Cuando necesitas valentía (Daniel 1)
Nancy DeMoss Wolgemuth: Déjame decirte, El cielo gobierna, no es un pensamiento superficial. No es una frase cualquiera. ¡Es muy importante! Y esto, amiga mía, es lo que anclará tu corazón cuando estés siendo sacudida y arrojada por las tormentas de la vida. El cielo gobierna.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
En medio de los desafíos y las decisiones difíciles, conocer a Dios como soberano será un ancla para tu corazón. Esto es lo que Nancy te ayudará a hacer a través de la serie, El cielo gobierna. Ayer transmitimos el primer episodio, en el cual Nancy te dio una descripción general del libro de Daniel. Hoy ella te lleva a profundizar en el capítulo 1 de ese libro y te anima a hacerle frente a la vida con valentía.
Nancy: A medida que crecíatuve …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Déjame decirte, El cielo gobierna, no es un pensamiento superficial. No es una frase cualquiera. ¡Es muy importante! Y esto, amiga mía, es lo que anclará tu corazón cuando estés siendo sacudida y arrojada por las tormentas de la vida. El cielo gobierna.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
En medio de los desafíos y las decisiones difíciles, conocer a Dios como soberano será un ancla para tu corazón. Esto es lo que Nancy te ayudará a hacer a través de la serie, El cielo gobierna. Ayer transmitimos el primer episodio, en el cual Nancy te dio una descripción general del libro de Daniel. Hoy ella te lleva a profundizar en el capítulo 1 de ese libro y te anima a hacerle frente a la vida con valentía.
Nancy: A medida que crecíatuve el gran privilegio de asistir a una escuela cristiana desde el preescolar hasta la escuela secundaria. Estoy muy agradecida por eso, y también por poder estar en iglesias sólidas que predican la Biblia, escuelas dominicales, tiempos de devocionales familiares –son tantas las maneras en las que mientras crecía la Palabra alimentaba mi mente y mi corazón.
Recuerdo claramente una clase que tuve en décimo grado. Se llamaba «Culturas del mundo», y el maestro era un señor llamado Roy Parmelee. Él era también el entrenador de baloncesto masculino, y los muchachos lo llamaban entrenador Parm. En esta clase estudiamos el surgimiento y la caída de las naciones a lo largo de la historia universal.
El Sr. Parmelee, entrenador Parm, nos ayudó a ver que estos eventos visibles en el mundo no eran solo sucesos naturales y terrenales, sino que más allá y alrededor de todo lo que podíamos ver en los libros de historia, hay un Dios invisible, sabio y soberano que está supervisando todo lo que está sucediendo aquí en esta tierra.
Estoy muy agradecida por esa clase y la perspectiva que me brindó. No era una perspectiva nueva, porque tuve padres que desde mi infancia me habían estado recordando que Dios es grande, que Dios es maravilloso, que Dios es bueno y que podemos confiar en Él para escribir nuestra historia. Pero verlo de una manera tan clara en esta clase de cultura mundial hizo una diferencia realmente significativa en mi vida.
Hoy te quiero invitar a que me acompañes al libro de Daniel. Ayer iniciamos una serie titulada: El cielo gobierna: la soberanía de Dios en el libro de Daniel. A lo largo de esta serie vamos a tomar aproximadamente un capítulo cada día, durante el tiempo que sea necesario, para recorrer el libro de Daniel, buscando a Dios y evidencias de que el cielo gobierna.
Así que, quiero animarte a que escribas en tu Biblia las siglas ECG (el cielo gobierna) al margen de la página siempre que veas algo que indique que el cielo gobierna. Verás todo tipo de cosas que suceden en la tierra, pero ¿cuáles son las evidencias o los recordatorios de que Dios está a cargo, de que Dios «tiene el mundo entero en Sus manos»?
Vamos a leer estos capítulos. Este texto en el libro de Daniel, en su mayor parte, habla por sí solo. Me detendré en el camino y arrojaré luz adicional sobre el pasaje, solamente algunas de las ideas que el Señor me ha estado mostrando. Nuevamente, no vamos a profundizar en el libro de Daniel. Hay muchas otras cosas que podríamos estudiar, pero únicamente estamos buscando esta visión general de que el cielo gobierna.
