Cuando no ves el obrar de Dios (Daniel 10)
Nancy DeMoss Wolgemuth: En tiempos de problemas, tiempos de conflicto, Dios arma a Sus siervos con el libro de la verdad. Les infunde fuerza, gracia y paz, y luego les da el libro de la verdad para sostenerlos en la batalla. La Palabra de Dios. No importa cuán difíciles sean los tiempos en nuestros días, esto es lo que necesitamos para ser fortalecidas, sostenidas, sustentadas con la palabra de la verdad. Ahí está nuestro poder.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hace varios días dimos inicio a una serie en la que hemos estado profundizando en el tema de la soberanía de Dios en el libro de Daniel. Esta se titula, El cielo gobierna. Nancy nos ha estado ayudando a levantar la mirada de las cosas que vemos a simple vista, hacia las realidades celestiales reveladas en …
Nancy DeMoss Wolgemuth: En tiempos de problemas, tiempos de conflicto, Dios arma a Sus siervos con el libro de la verdad. Les infunde fuerza, gracia y paz, y luego les da el libro de la verdad para sostenerlos en la batalla. La Palabra de Dios. No importa cuán difíciles sean los tiempos en nuestros días, esto es lo que necesitamos para ser fortalecidas, sostenidas, sustentadas con la palabra de la verdad. Ahí está nuestro poder.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hace varios días dimos inicio a una serie en la que hemos estado profundizando en el tema de la soberanía de Dios en el libro de Daniel. Esta se titula, El cielo gobierna. Nancy nos ha estado ayudando a levantar la mirada de las cosas que vemos a simple vista, hacia las realidades celestiales reveladas en la Palabra de Dios.
Si te perdiste algún episodio, te animo a leerlo o escucharlo a través de nuestra aplicación llamada Aviva Nuestros Corazones, o de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Hemos estado viendo más o menos un capítulo del libro de Daniel por episodio, y hoy continuamos con el capítulo 10.
Aquí está Nancy.
Nancy: Recibí un mensaje de texto de una amiga que está enfrentando una demanda como resultado de un horrendo accidente que tuvo lugar en su propiedad. En ese mensaje ella escribió:
«Esto es algo que parece surrealista, sin sentido. En la providencia de Dios podemos ver Su mano (y las realidades celestiales) en tantos detalles, a pesar de lo que está ocurriendo en la esfera de lo terrenal. Afortunadamente tenemos una visión y una teología para enfrentar lo que estamos atravesando».
¿Cuál es esa visión? ¿Qué teología es esa? «¡Dios está en Su trono; el cielo gobierna!» Con signos de admiración, ¡El cielo gobierna!, ¡Dios está en Su trono!
Cuando decimos que el cielo gobierna, lo que decimos es que Dios gobierna. Dios está a cargo. Su mano siempre está obrando en el reino celestial en las circunstancias que vemos en este reino terrenal. Si no tenemos esa visión, si no tenemos esa teología, no seremos capaces de superar las situaciones difíciles de esta vida. Esta es la perspectiva: el cielo gobierna; Dios está en Su trono. Es por esa esperanza inquebrantable que estoy orando, que esa esperanza inunde nuestros corazones a través de esta serie de Daniel.
Hoy vamos a echar un vistazo detrás de la cortina de lo que está sucediendo en el reino celestial. Cuando las cosas en el reino terrenal parecen estar fuera de control y ser insoportables, necesitamos levantar la mirada. Dios no nos muestra mucho, pero nos muestra lo suficiente para animarnos y darnos esperanza, perspectiva y valentía para caminar a través de nuestras circunstancias en esta tierra.
En la última mitad del libro de Daniel, Daniel tiene cuatro visiones que se le dan sobre cosas futuras. Los últimos tres capítulos del libro –los capítulos diez, once y doce– en realidad forman una unidad. Ha sido útil para mí leer esos tres capítulos juntos. Hoy solo estamos viendo el capítulo diez; en la próxima sesión veremos el capítulo once. Pero toma los capítulos del diez al doce como una unidad, esta incluye la cuarta y última visión que se le dio a Daniel.
Hoy, mientras recorremos el capítulo diez, veremos que el escenario está listo para una visión profética detallada que se desarrollará en los capítulos once y doce. Esta visión profética abarca un período de tiempo desde la era de Daniel hasta el regreso de Cristo. No nos vamos a detener en los detalles. Desearía que para cada uno de estos capítulos pudiéramos tener una semana o dos, o tal vez un mes para hablar acerca de cada uno, pero lo que quiero darles es una vista panorámica porque lo que estamos buscando son evidencias y recordatorios…¿de qué? De que ¡el cielo gobierna!
