Cuando estás desanimada (Daniel 7)
Nancy DeMoss Wolgemuth: Esta es la razón por la que muchos cristianos están deprimidos y desanimados: porque dejan de mirar. Solo mantienen sus ojos en lo que está sucediendo en la tierra, pero se olvidan de levantar su mirada y contemplar lo que está sucediendo en el cielo.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy te mostrará cómo Dios ha estado –y siempre estará– en control de la historia al continuar su enseñanza del libro de Daniel. Si te perdiste algún episodio, no olvides que siempre puedes encontrarlos en avivaunestroscorazones.com. Escucha la continuación de esta serie titulada: El cielo gobierna.
Nancy: Hace varios días, mientras trabajaba en esta serie, Robert y yo estábamos viendo las noticias. Me volví hacia él y le dije: «¡Cariño, el libro de Daniel es mucho mejor que esto! Es más oportuno, …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Esta es la razón por la que muchos cristianos están deprimidos y desanimados: porque dejan de mirar. Solo mantienen sus ojos en lo que está sucediendo en la tierra, pero se olvidan de levantar su mirada y contemplar lo que está sucediendo en el cielo.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy te mostrará cómo Dios ha estado –y siempre estará– en control de la historia al continuar su enseñanza del libro de Daniel. Si te perdiste algún episodio, no olvides que siempre puedes encontrarlos en avivaunestroscorazones.com. Escucha la continuación de esta serie titulada: El cielo gobierna.
Nancy: Hace varios días, mientras trabajaba en esta serie, Robert y yo estábamos viendo las noticias. Me volví hacia él y le dije: «¡Cariño, el libro de Daniel es mucho mejor que esto! Es más oportuno, más útil, más alentador y más preciso». Por eso creo que cuando vemos las noticias, debemos asegurarnos de anclar nuestro entendimiento, nuestra visión y nuestra perspectiva en este Libro, la Biblia. Esta es la mejor noticia, la buena noticia, y la noticia que necesitas escuchar mientras escuchas todas las noticias que están sucediendo en el mundo.
También nos damos cuenta, al leer el libro de Daniel, que Dios conoce el ascenso y la caída de todas las naciones a lo largo de la historia, antes de que ocurran. Todo está bajo Su control y eso nos da seguridad y paz en medio de la locura que ocurre en nuestro mundo.
Bueno, hoy vamos a hablar de Daniel 7, pero quiero que veamos un poco del contexto y nos orientemos, al llegar a la mitad de este libro. En los últimos días, hemos repasado los seis primeros capítulos de Daniel. Estos capítulos son principalmente narraciones históricas mezcladas con un poco de profecía.
Recuerda que en el capítulo 1, Daniel y sus amigos decidieron que no comerían la comida del rey. En el capítulo 3, los tres amigos hebreos de Daniel fueron arrojados al horno de fuego porque se negaron a adorar la imagen del rey. En el capítulo 6, que vimos en el último episodio, Daniel fue arrojado al foso de los leones. Así que estas son principalmente narraciones históricas, y luego hay algo de profecía incluida allí.
Ahora que llegamos a la segunda mitad del libro, los capítulos del 7 al 12, estos son capítulos principalmente proféticos, visiones apocalípticas, mezclados con un poco de narrativa histórica. Así que se va a poner interesante. Esta es la parte del libro que las personas evitan, porque es como, «¿de qué está hablando?» Así que vamos a sumergirnos en esto. No vamos a profundizar en todos los detalles, porque recuerden que estamos buscando evidencias de que el cielo gobierna. Estamos obteniendo una vista panorámica, un panorama general, para ver que Dios es el Dios Altísimo, supremo sobre todo lo que sucede aquí en la tierra.
Ahora, en la primera mitad del libro, los primeros seis capítulos, el rey tiene sueños que Daniel interpreta. En la segunda mitad, Daniel tiene visiones (cuatro de ellas) que un ángel interpreta, solo para darte un poco de contexto de la diferencia entre las mitades de este libro. En estas visiones, Daniel se entera de que el pueblo de Dios, que ya está en el exilio en Babilonia, va a pasar por pruebas y tribulaciones aún mayores en el futuro y que el mundo va a experimentar una conmoción masiva.
Pero estos sueños, estas visiones van a darle seguridad a Daniel –y a nosotras al leerlo– de que Dios sigue en Su trono, que «tiene todo el mundo en Sus manos», que Dios cuida de Su pueblo, y que podemos confiar en Él para defendernos y sostenernos en tiempos de prueba.