Oh Señor, oro para que al abrir Tu Palabra, Tu abras nuestros ojos, abras nuestros corazones, abras nuestro entendimiento para ver y saber en lo más profundo de nuestro ser, que el cielo realmente gobierna. No solo gobernaste en los días de Daniel, hace 2700 años, sino que reinas en nuestros días, y siempre reinarás. Por eso te alabamos y adoramos. En el nombre de Jesús. Amén.
Daniel 1, versículo 1:
«En el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jerusalén y la sitió».
Esto ocurrió alrededor del 605 A.C. Esta fue una invasión que había sido profetizada años antes por el profeta Jeremías. Ahora, detengámonos aquí. «En el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jerusalén y la sitió». Quiero que noten en este pasaje que siempre hay dos perspectivas.
Tal como el entrenador Parm nos enseñó en Culturas del mundo en décimo grado, existe la vista desde la tierra. Esta es la realidad visible. Estas son las cosas que puedes ver. Estas son las cosas que puedes escribir en los libros de historia. Esa es una perspectiva. Pero también existe el punto de vista del cielo. Esto es lo que solo Dios ve y lo que Dios sabe. Y esta perspectiva es igualmente real. Es incluso más real que lo que está sucediendo aquí en la tierra. Es muy real, pero no se ve. Es invisible para nuestros ojos humanos.
Entonces, desde la perspectiva de la tierra, había dos reinos: Judá y Babilonia. Había dos reyes: Joacim, rey de Judá, y Nabucodonosor, rey de Babilonia. Uno dominó al otro. El rey Nabucodonosor invadió y se apoderó de Jerusalén en el reino de Judá.
Ahora, cuando ves en la Biblia lo que está sucediendo aquí en la tierra, es como leer un informe de noticias o ver las noticias en el horario de máxima audiencia o leer un capítulo en un libro de historia, todo se trata de cosas que suceden aquí en este mundo.
Tienes realidades geopolíticas, hay reyes y naciones que suben y caen, que vienen y van. Hay batallas, hay guerras. Esto sucede todo el tiempo en nuestro mundo. De eso se tratan las noticias, de lo que está pasando aquí en la tierra, desde esa perspectiva.
Vemos que esto sucede no solo entre naciones, sino a veces entre miembros de la familia, compañeros de trabajo, amigos o dentro de diferentes comunidades. ¿No hemos visto una cultura polarizada y dividida en los últimos años –incluso más de lo que la mayoría de nosotros pudiera recordar? Hay conflictos. Hay tensiones, diferencias y disputas. Esa es la realidad visible.
Pero volvamos al versículo 1: «En el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jerusalén y la sitió». Versículo 2: «El Señor entregó en sus manos a Joacim, rey de Judá, (volveremos a este versículo más adelante) así como algunos de los utensilios de la casa de Dios. Estos se los llevó a la tierra de Sinar, a la casa de su dios, colocando los utensilios en la casa del tesoro de su dios».
Así que aquí tenemos a este rey impío, Nabucodonosor, que saquea Jerusalén, captura la ciudad, destruye el templo y transporta sus objetos sagrados para ponerlos en el templo de su dios pagano. Permítanme decirles: esta fue una tragedia humillante y devastadora para los judíos. Y es seguro que esta no es la historia que el pueblo de Dios hubiera querido para su nación y para su ciudad santa y para el templo donde había morado la presencia de Dios. Decir que el pueblo de Dios estaba en una situación desesperante habría quedado corto en comparación con lo que estaban viviendo.
Pero...hay algo que anima nuestros corazones al leer este pasaje. Podemos ver que Dios no estuvo ausente en esta escena. Acabamos de ver la perspectiva visible y terrenal… Pero si nos detenemos en el versículo 2, vemos la realidad oculta e invisible. Nos dice que El Señor (Adonai, es un nombre de Dios del que hablamos ayer) entregó al rey Joacim de Judá a Nabucodonosor.
