Cómo las madres reflejan Jesús
Annamarie Sauter: Emily Jensen dice que los cambios que experimenta una mujer al tener un bebé son una imagen del evangelio.
Emily Jensen: Como mujeres, el impacto físico de la maternidad en nuestros cuerpos es en realidad una imagen del impacto físico que Cristo sufrió en la cruz por nosotras. ¡Dar vida tiene un precio! Él pagó la penalidad por nosotras para que pudiéramos tener vida con Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si no has escuchado los últimos dos episodios que hemos transmitido, te animo a ir a nuestra página web, avivanuestroscorazones.com. Allí encontrarás tanto los audios como las transcripciones. Creo que querrás escuchar esos episodios y que te encantará escuchar a nuestras invitadas de estos días. Ha sido una conversación muy divertida. Esta serie se titula Maternidad Redimida, que es el título …
Annamarie Sauter: Emily Jensen dice que los cambios que experimenta una mujer al tener un bebé son una imagen del evangelio.
Emily Jensen: Como mujeres, el impacto físico de la maternidad en nuestros cuerpos es en realidad una imagen del impacto físico que Cristo sufrió en la cruz por nosotras. ¡Dar vida tiene un precio! Él pagó la penalidad por nosotras para que pudiéramos tener vida con Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si no has escuchado los últimos dos episodios que hemos transmitido, te animo a ir a nuestra página web, avivanuestroscorazones.com. Allí encontrarás tanto los audios como las transcripciones. Creo que querrás escuchar esos episodios y que te encantará escuchar a nuestras invitadas de estos días. Ha sido una conversación muy divertida. Esta serie se titula Maternidad Redimida, que es el título del libro escrito por ellas.
Ha sido muy entretenido conversar con ustedes, y aunque soy una mujer mayor, me he enriquecido con su sabiduría. Me ha animado ver el amor que tienen por Jesús y cómo, en esta etapa de sus vidas, aplican la Palabra de Dios y el evangelio de Cristo.
Entonces, si no sabes de qué estoy hablando o con quién estoy hablando, tenemos a Emily Jensen y Laura Wifler por aquí. Bienvenidas de nuevo a Aviva Nuestros Corazones.
Laura y Emily: Gracias, Nancy.
Nancy: Su ministerio se llama como su libro, Maternidad Redimida. Y en la transcripción de este programa, en nuestro sitio web tenemos el enlace para que puedan conocer más sobre este ministerio. Las oyentes que no están familiarizadas pueden ir directo allí. Tal vez algunas de ustedes digan: «No soy madre» o «no soy una madre joven». Pero puede que conozcas a madres jóvenes que necesitan un ministerio como este.
Hazles saber sobre esta serie. Déjales saber de este maravilloso libro que Emily y Laura han escrito titulado Maternidad Redimida. Ellas son coautoras de este libro que expande más profundamente lo que hemos hablado en estos programas, acerca de cómo el evangelio trae dirección a cada área de la vida de una madre.
Muchas de las cosas que escribieron en este libro no son cosas con las que yo estoy lidiando, no soy madre y no estoy en esa etapa. Pero los principios se aplican a cualquier etapa, a la etapa en que me encuentre, así que ahí encontrarás mucha sabiduría para las mujeres en cualquier etapa.
Y quisiera que hoy habláramos sobre cómo los mensajes que recibimos de la cultura, como creyentes (pero particularmente respecto a la maternidad), son diferentes a los mensajes que encontramos en las Escrituras.
Emily y Laura, ustedes han hecho un gran trabajo en entender e identificar preguntas como: «¿De dónde obtuve lo que creo? ¿Es algo que he aprendido de la cultura que me rodea?, y ¿cómo se diferencia de lo que dice la Palabra de Dios?»
Y esto es algo que he pensado durante mucho tiempo, desde hace más de veinte años cuando escribí Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres.
El enfoque está en que existen mensajes a nuestro alrededor que nos dicen cosas que se ven bien, parecen correctas, pero en realidad no lo son. No son consistentes con la Palabra de Dios. Así que he estado desafiando estos mensajes durante años y diciéndoles a las mujeres: «Identifica lo que has estado creyendo, lo que parece que todos los demás piensan que es correcto, pero que no se alinea con la Palabra de Dios».
