Cuando él es pasivo
Annamarie Sauter: Hoy en Aviva Nuestros Corazones nos acompaña Bunny Wilson.
Bunny Wilson: Lo que tenemos que entender como mujeres casadas es que Dios les ha dado a los esposos la autoridad en la toma de la decisión final –aunque Dios tiene la última palabra. Él les ha dado a los esposos la autoridad, pero les ha dado a las esposas la influencia. Déjame hacerte esta pregunta: ¿Qué es mayor, la autoridad o lo que influye en la autoridad?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Estoy muy contenta de tener a Bunny Wilson con nosotras estos días. Bunny, bienvenida de nuevo a Aviva Nuestros Corazones.
Bunny: Es maravilloso estar aquí con ustedes.
Nancy: Estamos hablando esta semana sobre el principio de la sumisión. Ayer hablábamos de cómo la sumisión funciona en una relación matrimonial. Tú nos …
Annamarie Sauter: Hoy en Aviva Nuestros Corazones nos acompaña Bunny Wilson.
Bunny Wilson: Lo que tenemos que entender como mujeres casadas es que Dios les ha dado a los esposos la autoridad en la toma de la decisión final –aunque Dios tiene la última palabra. Él les ha dado a los esposos la autoridad, pero les ha dado a las esposas la influencia. Déjame hacerte esta pregunta: ¿Qué es mayor, la autoridad o lo que influye en la autoridad?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Estoy muy contenta de tener a Bunny Wilson con nosotras estos días. Bunny, bienvenida de nuevo a Aviva Nuestros Corazones.
Bunny: Es maravilloso estar aquí con ustedes.
Nancy: Estamos hablando esta semana sobre el principio de la sumisión. Ayer hablábamos de cómo la sumisión funciona en una relación matrimonial. Tú nos diste un pequeño vistazo de cómo comenzaste a aplicar esto de la sumisión en tu matrimonio con Frank, y nos mencionaste la importancia de aprender a hablar la verdad en amor. Y si no pudiste escuchar el programa de ayer, te recomiendo que lo busques en AvivaNuestrosCorazones.com.
Bunny: Para mí fue algo realmente difícil de hacer. Mencioné que me despidieron de tres de los primeros empleos que tuve porque yo era especialista en ser sumamente directa con la gente. Frank y yo estábamos constantemente en una situación de combate, pero como creyente, yo deseaba hacer las cosas a la manera de Dios.
Así que un día que nos encontrábamos en una intensa discusión dije: «Está bien, está bien. Voy a hacerlo a Tu manera, Dios». Estaba hablando con Frank, pero cuando me di cuenta de que comencé a enojarme y de que iba a pecar contra él por cosas que quería decir –como en un semáforo descompuesto– tenía que detenerme… Tuve que esperar hasta calmarme lo suficiente como para poder hablar verdad.
Esperé dos meses antes de poder hacerlo, porque cada vez que pensaba en ello, me enojaba. Cuando finalmente me acerqué a Frank, le compartí cómo me sentía, usando un tono de voz muy suave. Pero cuando parecía que él no estaba de acuerdo conmigo, mi tono se volvía más fuerte y cada vez más fuerte hasta que tuve que explicarle todo mi punto de vista.
Dios me mostró que cuando usaba ese tono de voz suave, no era más que manipulación, y dije: «Está bien Dios. Ya no lo volveré a hacer. Voy a hacer las cosas bien». Pero lo que no me di cuenta fue que tenía que luchar con el pecado de la manipulación. Yo era una especialista en eso.
La manipulación es cuando dices una cosa pero en realidad significa otra cosa distinta. Es como la mujer que le dice a su esposo: «¿Sabes qué, cariño? Mi cumpleaños se acerca y al revisar nuestra cuenta bancaria vi que no tenemos nada de dinero. No quiero que me compres nada para mi cumpleaños».
Bueno, Nancy, un marido inteligente diría: «¡Oh, por supuesto que sí te compraré algo para tu cumpleaños». Y ella dice: «No, no. Incluso si me compraras algo no sería capaz de disfrutar del regalo». Ahora, ella fue tras su lógica. Así que la lógica del marido dirá: «Bueno, si ella no disfrutará de su regalo, entonces ¿para qué le compro uno?»