Vamos a ver que en el tiempo de Dios, Él juzgará a los malvados y que Sus propósitos en el mundo se cumplirán, sin importar que parezca lo contrario. Para resumirlo todo, vamos a ver –como hemos estado viendo– que el cielo gobierna. Si todavía no te has acostumbrado a eso, simplemente márcalo en el margen de tu Biblia, y escribe ECG. Yo tengo esas pequeñas notas en mi Biblia, que significan que el cielo gobierna, márcalo a medida que encuentres evidencias de esto.
Hoy llegamos a Daniel 7. Este es un capítulo realmente importante. Ofrece un estudio general y un marco para la profecía bíblica. Hay muchas conexiones entre Daniel 7 y el resto del libro de Daniel, y correlaciones y conexiones con el libro de Apocalipsis. No vamos a ver la mayoría de ellas; eso sería un estudio o una búsqueda mucho más profunda de la que estamos haciendo ahora. Así que no se trata de los detalles, sino de una visión global de lo que está sucediendo.
Esta semana leí en un comentario un párrafo que me pareció realmente útil, sobre Daniel 7. Este escritor decía:
«Cuando te aferras bien a Daniel 7, la verdad de Daniel 7 te sostendrá cuando todo en el mundo parece desmoronarse. Puedes permanecer confiado, debido a la soberanía de Dios sobre los reyes y los reinos en el pasado, el presente no se está cayendo a pedazos, como parece a menudo, sino que de hecho todo se está uniendo para la gran consumación de los tiempos (todavía en camino), y el toque final que es la segunda venida del Rey, Cristo Jesús».
¿Esto te anima a sumergirte en Daniel 7? Te va a encantar.
Daniel 7:1: «En el primer año del rey Belsasar de Babilonia…» Permítanme detenerme aquí. Una vez más tengo que traer un poco del contexto para nosotras porque esto puede ser confuso si no lo entiendes.
En el capítulo 5 vimos el final del reinado de Belsasar y el derrocamiento de los babilonios por Darío el Medo. El capítulo 6, que vimos en la última sesión (Daniel en el foso de los leones) tuvo lugar más tarde, durante el reinado de Darío el Medo. Ahora los capítulos 7 y 8 están fuera de orden cronológico. Es el orden de Dios, pero no es el orden cronológico de los hechos. Los capítulos 7 y 8 son una retrospectiva de los eventos que tuvieron lugar antes de Darío, en el reinado de Belsasar. Cronológicamente, estos dos capítulos, 7 y 8, encajan entre los capítulos 4 y 5 de Daniel. Bien, continuemos con Daniel 7:1.
Versículo 1: «… Daniel tuvo un sueño y visiones en su mente, estando en su cama. Entonces escribió el sueño y relató el resumen de él: “Miraba yo en mi visión nocturna que los cuatro vientos del cielo agitaban el gran mar”» (vv.1-2).
Esto es masivo, es un gran viento que agita el mar. Es una imagen de la tierra agitándose con gran conmoción. Eso podría describir nuestro mundo actual, ¿no es cierto? Vemos que está empeorando. Pero confía; el cielo gobierna.
En esta visión, Daniel recibe una vista panorámica de la historia de la humanidad: pasado, presente y futuro. Se parece un poco al esquema del libro del Apocalipsis, la visión que se le da a Juan en la isla de Patmos. Pasado, presente y futuro; él obtiene esta visión panorámica.
Versículo 3: «…y cuatro bestias enormes, diferentes unas de otras, subían del mar» (v. 3).
Más adelante en este capítulo vamos a ver la interpretación de esta visión que se le da a Daniel. Y en el versículo 17, como parte de esta interpretación, dice: «Estas bestias enormes, que son cuatro, son cuatro reyes que se levantarán de la tierra». Estas cuatro bestias (v.3 y v.17) son cuatro imperios. Son cuatro potencias mundiales. Espera aquí; esto se complica un poco. Estas cuatro bestias corresponden a las cuatro partes de la gran estatua en el sueño de Nabucodonosor en el capítulo 2. Esas partes de la estatua eran reinos que habían de venir después de Nabucodonosor. Estas cuatro bestias son reinos que surgirán en el futuro.