Así que mientras hablamos sobre algunas de estas áreas específicas que abordan en su libro Maternidad Redimida, me gustaría que ahora tratáramos otra área y pensáramos en lo siguiente: «¿Cuál es el mensaje de la cultura?», y «¿qué nos dice el evangelio, diferente, sobre ese tema?»
Hablemos de algo con lo que sé que todas las madres batallan (o al menos casi todas las madres), me refiero al periodo posparto y cómo se ve el cuerpo después de dar a luz. Me encantaría escuchar de una de ustedes cuándo fue que comenzaron a pensar en esto, cómo tienden a sentirse las madres al respecto, y cómo nuestra cultura habla de esto.
Emily: Sí. Inmediatamente cuando comienza el embarazo, te das cuenta de que tu cuerpo va a cambiar.
Nancy: De hecho, déjame interrumpirte aquí mismo. Sé que muchas mujeres hoy en día no quieren quedar embarazadas debido a las preocupaciones sobre «¿qué le hará esto a mi cuerpo?» ¡Y eso cambiará su cuerpo!
Emily: Sí. ¡Sabía que con mi primer bebé mi cuerpo cambiaría! Pero después de mi quinto hijo…
Laura Wifler: Al parecer hay muchos más cambios con los embarazos posteriores.
Emily: ¡Existen una cantidad de cambios! La preocupación por el aumento de peso y el cambio en la forma de ciertas partes del cuerpo que, incluso aunque no aumentes una gran cantidad de peso, ¡las cosas simplemente cambian! Además de sentir dolores y molestias. Recuerdo cuando estaba embarazada de mis gemelos. Tuve que estar en reposo absoluto, eso fue hace cinco años. Y hasta el día de hoy tengo dolores de espalda.
Así que creo que hay muchas cosas que realmente…experimentas por primera vez: «¡Literalmente estoy renunciando a mi cuerpo para que alguien más pueda tener vida!» Es muy sacrificial y simplemente invade cada parte de ti.
Sabes, cuando le sirves a un amigo o vecino, puede que no te afecte físicamente de la misma manera que cuando sirves y amas a tu hijo, porque estás dando tu propio cuerpo para que otro pueda tener vida. ¡Es una experiencia completamente nueva!
Nancy: Emily, luchaste con esto justo después de tener tu quinto hijo, uno de tus niños tuvo una fiesta de cumpleaños…
Emily: ¡Oh sí! Acababa de tener a mi hija y mi hijo cumplía dos años. Me tomé fotos con él en el sofá. Recuerdo que al ver aquella foto pensé: «¡Wow! ¡No reconozco a esa mujer! Me veo más vieja, cansada y mucho más pesada que cuando me casé».
Había una parte de mí que no quería publicar esa foto porque, «no, no quiero que vean que tener hijos me ha cambiado o me ha costado la vida. No soy tan hermosa o encantadora como la cultura muestra a una madre justo después de dar a luz. No estoy lista para caminar por la alfombra roja. ¡Todavía se podía ver mi vientre posparto colgando sobre mis pantalones!»
Creo que para mí, publicar esta foto fue un acto de confianza en el Señor, reconociendo que mi valor no se encuentra en mi apariencia física. Entendiendo que hay una belleza que es más profunda que eso. Que Cristo está en mí. Para las madres puede ser una batalla real y muy desafiante.
Laura: Bueno, también es muy difícil debido a la presión que se ejerce sobre las madres para que vuelvas a tener el cuerpo que tenías en tan solo seis semanas después de dar a luz; un abdomen perfecto. Puedes ver imágenes en las redes sociales, en la televisión o las celebridades. ¡Se ven increíbles! No vemos el trabajo arduo ni vemos los esfuerzos, los sacrificios que hicieron, o incluso a veces tienen un tipo de cuerpo diferente al tuyo, y para ti sería imposible lograr lo mismo.
Pero decimos: «Bueno, ¡tengo que verme como esa mujer porque si ella pudo, entonces yo también puedo!» Tengo amigas que adelgazan naturalmente después de tener un hijo, y parece como si nunca hubieran tenido un bebé.
Decimos cosas como: «¡Oh, qué envidia!» «¡No puedo creer cuánto has adelgazado!» Y simplemente quieres distanciarte de eso. ¡Creo que es un punto ahí para sentir celos o envidia, pero también desprecio y desear tener aquello para ti!