Ahora, eso no es lo que estaban escribiendo en las noticias, no es lo que dicen los libros de historia. Dicen lo que hizo el rey Nabucodonosor, pero la Biblia dice lo que hizo el Señor, que entregó al rey Joacim de Judá a Nabucodonosor. El cielo gobierna.
¿Quién entregó al rey de Judá, al rey de Babilonia? ¿Quién lo hizo? ¡Dios lo hizo! ¡El Señor lo hizo! Desde la perspectiva de los judíos, parecía que era Nabucodonosor quien estaba entrando y haciendo esto. Y, de hecho, lo hizo, pero no era la causa final. Él fue simplemente el instrumento que Dios usó para lograr Sus propósitos en el pueblo de Judá. Dios lo hizo.
Parecía que el rey Nabucodonosor estaba tomando las decisiones. Sin embargo, si los judíos hubieran podido ver lo que estaba sucediendo desde la perspectiva del cielo, se habrían dado cuenta de que al final, Nabucodonosor no estaba a cargo. Dios lo estaba. Dios es soberano sobre naciones y reyes. Él siempre está cumpliendo Sus propósitos en este mundo para la gloria de Su nombre.
En este caso hubo múltiples propósitos. Uno de ellos es muy claro, a través del libro de Daniel, Dios quería revelarse al rey de Babilonia que no creía en Él. Tenía su propio dios, sus propios dioses. Dios quería darse a conocer a Nabucodonosor, y eso sucederá en el libro de Daniel.
Pero Dios también estaba disciplinando a Su pueblo que había proclamado que Él era su Dios, sin embargo lo habían abandonado. El saqueo del templo a manos de Nabucodonosor simplemente simbolizó lo que ya había sucedido en los corazones del pueblo de Dios. Habían seguido a otros dioses. ¿Por qué debían preocuparse por los artículos del templo que habían sido entregados a esos otros dioses falsos?
Vemos que Dios es soberano sobre los gobernantes, sobre las naciones, sobre los asuntos geopolíticos de nuestro mundo. Esa es la imagen macro, global. Ese es el panorama general. Dios es grande. Dios está a cargo de todo.
Pero también me encanta lo que vemos en el libro de Daniel, que Dios es soberano sobre los eventos, los acontecimientos y los detalles de nuestras vidas de manera individual. Esta es una imagen micro, más pequeña. Es cierto incluso cuando el guion resulta muy diferente a lo que habríamos escrito si el lápiz hubiera estado en nuestras manos.
Leamos los versículos del 3 al 5:
«Entonces el rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales, que trajera de los israelitas a algunos de la familia real y de los nobles. Estos jóvenes no debían tener defecto alguno, serían de buen parecer, inteligentes en toda rama del saber, dotados de entendimiento y habilidad para discernir y que tuvieran la capacidad para servir en el palacio del rey; y le dio órdenes de que les enseñara la escritura y la lengua de los caldeos. El rey les asignó una ración diaria de los manjares del rey y del vino que él bebía, y mandó que los educaran por tres años, después de los cuales entrarían al servicio del rey» (vv. 3-5).
Nabucodonosor reclutó a algunos de los mejores jóvenes de Israel para servir en su palacio. Eran brillantes, tenían talento, eran de buen parecer, fuertes, saludables, con una procedencia aristocrática. Los puso en un programa de formación intensiva de tres años (una especie de MBA en Babilonia). Les proporcionó un salario, la mejor comida y bebida posible, todo en preparación para servirle en el Imperio babilónico.
Ahora, al pensar en esto, debe haber sido algo fascinante para estos jóvenes ser elevados y honrados de esta manera. Creo que para muchos, y tal vez la mayoría de los jóvenes hebreos, ya que no eran solo cuatro; había otros, tal vez creyeron en esta brillante carrera profesional que se les estaba dando. Tal vez eso disminuyó cualquier sensación de pérdida que pudieran haber sentido al ser sacados de su tierra natal.
