Cuando Dios parece estar en silencio
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah Gresh dice que a veces cuando Dios parece estar en silencio, Él en realidad puede estar enviándonos un mensaje muy importante.
Dannah Gresh: En mi propia vida, los momentos en los que parece que no puedo escuchar la voz de Dios, he llegado a comprender que esos períodos en mi vida en los que Dios está aparentemente en silencio suelen ser una llamada de atención, un momento en el que Dios está diciendo: «¡Miren y vean!».
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth coautora junto a su esposo del libro «Confía en Dios para Escribir Tu Historia», en la voz de Patricia de Saladín, Hoy, 21 de octubre de 2024.
Nancy: En la primavera del 2020 el mundo estuvo paralizado a causa del coronavirus. Para la mayoría de nosotras tomo mucho tiempo volver a «la normalidad». La gente empezó a leer la Biblia …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah Gresh dice que a veces cuando Dios parece estar en silencio, Él en realidad puede estar enviándonos un mensaje muy importante.
Dannah Gresh: En mi propia vida, los momentos en los que parece que no puedo escuchar la voz de Dios, he llegado a comprender que esos períodos en mi vida en los que Dios está aparentemente en silencio suelen ser una llamada de atención, un momento en el que Dios está diciendo: «¡Miren y vean!».
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth coautora junto a su esposo del libro «Confía en Dios para Escribir Tu Historia», en la voz de Patricia de Saladín, Hoy, 21 de octubre de 2024.
Nancy: En la primavera del 2020 el mundo estuvo paralizado a causa del coronavirus. Para la mayoría de nosotras tomo mucho tiempo volver a «la normalidad». La gente empezó a leer la Biblia y a escuchar sermones por Internet, algunos, por primera vez en su vida. Hubo un aumento del 50% en las búsquedas en Google de la palabra «oración». La gente quería hablar con Dios en los momentos difíciles. Y eso es exactamente lo que el libro de Habacuc nos enseña a hacer: hablar con Dios en los momentos difíciles.
Este libro profético del Antiguo Testamento nos ayuda a ver que Dios es bueno y actúa en todo momento. Eso es algo que necesitamos recordar en los días difíciles y los tiempos que parecen malos en cierto modo. El año 2020 quizás fue uno de ellos. Así que vamos a profundizar en el libro de Habacuc con mi coanfitriona, Dannah Gresh.
Y estamos en nuestro segundo día de su serie de enseñanzas que grabamos en ese tiempo para apoyar su estudio Bíblico de libro de Habacuc. Habacuc: Recuerda la fidelidad de Dios cuando Él parece estar en silencio. Hoy Dannah planteará la idea de que cuando pensamos que Dios está en silencio, puede que Él nos esté enviando un mensaje importante. Aquí está Dannah.
Dannah: ¿Alguna vez, has añorado tu hogar mientras estás de viaje? No puedo decir que lo haya experimentado mucho en mi vida, porque tiendo a ser feliz dondequiera que esté. Pero recuerdo una vez que estaba muy nostálgica y solo quería estar en casa.
Una de las grandes aventuras de nuestras vidas fue cuando Bob y yo fuimos asignados por el Señor para hacer un trabajo misionero en el país de Zambia. De hecho, lo llamamos «el hogar de nuestro corazón». ¡Amamos tanto a la gente y a la tierra! Dios nos invitó a un proyecto de tres años donde podríamos estratégicamente compartir el evangelio en las escuelas públicas.
Nuestros hijos nos acompañaban cuando íbamos y veníamos, pero por cuestiones escolares en un viaje en particular sentimos que debían quedarse en casa en Zambia. Y ese viaje coincidió con las vacaciones de Acción de Gracias. Pensé que estaría bien.
Sabía que iba a echar de menos la mesa de Acción de Gracias de mi madre, sabía que iba a perderme la fresca y enérgica promesa de la nieve que debía caer en una mañana de Acción de Gracias, y sabía que echaría de menos ponerme uno de mis primeros suéteres navideños. Pero no estaba preparada para lo fuerte que me afectaría.