Ahora, Nancy, tú y yo sabemos que si ese hombre vuelve a casa sin un regalo, él tendrá un serio problema en sus manos, porque lo que su esposa realmente quería decir era: «¿Sabes qué, cariño? Revisé la cuenta bancaria. Vi que no tenemos nada de dinero y mi cumpleaños se acerca. No me importa si me llevas al lago a ver el atardecer, con música romántica, me pones una flor en la oreja y cenamos perros calientes. No me importa lo que hagamos, pero invéntate algo porque mi cumpleaños es importante para mí». Eso es realmente lo que ella quería decir.
A menudo escuchamos a hombres casados decir: «Simplemente no entiendo a mi esposa». Bueno, nos entenderían si habláramos con la verdad. Y muchas mujeres casadas se han adaptado a este mundo. Vemos que vivimos en una sociedad dominada por los hombres y hemos aprendido a funcionar así, y sentimos que esto demanda de nosotras que seamos manipuladoras y astutas.
Cuando me dirigí a mi esposo Frank adecuadamente, le dije exactamente cómo me sentía. He aprendido a hablar con él yendo directo al grano. Como mujeres, muchas veces nos gusta dar todos los detalles, nos demoramos como media hora y perdemos su atención en los tres primeros minutos de la conversación.
He aprendido que cuando hablo con Frank debo resumir lo que quiero decir. Le digo: «Estás a punto de tomar una decisión y yo no estoy de acuerdo con la decisión debido a, a, b y c». Y bueno, él podría elegir «d» –ninguna de las anteriores. Pero quiero ser muy clara. Incluso puedo ser muy firme sobre por qué no estoy de acuerdo.
Recuerdo una vez cuando Frank y yo estábamos teniendo una conversación en nuestra oficina. Yo estaba muy firme sobre por qué no estaba de acuerdo con su decisión. En aquel entonces mi hija de dieciséis años de edad, Christy, entró y me dijo: «¡Me encanta cuando no están de acuerdo!»
Lo que ella estaba diciendo básicamente era:
- Me encanta el hecho de que puedas estar en desacuerdo
- Me encanta el hecho de que me estés enseñando cómo comunicarme efectivamente con mi esposo cuando me case.
- Me encanta que puedas estar en desacuerdo, y no tengo que preocuparme de escuchar la palabra divorcio. No tengo que preocuparme de que papá te golpee, o de que dejen de hablarse el uno al otro durante largos períodos de tiempo.
- Me encanta que me estés enseñando cómo comunicarme de manera efectiva y cómo funciona el principio de la sumisión en un matrimonio.
Nancy: Creo que esto es importante, Bunny, porque uno de los conceptos erróneos que mucha gente tiene acerca de la sumisión es que, «si soy sumisa nunca podré expresar mi opinión. No podré decir lo que realmente hay en mi corazón». Y realmente eso no es lo que significa la sumisión.
Bunny: Si pensamos en esto… Dios nos creó como esposas para ser ayudadoras. ¿Por qué hizo eso? Porque Él sabía que nuestros esposos necesitaban ayuda. Y, ¿qué ayuda sería yo para Frank si pienso exactamente igual a él? ¿Qué tan valioso sería mi aporte?
Es importante que me comunique con él de una manera que no sea a la defensiva o con la intención de ofender. Tenemos que aprender a hacer eso. Algunas mujeres pueden decir: «Bueno, realmente no importa cómo lo diga, él se pondrá a la defensiva de todos modos». Es por eso que tú tienes que estudiar a tu marido.
Frank y yo escribimos un libro llamado The Master's Degree: Majoring in Your Marriage, (en español, La Maestría, y el subtítulo es, Especialízate en tu matrimonio). Desafiamos a las parejas a ver su matrimonio como si se tratara de una universidad, y a su cónyuge como su maestría. Ambos toman clases de comunicación, sexo, finanzas, suegros, madurez espiritual, y más. Nuestro objetivo es ayudarles a graduarse con honores.
Mira, cuando comencé a estudiar a mi marido, le decía ciertas cosas y lo veía ponerse a la defensiva. Y más tarde (cuando las cosas se calmaban) me volvía a dirigir a él.
Le decía, «¿cómo puedo compartir esto contigo sin que te pongas a la defensiva al respecto?»
Él me decía: «Bueno, si pudieras prestar atención al dirigirte a mí en el momento adecuado. Si tuvieras otro…fue el tono que usaste para dirigirte a mí. Fue la manera en la que me preguntaste».
Empecé a estudiar a mi esposo como si fuera un curso universitario, ahora sé cómo hablar con él y nos comunicamos más efectivamente, y así él no tiene que ponerse a la defensiva.