Pero no fue así para Daniel y sus tres amigos. Estos cuatro jóvenes se destacaron por ser diferentes. Veamos lo que sucede a partir del versículo 6.
«Entre todos estos (hombres capaces y talentosos de la tribu de Judá), estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Entonces el jefe de los oficiales les puso nuevos nombres: (cambió sus nombres, les asignó nombres nuevos) a Daniel le puso Beltsasar, a Ananías, Sadrac, a Misael, Mesac y a Azarías, Abed Nego».
¿Qué estaba haciendo? Estaba tratando de que estos hombres fueran absorbidos por la cultura babilónica. «Dejen su tierra natal, su legado, su historia, su cultura. Déjenlo todo atrás. Hay un nuevo alcalde en la ciudad. Hay un nuevo día. Y ahora se convertirán en babilonios».
Los nombres hebreos que trajeron consigo, los que les dieron al nacer, reflejaban su fe en el Dios de los hebreos. Ves que dos de ellos terminan con las letras el –Daniel, Misael– ese es El, Dios, Elohim. Esa es una referencia al Dios de Israel. Y luego dos de sus nombres empiezan con ah (aunque no lo podemos ver en español), Ananías y Azarías, que también están relacionados con Jehová, Yahweh. Estos eran nombres que reflejaban la fe de sus padres en el Dios de Israel.
Entonces los siervos del rey dijeron: «No más Dios de Israel para ustedes». Los nombres nuevos que les dieron estaban todos relacionados con los dioses babilónicos. Beltsasar: Bel era uno de los dioses de Babilonia que adoraba Nabucodonosor. Entonces el mensaje era: «Vas a cambiar. Toda tu cultura va a cambiar. Todas sus vidas van a cambiar. Serán reprogramados para pensar como babilonios y adorar como babilonios».
Así que lo que parecía ser un proceso de selección aleatorio, parecido a una lotería, no lo fue en absoluto. Fue la mano de Dios, la intervención de Dios a favor de Daniel y sus amigos.
Al meditar en esto pienso que esta también era la manera en que Dios levantaba un testigo en esta tierra pagana al más alto nivel. Dios eligió a estos hombres. Ellos pensaron que habían sido elegidos por el rey, pero fue Dios quien los eligió.
Estos cuatro hombres, como veremos a lo largo del libro de Daniel, se destacaron por su lealtad a su herencia, por su valentía para permanecer fieles a su Dios –incluso cuando eso requirió que se opusieran a los edictos del rey de Babilonia. Estuvieron dispuestos a nadar contra la corriente motivados por la devoción a su Dios, el Altísimo. Ellos nunca lo olvidaron. Bel no es el dios más alto. Jehová, Elohim, Adonai, Él es el Dios Altísimo. Y su lealtad final fue a Él por encima de toda autoridad terrenal.
El versículo 8 dice:
«Pero Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía, y pidió al jefe de los oficiales que le permitiera no contaminarse».
Ahora, el hecho de que el cielo gobierna no significa que podamos simplemente sentarnos y vivir una vida indulgente y descuidada. Daniel tenía una responsabilidad y la asumió. Decidió no contaminarse.
Y mientras tomaba esas resoluciones junto a sus tres amigos, vemos la mano de Dios protegiéndolos y guiándolos, mientras navegaban por los desafíos y las complejidades de vivir en este mundo caído y pecaminoso. Tendrían que tomar decisiones difíciles. Iban a ser colocados en lugares duros. ¿Cómo iban a hacer esto?
En todo esto vemos la mano sobrenatural de Dios. Aquí encontramos otra visión de que el cielo gobierna en el versículo 9 de Daniel 1:
«Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de oficiales».
En medio de las demandas del rey, aquí hay un hombre que mira con favor a Daniel y a sus amigos. ¿Por qué? Porque Dios lo hizo. Dios lo movió.
Dios moverá el cielo y la tierra y hará todo lo que sea necesario para ayudarte cuando sabe que necesitas protección o dirección. Pero tendrás que mantenerte firme, ser valiente, ser leal a Dios, estar dedicada a Él. Luego mira a Dios hacer todo lo que tiene que hacer para satisfacer tus necesidades en esa situación.