Me desperté la mañana del Día de Acción de Gracias y, en lugar de un día fresco, ¡estábamos a 35 grados centígrados y hacía demasiado calor! Mis amigos zambianos fueron muy amables. Sabían que era un día especial para nosotros y querían celebrarlo con nosotros, así que nos recogieron en un taxi. Nos llevaron a El León Hambriento (que, por supuesto, vende comida rápida) y nos sentamos en una mesa de pícnic al aire libre para darnos un festín de pollo.
Y recuerdo que pensé: «¡Esto no me hace sentir bien!». Y, por primera vez en mi vida, ¡la nostalgia se apoderó de mí! Y sabía que teníamos un trabajo importante que hacer ese día, así que me ocupe en lo que debía hacer. Pero a medida que avanzaba el día, tenía que contener las lágrimas.
Supongo que se me notaba, porque una de mis hermanas zambianas se me acercó y me dijo: «Hermana, ¡me doy cuenta!». Lo dijo con tanta compasión. Yo sabía lo que quería decir, pero seguía pensando: «Oh, no, yo no… yo no; estoy bien».
Y ella dijo esto: «Veo que no estás en casa». Bueno, ¡después de eso no pude contenerme! Lloré y ella me abrazó. Lloré durante la mayor parte del día y mientras me dormía en la cama. Pero la cosa es así: yo elegí ir a Zambia. Mis acciones me llevaron a ese lugar donde añoraba mi hogar.
Compré el boleto de avión, embarqué en varios aviones; fui allí por mi propia voluntad, por mi propia elección. De la misma manera, a veces nos encontramos en un lugar donde sentimos nostalgia de estar lejos del Señor porque nuestras acciones nos han llevado lejos.
¿Alguna vez te has sentido así? ¿Has sentido nostalgia espiritual, has echado de menos al Señor? ¿Ha pasado mucho tiempo desde que escuchaste Su voz, sentiste Su cercanía, recibiste un nuevo sentido de Su presencia? Y llegas allí y piensas, ¿Cómo llegué aquí? Y luego recuerdas: «Ah, sí… eso». Esa decisión, esa persona, ese momento, esa fortaleza, ese pecado. ¿Has pasado por eso? Yo lo sé muy bien.
Pero la cuestión es la siguiente: la historia de la Biblia es una historia de exilio, empezando por la historia del Génesis. Adán y Eva vivían en el hogar perfecto, y entonces su pecado y sus acciones significaron su destierro. Estaban exiliados del lugar al que Dios quería que llamaran hogar.
Me pregunto, ¿Alguna vez sintieron nostalgia? ¿Echaban de menos algún árbol y alguna fruta? ¿Echaban de menos alguna flor que floreciera en el lugar adecuado? ¿Lloraban porque sus acciones les habían alejado de casa?
El libro de Habacuc es uno de los muchos puntos de las Escrituras en los que se nos recuerda una verdad muy importante: estamos en el exilio. Este mundo no es nuestro hogar. Y la sensación de que no es suficiente; no es realmente lo que anhelamos. Bueno, eso es porque anhelamos el hogar, anhelamos el cielo. Anhelamos el lugar donde Dios quiere que habitemos.
Hoy quiero sumergirme de lleno en Habacuc capítulo 1 comenzando en el versículo 5. Vamos a empezar a ver que la nación de Judá volverá a caminar hacia el cautiverio. No es la primera vez que vemos que estaban en cautiverio; antes vimos que lo estuvieron en Egipto, luego vino el Éxodo y Dios los llevó a la Tierra Prometida.
Habacuc escribe su libro en la Tierra Prometida y dice: «Dios, ¿No ves toda la corrupción que me rodea? ¿No ves cómo tu pueblo te ha olvidado? ¿No ves que sus acciones y su pecado los están alejando de Tu corazón? ¡Haz algo!»
Y ha pasado mucho tiempo, porque Habacuc dice: «¿Hasta cuándo? Oh Señor ¿pediré ayuda?» Él ha estado orando durante mucho tiempo; ha estado sintiendo que Dios está en silencio. Bueno, Dios responde en este versículo que vamos a leer hoy.
Él dice:
«[Habacuc… en realidad no dice su nombre; es Dannah quien lo añade], ¡Miren entre las naciones! ¡Observen! ¡Asómbrense, quédense atónitos! Porque haré una obra en sus días que ustedes no la creerían si alguien se la contara.
Porque voy a levantar a los Caldeos, pueblo feroz e impetuoso, que marcha por la anchura de la tierra, para apoderarse de moradas ajenas. Imponente y temible es; de él mismo proceden su justicia y su grandeza.
Sus caballos son más veloces que leopardos, y más astutos que lobos al anochecer. Al galope vienen sus jinetes de lejos, sus jinetes vienen de lejos, vuelan como águila que se precipita a devorar. Vienen todos ellos para hacer violencia, su horda de rostros avanza, recoge cautivos como arena»
(Hab. 1: 5-9).
Nancy (de la serie de Habacuc): Esa es la descripción que Dios hace del pueblo que Él está levantando para contestar la oración de Habacuc. Eran corruptos, agresivos, crueles, maliciosos, fieros, fuertes, y bestiales. Estaban decididos a dominar el mundo. Los puedes ver tomando el control como una tormenta, barriendo con todo y conquistando al mundo conocido.
Invencibles, por lo menos ellos pensaban que lo eran. Irresistibles. Todos caían como pequeñas víctimas bajo su ataque. Inconquistables, indomables, inquebrantables, abrumadores, ese es el sentir que nos da.
Arrogantes, orgullosos. Ellos adoraban su propia fuerza. «Su poder es su dios» (versículo 11). Ellos piensan que son Dios. Se trata de un poder mundano, arrogante, despiadado, cruel y estos son los instrumentos que Dios ha escogido y tiene la intención de usar para cumplir Sus propósitos en el mundo.
Dios le dice: «Estoy obrando en tu día, y esto es lo que estoy haciendo. Estoy levantando un grupo de terroristas despiadados, arrogantes para cumplir mis propósitos y para contestar tus oraciones. Por medio de ellos trataré con el pecado y la injusticia de Judá».
Dios está obrando, pero no es lo que nosotros esperábamos. No es la manera que nosotros hubiésemos escrito el guion porque es una obra de juicio. Dios va a traer ira y juicio, y Él va a usar esta nación violenta, perversa, arrogante, a los babilonios, para hacerlo. La gente está anonadada. Por eso Dios dijo: «asombraos y admiraos».
No lo pueden creer. No es lo que ellos hubieran esperado que Dios hiciera. Dios dice: «Voy a tratar con los pecados de mi pueblo por medio de un pueblo que es aún más malo». Dios les dice: «Estoy levantando a una nación malvada, pagana, impía, despiadada, violenta, para realizar Mis propósitos con Mi pueblo escogido».
Y tienes que ponerte a pensar, así como Habacuc, nos daremos cuenta por qué Dios usó a los caldeos. Me pongo a pensar si quizás fue con la intención de darnos una imagen de aquello en lo que Judá se convertiría, si se dejaba sin corrección; si no era castigada por Dios. Allí hacia donde te guiará el pecado.
Dannah: Esencialmente, lo que Dios estaba haciendo era decir: «Sus corazones ya están lejos de Mí. ¡Están emocional y espiritualmente en el exilio y no les importa! Sus corazones son duros». A veces Dios nos lleva a lugares difíciles y dolorosos porque está preocupado por la condición de nuestros corazones. Eso es exactamente lo que le está diciendo a Habacuc en estos versículos.
«Voy a dejar que sientan el dolor de un exilio físico para que vean el pecado de su exilio espiritual». El cautiverio Babilónico es una imagen de algo sobrenatural: ¡todas anhelamos sentir que estamos en casa! Podemos aprender tantas cosas de las páginas de Habacuc, y si algo podemos aprender es que somos como la nación de Judá y como la nación de los Caldeos, y que también somos muy parecidas a Habacuc y capaces de caminar por la fe.
Pero esto es lo que quiero que escuches hoy: a menudo hay un mensaje en el silencio. En todos esos meses, años…no sé cuánto tiempo estuvo orando Habacuc, solo sé que fue mucho tiempo, porque dijo: «¡¿Hasta cuándo tengo que clamar a Ti, Señor?!». En todo ese tiempo, en todo ese silencio, creo que había un mensaje.
Creo que Dios estaba diciendo algo. Creo que estaba diciendo: «¡Vuélvete a Mí! ¡Arrepiéntete! Estás lejos emocionalmente, estás lejos espiritualmente. ¿Cómo puedo hablarte cuando estás viviendo de esa manera, con esas acciones y esas decisiones?».
A veces el Señor también nos permite atravesar tiempos difíciles, tiempos en los que las cosas parecen malvadas y difíciles. También parece que Dios no tiene nada que decir y no hace nada al respecto. ¿Es posible que haya un mensaje en ese silencio?
Tuve un período en mi vida en el que me di cuenta de que Dios se sentía realmente silente. Estaba en mi adolescencia, ¡y debo decirles que era una adolescente que amaba al Señor como loca! Desde los ocho años, quería servirle, y lo hice.
A los quince años, era misionera de la Asociación de Evangelización Infantil; participaba activamente en mi grupo de jóvenes; era maestra de escuela dominical para niños de tres y cuatro años. Me encantaban. De alguna manera, en medio de todo ese ajetreo, dejé de leer la Biblia.
Ahora, permítanme retroceder y decir que eso es más o menos lo que sucedió en la nación de Judá. Porque, como veremos en nuestra tarea, el rey Josías, que reinaba justo al principio de la vida de Habacuc, era un rey bueno. Y cuando reinaba, descubrió un pergamino tirado en el polvo del templo; era la Palabra de Dios, y había sido ignorada y descuidada.
Y cuando encontró ese rollo, lloró, porque vio lo que vio Habacuc: que esta gente no vivía para honrar a Dios. No estaban viviendo por fe; estaban viviendo en pecado, rebelión y desobediencia. Y cuando lo vio, ¡lloró y reformó la nación y los llamó a vivir de nuevo para el Señor! Pero duró poco.
Luego su hijo reinó y ya no se preocupó por la Palabra de Dios que volvió a caer en el olvido en algún lugar.
Cuando tenía quince años, pensé que como estaba tan ocupada preparando lecciones de escuela dominical y lecciones para la Asociación de Evangelismo Infantil, pensé que estaba en la Palabra de Dios. Pero yo no estaba en la Palabra de Dios para que mi corazón fuera reformado.
Cada vez que abrimos la Palabra de Dios deberíamos tener el corazón de Josías: «Señor, ¿qué dice esto, y cómo quieres que cambie mi vida?». Habacuc tenía el corazón de Josías. Él veía el mal y el pecado de esta nación, y también quería ver un cambio.
Ahora, tengo que decirles que cuando dejé de leer la Palabra de Dios, empecé a sentirme orgullosa e inflada, y empecé a creer que podía controlar las cosas en mi vida, que estaba a cargo de mi vida. En ese momento yo estaba en una aparentemente inocente relación de noviazgo en la escuela secundaria. No todo estaba bien, pero creía que podía controlarlo.
¿Sabes qué? Cada vez que hay una sensación en nuestro espíritu de que las cosas no están bien, ¡debemos correr al Señor! Debemos correr al Señor. De hecho, permítanme decir esto: Les ruego dos cosas: una ¡lean su Biblia, lean su Biblia, lean su Biblia! Cuando dejamos de leer nuestra Biblia, ese es el primer paso, la primera acción que tomamos para movernos en dirección al exilio.
Y la segunda acción que tomamos es permitir que nuestros corazones sean tan orgullosos que pensamos que cuando Dios nos envía un mensaje que dice: «¡Ten cuidado con esto!», y decimos: «¡Puedo manejarlo!», hemos comenzado a ser como los Caldeos, orgullosos y engreídos. Esa era yo, la Dannah de quince años, orgullosa y engreída.
