Consuelo para nuestras almas
Débora: La providencia de Dios puede sonar como una idea «religiosa», algo que no es relevante para tu vida. Pero Bob Lepine nos dice que es más que una simple teoría filosófica.
Bob Lepine: Si no crees en la providencia de Dios, tu alma está destinada a la miseria; pero creer en la providencia de Dios es el gran consuelo para nuestras almas.
Débora:Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de Confía en Dios para escribir tu historia, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 21 de julio de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No sé qué tipo de dificultad estás enfrentando en este momento. Tal vez sea física, emocional, relacional o financiera. No importa cuál sea, el programa de hoy es para ti. Es posible (aunque no creo que esto sea cierto para muchas personas), que tal vez tu vida es todo flores y …
Débora: La providencia de Dios puede sonar como una idea «religiosa», algo que no es relevante para tu vida. Pero Bob Lepine nos dice que es más que una simple teoría filosófica.
Bob Lepine: Si no crees en la providencia de Dios, tu alma está destinada a la miseria; pero creer en la providencia de Dios es el gran consuelo para nuestras almas.
Débora:Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de Confía en Dios para escribir tu historia, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 21 de julio de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No sé qué tipo de dificultad estás enfrentando en este momento. Tal vez sea física, emocional, relacional o financiera. No importa cuál sea, el programa de hoy es para ti. Es posible (aunque no creo que esto sea cierto para muchas personas), que tal vez tu vida es todo flores y mariposas en este momento. Permíteme decir que si es así, el programa de hoy también es para ti, porque la verdad es que en algún momento vendrán tiempos difíciles. Ya hemos pasado por ellos antes, y volveremos a pasar por ellos. Como dijo un famoso poeta:
Porque toda vida es, a veces, lluviosa,
Y ciertos días son oscuros y tediosos.
(«El día lluvioso»)
No solo lo dice el poeta. La Palabra de Dios nos enseña eso también.
Ayer en Aviva Nuestros Corazones, Bob Lepine reconoció la realidad del sufrimiento y el dolor en nuestras vidas. Nos llevó al Salmo 103 para recordarnos el cuidado providencial de Dios sobre todo el universo, incluidas tú y yo. Si te perdiste el programa de ayer, lo encontrarás en nuestra aplicación Aviva Nuestros Corazones o en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Bob no es un desconocido en el mundo de la radiodifusión cristiana. Él fue quien me introdujo a este mundo. Pasó más de dos décadas como anfitrión de FamilyLife Today (Vida en familia hoy). Ahora está sirviendo como pastor de enseñanza en Redeemer Community Church (Iglesia de la Comunidad del Redentor) en Little Rock, Arkansas. Dios usó a Bob de una manera realmente significativa para ayudar al nacimiento de Revive Our Heartsen 2001.
En el mensaje que escucharemos hoy, Bob habla de cómo las Escrituras nos señalan una tercera vía: no la opción (imaginaria) del ateísmo o la opción deísta, sino la opción del Salmo 103. Como leemos en el versículo 19, «Jehová ha establecido su trono en los cielos, y su reino domina sobre todo». Ahora escuchemos la segunda parte de este mensaje de Bob Lepine.
Bob: La Biblia nos señala una tercera vía. No la opción imaginaria del ateísmo, no la opción deísta, sino la opción del Salmo 103: «El Señor está en los cielos y domina sobre todo».
El famoso predicador R.C. Sproul, lo expresó de esta manera.
«Si hay una sola molécula en el universo suelta, totalmente libre de la soberanía de Dios, entonces no tenemos garantía de que una sola promesa de Dios se cumpla alguna vez».
Dios es soberano sobre todo, y si hay algo fuera de Su soberanía, entonces hay algo más grande que Dios, algo más allá del alcance de Dios. Él dijo:
«Para creer que hay un Dios soberano, tienes que creer en la soberanía».
La opción del Salmo 103 es la idea de que todos los eventos y circunstancias de nuestro mundo están siendo gobernados y supervisados por un Dios que tiene el control de lo que sucede en ese mundo, tanto en los buenos tiempos como en los difíciles.
