Cuando necesitas humillarte
Nancy DeMoss Wolgemuth: La mejor sabiduría del mundo siempre será limitada e insuficiente para los problemas del mundo. Los que conocemos al Dios del cielo tenemos que estar preparados cuando se nos pida que hablemos de Su sabiduría en alguna situación.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Sabías que todo lo que tienes te ha sido dado por Dios? ¿Lo ves de esa forma? A veces nuestro orgullo se interpone en el camino y olvidamos lo dependientes que realmente somos de Dios. Hoy, Nancy te mostrará lo que sucede cuando tu orgullo toma el control. Ella continúa con el capítulo 5 del libro de Daniel.
Nancy: Mientras trabajaba en este material recibí un correo electrónico aleatorio en mi bandeja de entrada con el título: «¿Cuál fue el día que cambió tu vida de un modo que nunca lo …
Nancy DeMoss Wolgemuth: La mejor sabiduría del mundo siempre será limitada e insuficiente para los problemas del mundo. Los que conocemos al Dios del cielo tenemos que estar preparados cuando se nos pida que hablemos de Su sabiduría en alguna situación.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Sabías que todo lo que tienes te ha sido dado por Dios? ¿Lo ves de esa forma? A veces nuestro orgullo se interpone en el camino y olvidamos lo dependientes que realmente somos de Dios. Hoy, Nancy te mostrará lo que sucede cuando tu orgullo toma el control. Ella continúa con el capítulo 5 del libro de Daniel.
Nancy: Mientras trabajaba en este material recibí un correo electrónico aleatorio en mi bandeja de entrada con el título: «¿Cuál fue el día que cambió tu vida de un modo que nunca lo habrías imaginado al despertar esa mañana?»
Me di la vuelta y se lo leí a Robert, y le dije: «¡Esta es una gran introducción al pasaje que estaremos viendo hoy en el libro de Daniel!» No sé de dónde vino ese correo electrónico. Pero, nada es al azar –el cielo gobierna ¿cierto? Entonces, te pregunto, ¿cuál fue el día que cambió tu vida de un modo que nunca lo habrías imaginado al despertar esa mañana?
Hoy vamos a ver un día que cambió la vida de un rey babilónico y sus súbditos, de un modo que nunca lo habrían imaginado cuando se despertaron ese día.
Al ir avanzando en este estudio del libro de Daniel, en cada capítulo estamos viendo otro encuentro entre el reino del hombre, altamente visible y el reino de Dios, que es mayormente invisible. Estos son reinos en conflicto. Hay una guerra por la adoración. Hay una batalla entre estos reinos, el reino de Dios y el reino del hombre. Y en cada uno de estos encuentros, el objetivo de Dios es dejar claro que… ¿qué? Que el cielo gobierna.
Hoy veremos Daniel capítulo 5. Déjame invitarte a ir allí en tu Biblia, y permíteme darte un poco del trasfondo antes de ver el texto.
Hemos estado viendo al rey Nabucodonosor en los últimos días. Este fue sucedido por otro rey babilónico llamado Belsasar. Las dos historias de estos dos reyes son extrañamente similares. Tenían muchas cosas en común.
- Ambos eran idólatras; ambos adoraban a dioses falsos.
- Ambos se gloriaban de sus riquezas e influencia para construir su propia marca, su propio reino.
- Ninguno de los dos, ni Nabucodonosor ni Belsasar reconocieron la fuente de su grandeza, por lo que tomaron para sí la gloria que no les pertenecía.
- Ambos gobernaron sus reinos por la fuerza y por el miedo, acabando con cualquiera que se interpusiera en su camino y recompensando a cualquiera que alimentara su ego y apoyara su régimen.
- Ambos hombres tenían una visión elevada de sí mismos; ambos se consideraban gobernantes supremos.
- Ambos aprendieron de manera difícil que Dios puede humillar a los que caminan en orgullo.
Eso fue lo que vimos ayer en Daniel 4:37. Dios es capaz de humillar a los que caminan con soberbia y orgullo.
Para Nabucodonosor, hubo tiempo para arrepentirse y humillarse; pero para Belsasar, fue el final. Dios lo humilló de una manera definitiva debido a su caminar orgulloso.
