Conoce a Karen Watts
Débora: ¿Alguna vez has sentido como si quisieras renunciar a todo? Karen Watts se ha sentido así.
Karen Watts: Recuerdo el día cuando pensé: «Ya no puedo más. Hasta aquí llegué con El Señor. Él no hizo lo que yo esperaba que Él hiciera. Yo he hecho todo lo correcto y Él no ha hecho lo que yo le he pedido».
Débora: Si tú te identificas con esto o le has dicho a Dios las mismas palabras que Karen le dijo, el programa de hoy te dará esperanza.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de: «Quebrantamiento: un corazón avivado por Dios»,en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de agosto de 2024.
Nancy, muchas personas se sientan en la iglesia semana tras semana para aprender del Señor; sin embargo, ellos aún están tratando de controlar sus propias vidas. Ellos realmente siguen viviendo en …
Débora: ¿Alguna vez has sentido como si quisieras renunciar a todo? Karen Watts se ha sentido así.
Karen Watts: Recuerdo el día cuando pensé: «Ya no puedo más. Hasta aquí llegué con El Señor. Él no hizo lo que yo esperaba que Él hiciera. Yo he hecho todo lo correcto y Él no ha hecho lo que yo le he pedido».
Débora: Si tú te identificas con esto o le has dicho a Dios las mismas palabras que Karen le dijo, el programa de hoy te dará esperanza.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de: «Quebrantamiento: un corazón avivado por Dios»,en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de agosto de 2024.
Nancy, muchas personas se sientan en la iglesia semana tras semana para aprender del Señor; sin embargo, ellos aún están tratando de controlar sus propias vidas. Ellos realmente siguen viviendo en sus fuerzas.
Nancy: Yo tengo un amigo que, en cierto momento, estuvo tratando de manejar las cosas en sus propias fuerzas; y esto le causó una leve depresión. Cuando El Señor empezó a tratar con su vida, él escribió una carta describiendo sucedió. Él dijo: «Yo tenía tanto resentimiento dentro de mí, que se había convertido en odio; y eso afectó totalmente mi actitud».
Luego él dijo: «Desde que Él Señor me ha llevado a un nuevo punto de quebrantamiento, he descrito mi vida, como una que ha pasado de ser una película en blanco y negro a ser una película a todo color». ¿No es esta una buena ilustración? Cuando nosotros estamos dispuestos a crucificar la carne, dejar nuestro orgullo, y permitir que el Espíritu de Dios obre en nosotros; entonces es cuando realmente empezamos a vivir.
Vamos a escuchar a una mujer, que descubrió esa película a todo color. Ella vivió una vida pecaminosa cuando era joven, y luego comenzó a vivir de manera religiosa. Un juego religioso. Trataba de verse bien por fuera, mientras que por dentro, aún estaba desesperadamente necesitada.
Karen: Yo tenía veintitrés años, ya estaba casada, tenía dos hijos, y había experimentado una tragedia, la pérdida de los gemelos, quienes murieron al nacer, junto a otras tragedias en nuestras vidas. Así que a los veintitrés años, estaba muy atribulada.
Nuestro matrimonio era definitivamente un desastre. Yo tenía un carácter horrible. Ganar un argumento, significaba que la otra persona dijera que estaba de acuerdo conmigo. Yo era una persona muy difícil para convivir. Por otro lado, debo decir que soy una persona cariñosa. Yo amo a la gente, pero después de destrozarlos a pedazos, yo me quedaba muy tranquila.
¡Yo no entendía por qué ellos estaban tan enfadados conmigo! A mi pobre esposo lo ofendía constantemente. Él es hijo único y yo vengo de una familia de siete hermanos. Así que cuando nos casamos, teníamos muchas cosas en contra nuestra.
Por una parte, éramos muy jóvenes. Yo no era salva; él sí era salvo, pero no estaba viviendo para El Señor en ese momento. Yo tenía un carácter violento, les exigía que todo se hiciera a mi manera, además, le gritaba a mis hijos. Yo era muy dura con mis hijos, y quería que mi vida fuera perfecta para probar que podía recuperar los años perdidos. Yo conocí al Señor durante una conferencia, y regresé a la casa dispuesta a cambiar.
Por supuesto, inmediatamente, tú sabes: las cosas morales, el alcohol, los gritos; el lenguaje vulgar, las novelas que miraba en la televisión, la forma de tratar a mis hijos, la forma como le contestaba a mi esposo; El Señor empezó a redargüirme constantemente y a cambiarme diariamente.
Yo empecé a memorizar la Escritura, El Señor me motivó para que memorizara Mateo 5, 6, y 7, y esa fue la lección que yo aprendí en esa conferencia: a ser una persona amorosa y santa.
Pero no tardé en convertirme en una persona legalista. Ya había creado un estilo de vida y empecé a descuidar mi relación con el Señor. Yo alardeaba de este estilo de vida piadoso; y se convirtió en un estilo de vida realmente legalista, mirando por encima del hombro a los demás que no estaban a mi nivel.
Nancy: Es fácil hacer eso, cuando nos olvidamos de nuestra necesidad de Dios. Podemos caer en el legalismo de aparentar una vida que parece perfecta por fuera, pero nos olvidamos de nuestro pecado y del amor de Cristo.
Karen: Era una vida buena y limpia. Es decir, yo estaba haciendo las cosas correctas y estaba evitando las cosas malas. No me arrepiento de esa parte. Pero, ese orgullo que empezó a crecer en mí, se tornó en un espíritu de condenación hacia los demás. Realmente me privó de mi relación con el Señor, y creo que también preparó el escenario para que mis hijos tomarán decisiones muy equivocadas en sus vidas.
De hecho, el primer golpe que nosotros tuvimos como familia, fue cuando nuestro hijo mayor se fue a estudiar a una escuela bíblica e inmediatamente, empezó a vivir un estilo de vida inmoral y tomó decisiones que estaban totalmente en contra de todo lo que nosotros le habíamos enseñado. Cuando él regresó a casa para Navidad ese primer año, era un hombre completamente diferente.
Esto comenzó como una bola de nieve. Tú sabes, que empieza a crecer y a rodar cada vez más y más rápido, al final, él termina casándose con la joven.
Luego, muere su primer hijo y su matrimonio ya estaba en problemas. Entonces él se fue de la ciudad y dejó a su esposa con nosotros y a su segundo bebé. Ellos ya habían tenido otro hijo para entonces; lastimosamente, perdimos contacto con él.
Eventualmente regresó. Él y su nueva esposa, se mudaron a nuestra casa. Ella era una bailarina en discotecas nocturnas, quien ya tenía dos hijos. Él se volvió adicto a las drogas, y por casi seis años y medio, casi no lo veíamos.
Entre tanto, nuestro hijo menor se casó con una joven cristiana muy dulce, (y no sé si Kyle se sentía así) pero yo ahora, me sentía orgullosa, Tenía a este hijo que era el director de jóvenes en nuestra iglesia y pensaba que ahora me iba a sentir mejor, porque todo el mundo estaba mirando a ese otro hijo; ahora las cosas estarían mejor.
Luego, por unas circunstancias que hasta ahora desconocemos, ella cambió de opinión y ya no quería seguir casada. Y dejó a mi hijo.
Así que allí estaban los directores de jóvenes de nuestra iglesia y él estaba terriblemente devastado y yo estaba devastada. Había otras cosas que también estaban sucediendo en ese momento.
Por supuesto, todas esas otras cosas que estaban sucediendo con mi hijo mayor, y a mi suegro le diagnosticaron Alzheimer, así que vino a vivir con nosotros. Recuerdo el día cuando ella pidió el divorcio; yo clamé al Señor. Ayuné y oré y rogué y hacíamos reuniones de oración con la familia. Todo esto era como una olla de presión a punto de estallar.
