Cómo guardar tu corazón
Débora: Al mismo tiempo en que Carolyn McCulley se enfrentaba a retos relacionados con la soltería, otros solteros de su iglesia acudían a ella en busca de consejos, esperando que ella fuera una persona fuerte en esa área. Durante todo ese tiempo, un versículo de las Escrituras permanecía en la mente de Carolyn.
Carolyn McCulley: «Cuando nos damos cuenta de que hemos ofendido a Dios, mucho más y con más frecuencia de lo que otros nos hayan podido ofender a nosotros, esto nos moverá a la humildad y a tener más gracia en nuestros pensamientos».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Demoss Wolgemuth, autora de «Escogidos para Él» (Singled Out For Him), en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de agosto de 2023.
Nancy Demoss Wolgemuth: Ayer escuchamos la primera parte del mensaje que mi amiga, Carolyn McCulley, expuso en una conferencia …
Débora: Al mismo tiempo en que Carolyn McCulley se enfrentaba a retos relacionados con la soltería, otros solteros de su iglesia acudían a ella en busca de consejos, esperando que ella fuera una persona fuerte en esa área. Durante todo ese tiempo, un versículo de las Escrituras permanecía en la mente de Carolyn.
Carolyn McCulley: «Cuando nos damos cuenta de que hemos ofendido a Dios, mucho más y con más frecuencia de lo que otros nos hayan podido ofender a nosotros, esto nos moverá a la humildad y a tener más gracia en nuestros pensamientos».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Demoss Wolgemuth, autora de «Escogidos para Él» (Singled Out For Him), en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de agosto de 2023.
Nancy Demoss Wolgemuth: Ayer escuchamos la primera parte del mensaje que mi amiga, Carolyn McCulley, expuso en una conferencia True Woman hace unos años. Carolyn es la autora de algunos libros como Radical Womanhood y The Measure of Success, que es una excelente publicación sobre la mujer, el trabajo y el hogar. En el mensaje que escucharemos hoy, Carolyn reta la definición popular del amor y en su lugar nos da una definición bíblica.
En este mensaje, Carolyn se está dirigiendo específicamente a las mujeres solteras. Pero les aseguro que las mujeres casadas también seremos retadas. ¿No hemos sido todas impactadas por el concepto que el mundo tiene del amor? Cada una de nosotras, sin importar nuestro estado civil, necesitamos abrazar la definición bíblica que nos da Dios del verdadero amor.
Carolyn retoma el concepto que leímos en Proverbios 4: «Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de vida».
Carolyn: Con todo este desorden y esta idea de que debemos guardar nuestro corazón, necesitamos no pensar a menudo en tener citas, o necesitamos tener una perspectiva más concreta de nuestras relaciones. Es más fácil pensar en ello en términos de medir nuestros afectos y repartirlos entre las personas. ¿Alguna vez has visto a un niño compartir algo contigo? Ellos cortan el pedacito más pequeño y te dicen: «Aquí tienes». «¡Vaya, qué generoso de tu parte! ¡Gracias!»
Así es como puede sentirse el guardar nuestros corazones. «Aquí tienes un pedacito de mis afectos, el resto lo dejaré bien guardado detrás de este muro». Pero esa tampoco es la idea bíblica. Permíteme presentarte el concepto bíblico, y para esto quiero pedirte que cierres tus ojos y escuches un pasaje que has oído en muchos otros contextos. Pero quiero que lo escuches más cerca del contexto en el que el apóstol Pablo lo quiso decir.
Quiero que te imagines a alguien con quien estás luchando ahora mismo en tu iglesia. Tal vez es una amistad que ha salido mal, o alguien que te interesa que no te ha correspondido o rompió contigo. Vamos a escuchar el estándar más alto para nuestros afectos.
«El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…» (1 Corintios 13:4-8).
Puedes abrir tus ojos. El apóstol Pablo le escribió este pasaje a un grupo de cristianos que estaban divididos en la iglesia de Corinto. Estos hermanos estaban ocupados en causar divisiones y en crear nuevas alianzas basadas en el éxito material, en las posiciones sociales, o en las profesiones; ellos excluían a algunas personas al momento de compartir la comida, y a veces se emborrachaban mientras otros observaban sin nada para comer o beber. Imagínense en este contexto de egoísmo recibir una carta que habla de que el amor es paciente y bondadoso, no es arrogante.