El mismo Dios que entregó a Judá al rey de Babilonia también era quien obraba en los detalles de la vida de Daniel… Primero dando a su supervisor una actitud amable hacia él y haciendo que se mostrara abierto a la petición de Daniel.
¿Qué nos dice proverbios 21 en el versículo 1? «Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor; Él lo dirige donde le place». Incluso los reyes que no reconocen a Dios, los reyes que se resisten a Dios, los reyes que odian a Dios, los reyes que adoran a dioses ajenos y dioses falsos, esos corazones están en las manos de Dios, y Dios hace que sus corazones sean como ríos de agua en la manera en que Dios quiera.
Nabucodonosor no estaba a cargo. Y puedes colocar el nombre de cualquier otro rey, gobernante, presidente o líder en tu lugar de trabajo o en tu gobierno, en el mundo, pon su nombre en el espacio en blanco. Ellos no están a cargo. Dios está a cargo.
Ahora, el hecho de que Dios estaba a cargo y que Dios cambió el corazón de su supervisor no hizo que la vida de Daniel fuera fácil. No todo encajó de inmediato. Mira el versículo 10:
«Y el jefe de oficiales (el supervisor) dijo a Daniel: "Temo a mi señor el rey, porque él ha asignado su comida y su bebida. ¿Por qué ha de ver sus rostros más pálidos que los de los demás jóvenes de su edad? Así pondrían en peligro mi cabeza ante el rey"».
«Pero Daniel dijo al mayordomo a quien el jefe de oficiales había nombrado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: “Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua para beber. Que se compare después nuestra apariencia en tu presencia con la apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus siervos según lo que veas”. El mayordomo los escuchó en esto y los puso a prueba por diez días» (vv. 11-14).
Ahora, ¿por qué crees que el supervisor estuvo de acuerdo con esto, sabiendo que su vida podría estar en juego? Claro, se mostraba bondadoso hacia Daniel y sus amigos, pero temía que el rey lo matara si esto no salía bien. ¿Por qué aceptó? Porque el cielo gobierna. El corazón del rey está en la mano del Señor. El corazón de este siervo estaba en la mano del Señor. Así que estuvo de acuerdo.
Puedes confiar en que Dios escribe tu historia. Dios siempre está obrando.
Veamos los versículos 15 y 16:
«Después de los diez días el aspecto de ellos parecía mejor y estaban más rollizos que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey. Así que el mayordomo siguió suprimiendo los manjares y el vino que debían beber y les daba legumbres» (vv.15-16).
Podríamos decir mucho más sobre Daniel y sus amigos, y tal vez algún día hagamos una serie sobre eso, pero quiero que veamos aquí que Dios honró la valentía de estos jóvenes. Dios actuó a favor de ellos de tal manera que sus conciencias pudieran estar limpias hacia su Dios y que los objetivos del rey pudieran cumplirse.
En cada paso del camino, a medida que se desarrollaba la historia, Dios estaba con ellos. Dios estaba escribiendo su historia. Dios los estaba equipando, preparando y capacitando para este llamado, mientras los jóvenes hebreos eran transportados, trasplantados a Babilonia, sirviendo bajo las órdenes de un rey pagano.
En el versículo 17, hay otra evidencia de Dios, otro el cielo gobierna:
«A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento e inteligencia en toda clase de literatura y sabiduría» (v.17).
Es bueno aclarar que no fue la dieta la que permitió que esto sucediera. Comer sano te hará pensar con más claridad. Pero es Dios. Está claro en este pasaje que Dios les dio conocimiento y entendimiento en literatura y sabiduría.
«Además, Daniel entendía toda clase de visiones y sueños» (v.17).
ECG ¡El cielo gobierna! Márcalo en tu Biblia. ¡Dios lo hizo! Dios les dio a Daniel y sus amigos estos dones con un propósito. Iban a enfrentar situaciones en las que necesitarían estas habilidades, esta sabiduría inusual, esta capacidad para comprender la visión y los sueños de todo tipo. Lo veremos en el próximo capítulo.
