esto sucederá varias veces. Y frecuentemente, no siempre, pero la mayoría de las veces, les toma un tiempo. Quieren regresar, pero no pueden resistir la adicción.
Dios es el único que realmente sabe lo que va a funcionar para ellos, lo que los ayudará a regresar, y Él es el único que puede ayudarme o ayudarte, a perseverar con ellos.
Y tienes que hacer algunas cosas por ti misma. Necesitas encontrar lugares seguros. Yo me iba a la playa por unos días sola y pasaba tiempo con el Señor. Era un tiempo muy preciado para mí. Iba a montar a caballo porque crecí haciéndolo. Y para mí, montar a caballo era un lugar de descanso. Esto lucirá diferente para otras personas, lo sé, pero montar a caballo para mí era un lugar de descanso. Podía cabalgar y hablar con el Señor.
Era importante estar con personas a mí alrededor, pero también estar a solas con el Señor. Soy bastante introvertida, así que necesitaba salir un poco de mí misma.
Dannah: Bueno, también dices que tomaste tiempo para cuidarte, y creo es algo que no hacemos muy bien cuando estamos preocupadas sin saber dónde están nuestros hijos. Estás diciendo, «tómate el día libre. Ve a descansar». Eso es algo bueno.
Judy: Absolutamente lo es. Y para mí, un día no era suficiente. Me tomaba dos, tres o cuatro días. A mi esposo no siempre le gustaba que me fuera.
Mi esposo y yo hablábamos mucho. A medida que pasaba el tiempo, él se involucraba más. Al principio me dejaba –ya que yo fui la primera a quien Dios le habló de tener este hijo– me dejaba ocuparme de muchas cosas. Pero luego llegó a un punto similar al mío. Cuando Josh hacía algo que lo irritaba o frustraba, tenía pensamientos negativos, y era como si oyera a Dios decirle, «así es Steve, ¿crees que nunca has hecho nada para irritarme o frustrarme?»
Y Steve contestaba la pregunta, «bueno, puedo pensar en varias cosas».
Y Dios le decía, «entonces, ¿qué tan grande es la distancia entre tú y Josh comparada con la distancia entre tú y Yo?»
Y entonces Steve decía, «oh, Dios, Tú has sido tan bueno conmigo. Tú has sido tan bondadoso y misericordioso».
Y ese fue el camino que recorrió para aprender, aun cuando teníamos límites y consecuencias, a ser misericordioso y amoroso con Josh, incluso cuando no se lo merecía, cuando no hacía las cosas que nosotros queríamos.
Fue un tiempo de crecimiento juntos. Y gran parte fue personal, porque Dios estaba obrando en cada uno de nosotros individualmente, pero pudimos hablar y compartir lo que estábamos aprendiendo juntos. Y eso ha sido algo que hemos podido recordar y hablar, cuando estamos pasando por un momento difícil en el ministerio, o personalmente o con la familia.
La madre de Steve tenía Alzheimer, ella vivió con nosotros durante varios años y luego estuvo en una residencia de ancianos. Fue un tiempo duro y sucedió justo cuando nuestros hijos eran adolescentes. Y aun así, aprendimos a dejar que Dios nos ministrara y estuviera allí para suplir nuestras necesidades y mostrarnos que Su gracia es suficiente, que Él es suficiente; pudimos aprender eso juntos.
Dios nunca nos soltó. Así que la clave fue «¿podré seguir aferrándome a Él sin soltarme?»
Nancy: Judy, he estado pensando mientras compartes, en ese versículo que es un estribillo recurrente a través de las Escrituras, particularmente en los salmos: «El fiel amor de Dios permanece para siempre».
Judy: Para siempre.
Nancy: «El fiel amor del Señor, Su misericordia, es un pacto de amor. Es un amor inagotable. Es un amor de parte de Dios que no es sacudido por nuestro comportamiento o negligencia hacia Él o nuestra resistencia a Él. El amor del Señor que guarda el pacto permanece para siempre».
¿Y dónde estaríamos si no fuera por el inagotable amor del Señor? Lo queremos para nosotras. Estamos agradecidas de tenerlo. Sabemos cuánto lo necesitamos. Pero qué difícil es para nosotras hacer, lo que con la ayuda de Dios, tú y Steve y otros padres han podido hacer, y es ser un canal de ese amor fiel del Señor.
