¿Cómo te conviertes en una mujer verdadera?
Annamarie Sauter: En el episodio anterior Nancy nos hizo una pregunta muy importante.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Qué significa ser una mujer verdadera?
Annamarie: Basada en la carta a Tito ella respondió…
Nancy: Una mujer verdadera está atada a la Palabra de Dios.
Nunca convenceremos a nuestro mundo acerca de la realidad de Dios o sobre temas morales como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, con nuestros argumentos. No son nuestros argumentos los que van a convencer al mundo. El mundo va a ser persuadido cuando vea la realidad del evangelio vivida en nuestras vidas y en nuestras relaciones.
Annamarie: Al escuchar este mensaje, una mujer dijo:
Lori: Probablemente, lo que más me ha impactado es que necesitamos tener carácter antes de que podamos seguir un llamado.
Nancy: No podremos enseñar a otras –mamás, abuelas, mentoras o maestras o a las mujeres mayores en la iglesia– lo …
Annamarie Sauter: En el episodio anterior Nancy nos hizo una pregunta muy importante.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Qué significa ser una mujer verdadera?
Annamarie: Basada en la carta a Tito ella respondió…
Nancy: Una mujer verdadera está atada a la Palabra de Dios.
Nunca convenceremos a nuestro mundo acerca de la realidad de Dios o sobre temas morales como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, con nuestros argumentos. No son nuestros argumentos los que van a convencer al mundo. El mundo va a ser persuadido cuando vea la realidad del evangelio vivida en nuestras vidas y en nuestras relaciones.
Annamarie: Al escuchar este mensaje, una mujer dijo:
Lori: Probablemente, lo que más me ha impactado es que necesitamos tener carácter antes de que podamos seguir un llamado.
Nancy: No podremos enseñar a otras –mamás, abuelas, mentoras o maestras o a las mujeres mayores en la iglesia– lo que no estamos viviendo nosotras mismas, lo que no hemos aprendido.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Cuando escuchas las palabras «mujer verdadera», ¿en qué piensas? ¿Qué viene a tu mente? Hemos estado viendo lo que significan a través del mensaje con el que Nancy dio apertura a una conferencia True Woman.
Este se basa en un pasaje que encontramos en la carta a Tito –y del que hemos escuchado anteriormente aquí en Aviva Nuestros Corazones– pero del que aún tenemos mucho por aprender.
Hoy Nancy continuará respondiendo la pregunta, ¿qué es una mujer verdadera?, y luego pasará a responder la siguiente: ¿cómo te conviertes en una mujer verdadera?
Escuchemos.
Nancy: ¿Qué es lo que las ancianas deben enseñar a las más jóvenes? Bueno, por suerte Pablo nos da un curriculum, un plan de estudios aquí, y lo leemos aquí al final del versículo 3.
«Que enseñen lo bueno,para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos…» (vv.4-5).
Ahora, a menos que hayas estado encerrada en un armario durante los últimos 30 años y no hayas tenido ninguna conexión con la cultura, sabes que esas palabras están batallando con nuestra cultura. Esas palabras son muy, muy contraculturales. Son radicales. No son políticamente correctas. Pero quiero recordarles que ese es el camino de Dios y que Dios dice que estas cosas son buenas.
«Que enseñen lo bueno». Necesitamos recordar que cuando estamos enseñando los caminos de Dios a las demás, estos no son gravosos, no son una carga. Son deleitosos. Son la manera de experimentar la bendición de Dios y la plenitud de Su bondad en tu vida. Estas cosas son buenas y hermosas porque son verdaderas y son un reflejo de la grandeza y de la bondad de Dios.
Ahora, en lugar de profundizar en cada uno de estos puntos, permítanme hacer algunas observaciones acerca de esa lista. Estas cualidades son las que fluyen al creer la sana doctrina.
No puedes proclamar haber recibido la salvación y no vivir conforme a ello. Tu estilo de vida, prueba, valida o desmiente tu afirmación de ser una hija de Dios. El evangelio, la gracia de Dios debe hacer que nuestras vidas sean diferentes, por la manera en la que pensamos, actuamos, hablamos, por la forma en que nos vestimos, comemos, bebemos, que todo lo que hagamos sea para Su gloria, para la expansión de Su reino y Su gobierno en este mundo. Esto es lo que fluye de la sana doctrina.
