Cuando Dios nos visita
Débora: Si Dios se apareciera frente a la puerta de tu casa, ¿estarías feliz de verlo? La respuesta que tú des a esta pregunta tiene mucho que ver con cómo has estado viviendo. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando Dios viene a visitar, Él nos visita en ambas fases, en la salvación y la liberación del pueblo de Dios; y en juicio y en castigo para aquellos que le rechazan.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 12 de diciembre de 2024.
¿Alguna vez has sido la primera en recibir una noticia emocionante? La Biblia nos dice que Zacarías escuchó la mejor noticia de la historia y luego se quedó mudo. Nancy comenzó a contarnos esta historia en el episodio de ayer. Ella está aquí con la continuación de la serie titulada, «El himno de Zacarías» …
Débora: Si Dios se apareciera frente a la puerta de tu casa, ¿estarías feliz de verlo? La respuesta que tú des a esta pregunta tiene mucho que ver con cómo has estado viviendo. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando Dios viene a visitar, Él nos visita en ambas fases, en la salvación y la liberación del pueblo de Dios; y en juicio y en castigo para aquellos que le rechazan.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 12 de diciembre de 2024.
¿Alguna vez has sido la primera en recibir una noticia emocionante? La Biblia nos dice que Zacarías escuchó la mejor noticia de la historia y luego se quedó mudo. Nancy comenzó a contarnos esta historia en el episodio de ayer. Ella está aquí con la continuación de la serie titulada, «El himno de Zacarías».
Nancy: En mayo del año 2004, George W. Bush, estaba haciendo campaña para la reelección, e inició uno de sus recorridos en la ciudad de Niles, Michigan.
Niles, Michigan. Quizás puedes reconocer este nombre, ahí es donde están ubicadas las oficinas centrales de Aviva Nuestros Corazones. Creo que Niles cuenta con una población de 12,202 habitantes, según el censo del año 2000.
Y George W. Bush visitó Niles, Michigan. Si hubiera escogido Detroit lo hubiera entendido, pero ¿Niles? Una comunidad de South Bend, Indiana, al suroeste de Michigan. Esto fue algo sorprendente.
Todo el mundo estaba informado. Y todo el mundo estaba hablando de ello. Ese fue un día grandioso para Niles, Michigan. Pensé en este acontecimiento, al meditar en el Himno de Zacarías, la alabanza de Zacarías mientras estaba de pie ante su hijo recién nacido, Juan, quien fue el precursor de Jesús, el Mesías; y Zacarías ofreció una bendición al Señor.
Estaremos viendo esta bendición en Lucas capítulo 1, durante esta semana y la próxima. Te animo, si puedes, a seguirme con tu Biblia en la mano y a buscar el pasaje en Lucas 1, desde el versículo 67 hasta el 79. Léelo, estúdialo por ti misma, medita en él, o quizás mejor aún, memorízalo en estas próximas semanas a medida que nos enfocamos en estas palabras.
Zacarías inicia este himno de alabanza, este Benedictus como decíamos ayer, esta bendición, diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo» (v. 68, LBLA). Dios ha visitado a su pueblo.
Zacarías aquí está refiriéndose al nacimiento de Cristo, aun cuando él está mirando el nacimiento de su propio hijo. Él no está hablando del nacimiento de su propio hijo; él está hablando del nacimiento de Cristo, el Mesías, cuando aún faltaban meses por venir. Él nos dice: «Dios ha visitado su pueblo». El nacimiento de Cristo es una visitación divina.
Ahora, la referencia en el versículo 68 de Dios visitando a su pueblo, es la primera de dos referencias de visitaciones divinas en este himno. La segunda, la encontramos en la parte final de la alabanza en el versículo 78 donde Zacarías dice: «Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora», (y otras traducciones dicen, la primavera).
En el versículo 68 él dice: «Dios ha visitado y redimido a su pueblo». En el versículo 78 dice: «nos visitó desde lo alto la aurora».