Nancy: Realmente tienes un espíritu de humildad como esposa. Lo veo en el hecho de que puedes aprender de tu marido y ves cómo comunicarte efectivamente con él.
Bunny: Bueno, humíllate ante los ojos del Señor y… ¿qué hará Él? Él te levanta y te pone de pie en el lugar que te corresponde como mujer de Dios –lo cual impulsa al esposo a ponerse en el lugar que le corresponde como hombre de Dios, o como el esposo que Dios lo ha llamado a ser.
Nancy: Así que tú estás aprendiendo con Frank a hablar la verdad en amor, a no ser manipuladora, a no hablar con engaño, sino hablar la verdad. Tú hablas la verdad. Lo estás haciendo en amor –conforme a cómo hasta ahora lo has entendido. ¿Alguna vez has estado en situaciones en las que él aún no entiende, no está de acuerdo o lo ve de una manera distinta?
Bunny: Bueno, solo porque compartes la verdad en amor no significa que tengas la razón. Ha habido momentos en los que pensé que tenía la razón pero estaba totalmente equivocada. Y estoy muy agradecida de que Frank mantuviera una posición muy firme como líder de nuestra casa, y tomara la decisión que él entendía que Dios le estaba pidiendo tomar.
A veces nos tomaba semanas, meses o años descubrir cuál era la voluntad de Dios sobre alguna decisión en particular. Pero quería que Dios nos mostrara Su voluntad –nota que dije, «Su voluntad», no quién tiene razón y quién está mal. A veces puedes tener todos los hechos…y que no sea la voluntad de Dios. Verás, la razón por la cual la sumisión es tan poderosa y opera en la fe, es porque tengo la fe para creer que Dios puede hablar al corazón y la mente de mi esposo y mostrarle el camino que debe seguir.
Tanto tú como yo sabemos que existen momentos en nuestras vidas en los que realmente creímos que Dios nos estaba diciendo una cosa, y cuando vemos hacia atrás nos damos cuenta de que realmente estábamos equivocadas. Bueno, también tenemos que darle esa libertad a nuestro esposo.
Mi fe proviene del hecho de creer que Dios va a intervenir en una decisión en particular si Él entiende que estoy en lo correcto en esa decisión. Aunque Frank vaya en la dirección equivocada, tengo fe para creer que Dios puede arreglar lo que está roto o descompuesto y hacerlo aún mejor de lo que estaba antes.
Dado que le expresé a Frank claramente por qué yo no estaba de acuerdo, él lo sabrá con claridad cuando pueda ver que lo que yo le había recomendado era lo mejor en esa situación. Y ante sus ojos me vuelvo más valiosa, lo que significa que cuando hable con él en el futuro, él va a escucharme con más atención y a considerar las cosas que digo.
Cuando me acerco a él y le digo: «¿Sabes qué? Cualquiera puede cometer un error. ¿Qué puedo hacer para ayudarte a solucionarlo?» Ese error, de hecho, nos ayuda en nuestra relación. Él tiene claro lo que le dije. No lo guardé dentro de mí para luego cuando él cometiera un error decir: «Sabía que eso iba a pasar». Bueno, no diste tu aporte, no es justo.
Cuando le decía a Frank: «Sabes Frank, no estoy de acuerdo con lo que estás a punto de hacer», él me decía –literalmente– «eso es tonto».Yo respondía: «Eso no es tonto, es solo la forma en que me siento». Entonces él decía: «El 95% de las personas en el mundo están de acuerdo conmigo; el 5% está de acuerdo contigo. ¡Eso es tonto!»
Bueno, ahora, cuando hablo con mi esposo le digo: «¿Sabes qué, cariño? Estás a punto de tomar una decisión con la cual no estoy de acuerdo»; él dice: «Dime todo lo que sabes». Frank comenzó a decirme esto cuando comencé a sujetarme. Y yo no le dije lo que estaba haciendo, pero él lo sabía. Podía ver la diferencia. Esto hizo que en su corazón él temiera a Dios, porque sabía que ya no estaba contendiendo conmigo. Él estaba tratando directamente con Dios.
Nancy: Eso es lo que hace del principio de la sumisión algo tan poderoso.
Bunny: En palabras sencillas, esto significa para las esposas: agáchate y muévete de la mira de Dios para que Él pueda tener la vista despejada hacia tu esposo.
