
Conexiones familiares: la palabra de devoción
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si alguna vez has leído una descripción médica detallada de lo que sucede cuando alguien es crucificado, sabrás que al final mueren por asfixia. Las víctimas luchan por respirar y, cada vez más, cada vez que respiran es insoportablemente difícil mientras sus cuerpos se mueven hacia arriba y hacia abajo clavadas en la cruz.
Al darse cuenta de que las víctimas luchan por cada aliento y que cada palabra requiere un enorme esfuerzo, se podría pensar que querrían ahorrar el esfuerzo y no decir nada que no sea absolutamente esencial.
En efecto, al meditar en las siete palabras que Jesús pronunció desde la cruz, nos damos cuenta de que cada una de esas palabras es significativa, cada una tiene un propósito y cada una es necesaria.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable …
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si alguna vez has leído una descripción médica detallada de lo que sucede cuando alguien es crucificado, sabrás que al final mueren por asfixia. Las víctimas luchan por respirar y, cada vez más, cada vez que respiran es insoportablemente difícil mientras sus cuerpos se mueven hacia arriba y hacia abajo clavadas en la cruz.
Al darse cuenta de que las víctimas luchan por cada aliento y que cada palabra requiere un enorme esfuerzo, se podría pensar que querrían ahorrar el esfuerzo y no decir nada que no sea absolutamente esencial.
En efecto, al meditar en las siete palabras que Jesús pronunció desde la cruz, nos damos cuenta de que cada una de esas palabras es significativa, cada una tiene un propósito y cada una es necesaria.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 10 de abril de 2025.
Esta semana Nancy ha estado examinando las últimas palabras de Cristo en la cruz. Estas enseñanzas forman parte de la serie «Incomparable».
Nancy: Las primeras tres palabras pronunciadas desde la cruz revelan el corazón de Cristo por los demás cuando pidió a Dios que perdonara a sus enemigos y cuando ofreció seguridad al ladrón arrepentido que estaba a su lado.
Hoy, al mirar la tercera palabra, vemos nuevamente que incluso cuando Él está muriendo por los pecados del mundo, Su mente estaba en esas personas específicas que lo estaban rodeando al momento de morir. Él se preocupa, en ese momento, por las necesidades de estas personas más que por las Suyas; más que por Sus propias necesidades y por Su comodidad, y no considera una pérdida de tiempo, energía o aliento hablar con esas personas para ministrar sus necesidades.
Y me alegro mucho porque todavía hoy esas palabras nos ministran a nosotras y a nuestras necesidades.
Así que permíteme pedirte que busques esta tercera palabra en el Evangelio de Juan, en el capítulo 19, versículo 23:
«Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron Sus vestidos e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado. Y tomaron también la túnica; y la túnica era sin costura, tejida en una sola pieza. Por tanto, se dijeron unos a otros: “No la rompamos; sino echemos suertes sobre ella, para ver de quién será”; para que se cumpliera la Escritura: “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”» (vv. 23-24).
Ahora, antes de pasar al siguiente versículo y traer a escena a María, la madre de Jesús, piensa en lo que acabamos de leer allí. Aquí hay un grupo de soldados insensibles, indiferentes, que están completamente ensimismados consigo mismos, y con una total despreocupación por nadie más que por ellos mismos; buscando sus propios intereses, codiciosos, ajenos a las necesidades de los demás o al sufrimiento de los que están cerca.
Ese es el tipo de espíritu que vemos representado en esos soldados mientras ellos apuestan cruelmente por el manto de Jesús que cuelga desnudo en esa cruz.
Ahora llegamos al versículo 25:
«Y junto a la cruz de Jesús estaban Su madre, y la hermana de Su madre, María, la mujer de Cleofas, y María Magdalena».
Primero vemos a Su madre María; y luego vemos, en segundo lugar, a la hermana de Su madre. Algunos comentaristas piensan que probablemente su nombre era Salomé. Salomé era la madre de dos de los discípulos de Jesús, de Santiago y de Juan. Entonces esos dos discípulos habrían sido primos de Jesús, parientes de Jesús.