Uno de los documentos históricos de la Reforma Protestante es la Confesión de Fe de Westminster. Algunos de ustedes pueden estar familiarizados con ella. Nos ayuda a comprender temas clave de la Biblia. En la Confesión de Fe de Westminster, se habla de la soberanía de Dios. De hecho, voy a leer esto lentamente, solo para que tengas una idea.
«Desde toda la eternidad y por el propósito completamente sabio y santo de Su propia voluntad, Dios ha ordenado libre e inmutablemente todo lo que sucede. Dios, que lo creó todo, también lo sostiene todo. Él dirige, regula y gobierna cada criatura, acción y cosa, desde la más grande hasta la más pequeña, por Su providencia completamente sabia y santa. Lo hace de acuerdo a Su infalible conocimiento y el propósito voluntario e inmutable de Su propia voluntad, todo para la alabanza de la gloria de Su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia».
Todo lo que Dios está haciendo es bueno, justo y perfecto, incluso cuando no podemos verlo en el momento.
- La opción imaginaria atea: no hay Dios, el mundo simplemente está fuera de control.
- La opción deísta: hay un Dios, pero no está involucrado.
- La opción del Salmo 103: Dios está en los cielos gobernando los asuntos de los hombres. La Biblia enseña que Dios es soberano sobre los asuntos de los hombres; Él está providencialmente en control de todas las cosas.
Ahora, debemos entender que hay una diferencia entre soberanía y providencia. Cuando hablamos de la soberanía de Dios, estamos diciendo que Él tiene tanto el derecho como el poder para gobernar y reinar sobre Su creación. Él es el Creador. Le pertenecemos a Él; todo le pertenece. Él es soberano sobre nosotros. Él tiene el derecho de controlar y dirigir cualquier cosa que suceda. Nos referimos a los reyes como soberanos, ellos tienen derecho a gobernar sobre su reino. Dios es el soberano sobre toda la creación.
Providencia significa que Su poder soberano se utilizará para lograr lo que es bueno y sabio en nuestras vidas.
Hablamos de Su soberanía, que es Su derecho a reinar. Su providencia es el hecho de que podemos depender de Su soberanía la cual es siempre sabia y buena en nuestras vidas. Providencia significa que todo lo que experimentamos en la vida, todo…escucha bien, todo lo que experimentas en la vida te llega de la mano de un Dios santo, sabio y amoroso que ha filtrado incluso el dolor a través de Sus manos, para tu bien y para Su gloria.
Ahora, la palabra «providencia» no se encuentra en las Escrituras, pero la idea de providencia está por todas las Escrituras. Te daré un puñado de versos.
Salmo 135:5 y 6; el salmista dice: «Porque yo sé que el Señor es grande, y que nuestro Señor está por encima de todos los dioses. Todo cuanto el Señor quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos».
Salmo 145:17: «Justo es el Señor en todos sus caminos, y bondadoso en todos Sus hechos».
Salmo 33:10 y 11: «El Señor hace nulo el consejo de las naciones; frustra los designios de los pueblos. El consejo del Señor permanece para siempre, los designios de Su corazón de generación en generación».
En Daniel 4, el rey Nabucodonosor, después de que Dios lo castigó por su orgullo y arrogancia, declara lo que es verdad acerca de Dios. Él dice: «Porque Su dominio es un dominio eterno, y Su reino permanece de generación en generación; todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener Su mano ni decirle: “¿Qué has hecho?”» (vv. 34–35).
Como puedes ver, Él es soberano y gobierna providencialmente. Él tiene el control; se puede confiar en Él. Juan Calvino dijo: «La ignorancia de la providencia es la última de todas las miserias. La mayor bienaventuranza reside en el conocimiento de ella».
Si no crees en la providencia de Dios, tu alma está programada para la miseria. Pero creer en la providencia de Dios es el gran consuelo para nuestras almas.
Una vez más, lo que está sucediendo ahora mismo, en tu vida, en nuestro mundo, viene de Su mano. Está bajo Su control; es Su obra.