El versículo 1 nos da la visión histórica inicial.
Señor, a medida que abrimos Tu Palabra, te pido que nos des entendimiento, que nos des oídos para escuchar y corazones para recibir lo que tienes para nosotras por medio de Tu asombrosa Palabra. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Versículo 1: «En el tercer año de Ciro, rey de Persia, (esto es aproximadamente en el 534 a.C.) un mensaje fue revelado a Daniel, a quien llamaban Beltsasar…»
Ahora, recuerda que cuando Daniel fue llevado cautivo de su tierra natal, tenía alrededor de catorce años de edad. Ahora es un anciano de unos ochenta y seis años. Él y los judíos exiliados han vivido y servido bajo cuatro reyes paganos: Nabucodonosor, Belsasar (reyes de Babilonia), Darío, rey de los medos y ahora Ciro, rey de Persia. Es el tercer año del reinado del rey Ciro, pero en su primer año de reinado se había decretado que los judíos podían regresar a su tierra natal. Daniel se había quedado en Babilonia, mientras que muchos otros habían regresado a Jerusalén, a Judá.
Aquellos que habían regresado a su tierra natal habían hecho esfuerzos iniciales para reconstruir el templo y restaurar la ciudad de Jerusalén, pero experimentaron una intensa oposición, lo que provocó que la obra se detuviera. De modo que el pueblo de Dios en su tierra natal, a cientos de millas de distancia, estaba cansado y desanimado.
El versículo 1 continúa diciendo:
«… El mensaje revelado a Daniel era verdadero y acerca de un gran conflicto; él comprendió el mensaje y tuvo entendimiento de la visión».
No te desanimes cuando pienses, «vaya, no puedo comprender esto. No puedo entender de qué se trata esto», porque hay otras ocasiones en el libro en las que dice que Daniel dijo: «No entiendo esto». Entonces, a veces podía entender y a veces no, pero sigue esforzándote y dile a Dios: «Señor, muéstrame, ayúdame a entender lo que necesito entender para servirte fielmente donde me has puesto».
El mensaje revelado a Daniel era verdadero, pero se trataba de un gran conflicto. La Palabra de Dios, cada palabra de ella, es verdadera. Él hace promesas asombrosas y maravillosas que nos consuelan y animan. Pero la Escritura no pasa por alto la realidad de que mientras vivamos en este mundo pecador y caído, estaremos en una batalla. La palabra que Daniel recibió era verdadera, y se trataba de un gran conflicto.
La visión que se le dio a Daniel revela que las dificultades que estaba experimentando el pueblo de Dios en la tierra, reflejaban un conflicto mayor que se estaba llevando a cabo en el reino celestial invisible. Ese sigue siendo el caso hoy. A nuestro alrededor vemos conflictos que tienen lugar aquí en la tierra; batallas entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre el pueblo de Dios y los que se oponen a Dios. Pero es importante que nos demos cuenta de que todas las cosas que suceden aquí reflejan un mayor conflicto espiritual que está teniendo lugar en el ámbito celestial invisible.
Ahora, vamos a comenzar a ver mucho misterio aquí, por lo que no voy a afirmar que lo sé todo o mucho de lo que hay que saber sobre esto. Sin embargo, solo quiero que tengamos una idea del hecho de que lo que está sucediendo aquí abajo es un reflejo de lo que está sucediendo allá arriba.
Aquí abajo, la mayor parte del tiempo las fuerzas del mal parecen estar ganando, ¿no es cierto? Pero nos animamos y perseveramos con esperanza porque sabemos que el éxito de los enemigos de Dios aquí en la tierra es de corta duración.
Cuando decimos de «corta duración», quizás piensas que debería terminar la semana que viene. Pero no, de corta duración, puede significar 500 años. No es mucho tiempo para el Dios de la eternidad. Pero el éxito de los enemigos de Dios es efímero. Lo que sabemos es que Dios tendrá la última palabra.Él triunfará sobre todos los enemigos y reinará para siempre sin oponentes. Lo que sabemos es que el cielo gobierna, no importa lo que veamos que ocurre aquí en la tierra.