Entonces la hermana de su madre está parada allí, y luego María, la esposa de Cleofas, quien también creemos que fue la madre de otro apóstol, y la cuarta, María Magdalena. También sabemos algo de su historia.
Así que aquí tenemos a un grupo valiente y compasivo reunido al pie de la cruz. Todos menos uno de ellos, como veremos en un momento, son mujeres de las que seguían a Cristo con amor y compasión.
Ahora, antes de llegar a la próxima persona, veamos aquí por un momento el corazón de una madre por su hijo. María, la madre de Jesús, María de Nazaret. Ella permaneció junto a la cruz, después de que todos los demás discípulos habían huido. Ella entra en el sufrimiento de su hijo. Ella es madre. Pero es interesante en este versículo que vemos que ella estaba parada junto a la cruz.
Se podría haber pensado que en ese momento, viendo lo que pasaba, viendo cómo mataban a su hijo, ella estaría desplomada en el suelo, derramando un llanto histérico y descontrolado. Pero esa no es la imagen que tenemos aquí. Ella estaba parada junto a la cruz.
Quizás hayas visto imágenes o leído descripciones de funerales israelíes en los que las mujeres lloran, gritan, gimen y se lamentan. No es así como vemos aquí a María. El versículo simplemente dice: «De pie junto a la cruz».
Al verla parada allí, recordamos cómo, en el momento del nacimiento de cRISTO, treinta y tres años antes, ella «guardaba y meditaba todas estas cosas en su corazón». Ella había estado reflexionando sobre los misterios de lo que Dios había hecho, quién era su Hijo, y por qué Dios lo había enviado a la tierra. Ella había estado reflexionando sobre eso durante treinta y tres años. ¿No crees que ella continuaba pensando, reflexionando, y guardando estas cosas en su corazón?
Sin duda ella estaba recordando en ese momento las palabras de aquel anciano profeta, Simeón, cuando cargó a su Hijo, cuando ella lo llevó al templo para su dedicación, treinta y tres años antes. La Escritura dice en Lucas capítulo 2 que:
«Simeón los bendijo y dijo a su madre María: Este niño [tu Hijo, Jesús] ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, [¿No fue eso lo que sucedió en la cruz? ¿Se opuso? Y Simeón le dijo a María] Una espada traspasará aún tu propia alma» (vv. 34-35).
Eso era exactamente lo que le estaba pasando en ese momento a María; esa profecía se estaba cumpliendo. La señal: Cristo Jesús estaba siendo resistido y una espada estaba atravesando también su propia alma.
Volviendo a Juan capítulo 19, versículo 26: «Y cuando Jesús vio cerca a Su madre y al discípulo a quien Él amaba que estaba allí cerca…».
¿A quién se refiere el Evangelio de Juan como el discípulo a quien Él amaba? Cinco veces lo dice: es el apóstol Juan. Él es el autor de este Evangelio. No se nombra a sí mismo, pero se refiere a sí mismo como «el discípulo a quien Jesús amaba».
«Y cuando Jesús vio a Su madre, y al discípulo a quien Él amaba [apóstol Juan] que estaba allí cerca, dijo a su madre: “¡Mujer, ahí está tu hijo!”. Después dijo al discípulo: “¡Ahí está tu madre!”. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa» (vv. 25-27).
En su comentario sobre la vida de Cristo, Alfred Edersheim dice: «Observe Su calma divina de total olvido de Sí mismo y Su consideración humana por los demás». Mientras Cristo muere, Él se olvida de Sí mismo y piensa en los demás.
Ahora, hace un momento dijimos que todos los discípulos habían huido, pero Juan había regresado a la cruz. No se menciona que ninguno de los demás estuvieran allí, solo Juan y este pequeño grupo de mujeres. Jesús mira a Su madre y se dirige a ella como «mujer», no como «madre», sino como «Mujer». Es la misma manera en que se dirigió a ella en las bodas de Caná, al comienzo de Su ministerio.