La pregunta que enfrentamos es, ¿cómo podemos mirar el sufrimiento, e incluso el mal, y decir que el Señor lo ha permitido o lo ha ordenado providencialmente? Bueno, por supuesto, sabemos que la respuesta se encuentra en Romanos 8:28, y no queremos tomar esto a la ligera. Cuando un amigo se acerca a ti y te dice: «Estoy pasando por un momento difícil», no sonríes y le dices: «Bueno, para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien», ¿verdad? No lo tomas a la ligera. Pero eso no significa que la promesa no sea cierta. «Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito».
Él sabe lo que está haciendo. Él sabe mejor que tú lo que se debe hacer, y el hecho de que Su plan incluya sufrimiento no lo hace imprudente, falto de amor o carente de poder, como tampoco lo hizo cuando llevaste a tu hijo de dos años a que le pusieran la vacuna contra el sarampión; recibió la inyección y le infringieron ese dolor en ese momento, y tu hijo te miró con esa expresión de: «Mamá, ¿por qué permites que esta persona me lastime? ¡No entiendo!» Cuestionó tu bondad en su pequeño cerebro de dos años. Pero sabías la respuesta, «esto es por tu bien. El dolor será por un momento, pero hay algo más grande que no comprendes a los dos años que tiene que suceder para tu protección, para tu bien».
Somos como niños de dos años frente al dolor providencial que enfrentamos al decir: «Jesús, no lo entiendo».
Y Jesús dice: «Confía en mí».
De hecho, aquí está el resultado final. ¿Quieres saber el final de todo este mensaje? ¿Cómo afrontamos el problema del dolor? Creemos que Dios es amoroso y confiamos en Él incluso en medio del dolor. Esa es la única respuesta que te va a servir o a satisfacer. No siempre es una respuesta satisfactoria, pero es la respuesta que nos da la Biblia.
Podríamos leer una gran cantidad de versículos, y lo ves en la vida de José. Conoces la historia de José, los últimos 15 capítulos de Génesis, donde sus hermanos están celosos, lo golpean y lo arrojan al pozo. Él es vendido como esclavo y termina en una prisión en Egipto. Eventualmente se convierte en primer ministro y salva a su familia de la hambruna gracias al cuidado providencial de Dios. Llegamos al final de la historia de José en Génesis, y leemos ese famoso versículo donde José dice:
«Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente» (Gén. 50:20).
«Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien».
¿Lo entendió José cuando estaba en el pozo? ¿Lo entendió cuando fue vendido como esclavo? ¿Lo entendió cuando estuvo preso? No. Él tuvo la oportunidad, años después, de ver que Dios tenía un propósito en todo esto.
Vemos providencia en la vida de Ester. Ya conoces la historia. Esto no es una hambruna, es una masacre, donde un rey tiene la intención de acabar con todos los judíos. Ester está ubicada estratégicamente en la corte del rey, y conocemos el versículo donde Mardoqueo dice:
«Porque si permaneces callada en este tiempo, alivio y liberación vendrán de otro lugar para los judíos, pero tú y la casa de tu padre perecerán. ¿Y quién sabe si para un tiempo como este tú habrás llegado a ser reina?» (Est. 4:14).
«Ester, por lo que estás pasando providencialmente, que será duro y aterrador, Dios tiene un propósito en esto. Confía en Él».
También vemos providencia en la vida de Job. Aquí no hay masacre ni hambruna, se trata de sufrimiento personal por el que está pasando Job. Es importante que recordemos que el sufrimiento viene de Satanás a Job, pero solo con el permiso de Dios. Satanás tuvo que presentarse ante Dios y obtener permiso para zarandear a Job, y Dios le concedió el permiso.
Pensamos, ¿por qué Dios permitió eso? Porque Dios tiene un propósito.
En Job 2, después de que experimentó la destrucción de su ganado y el incendio de sus casas y la muerte de sus hijos, y está cubierto de llagas de la cabeza a los pies, su esposa le dice: «Esto es una estupidez; maldice a Dios y muérete». Job dice: «¿Aceptaremos el bien de Dios pero no aceptaremos el mal?» (vv. 10).