Así que aquí vamos con el versículo 4:
«La primera (de estas bestias) era como un león y tenía alas de águila. Mientras yo miraba, sus alas le fueron arrancadas, fue levantada del suelo y puesta sobre dos pies, como un hombre, y le fue dado corazón de hombre».
Por cierto, fíjate en las veces que en el libro de Daniel, especialmente en esta última mitad, dice: «Miraba yo. Mientras yo miraba. Seguí mirando». ¡No dejes de mirar lo que Dios está haciendo! No dejes de buscar lo que Él está haciendo en nuestro mundo.
Esta primera bestia, al unir todo el pasaje y su interpretación, es el Imperio de Babilonia, como la gran cabeza de oro de la estatua de Nabucodonosor. Ese era el Imperio de Babilonia. Vemos que el rey Nabucodonosor fue humillado, perdió la cordura, y luego fue restaurado cuando se humilló. Leemos eso en Daniel 4. Así que esa es la primera bestia.
Versículo 5: «Y otra segunda bestia, semejante a un oso, estaba levantada de un costado, y en su boca, entre sus dientes, tenía tres costillas. Y le dijeron así: “Levántate, y devora mucha carne”» (v.5).
Vamos a ver que esta bestia, este oso, representa el imperio Medo-Persa. Persia es el más fuerte, el más elevado, de estos dos reinos que estaban separados y luego se unieron.
Versículo 6: «Después de esto seguí mirando, y otra más, (por cierto, nada de esto había sucedido todavía cuando a Daniel se le dio esta visión) semejante a un leopardo que tenía sobre su lomo cuatro alas de ave. La bestia tenía cuatro cabezas, y le fue dado dominio» (v.6).
He aquí una bestia feroz y veloz. Representa, como veremos, a Grecia, el Imperio griego y la conquista de Alejandro Magno. Las cuatro cabezas de esta bestia son cuatro generales que se dividieron el Imperio griego después de la muerte de Alejandro y comenzaron a gobernar sus propias partes del reino.
«Después de esto, seguí mirando en las visiones nocturnas, y vi una cuarta bestia, terrible, espantosa y en gran manera fuerte. Tenía enormes dientes de hierro y devoraba, desmenuzaba y pisoteaba los restos con sus pies. Era diferente de todas las bestias que la antecedieron y tenía diez cuernos. Mientras yo contemplaba los cuernos, vi que otro cuerno, uno pequeño, (pequeño no necesariamente por pequeño sino que comenzó como insignificante, pero se hizo muy importante) surgió entre ellos, y tres de los primeros cuernos fueron arrancados delante de él. Y este cuerno tenía ojos como los ojos de un hombre y una boca que hablaba con mucha arrogancia» (vv.7-8).
Esta misteriosa cuarta bestia es... ¿Qué imperio siguió al Imperio griego? El Imperio romano. Veremos más explicaciones al respecto más adelante en este capítulo.
Así que, en resumen, estos reyes son poderosos, pero ese poder les fue dado por Dios. Lo vemos en el versículo 6: «le fue dado dominio». El poder que es dado por Dios puede igualmente ser quitado por Dios. Veremos en el versículo 12 que su dominio fue quitado. Dios levanta y Dios derriba reyes. Todos estos reinos terrenales están condenados a caer y a desaparecer, aunque en su mejor momento parecía que iban a gobernar para siempre. No lo harán. Veremos que estos reinos, por muy poderosos que sean, por muy feroces que sean, por muy vastos que sean, no son rivales para el reino de Dios. El cielo gobierna.
De hecho, ahí es donde se nos lleva a continuación en la visión de Daniel. Hasta ahora, todo lo que Daniel ha visto ha sido aquí en la tierra. Ahora la escena cambia y se nos da una visión de algo que tiene lugar en el cielo.
Versículo 9: «Seguí mirando…» No dejes de mirar, no dejes de buscar lo que Dios está haciendo. Mantén tus ojos en Su palabra, mira lo que Él está haciendo.
«Seguí mirando hasta que se establecieron tronos, y el Anciano de Días se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de Su cabeza como lana pura, Su trono, llamas de fuego, y sus ruedas, fuego abrasador. Un río de fuego corría. Saliendo de delante de Él. Miles de millares le servían, y miríadas de miríadas estaban en pie delante de Él…» (vv.9-10).
¿Recuerdas las miríadas de ángeles en el Apocalipsis? ¿Recuerdas el fuego y las ruedas en la visión de Ezequiel? Esta visión le es dada a Daniel, pero la vemos en otros lugares de la Escritura.