Este pasaje lo escuchamos muchas veces en bodas, y claro que se aplica al contexto de las bodas, eso es obvio, pero yo quiero traerlo al contexto de la iglesia local para que veamos este pasaje a la luz de nuestras relaciones personales con nuestros amigos, de nuestras relaciones con los demás hombres y de las relaciones que esperamos tener en un futuro. Pensemos en las relaciones que han sido rotas y en nuestras relaciones con personas que nos han herido; debemos tener en cuenta que en todas ellas Dios nos dice: «el amor nunca deja de ser». Ese es el estándar al que debemos aspirar.
Pero nuestra cultura es muy rápida para hablar de cortar las cosas. «Corta con eso, termina esa relación, acaba con eso». No estoy diciendo que no haya momentos en los que sea apropiado en un tiempo determinado poner fin a la comunicación, pero el contexto general es que el amor nunca deja de ser, porque el amor de nuestro Salvador por nosotros nunca deja de ser.
Lo que empecé a pensar en los años y años de relaciones esperadas y no realizadas en mi vida, fue el hecho de que cada uno de estos hombres fueron verdaderamente redimidos por el Señor. Todos estamos unidos para siempre a causa de la cruz. Pudiera decir ahora: «No me lo digas, no te acerques a mí». Pero sería una conducta egoísta, porque mi Señor ha redimido a este hombre al igual que a mí. Estaremos juntos para siempre junto al Cordero, regocijándonos, lo que significa que estas relaciones nunca terminan.
Creo que es importante tener esto en cuenta. Aunque el Señor nos provea de un esposo que sea fiel a nosotras hasta el final de nuestras vidas, nuestro trabajo consiste en servir a este esposo, a este regalo del Señor, de tal manera que cuando tengamos que devolvérselo al Señor, podamos decir: «Por tu gracia, y para tu gloria intenté presentarte a alguien a quien mi pecado no ha dañado, alguien edificado por mis palabras y por mi amor. Aquí te lo devuelvo».
Yo sé que en la cultura de nuestras iglesias tendemos a exaltar la idea del matrimonio, ya que la sociedad que nos rodea denigra este concepto; pero a veces hacemos del matrimonio y de la familia un ídolo, aun dentro de nuestras propias iglesias. La meta se convierte en tener un buen matrimonio y una buena familia. Deseamos tener buenos matrimonios y buenas familias, no me malinterpreten, pero esta no debe ser nuestra meta final, porque estas cosas son pasajeras. Todas estas relaciones que tenemos dentro de la iglesia y dentro de nuestras familias continuarán por toda la eternidad. Por eso, la idea de cuidar los regalos temporales de esta vida es que podamos glorificar a Dios a través de ellos.
Aun en los buenos matrimonios no es algo extraño escuchar parejas decir: «Tengo un buen matrimonio, una buena familia y nos sentamos todos juntos para vernos bien bonitos». Dios nos ha dado este tipo de relaciones para que seamos un retrato de las cualidades redentoras a un mundo que nos está observando. Esto también se aplica cuando no lo somos. Cuando fallamos, cuando peleamos entre nosotros, cuando somos cualquier cosa menos que amorosos, reconocemos nuestra propia pecaminosidad y confesamos nuestras faltas frente a aquellos que nos están observando, que son afectados por nuestros pecados, y pedimos perdón.
Si de verdad quieres impactar en los no creyentes, humíllate a ti misma. Un incrédulo puede ver claramente tu pecado, aún mejor que tú misma, pero el mundo que nos está observando no está acostumbrado a escuchar a las personas decir: «Lo siento, fui egoísta, por favor perdóname». Tendrás un mayor impacto en las personas que te rodean si eres una persona humilde.
Ahora, regresando al pasaje de 1 Corintios, Donald Carson, en su comentario Showing the Spirit (Manifestaciones del Espíritu), amplía este punto diciendo:
«El amor no solo no busca lo suyo, sino que está preparado para entregar lo que es suyo a los demás. En las relaciones personales, el amor no se irrita fácilmente; esto es, no es quisquilloso, no tiene un carácter irascible escondido debajo de una fachada respetable, esperando a ser ofendido de una forma real o imaginaria para manifestar enojo.