Mientras lees este texto, podría parecer una manera fría de hablarle a Su madre, pero no hubo falta de respeto aquí. Se piensa que fue para evitar que seamos tentados a exaltar a esta mujer más allá de lo apropiado.
Ella era una mujer bienaventurada, bendecida, pero la tentación de algunos ha sido la de exaltarla sobremanera, y por eso Él no la llamó madre.
Creo que una razón aún más importante fue indicar que Él estaba estableciendo un nuevo conjunto de relaciones primarias que eran incluso más fuertes que la sangre, relaciones que se forjarían en la cruz, relaciones formadas en torno a una relación mutua con Cristo.
Sí, Jesús era el Hijo de María, pero aún más importante, Él era el Salvador de María, como ella misma había reconocido en su gran Magnificat en Lucas capítulo 2.
En ese momento, María probablemente tenía cuarenta y tantos años. Era probable que José, su esposo, hubiera muerto años antes, incluso antes de que Jesús comenzara Su ministerio terrenal, y es posible que ella no tuviera medios para mantenerse. Entonces Jesús, como su Hijo primogénito, era el sostén de su familia. Era Su responsabilidad cuidar de Su madre viuda.
Ahora sabemos por otras Escrituras que María tuvo al menos siete hijos menores: hijos e hijas. Estos otros medios hermanos de Jesús probablemente vivían en el norte de Galilea. Sabemos por las Escrituras que Sus hermanos no creyeron en Él hasta después de Su resurrección.
Entonces, en lugar de entregar a María, Su madre, al cuidado de sus hijos incrédulos, Jesús la confió a alguien que estaba incluso más cerca que un hijo natural. Cristo se la confió a alguien que compartiría su compromiso con Él y tendría un amor mutuo por el Salvador: a Juan, uno de Sus discípulos más cercanos. Jesús sabía que Juan amaría, honraría a su madre, la protegería, la sustentaría y supliría sus necesidades cuando Él ya no estuviera.
Ahora, a partir de ese relato, permítanme hacer cinco simples observaciones y conclusiones: cosas que nos hablan, a mí y a ustedes, acerca de nuestra fe.
En primer lugar, creo que aquí vemos muy claramente el cuidado y la preocupación de Dios por cada área de nuestras vidas, incluidas nuestras relaciones. Su cuidado y Su tierna preocupación. Las palabras que Jesús pronunció desde la cruz se centran en diferentes aspectos de la naturaleza de Jesús y de Su ministerio, pero esta palabra se centra en Sus relaciones y responsabilidades humanas.
Muestra Su corazón tierno y bondadoso. Después de todo, ¿acaso no había dicho recientemente a sus discípulos: «No los dejaré huérfanos»? Y no iba a dejar a Su madre desamparada. Claro, ella tendría el Espíritu Santo, al igual que Sus otros discípulos, pero Él la dejaría con una persona de carne y hueso, quien la cuidaría, la ministraría y se aseguraría de que sus necesidades fueran satisfechas.
Sabemos que el propósito supremo de la muerte de Jesús fue salvar nuestras almas, salvar nuestros espíritus de la ira de Dios, pero quiero sugerir que Jesús no solo murió por nuestras almas. Él también estaba muriendo en esa cruz para redimir todo lo relacionado con este mundo quebrantado y disfuncional, y para satisfacer todas nuestras necesidades ocasionadas por la caída, no solo las espirituales, aunque ciertamente eran las más importantes, sino también, en última instancia, para nuestras necesidades físicas, emocionales y relacionales también.
Tenemos un Salvador que se interesa por cada área de nuestra vida. A Él le importaba cómo se iba a sostener su madre y cómo se cubrirían sus necesidades. Él se preocupa por nosotras y murió para redimirnos de todo lo que perdimos a causa de la caída, para asegurarse de que, en última instancia, todas nuestras necesidades sean satisfechas. Ese es el cuidado y la preocupación de Dios por cada área de nuestras vidas.
Luego, en segundo lugar, vemos que toda tarea o deber realizado según la voluntad de Dios es santa, es sagrada.