Recuerdo el día cuando pensé: «Ya no puedo más. Hasta aquí llegué con el Señor. Él no hizo lo que yo esperaba que hiciera. Yo he hecho todo lo correcto y Él no ha hecho lo que yo le he pedido. Él no ha cumplido Sus promesas. Yo eduqué a mis hijos bien, y ahora miren como están».
Yo trataba de leer mi Biblia, y había voces que me acusaban: ¿Tú realmente crees en eso? Es decir, mira a tus hijos y mira tu situación. Se supone que esto no debe ser así.Yo había adoptado una filosofía que era que si tú vives para El Señor, y le dedicas tu vida a Él, tú no tienes por qué enfrentar cosas así.
Cuando mi padre murió, eso me dio una excusa, una excusa válida en frente de todos aquellos que me conocían, para albergar toda esa amargura que se estaba acumulando. De hecho, todavía asistía a la iglesia; todavía enseñaba en la Escuela Dominical a los niños de cuatro y cinco años. Yo nunca oraba, Yo nunca abría mi Biblia. Si tú me hubieras hablado del Señor, yo te hubiera dicho: «Yo no lo conozco».
Mis hermanas no estaban sirviendo al Señor cuando todo esto empezó. Pero durante este tiempo, El Señor empezó a tocar sus corazones y los avivó en gran manera, y ellas empezaron a orar por mí. Ellas estaban viendo la amargura, la depresión y mi deseo de suicidarme. Yo quería terminar con mi vida. Pensaba que algún día yo tendría el valor para tomar suficientes pastillas y terminar con mi vida.
Yo estaba totalmente devastada y desesperada, y quería que todo terminara. Escuchaba una pequeña voz que me decía: «Tú sabes que eres salva, vas a ir al cielo, puedes evitar todo esto. Ya no tendrás que enfrentar ninguna de estas cosas».
Nancy: A este punto en la historia de Karen Watts, todo parece sin esperanza, ¿no es así? En pocos momentos, Karen nos va a compartir cómo El Señor de toda gracia vino en su rescate y la liberó de ese tormento en el que ella se encontraba.
Pero, yo quiero hacer una pausa aquí para decirles a algunas de nuestras oyentes, que se podrían estar identificando con la historia de Karen: Tal vez tú te has sentido desesperada así como ella se sintió. Quizás tú no has considerado el suicidio así como ella, pero estás tratando de guardar las apariencias y aún no has experimentado el poder de Dios en tu vida.
Yo te animo para que te entregues totalmente a Él. Que seas humilde, que admitas tu debilidad y tu pecado, sin importar lo desesperada que parezca tu situación. Él es El Señor de toda esperanza, y Él te dará Su gracia en medio de tu necesidad, mientras le clamas a Él.
Tú puedes hacer eso ahora mismo, no importa donde estés o lo que estés haciendo, haz una pausa por un momento y ora al Señor algo así: «Señor, yo realmente te necesito. Yo no puedo continuar viviendo en mis propias fuerzas. Yo he tratado con mucho esfuerzo de ser una buena cristiana, de vivir la vida cristiana. Pero yo necesito que Jesús viva la vida cristiana a través de mí. No puedo hacerlo sola. Señor, ven por favor, y rescátame por Tu gracia. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén».
Y bueno, Karen realmente llegó a la máxima desesperación, mucho más de lo que la mayoría de nosotras hemos experimentado. Karen aceptó el mensaje del evangelio; pero ella pronto tomó una actitud legalista y trató de mantener una apariencia perfecta, tratando de hacer las cosas en sus propias fuerzas. Luego su familia empezó a experimentar graves dificultades. Y ella se dio cuenta de lo vacía que realmente estaba.
Débora: Karen nos compartió sobre su hijo, que estaba en las drogas y vivía un estilo de vida inmoral. Veamos qué sucedió cuando él decide regresar a la casa.