- El orgullo evitó que estos reyes vieran que todo lo que tenían –la abundancia, la influencia, el poder– todo les había sido dado por Dios.
- El orgullo les impidió ver que Dios era el soberano, el gobernante supremo del mundo, y que dependían de Él desde su respiración hasta su existencia.
- El orgullo les impidió ver que Dios los había levantado, y que podía hacerlos caer fácilmente. De hecho, un día Él haría precisamente eso.
El orgullo es un pecado mortal, engañoso y destructivo en la vida de cualquier persona, pero creo que es particularmente vergonzoso y desagradable en alguien que ha sido dotado por Dios con posición, poder y privilegios. Dios les da esos dones, esas fortalezas, esa influencia, pero toman el crédito para sí mismos y son orgullosos.
Ahora, Daniel capítulo 5 salta en la cronología de Daniel, al final dramático del reinado de Belsasar en el año 539 A.C., aproximadamente veinte años después de la muerte de Nabucodonosor. El nombre Belsasar es en realidad una oración al dios babilónico llamado Bel. El nombre Belsasar significa «Bel protege al rey», o «Bel salva al rey». Vamos a ver al final de este capítulo que cuando Dios dijo: «Tu tiempo terminó», Bel fue incapaz de proteger y salvar al rey.
El capítulo 5 abre con Belsasar dando un banquete extravagante. Nos recuerda mucho al banquete que preparó el rey Asuero en los tiempos de Ester, algunos años después. Los dos banquetes estaban destinados a mostrar el poder, la riqueza y la gloria del rey. Leamos juntas en Daniel capítulo 5, comenzando en el versículo 1.
«Belsasar, rey de Babilonia (Bel protege al rey, Bel salva al rey) ofreció un gran banquete a mil de sus nobles, y en presencia de los mil se puso a beber vino. Mientras saboreaba el vino (eso es mucho vino; mucho alcohol fluye en esta historia, para que puedas imaginar algo de lo que también sucedió), Belsasar ordenó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor su padre había sacado del templo que estaba en Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas». (Sabemos que había mil nobles; no sabemos cuántas esposas y concubinas estaban ahí).
Versículo 3:
«Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del templo, la casa de Dios que estaba en Jerusalén, (en una derrota humillante a Jerusalén años antes), y el rey y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas bebieron en ellos. Bebieron vino y alabaron a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra» (vv.1-4).
Vamos a detenernos aquí. Parece una gran victoria para los enemigos de Dios y una humillante derrota para el pueblo de Dios. Aquí están estos paganos, los idólatras, bebiendo en los vasos que habían robado del templo antes de saquearlo. Habían llevado a la gente y los hicieron cautivos, llevaron los vasos sagrados de Jerusalén a Babilonia y ahora los están usando en la adoración de sus dioses paganos. Parecía que los dioses paganos estaban ganando.
Pero, el cielo gobierna. No lo olvides. Jehová es el Dios Altísimo. Él es el creador; Él es el Autor de la historia humana. Todo esto fue parte del plan soberano de Dios para destruir a los malvados, para derribar el orgullo del hombre, rescatar, redimir y restaurar a Su pueblo y liberarlos del cautiverio.
Juicio y salvación son dos hilos que recorren las Escrituras. Dios juzga a los malvados que no se arrepienten y Dios salva a los que creen en Él y se apartan de su pecado. Juicio y salvación. Dios usa estas circunstancias en las que parece que el infierno ha ganado y el cielo ha perdido. El cielo no ha perdido nada. Dios está utilizando estas circunstancias para demostrar que el cielo realmente gobierna y que juzgará a los malvados y salvará a los justos.
Así que Belsasar organiza esta lujosa fiesta. Hay abundante alcohol; están bebiendo de estos vasos robados del templo de Jerusalén mientras alaban a los dioses de Babilonia. De repente, el Dios del cielo, que no estaba en ninguna parte de su mente, interrumpe la escena. La fiesta salvaje se detuvo, así como sucederá con todas las fiestas en la tierra algún día cuando Dios diga: «Es hora». El cielo gobierna.
Versículo 5:
«De pronto aparecieron los dedos de una mano humana y comenzaron a escribir frente al candelabro sobre lo encalado de la pared del palacio del rey, y el rey vio el dorso de la mano que escribía. Entonces el rostro del rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, las coyunturas de sus caderas se le relajaron y sus rodillas comenzaron a chocar una contra otra» (vv.5-6).