La providencia de Dios, eso es lo que va delante de nosotros. Hace provisión para lo que está por venir. Dios sabía lo que necesitarían antes de que lo supieran, antes de llegar allí. Pro –antes. Video –para ver. (Es decir, ver antes). La providencia de Dios: Él ve. Él sabe. Además, Él está orquestando todo lo que está por venir y hace provisión para ti incluso antes de que llegues allí.
Puedes contar con Dios para que te dé lo que necesitarás para las oportunidades, las circunstancias y los desafíos que se avecinan y que ni siquiera puedes comenzar a ver en este momento, pero Dios los ve. Dios lo sabe. Dios sabe lo que va a pasar en tu salud, en tu familia, en tus finanzas, en tu trabajo, en tu país, en este mundo y todo lo que está sucediendo en este mundo, Dios ve y Dios sabe. Él está obrando.
Y cuando necesites tomar decisiones difíciles y elecciones duras, Dios te dará –Dios te ha dado– los dones, la sabiduría que necesitas y que necesitarás en esos momentos.
Veamos los versículos del 18 al 20 en Daniel, capítulo 1:
«Después de los días que el rey había fijado para que fueran presentados, el jefe de oficiales los trajo ante Nabucodonosor. El rey habló con ellos, y de entre todos ellos no se halló ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Entraron, pues, al servicio del rey. Y en todo asunto de sabiduría y conocimiento que el rey les consultó, los encontró diez veces superiores a todos los magos y encantadores que había en todo su reino» (vv.18-20).
Estos son jóvenes que todavía están en la mitad de la adolescencia, y son diez veces más sabios, más inteligentes, más capaces y tienen mejores respuestas que los chicos que habían estado estudiando durante toda la vida para hacer todas estas cosas. ¿Por qué? Porque Dios les dio conocimiento y entendimiento. El cielo gobierna.
«Daniel estuvo allí hasta el primer año del rey Ciro» (v.21).
Entonces, desde el momento en que Daniel y sus amigos fueron llevados de Judá a Babilonia hasta el momento en que Daniel sirvió bajo el rey Ciro, hubo casi setenta años. Desde el momento en que era un joven adolescente hasta el momento en que este pasaje se refiere a que estuvo «hasta el primer año del rey Ciro».
Durante esos años, reyes y reinos se levantaron y cayeron, y Daniel sobrevivió a todos ellos. Daniel sirvió fiel y eficazmente en un ambiente pagano, porque Dios fue fiel para con él.
- Dios proveyó para él
- Dios lo protegió
- Dios lo dirigió
- Dios lo sustentó
- Dios liberó a sus amigos del horno de fuego sobre el que vamos a leer
- Dios cerró la boca a los leones hambrientos
Daniel y sus amigos fueron invencibles mientras Dios quiso mantenerlos aquí en la tierra y usarlos. Los reyes no eran invencibles. Dios los sacó de la escena cuando llegó el momento de terminar su reinado. Pero Dios mantuvo a Daniel y sus amigos sirviendo en este lugar de influencia, representando a Jehová, el Dios del cielo y de la tierra.
Fue Dios quien dotó a Daniel y a sus amigos de conocimiento, comprensión y habilidades superiores. Fue Dios quien los elevó a posiciones de influencia –no para su propio beneficio, no para que fueran arrogantes– sino como parte de la gran historia que Dios estaba escribiendo en la vida de Su pueblo y en la vida de estos reyes bajo los cuales sirvió Daniel y en los eventos mundiales que estaban por venir. El cielo gobierna.
Dios mueve. Él mueve reyes. Él mueve las circunstancias. Él se mueve en nuestras vidas, a menudo de maneras misteriosas, invisibles e incomprensibles, siempre trabajando para lograr Sus propósitos en nosotros y a través de nosotros en nuestro mundo. El cielo gobierna.