El amor cristiano siempre soporta (posiblemente lo soporta todo). Siempre confía; no es que sea ingenuo, pero prefiere ser generoso y receptivo al aceptar, en vez de ser desconfiado y precavido. El amor espera lo mejor, aun cuando sea decepcionado repetidamente por abusos personales, siempre confía, siempre está dispuesto a dar una segunda oportunidad y a perdonar hasta setenta veces siete.
Es un amor que persevera. Cuando hay adversidad, el amor espera lo mejor. Y cuando las esperanzas se ven frustradas una y otra vez, sigue esperando valientemente».
Hay algo que quiero aclarar en este punto, y pienso que puedo hacer la aclaración a nombre del Dr. Carson, también. Él no está diciendo que debemos soportar el pecado del abuso. Definitivamente, esto es algo que debemos confrontar. Lo que él está diciendo es que el evangelio nos permite mirar el propósito redentor y que esto puede ser una realidad aun en aquellos que abusan de otros. Ellos no están fuera del alcance de Dios.
Entonces, volviendo al tema de guardar nuestro corazón. ¿Saben que esta frase se encuentra dos veces en la Escritura? La encontré otra vez en la NVI en Proverbios 4:20-23.
«Hijo mío, presta atención a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. Que no se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón. Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo. Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de vida».
En este contexto, vemos al corazón como un manantial, como una fuente de la cual brotan las cosas que afectan nuestra vida y la vida de los demás. Este punto se amplía en Mateo 15 cuando Jesús les habla a sus discípulos y a los fariseos que se acercaron a Él preguntándole sobre el lavamiento de las manos. Él les dice:
«¿No entienden que todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se elimina? Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón provienen los malos pensamientos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero comer sin lavarse las manos no contamina al hombre» (vv. 17-20).
Lo que Jesús nos está diciendo aquí es: «Guarda tu corazón de los efectos del pecado, porque aquellas cosas que guardas en tu corazón salen y contaminan a los demás». El principio bíblico tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento es el mismo: «Aquellas cosas que guardas en tu corazón, aquellas cosas que permanecen en tus pensamientos, aquellas cosas que guardas en términos de cómo juzgas a los demás y a Dios, saldrán en tu forma de expresarte y en tus acciones».
Guardar nuestro corazón significa guardar nuestros pensamientos de no revivir los pecados, las debilidades y las faltas de los demás, y de no quejarnos de ellos. Particularmente para los solteros, esos momentos cuando el hombre por el que tienes un interés le pide a otra persona que sea su pareja, o cuando termina su relación contigo, cuando sucede algo en la relación en la que te encuentras y él no actúa como tú quieres y en el momento que tú quieres, y piensas que esto es una evidencia de que no te ama… Cada una de estas tres circunstancias son una oportunidad para mirar a lo que estás guardando en tu corazón. Son cosas que surgen de nuestro corazón.
Un corazón no guardado es un corazón que no está protegido de ser contaminado con nuestro propio pecado. Es tan fácil levantarnos en la mañana y que el primer pensamiento sea: «No puedo creer que él me haya dejado, no puedo creer que le haya pedido a otra que sea su pareja, no puedo creer que…» Empiezas a enumerar una y otra vez las cosas que piensas que te son más graves que tu propio pecado delante de un Dios santo.
Cuando nos damos cuenta de que hemos ofendido a Dios mucho más y con más frecuencia de lo que otros nos hayan podido ofender a nosotros, esto nos moverá a la humildad y a tener más gracia en nuestros pensamientos. No estoy diciendo que esto es fácil, no estoy diciendo que el día que tu novio terminó contigo, vas a salir de la cama cantando y bailando y decir: «¡La vida es feliz, siento maripositas en el estómago!» Esto no será así, será todo un proceso, un proceso de recordarnos diariamente: «Es verdad, no debo pensar y recordar estos pecados y pensamientos graves, tampoco repasarlos una y otra vez, como el perro que da vueltas y vueltas antes de finalmente acostarse a dormir».