Nancy: Dios interviene. Y en la medida en que compartes esto, pienso en ese versículo en Proverbios que dice: «Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor; Él lo dirige donde le place» (Prov. 21:1). Pero esto requiere que demos un paso atrás y digamos: «Señor, yo creo que Tú eres soberano. Tú eres el gobernante. Tú eres capaz de cambiar esta situación; y mi confianza no está en última instancia en una autoridad humana, mi confianza está en Ti».
Bunny: Eso es lo que hace de la sumisión algo tan poderoso. Necesitas fe para creerlo. Necesitas fe para estar en la relación. Cuando ves a tu esposo que va en una dirección…tal vez está a punto de tomar una decisión financiera o tomar una decisión en relación con la crianza de tus hijos, necesitas fe para creer que Dios puede intervenir en esa situación, y debes permitirle a Dios el tiempo y el espacio para hacerlo.
Nancy: Bunny, muchas mujeres me han dicho: «Mi esposo nunca toma decisiones. Él no lidera. No hay nada a lo que yo me pueda someter. ¿Cómo puedo seguir a alguien que es pasivo, que no me lleva en ninguna dirección?»
Bunny: Tenemos que preguntarnos por qué es pasivo. He escuchado a mujeres decir: «Mi esposo no se comunica conmigo». Yo le pregunto a ella, «¿cómo es que se casaron? ¿Acaso él no dijo nada? Él tuvo que haber tomado el liderazgo. ¿Acaso te tomó del pelo y te arrastró hacia el altar?»
No, la mujer se casa, y muchas veces –porque estamos tan inclinadas a la manipulación, al engaño y al control– podemos intimidar. Muchas veces intimidamos a nuestro esposo, y Dios no lo quiera que cometa un error y tenga que escuchar nuestra queja: «Yo soy la que sigo tus pasos y mira lo que hiciste. Esa fue la cosa más tonta que pudiste haber hecho».
Nancy: ¿Y qué es lo que produce eso en un hombre?
Bunny: Pues él cedería y dejaría que ella tome las decisiones. Si ella salía con este hombre y él nunca tomó una decisión y se casó con él, ella obtuvo lo que vio. Esa fue su decisión: en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Ese es nuestro compromiso.
Pero por lo general el hombre toma las decisiones, y ella tiene que preguntarse a sí misma, una vez casados, «¿qué hice para desanimarlo a tomar las decisiones en nuestro hogar?» Un hombre necesita sentirse respetado y valorado.
La necesidad número uno del hombre es sentirse respetado. Si él no se siente respetado por su esposa a lo mejor se irritará y dirá: «Bueno, tú vas a hacer lo que yo quiera que hagas». Esa es una manera. Otros esposos pueden decir: «Prefiero ir de pesca. Toma tú las decisiones con respecto a nuestros hijos y la casa y los asuntos financieros. Prefiero ver televisión, jugar baloncesto y arreglar el auto».
Nancy: ¿Estás diciendo que las mujeres, en algunos casos, podemos ser las responsables de haber creado una situación en la que el esposo no esté cumpliendo con su papel de liderazgo?
Bunny: Absolutamente. La mayoría de las mujeres cuando se casan, no van al altar diciendo: «Me voy a casar con un hombre débil. Sé que él es débil. He visto sus decisiones. Él toma decisiones débiles. Este es el hombre que quiero que me guíe por el resto de mi vida». Por lo general, cuando una mujer se casa, realmente cree –por lo que vio en su esposo durante el noviazgo– que él la puede liderar. ¿Qué sucede para que eso se desintegre?
Nancy: Supongamos que una mujer que nos escucha se da cuenta de que le ha faltado al respeto a su esposo; que lo ha manipulado y ella siempre tiene una mejor idea, y ha hecho que él se haga a un lado y no sea un líder. ¿Qué puede hacer ahora? ¿Si ella quiere hacerle frente a esta situación, por donde puede comenzar?
Bunny: Una de las cosas que puede hacer es comenzar a escuchar a su esposo, realmente escucharlo. Recuerdo cuando comencé a hacer eso con Frank. Un día le hice una pregunta y de inmediato se puso a la defensiva.
Entiendo por qué se puso a la defensiva. Él sabía lo que yo estaba haciendo… Yo había llegado a un punto en el que no me estaba dirigiendo a él de frente, sino que lo estaba tratando de poner en su lugar. Le hice una pregunta, pero la razón por la cual le estaba haciendo esa pregunta no era por la respuesta. Le estaba haciendo esa pregunta porque yo misma la respondería. Solo le estaba dando un poco de espacio para que él aportara algo, pero yo sabía lo que era mejor.