Versículo 2: «En aquellos días, yo, Daniel, había estado en duelo durante tres semanas completas. No comí manjar delicado ni entró en mi boca carne ni vino, ni usé ungüento alguno, hasta que se cumplieron las tres semanas» (v. 2).
Daniel llevó una carga pesada por su pueblo en angustia y por Jerusalén, la ciudad santa de Dios, que todavía estaba en ruinas. Daniel pasó tres semanas de luto y oración ferviente.
¿Alguna vez te has sentido agobiada por algo de esa manera, algo que sabes que no es como debería ser, algo que te está rompiendo el corazón, algo que sabes que está rompiendo el corazón de Dios? Estás bajo esa carga con Dios, no puedes seguir tus ritmos ordinarios de vida. No tienes ganas de celebrar; te sientes impulsada a orar. Eso fue lo que le pasó a Daniel. Para Daniel, esas tres semanas fueron el preludio de una visión más grande que Dios quería darle de la gloria, el poder y el plan de Dios.
Veamos el versículo 4: «Y el día veinticuatro del primer mes…» A veces me pregunto qué habría pasado si Daniel hubiera dejado de orar antes de que terminaran esas tres semanas. ¿Habría tenido la misma visión de gloria? No lo sé.
«Y el día veinticuatro del primer mes, estando yo junto a la orilla del gran río, es decir, el Tigris, alcé los ojos y miré, (después de orar) y había un hombre vestido de lino, cuya cintura estaba ceñida con un cinturón de oro puro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, su rostro tenía la apariencia de un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y pies como el brillo del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud» (vv.4-6).
¿Esa descripción te suena familiar? Se parece mucho a la descripción que se dio del Cristo resucitado, reinante que el apóstol Juan vio (así como Daniel) cuando estaba en el exilio en la isla de Patmos. En Apocalipsis 1 se le da esta visión de Cristo, y creo que probablemente la visión que Daniel tuvo aquí es una visitación pre encarnada de Cristo, una cristofanía, como lo llaman los teólogos. Esta gloriosa figura.
«Y solo yo, Daniel, vi la visión. Los hombres que estaban conmigo no vieron la visión, pero un gran terror cayó sobre ellos y huyeron a esconderse. Me quedé solo viendo esta gran visión. No me quedaron fuerzas, y mi rostro se demudó, desfigurándose, sin retener yo fuerza alguna. Pero oí el sonido de sus palabras, y al oír el sonido de sus palabras, caí en un sueño profundo sobre mi rostro, con mi rostro en tierra» (vv.7-9).
Un hombre tan piadoso como Daniel, en presencia de la majestad y la gloria de Dios, cayó sobre su rostro, aterrorizado y sin palabras. A lo largo de las Escrituras, cada vez que las personas se encontraban con Dios, tenían una reacción similar. Se sentían abrumados por la sesación de su propia incapacidad y su pequeñez ante este gran Dios. Por supuesto, no se quedaban ahí hablando sin parar. En la presencia de Dios, los seres humanos quedan deshechos. Se ven a sí mismos desde una perspectiva correcta; y quedan abrumados por Su grandeza, Su esplendor y Su santidad.
Si la visión de Cristo y Su gloria tuvo este tipo de efecto en Daniel, este siervo maduro, piadoso y fiel del Señor, ¿cómo crees que sería si contempláramos verdaderamente la gloria del Cristo resucitado y reinante? Algún día lo haremos, lo que sucedió aquí nos da una idea de eso.
Versículo 10: «Entonces, una mano me tocó…» Ahora, al juntar todos estos pasajes, parece que este pudo haber sido Gabriel, quien se dirigió a Daniel con un lenguaje similar al que vimos en el capítulo 9.
«Entonces, una mano me tocó, y me hizo temblar sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. ”Daniel, hombre muy estimado, entiende las palabras que te voy a decir y ponte en pie, porque ahora he sido enviado a ti”, me dijo. Cuando él me dijo estas palabras, me puse en pie temblando» (vv.10-11).
Aquí está Daniel en la presencia de Cristo, con este ángel que viene a hablarle, atemorizado y temblando. La presencia de Dios infunde terror en los hombres finitos y pecadores; pero para aquellos de nosotros que estamos en Cristo, que somos de Dios, la presencia de Dios también nos infunde paz. La gracia nos libera del miedo. De modo que Daniel estaba atemorizado y temblando, pero también era muy estimado por Dios. «Daniel, hombre muy estimado». Puede que tu traducción diga: «varón muy amado por Dios».