¿Dónde estaría Josh hoy sin el amor del Señor fluyendo por medio de ti a ese joven que desesperadamente necesitaba la gracia de Dios?
Judy: Y pensamos que si no hubiera sido por nosotros o por alguien como nosotros, que hubiera permitido que el amor de Dios fluyera hacia él, él habría estado en uno de dos lugares: En la cárcel o en el cementerio. Por esas malas decisiones que él estaba tomando y el camino que seguía. Dios no nos soltó, pero tampoco lo soltó a él. Dios ha sido muy misericordioso.
Nancy: Hay muchos padres escuchando esta conversación que no están del otro lado de ese desierto. Están en ese duro trayecto de quince años que tú y Steve atravesaron. Solamente Dios puede decir cuánto tiempo va a durar: quince meses, quince años, veinte años. No sabemos.
Judy: No, nosotros no sabemos.
Nancy: Pero siento que Dios quiere darles palabras de esperanza y ánimo, a una madre o abuela, una amiga o una hermana, alguien que ama a su pródigo, y decirle, «puedes continuar por Mi gracia, amando con ese amor fiel del Señor que permanece, no solo por quince años, sino para siempre».
Y por eso has escrito este libro, para ayudar a los que aman a sus hijos pródigos, quizás para muchos padres y madres es un hijo. Es amar a alguien que está lejos, alguien que está lejos del Señor. Y en este libro ofreces noventa días de gracia para ese desierto. Ahora, en muchos casos serán más de noventa días y quizás querrán volver a leerlo por noventa días más.
Pero creo que será un salvavidas. No es solo tu historia y tu viaje, lo has llenado y saturado de las Escrituras y la sabiduría de la Palabra de Dios compartiendo de manera transparente tu propio caminar durante esos años; cómo amar a un hijo pródigo y cómo experimentar la gracia de Dios cuando estás en ese desierto y no ves esperanza al final del camino.
Dannah: Este libro se titula, When You Love a Prodigal: 90-days of Grace for the Wilderness. Escrito por nuestra invitada de hoy, Judy Douglass.
Si hay un hijo pródigo en tu vida, ¿te resulta difícil dar gracias a Dios por la situación? Recientemente llevamos a cabo la conferencia MV23, en la que recibimos algunos testimonios, como este sobre una mujer que tiene seres queridos alejados de Dios:
Nuera: «Nos quebrantó un poquito el tema de transgénero porque creo que todas tenemos a alguien cercano y es una preocupación muy grande la familia inconversa y estamos tratando de dejar –yo creo que comparto esto con mi suegra– que Dios me dé otra oportunidad para hacer más por el prójimo, los cercanos.
Le digo a mi suegra, creo que tenemos que entender que no es en nuestras fuerzas ni en nuestro tiempo. Le digo al Señor, yo ya lo dejé en Tus manos, sigo orando y pidiendo por ellos, pero todo va a ser a Tu tiempo».
Y le dije a mi suegra, vamos a orar para sentir el confort que da el platicar con Dios.
Suegra: «Primero que nada, estoy agradecida con Dios porque nos dio la oportunidad de llegar hasta aquí a este evento tan bonito e importante. Los testimonios sí nos tocan el corazón y como dice mi nuera –es lo que yo tenía pensado decir– y aparte de eso, quiero que Dios me ayude y me guíe para seguir adelante en Sus caminos y seguir intercediendo por mi familia porque tengo bastantes hermanos y todos tienen problemas. Tengo dos hermanos (hermana y hermano) que están batallando con sus hijos que no están conformes con su sexualidad.
Tengo dos hermanos (hermana y hermano) que tienen enfermedad de su hígado y sé que eso es muy grave y están sufriendo y yo quisiera seguir orando por ellos y que Dios haga un milagro. Mi hermana es cristiana pero mi hermano no.
Aunque mi familia, mi esposo y mis hijos, conocen la Palabra, yo quisiera que ellos le echaran más ganas y andaran en los caminos del Señor».
Mañana, Judy nos contará más sobre algunos de los regalos que recibió durante aquellos años en el desierto, incluido el regalo de la gratitud.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth quiere ayudarte a ver los tiempos difíciles como puertas de esperanza.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación