Crianza en la vida real
Annamarie Sauter: Caminar con Dios no nos exime de atravesar pruebas. Y… bueno, aún sabiendo esto, en medio del sufrimiento nos preguntamos …
Sheila: ¿Por qué sufrí tanto dolor en mi vida? Y Él simplemente dijo: «Sheila, las cosas que consideras “malas” en tu vida no son necesariamente malas para Mí, algunas cosas son muy buenas».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Durante los últimos dos días hemos estado sumergidas en el capítulo 1 de Job. Hemos visto lo que este pasaje tiene para decirles a los padres, quienes deben criar en un mundo caído. Pero también hemos visto aplicaciones para cualquiera que esté enfrentando adversidad en su vida.
Algunas mujeres que escucharon esta serie de programas estarán compartiendo con nosotras sus experiencias hoy. Escucharemos sus historias, pero primero, Nancy está aquí para darnos un resumen de lo …
Annamarie Sauter: Caminar con Dios no nos exime de atravesar pruebas. Y… bueno, aún sabiendo esto, en medio del sufrimiento nos preguntamos …
Sheila: ¿Por qué sufrí tanto dolor en mi vida? Y Él simplemente dijo: «Sheila, las cosas que consideras “malas” en tu vida no son necesariamente malas para Mí, algunas cosas son muy buenas».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Durante los últimos dos días hemos estado sumergidas en el capítulo 1 de Job. Hemos visto lo que este pasaje tiene para decirles a los padres, quienes deben criar en un mundo caído. Pero también hemos visto aplicaciones para cualquiera que esté enfrentando adversidad en su vida.
Algunas mujeres que escucharon esta serie de programas estarán compartiendo con nosotras sus experiencias hoy. Escucharemos sus historias, pero primero, Nancy está aquí para darnos un resumen de lo que hemos escuchado estos días.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: En los últimos días hemos hablado sobre el capítulo 1 de Job: Sabiduría y perspectiva para los padres—y para los que no somos padres también. Permítanme repasar un poco lo que hemos hablado y luego vamos a compartir unos testimonios sobre cómo el Señor ha aplicado estas verdades a los corazones de algunas mujeres que han estado dispuestas a compartirlos con nosotras.
Vimos al principio del capítulo 1, que Job era un hombre que caminaba con Dios. Según la descripción de Dios sobre él, Job era un hombre piadoso, tenía una reputación de integridad y fue grandemente bendecido. Era próspero. Él era prominente. Tenía muchas riquezas y era muy estimado. Tuvo diez hijos preciosos...
Y por un tiempo, la familia de Job, incluidos sus hijos, disfrutaron de relaciones cercanas y de una vida sin problemas. A medida que los hijos de Job crecieron hasta la adultez, él continuó tratando de influir en la condición espiritual de ellos.
No asumió que todos sus hijos estaban bien, que sus corazones estaban bien. No siempre puedes decir lo que está pasando en el corazón de un hijo por lo que está sucediendo en el exterior, sabemos que es así. Quiero decir, a veces es muy obvio, pero a veces un hijo puede parecer muy complaciente, pero en su corazón hay problemas de idolatría o de otros asuntos.
Y esto también puede ser verdad para nosotras. La apariencia externa puede verse bien, pero hay cosas en nuestro corazón que realmente necesitan ser tratadas. Así que a medida que los hijos de Job crecían, él oraba por ellos y los consagraba al Señor.
Regularmente, ellos se reunían en una de las casas de los hermanos para celebrar días especiales, tal vez los cumpleaños. Así que, que fueran diez hijos, significa que había muchas fiestas durante el año. Parece que era algo sano.
Pero cuando terminaban, Job oraba, consagraba a sus hijos al Señor y se lo hacía saber a ellos. Él oraba y le decía al Señor: «Dios, quiero asegurarme de que no hayan pecado ni te hayan maldecido en sus corazones». Estaba preocupado no solo por el comportamiento externo de sus hijos, sino por lo que había en sus corazones.
Y así, tenemos a un hombre que estaba influyendo en la condición espiritual de sus hijos, y lo hacía continuamente. Él sintió lo que el apóstol Juan expresó en 3 Juan 4: «No tengo mayor gozo que (saber) que mis hijos andan en la verdad». Entonces, él no paraba. Y decimos a los padres: «¡Nunca dejen de orar por sus hijos y sus nietos!»
Pero luego mencionamos que el caminar de Job con Dios y su preocupación espiritual por sus hijos no lo hizo a él, ni a ellos, inmunes a la crisis. De hecho, en cierto sentido, en realidad los hizo el blanco de las obras del enemigo.
Hay una batalla en los lugares celestiales que no podemos ver, no la entendemos completamente, pero sabemos que está sucediendo. Job no lo sabía, pero nosotras lo sabemos cuando leemos el primer capítulo de Job; que Satanás andaba merodeando por toda la tierra. Él estaba activo, estaba alerta; él estaba consciente de que Job caminaba con Dios.