Recuerdo que en otra ocasión le hice otra pregunta, y él se puso a la defensiva. Yo le dije: «Quisiera saber cómo llegaste al punto de tomar esta decisión en particular». Cuando vi su actitud defensiva, le dije: «No, realmente quiero saber. Quiero saber cómo llegaste a tomar esta decisión».
Así que me dijo: «Bueno, he considerado este punto y este punto, y después este punto». Cuando llegamos a su conclusión, a pesar de que aún no estaba de acuerdo, entendí cómo llegó a esa decisión. Y era una conclusión válida, solo que veíamos las cosas de manera diferente.
Comencé a escucharlo cuando compartíamos con otras personas. Entonces al entrar al auto yo le preguntaba, «¿sabes qué? Alguien te hizo esta y esta pregunta, y yo traté de anticiparme y adivinar cuál sería tu respuesta, pero tu respuesta fue totalmente diferente de lo que pensé que sería». Y él dijo, «sí, tú sabes la razón por la que respondí eso…», porque él sabía que yo lo estaba escuchando. Una de las mejores maneras en que podemos mostrarle respeto a nuestro esposo es valorando su juicio, incluso si no estamos de acuerdo.
Nancy: Puedo imaginar algunas mujeres que están escuchando esto decir: «Bueno, tu esposo ha sido sensible a todo esto. Él es creyente, él está escuchando al Señor, pero mi esposo no es sensible al Señor. Incluso puede que no sea cristiano en lo absoluto, y sé que él no está buscando al Señor. Si yo pongo en práctica la sumisión, es probable que esté yendo por un camino equivocado».
Bunny: Ese es un buen punto, Nancy. De hecho, Dios sabía que eso podría surgir. Por lo que Él escribió la respuesta muy claramente en Su Palabra. En 1 Pedro 3:1 dice: «Asimismo ustedes, mujeres, estén sujetas a sus maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra…» Ahora bien, si no obedeces a la Palabra, podríamos estar hablando de una persona incrédula. Puede ser también una persona salva pero que vive en la carne, sin caminar de acuerdo a la Palabra de Dios. Continúa diciendo, «…si algunos de ellos son desobedientes a la palabra puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres».
Lo que tenemos que entender como mujeres casadas es que Dios les ha dado a los esposos la autoridad en la toma de la decisión final –aunque Dios tiene la última palabra. Él les ha dado a los esposos la autoridad, pero les ha dado a las esposas la influencia. Nancy, déjame hacerte esta pregunta: ¿Qué es mayor, la autoridad o lo que influye en la autoridad? Bueno, aún si no escoges a uno sobre el otro, hay que admitir que son equivalentes.
Nancy: Creo que como mujeres realmente no nos damos cuenta de lo grande que es nuestra influencia en los hombres que nos rodean.
Bunny: Y tú sabes que los hombres no van a ser honestos con respecto a lo influyentes que somos, porque en realidad no quieren que lo sepamos. Pero la mayoría de los hombres podrían declarar lo sensibles y lo rápidos que son para responder a las expresiones de sus esposas –su respuesta, su tono, su actitud. Nosotras tenemos una influencia sobre la dirección que toman nuestros esposos de esa manera.
La Escritura dice…Dios básicamente está diciendo: «Tú eres tan influyente que sin decir ni una sola palabra, es decir, con solo observar tu conducta casta y respetuosa…» Dios dice: «Si me amas completamente, ese amor hará que tu esposo esté sediento de conocer la paz que tú posees, a pesar de que no estás de acuerdo con él en una decisión en particular. ¿Cómo puedes estar cerca de él y aún así tener gozo? ¿Cómo puedes estar cerca de él y que tu actitud no se vea afectada? Es porque estás segura de que estoy escuchando y de que voy a intervenir. Puedes decir exactamente cómo te sientes y continuar con la vida. Confía en Mí. Tu esposo te ha escuchado, y puedes ganarlo sin una sola palabra; con tu conducta casta y respetuosa».
Nancy: Esto es algo que las madres podrían enseñar a sus hijos e hijas.
Bunny: Oh, ¡definitivamente! Tiene que venir de la madre, e incluso del padre. Pero definitivamente la madre es la que debe enseñar esto.
Nunca olvidaré cuando di una conferencia en un auditorio. Era acerca de este tema, «La libertad a través de la sumisión». Había más de 20.000 mujeres. Al final del mensaje les dije a aquellas mujeres: «Bueno, voy a hacer una invitación. Todas ustedes mujeres obstinadas vengan al frente».