Aquí está Jesús colgado de la cruz, realizando la obra más importante en la historia del mundo: cumpliendo con el plan de redención. Pero en medio de eso, Él no pasa por alto lo que mucha gente habría considerado una tarea relativamente insignificante: atender las necesidades de Su madre. Se nos recuerda que no hay responsabilidades seculares o pequeñas, que cualquier cosa que Dios nos pide hacer, importa y es santa cuando lo hacemos como para Él.
Tengo que decir que me preocupan las mujeres que he conocido y que están haciendo ministerios de todo tipo: dirigiendo estudios bíblicos, cantando en el equipo de alabanza, discipulando, enseñando clases, haciendo todo tipo de servicio fuera de sus hogares, mientras descuidan responsabilidades menos glamorosas, especialmente aquellas dentro de las paredes de sus propios hogares.
Verás, al cumplir esas responsabilidades, lo que algunas personas considerarían responsabilidades menores, triviales o no glamorosas, a medida que las cumplimos, glorificamos a Dios y hacemos que el evangelio sea creíble.
Lo que estás haciendo por tu esposo, limpiando la casa, preparando comida para tu familia, educando a tus hijos y haciendo esas tareas fielmente en tu lugar de trabajo para servir fielmente al Señor dondequiera que Él te haya plantado, esas no son tareas insignificantes. Eso es parte del ministerio al que Él nos ha llamado. De modo que toda tarea realizada según la voluntad de Dios es sagrada.
Luego, número tres, quiero que veamos que servir a Dios no nos da la libertad para descuidar las responsabilidades familiares. Este punto realmente está relacionado con el punto anterior. Servir a Dios no nos da la libertad para descuidar las responsabilidades familiares.
Creo que podríamos haber entendido si Jesús hubiera estado tan concentrado en Su ministerio redentor y en Su propia angustia y sufrimiento que podría haber pasado por alto a Su madre en ese momento. Había toda una multitud de personas a las que atender, por no hablar de Sus propios problemas.
Pero Jesús no pasó por alto a su madre. En medio de todo lo que sucedía en la cruz, Él atendió sus necesidades. La última responsabilidad humana que llevó a cabo en esta tierra fue honrar a su madre viuda, proveyendo para sus necesidades físicas y relacionales.
Jesús había hablado durante Su ministerio terrenal a algunos de los judíos de Su época a quienes se les había ocurrido un tecnicismo legal que les permitía evitar cumplir con su responsabilidad de atender las necesidades prácticas de sus padres ancianos. Lo que hacían era designar una determinada parte de su dinero como lo que llamarían «corbán».
Ese era un voto que indicaba que esos recursos, ese dinero que había sido apartado, estaba consagrado a Dios. Le pertenecía a Él, a Dios, y, por lo tanto, no podía usarse para fines personales. Entonces, el dinero que de otro modo podría haberse utilizado para cuidar de sus padres, ellos decían: «Oh, no, ese dinero pertenece a Dios». Los hacía sonar espirituales. Jesús dijo: «No. No son espirituales. Son hipócritas. Están haciendo que las tradiciones de los hombres sean más importantes que la ley de Dios» (ver Marcos 7:11-13).
¿Cuál es la ley de Dios? Bueno, el quinto mandamiento: honra a tus padres (ver Éxodo 20:12).
Vemos aquí la alta prioridad que vemos a lo largo de la vida de Jesús, la prioridad que Él le dio al quinto mandamiento. Desde la niñez, siempre había honrado a Sus padres, y aquí en la cruz Jesús da un ejemplo para aquellas de nosotras cuyos padres aún viven, y es la obligación de honrar a nuestros padres no es solo cuando somos niños, sino en todas las edades durante toda la vida.
En 1 Timoteo capítulo 5, versículo 4, dice: «Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan estos primero a mostrar piedad con su propia familia»; antes de que la iglesia, el gobierno o cualquier otra persona intervenga para ocuparse de esas necesidades, los hijos y nietos deben aprender primero a ser piadosos para con su propia casa.Y el versículo sigue diciendo: «Y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable delante de Dios».