Y Satanás se dispuso a socavar el derecho de Dios de gobernar el universo. Entonces, ¿cuál sería la mejor manera de ir tras Dios? Bueno, yendo tras alguien que fuera leal a Dios. Y así, Satanás pidió y recibió permiso de Dios para traer aflicción a la vida de Job.
Con el conocimiento de Dios, con el permiso de Dios e incluso, en cierto sentido, con la sugerencia de Dios, Satanás fue tras Job, ¡dentro de límites! Dios le dijo: «Puedes llegar hasta aquí y no más allá. Ten en cuenta eso».
Como dijo Warren Wiersbe, ese gran maestro de la Biblia: «Cuando Dios pone a sus hijos en el horno, mantiene Su ojo en el reloj y Su mano en el termostato». Eso es lo que vemos en el capítulo 1 de Job. Él sabe cuánto tiempo, hasta que punto y cuánta intensidad, le va a permitir al enemigo.
¡Pero Satanás es cruel! Él causa considerable y profunda pérdida y dolor. Él viene a «robar. . . matar y destruir» (Juan 10:10). Y las oraciones fieles de Job por sus hijos no impidieron que el desastre golpeara.
Una vida piadosa es algo bueno, y te protegerá de algunas consecuencias naturales de las elecciones pecaminosas, pero no te protegerá de experimentar el dolor, el sufrimiento o la pérdida. Y pienso que es importante que recordemos estas pruebas en la vida de Job... y que como padres, recuerden esto cuando tengan una carga por sus hijos que necesitan una obra de gracia en sus vidas.
Recuerda que estas pruebas, la pérdida de sus hijos, la pérdida de sus posesiones, no fueron el resultado de algún pecado o algún defecto en la vida de Job o en la vida de sus hijos. ¡Es importante recordar eso!
Ahora, eso no significa que alguien haya sido un padre perfecto, incluyendo a Job. ¡No hay tal cosa! Job necesitaba ser santificado; tú necesitas ser santificada; yo necesito ser santificada. Dios usa las presiones y los problemas como una herramienta para hacerlo. Pero esas pruebas no fueron el resultado de algún pecado o deficiencia en la vida de Job o en la vida de sus hijos.
Entonces vemos la respuesta de Job. Él había orado para que sus hijos no maldijeran a Dios en sus corazones, pero luego cuando todo le fue quitado, su tentación fue maldecir a Dios en su corazón. Ahora, maldecir no significa necesariamente, que arremetas de una manera externa y enojada.
Podría significar simplemente pensar menos de Dios, no pensar bien de Dios, pensar ligeramente de Dios, pasar por alto a Dios o simplemente aislarse de Dios, (a veces eso es lo que queremos hacer en tiempos de aflicción, ¿verdad?).
O podría significar resentir a Dios o estar enojada con Él. Incluso la esposa de Job dijo: «Maldice a Dios y muérete» (Job 2:9). «¡Tal vez Él nos sacará de esta miseria!» Ella también era una mujer herida.
Pero Job, «en todo (esto) no pecó con sus labios» (Job 2:10). Él no maldijo a Dios. Él no acusó a Dios de hacer el mal, a pesar de que no había manera de que pudiera comenzar a entender lo que Dios había hecho, o por qué lo había hecho.
Job confiaba en que Dios estaba escribiendo una historia que él no podía ver. No se trataba de Job. Se trataba de Dios, Su gloria y Su historia, y se trataba de bendecir y fortalecer la fe de Job, y la nuestra ahora, generaciones más tarde. Job permite que Dios escriba una mejor y más grande historia.
Y luego vimos que al final, a la manera de Dios y en el tiempo de Dios, Él restauró más de lo que Job había perdido! Nada trajo de vuelta a esos diez hijos, pero creo que Job y sus oraciones y su ejemplo de vida los prepararon para morir.
Ahora, no sabemos si eran creyentes, pero veo al hombre que era Job y la forma en que había orado, y creo que ciertamente tuvieron las oportunidades para creer en Dios, y tal vez lo hicieron. «El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?» (Gén. 18:25). Eso es, en última instancia, lo que a veces hay que decir. Eso es en lo que confiamos.
Pero Dios le dio a Job otros diez hijos. Tú dirás: «¡Quiero los hijos que tuve! ¡No quiero otros diez!» Debes confiar en Dios para escribir tu historia. Tenemos que confiar en Dios para escribir nuestra historia; Job tuvo que confiar en Dios para escribir su historia.
Así que en medio del dolor, la confusión y la dificultad, Santiago capítulo 5 versículo 11, lo vimos al final de la sesión de ayer, dice que miramos la paciencia de Job y vemos que, al final, él vio «el resultado del proceder del Señor, cómo el Señor es misericordioso y compasivo».
No parecía un Dios misericordioso y compasivo en el capítulo 1 de Job, ¿verdad? Pero sabemos que Él es misericordioso y compasivo y que tiene un propósito en todo lo que hace. Así que Job se mantuvo firme en aferrarse a Dios cuando no podía ver a Dios, no podía ver los propósitos de Dios, y no podía entender lo que Dios estaba haciendo.
Y luego dice en Santiago capítulo 5: «Mirad que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron». Job fue un hombre bendecido. Hablamos de Job como un hombre que sufrió mucho: la angustia, el dolor, la congoja que sufrió. ¿Es «bendecido» un adjetivo que usas cuando piensas en Job? La Escritura dice que él fue bendecido.
Y la lección para nosotras es que aquellos que permanecen firmes confiando en los propósitos de Dios, que Él es compasivo y misericordioso, serán bendecidos. ¿Y te das cuenta cómo lo dice allí, «habéis oído de la paciencia de Job» (Stg. 5:11)?
Job vivió hace miles de años, pero hoy estamos aquí hablando sobre su vida, su testimonio, sus oraciones, su piedad, su confianza en Dios, su constancia bajo presión. Eso es lo que hemos oído sobre él.
Ahora, podríamos haber escuchado algo muy diferente si la respuesta de Job hubiera sido diferente. Entonces, la pregunta es: «¿Qué escuchará la gente sobre ti, sobre mí, dentro de uno o dos o diez años, o en la próxima generación?»
Si escuchan acerca de las circunstancias de nuestras vidas, ¿escucharán que nos mantuvimos firmes? ¿Podrán recordar nuestras vidas y decir que vimos el propósito de Dios, que el Señor es compasivo y misericordioso, y que fuimos bendecidas?
Así que, de una manera breve hemos dado un vistazo a lo que hablamos en los últimos días. Sé que mientras repasábamos, Dios ha estado hablando a sus corazones, que hay cosas que han estado dando vueltas en sus mentes y en sus corazones.
Y quizás has estado pensando en ciertas circunstancias, cosas que has experimentado. He tenido la oportunidad de escuchar a algunas de ustedes. Así que ahora vamos a tener la oportunidad de escuchar los testimonios de algunas mujeres que van a compartir de sus propias vivencias lo que han experimentado con respecto a esto.
¿Cómo has probado que la Palabra de Dios y sus caminos son verdad? ¿Cómo has experimentado eso en tu propio caminar con Dios?
Colleen vino a mí después de la sesión y compartió algo que pienso que es muy significativo, una aplicación de este pasaje. Así que empezaremos con ella.
Colleen: Uno de mis versos de vida, como yo lo llamo, después de que me convertí en madre fue: «No tengo mayor gozo que este: oír que mis hijos andan en la verdad» (3 Juan 4). Ese ha sido mi corazón; ha sido una bendición. Desde que el Señor cautivó mi corazón, lo he considerado como un gran llamado.
Todo es parte de la feminidad bíblica, que es de lo que se trata. Yo quería vivir auténticamente, y que ellos conocieran al Señor; no solo conocer acerca de Él, sino que vieran eso a través de mi ejemplo.
Así que invertí mi vida en ello (y mi esposo también, porque estábamos de acuerdo). Y las cosas iban bien, y nuestros hijos crecieron. Y nuestra hija, la mayor, estaba en la universidad.
Y cuando ella tenía veinte años, era voluntaria en un lugar de terapias de equitación. Ella estaba ayudando para ver si un caballo era o no apto. No lo era. El caballo la tiró y terminó rompiéndose una muñeca. Pero como resultado de eso, con el tiempo desarrolló una rara y muy dolorosa discapacidad llamada «distrofia de reflejo del nervio simpático» o «síndrome de dolor regional extenso».
Y los médicos no saben por qué sucede. Es una condición crónica. Así que hicieron muchos esfuerzos para que entrara en remisión. Ese fue el objetivo desde el principio, intentar que su cerebro apagara esa señal de dolor.
Y pudo, durante aproximadamente nueve meses, ir y venir de la universidad a casa, gracias a esos tratamientos. Pero, posteriormente, el dolor comenzó a subir por su brazo y ya no desapareció. Era algo debilitante. Ella lo describe como «estar en llamas, envuelta en alambre de púas».
Mi hija terminó abandonando la universidad. Nos esforzamos en buscar tratamientos para el dolor, pero no conseguimos nada. Simplemente continuó propagándose. Estábamos en hospitales probablemente cuatro o cinco días a la semana (no estoy bromeando; así fue por un par de años), yendo a diferentes médicos para tratar de manejar esa condición.
Incluso estuvo en silla de ruedas por un tiempo, y como no podía estar en su apartamento, tuvo que mudarse a casa con nosotros. Todavía vive en casa con nosotros. Así que estamos pasando por el tiempo de: «¿Dónde está Dios en medio de esto?»