«… El tribunal se sentó, y se abrieron los libros» (v. 10).
Así que tienes estos reyes y reinos terrenales que son poderosos, grandes y están pisoteando a la gente; están haciendo todo tipo de cosas escandalosas y terribles. Pero en contraste con esos reinos terrenales está esta impresionante visión de otro reino, el trono de Dios en el cielo, y en ese trono se sienta el Anciano de Días, el Dios Altísimo, un nombre que se usa frecuentemente para Dios en el libro de Daniel. Está rodeado de fuego ardiente, fuego abrasador. Hay un río de fuego que fluye de Su presencia. Es un Dios peligroso. Es un Dios con el que no quieres tener problemas. Es un Dios poderoso.
El fuego significa pureza intensa. Nada que esté corrompido o manchado o impuro puede acercarse a este Dios santo. Su presencia purifica todo lo que es impuro, y Él es eterno; Él existe para siempre y por siempre. Él es atendido, servido por miríadas de huestes angelicales; y está sentado en Su trono como el Juez supremo en la corte suprema del cielo.
Ahora llegamos al versículo 11, y el enfoque de la escena cambia de nuevo a la tierra. Y es cierto, vivimos en la tierra, por eso vemos lo que sucede a nuestro alrededor; pero necesitamos seguir elevando nuestra mirada hacia arriba para ver lo que sucede en el cielo. Y sí, también tenemos que estar apercibidas de lo que ocurre aquí en la tierra, pero debemos verlo a la luz del gobierno del reino de Dios –con Su reino en nuestras en nuestras mentes e informando nuestra cosmovisión.
Versículo 11: «Entonces yo seguí mirando (él está mirando) a causa del ruido de las palabras arrogantes que el cuerno decía. Seguí mirando hasta que mataron a la bestia, destrozaron su cuerpo y lo echaron a las llamas del fuego. A las demás bestias, se les quitó el dominio, pero les fue concedida una prolongación de la vida por un tiempo determinado» (vv.11-12).
Aquí está la bestia con el cuerno. La criatura que habla palabras arrogantes; es asesinada. Es consumida en este fuego ardiente. El fuego de Dios simboliza Su santidad, pero también simboliza Su ira y Su juicio. Aquellos que resisten y rechazan Su gobierno serán entregados a una condenación eterna.
Los gobernantes terrenales no tienen ningún poder que no les sea concedido desde arriba. Lo reconozcan o no (y la mayoría no lo hace), están sujetos a Aquel que los levantó, que les dio el poder, y que puede fácilmente derribarlos si se niegan a glorificarlo.
Es importante notar que Dios determina el tiempo que se les permite permanecer en el poder antes de removerlos. Se les concedió una prórroga de vida por un determinado período de tiempo. ¿Quién determina ese período de tiempo? Dios lo hace.
Ahora, las visiones de Daniel lo llevan de vuelta a la escena en el cielo, donde el Anciano de Días está sentado en Su trono. Independientemente de lo que esté ocurriendo en la tierra, debes seguir reflexionando y recordando que finalmente no son los reyes de la tierra los que gobiernan, sino que es el cielo el que gobierna.
Versículo 13: «Seguí mirando…» Esta es la razón por la que muchos cristianos están deprimidos y desanimados: porque dejan de mirar. Solo mantienen sus ojos en lo que está sucediendo en la tierra, pero se olvidan de levantar su mirada y contemplar lo que está sucediendo en el cielo.
«Seguí mirando en las visiones nocturnas y en las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, (este es un nombre que Jesús utilizó para sí mismo más de ochenta veces en los cuatro evangelios; el Hijo del Hombre) que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante Él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran.
Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y Su reino uno que no será destruido» (vv. 13-14).
Los reinos de la tierra son temporales, el poder se da, el poder se quita. Pero aquí vemos a Jesús a quien se le ha dado el dominio definitivo sobre el cielo y la tierra, y reinará y gobernará para siempre. El Hijo de Dios se hizo el Hijo del Hombre. Vino a esta tierra; asumió nuestra humanidad. Ascendió al trono de Dios, y un día regresará a esta tierra como el Rey de reyes soberano. Esas son las noticias que necesitas cuando estés viendo todas las noticias de lo que está ocurriendo en esta tierra.