Había tantas mujeres, que se alineaban hasta llegar a los pasillos. Sabes, normalmente no recibimos la información adecuada que necesitamos para entender y aprender a ceder, para ser mujeres sumisas –ya sea que estemos solteras o casadas. Debido a esto, la rebelión ha dominado nuestros pensamientos y la obstinación ha gobernado nuestras acciones, y hoy estamos cosechando los resultados.
Nancy: Bunny, cuando vi el vídeo de aquella conferencia, hubo una escena que me impactó, donde todas esas mujeres decían: «Sí, he sido rebelde. He sido obstinada». Realmente, en respuesta a esa invitación ellas decían: «Me arrepiento, entrego las riendas de mi vida. No seré mi propio dios. Yo no voy a adorarme a mí misma ni a mis propios caminos. Voy a dejar que Dios sea Dios en mi vida». Fue una escena muy emocionante.
Me pregunto si podemos extender esa invitación a las mujeres que nos escuchan, aunque no estamos allí en esa conferencia, pero podemos extender la invitación, y comenzar con preguntarnos lo siguiente: Si Dios pudiera decir: «He aquí mi hija __________», ¿cómo completarías la frase? ¿Cómo llenarías ese espacio en blanco? ¿Dirá acaso el Señor: «He aquí mi hija sumisa»? ¿O dirá: «He aquí mi hija rebelde y obstinada»?
No creo que sea fácil para ninguna de nosotras reconocerlo, «realmente soy rebelde y obstinada». Aunque somos rápidas en reconocer la rebeldía en nuestros hijos o en otras personas, es tan difícil ser humilde y lo suficientemente honesta para decir: «Señor, soy yo. Yo soy esa mujer obstinada y rebelde de la cual hemos estado hablando estos días».
Y una vez lo reconocemos tenemos que venir en arrepentimiento. Esa es la invitación que queremos extender hoy a las mujeres. ¿Estás dispuesta, no solo a reconocer que has sido rebelde y obstinada, sino también a ir a Dios con un espíritu de humildad y arrepentimiento, y decirle: «Señor, por Tu gracia, quiero que Tú me cambies»?
Sé requiere que Dios trabaje de una manera sobrenatural para transformar un corazón obstinado y rebelde en un corazón rendido y apacible, solo Él puede hacerlo. Él puede renovarnos. Somos nuevas criaturas en Cristo.
Creo que hay muchas mujeres que nos escuchan y que quieren decirle al Señor: «Señor, me arrepiento. Descanso en tus brazos. Te entrego mis armas. Te entrego mis derechos, y mi deseo de controlar y de gobernar a las personas a mí alrededor. Quiero que Tú tengas el control».
Y puede ser atemorizante, porque existen muchas situaciones diferentes que las personas enfrentamos, y algunas de ustedes probablemente estén pensando: «Tú no conoces la situación en mi hogar. Tú no conoces a mi esposo. Tú no conoces a mi jefe».
Es verdad, yo no conozco esas personas, y tampoco Bunny. Pero sí conocemos a nuestro Dios, y sabemos que Él es más poderoso y que tiene el control más que cualquier otra autoridad humana en nuestra vida. Sí, vamos a esperar en Él, sí, vamos a confiar en Él, creeremos que Él cuidará de nosotras incluso en medio de esa situación en la que puede ser tan difícil ceder y someternos.
Annamarie: Has estado escuchando la conclusión de una conversación entre Nancy DeMoss Wolgemuth y Bunny Wilson. Creo que no muchas de nosotras esperábamos escuchar acerca de la sumisión como en esta serie. Bunny nos ha dado una perspectiva clara y bíblica de lo que es la sumisión. Y es que todos estamos llamados a someternos. Pero, y tú, ¿dirás: «Sí Señor», ahí en la etapa de vida donde te encuentras? Juntas digamos: «Sí Señor, porque Tú eres Dios, confío en Ti».
Si has sido edificada a través de esta conversación compártela con más mujeres. Hazlo fácilmente a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
La ansiedad es algo común en un mundo caído, pero no tiene que controlarnos. En nuestra próxima serie escucharás una conversación que te ayudará a entender cómo la ansiedad puede ser algo que te lleve al amor y a la gracia de Dios. ¡No te la pierdas!
Invitándote a decir: «Sí, Señor», Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es el libro de los Hechos capítulos 1 al 3.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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