Bueno, no pude controlarlo. No estaba en control de esa situación, y eventualmente terminé en una relación muy pecaminosa. La llamo la gran angustia de mi vida. Me sentía tan sola, ¡y Dios parecía tan silente! ¿Pero sabes qué? En Su silencio Él todavía me perseguía. Había un mensaje en el silencio; ¡Él me estaba invitando a regresar!
El Salmo 29:3 dice: «Voz del Señor sobre las aguas. El Dios de gloria truena, el Señor está sobre las muchas aguas».
Realmente no sé cómo decirte cómo funciona esto, excepto para decir que simplemente suena diferente, especialmente cuando estoy leyendo las Escrituras. Es como si el Señor dijera: «Voy a darle énfasis a este versículo, porque no solo lo tengo escrito hace décadas, siglos para todo Mi pueblo. Pero ahora mismo, este es para ti..¡ahora mismo!»
¿Alguna vez les ha sucedido que un versículo de las Escrituras te salta de las páginas? A mí me pasó en el momento que, de hecho, compartí con ustedes en la última sesión, cuando Bob y yo estábamos enfrentándonos a una bancarrota. Habíamos tomado algunas malas decisiones, pero también habíamos sido engañados en algunas transacciones de negocios que lo hicieron aún más doloroso y difícil.
Pero decidimos que queríamos caminar con honor e integridad, e íbamos a pagar hasta el último céntimo de nuestra deuda, ¡aunque nos costara una eternidad!
Entre otras cosas, vendimos nuestra preciosa casita, la primera que compramos, en Sycamore Drive. Era la casa donde teníamos una piscina con una terraza a vuelta redonda para que nuestros hijos pudieran invitar a todos los vecinos, y nosotros éramos el centro de la actividad y la alegría. Mi padre y mi marido habían construido como un castillo alto para mis hijos. ¡Había tantos recuerdos preciosos en aquella casa!
Mientras nos preparábamos para obedecer al Señor en la venta de esa casa, para que pudiéramos caminar en integridad, solo dije: «Señor, ¿Por qué? ¿Por qué tuvimos que ser engañados? ¿Por qué tuvo que suceder esta complicación? ¿Por qué tenemos que llevar esta carga por quién sabe cuánto tiempo?».
Estaba dispuesta a vender la casa, pero lo que más me dolía eran mis hijos. Dije: «¡Señor, esto los va a arruinar! Señor, esto va a ser algo doloroso para ellos. ¡Señor, puede que se enfaden contigo para siempre!».
Me senté en la terraza mirando la piscina y el castillo alto. Me dije: «¡Muy bien! Ahora que he dicho mi parte y he luchado contigo, Señor, ¿qué necesitas decirme Tú a mí, a mi corazón?». Ese día abrí mi Biblia en Proverbios 14; debía de ser el decimocuarto día del mes, porque leía un Proverbio al día.
Ese día en particular, todos los versículos eran tesoros, pero ninguno de ellos tenía ese énfasis del que he estado hablando, donde es como si Dios dijera: «¡Pónganse firmes! ¡Te estoy hablando ahora!». Hasta que llegué al versículo 26.
Proverbios 14:26 dice: «En el temor del Señor hay confianza segura, y a los hijos dará refugio». Esto me sonó como la voz de Dios. Me dijo: «Dannah, esta casita de rancho que te encanta no es tu verdadero hogar. Yo soy».
Dios siempre nos está invitando a casa porque somos propensos a vagar, nuestros corazones tienden a ir en dirección al exilio. Pero Él es nuestro verdadero hogar, ¡y Él siempre nos está invitando a regresar! Y vas a ver que esa es la invitación que Habacuc recibe del Señor, y que la nación de Judá recibe en el libro de Habacuc.
Porque en los momentos difíciles, cuando Dios parece estar en silencio, suele haber un mensaje en ese silencio. ¡Él nos está invitando a casa! No sé con qué silencio estás luchando ahora mismo. No sé con qué dolor estás lidiando, pero te animo a insistir en el silencio y decir: «Señor, ¿Estás hablando? ¿Estás tratando de decirme algo?». Mantente atenta al mensaje en el silencio.