Porque ella estaba activamente involucrada en organizaciones cristianas en la universidad. Y luego se encontró viendo a sus amigos cada vez menos. Es parte de un proceso en el que inicialmente tienes muchos amigos... pero la vida continúa. Así que es muy solitario. Es un lugar muy solitario. Y luego tratas de seguir adelante y tratas de ver a Dios en medio de la aflicción. Ella es el Job de esta historia.
De hecho, Nancy, mientras compartías, abrí mi Biblia en Job y vi que el 25 de junio del 2010 había escrito el nombre de mi hija al margen. Es en el capítulo 30 versículos 16 y 17, que dice: «Y ahora en mí se derrama mi alma; días de aflicción se han apoderado de mí. De noche Él traspasa mis huesos dentro de mí, y los dolores que me corroen no descansan».
Y eso describe lo que es. Ella tiene este dolor crónico. Es un reto tratar de acercarse a ella y alentarla cuando no hay una «cura» para esto... Pero Dios sabe.
En nuestra familia hemos experimentado sanaciones milagrosas de otro tipo, y por eso sabemos que Dios sí sana. Pero Él ha elegido no hacerlo. . . Y tenemos que volver a recordar que este no es el plan B de Dios, este es el plan A de Dios.
Recuerdo cuando estuvo en la clínica durante un largo período de tiempo. Escuché una predicación, y hablaba de una sanación milagrosa versus el pasaje de Corintios sobre el aguijón en la carne y la suficiencia de la gracia de Dios.
El pastor dijo: «Te hago esta pregunta: ¿es un milagro mayor para Dios, en un momento dado, curar milagrosamente a alguien, que proporcionarle la suficiencia de Su gracia, Su poder en la debilidad, para que pueda vivir día tras día en medio de la aflicción?
Tuvimos muchas conversaciones sobre eso. Y ahora hablamos de apropiarnos de la gracia de Dios, porque esa es la promesa que ella tiene en medio de su aflicción. Y le digo a mi hija: «Estás viviendo un testimonio. Dios está escribiendo tu historia».
Pero aún estamos en el desierto, y nuestras oraciones más honestas han sido recostados en la cama mi esposo y yo, diciendo: «¡Tú lo sabes todo Dios!» Esas palabras vienen del lugar donde el Espíritu Santo te agarra, te cautiva. Ni siquiera sabemos qué orar por ella en medio de esta prueba, pero Él lo sabe todo.
Su gracia es suficiente, y aún no sabemos el final de la historia para ella. Pero ha sido tan bueno este pasaje en Job, donde hablabas de que una vida piadosa no te protegerá de experimentar dolor, sufrimiento y pérdida. Y no debemos permitir que eso nos lleve al resentimiento, porque a veces nos pasa, cuando estamos bien y luego tenemos contratiempos.
Pero quiero que nos animemos a continuar caminando obedientemente, y no de lejos, porque nadie tiene las respuestas, así que continuamos apegándonos a Aquel que sabe y Aquel que sostiene y Aquel cuya gracia es suficiente.
Nancy: Desde el corazón de una mamá...
Colleen: ¡Oh, sí! Y pasar por algo así nunca lo esperas. A veces, si naces con una discapacidad, se convierte en parte de la norma. Pero, cuando estás sano y piensas que tienes toda tu vida por delante, y de repente te pasa algo, no tiene sentido para ti, (ni para mi hija), asi que solo nos queda confiar en Dios, en medio de lo que no entendemos.
Nancy: Estoy pensando en la perspectiva de Job, que su vida estaba en equilibrio y que iba muy bien, ¡y de un momento a otro, zas! Todo este desastre vino, pero él reconoció que Dios era el Dador de toda buena dádiva, y que Dios tenía el derecho de dar y de quitar.
Por eso, en lugar de maldecir a Dios en su corazón, pensando menos de Dios o mal de Dios, él pudo decir: «Bendito sea el nombre del Señor» (Job 1:21).
Karen: Así es Nancy. Y precisamente hoy escuché la frase: «la historia que Dios está escribiendo en nuestras vidas». Y en mi Biblia, tengo una pequeña nota con una cita (que no recuerdo de dónde viene) y dice: «El decepcionarnos de Dios no es más que una conclusión prematura que hace que dejes de respirar antes del final de la historia, y así se insensibiliza tu habilidad de orar.
Estaba pensando en la situación del hijo pródigo. Cuando por primera vez nos dimos cuenta que de nuestro hijo, como joven adulto ya, no iba a ser como esperábamos y habíamos imaginado, estábamos tan devastados y confundidos, desilusionados, dolidos, avergonzados, y todo lo que eso conlleva.
¡El dolor era simplemente insoportable! Esa es una de las cosas que realmente me derribó en las profundidades de la desesperación a mediados de los años 90. Pero llegó un día—más tarde, mucho más tarde, después de haber tenido una renovación tan grande con el Señor—que ese dolor, la desilusión, la vergüenza y los sentimientos de traición, cambiaron.