Y… volviendo a esa clase de Culturas del mundo de décimo grado, ese fue un año importante para mí. Mientras estaba sentada en clases, una adolescente, escuchando al entrenador Parm sobre cómo Dios gobierna, Dios reina, Dios es soberano sobre reyes y eventos; estudiamos las guerras mundiales y los diferentes levantamientos y caídas de diferentes reinos y naciones, pero él seguía recordándonos que el cielo gobierna, que Dios estaba escribiendo una historia que no podíamos ver ni conocer.
Bueno, eso era lo que estaba pasando en la escuela en mi vida ese año, pero había otras cosas que estaban pasando en mi vida. La noche antes de que comenzaran las clases en septiembre de mi décimo grado, nuestra casa se quemó en un incendio durante la noche. Todas las vidas se salvaron. Salimos todos. Tuvimos que dejar esa casa. Nos acogieron y vivimos en un par de casas diferentes durante los siguientes meses mientras las cosas volvían a estar en orden.
Al final de ese año escolar, mi madre fue operada de un tumor cerebral que ponía en peligro su vida. Y en el transcurso de ese mismo año, el negocio de mi padre estaba bajo un enorme peligro. Estaba siendo amenazado, y casi perdió totalmente el negocio que había pasado años construyendo. Su negocio había sido muy exitoso. Pero durante ese año su negocio perdió dinero en abundancia.
Así que sucedieron muchas cosas en nuestra familia ese año. Estaba sentada en una clase de Culturas del mundo de décimo grado, aprendiendo que el cielo gobierna –el cielo gobierna. Yo vivía en un hogar –era la mayor de siete hermanos en ese momento– con padres que independientemente de lo que estuviera sucediendo en nuestras vidas, constantemente nos recordaban: Dios sabe lo que está haciendo. Dios es bueno. Dios es fiel. Podemos confiar en Él. El cielo gobierna.
Yo sabía eso teológicamente antes de llegar al décimo grado porque me lo habían enseñado desde que era muy, muy pequeña. Pero llegué a aprenderlo de una manera nueva ese año. Miro hacia atrás a las Culturas del mundo de décimo grado, todas las experiencias de vida de ese año, todo eso trajo un ancla a mi corazón que nunca me ha fallado, que nunca ha cambiado, nunca me ha dejado en todos los cambios, desafíos, locuras y desconciertos de la vida en este mundo a lo largo de décadas.
Estoy aquí para decirte lo que aprendí ese año y lo que todavía creo desde lo más profundo de mi ser –el cielo gobierna. El cielo gobierna.
Déjame decirte, este no es un pensamiento superficial. No es una frase cualquiera. ¡Esto es muy importante! Y esto, amiga mía, es lo que anclará tu corazón cuando estés siendo sacudida y arrojada por las tormentas de la vida. El cielo gobierna.
Gracias, Padre, por esta dulce certeza, bendita seguridad: el cielo gobierna. Te adoramos. Te alabamos. Porque incluso cuando no podemos ver, cuando no podemos sentir o no estamos seguras de lo que nos espera, Tú lo sabes. Vas delante de nosotras, has hecho provisión. Nos estás equipando y dándonos todo lo que vamos a necesitar.
Así que nos apoyamos firmemente en Tu providencia. Respiramos profundo. Nuestros corazones se levantan, se fortalecen, se sostienen y alientan en Ti. Estamos gozosas en medio de las pruebas, pacientes en la aflicción, gozosas en la esperanza porque el cielo gobierna. Amén.
Annamarie: Y tú, ¿dónde está anclado tu corazón? ¿Conoces al Dios Altísimo y soberano? Espero que lo que has escuchado hoy de Nancy DeMoss Wolgemuth haya renovado tu perspectiva de la vida, y te haya animado a vivir con valentía, allí en medio de las circunstancias que estás enfrentando.
Y permíteme preguntarte, en medio del ambiente político actual, ¿te has visto en necesidad de sabiduría? Dios tiene palabras para nosotras para tiempos como estos. Acompáñanos mañana para profundizar en el capítulo 2 del libro de Daniel.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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