Estoy leyendo de la NBLA (Nueva Biblia de Las Américas). No sé cómo lo dice tu traducción, pero no fue una imagen bonita. La presencia de Dios sembró el terror en el corazón del rey. Se desmoronó, y de repente todas sus riquezas, su poder, su influencia fueron inútiles. Sus dioses eran inútiles. El que tenía el control de las vidas y los destinos de sus súbditos (o creía tenerlo) ahora estaba bajo el control de Aquel, a quien toda la creación está finalmente sometida. El cielo gobierna. No lo olvides. Lo vemos a través de Daniel, pero también lo vemos en nuestro mundo.
Versículo 7:
«El rey gritó fuertemente que trajeran a los encantadores, a los caldeos y a los adivinos. El rey habló, y dijo a los sabios de Babilonia: “Cualquiera que pueda leer esta inscripción y declararme su interpretación, será vestido de púrpura, llevará un collar de oro al cuello y tendrá autoridad como tercero en el reino”. Entonces entraron todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la inscripción ni dar a conocer al rey su interpretación (como sucedió con el sueño de Nabucodonosor). Y el rey Belsasar se turbó en gran manera, su rostro palideció aún más. También sus nobles quedaron perplejos» (vv.7-9).
Igual que los sabios en los días de Nabucodonosor (capítulo 2), estos llamados sabios estaban tan confundidos como el rey. No tenían idea. Estaban en contacto con los poderes demoníacos y ocultos a los que los falsos dioses están conectados, pero no podían hacer nada que Dios no les permitiera hacer. No tenían ni idea de lo que esto significaba o lo que estaba pasando. Su impotencia, su incapacidad quedaron evidenciadas en este momento crucial.
«La reina, al enterarse de las palabras del rey y de sus nobles, entró en la sala del banquete y tomando la palabra, dijo: “¡Oh rey, viva para siempre! No le turben sus pensamientos ni se mude su semblante. Hay un hombre en su reino en quien está el espíritu de los dioses santos. Y en los días de su padre se halló en él luz, inteligencia y sabiduría como la sabiduría de los dioses». (¿Cómo sabía ella sobre esto? No lo sabemos, pero las historias deben haber sido contadas. Tal vez ella había estado viva en aquellos días. Pero de alguna manera ella sabía lo que Belsasar no sabía o había olvidado).
«Y en los días de su padre se halló en él luz, inteligencia y sabiduría como la sabiduría de los dioses. Y su padre, el rey Nabucodonosor, su padre el rey, lo nombró jefe de los magos, encantadores, caldeos y adivinos, debido a que se halló un espíritu extraordinario, conocimiento e inteligencia, interpretación de sueños, explicación de enigmas y solución de problemas difíciles en este hombre, Daniel, a quien el rey llamaba Beltsasar. Que llamen ahora a Daniel, y él declarará la interpretación» (vv.11-12). Ese es el hombre que necesitamos
Daniel era conocido y era en ese momento un hombre anciano. Era joven, tal vez un adolescente, cuando comienza el libro y es llevado de Jerusalén a Babilonia. Ahora quizás tiene unos setenta años, y era conocido por tener un espíritu, una sabiduría y una habilidad mucho mayor que la de los consejeros más sabios del rey.
Aquellos que tienen el Espíritu de Dios deben ser conocidos por su discernimiento, inteligencia y sabiduría. Proverbios 2 nos dice: «Porque el Señor da sabiduría, de Su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. Él reserva la prosperidad para los rectos y es escudo para los que andan en integridad» (vv. 6-7). Aquellos que son justos en Cristo deben ser los que tienen la sabiduría para sus tiempos; los que saben qué hacer, qué decir, y cómo entender lo que está sucediendo en nuestro mundo. Así que ella dice: «…que llamen ahora a Daniel, y él declarará la interpretación» (v.12).