En su venida en poder, se le dará el dominio, el poder y la autoridad que se les había dado a los gobernantes terrenales. Es un dominio que pertenece solo a Jesús desde el principio. El reino y toda la gloria le serán entregados por Su Padre, y todos los pueblos de la tierra le servirán.
Luego, en el versículo 14, el tema de este libro se repite una vez más. «Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y Su reino es uno que no será destruido». Si quieres memorizar un versículo de este libro, ese sería uno bueno. Sigue recordándolo, mientras ves reinos que vienen y van, presidentes y gobernantes, reyes y primeros ministros. Es una realidad hoy, y continuará siendo una realidad cuando llegue ese momento.
Hay reyes que son derribados, hay gobernantes que son levantados. Ellos vienen y se van, pero solo el reino de Dios permanece para siempre. Esa es nuestra firme esperanza, esa es nuestra confianza en un mundo que se empeña en el reino y el gobierno del hombre. Su agenda no tendrá éxito, pero aquellos que buscan Su reino y que le sirven reinarán con Él para siempre. Recuerda eso.
Cuando parezca que la tierra está ganando, que las reglas de la tierra son tan anti-Dios, anti-Cristo, no te alteres, no tengas temor, no estés ansiosa ni deprimida. Este es un momento para estar alerta, vigilante, con nuestra mirada hacia el cielo, y recordándonos a nosotras mismas y a los demás, que Su dominio es eterno. Él reinará, Él gobernará. Su reino nunca tendrá fin.
Ante estas visiones, Daniel, como te puedes imaginar, se sintió abrumado. Mira el versículo 15:
«A mí, Daniel, se me angustió por dentro el espíritu, y las visiones de mi mente seguían turbándome. Me acerqué a uno de los que estaban allí de pie (parece ser un ángel) y le pedí que me dijera la verdad acerca de todo esto…» (vv.15-16).
Daniel le pide a esta majestuosa criatura, este ángel –probablemente– que le ayude a entender mejor estos grandes misterios, todas estas bestias y animales y este trono. En las Escrituras del Nuevo Testamento se nos ha dado una comprensión mucho mayor que la que tuvo Daniel. Si lees incluso el resto del libro de Daniel, vas a saber más de lo que Daniel sabía en ese momento. El Nuevo Testamento despliega más de eso para nosotras.
Mi pregunta es, ¿nos importa tanto entender el plan de Dios y la voluntad de Dios y el gobierno de Dios como le importó a Daniel? Él quería saber. No se conformó con solo ver la visión, sino que quiso saber: «¿Qué significa esto?» La implicación es, ¿qué se supone que debemos hacer sobre esto?
«… Y me respondió, dándome a conocer la interpretación de estas cosas: “Estas bestias enormes, que son cuatro, son cuatro reyes que se levantarán de la tierra. Pero los santos del Altísimo recibirán el reino y poseerán el reino para siempre, por los siglos de los siglos”» (vv.16-18).
Puedes poner un gran «amén» ahí.
Los siervos, los santos del Altísimo, recibirán el reino que es como una pelota, un balón de voleibol que se lanza de un lado a otro entre los reyes y gobernantes de esta tierra. ¿Quién va a terminar con ese reino? Bueno, el Dios Altísimo, el Hijo del Hombre, y Sus siervos, Sus santos, lo heredarán para siempre.
Conocemos el final de la historia. Pero esta victoria es todavía futura, y entre ahora y entonces se librará una batalla entre los reinos de los hombres y el reino de Dios.
Versículo 19: «Entonces quise saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era diferente de todas las demás, y en gran manera terrible, con sus dientes de hierro y sus garras de bronce, y que devoraba, desmenuzaba y pisoteaba los restos con sus pies, y la verdad acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro cuerno que había surgido, delante del cual cayeron tres de ellos, es decir, el cuerno que tenía ojos y una boca que hablaba con mucha arrogancia, y cuya apariencia era mayor que la de sus compañeros. Mientras yo miraba, este cuerno hacía guerra contra los santos (contra el pueblo de Dios) y prevalecía sobre ellos, hasta que vino el Anciano de Días y se hizo justicia a favor de los santos del Altísimo, y llegó el tiempo cuando los santos tomaron posesión del reino» (vv.19-22).