Y luego veo en este pasaje la prioridad que Dios da al hogar. Cuatro de las siete cualidades de esta lista se refieren específicamente al matrimonio y a la familia.
Demuestra el valor que Él da a ese llamado. No es algo insignificante ser esposa, ser madre. No es como si vas navegando por la vida y te enamoras, te casas, tienes hijos, solo como una parte de la historia. No. Esto es parte del plan de Dios y de Su historia.
Así que vemos que nuestros hogares son la primera y principal esfera en que nosotras como mujeres vivimos el evangelio. De nuevo, si no lo estamos viviendo allí, algo está mal.
Después vemos en esta lista la prioridad del amor. Estamos llamadas a reflejar el amor de Dios, en primer lugar a aquellos dentro de las cuatro paredes de nuestras casas y luego a los demás.
Hermanas, permítanme decirlo de nuevo. No puedes proclamar amar a Dios si no amas a tu marido y a tus hijos. Una cosa es que las personas en tu trabajo o en tu iglesia o en tu grupo pequeño piensen de ti como una mujer verdadera, una amiga dulce, amorosa, amable, pero, ¿qué pasaría si le preguntáramos a tu familia?
Verás, ese es el punto de partida. El lugar donde se prueba el amor verdadero es el hogar. Si no funciona allí, entonces no funciona.
Ahora, puedes estar pensando… Sé que tenemos mujeres que vienen de muchas situaciones familiares diferentes y muy difíciles. Y están escuchando y tal vez piensan: «¿Cómo puedo amar a ese hombre? ¿Cómo puedo amar a ese niño, a ese hijo pródigo que me rompe el corazón, o a ese niño de dos años para el que no se ha escrito ningún libro de texto? ¿Sabes de qué estoy hablando? ¿Cómo puedo amar a ese compañero, a ese hijo?»
Bueno, este pasaje dice que puedes aprender. Estas cosas no siempre vienen naturalmente. Necesitan ser entrenadas, enseñadas. Pero también hay una provisión hecha aquí y la veremos en unos momentos, acerca de la gracia sobrenatural de Dios que nos capacita para amar en las situaciones más difíciles, incluso imposibles.
Así que a lo largo del libro de Tito, y lo vimos aquí en estos versículos, la vida de los creyentes debe ser radicalmente diferente a la vida de los que no creen. Nuestra cultura se caracteriza por el tipo de cosas que leemos al final del capítulo 1 –violencia, promiscuidad sexual, codicia, mentira, glotonería, borracheras, rebelión, odio, enojo. Ves estas cosas, estas descripciones del mundo, a través del libro de Tito.
Pero porque el evangelio de Cristo nos ha cambiado, nuestras vidas están supuestas a lucir diferente. Se espera que el mundo nos vea como mujeres cristianas, y note una gran diferencia; que puedan ver que nuestras vidas se caracterizan por el amor, la gentileza, la mansedumbre, la pureza, el dominio propio, la verdad, la sumisión, las relaciones familiares bien ordenadas. Se espera que seamos una demostración viva del evangelio, para que el evangelio sea creíble.
Y al ver esta lista, y esto es algo que podemos ver a lo largo de todo el libro de Tito. Déjenme mostrarles un poco de ella, comenzando en los versículos que hemos visto en Tito 2, versículo 1. En los versículos del 3 al 5 vemos cómo una mujer cristiana debe reflejar e ilustrar el evangelio. Quisiera que rápidamente caminemos a través de estas cualidades de nuevo y que consideremos cómo luciría una mujer que no está arraigada en la verdad y que no está viviendo el evangelio.
Por ejemplo, en el versículo 1 vemos que una mujer cristiana basa su vida en la sana doctrina, la verdad, la Palabra de Dios. Pero una mujer cuya vida no está instruida o formada por el evangelio va a minimizar la importancia de la sana doctrina, la va a ignorar o va a ser indiferente hacia ella. La vida de esa mujer va estar fundamentada en creencias que no son verdaderas, que no son sanas.