Cuando los llamados expertos del mundo, no pueden determinar qué hacer con un matrimonio que está en problemas o un adolescente que está en rebelión o un problema gubernamental o político que está clamando por ser tratado; cuando el mundo no puede descifrar los problemas y las preocupaciones que crean mucha presión, ¿a quién llaman? ¿Te llaman en tu mundo? ¿Te llaman para ayudarles a encontrar respuestas? Ellos dirán, «no tengo toda la información de la religión que tienes, no conozco acerca de todas estas cosas cristianas; no sé de nada de eso». Tal vez no son cristianos en absoluto, pero han visto tu matrimonio, han visto que tu vida tiene respuestas, que evidencia sabiduría. No es que todo sea fácil, pero han visto que tienes entendimiento, discernimiento y sabiduría.
Escucha, la mejor sabiduría del mundo siempre será limitada e insuficiente para los problemas del mundo. Los que conocemos al Dios del cielo tenemos que estar preparados cuando se nos pida que hablemos de Su sabiduría en alguna situación.
Permíteme decirte, siento que estoy insistiendo un poco en esto, porque dije algo al respecto en el último episodio. Pero la forma en que algunos creyentes tratan con las redes sociales, algunos tipos de comentarios que son hechos por los cristianos en las redes sociales, no ayudan a que el mundo tenga interés en conocer la sabiduría que tenemos. Hacen que las personas se enojen con nosotros, y no hacen que las personas se acerquen y nos digan: «¿Puedes ayudarnos a resolver estos problemas? ¿Puedes ayudarnos a lidiar con estos problemas?» Se necesita sabiduría con gracia, la sabiduría y la gracia de Dios.
Versículo 13:
«Entonces Daniel fue traído ante el rey. El rey preguntó a Daniel: "¿Eres tú aquel Daniel de los deportados de Judá, que el rey mi padre trajo de Judá? He oído de ti que el espíritu de los dioses está en ti, y que luz, inteligencia y extraordinaria sabiduría se hallan en ti"» (vv.13-14).
El rey ni siquiera sabía cómo explicarlo. Todo lo que él conocía eran estos dioses; no conocía a Jehová, no conocía al Dios Altísimo. No sabía lo suficiente como para hacer la pregunta correcta, pero sabía lo suficiente como para saber a quién hacer la pregunta. «¿Eres tú aquel Daniel?»
«He oído de ti que el espíritu de los dioses está en ti, y que luz, inteligencia y extraordinaria sabiduría se hallan en ti» (v.14).
Nunca tendrás esa sabiduría por tu cuenta. Nunca sabrás qué hacer con los problemas de las personas y los problemas del mundo si no estás saturada de este Libro (la Biblia) y su sabiduría. De ahí es de donde obtienes sabiduría.
La sabiduría del mundo siempre va en dirección opuesta a la sabiduría de Dios, así que prepárate si tienes la sabiduría de Dios sobre una situación, porque la gente se burlará y pensará que estás loca, ya que la sabiduría de Dios es infinitamente diferente a la sabiduría del hombre. Pero si ven un espíritu de poder de amor y dominio propio, el mundo en ciertos puntos y momentos querrá saber: «¿Cómo podemos obtener el entendimiento que tienes?»
Ahora, Dios preparó el escenario al escribir estas letras en la pared. ¡Dios creó la circunstancia que hizo que el rey estuviera tan aterrorizado que estaba listo para escuchar a cualquiera que tuviera una pizca de sabiduría! Sus hombres no la tenían, sus sabios no tenían nada que ofrecer. Así que ahora está en un caso desesperado, una situación angustiante, y dice: «Estoy listo para escuchar».
Cuando el mundo está listo para escuchar, cuando las personas que te rodean están listas para escuchar, asegúrate de estar lista con la sabiduría de Dios. Si no has estado recibiendo la sabiduría de Dios diariamente a lo largo de tu vida, si no has estado empapándote de Su Palabra, si no has estado escuchando Su sabiduría, no esperes que cuando alguien necesite una respuesta sorprendente a su problema, de repente tendrás la sabiduría que necesitas. Necesitas estar viviendo en esa sabiduría, creciendo en esa sabiduría, creciendo en la gracia, empapándote de la Palabra de Dios, de modo que cuando llegue la oportunidad podamos dar razón de la esperanza que hay en nosotros y podamos explicarle al mundo qué es lo que necesitan escuchar.
Versículo 15: (El rey dijo)
«Ahora mismo los sabios y encantadores fueron traídos delante de mí para que leyeran esta inscripción y me dieran a conocer su interpretación, pero no pudieron declarar la interpretación del escrito» (v.15).