Piénsalo. No tenemos ningún problema con la providencia de Dios en los días buenos, ¿verdad? Cuando lo que Dios da es bueno, nadie dice: «¿Por qué derramas así tu bendición sobre mí, Señor?» ¿Cierto? «¿Por qué hiciste que me quedara en un hotel de lujo durante tres días?» Nadie dijo anoche: «¿Por qué tengo que comer esta cena?» ¡No! No tenemos ningún problema con la providencia de Dios en la bondad. Es cuando comenzamos a sentir el dolor que decimos, «Dios no debe amarme. Él no se preocupa por mí». Rápidamente olvidamos la bondad de Dios.
El máximo ejemplo de la providencia de Dios, y siendo la maldad el propósito y el plan de Dios, es Jesús en la cruz. Fue el acto más malvado en toda la historia para el Hijo de Dios; el Hijo de Dios sin pecado, ser clavado en una cruz y ser ridiculizado y burlado en vergüenza, soportar el dolor y finalmente hacer que el Padre escondiera de Él Su rostro. Sin embargo, leemos más adelante en Hechos 2, donde Pedro en su sermón dice:
«Este fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, y ustedes lo clavaron en una cruz por manos de impíos…» (Hech. 2:23).
Hiciste lo que hiciste por tu propia voluntad, pero fue la providencia de Dios, fue Su plan. Dios tenía un propósito para esto.
Más tarde, en Hechos 4 leemos:
«Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, junto con los gentiles y los pueblos de Israel, contra Tu santo Siervo Jesús, a quien Tú ungiste, para hacer cuanto Tu mano y Tu propósito habían predestinado que sucediera» (vv. 27-28).
Dios estaba en control de cada acto que llevó a Jesús a la cruz. No tenía ningún sentido el Viernes Santo, cuando los discípulos se quedaron allí mirando cómo sucedía y decir: «¿Cómo puede ser esto?», pero al mirar hacia atrás, pudieron ver la bondad de Dios.
Cuando llegamos al lugar en el que nos preguntamos, «¿cómo puede Dios ser bueno en medio de esto?», necesitamos ir a donde va Pablo al final de Romanos 11, cuando dice,
«¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos! Pues ¿quién ha conocido la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser Su consejero? ¿O quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (vv. 33-36).
Recuerda al final del libro de Job cuando Job le preguntó a Dios: «¿Puedes explicar por qué acabo de pasar por todo esto?» Empieza diciendo: «¡Dios, creo que me debes una explicación!» Hay un par de capítulos en los que Job se desahoga: «Dios, ¿por qué esto y por qué aquello? ¡Esto no tiene ningún sentido!» Se desahoga contra Dios.
Luego llega un punto (creo que es en el capítulo 37) donde Dios dice: «¿Terminaste? ¿Algo más que quieras decir?»
Luego Dios le dice: «Está bien. Siéntate. ¿Quién crees que eres? ¿Quién eres tú para cuestionar Mi sabiduría? ¿Hiciste al Leviatán?» En estos capítulos en que habla Dios, cuando Dios termina, reprende a Job diciendo: «¿Cómo puedes cuestionar Mi bondad?»
Hasta el punto en que Job, después de ser reprendido, dice:
«Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado. “¿Quién es este que oculta el consejo sin entendimiento?” Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía» (Job 42:2-3).
Job dice: «Pongo mi mano sobre mi boca. Nunca debí haber presentado una acusación contra la bondad de Dios, incluso en medio de mi sufrimiento». Las cosas secretas pertenecen…¿a quién? Al Señor.
Debemos recordar que van a pasar cosas en nuestras vidas que no vamos a entender, que serán duras y dolorosas. Puede que nunca sepamos los propósitos de esas cosas, pero Dios nos llama a creer que Él nos ama y a confiar en Su bondad en medio de eso. Esa es la respuesta de la Biblia cuando vienen las pruebas.
He leído en más de una ocasión en los últimos años que los protestantes estadounidenses no tienen una muy buena teología del sufrimiento. No estamos preparados para el dolor, no pensamos en por qué Dios cumplió Sus propósitos a través del sufrimiento. La mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado tanto a la comodidad, la facilidad y la abundancia, que pensamos que tenemos derecho a todo eso.
Nuestros hermanos y hermanas en otras partes del mundo entienden el sufrimiento mejor que nosotros. Hay personas que están confiando y creyendo en Jesús hoy, que si estuvieras viviendo sus vidas, estarías clamando a Dios y diciendo: «¿Por qué me está pasando esta cosa tan terrible?», y lo están haciendo con alegría, porque conocen la bondad de Dios. Lo han experimentado en sus vidas.