Una forma de prevenir que este tipo de pensamientos permanezcan en nuestros corazones, y de evitar que salgan hacia los demás, es recordar una y otra vez las sabias y gentiles palabras de otro hombre que también era soltero, y que en Filipenses 4:4-9, nos escribe uno de los pasajes más conocidos que tenemos como cristianos, de esos pasajes que adornan las obras de arte y que son citados por muchas personas. Quiero que otra vez piensen en estas palabras en el contexto de las personas con las cuales te encuentras en conflicto. El apóstol Pablo nos escribe:
«Regocijénse en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijénse! La bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.
Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo merece elogio, en esto mediten. Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes».
Estás decepcionada. Nadie se te ha acercado, o alguien se te acercó y luego decidió salir con otra persona. Si alguien decidió terminar su relación contigo, si alguien te ha sido infiel en una relación, cualquiera que sea tu situación, ya sea romántica o de otra índole, aquí tienes la receta de cómo trabajar con el desaliento. El apóstol Pablo nos dice ante todo: «¡Regocijénse en el Señor!»
Y esto no se trata de un discurso cristiano como: «Sí, sí, la vida es dura, pero sé feliz. Eres un cristiano». No, lo que quiere decir es: «Mira bien hacia adentro». Reconoce tu dolor, pero recuerda que has recibido un regalo increíble. No solo tus pecados han sido perdonados, sino que también se te ha otorgado la justicia de Cristo. Estarás para siempre con Él. No sufrirás ningún juicio. Un día estarás de pie delante del Señor y de Sus vestiduras de justicia saldrá Su mano que te señalará diciendo: «Ven a mi izquierda o a mi derecha». Para aquellos que han recibido Su regalo, Su mano de juicio se convierte en las manos que fueron crucificadas. Él te dirá: «Ven y entra en Mi gozo».
Ahora, si esto no te lleva a detenerte y regocijarte…¿sabes qué? Esto no siempre ocurre. A veces tienes que sacar tu nariz a flote y decir: «De acuerdo. Jesús significa más para mí que los afectos de este hombre». Pero esto no siempre sucede de inmediato, ¿cierto? No. Para ser honestas, todas nosotras sufrimos momentos de letargos hacia el evangelio, lo cual es una ofensa, pero es precisamente por esto que necesitamos a nuestro Salvador.
Esos son los momentos en los que debemos volver y decirnos a nosotras mismas: «Ahora mismo esto duele. Duele mucho. Pero Señor, yo sé que incluso en cinco años en este mundo caído, probablemente me habré olvidado de esta situación, así que, ¿cuánto más en la eternidad donde estaré regocijándome contigo? Por eso, ayúdame ahora en mi incredulidad para que pueda regocijarme en Tu bondad hacia mí».
«Permite que tu mansedumbre y gentileza sean evidentes a todos». Cuando estás herida, es fácil estar irritada, ¿no es así? Mis amigas le llaman a este estado «cuello de espátula». Es cuando nos encontramos tan tensas que parecería que nos tragamos una espátula. Nos sentimos como: «Hola, ¿qué tal? Me alegro de verte». No le pusieron este nombre porque alguien parecería haberse tragado una espátula, sino porque yo haría eso.
Hubo una etapa en mi vida en la que se me exigían muchas cosas. Tenía plazos muy ajustados y todo el mundo a mi alrededor parecía estar pasando por momentos cruciales en sus vidas, ya fuera que estuvieran atravesando por una crisis o por un momento feliz. Yo sentía que tiraban de mí en todas las direcciones, pero el Señor traía constantemente a mi mente el versículo que dice que «tu gentileza sea conocida por todos». Siempre alguien tocaba a mi puerta, «¿Carolyn, me puedes ayudar?» Yo quería darme la vuelta y decir ¡¿qué?! Pero no podía hacer esto, sino que le decía: «Claro, ¿cómo puedo ayudarte?»