Nancy: Y esto puede ser cierto, ya sea que tengas hijos o no. Tenemos diferentes tipos de cuerpo.
Laura: Así es, luchamos con el deseo de tener el cuerpo de otras mujeres, sin importar en qué etapa de la vida te encuentres. O luchamos con esa imagen corporal y decimos: «¡Quiero lo que ella tiene! Quiero lucir cómo ella». No estamos conformes con la forma en que el Señor nos creó, cómo formó nuestros cuerpos para responder al parto, al aumento de peso y a la lactancia.
Es posible que tengas una cicatriz de cesárea. Hay muchas cosas que suceden en el parto a las que el cuerpo de cada persona responde de manera diferente. Muy a menudo decimos: «¡Quiero ser cómo Dios la creó a ella, no me gusta cómo Dios me creó!»
Emily: Sí, también he escuchado la frase, «¡se ve mejor ahora que antes de tener al bebé!»
Laura: Oh, sí, esa es muy común.
Emily: Creo que nuestra cultura desea que el embarazo y el parto no tengan ningún impacto en nosotras. Pero como mujeres, el impacto físico de la maternidad en nuestros cuerpos en realidad es una imagen del impacto físico que Cristo sufrió en la cruz por nosotras.¡Dar vida tiene un precio!
Él pagó el precio por nosotras. Obtuvo cicatrices, sangró, sudó, lloró y todo esto por nosotras para que pudiéramos tener vida con Dios. Entonces, creo que debemos ser cautelosas antes de intentar borrarlo y decir: «Oh, no quiero que se note que tuve que sacrificar algo».
Porque es una de las muchas maneras que como madres podemos mostrarles a nuestros hijos y a las personas que nos rodean, que en nuestros cuerpos llevamos un recordatorio del precio y del costo que pagamos para que otra persona pudiera tener vida. Ese no es el evangelio, pero esto apunta a aquellos que nos rodean a decir: «¡Hay un Salvador más grande que ha hecho esto por nosotros!»
Laura: Me encanta que hayas dicho la palabra borrar, me recuerda cuando Jesús regresa a Tomás. Jesús le muestra los orificios y las cicatrices que hay en Sus manos. Pudo haberlos borrado; pudo regresar con un cuerpo que no tenía evidencia del sacrificio y del dolor que sufrió a nuestro favor.
Y ese es un ejemplo tan hermoso para nosotras, como madres. Nunca tuve una cesárea, pero muchas de mis amigas hablan sobre las cicatrices de la cesárea o de otras cicatrices al dar vida, como estrías, venas varicosas y todas estas cosas con las que estamos lidiando. Quizás lo ves todos los días, y esto es un recordatorio.
Puedes decir: «¡Detesto esto, desearía no tener estas marcas!» O puedes decir: «Este es un recordatorio de la hermosa bendición que tuve de poder dar vida, un recordatorio de lo que Dios permitió que mi cuerpo hiciera y atravesara». Puedes elegir cómo continuar con esto, y esto hará una gran diferencia en tu actitud y en cómo valoras lo que el Señor te ha dado.
Nancy: El evangelio lo cambia todo, ¿no es así? Cambia la manera en que piensas, lo que piensas de ti misma, lo que piensas sobre tu misión y tu llamado. Continuando un poco más allá del posparto, ahora, en la etapa con varios hijos (y ambas tienen muchos pequeños).
Escuchamos mucho sobre la importancia del cuidado personal. Nuevamente, preguntémonos, ¿cuál es el mensaje de la cultura con el que las mujeres son bombardeadas cuando se trata de esto? Y por otro lado, ¿qué dice el evangelio a este respecto?
Emily: Por supuesto. Mencioné esto en un programa anterior, cuando mis tres hijos mayores tenían entre dieciocho y dieciséis meses, estaba alimentando a los gemelos y tenía a uno de mis hijos en mis rodillas. Recuerdo haber pensado: «¡Oh, ni siquiera sé cómo llegaré a la siguiente hora!» ¡Estaba tan exhausta! Me sentí abrumada por lo mucho que tenía que invertir en ellos.
Creo que la cultura en ese momento resonaba en mi mente: «¡Necesito salir de aquí!» ¿Sabes? «Tengo que alejarme por unas horas. Necesito irme. Necesito ir al centro comercial».