Ambos versículos hablan de la venida de Cristo a la tierra, Dios visitando a su pueblo. Y proféticamente, aunque el nacimiento de Cristo aún no había tenido lugar, Zacarías ve como si esta visitación ya hubiese acontecido. Él sabe que viene y mira confiadamente a su realización futura. Dios visitará a su pueblo. Dios ha visitado a su pueblo. En lo que a Dios se refiere, es un hecho consumado.
Ahora, esto es muy significativo en la mente no solo de Zacarías sino de todos sus amigos y familiares judíos, cualquiera que estuviese oyendo, cualquiera que estuviera consciente de lo que estaba pasando, ya que había pasado muchísimo tiempo desde que el planeta tierra había tenido palabra de parte de Dios.
De hecho, habían pasado 400 años desde la última vez que alguien oyera algo de parte de Dios. Cuatrocientos años desde el final del libro de Malaquías hasta el nacimiento de Cristo. Silencio, tinieblas, espera, anhelo. Sin palabra, sin eco, sin visitación.
Así que ahora, después de todos estos años de Dios estar «ausente» según el pueblo pudiera decir, Dios ha visitado a su pueblo. Una promesa hecha hacía tiempo, una visitación largamente esperada.
La palabra visitado, «Dios ha visitado a su pueblo», en el idioma original, ni siquiera voy a tratar de pronunciarlo, pero es la palabra de donde viene nuestra palabra episcopal o episcopado. Estas palabras, episcopal o episcopado están relacionadas con gobierno, vigilancia, lo que un obispo hace con su iglesia.
«Dios ha visitado su Pueblo». ¿Qué es lo que esto significa? La visitación de Dios es Su supervisión y gobierno sobre su pueblo. Este es un himno de gracia. Es un himno acerca de Dios mirando lo que está sucediendo, Dios actuando basado en lo que ve y Dios viniendo a gobernar a su pueblo.
Lo que se describe a través de todo este himno de alabanza es el resultado de la visitación de Dios.
Lucas, el autor del Evangelio de Lucas, Lucas el médico amado usa el concepto de visitación más de una vez en el Evangelio de Lucas. Y una de estas referencias está en el capítulo 7.
Es el instante cuando Jesús se encuentra con una procesión fúnebre y está allí una viuda de Naín, la cual acababa de perder a su único hijo. Estaba desconsolada por su esposo y su hijo, y Jesús se detuvo.
Él tuvo misericordia de ella y efectuó un milagro al levantar de los muertos al hijo en esa procesión fúnebre. ¡El muchacho se levantó y estaba vivo! Como podrás imaginarte, esto fue algo asombroso para las personas que estaban en esa procesión fúnebre.
Dice en Lucas 7, versículo 16: «El temor se apoderó de todos (puedo entender eso) y glorificaban a Dios diciendo, ¡Dios ha visitado a su pueblo!»
«Dios ha visitado a su pueblo». La misma palabra es usada aquí y en Lucas capítulo 1, «Dios ha visitado a su pueblo».
Ahora, el tema de la visitación divina es uno que corre tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, la palabra en hebreo que a menudo es traducida como «visitar» puede ser con intención amistosa o con intención hostil.
Esa palabra es traducida de dos maneras diferentes en las diferentes traducciones. A veces, cuando es con una connotación amistosa, una visitación con una intención amistosa, es traducida como «recordar a, librar de, o tener una atención con».
Pero, por otra parte, en otras ocasiones la visita es con una intención hostil. Ahí ustedes verán palabras como «castigar, tomar venganza». Es la misma palabra que se relaciona con visitación. Significa poner atención con el propósito de ayudar. Dios ha visitado a Su pueblo. Él ha visto nuestra situación y ha venido para hacer algo acerca de nuestra condición.
Tú puedes ver esto a través del Antiguo Testamento. En Génesis capítulo 50, justo antes de morir, José habla a sus hermanos en Egipto, a sus parientes, y él les dice: «Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra (Egipto) a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob. E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos» (vv. 24-25, RV1960). Dios te visitará.