Al leer esto se me pone la piel de gallina, solo de pensarlo. Nos olvidamos de mirar el final de la historia, de mantener nuestros ojos allí. Así que por un tiempo se permitirá que las fuerzas del mal prevalezcan sobre el pueblo de Dios. Eso está sucediendo en muchos lugares en nuestro mundo hoy, a veces a través de leyes injustas o antibíblicas, leyes impías; en algunos lugares a través de la persecución directa de los creyentes. Pero es solo por un tiempo. ¿Por cuánto tiempo? Hasta que el Anciano de Días llegue y gobierne a favor de Sus santos. En ese momento –¿cuándo? En el tiempo perfecto de Dios– los santos de Dios recibirán el reino y lo heredarán para siempre. Esta es la conclusión: Dios gana y nosotros ganamos con Él.
En el versículo 23, él va a reafirmar esto en este próximo párrafo, similar a lo que acabamos de leer:
«Después me dijo: “La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, que será diferente de todos los otros reinos. Devorará toda la tierra, la pisoteará y la desmenuzará. Y los diez cuernos de este reino son diez reyes que se levantarán, y otro se levantará después de ellos. Él será diferente de los anteriores y subyugará a tres reyes. Él proferirá palabras contra el Altísimo y afligirá a los santos del Altísimo, e intentará cambiar los tiempos y la ley. Y le serán entregados en sus manos por tres años y medio» (vv. 23-25).
Hay una serie de reyes poderosos que son crueles y violentos. Muchos comentaristas creen que estos diez reyes son todavía futuros. De ellos surge otro rey; era el cuerno pequeño del versículo 8. Un comentarista dice: «El Anticristo surge de algún grupo de diez naciones que de alguna manera forman parte de lo que sería un Imperio romano restaurado».2
Esto tuvo un cumplimiento que tendría lugar en los cientos de años siguientes a Daniel, pero tiene un cumplimiento final que aún está por verse, cuando el Anticristo se levante y venga y trate de desafiar a Dios. Este gobernante hablará con arrogancia contra el Altísimo y perseguirá a Su pueblo, a los santos.
Esa palabra afligir –él los afligirá– es una palabra que significa desgastar a través de una presión continua y prolongada. Él simplemente los desgastará. Podemos ver en nuestro mundo cómo podría suceder esto, ¿no es cierto? Desgastar al pueblo de Dios. Por un período de tiempo, serán entregados a él. Pero ese no es el final de la historia.
«Pero el tribunal (de Dios) se sentará para juzgar, y su dominio (el de este rey) le será quitado, aniquilado y destruido para siempre. Y la soberanía, el dominio y la grandeza de todos los reinos debajo de todo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Su reino será un reino eterno, y todos los dominios le servirán y le obedecerán» (vv. 26-27).
A veces, el pueblo de Dios será oprimido. Sus enemigos parecerá que prevalecen, pero un día el Anciano de Días celebrará un juicio, y el justo Juez de toda la tierra emitirá el veredicto: ¡Culpable! ¡Culpable! El veredicto contra todo gobernante cruel, arrogante y anticristo…y su gobierno llegará a su fin. Todos ellos serán entregados al juicio eterno. El pueblo santo de Dios que ha sufrido y ha sido amenazado reinará con Cristo para siempre.
Versículo 28: «Hasta aquí la revelación. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron en gran manera y mi rostro palideció, pero guardé el asunto en mi corazón» (v.28).
Todo esto hizo que Daniel se sintiera débil y desecho, y se sintió aterrorizado al considerar el tipo de sufrimiento que le esperaba, todavía en el futuro, al pueblo de Dios. Pero guardó para sí lo que había visto y oído. ¿No te alegras de que, en la sabiduría de Dios y por la inspiración de Su Espíritu, estas visiones se hayan conservado en las Escrituras para nosotras, para que también podamos ver, observar y conocer la perspectiva de Dios, Sus propósitos y Su plan eterno? Dios gana, el cielo gobierna, y nosotras reinaremos y gobernaremos con Él. Ese es el final de la historia, y vale la pena esperar por esto. Amén.
Annamarie: ¿Has estado desanimada? ¿Será que al mirar lo que sucede a tu alrededor has olvidado mirar hacia arriba –hacia el cielo? Esta es una importante reflexión que Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha traído hoy.
Y también es importante que recordemos que las pruebas, la angustia y el caos en este mundo caído son temporales, estas cosas llegarán a su fin. Y en medio de todas ellas, Dios sigue en Su trono. Mañana, Nancy te animará a poner tu esperanza en esta verdad al continuar con su estudio sobre la soberanía de Dios en el libro de Daniel.
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