Nancy: «Ve a un spa».
Laura: «Hazte una pedicura».
Emily: «¡Tal vez mi esposo y yo necesitamos salir de vacaciones!»
Todas esas cosas son buenas, pueden ser útiles, todas pueden ser agradables. Algunas veces salía, subía al auto y me iba manejando. Pero me daba cuenta de que esas cosas tenían un límite en cuanto a su capacidad para refrescarme y sostenerme.
Incluso en ocasiones al regresar me sentía peor, porque el ruido era un contraste con la tranquilidad que acababa de experimentar, en realidad me hacía menos feliz y más insatisfecha, y simplemente me sentí así…
Nancy: Sí, ¡y no se te ocurra ir al centro comercial!
Emily: ¡Sí! «¡Necesito más tiempo! Ese tiempo no fue suficiente, ahora necesito otra cosa y otra cosa y otra cosa». Por otra parte, mi alma se sentía vacía.
Hubo un día en particular cuando mis tres hijos eran pequeños, recuerdo que mis bebés estaban en un lugar seguro, estaban en el suelo. Mi otro pequeño estaba jugando. Entré a mi habitación y simplemente caí de rodillas. Recuerdo haber clamado al Señor y decirle: «¡Dios, tienes que ayudarme! ¡Porque no sé si tendré la suficiente energía para terminar el día! No sé lo que vas a hacer. Ni siquiera sé lo que estoy pidiendo. ¡Solo necesito Tu ayuda!»
¡Y esa tarde fue la primera vez desde que nacieron mis bebés, que a la hora de la siesta los tres se durmieron al mismo tiempo de manera sincronizada!
Nancy: ¡Qué bien!
Emily: Recuerdo que tuve un par de horas para limpiar mi casa y sentarme a leer la Palabra. En ese momento me di cuenta de que Dios podía cuidarme y que Él se ocuparía de mí si le confiaba mis necesidades y mi vida. Creo que es un gran contraste. La cultura nos dice: «¡Necesitas más tiempo para ti!» Y Dios dice: «¡Yo cuidaré de ti!»
Él tiene mandatos en Su Palabra de cómo ser administradores de nuestro cuerpo y tomar un día de descanso. Él no nos pide que nunca descansemos, pero sí nos pide que encontremos nuestro descanso en Él.Creo que ha sido una lección difícil para mí, aprender a confiar en Él y no seguir mi propia voluntad, al decir: «Bien, ¡haré lo que sea para salir de aquí, necesito cuidarme!»
Laura: Sí, el año pasado pasé por una temporada de agotamiento. Siempre pensé que el agotamiento podría ser un estímulo para alguien que no tiene suficiente energía para seguir adelante. De nuevo, tengo una personalidad tipo A y busco solucionar las cosas. Pero me di cuenta que el agotamiento es algo real, y es algo a lo que el Señor me tuvo que llevar.
Ese año construimos nuestra casa. Dirigíamos el ministerio. A mi hija la diagnosticaron con necesidades especiales. Nos habíamos mudado, estábamos viviendo temporalmente en otro lugar. Estábamos haciendo todas estas grandes transiciones de vida, todo en un año. Y pensé, ¡puedo hacerlo!
Recuerdo que cada tarde pensaba, «¡tengo que llegar hasta las siete, solo hasta la hora de dormir! Solo tengo que llegar hasta la hora de dormir y luego puedo ver algo de televisión». Estaba viviendo con la motivación de la televisión y el descanso…una versión cultural del descanso.
Recuerdo que veía la televisión, después me iba a la cama, despertaba a la mañana siguiente y sentía como si todavía estuviera dando vueltas en el mismo lugar, en un círculo.
Nancy: Y viviendo con el tanque vacío.
Laura: ¡Definitivamente! Me sentía inquieta, descontenta, estresada. Sentí que todo lo que estaba haciendo no tenía sentido. Todo lo que quería hacer era terminar otro día y poder ver la televisión a las 7 p.m. En un punto me di cuenta, «ya no puedo vivir así. ¡Esta no puede ser la historia de mi vida!»
Fue entonces cuando el Señor realmente me puso de rodillas, para comprender que estaba viviendo en mi propia autosuficiencia y que eso con lo que me estaba llenando para mi cuidado personal era muy superficial. Y no hay nada de malo en ver televisión: Emily y yo vemos televisión, en ocasiones disfrutamos de esto con nuestros esposos.