José murió creyendo que un día Dios visitaría a su pueblo en Egipto y los libertaría de la cautividad. Él murió sin haber visto cumplida la promesa, pero él murió creyendo que Dios cumpliría esas promesas.
De hecho, casi 400 años después, Dios visitó a su pueblo en Egipto. Después de 400 años de esclavitud, Dios se aparece a Moisés en la zarza ardiente. Puedes leerlo en Éxodo 3.
El Señor dijo, «ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos. Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel» (v.7-8).
Cuando Dios visita a su pueblo, Él siempre los visita para librarlos de algo y para llevarlos por un camino diferente.
Dios dijo: «He descendido para librar a mi pueblo de la mano de los egipcios». Él le dice esto a Moisés en Éxodo 3, «para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa» (v. 8).
Dios continúa diciendo en Éxodo 3: «Ciertamente os he visitado y he visto lo que se os ha hecho en Egipto».
La Nueva Versión Internacional dice: «Yo he estado pendiente de ustedes».
La visitación de Dios no es simplemente que Él pasa para una visita social. Es: «Yo he visto lo que está sucediendo en tu casa. He visto lo que está pasando en medio de mi pueblo y me inquieta tu condición. Me inquietan tus circunstancias. Y he venido a hacer algo al respecto. He venido a tomar el mando de las cosas».
Así es que Dios ve y que Dios actúa. El propósito de su visitación es ver y actuar. Es con el propósito de liberar a su pueblo. Todo esto está envuelto en este concepto de «Dios ha venido a visitar a su pueblo». Él ha venido hacer algo con respecto a la crisis de ellos. Él sabe lo que está sucediendo y Él ha venido a visitarlos.
Puedes encontrar en el Antiguo Testamento repetidas oraciones y súplicas a Dios para que visite a su pueblo.
Normalmente, cuando las personas oran de esta manera en el Antiguo Testamento, es durante tiempos de angustia. En tiempos de esclavitud. En tiempos de crisis y perturbaciones.
El Salmo 106, versículo 4, dice: «Acuérdate de mí, oh Señor, en tu bondad hacia tu pueblo; visítame con tu salvación».
Jeremías capítulo 15, versículo 15, dice: «Tú que lo sabes, oh Señor, acuérdate de mí, atiéndeme, y véngame de mis perseguidores».
Haz algo con relación a mi petición. Y no solo ayúdame, sino toma venganza de mis perseguidores.
Cuando Dios viene a visitar, Él nos visita en ambas fases, en la salvación y la liberación del pueblo de Dios; y en juicio y en castigo para aquellos que le rechazan. Estos son los dos aspectos de la visitación de Dios.
No hace mucho pensé en esto, cuando creí por un momento que un ladrón había entrado a mi garaje. Escuché algunos ruidos. Y para hacer la historia breve, no se la voy a contar entera, llamé a la policía, y ciertamente en breves momentos la policía vino a visitarme.
Estos dos hombres grandotes uniformados, con sus placas de autoridad, portando sus armas se presentaron en mi casa a visitarme. No fue una llamada social. Vinieron porque yo los llamé, y les dije: «Necesito que alguien venga a mi casa, tengo una situación que necesita ser revisada y no estoy segura de ser la persona apropiada para inspeccionar, en caso de que sea algo más de lo que pienso».
Resultó que no era nada grave y me alivió saberlo, pero cuando les llamé en medio de mi aflicción yo no sabía eso. Ellos vinieron a visitar y tenían un propósito doble en su visita.
Primero, vinieron a proveer protección para mí, los impuestos en función aquí, y para asegurarse de que estuviera segura. Si hubiera sido necesario, ellos estaban preparados para librarme y rescatarme. Ahora, estoy haciéndolo más dramático de lo que realmente resultó, pero era parte de su propósito.
Porque ellos también tenían otro propósito y era entenderse con el intruso en caso de que hubiera uno, gracias a Dios que no hubo ninguno. Es interesante que cuando ellos irrumpieron en el garaje, pistola en mano, ellos usaron un tono diferente de voz que al que usaron cuando hablaron conmigo; en caso de que un intruso potencial hubiera estado en el garaje.