Jesús es quien nos dice: «Espera sufrimiento. Espera persecución». ¿Por qué el esclavo debe ser más grande que su amo? ¿Por qué el siervo debe ser mayor? Se nos dice que todos los que viven una vida piadosa sufrirán.
La pregunta es, ¿qué hacemos? ¿Cómo mantenemos la esperanza, la paz y el amor por los demás cuando llegan las pruebas? La mayoría de nosotros, cuando llegan las pruebas, nuestro impulso natural es: «Quiero mostrar aquí el fruto del Espíritu» No, nuestro impulso natural en medio del dolor y del sufrimiento es refunfuñar, murmurar, clamar, agitar los puños: «¡Ay de mí!», no es «¿Cómo puedo en medio de esto demostrar amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad y mansedumbre?»
¿Conoces el nombre de William Cowper? William Cowper fue un poeta y escritor de himnos en Inglaterra en el siglo XVIII, un buen amigo de John Newton. De hecho, Newton pastoreó a Cowper, que sufrió durante toda su vida una depresión severa. En un punto lo declararon como «loco» y fue puesto en un manicomio. Tres veces Cowper intentó quitarse la vida. Era un alma atormentada.
Lo conocemos mejor hoy porque escribió:
Hay una fuente sinigual
De sangre de Emmanuel,
En donde lava cada cual
Las manchas que hay en él.
Pero un himno menos conocido, el último himno que escribió Cowper, en 1773, se tituló «La luz que brilla en la oscuridad». Lo sabemos por la primera línea del himno, «Dios se mueve de manera misteriosa». Les voy a leer los versos de esto, porque este es Cowper, un hombre que estaba oprimido por el peso de la depresión, que trató de quitarse la vida varias veces en su vida. Este es él procesando la bondad de Dios en medio del sufrimiento que atravesó a lo largo de su vida.
Dios se mueve de una manera misteriosa,
Para realizar Sus maravillas;
Planta sus huellas en el mar
y cabalga sobre la tormenta.
Santos temerosos, cobrad nuevo valor, las
nubes que tanto teméis están
hinchadas de misericordia y se abrirán
con bendiciones sobre vuestras cabezas.
No juzguéis al Señor con vuestros débiles sentidos
sino confiad en Su gracia;
detrás de una providencia de ceño fruncido,
Él esconde un rostro sonriente.
Sus propósitos madurarán con rapidez,
abriéndose hora tras hora;
el capullo tendrá amargo sabor,
pero dulce será la flor.
La ciega incredulidad yerra con seguridad,
Y escudriña en vano su obra;
Dios es Su propio intérprete,
y Él es quien la dará a conocer.
Estaba pensando en ese himno. Y empecé a pensar en una canción de hace cuarenta años que escribió Twila Paris, llamada «¿Confío en ti?» dice así:
A veces mi pequeño corazón no puede entender
Lo que está en Tu voluntad, lo que está en Tu plan.
Muchas veces quisiera preguntarte por qué,
Pero no podría olvidarlo por mucho tiempo,
Señor, que Tú siempre tienes la razón
Así que te creo, aunque necesite llorar
¿Confío en Ti, Señor? ¿El río fluye?
¿Confío en Ti, Señor? ¿Sopla el viento del norte?
Puedes ver mi corazón, puedes leer mi mente,
Y debes saber que preferiría morir
Que perder mi fe en Aquel que amo
¿Confío en Ti, Señor? ¿En verdad confío en Ti?
Ella termina diciendo:
Confiaré en Ti, Señor, aun cuando no sepa por qué;
Confiaré en Ti, Señor, hasta el día que muera
Confiaré en Ti, Señor, cuando esté ciega de dolor;
Tú ya eras Dios y nunca cambiarás.
Confiaré en Ti, Señor; confiaré en Ti.