La mujer piadosa, la mujer cuya vida ha sido instruida por el evangelio de Cristo, leemos en los versículos 2 al 3, que las creyentes mayores están para modelar la piedad y la madurez espiritual. Deben ser intencionales en pasar el testigo de la fe compartiendo el evangelio, su fe a la próxima generación; deben ser intencionales en disciplinar y mentorear a la siguiente generación.
Pero, ¿qué ocurre si el evangelio no tiene influencia en nuestras vidas? ¿Cómo luce eso? Las personas mayores somos libres de perseguir nuestros sueños, nuestros placeres, nos retiramos a una vida fácil, vivimos a nuestra manera. Con el paso de los años deseamos tomarlo todo con calma. Vivir la vida de una diversión en otra o de un pasatiempo en otro. Viajar de un sitio a otro sin ningún compromiso. Esa es una vida que no está instruida por el evangelio.
En el versículo 3 vemos que las mujeres mayores cuyas vidas han sido formadas por el evangelio deben ser reverentes en su comportamiento. Una mujer cuya vida no está formada o instruida por el evangelio va a ser mundana, grosera, o vulgar.
En cambio las mujeres cuyas vidas han sido moldeadas por el evangelio no son calumniadoras. Ellas hablan la verdad, palabras que edifican. Pero si nuestras vidas no han sido transformadas por el evangelio, vamos a volvernos chismosas. Vamos a herir a los que nos rodean con nuestras palabras.
La mujer cuya vida se basa en la sana doctrina y ha sido transformada por el evangelio no va a ser una esclava a mucho vino. Ella va a tener un estilo de vida prudente, moderado; pero una mujer para quien el evangelio no importa ni significa nada va a ser egoísta. Tendrá un comportamiento adictivo de abuso de sustancias, trastornos alimenticios, vivirá para sus placeres, para sus deseos, para medicar el dolor emocional.
Una mujer cuya vida está moldeada por el evangelio enseña lo que es bueno. Capacitará a las mujeres más jóvenes. Pero lo que sucede en un modelo donde el evangelio no es importante, es que devaluamos lo que las personas mayores tienen que ofrecer. Las hacemos sentir inútiles o las apartamos, y las mujeres más jóvenes se quedan sin rumbo para valerse por sí mismas, y muchas de ellas, lamentablemente, terminan naufragando.
Vemos que las mujeres instruidas por el evangelio, las mujeres más jóvenes, deben amar a sus maridos. Deben valorar el matrimonio. Deben ser guardianas del pacto, aun cuando sea duro, cuando duela, cuando parezca muy difícil. Pero en la cultura y el ambiente donde el evangelio no informa la forma en que vivimos, las mujeres se resentirán con sus esposos. Los deshonrarán, los descuidarán y los abandonarán. De ahí la cultura del divorcio, de los matrimonios desechables.
La mujer que ha sido instruida y transformada por el evangelio amará a sus hijos. Ella dará valor a la maternidad. Va a valorar el tener niños de acuerdo con la voluntad y el plan de Dios y será intencional en moldear sus vidas para Cristo. Pero en una cultura y en un modo de pensar que no está instruido por el evangelio, las mujeres serán desanimadas –con respecto a tener hijos en primer lugar– y luego, si los tienen, abusan de ellos o los consienten demasiado, quizás hasta dejan que otros los críen. No son intencionales en discipularlos para que se conviertan en seguidores de Cristo.
Una mujer cuya vida está instruida por el evangelio tiene dominio propio. Esta es una palabra en la que me he encontrado meditando en los últimos días. Es la palabra sophrone en el griego. Significa «tener una mente sana o en su sano juicio». Un estado sophrone de la mente es lo que nos permite poner freno a los deseos carnales y trae como resultado practicar el dominio propio en cada área de nuestras vidas –en nuestra lengua, hábitos, sexualidad, en cada área de nuestras vidas.
Pero una mujer cuya vida no está controlada por el evangelio no tiene dominio propio. Ella está fuera de control con sus palabras, con el uso del tiempo. Es impetuosa, impulsiva. Lo que piensa, simplemente lo dice. Su mente no está en un estado sophrone. No es una mente guardada o sana.
La mujer cuya vida está influenciada por el evangelio será pura en su corazón,su mente, su sexualidad, contrario a la falta de modestia, la permisividad sexual y la promiscuidad.
Una mujer que está orientada por el evangelio valorará el hogar. Tendrá un corazón para su hogar. Su enfoque y sus prioridades se involucrarán en el hogar. Pero ¿qué hace el mundo? cuando el evangelio no es el centro, desprecias el trabajo en el hogar. La hospitalidad se convierte en algo del pasado. Por eso nuestros hogares se encuentran en un estado de caos. Estamos alejando a las mujeres del hogar y elevando el trabajo que hacen fuera de él por encima del trabajo que ellas podrían estar haciendo dentro y para sus hogares.
Así que puedes ver a través de todo este pasaje y a través del libro de Tito, cómo una vida instruida por el evangelio se ve muy diferente a una vida que no está instruida por el evangelio.
Así que la pregunta es: ¿Qué tan bien tu vida y mi vida reflejan el evangelio y la gracia de Dios y cómo luce una mujer redimida?
Al ver estas cualidades, solo las pocas que hemos mencionado, y hay otras en todo el libro de Tito, me encuentro con un problema. Veo esta increíble descripción de una mujer verdadera, veo su aspecto, su carácter. Veo su llamado de pasar un legado de piedad a la siguiente generación. Pero este es mi problema: no puedo vivir de esa manera. No puedo ser esa clase de mujer. ¿Y sabes qué? Tampoco tú.
Reconocer ese problema es el primer paso para tratar con él. No tenemos el poder. Cristo nos llama a vivir una vida que es imposible para nosotras. No podemos hacerlo. Y cuanto antes lo reconozcamos, mejor. No tenemos el poder de vivir este tipo de vida.
¿Cuántas de ustedes, en la última semana, si piensan en el pasado, dirían: «Ha habido por lo menos un momento, tal vez más, en que recuerdo que no estaba pensando, actuando, mirando, hablando, lo que sea, como una mujer verdadera?» ¿Puedes recordarlo? Bueno, tal vez el día de ayer o hace una hora.
¿Sabes qué? Puedo salir de mi tiempo devocional, y en tres minutos o menos, estoy viviendo como una pagana, hablando como una pagana, no como una mujer verdadera, y me pregunto, «pero ¿por qué actúo de esa manera? ¿Por qué hablo de esa manera? ¿Por qué dije eso? ¿Por qué estoy pensando eso?»
¿Cómo podemos llegar a ser mujeres verdaderas de Dios? Bueno, los versículos del 11 al 14 nos dan tres recursos. Me gustaría que pudiéramos hacer todo un mensaje sobre esto. Solo voy a mencionarlos, pero después puedes regresar y explorar sus maravillas por ti misma. Estos tres recursos nos permitirán ser mujeres verdaderas de Dios que viven de acuerdo con la sana doctrina.
El primero, un recurso presente, es la gracia de Dios. Mira los versículos 11 y 12 –la gracia de Dios:
«Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente» (vv.11-12).
La gracia de Dios es un recurso que Dios me da cada momento de cada día, aquí y ahora, me capacita, no solo aquí en este auditorio, sino al regresar a casa, cuando estoy en mi trabajo, cuando estoy bajo presión. La gracia de Dios es la que me dará el deseo y el poder para vivir de acuerdo a la sana doctrina.
Es importante que el capítulo 3 nos recuerda que no siempre fue así. No siempre tuvimos la gracia de Dios. No siempre vivimos como mujeres verdaderas. Solíamos ser como el mundo. Mira el versículo 3 del capítulo 3:
«Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros» (v.3).
Ya sea que lo recuerdes o no, si te das cuenta o no, eso es lo que éramos antes de que Cristo viniera y cambiara nuestras vidas. Así que, ¿qué hizo la diferencia? ¿Qué nos cambió? Mira el versículo 4 del capítulo 3:
«Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y Su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia…para que justificados por Su gracia fuéramos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna» (vv. 4-7).