Pero la idea de: «¡Esto me va a satisfacer y me hará sentir mejor! Seré más feliz después de hacer eso» o «¡esa es la recompensa que me espera!» Ahí fue donde creo que todo se tergiversó. No pude ser sostenida por eso. Tenía que entender e implementar el día de reposo los domingos, y poder dar un paso atrás y saber que puedo tomar un día entero y descansar y confiar en el Señor.
Nancy: ¿Cómo hace eso una madre con hijos pequeños?
Laura: ¡Esa es una gran pregunta! ¡Fue algo que también tuve que aprender de la manera más difícil! Los días de descanso son solo descanso, el verdadero descanso se encuentra en una dependencia de Dios. Es un estado del corazón, implica más que si nuestras manos todavía se están moviendo o si todavía estamos cambiando las sábanas o las toallas. Tiene todo que ver con dónde descansa tu corazón.
El día de descanso, el sabbat, para mí es retroceder y trazar algunos límites, porque lucho por no escuchar esos límites y lucho con esforzarme. Para mí, tiene que ser: «No, me voy a tomar un día en el que no trataré de hacer lo que está en la lista de pendientes, sino que buscaré a Dios y Su corazón por mi familia. Y estoy persiguiendo la belleza del evangelio y descansando en Su creación».
Puede que esté ocupada cocinando, limpiando y haciendo algunas de esas cosas. Pero tomar el día (que realmente debería ser todos los días) y ser intencional y decir: «Señor, este es tu día, ¡y me has dado esta vida! ¡Me has dado esta hermosa familia!»
¡Simplemente disfrutar de los buenos regalos que Él me ha dado ha sido una gran práctica para mí y entender que todo el trabajo que realmente importa se consumó en la cruz! No hay nada que pueda hacer hoy que me haga avanzar más en la salvación, que me lleve a alcanzar mi justicia. Cristo hizo todo eso por mí.
¡Para mí, eso es lo que significa el verdadero reposo, descansar en Jesús y saber que Él pagó y que todo está consumado!
Nancy: Estoy pensando –mientras hablas de esta búsqueda– que todas tenemos que llenar esas partes sedientas y vacías de nuestros corazones, seas madre o no. Pienso en la mujer del pozo, la samaritana, en el capítulo 4 de Juan, en cómo había tenido muchos esposos. No sabemos por qué exactamente, pero ella buscaba algo y Jesús vio esa hambre en el corazón de ella.
Él usó la imagen del agua, porque ella iba a sacar agua. Él le dijo: «Quiero darte agua viva». Por supuesto, ella estaba confundida porque no tenía idea de lo que Él estaba hablando. Ella estaba pensando que Él se refería al agua del pozo.
Y entonces Jesús le dice: «Todo el que beba de esta agua (de este pozo) volverá a tener sed» (Juan 4:13). Él le estaba diciendo: «No tiene nada de malo esta agua, pero no te dará la satisfacción eterna que tu alma necesita». Entonces Él le dice: «Volverás a tener sed». La prueba de eso era que ella estaba en el pozo sacando agua otra vez.
Respondió Jesús y le dijo: «pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna» (v.14). Entonces, «¿dónde estás buscando?» ¿Estoy buscando en los pozos del mundo para satisfacerme?
No necesariamente son cosas pecaminosas, pero no van a llenar el vacío en mi corazón de la manera en que Cristo, y solo Cristo, puede hacerlo. Quiero hablar sobre algo más con lo que cada persona batalla, pero creo que especialmente las madres de niños pequeños. Y nuevamente quiero ver lo que dice la cultura y luego lo que dice el evangelio.
Tiene que ver con la cantidad de cosas cotidianas que como madre estás haciendo. No parecen significativas. Acéptalo, realmente no son significativas. Tu mencionaste limpiar la casa, cocinar y cambiar pañales. ¡Cosas que haces una y otra y otra y otra y otra y otra vez! ¡Nunca se terminan!