No puedo prometerte una vida sin pruebas ni dolor. De hecho, puedo prometerte que habrá dolor y dificultades en tu vida. No puedo prometer que frente al dolor y las dificultades entenderás los propósitos de Dios. Esto es lo que puedo prometerte, porque es lo que Dios ha prometido desde Isaías:
«Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo, y si por los ríos, no te cubrirán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará. Porque Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador… No temas, porque Yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de, Mi justicia» (Isaías 43:2-3; 41:10).
No hay respuesta en esta vida para el problema del dolor y para que entendamos todo lo que Dios está haciendo, incluso cuando el sufrimiento es parte de ello. La única respuesta es, ¿creemos que Él nos ama? La Biblia promete, de hecho, la palabra hesed, la palabra hebrea para Su amor constante, es el atributo de Dios al que se hace referencia con más frecuencia en el Antiguo Testamento.
Los judíos no estaban asombrados de que Dios fuera poderoso o fuerte o de que estuviera lleno de justicia o de ira, sino que se asombraban de que Él fuera un Dios de amor inquebrantable. Ese es Su atributo más mencionado. Eso es lo que es verdad acerca de Él; Su amor inquebrantable permanece para siempre. Y nuestro trabajo es confiar en Él, incluso en medio de las dificultades y el dolor.
Nancy: Qué gran estímulo fue este mensaje para mí la primera vez que lo escuché en la reunión de miembros de Revive Our Hearts. Supe entonces que este era un mensaje que quería compartir con nuestras oyentes.
Bob, muchas gracias por este mensaje de las Escrituras que compartiste con nosotras y el fuego de tu propio caminar con el Señor.
Bob: Creo que todos pasamos por temporadas en las que necesitamos amigos que nos acompañen y nos recuerden la verdad, y que pongan nuestra esperanza en la verdad en lugar de tratar de descansar en las arenas movedizas de las circunstancias donde nos encontramos.
Nuestra oración es que Dios haya usado este mensaje de esa manera en muchos de los corazones de oyentes a lo largo de todo el país y el mundo.
Nancy: Sé que Él ha hecho eso.
Cuando hablamos de la providencia de Dios y del dolor, en realidad se trata de tres palabras que usamos mucho: el cielo gobierna.
A algunas personas esto les puede sonar amenazante. Supongo que si no confías en Dios o no lo miras como tu Señor, entonces deberías sentirte amenazada por eso. Pero para aquellos que conocen y aman a Cristo y saben que Él los ama, ese es un pensamiento reconfortante, saber que el cielo gobierna.
Bob: Sé que es algo en lo que has estado meditando mucho. Escribiste un libro sobre este tema que salió en otoño del año pasado.
Nancy: En la providencia de Dios tuvimos que cancelar True Woman 2020, y esa es la primera conferencia que hemos cancelado desde que comenzamos en el 2008. Ese no era nuestro plan, pero era el plan de Dios. Ahora, creo en la providencia de Dios. Él hizo posible que reuniéramos a miles de mujeres que viven en Indianápolis y también de manera virtual, para unirnos a afirmar que realmente creemos que el cielo gobierna. Y entonces salimos de ese lugar llenas de esperanza a compartir el evangelio con el mundo que lo necesita desesperadamente, mujeres que oran, mujeres que confían en Dios para que venga Su reino a este mundo y Su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo.
Débora: Gracias nuevamente, Bob, por ese hermoso mensaje que fortaleció mi propio corazón.
Bob: Gracias a ambas, y que Dios continúe levantando Su mano para bendecir el ministerio de Aviva Nuestros Corazones.
Nancy: Gracias Bob. Estamos muy agradecidas a Dios por ti.
Débora: Nancy dijo hace un momento, que cuando hablamos de la providencia de Dios y el dolor, en realidad nos referimos a la realidad de que el cielo gobierna. Y queremos invitarte a adquirir el reciente libro de Nancy titulado: El cielo gobierna, un recurso que está disponible en la página de Aviva Nuestros Corazones.
Incluso cuando la providencia de Dios trae dolor, Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth, anhela que tengas libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
1Twila Paris. “Do I Trust You.” The Warrior Is a Child, Released 1984 ℗ 1996 Provident Label Group, LLC. 1 Twila París. “¿Confío en ti?” El guerrero es un niño, publicado en 1984 ℗ 1996 Provident Label Group, LLC.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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