Escucha, los siervos de Dios pueden ser menospreciados y rechazados aquí en la tierra, pero son muy estimados, grandemente amados por su Dios. Primera de Pedro 2 nos dice que Jesús fue «… desechado por los hombres, pero escogido y precioso delante de Dios» (v. 4). Puede que los hombres te rechacen, pero Dios te ha elegido. Eres preciosa para Él. Cuando el ángel dijo: «Daniel, hombre muy estimado», escuchamos a Dios decirnos: «(Coloca tu nombre) Eres una mujer muy estimada por Dios; eres una mujer amada por Dios». Eso es lo que eres, incluso cuando tiemblas ante Él, temblorosa y estimada.
Versículo 12: «Entonces me dijo: “No temas, Daniel, porque desde el primer día en que te propusiste en tu corazón entender y humillarte delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido”» (v.12).
Quiero hacer dos observaciones sobre este versículo. En primer lugar, el hecho de que el cielo gobierna no significa que Dios sea impersonal, desapegado, frío o indiferente a nuestras preocupaciones y oraciones. Aunque es soberano, poderoso, glorioso y grande, Dios escucha y responde las oraciones y el clamor de Su pueblo. ¿No es esto asombroso? Como una madre responde al llanto de su pequeño e indefenso bebé, nuestro gran Dios escucha y responde al clamor de Sus hijos.
Me he estado haciendo esta pregunta mientras meditaba en este pasaje. Si Dios enviara respuestas a la tierra debido a mis oraciones, ¿qué diferencia habría? ¿Habría alguna diferencia? ¿Qué no estará haciendo Dios en mi mundo y en nuestro mundo porque no estamos orando? Él le dijo a Daniel: «Tus oraciones fueron escuchadas. He venido por tus oraciones». ¿Está Dios trabajando en este mundo por mis oraciones, por tus oraciones?
En segundo lugar, Daniel había estado orando fervientemente durante tres semanas, como se dijo en la visión del capítulo 9. Una vez más, se enteró de que sus oraciones habían sido escuchadas desde el primer día que comenzó a orar. Un ángel fue enviado con la respuesta de Dios cuando Daniel comenzó a orar, sin embargo, durante esos veintiún días, Daniel no había visto evidencia de que algo estuviera sucediendo. ¿Por qué no había llegado la respuesta de inmediato si Dios la había enviado de inmediato? ¿Le tomó veintiún días a ese ángel llegar del cielo a la tierra? No, no hay distancia, no hay tiempo entre el cielo y la tierra. Entonces, ¿por qué se retrasó la respuesta?
¿Por qué a veces se demoran las respuestas a nuestras oraciones urgentes? ¿Por qué a veces parece que Dios no está escuchando nuestras oraciones, que no está respondiendo nuestras peticiones?
En el versículo 13, el ángel le dice a Daniel: vine por tus oraciones…
«Pero el príncipe del reino de Persia se opuso a mí durante veintiún días…»
Aquí entramos en el misterio, pero permítanme ayudar a comprender esto un poco. Este príncipe no es un gobernante humano; más bien, se trata de un ser espiritual de alto rango que ejercía poder e influencia sobre el poderoso Imperio persa, el príncipe del reino de Persia. Este capítulo parece sugerir que hay demonios poderosos, ángeles caídos, mensajeros de Satanás que están conectados a los imperios mundiales, a los gobernantes, a los gobiernos aquí en esta tierra. Estos mensajeros invisibles de Satanás trabajan de manera invisible detrás de muchos acontecimientos políticos y sociales aquí en la tierra, y siempre están intentando sabotear el gobierno de Dios y dañar al pueblo de Dios. «El príncipe del reino de Persia (este ser demoníaco) se opuso a mí durante veintiún días».
Efesios 6:12, nos recuerda que nuestra lucha no es «contra sangre y carne». No son presidentes ni reyes humanos, ni potencias o regulaciones, nuestra lucha no es «contra sangre y carne sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes». Esa es nuestra batalla.