No puedo ser salva por fuerza de voluntad o esfuerzo humano y tampoco puedo ser santificada por el esfuerzo humano o por fuerza de voluntad. No podemos ser mujeres verdaderas de Dios separadas de Su gracia.
Si tratas de vivir esta vida por tu propia cuenta te sentirás sin esperanza. Tendrás una vida de desesperación. Siempre te sentirás como un fracaso porque serás un fracaso, y vas a vivir bajo la ley, en esclavitud. Si no fracasas, vas a luchar y esforzarte y estarás rígida y tensa y nadie va a querer lo que tú tienes mientras intentas ser una mujer verdadera.
Es la gracia de Dios la que nos permite decir «no» a la carne y «sí» a Dios. En el presente, contamos con la gracia de Dios. Qué increíble recurso.
Después hay otro recurso para el futuro que es el regreso de Cristo. Capítulo 2, Versículo 13:
«Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús» (v.13).
Mantén tu mirada en la meta. Y recuerda, todo valdrá la pena. ¿Cuándo? Cuando veamos a Cristo. Cuando lo veamos a Él, el proceso de ser conformadas a Su imagen estará completo. Estaremos para siempre con el Señor.
Cuando te canses, cuando sientas que te quieres rendir aquí, Dios usará el recordatorio de la esperanza bienaventurada del regreso de Cristo como algo que te va a infundir fortaleza y deseo para seguir en la batalla y ser una mujer verdadera de Dios.
Y luego, al reflexionar sobre el pasado, tenemos un tercer recurso. Se encuentra en el versículo 14. Es el poder de la cruz.
«Él se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Sí un pueblo para posesión Suya, celoso de buenas obras».
El evangelio de Cristo es la fuente de toda piedad. Estamos llamadas a vivir nuestras vidas a la luz de lo que Cristo ya ha hecho por nosotras en la cruz, donde Él murió nuestra muerte, en nuestro lugar, por nuestros pecados, para que pudiéramos ser vestidas en Su justicia y ser mujeres verdaderas de Dios.
Déjame decirte que si nunca has ido a la cruz para arrepentirte de tus pecados y poner tu fe en Jesucristo, no eres una mujer verdadera de Dios, no estás andando por el camino de una mujer verdadera. Creo que Dios en Su amor ha traído muchas mujeres aquí este fin de semana, porque quiere llevarlas a la fe en Jesucristo.
A medida que reflexionas sobre lo que Cristo ha hecho por ti, levanta tu mirada hacia Él y dile: «Sí, Señor, creo en lo que hiciste por mí. Hazme Tu hija para que pueda convertirme en una mujer verdadera que te dé gloria a Ti».
Annamarie: ¿Has estado tratando de vivir como una mujer verdadera en tus propias fuerzas? Creo que a todas nos ha pasado, y es muy frustrante.
Hoy, en la continuación de su mensaje, Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado animando a fijar nuestros ojos en Jesús y en el evangelio. Esto no es algo simplista, es la única manera en la que podemos vivir conforme a la voluntad de Dios revelada en Su Palabra.
Y recuerda los tres recursos que Nancy mencionó –y que tenemos a nuestra disposición: la gracia de Dios, el regreso de Cristo y el poder de la cruz. Este recordatorio fue de bendición para una mujer que estuvo presente en el momento en que Nancy enseñó el mensaje. Escucha lo que ella dijo:
Kari Windon: Mujer Verdadera ha beneficiado mi vida personalmente al desafiarme a mirar las Escrituras y a tomarlas por lo que dicen y luego actuar en base a ellas, aplicarlas –no solo leerlas, no verlas de manera superficial, sino aplicarlas– y entonces confiar en Dios en cuanto a los resultados.
Annamarie: Amén.
Y…al pensar en lo que has estado escuchando a lo largo de esta serie, ¿has cuestionado todo esto de ser una mujer verdadera? ¿Te has preguntado, verdaderamente vale la pena –qué diferencia hace? En la continuación de su enseñanza, Nancy nos hablará más sobre esto. ¡No te lo pierdas!
Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
El Poder de la Cruz, Doulos, Himnos, Vo. 2, ℗ 2021 1880747 Records DK.
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