La impotencia de los sabios del mundo. Los consejos del mundo son insensatos, pero la sabiduría de Dios es sabia.
Versículo 16:
«Pero yo he oído decir de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas difíciles. Ahora, si puedes leer la inscripción y darme a conocer su interpretación, serás vestido de púrpura y llevarás un collar de oro al cuello, y tendrás autoridad como tercero en el reino. Entonces Daniel respondió delante del rey (y me encanta esto, porque la humildad de Daniel es un contraste con la arrogancia de estos reyes babilónicos): “Sean para ti tus regalos y da tus recompensas a otro. Yo leeré, sin embargo, la inscripción al rey y le daré a conocer su interpretación”» (vv.16-17).
Hay una confianza tranquila y humilde en Daniel. Él no buscaba obtener nada de esto. No buscaba una ganancia personal o una posición más alta. ¡Era un siervo del Dios Altísimo! No puedes llegar más alto que eso. No puedes tener ninguna posición mejor que esa. No puedes tener ninguna propiedad mejor que esa. No puedes tener una mejor herencia que esa. ¡Era un siervo del Dios Altísimo! ¿Qué podía darle el rey que él no tuviera y que fuera mejor que lo que ya tenía? No necesitaba la recompensa del rey, por lo que se negó a tomar recompensas y honores para sí mismo. Eso le dio libertad para hablar la verdad con poder, sin limitarse.
Escucha, si estás buscando crédito o halagos, likes en tus redes sociales, si estás buscando influencia o que todo el mundo te ame, entonces vas a tener miedo de decir cosas que a veces necesitan ser dichas en nuestro mundo. Vas a tener miedo de decir la verdad, porque tienes miedo de perder algo. Daniel no tenía nada que perder; no tenía nada que ganar que el rey pudiera darle.
Así que Daniel le recordó a Belsasar el ascenso y la caída de su predecesor (Nabucodonosor).
Versículo 18: «Oh rey, el Dios Altísimo…» (Daniel no andaba con rodeos. «Hay un Dios; Él es el Dios Altísimo, ya sea que creas en Él o no, ya sea que sepas algo sobre Él o no, yo creo en Él y lo conozco». No se disculpa por su confianza en el Dios Altísimo).
«Oh rey, el Dios Altísimo concedió a tu padre Nabucodonosor soberanía, grandeza, gloria y majestad». (Daniel no dudó al declarar esto. Belsasar le dijo: el espíritu de los dioses está en ti, como si se tratara de magia u otra cosa). «Y a causa de la grandeza que Él le concedió, todos los pueblos, naciones y lenguas temían y temblaban delante de él. A quien quería, mataba, y a quien quería, dejaba con vida; exaltaba a quien quería, y a quien quería humillaba”» (vv.18-19).
Nabucodonosor pensaba que era tan grande, que tenía el máximo poder, pero él no se había dado cuenta desde un principio que todo ese poder se lo había dado Dios. No tenía nada aparte de lo que Dios le había dado.
«Pero cuando su corazón se enalteció y su espíritu se endureció en su arrogancia, fue depuesto de su trono real y su gloria le fue quitada» (v.20).
Si te exaltas a ti misma, Dios te humillará. Es una realidad. Es cierto en todas las edades, en todas las estaciones, para todas las personas. Si te exaltas a ti mismo, Dios te derribará. Eso fue lo que le pasó a Nabucodonosor.
Versículo 21:
«Fue echado de entre los hombres, su corazón se hizo semejante al de las bestias y con los asnos monteses tuvo su morada. Se le dio a comer hierba como al ganado y su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y que pone sobre él a quien le place» (v.21).
Fue empujado hacia lo más bajo que se puede llegar. Como vimos en el último capítulo, perdió su sanidad mental, perdió su razón, perdió su poder, perdió su gloria. Lo perdió todo. Perdió su cordura, pero ¿hasta cuando?
«…hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y que pone sobre él a quien le place» (v.21).