Tuve tanto anhelo por mis hijos para que conocieran la gracia, la libertad y la alegría de caminar en el perdón. Desde entonces, ese camino ha tomado una perspectiva completamente diferente. Cuando comenzó, pensamos, oh, unos meses de esto, ayunaremos y oraremos, y las cosas cambiarán. Será bueno.
Siempre titubeo un poco en compartir esta parte, porque algunas de las personas que nos escuchan pudieran estar en el principio de su caminar, pero el nuestro se convirtió en un año y luego dos años, luego cinco años y ahora treinta años. Pero desde el año pasado estoy viendo destellos de esperanza y restauración en nuestra familia. No sé exactamente cómo Dios hace todas las cosas y cómo encajan, pero de algo estoy completamente segura, Él me ha cambiado más a mí de lo que nunca necesitará cambiar a alguien más en mi familia.
Y a través de eso he crecido en paciencia, perseverancia y en la forma en que me siento con respecto a mis hijos y las situaciones que hemos tenido que enfrentar, puedo decir que ahora Dios es mi fortaleza y que de Él viene mi esperanza.
Solía decir: «Estoy tan cansada de esto. ¡Ya no puedo más!» Y ahora estoy diciendo: «¿Sabes qué? Haré esto hasta mi último aliento. No tengo que verlo». En Hebreos se habla de aquellos que caminaron con fe y no pudieron ver toda la promesa.
Me siento más fuerte y más decidida en estos últimos años de lo que jamás creí posible. Y ahora, por supuesto, estoy viendo los destellos de esperanza y restauración que son bastante sorprendentes para mí en este momento y me llenan de gozo.
Nancy: ¡Alabado sea Dios! Sí. Treinta años parece una eternidad para una madre con un hijo necesitado, pero en el esquema y el alcance de la eternidad, en realidad no lo es. Es confiar en que Dios escriba tu historia en Su tiempo y en Su forma.
No creo que nada haga eso más poderosamente en la vida de una mujer que tener que esperar a que un esposo o un hijo vea la luz. Orar y ejercitar la fe y esperar en el Señor, diciendo: «Aunque nunca vea la respuesta a estas oraciones, seré fiel en hacer mi parte, clamando al Señor». Sé que Él no nos debe nada, pero Él escucha esos clamores, esas oraciones, de esas madres suplicantes.
Dios no está en silencio, Él no está ausente. Él está obrando en formas queno podemos ver. Él se está moviendo; Él está obrando. Y ahí es donde la fe brota en el corazón de una madre y se lleva a cabo la santificación. ¡Y entonces a veces Dios dará el gozo!
Algunas de mis amigas han experimentado ese gozo, otras no, mientras esperan en el Señor para que intervenga a favor de sus hijos.
Mujer: Bueno, el testimonio de Karen me puso sentimental —no quiero llorar pero… Nuestro viaje con un hijo pródigo es más reciente, si lo comparamos con treinta años. Después de varios años de infidelidad, nuestro hijo abandonó a su familia, hace un año y medio.
Y quiero ser como Job. ¡Dice que a aunque rasgó su manto, rasuró su cabeza y cayó al suelo, él adoró! Y eso me sorprendió hoy, que perdió todo lo que era preciado para él, y adoró. ¡Él eligió adorar!
Me encantaron los pensamientos de la segunda sesión, y Colleen habló de esto un poco. De la vida piadosa que derramamos en nuestros hijos. Mi esposo y yo, todo el tiempo que tuvimos a nuestros hijos en casa, les dimos lo mejor que sabíamos y les enseñamos acerca de Jesús y su amor.
Y luego ver a uno de tus hijos alejarse de todo y abandonar lo que alguna vez conoció acerca de Dios. Pero no quiero que esto se desperdicie. Me encanta la idea de que aunque vivamos una vida piadosa, esta no nos protegerá del dolor y la tristeza.
¡Me encanta la idea de que nada se le pasa a Dios! Él es el Soberano supremo sobre cada circunstancia que vivimos. Y todos Sus atributos están presentes, en Su soberanía, Su bondad (y podemos dar testimonio de ello), Su fidelidad, Su misericordia, Su gracia.
En esta temporada... mi esposo y yo nos inclinamos ante el Señor, y ya ni siquiera sabemos qué orar, pero aún vemos la bondad y la fidelidad de Dios. Una forma en que hemos visto esto, es en una relación renovada con la exesposa de nuestro hijo y sus dos pequeños. Vemos bendiciones en medio de las pruebas.
Y lo escribí: «¡Debo confiar en Dios quien escribe mi historia!»
Eso es lo que quiero ser. Solo quiero estar confiada y ser fiel al Señor para servirle continuamente, incluso en medio del dolor, y que de alguna manera nuestra historia pueda usarse para alentar y bendecir a otra familia.
Nancy: Y Él lo hará. Gracias por compartirlo.