Karen: Mi hijo había venido el verano pasado a la casa, y eso fue como una llamada de atención para mí. Una noche él nos llamó por teléfono diciéndonos que él quería venir a la casa, creó que él tenía veintinueve años. Él ya no quería vivir así, Dios lo había quebrantado y él me dijo: «Necesito ayuda; necesito liberarme de las drogas. Sé que el único lugar donde puedo encontrarla es en casa».
Entonces él se vino para la casa y nosotros teníamos menos de veinticuatro horas antes de que él llegara. Y cuando él entra por esa puerta, yo pensé: no tengo nada para darle. No tengo al Señor. Ya no oro, ¿qué voy a hacer?
Así que, empecé con esta nueva actitud. Y, sin embargo, fue como si en un par de noches estábamos hablando así: «¿Viste ya la última película que salió?», y nos íbamos a alquilar la película. Yo solo digo que fue tan loco todo, ahora que lo pienso.
Lo llevamos a la iglesia; él estaba encantado de estar allí. Para mí fue un despertar tan grande, el reconocer que no tenía nada para dar a un hombre, a mi propio hijo, que quería volver con El Señor.
Así que El Señor empezó a tocar mi corazón. Fui a un estudio bíblico sobre el evangelio de Lucas. Volví a familiarizarme con el Salvador desde el primer día, a meditar en mi salvación, a reconocer el carácter y bondad, amor y dulzura de Jesús mismo.
Así que, estaba empezando a suavizar mi alma cuando fui a esa conferencia.
Nancy: Karen decidió ir a una conferencia que hizo Aviva Nuestros Corazones, donde yo hablé sobre el corazón que Dios aviva. Donde hablé sobre las diferencias entre las personas orgullosas y las personas quebrantadas.
Nancy (conferencia): La gente orgullosa se enfoca en las fallas de los demás, pero la gente quebrantada reconoce en gran manera su propia necesidad espiritual. La gente orgullosa es autosuficiente. Ellos tienen un espíritu crítico. Ellos buscan fallas en los demás con un microscopio; pero a sus propias fallas con un telescopio. Y ellos miran con desprecio a los demás.
Karen: Ahí fue cuando El Señor empezó a remover el corazón de piedra, que estaba dentro de mí, y lo reemplazó por un corazón de carne.
Nancy: Al finalizar esa sesión en particular, le pedí a todas las damas que hicieran grupos de dos o tres, y las animé a que compartieran con las demás lo que ellas habían aprendido sobre este tema del quebrantamiento, y luego que oraran las unas por las otras.
Karen: Mi cuñada estaba conmigo. Ella es una de las personas más dulces y buenas que yo he conocido. Ella es una persona reservada. Yo quisiera ser una persona así. La quiero mucho. Siempre le he tenido mucho cariño.
Pero yo la herí profundamente durante aquellos años. Cuando ella estaba tratando de ayudarme, yo le respondía muy mal. Yo rechazaba su afecto y sus oraciones.
Y cuando ella estaba allí parada a mi lado, me giré hacia ella y estaba a punto de disculparme con ella cuando sentí que alguien tocó mi hombro. Me volteé y vi a una pequeña dama, que nunca había visto antes, una señora de edad, que me dijo, muy tímidamente: «Yo siento que El Señor quiere que yo te diga lo mucho que Él te ama».
Y algo se quebró dentro de mí y empecé a llorar. Y Becky empezó a llorar, ella es mi cuñada; y por supuesto, mi otra hermana, la que me trajo aquí, estaba a mi lado, y empecé a arrepentirme delante de Dios, pidiendo perdón por el dolor que yo había causado.
Y por supuesto, esta pequeña dama luego me dijo: «Yo he asistido a esta iglesia por treinta y ocho años y nunca he hecho algo como esto en mi vida». Yo recuerdo sentir que, esto sonaba algo extraño; pero yo sentí paz de nuevo.
Había muchas cosas que todavía necesitábamos resolver en nuestra familia. Pero, cuando esos asuntos salían a flote, yo empecé a decir la verdad de nuevo: «El Señor está en control aquí, Él no nos va a defraudar, Él nos ama».