Este espíritu maligno sobre Persia había tratado de impedir que el mensajero angelical le trajera a Daniel la respuesta a sus oraciones. Ahora, este mensajero angelical era poderoso, pero este príncipe de Persia, este demonio maligno, tenía el poder de oponerse al mensajero de Dios que traía la respuesta a las oraciones de Daniel. Las fuerzas del mal son poderosas y a veces crean obstáculos, dificultades y retrasos para el pueblo de Dios. Pero, escúchame, estos seres malvados están todos bajo la autoridad de Dios y no pueden impedir que Su obra se lleve a cabo. Sí, «el príncipe del reino de Persia se opuso a mí durante veintiún días», pero al final del día, el cielo gobierna –y en todo tiempo el cielo gobierna.
El mensajero angelical continúa hablando con Daniel y le dice:
«…pero Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi ayuda, ya que yo había sido dejado allí con los reyes de Persia» (v.13).
Así que aquí está el mensajero de Dios (creemos que pudo haber sido Gabriel) y el príncipe del reino de Persia; el mensajero de Satanás que se opone a él. Todo esto está sucediendo en los cielos. Daniel no podía verlo; pero a nosotros, aquí se nos ha dado un pequeño vistazo.
Entonces Miguel, uno de los ángeles principales del cielo, viene a ayudar a este otro ángel (tal vez Gabriel), y ahora este ángel le dice a Daniel: «Él me ayudó».
«Y he venido para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo al final de los días, porque la visión es para días aún lejanos» (v.14).
Este mensajero angelical había sido enviado en respuesta a las oraciones de Daniel, y cuando el malvado príncipe de Persia se le opuso, Dios envió a uno de sus ángeles principales, llamado Miguel, para ayudar a ese ángel, hasta que finalmente pudo abrirse camino a Daniel.
Podrías decir: «¡Daniel solo estaba orando!» No tenía idea de que todo esto estaba pasando. Tú no tienes idea de todo lo que sucede cuando estás orando, pero Dios lo sabe y Él controla la historia.
Versículo 14: «Y he venido para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo al final de los días…» Este es un versículo clave en los últimos tres capítulos del libro de Daniel. Dios le dio a Daniel un vistazo de lo que le sucedería a Israel, el pueblo de Daniel, al final de los tiempos. Los poderes malvados de este mundo vendrían contra ellos, pero al final esos poderes malignos serán destruidos por Dios y Sus fuerzas. Esos poderes malignos y demoníacos en el cielo trabajando aquí en la tierra no prevalecerán contra el pueblo de Dios.
Versículo 15: «Cuando habló conmigo estas palabras, volví mi rostro a tierra y enmudecí. Y uno semejante a un hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: “Señor mío, a causa de la visión me ha invadido la angustia y me he quedado sin fuerzas. ¿Cómo podrá, pues, este siervo de mi señor hablar con uno como mi señor? Porque a mí en este momento no me queda fuerza alguna, ni tampoco me queda aliento”» (vv.15-17).
Aquí está Daniel, quien había ocupado altos cargos de autoridad en el gobierno de Babilonia durante décadas, pero ahora en la presencia de este mensajero celestial se sintió abrumado por el asombro, el miedo, y con razón, porque Daniel tenía un sentido correcto y apropiado del hecho que el cielo gobierna. Daniel no era grande, no era extraordinario. Él dijo: «Soy débil, soy impotente, estoy sin palabras porque estoy en presencia de la grandeza».
Versículo 18: «Entonces el que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez y me fortaleció, y me dijo: “No temas, hombre muy estimado. La paz sea contigo. Sé fuerte y aliéntate”. Cuando habló conmigo, recobré las fuerzas, y dije: “Hable mi señor, porque me has fortalecido”» (vv.18-19).
Una vez más, este mensajero angelical infundió a Daniel con fortaleza divina, gracia y paz. Aunque todavía nada en esta tierra había cambiado, Dios estaba enviando a este mensajero para darle a Daniel lo que necesitaba para estar en la batalla.
Versículo 20: Entonces él (el ángel, el mensajero) dijo: «¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora vuelvo para luchar contra el príncipe de Persia, y cuando yo termine, el príncipe de Grecia vendrá» (v.20).
¿Qué está diciendo? Que la batalla aún no ha terminado. Todavía está en marcha. El ángel le dijo a Daniel que necesitaba regresar a la batalla que había dejado temporalmente contra el poder demoníaco sobre Persia, y que más tarde tendría que lidiar con el príncipe de Grecia, otro poder demoníaco que vendría a la escena con el surgimiento del Imperio griego 200 años después.
Versículo 21: «Sin embargo, (el ángel dijo) te declararé lo que está inscrito en el libro de la verdad…» (v.21).