Sheila: Mi nombre es Sheila, y yo era una hija pródiga. Sufrí de alcoholismo durante más de seis años, y recuerdo un momento específico en el que mi madre estaba realmente desesperada. Y salieron palabras hirientes de su boca hacia mí.
Al final de todo, ella dijo: «Dios, ¡me has bendecido con todo lo demás! Estoy logrando todo lo demás, pero te has llevado a mi hija. ¡Solo toma todo mi éxito y trae de regreso a mi hija!»
Y nunca he olvidado eso. He estado entrando y saliendo de rehabilitación (esta es mi tercera vez). Todavía estoy en un ministerio de mujeres que significa, «Ajustes Espirituales y Personales» por sus siglas en inglés.
Ahora, en mi tercera vez en rehabilitación, experimentar a Dios es algo diferente. Recuerdo que hubo una vez en la que estaba en el sótano y estaba haciendo mi tarea. Le pregunté a Dios: «¿Por qué me abusaron sexualmente a los seis años? Es una edad tan tierna. ¿Por qué sufrí tanto dolor en mi vida?»
Y Él simplemente dijo: «Sheila, las cosas que consideras “malas” en tu vida no son necesariamente malas para Mí. Algunas cosas son muy buenas».
Y yo dije, «¡guau! ¡¿Que abusen de mí a los seis años, padecer de alcoholismo y que lastime a la gente, y que use a la gente es bueno para Ti?!»
Él dijo: «Bueno, piensa en esto: ahora tienes una carga en tu corazón para alcanzar a otros que están sufriendo porque me has experimentado a Mí, has experimentado sanación. Sí, te han abusado, pero no quieres que otros niños pasen por eso».
Y sabes... me dio tanta paz y libertad. Todos los días creo que estoy caminando en una especie de libertad que no creo que nadie pueda atravesar, a menos que experimente a Dios mismo. Y Romanos capítulo 8 versículo 28 dice: «Todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito».
Entonces, Dios es bueno. ¡Para todas las mujeres que están perdiendo la esperanza, Dios es realmente bueno todos los días! ¡Él está cambiando mi vida todos los días, y yo le amo!
Nancy: Y puedo asegurar que tu madre está realmente gozosa y animada, porque está viendo a Dios traer a su hija de vuelta a casa.
Sheila: ¡Sí, sí! Así es.
Nancy: Ella oró por eso, ella oró por ti. Y Dios está abriendo tus ojos. Ahora, queremos dejar en claro que ser abusadas sexualmente, los abusos, estas cosas que suceden en un mundo pecaminoso y caído, no son cosas buenas. Estas son cosas malas, perversas, y Dios las odia.
Dios odia lo que Satanás le hizo a Job y su familia. Satanás es destructor y Dios odia eso, pero Dios es un Dios redentor que es capaz de convertir las cenizas en algo bello (ver Isaías 61:3). Lo que el enemigo pretende para el mal, Dios puede tomarlo y volverlo para bien. Es una matemática que no funciona en nuestro pensamiento humano, pero es la forma de pensar de Dios.
Y puedes enfrentar y aceptar la historia que ha sido tu vida y decir: «Esto no es lo que fue planeado en el jardín del Edén, no fue la forma en que se suponía que iba a suceder. ¡No se suponía que nada de esto estuviera allí!» Pero Dios ha dejado que los hombres vivan el resultado de sus necias decisiones, y como resultado, tenemos mucho dolor y sufrimiento en el mundo hoy.
Pero Dios está redimiendo, está redimiendo vidas de la destrucción. Eso es lo que está haciendo por Sheila. Y Sheila, vas a ser un instrumento. Eres un instrumento de bendición y de gracia en las vidas de otras mujeres, porque has dejado que Dios haga esa obra en tu vida, así que ¡alabado sea Dios! Estoy tan feliz de que podamos compartir estos testimonios de estas hermanas en el programa de hoy.
Deb: A la tierna edad de cincuenta años (risa), ¡volví a ser madre de otro hijo! Luego de criar a mi familia. Mi madre, que tenía demencia severa e insuficiencia cardíaca, vino a vivir conmigo. Estábamos en la clínica, y cuando las enfermeras hablaban con ella, me señalaba y decía: «Ella es mi madre».
Y yo le decía: «Sí, mamá. Fuiste mi madre y ahora yo soy tu madre». Y, la verdad es que cuando estás pasando por una prueba, Dios no dice: «¡Relájate! No te preocupes por esto, Yo lo haré todo, solo será un año y luego no tendrás más problemas». No, no es así, en la prueba muchas veces no sabes lo que está sucediendo, ni cuánto tiempo va a durar.
Siempre fui una mujer muy independiente, trabajé como enfermera durante cuarenta años, y cuando traje a mi madre a vivir conmigo, ¡sentí que me habían cortado las alas de mi libertad!