Empecé a alentar a otras personas. La Palabra me sabía a nueva y yo estaba muy hambrienta por la Palabra. Yo me levantaba temprano, y todavía lo hago; a las 5:00 cada mañana, prácticamente corría hacia mi cocina y me postraba delante del Señor.
Por supuesto, llamé a mis hermanas y hermanos y les conté, y escribí cartas pidiendo disculpas a mucha gente. Yo estoy segura de que la gente estaba cansada de escuchar eso.
Pero, ese fin de semana le dije al Señor: «Si Tú me liberas, yo aprovecharé cualquier oportunidad que tenga para compartirle a alguien de Ti; ya sea en el supermercado, en mi cocina, a un grupo; a un grupo grande, a un grupo pequeño, les diré que Tú tienes el poder para redimir un alma amargada, perdida y compensar los años que la langosta se ha comido [ver Joel 2:25], y para mantener la paz y la fe; aunque las cosas no vayan bien».
La verdad es que, yo estaba un poco ansiosa por la siguiente prueba por venir; porque sabía que necesitaría saber qué me iba a pasar cuando llegara el siguiente trago amargo. He tenido varios desde entonces, uno más grande que todos.
Subí a mi habitación, tenía que estar a solas con el Señor y luchar una batalla espiritual, la más difícil de todas las que he tenido. Y Dios me dio la victoria e hizo cosas en mi familia que necesitaban resolverse desde hace veintisiete años de las cuales no estaba apercibida.
Algunas veces, aún escucho las voces que dicen: «¿Ves?, está sucediendo de nuevo, las cosas están saliendo mal». Pero, corro a la Biblia y me recuerdo la Palabra y a cualquiera que la quiera escuchar.
«No temerá recibir malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor» (Salmos 112:7).
«Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo» (Salmos 61:2).
Encontré nuevas fuerzas; encontré libertad, la libertad y sanidad que Él trajo a mi vida, y las oportunidades que he tenido para compartirlas.
Estoy maravillada de estar aquí ahora mismo. Estoy maravillada de poder amar a la gente. Estoy maravillada de ser amada.
Nancy: Mientras nosotras vivamos totalmente entregadas a Dios, tendremos Sus ojos, Su corazón para ver lo que Él ve y cómo Él quiere que alcancemos a otros.
Karen: Yo tengo mi antena prendida todo el tiempo. Quiero estar lista, como la pequeña dama que estaba en la conferencia, la que me tocó en el hombro. Quiero estar dispuesta a pasar tiempo orando o hablando con otras mujeres.
Los meses pasados, fui tentada a pensar: Ah, nadie quiere oír lo que yo tengo para decirles. ¿Y tú quién te crees que eres? Después de toda la rebelión y la amargura que has tenido, y todo el dolor que le has causado al Señor y a los demás, ¿quién te estás creyendo?
Entonces, mientras yo leía los Salmos, leí que el Salmista decía una y otra vez:
«Vengan y oigan, todos los que temen a Dios, Y contaré lo que Él ha hecho por mi alma» (Salmos 66:16).
Espero que mientras que yo siga creciendo en el Señor, lo haga con más sabiduría en Cristo y con menos palabras; pero quiero declarar lo que el Señor ha hecho por mi alma.
Débora: Hemos estado escuchando la historia de Karen Watts. Ya han pasado muchos años desde que Karen tuvo ese increíble encuentro con El Señor, que cambió su vida. Pero ha sido un gozo para ella poder recordar, cómo Él la liberó de esa amargura y de la atadura que ella experimentó por tantos años.
Nancy: Yo he tenido la oportunidad de conocer a Karen durante los últimos años; y ha sido una increíble motivación, ver como ella continúa creciendo en su andar con El Señor, y ver el gozo, la fortaleza, la libertad y la abundancia que Dios ha traído a su vida.