Nancy: Antes mencioné cuántas personas comenzaron a leer sus Biblias y a orar como resultado de la pandemia en el año 2020. ¡Esas son personas que captaron el mensaje en el silencio! Empezaron a enderezar sus almas.
¿Y tú? ¿Y yo?
Aunque en los primeros días de este tiempo difícil estuvimos insistiendo en la oración y en la verdad de Dios, ¿seguimos haciéndolo ahora que las semanas se han convertido en meses?
La semana pasada, mientras estudiábamos Habacuc, aprendimos que el libro contrasta dos tipos de personas. La primera, la que camina por la fe. Esto es lo que queremos ser: mujeres que viven con su esperanza en Cristo durante los tiempos difíciles y que transmiten esa fe a los demás.
El segundo tipo de persona es orgullosa y temerosa. Tienen almas, o corazones, que no están bien en su interior. Y a menudo, cuando Dios no parece estar actuando en nuestro mundo y todo se desmorona, es porque Él nos está advirtiendo que podríamos estar yendo camino a convertirnos en ese tipo de mujer.
Los momentos difíciles en los que Él parece estar en silencio pueden ser invitaciones a que participemos con Él para trabajar en algo muy importante: nuestros corazones. Dios quiere que seamos personas que caminan por fe. Honestamente, a veces los tiempos fáciles nos hacen complacientes. Pero las temporadas difíciles dejan muy claro si estamos caminando por fe o por temor. Entonces, ¿Qué tipo de mujer eres?
Más que enmendar las circunstancias rotas en tu mundo o en mi mundo, Dios desea sobre todo tratar con nuestras almas.
¿Qué necesitas hacer para cooperar con Él? ¿Necesitas volver a leer la Biblia? ¿Confesar algún pecado? Tal vez una mujer mayor y más sabia a quien puedas rendirle cuentas o quien pueda pedirte cuentas. Intégrate una comunidad cristiana. Te animo a que hagas lo que sea necesario para responder a Dios ahora mismo. Aquí está Dannah para orar mientras consideras lo que podría ser.
Dannah: Señor, oro por estas mujeres que hacen este estudio. Dios, este libro de Habacuc ha sido un gran tesoro en mi corazón, en mi vida… ¡y un trabajo muy duro! Para ellas también es mucho trabajo estudiarlo. Pero ¿les recompensarás, especialmente a aquellas mujeres que atraviesan tiempos difíciles, que sienten el vacío de Tu silencio? ¿Les ayudarías a escuchar el mensaje? ¿Llevarías sus corazones a casa? En el nombre de Jesús, Amén.
Nancy: Si Dios te está impulsando a leer más tu Biblia, quiero que consideres comenzar con el libro de Habacuc.
Dannah: Nancy, quiero mencionar algo que puede ser de apoyo para comprender este libro de la Biblia. Y esto es el hecho de que está escrito en forma de poesía y también hace referencia a muchas costumbres, hábitos y grupos humanos antiguos. Esto lo puede hacer difícil de entender si no se tiene un poco de ayuda.
Algo que me ayudó fue una serie que enseñaste aquí en Aviva Nuestros Corazones sobre el libro de Habacuc titulada: «Habacuc: Del Temor a la Fe». Podrás encontrarla cuando visites AvivaNuestrosCorazones.com y también hay un enlace en la transcripción del episodio de hoy.
Nancy: Otra gran herramienta es el nuevo estudio bíblico de Dannah titulado: Habacuc: Recordando la Fidelidad de Dios Cuando Él Parece Estar en Silencio (disponible solo en inglés). Y este libro de la Biblia realmente es una ayuda en tiempos difíciles y de temor.
Bueno, en estos días tan desafiantes puede que tengas algunas preguntas: Dios, ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué permites que esto suceda? ¿Por qué no lo arreglas? Habacuc también tenía preguntas así.
Y mañana, Dannah te dará un permiso para argumentar con Dios cuando no entiendas por qué la vida es como es. Pero, ella nos enseñará cómo llevar nuestras preocupaciones a Dios de la manera correcta.
Dannah: Llamándote a considerar si estás caminando en fe o en temor, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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