Eso es lo que veremos en los capítulos 11 y 12; lo que está registrado en el libro de la verdad que el ángel le reveló a Daniel en respuesta a sus oraciones.
Como ves, en tiempos de problemas, tiempos de conflicto, Dios arma a Sus siervos con el libro de la verdad. Les infunde fuerza, gracia y paz, y luego les da el libro de la verdad para sostenerlos en la batalla. La Palabra de Dios. No importa cuán difíciles sean los tiempos en nuestros días, esto es lo que necesitamos para ser fortalecidas, sostenidas, sustentadas con la palabra de la verdad. Ahí está nuestro poder.
Regresa al versículo 1 de este capítulo; dice: «El mensaje, revelado a Daniel, era verdadero», la palabra de la verdad, «y acerca de un gran conflicto». Empieza diciendo: «El mensaje era verdadero», y luego dice: «te declararé lo que está inscrito en el libro de la verdad». La verdad es poderosa. Este mundo está atrapado en mentiras y engaños. Eso es lo que hace Satanás; es un maestro de las mentiras. Él siempre miente, y sus demonios mienten, y las personas a través de las cuales él trabaja en esta tierra, mienten.
Hay engaño en nuestro mundo. Pero nuestra defensa y nuestra ofensiva contra el engaño es la palabra de verdad. Hay un conflicto constante en nuestro mundo. Se trataba de un gran conflicto en los días de Daniel, en nuestros días y hasta la consumación de los siglos.
Cuando veas o leas las noticias, cuando veas a gobernantes, gobiernos y funcionarios haciendo cosas malvadas; o veas cristianos perseguidos, leyes impías promulgadas que dañan al pueblo de Dios, de nuevo, no te sorprendas. Recuerda que estos poderes terrenales no tienen la última palabra. Están reflejando a su contraparte demoníaca en el reino espiritual. Hay un conflicto entre esos mensajeros de Satanás y los ángeles de Dios. Está sucediendo todo el tiempo y no podemos verlo.
Y no debemos abundar mucho más al respecto, porque realmente sabemos muy poco. Un día veremos y sabremos más, pero sabemos que esto está sucediendo. Sabemos que incluso mientras los enemigos de Dios en este mundo están peleando contra el pueblo de Dios, existen esas contrapartes en los lugares celestiales, los poderes demoníacos y los ángeles de Dios, luchando, oponiéndose unos a otros.
Pero no estamos solas para luchar aquí en esta tierra. En formas que son un misterio para nosotras y que no podemos comprender completamente y que casi no conocemos, Dios envía a Sus santos ángeles para apoyar y fortalecer a Sus santos en la batalla. No solo hace esto por Daniel.
Hebreos 1:14, nos dice que Dios envía ángeles, siervos ministradores, para ayudar a los que están siendo salvos, Su pueblo. Dios envía a Sus ángeles. No sé lo que están haciendo o cómo lo hacen, pero creo que en la batalla nos fortalecen. Una buena manera de hacerlo es recordándonos la palabra de verdad. Esto es lo que nos sostiene y nos fortalece.
A través de todo –de todas esas batallas que están sucediendo en esta tierra, las batallas que sabemos que ocurren en los cielos que son mucho más grandes y feroces– a través de todo eso, ¿qué sabemos? Que el cielo gobierna. Sabemos quién gana. Sabemos el resultado final, así que, que se aliente nuestro corazón. Levantamos nuestra mirada, oramos, a veces nos sentimos increíblemente débiles, pero luego Dios nos infunde Su fuerza. Él nos da Su palabra de verdad y seguimos adelante, porque sabemos que el cielo gobierna. Amén.
Annamarie: En los momentos en que sientes a Dios ausente y que lo malo que te rodea es más real que Sus promesas…¿dónde pones tu mirada? Nancy DeMoss Wolgemuth te ha animado a poner tus ojos en la Palabra de Dios, en la Biblia, y a encontrar en el Dios Altísimo y soberano la fuerza que necesitas.
Y sabes, no solo necesitamos reenfocar nuestra mirada, sino también nuestro temor. Si tememos a Dios, seremos libres del temor al hombre y del temor a todo lo que está sucediendo en el mundo, aunque nos afecte y nos aflija. Mañana Nancy nos hablará más acerca de esto cuando veamos el capítulo 11 del libro de Daniel. Asegúrate de leerlo y marcar las evidencias que encuentres de que, el cielo gobierna.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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