De hecho, hace poco recibí una carta de Karen, en la que terminó diciendo:
«Yo estoy tan agradecida de que Dios me llevó a esa conferencia de Aviva Nuestros Corazones. Mi vida ya no es la misma. Ahora no solo tengo paz, gozo y fe, sino que mi familia y mis nietos ya no son el blanco de mi ira y amargura. ¡Cuán milagroso es El Señor!»
Y yo puedo testificar de eso al observar la vida de Karen durante los años que he podido conocerla y amarla. Ahora Karen es una de nuestras embajadoras de Aviva Nuestros Corazones. Dios la ha estado usando para que comparta con otras mujeres donde ella vive, las buenas nuevas de la gracia de Dios, el perdón y la vida, que nosotras podemos experimentar en Él.
Karen decidió ir hace algunos años a esa conferencia de Aviva Nuestros Corazones porque alguien la amó lo suficiente para invitarla, alguien que había estado orando por ella, alguien que estaba preocupada por su condición espiritual y sabía que ella necesitaba un toque fresco de Dios en su vida.
Quizá conoces a alguien como Karen en tu vida. Alguien por quien has sentido una carga. Tal vez has estado pensando: Quisiera que ella escuchara este tipo deenseñanza. Ella necesita un avivamiento fresco en su vida. ¿Por qué no le preguntas al Señor qué podrías hacer para alcanzar a esa persona? Tal vez podrías compartir este mensaje que has escuchado hoy.
Débora: Hemos sido recordadas de la increíble redención de Dios a través de las historias de otros.
¿Puede Dios ayudar a una mujer, que está sufriendo porque se practicó un aborto? Por supuesto, ¡Él puede! Mañana vamos a escuchar cómo Él lo hizo en la vida de Lisa Dudley.
Lisa Dudley: Yo me hundí en las más profundas y oscuras aguas que pude para ocultar mi pecado, para ocultar mi vergüenza y culpabilidad. Dios empezó a atraerme hacia Él lentamente. Yo empecé a dejar algunas cosas que no eran buenas en mi vida, y empecé a asistir a la iglesia de nuevo. Un día yo decidí: «Ya no puedo seguir viviendo esta clase de vida».
Entonces mi profesora de Escuela Dominical me invitó a un estudio Bíblico, y comencé a asistir. Era interesante. Yo de verdad me podía identificar.
Nancy: ¿Cuáles fueron algunos de los temas? La intención era ayudar a las mujeres que se habían practicado un aborto, así que. Así que, ¿qué clase de temas se discutieron allí?
Lisa: Primero, tratando con lo que hiciste y reconociendo que es un pecado. Tratando con el resentimiento.
Nancy: Entonces, tú necesitas llamarle pecado e identificarlo de esa manera.
Lisa: Tú tienes que admitir que es un pecado. Tú tienes que confesar ese pecado. Es la única manera que puedes ser restaurada.
Nancy: ¿Hablaron acerca de identificar otros pecados relacionados con esto? ¿Por ejemplo: la inmoralidad sexual?
Lisa: Sí. Nosotras hablamos sobre eso.
Nancy: ¿Así que las guio a través de un proceso de arrepentimiento?
Lisa: Así fue. Nos guio absolutamente a través de ese proceso. Yo pude seguir cada uno de esos pasos.
Nancy: ¿Trataron el tema del perdón?
Lisa: Sí. Trata con esto un poco más adelante en el estudio bíblico. Tú tienes que tratar primero con el resentimiento, porque tú no puedes perdonar hasta que tú hayas tratado con el resentimiento que llevas dentro de ti.
Nancy: ¿Contra quién sentías resentimiento? ¿En tu caso y en otros?
Lisa: Puede ser por muchas cosas. En el aborto, es usualmente contra la persona que te practicó el aborto. Hay muchas personas que te pueden ayudar a tratar con el resentimiento. Una vez que tratas con eso, entonces tú puedes llegar a perdonar.
Débora: Mañana escucharemos más sobre la historia de Lisa Dudley. Te esperamos aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
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