En una ocasión… estando ya mi madre en casa (teníamos una banda e íbamos a tocar en Navidad), su introducción a ese tiempo fue ir a la sala gritando, «¡cállense!», en medio de la fiesta de Navidad que teníamos. ¡Esto fue muy difícil de sobrellevar! Pero mi madre era una mujer piadosa y llena del Espíritu, que amaba al Señor.
Ella cantaba todas las canciones que conocía y te hacía cantarlas todas. Ella estuvo conmigo por un año, y murió. Y lamenté haber actuado en ocasiones con impaciencia. Siempre traté muy bien a mi madre.
Solía quejarme a veces, cuando como enfermera de cuidados intensivos, me tocaba cuidar a las madres de otras personas, y solía decir: «Señor, estoy cuidando a estas madres. ¡Debería estar cuidando a la mía!» Y Él me dio esa oportunidad por un año, y si pudiera volver atrás y hacerlo de nuevo, lo haría.
Y no estoy hablando de que tuve malas actitudes abiertamente. Me refiero más bien a la actitud interna de mi corazón de impaciencia y desánimo, y preguntarme cuándo finalmente saldría de esa prueba. Bueno, ahora desearía tan solo, aunque sea por un día, tomar a mamá en mis brazos nuevamente y abrazarla, pero ella está con Jesús ahora.
Bueno, esa es mi historia.
Mujer 2: Nunca sabemos el resultado del fuego de la prueba hasta que miramos atrás. Él está obrando con poder en medio de estas horribles circunstancias, en medio de las cuales no podemos ver el panorama general. Por eso miro a Job y pienso, ¿qué hizo él? Él estaba rendido al Señor antes de perderlo todo, y eso fue evidente en la forma en que respondió a su aflicción.
Por eso, si hay algo que me encanta del mensaje de Aviva Nuestros Corazones es: «¡Sí, Señor!» Ondeamos el pañuelo blanco de la rendición. Entonces, cuando llegue la prueba, ya tendremos un caminar con Jesús y podremos dar testimonio de nuestra fe.
Y nos levantaremos, por la gracia de Dios. Y no lo vamos a hacer solas, porque tendremos algunas amigas que estarán pasando por circunstancias similares a las nuestras. Llegaremos a la meta. Y el terminar bien la carrera será mi mensaje de vida hasta que Jesús vuelva.
Hay demasiados cristianos que viven circunstancias como las de Job, y no pueden permanecer de pie, no pueden soportarlo. ¡Tenemos que animarnos unas a otras, y amarnos unas a otras en medio de las pruebas y las aflicciones!
Nancy: ¡Amén!
Mujer 3: Sabes, me encantó lo que dijiste, eso de que Satanás es cruel, y él causó un dolor inimaginable a Job. Y puede que no haya una explicación humana para este dolor, así que no trates de conectar los puntos, de entenderlo todo. Solo confía en Dios.
Y yo estaba pensando: Creo que necesitamos tener una buena teología del sufrimiento para que podamos ser buenas oyentes, y sepamos cómo responder cuando alguien se acerca buscando consuelo.
Es posible que no digamos mucho o que no digamos nada al principio. Pero podemos simplemente llorar con una persona, animarla, traerla a la Palabra y ayudarla a ver a Jesús. Pero realmente lo que más me encantó fue: no trates de conectar los puntos, de entenderlo todo. A veces no tenemos respuestas, y realmente no las tenemos todas. ¡Debemos en todo tiempo mirar a Jesús!
Marybeth: El versículo 5 dice: «Y sucedía que cuando los días del banquete habían pasado, Job enviaba a buscarlos y los santificaba, y levantándose temprano, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque Job decía: Quizás mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones. Así hacía Job siempre».
¡Pero el versículo 4 habla de las celebraciones que hacían y la diversión que tenían! Nancy, tú mencionaste que deben haber sido fiestas y cosas por el estilo. Y bueno, yo realmente disfruté ser madre de niños pequeños… y al leer el versículo 5, la parte que dice que el día estaba llegando a su fin… bueno me entristece leer eso.
No sé si tal vez me aferré demasiado a ellos, no pensaba que mi identidad estaba siendo tan marcada por mi rol de madre... pero para mí ha sido tan bueno escucharte y recordar los versículos 5, 6 y 7, y reflexionar en que Job continuó orando por los corazones de sus hijos mientras entraban en edad adulta. He orado por ellos desde que eran pequeños...
Tengo un trabajo por hacer, y es conocer sus corazones constantemente. Job hizo esto. A menudo me he sentido como una mala madre. Hemos perdido a muchas personas a nuestro alrededor. Yo soy la más joven y desde que tengo tres años he visto personas a mi alrededor morir. Mis tías y mis tíos murieron, es como, «¡otro más se ha ido!»
Pero cuando perdimos a mi suegro y a mi suegra, que eran los mejores amigos de mis hijos, yo decía: «Dios sanará al abuelo aquí o en el cielo». ¡Siempre los estoy preparando para la eternidad!