Parece tan ordinario, y sin embargo aquí estás, con esta pasión por Cristo, este amor por el evangelio. Podrían parecer mundos totalmente opuestos. Tienes esta esfera de tu vida que es el evangelio, Jesús y tu fe. Y tienes esta otra esfera que es tu realidad de la vida cotidiana en la que las cosas que haces sin cesar y repetitivamente y no son gratificadas, no son elogiadas, ni recompensadas. ¿Qué nos dice la cultura acerca de lo cotidiano, y luego cómo nos ayuda el evangelio a pensar de manera diferente al respecto?
Laura: A menudo, cuando veo esos momentos cotidianos, pienso, ¿cuándo terminaré con esto? o ¿habrá un día en que esto llegue a su fin? Creo que la cultura nos dice continuamente: «¡Fuiste hecha para más! Fuiste creada para algo más extraordinario, más sorprendente. ¡Necesitas los momentos en la cima de la montaña!»
Nancy: ¡Momentos de Instagram!
Laura: ¡Exactamente! Esas son las cosas a las que les tomamos fotos. Realmente no tomamos una foto mientras doblamos la ropa, y si lo hacemos, ya sabes, viene con algunas palabras extraordinarias o lecciones de vida.
Nancy: Sí claro. Algún tutorial de cómo enseñar a tu hijo de dos años a doblar la ropa.
Laura: ¡Sí! Algo que sea asombroso. Pero la realidad es que estoy doblando la ropa y hay niños corriendo y pienso, «¡nadie ve esto! ¿Qué diferencia hace esto?» «Siento que ¡estoy guardando la ropa en las gavetas y mañana voy a hacer lo mismo!» Puede ser increíblemente desalentador y sin sentido, «¡ni siquiera sé por qué estoy haciendo estas cosas!»
No hace mucho tiempo hablaba con una amiga, ella acababa de mudarse a una casa nueva. Ella decía: «Solo quiero terminar de instalarme en mi casa nueva para poder continuar con el mejor trabajo. Comenzar a tener visitas y ser hospitalaria. ¡Estoy lista para terminar de desempacar y todas estas cosas triviales!»
Mientras conversábamos, resultó que en realidad el Señor estaba haciendo una obra en su vida en ese mismo momento. Ella no tenía que esperar hasta que pudiera ser anfitriona e invitar personas a su casa y hacer todas estas cosas increíbles que por fuera podrían parecer que tiene todo bajo control.
En realidad, es en esos lugares tranquilos, en esos momentos que son muy invisibles, que quizás solo nuestros hijos ven o quizás nadie vea, somos solo nosotras y Dios. Pero sabiendo que Él ve esas cosas y que está cambiando nuestros corazones en medio de todo. ¡Esos son los momentos en los que creo que ocurre el trabajo más extraordinario en nuestros corazones! ¡Y es muy importante!
Pensemos en Adán y Eva en el jardín. Probablemente hacían un trabajo común. Labraban y cuidaban el jardín, pero para ellos todo se trataba de la adoración. Todo lo que hacían era adorar al Señor y se enfocaban en Dios mientras Él caminaba en el jardín con ellos. Creo que muy a menudo así es como quiero que sea mi trabajo cotidiano, que cada momento sea de adoración.
Emily: Sí, es interesante ver la paradoja en la vida de Cristo en esto. Creo que eso es algo que me alienta cuando estoy levantando y guardando los zapatos del piso por enésima vez. (¡Simplemente saltan de los estantes! ¡No sé qué sucede! Estoy segura de que los acomodo un millón de veces al día).
O cuando, voy y abro la despensa una docena de veces porque alguien quiere una merienda, porque vieron a su hermano comer su merienda. «¡Bueno, hay que regresar a la despensa!» Alguien quiere otra merienda o una bebida, o lo que sea. Esas cosas simplemente se sienten increíblemente repetitivas.
Pero lo que vemos en la vida de Cristo es que Dios hizo una obra extraordinaria de redención a través de algo muy ordinario y silencioso. Incluso, si pensamos en los momentos de Su infancia que no fueron escritos. Él creció en un hogar ordinario, pero vino al mundo a través de un nacimiento extraordinario, por medio de una virgen.
Y luego lo vemos en Su ministerio. Él era carpintero. Él iba a las celebraciones. Cenaba con las personas y viajaba. Esas son cosas que todos hacemos, y sin embargo Dios estaba trabajando en eso para revelar el plan que tenía para Su Hijo…y para llevar esto hasta la cruz. Entonces, para nosotros, lo extraordinario de nuestras vidas es Cristo en nosotros en medio de cualquier cosa que hagamos.