Y esa es la segunda parte del propósito, era entenderse con cualquiera que no estuviese supuesto a estar ahí.
Así que cuando Dios viene a visitarnos, Él viene a rescatar y a librar a su pueblo, pero Él también viene a traer juicio y castigo sobre aquellos que no le pertenecen.
Ahora, cuando lees sobre la mayoría de las visitaciones de Dios en el Antiguo Testamento, hacen referencia a juicio y castigo.
Por ejemplo, puedes leer en Isaías capítulo 23, versículo 17: «Y sucederá al cabo de los setenta años que el Señor visitará a Tiro», nación pagana. Una de las traducciones dice, «se ocupará de Tiro». Él va a juzgar y a castigar.
A menudo vemos este término usado en el libro de Jeremías. Muchos de los versículos se refieren a Dios visitando a su pueblo y a otras naciones que no le obedecen, visitándoles con juicio.
Por ejemplo, en Jeremías capítulo 5, versículo 9, Dios dice: «¿No había de hacer visitación sobre esto? Dijo Jehová: De una gente como esta ¿no se había de vengar mi alma?» (RVA). Podemos ver por el contexto que no es una visitación muy agradable. Es una visitación de venganza, castigo y juicio.
Pero también Dios promete visitar a su pueblo en el sentido de liberación, salvación, redención, y para aquellas de nosotras que estamos en Cristo la visitación de Dios a la tierra es motivo de celebración. Dios visita a su pueblo con salvación.
En Jeremías capítulo 27 versículo 22, Dios dice: «A Babilonia serán llevados…», como castigo por su pecado. Los judíos serían exiliados a Babilonia. «Y allí quedarán hasta el día en que yo los visite, declara el Señor. Entonces los traeré y los restituiré a este lugar».
Esta es una visitación de restauración, una visitación de salvación, una visitación para ser librados y rescatados de sus enemigos.
Jeremías 29, versículos 10 y 11: «Pues así dice el Señor: Cuando se le hayan cumplido a Babilonia setenta años (cuando hayas tenido tu exilio, tu tiempo de disciplina y castigo en Babilonia), yo os visitaré y cumpliré mi buena palabra de haceros volver a este lugar», este lugar es tu hogar, te haré volver a tu hogar.
Entonces, ese versículo que conocemos y que amamos tanto, está en este contexto. «Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, declara el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza» (v. 11). Esta es la visitación divina de Dios, para rescatar a su pueblo y restaurarlo.
Me encanta ese versículo en Job capítulo 10 versículo 12, que en la versión Reina Valera Antigua dice: «Vida y misericordia me concediste, y tu visitación guardó mi espíritu». La visitación de Dios.
La Reina Valera 1960 dice: «Tu cuidado guardó mi espíritu». Es la ternura de Dios que viene a visitar a su pueblo para preservarlo, para librarlo y rescatarlo.
Así es que cuando Dios visita, Él lo hace de dos maneras. Él lo hace en juicio y lo hace en rescate. Lo hace en castigo y en salvación.
El pecado es juzgado y castigado y la justicia prevalece. La venida de Cristo implica ambas cosas. Cuando Cristo venga de nuevo a visitar este mundo, lo visitará con ambos propósitos.
De la misma manera que esos dos oficiales de policía me visitaron para protegerme, para rescatarme, defenderme y entenderse con cualquiera que no debía de estar allí, Cristo viene a rescatar y a librar de este mundo a todos aquellos que son su pueblo.
Pero Él también va a regresar para tomar venganza y castigar trayendo a un juicio final a todos los que no han creído en Él. Así que Dios viene a visitar a su pueblo.
A menudo cuando lo hace, parece que hemos estado esperando muchísimo tiempo. De hecho, en estos días mientras he estado meditando en este pasaje, pienso cuán a menudo Dios retrasa su visita hasta el punto que nadie piensa que algo va a pasar, cuando las personas ya se han dado por vencidas pensando que nada va a suceder.