Desde afuera tenía que comportarme de esta forma, pero por dentro me sentía como, «¡¿qué?!» Yo trataba de que mi gentileza fuera evidente a todos aquellos que me buscaban. Cuando ponemos en práctica la santificación, eventualmente nuestro corazón seguirá nuestras acciones. Muchas veces tenemos que arrastrar nuestros corazones sabiendo que «en algún momento nos sentiremos bien de haberlo hecho». Pero ahora mismo, solo tenemos que procurar hacer lo que es correcto. Tenemos que actuar correctamente y asumir que pronto nuestros corazones también serán movidos a la gentileza.
Permíteles a los demás apelar a tu gentileza y a tu buena disposición. ¿Sabes a lo que me refiero? Algunas mujeres son tan duras que no ceden ante nada. Nunca te puedes acercar a ellas y decirles: «Quizás deberías considerar las cosas desde otra perspectiva», porque te responderán con un sonido de gato enojado. Tú no quisieras ser esa mujer, más bien te gustaría ser humilde y flexible para que cuando alguien se te acerque puedas decir: «Voy a escuchar».
Pero existe otro paso: no estar ansiosas. Sobre todo, no especules sobre el futuro. «¡Él no me invitó a salir! ¡Nadie me va a invitar a salir! ¡Voy a ser como esa Carloyn!» No especules sobre el futuro, no conoces el futuro.
Mis amigas y yo, en los momentos de mayor tentación de especular sobre las cosas, para bien o para mal, nos mirábamos y decíamos: «Tú no sabes nada de nada». Eso es realmente útil. En esos momentos donde estamos seguras de que Dios está en contra nuestra, de que «nunca me dejará salir con nadie», es ahí cuando aparece alguien de la nada. ¿No te hace humillarte?
Aun cuando este no haya sido tu caso, hay otros a quienes les ha ocurrido así. Últimamente, he visto muchas relaciones y muchos matrimonios que comienzan con personas que sentían que por alguna razón estaban descalificadas para recibir las bendiciones del Señor. Puedo garantizarte que no importa cuáles sean las circunstancias en tu vida, cuando veas a Dios cara a cara no le vas a preguntar ¿por qué pasaba esto en mi vida?
No, te acercarás a Él y tomarás la corona que Él te ha dado, los galardones de obediencia que por medio de Su gracia Él ha hecho posibles en tu vida. Dios te recompensará por esto. Y cuando te des cuenta de todo esto, pondrás tu corona a Sus pies y dirás: «No soy digna». Y no lo eres.
Eres un objeto de Su gracia y de Su misericordia. Sabiendo esto, podrás mirar a tus hermanos cuando pequen contra ti y reconocer que ellos también son objetos de Su gracia y de Su misericordia, porque ellos también conocen al Señor. Esto te permitirá no estar ansiosa, te permitirá ser gentil y regocijarte en el Señor. Esto te motivará a orar, porque sabes que el Señor está en control. Podrás orar al Señor y darle las gracias porque sientes esos deseos, porque deseas algo bueno y porque confías en que Dios te proveerá de aquellas cosas que deseas.
Nancy: Carolyn McCulley ha estado ofreciendo consejos sabios a las solteras para que confíen a Dios su futuro y sus deseos. Carolyn dirigió esa charla a las mujeres solteras, pero creo que todas podemos sacar mucho provecho de este mensaje, porque todas necesitamos confiar a Dios los asuntos de nuestro corazón, sin importar nuestro estado civil o la etapa de la vida en que nos encontremos.
Aprecio el comentario que una de nuestras oyentes nos escribió diciendo: «Estoy soltera y en mis treinta. Dios está restaurando mi vida de malas decisiones que tomé en el pasado y ha utilizado este ministerio en mi proceso de restauración». Qué bendición es ver cómo Dios está usando este ministerio para bendecir mujeres en las diferentes etapas de sus vidas y ayudarlas a que caminen en la sabiduría de Dios.
Débora: Durante estos días hemos estado trayéndote una conversación sabia y práctica de Carolyn. Nuestro deseo es ayudarte a navegar por la vida de una manera que honre a Dios.
Las cartas a las siete iglesias en Apocalipsis no solo tenían la intención de hablar a los creyentes del primer siglo en lugares lejanos. También tienen un mensaje para todas las iglesias de todos los tiempos y lugares. ¡Tienen un mensaje para ti!
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Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth te anima a glorificar a Dios en tus relaciones.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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