¡Es realmente estupendo que todo esto sea una imagen del reino de Dios! ¿No es así? Todos decimos que es como el «reino al revés». ¡No tiene sentido! ¡Esa pequeñísima semilla es la que produce todo este fruto! Es lo oculto e invisible que Dios usa con fidelidad. Es Su Espíritu en nosotras, Su Hijo en nosotras, lo que realmente lo multiplica y lo hace fructífero.
¡A veces miramos hacia atrás y ni siquiera vemos cuándo o cómo sucedió eso! Quiero decir, incluso Laura y yo vemos hacia atrás en los últimos años y las diferentes cosas que hemos hecho en el ministerio, ¿y sabes lo que había a diario? Correos electrónicos y trabajo en la computadora…
Laura: …trabajo cotidiano.
Emily: Tener una reunión con alguien y cosas que se sienten como: «¡No sé si realmente esto está avanzando!» Pero en algún momento volteas hacia atrás y ves que, «¡hay muchas cosas que Dios hizo allí!» Simplemente apuntábamos a Él y a Su obrar mientras respondiamos el siguiente correo electrónico, el siguiente mensaje, lo siguiente que Él puso delante de nosotras. ¡Así que creo que hay esperanza para una madre!
Nancy: ¡Y eso es tan cierto en cuanto a la crianza de los hijos!
Emily: ¡Oh sí!
Nancy: Porque no estás viendo que mientras transcurre el día en lo ordinario, siendo fiel a las tareas del hogar por administrar, estás construyendo vidas. Dios está construyendo vidas mientras cuidas fielmente tu jardín, tu dominio. El Señor las ha bendecido con un ministerio que está impactando a muchas mujeres, pero creo que es muy probable que todo eso sea insignificante en comparación con lo que Dios quiere hacer en y a través de sus hijos. No tengo idea de cómo será eso; ustedes no tienen idea de cómo se verá eso.
Y así, para la madre que quizás nunca tenga un ministerio de blogs, podcasts o de libros, eso es como la cereza del pastel. Esa es una parte del fruto de la fidelidad. ¡Ustedes, (Laura y Emily) son el fruto de muchos actos cotidianos y fieles, de obediencia, de algunas mujeres mayores incluidas sus propias madres! Que hicieron miles de millones de cosas para que pudieran crecer en hogares seguros, alimentarlas, vestirlas y estar en un contexto en el que pudieran desear seguir a Cristo y al evangelio.
Nadie aquí conoce a sus madres. Pero hoy escuchan el fruto de la fidelidad de ellas en las cosas cotidianas.
Laura y Emily: ¡Sí! ¡Eso es muy cierto!
Nancy: Aunque no soy madre, durante toda mi vida ha habido mujeres que se han acercado y me dicen: «¡Quiero hacer lo que haces! Quiero escribir libros y tener un ministerio». Y les digo: «¿Sabes qué? En lo que sea que hagas, ya sea criar hijos, o servir en Aviva Nuestros Corazones, o dirigir un grupo pequeño en tu iglesia, ¡el ministerio es el fruto de la repetición diaria de miles y miles de acciones fieles en donde sea que Dios te haya puesto!»
Laura y Emily: ¡Eso es correcto! Es muy cierto.
Nancy: Entonces, si debes lavar los platos o debes cocinar la próxima comida… Como dijo Elisabeth Elliot: «¡Haz lo siguiente, da el siguiente paso!»
Bueno, queremos continuar esta conversación y me encanta cómo nos han ayudado a ver cómo luce el evangelio en nuestra manera de pensar, y cómo nos instruye en estas áreas tan prácticas de la vida.
Así que quiero animar a nuestras oyentes a que obtengan el libro que Emily y Laura han escrito, Maternidad Redimida, que está disponible en español.
Y en el próximo episodio, deseo que hablemos sobre cómo las madres con muchos niños pequeños también pueden alimentar y avivar la llama en sus matrimonios…y a veces eso puede parecer realmente difícil en esa etapa.
Hablaremos sobre ese y otros temas mañana, así que ¡espero que nos acompañes!
Annamarie: Invitándote a pasar de manera intencional las verdades de la Palabra de Dios a la próxima generación, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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