Pensar en esto me ha animado hoy. Así que gracias. Me animaste a entender que mi trabajo no ha terminado, simplemente se ve diferente. ¡Gracias por traspasarnos esta enseñanza de la vida de Job!
Nancy: Gracias, Mary. Excelente y ¡muy dulce!
Carrie: Estaba pensando, Nancy, mientras estabas enseñando y hablando sobre cómo una vida piadosa no garantiza que no vamos a sufrir. Creo que la mayoría de las que estamos aquí estaríamos de acuerdo con eso y deseariamos alentarnos unas a otras con esa verdad.
Pero muchas veces, cuando nos encontramos en medio de un lugar oscuro o una dificultad, ya sea un hijo pródigo o una aflicción en nuestro propio camino espiritual, a menudo llegamos a pensar, «¿qué he hecho?»
Y no está mal. Creo que dijiste que es bueno preguntar: «Señor, ¿qué me estás mostrando? ¿Hay algo en mi vida de lo que ni siquiera estoy enterada?» Pero seguí pensando, mientras estabas enseñando, en un momento de mi vida cuando me encontré en un lugar muy oscuro, y aunque yo misma te hubiera dicho a ti, y a todas las demás, «solo porque estés sufriendo no significa que haya pecado en tu vida».
Pero realmente yo misma no creía eso. Y la evidencia estaba en el hecho de que seguí buscando el pecado en mi vida que me sacaría de ahí. Quiero decir, buscando obsesivamente, evaluando espiritualmente cada cosa que se me ocurriera para encontrar el pecado que me sacaría de las circunstancias de mi propia «noche oscura del alma».
Fue tanto que Dennis (mi esposo) llegó a casa una noche, y yo estaba leyendo otro libro sobre algo que me mostraría mi pecado. Él no es un hombre violento, pero me quitó el libro de las manos y me dijo: «¡Cariño! ¡Ya no más!» ¡Y lo arrojó al otro lado de la habitación!
Yo anhelaba tanto salir de ese lugar oscuro, y no puedo citar, Nancy, lo que dijiste, pero a menudo, lo que pensamos creer que es verdad se revela en cómo respondemos en medio del sufrimiento cuando nos están presionando.
Y esto que enseñaste es un regalo para mí. El Señor me mostró que tenía cierto nivel de esa creencia, que... si estoy viviendo de cierta manera, entonces no sufriré. Pero esto no es así. ¡Él siempre es bueno! Él siempre nos está liberando de cosas que ni siquiera sabemos que existen en nuestro propio sistema de creencias.
Nancy: Así es, y la aflicción es una de las maneras en que Dios hace eso. Trae cosas a la superficie que necesitan ser santificadas. Eso fue lo que Job hizo por sus hijos: oró y los consagró al Señor. Entonces, ese proceso en el que Dios está tratando con nosotros no es fácil; no es uno que está exento de dolor. Es uno que requiere perseverancia.
Dice Santiago: «Mirad que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo, y misericordioso» (Sant. 5:11).
Escuché al Pastor John Piper hace años, en un sermón del Día de las Madres, hablar sobre el sufrimiento de la maternidad; ¡y nunca lo he olvidado! Y lo he compartido con muchas personas, y en muchas situaciones, a lo largo de los años. Déjame dejarte con esto hoy.
Cito a John Piper: «En cada circunstancia y situación de nuestras vidas, Dios siempre está haciendo mil cosas diferentes que no podemos ver y que no sabemos. Puedes ver una o dos o diez cosas que Dios está haciendo, y crees que es eso. ¡Pero hay mil cosas que Dios está haciendo que no puedes ver y no sabes!»
Esta cita es de un mensaje sobre el sufrimiento de la maternidad... porque no hay maternidad, ni paternidad, ni ser abuelo, o abuela, ni vida cristiana—sea cual sea el caso—sin sufrimiento. ¡Pero tiene un propósito!
«Habéis visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo, y misericordioso». Y solo necesitamos seguir aconsejando nuestro corazón con esa historia hasta que realmente la creamos y sepamos que es verdad.
Annamarie: Has estado escuchando a Nancy DeMoss de Wolgemuth con la conclusión de la serie, «Sabiduría para padres», basada en Job capítulo 1. Has escuchado también a varias mujeres que han atravesado momentos difíciles.
Sé que al igual que estas mujeres, tú has atravesado, o estás atravesando una tormenta en tu vida, y espero que esta serie haya renovado tu esperanza y fe en Jesús.
O quizás escuchas estos programas pero crees que no hay esperanza para tu situación. Hace poco escuchamos de una oyente que vio el maravilloso poder de Dios obrar en su familia. Dios es más grande de lo que imaginamos, así que, te esperamos para un próximo programa, donde podrás ver el poder de Dios para transformar. Esto será aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Agradecidos por tu involucración en este ministerio, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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Recursos del Episodio
Serie «Más allá del tiempo de baño»
Serie,«El sufrimiento no es en vano» (Elisabeth Elliot)
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