Este es un mensaje que recorre el libro de Daniel. Si crees que has escuchado eso antes en esta serie, es porque ha sido así. Es un mensaje que se repite en Daniel. Pero no es algo que aplica solo para la época de Daniel, es para la nuestra también. Necesitamos saber que el cielo gobierna, que el reino de Dios está por encima de todo, que Él es el gobernante sobre los reinos humanos, y que cualquiera que esté en el cargo está allí porque Dios lo ha puesto allí al menos por un tiempo. Dios levantó a Nabucodonosor. Dios lo hizo grande, pero cuando se llenó de orgullo, Dios lo derribó. Dios lo despojó de su gloria y lo redujo a nada hasta que recobró sus sentidos y reconoció que el cielo gobierna.
Versículo 22:
«Pero usted, su hijo Belsasar, no se ha humillado su corazón aunque sabía todo esto, sino que se ha ensalzado usted contra el Señor del cielo… Pero al Dios que tiene en Su mano su propio aliento y es dueño de todos sus caminos, no ha glorificado» (vv. 22-23).
Cuando te exaltas a ti misma, bajas a Dios de Su trono (o intentas hacerlo; porque realmente no puedes), endiosándote a ti misma, humanizando a Dios, bajándolo a nuestro nivel, no has glorificado a Dios, y Dios tiene tu aliento en Sus manos. No podrías respirar; no puedes vivir si Dios no te permite hacerlo. Él controla todo el curso de tu vida, ¿y crees que estás a cargo?
Escucha, este es el pecado fundamental de la raza humana. Romanos 1 habla al respecto; dice que no glorificamos a Dios como Dios, el Dios que sostiene nuestro aliento de vida y que controla todo el curso de nuestras vidas. Fallar en glorificar a Dios está en el centro de mi pecado; eso está en el centro de tu pecado y está en el centro de todo pecado. Está en el corazón de los reinos, las naciones y las culturas que están huyendo a toda prisa de Dios, colocándose a sí mismos y a sus propios gobernantes, sus propios sistemas y sus propios reinos, pensando, ¡esto se trata de nosotros! Sin embargo, nada podría estar más lejos de la verdad.
El versículo 24 nos recuerda que el mismo Dios al cual el rey no había reconocido, fue el Dios que había enviado la mano que había escrito la inscripción en la pared. «¿No crees que hay un Dios en el cielo? ¿No crees que hay un Dios Altísimo? Él fue el que envió esa mano a escribir en la pared».
Versículo 25:
«Esta es la inscripción que fue trazada: MENE, MENE, TEKEL, UFARSIN» (v.25).
Podríamos pasar mucho tiempo y entrar en el tema de la lingüística y todo eso, pero solo quiero que tengas la idea general aquí.
Versículo 26:
«Esta es la interpretación del escrito: MENE: Dios ha contado su reino y le ha puesto fin» (v.26).
Es aterrador decirle esto al hombre que piensa que es Dios, a menos que sepas que tu Dios es el Dios Altísimo. Solo así cuando sea hora de decir eso, podrás decirlo.
Versículo 27:
«TEKEL: ha sido pesado en la balanza y hallado falto de peso. PERES: su reino ha sido dividido y entregado a los medos y persas» (vv.27-28).
Hablando de un día que cambió el curso de tu vida, por acontecimientos que no esperabas cuando te levantaste esa mañana… «Los días de su reino han sido numerados por Dios, y han terminado. Se acabó. Usted, rey Belsasar, ha sido pesado en la balanza de Dios, y ha sido encontrado deficiente. Te crees tan grande, te crees tan poderoso, te crees tan impresionante».
«No eres nada, dice la escritura en la pared. Tu reino que había sido una potencia mundial tan impresionante y asombrosa, la cabeza de oro, el reino de Babilonia, ha sido dividido y entregado a los medos y persas». Lo que Dios le había dicho a Nabucodonosor años antes, ahora se convertía en una realidad. Dios usó a Daniel para mostrar al rey que este mensaje aplicaba a él y a su reino.
Ese es el llamado de un siervo de Dios, ayudar a las personas a ver cómo se aplica la Palabra de Dios a ellos, a sus vidas y a sus situaciones. Dios te está diciendo esto a ti. Eso es lo que debemos hacer cuando estamos enseñando Su Palabra. Ya sea que estés discipulando a un grupo pequeño o siendo mentora de alguien, abres la Palabra de Dios, llevas a las personas a la Palabra de Dios, y les dices: «¡Esto es para ti!» Esto es lo que eso significa.