Jesús demostró la belleza, la importancia, el valor y la santidad de atender las necesidades prácticas de los padres.
Ahora, ese pasaje en 1.ª Timoteo capítulo 5, se refiere claramente a la provisión financiera para las necesidades de los padres, pero creo que, en una forma más amplia de aplicación, también podríamos considerar la importancia de las necesidades emocionales y relacionales de nuestros padres: permanecer conectados, brindarles estímulo, ánimo y reconocimiento.
Eso se verá diferente en las diversas etapas de la vida, dependiendo de en cuál se encuentren ellos y en cuál te encuentras tú. Estoy viendo a Patti aquí, quien hasta hace poco, cuando su anciana madre fue a morar con el Señor, ella viajaba a Dallas todas las semanas durante meses (unos pocos días a la vez) para cuidar a su madre, que estaba muy enferma, próxima morir. Y ahora atiende las necesidades de su padre viudo. Por lo tanto, para Patti esta es una etapa de la vida diferente a la que era hace diez años o a la que será dentro de diez años. Se ve diferente según las etapas de la vida.
Es posible que vivas, como Patti, lejos de tus padres y que no puedas satisfacer sus necesidades de manera personal y directa muchas veces. Pero honrar a nuestros padres significa estar atentos a esas necesidades y encontrar formas de asegurarnos de que se satisfagan, incluso si no podemos estar ahí personalmente. ¿No es eso lo que Jesús ilustra desde la cruz?
Él no iba a poder satisfacer personalmente las necesidades de María en los días venideros, pero sí hizo provisión para asegurarse de que sus necesidades fueran satisfechas.
Por eso glorificamos a Dios honrando a nuestros padres y familiares, y cuidándolos de maneras apropiadas para esa etapa de la vida. Servir a Dios no nos da libertad para descuidar esas responsabilidades.
Aquí hay una cuarta observación que veo en este relato que tuvo lugar en la cruz, y es que puedes contar con Cristo para que te cuide en tu momento de necesidad.
Es comprensible que María pudiera haber tenido miedo de lo que le esperaba. ¿Qué iba a pasar? Aquí ella, en la cruz, rodeada por soldados hostiles y líderes religiosos, ¿estaría ella a salvo? ¿Cómo se cubrirán sus necesidades prácticas? ¿Quién cuidaría de ella cuando ya no pudiera cuidar de sí misma, sus necesidades emocionales, sus necesidades espirituales? Ella era una madre afligida, ya era viuda, y ahora estaba perdiendo a su Hijo primogénito.
Vemos que Jesús estaba consciente de sus necesidades y sensible a ellas. Él hizo provisión amorosa y suficiente para esas necesidades. Eso me asegura que Él también se preocupa por tus necesidades y que las satisfará. Él es un Sumo Sacerdote compasivo que cuida y provee a los que ama.
Al mirar aquí la historia de María, recordamos que Dios puede quitar una fuente de provisión y consuelo, así como Dios había quitado al esposo de María y estaba a punto de hacer lo mismo con su Hijo. Dios a veces nos quita la fuente de provisión y consuelo, pero siempre, siempre proporcionará lo que se necesita para la próxima etapa de la vida. Puedes contar con Cristo para que te cuide, sin importar tu edad o tu etapa de la vida.
Tengo amigas solteras que están preocupadas de envejecer solas, de cómo será eso y cómo cubrirán sus necesidades. Tengo amigas viudas que tienen la misma preocupación. Pero puedo asegurarte que Cristo cuidará de ti en tu momento de necesidad. Puedes contar con ello, y lo vemos a través de Su cuidado por María aquí en la cruz.
Y entonces, finalmente, vemos que a través de la cruz, Jesús instituyó un conjunto completamente nuevo de relaciones familiares en la tierra, un nuevo conjunto de relaciones que no estaban basadas en la biología, ni en lazos sanguíneos, sino una familia que incluye a todos los que han puesto su fe en Cristo, una familia que tiene a Cristo a la cabeza y al centro; relaciones íntimas y profundas entre sí en esta familia, y una familia comprometida a cuidarse unos a otros y a satisfacer las necesidades de los demás.