Pero de regreso al libro del Génesis, capítulo 50, vemos cómo José le dijo a sus hermanos: «Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra… haréis llevar de aquí mis huesos» (RVR 60). Llévenlos de regreso a Israel (vv. 24-25). Dios prometió que Él visitaría a su pueblo.
Y, ¿cuánto tiempo transcurrió hasta que Dios vino en Éxodo capítulo 3, y le dijo a Moisés, «he venido a visitar a mi pueblo para librarlos de mano de los egipcios»? Transcurrieron cuatrocientos años de esperar con anhelo, cuatrocientos años de dura esclavitud, de opresión cruel, de capataces egipcios, esperando.
¿No crees que a esos oprimidos judíos les pareció que Dios nunca iba a cumplir Su promesa de visitarlos? Entonces, piensa en Dios hablando a los profetas a través de todo el Antiguo Testamento diciéndoles: «Yo voy a visitar esta tierra. Yo voy a enviar un Mesías. Yo mismo voy a ir a la tierra a visitarles, a rescatarles y a salvarles».
Y ¿cuánto tiempo pasó del final del Antiguo Testamento y el momento cuando Zacarías dijo: «Bendito sea el Señor Dios de Israel porque Él ha visitado su Pueblo»? ¿Cuánto tiempo? ¡Cuatrocientos años! De nuevo ¡Cuatrocientos años! Cuatro siglos esperando y anhelando, algunos ya dándose por vencidos y otros diciendo: «Esto no va a suceder».
De la misma manera, hoy algunas personas dicen, Jesús no va a regresar. Ha pasado mucho tiempo. Pedro habla sobre esto en su segunda epístola. Las personas diciendo, no va a venir ningún juicio. No va a venir un rescate. Las cosas van a seguir siendo como son.
Recuerden, podrá parecernos largo tiempo en nuestra manera de ver las cosas, pero Dios vendrá y visitará esta tierra.
Celebramos esos anhelos cumplidos en ese himno que muchas veces entonamos en esta época del año, «Santa la Noche». ¿Conoces esas palabras? Así lo dice el himno:
El mundo envuelto estuvo en sus querellas
hasta que Dios nos mandó al Salvador.
Una esperanza todo el mundo siente,
la noche que nació el Redentor...
Éxodo capítulo 4, dice: «Y al oír que el Señor había visitado a los hijos de Israel y había visto su aflicción, se postraron y adoraron» (v. 31).
Eso es lo que Zacarías hizo cuando vio a su pequeño hijo, a Juan, quien prepararía el camino del Mesías que vendría solo unos meses después.
«Bendito sea el Señor Dios de Israel porque Él ha visitado a su pueblo».
¡Oh Señor! Te alabamos e inclinamos nuestros rostros ahora y te adoramos. Gracias por venir, por ver, por conocer nuestra difícil situación, por conocer nuestra naturaleza caída, pecadora y esclavizada y por tener misericordia de nosotros. Gracias por Tu vida, Emmanuel, Dios con nosotros.
Gracias por venir y visitar este planeta, no solo una vez, la primera vez en lo que celebramos como Navidad, para venir a traer salvación a esta tierra, gracias también por la esperanza que tenemos de que volverás otra vez. Tú visitarás a tu pueblo. Inclinamos nuestros rostros y te adoramos diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel, porque Él ha visitado y visitará y redimirá a Su pueblo, amén».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado animando a alabar a Dios, aun en medio de la espera. Este mensaje es parte de la serie, «El himno de Zacarías».
Si te perdiste el primer episodio de esta serie, escúchalo o lee la transcripción en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com
Y bueno, probablemente has escuchado que «Jesús pagó por nuestros pecados», pero, ¿qué entiendes lo que significa? ¿A quién le pagó Jesús? Zacarías habló acerca de esto en su himno, y Nancy regresará mañana para contarnos más sobre lo que significa. Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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