Esto es lo que dice. A veces hay que decir cosas duras, porque a veces el mensaje de Dios a los corazones endurecidos es algo duro. Pero tienes que estar dispuesta a decirlo.
Versículo 29:
«Entonces Belsasar ordenó que vistieran a Daniel de púrpura y le pusieran un collar de oro al cuello, y que proclamaran acerca de él, que él tenía ahora autoridad como tercero en el reino» (v.29).
Dios le dio a Nabucodonosor un año entero; pero para Belsasar…todo acabó en una noche. Dios sabe, Dios decide. Por eso es mejor no probar la paciencia de Dios.
«Aquella misma noche fue asesinado Belsasar, rey de los caldeos. Y Darío el Medo recibió el reino cuando tenía sesenta y dos años» (vv.30-31).
Belsasar se enteró de que su reino había terminado, que iba a ser tomado por los medos y los persas, y su respuesta no fue humillarse y arrepentirse. Esta historia habría sido diferente si lo hubiera hecho. Pero él no lo hizo.
¿Qué vimos en el último capítulo? Daniel 4:37: «…Él (Dios) puede humillar a los que caminan con soberbia». Así como Dios había dicho, esa noche, Belsasar fue asesinado, y un nuevo rey tomó su lugar.
Amigas, el cielo gobierna. El cielo gobierna sobre los reyes y los imperios, los presidentes y las naciones, los poderes y las federaciones. El cielo gobierna, y todos los gobernantes terrenales y cada reino fracasarán y caerán cuando el Dios Altísimo diga que es hora, cuando decrete que sea así.
Pero aquí está la parte de el cielo gobierna, que hace que nuestros corazones salten de alegría, el reino de Dios permanecerá para siempre. ¡Su gobierno no tendrá fin! Cada reino terrenal está condenado, fracasará, caerá. El reino de Dios permanecerá para siempre.
¿Estás construyendo un reino de hombre o el reino de Dios? En tu trabajo, en tus relaciones, ¿estás adorando y sirviendo al reino del hombre o al reino de Dios? ¿Estás caminando en orgullo o estás caminando en humildad? ¿Te estás exaltando o estás exaltando al Dios del cielo?
Escucha, este drama que acabamos de leer, este gran drama que acabamos de ver, puede ser vivido en pequeñas formas cada veinticuatro horas en las cuatro paredes de nuestros propios hogares. Cuando nos convertimos en pequeños Nabucodonosor y Belsasar, y pensamos, «¡lo haré a mi manera!», o amenazamos a otros, eso es exaltarse a sí mismo, y Dios es capaz de humillar a los que caminan en orgullo. ¿Estás glorificando al Dios que sostiene tu vida en Sus manos y controla todo el curso de tu vida?
Oh Padre, que las personas vean que no tomamos el crédito por lo que solo Tú puedes hacer, que no buscamos construir nuestros propios reinos, nuestros propios imperios, que vean que somos humildes. Incluso cuando parece que los humildes son pisoteados, sabemos que en Tu tiempo, a Tu manera, los mansos heredarán la tierra.
Sabemos que el cielo gobierna y que en Tu mano está nuestro aliento de vida. Tú controlas todo el curso de nuestras vidas. Así que perdónanos por vivir de manera egoísta, como si las cosas tuvieran que ser a nuestra manera y pensáramos que cuando no son así no se pueden hacer. Oh, Dios, que Tu pueblo, que nosotras, podamos ser humildes siervas del Dios Altísimo, para que todo el mundo sepa que el cielo gobierna y adoren al Dios Altísimo. Oro en el nombre de Jesús, Amén.
Annamarie: Y tú, ¿estás prestando atención a la sabiduría del mundo, o a la sabiduría de Dios? Este mensaje es parte de la serie, El cielo gobierna. Si te has perdido alguno de los episodios anteriores, encuéntralo en nuestra aplicación, Aviva Nuestros Corazones o en avivanuestroscorazones.com.
No siempre es fácil mantener nuestros ojos fijos en el Señor. ¿Te has visto en la necesidad de ser recordada de la presencia de Dios, de que Él está contigo y que Sus promesas son verdaderas? Bueno, asegúrate de escuchar la continuación de esta serie, mañana.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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