Se ven indicios de esta familia en la respuesta de Juan, donde dice que «desde aquella hora, el apóstol Juan la llevó a su casa». Él la trajo a su familia. Él se preocupaba por ella. Él satisfizo sus necesidades. Juan no era su hijo natural, pero esta era una nueva familia que se estaba formando en la cruz alrededor de Cristo.
Es muy dulce ver en mi propia vida cómo Dios ha traído miembros de mi familia espiritual para satisfacer las necesidades en mi vida en diferentes momentos.
Pienso en una pareja de ancianos que me acogió en su casa cuando yo era estudiante en la Universidad del Sur de California hace años. Pienso en otras parejas que se ofrecieron a ministrarme de manera muy práctica cuando el Señor llevó a mi padre a Su casa hace años y yo estaba lamentando esa pérdida. Y estoy pensando en familias que me han acogido bajo su protección como mujer soltera y que me han brindado amistad, aliento y consejo.
Dios es tan bondadoso, tan misericordioso al atender los detalles de nuestras vidas, y a menudo lo hace a través de Su pueblo, miembros de esa gran familia espiritual. Entonces Cristo nos llama a ser Su familia aquí en la tierra para cuidar de los padres, las viudas, huérfanos, para asumir la responsabilidad unos de otros, no solo los de nuestra familia física inmediata, sino también los de esa familia maravillosa y más amplia: la familia que pasará la eternidad junta en el cielo, esa familia que se formó por la obra que Él hizo por nosotros en la cruz.
Débora: Los asuntos prácticos son importantes para el reino de Dios. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando cómo Jesús prestó atención amorosamente a los detalles, incluso mientras estaba en la cruz. Ese mensaje es parte de una serie llamada «Incomparable».
Durante la temporada de Cuaresma, nos hemos centrado en Jesús. Si aprendiste mucho del mensaje de hoy, toda esta serie es para ti. Al escuchar, tu comprensión de la historia del evangelio será enriquecida y más que eso, te animará a conocer y adorar a Jesús de una manera más profunda.
Si te has perdido algún episodio de la serie, no olvides que siempre puedes ponerte al día en AvivaNuestrosCorazones.com o en la aplicación Aviva Nuestros Corazones.
Dios ha estado usando «Incomparable» y otras series de Aviva Nuestros Corazones para desafiar a mujeres con la Palabra de Dios cada día de la semana. Nancy está aquí con un ejemplo.
Nancy: Jennifer es una de esas oyentes que nos escribió. Ella dijo: «Su ministerio ha sido una herramienta increíble en mi caminar espiritual y una fuente constante de aliento y responsabilidad».
Bueno, cuando haces una donación para ayudar a que Aviva Nuestros Corazones siga al aire, nos permites animar a otras mujeres como Jennifer en tu comunidad. Entonces, si Aviva Nuestros Corazones ha sido de bendición para ti y quieres que otras se sientan animadas a través de este ministerio, pregúntale al Señor: «Padre, ¿quieres que sea parte de lo que estás haciendo a través de este ministerio?».
Débora: Gracias, Nancy. ¡Y gracias Jennifer!
Puedes obtener el nuevo libro de Nancy Incomparable, visitando AvivaNuestroCorazones.com. Quizás has estado pensando en conseguirlo, pero aún no lo has hecho. Bueno, déjame decirte que este es uno de los mejores libros que Nancy nos ha proporcionado. Está estructurado como un devocional, con lecturas que duran cincuenta días. Pero es más sustancioso que el devocional común y corriente que a veces recibes de «tres párrafos y un poema».
Incomparable: 50 días con Jesús te guía a través de los mismos temas que Nancy ha estado cubriendo en esta serie.
Miles de personas fueron crucificadas cada año en Roma durante la época de Jesús. Así que el sufrimiento físico por el que pasó Jesús no fue algo inaudito; sin embargo, Jesús sufrió de una manera mucho más profunda de lo que nadie jamás haya experimentado. Consideraremos por qué mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Llamando a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
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