Cómo evitar el agotamiento físico y emocional
Débora: Cuando Shona Murray pasó por un tiempo de depresión y desánimo, su padre le compartió una interesante perspectiva. No se trataba solo de un problema espiritual.
Dra. Shona Murray: Hay consecuencias espirituales, pero el problema principal es emocional y físico.
David: Sentimos que si admitíamos la depresión, si la esposa del pastor admitía la depresión, el ministerio del pastor estaba acabado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 6 de febrero de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Voy a leer algunas palabras y me dirás si alguna de ellas te describe o si te identificas con alguna. Aquí vamos: abrumada, exhausta, deprimida, con pánico, estresada, agotada, quebrantada, paralizada, ahogada, vacía.
¿Alguna te resulta familiar? Bueno, si es así, no estás sola. Esas son algunas de las palabras más comunes que escucho hoy en día cuando hablo con otras …
Débora: Cuando Shona Murray pasó por un tiempo de depresión y desánimo, su padre le compartió una interesante perspectiva. No se trataba solo de un problema espiritual.
Dra. Shona Murray: Hay consecuencias espirituales, pero el problema principal es emocional y físico.
David: Sentimos que si admitíamos la depresión, si la esposa del pastor admitía la depresión, el ministerio del pastor estaba acabado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 6 de febrero de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Voy a leer algunas palabras y me dirás si alguna de ellas te describe o si te identificas con alguna. Aquí vamos: abrumada, exhausta, deprimida, con pánico, estresada, agotada, quebrantada, paralizada, ahogada, vacía.
¿Alguna te resulta familiar? Bueno, si es así, no estás sola. Esas son algunas de las palabras más comunes que escucho hoy en día cuando hablo con otras mujeres, y algunas de ellas son familiares para mí, mientras navego en mi propia agenda y en mi matrimonio con Robert.
Me animó mucho encontrar un libro publicado recientemente que trata algunos de estos temas y cómo Dios, con Su gracia, nos permite tener una experiencia diferente: una más pacífica, tranquila, llena de gozo y contentamiento. Hablaremos de eso con la autora Shona Murray, y su esposo, el Dr. David Murray. Así que, bienvenidos a Aviva Nuestros Corazones. Muchas gracias por acompañarnos en esta conversación.
Dr. David Murray: Gracias, Nancy. Es bueno estar aquí contigo.
Shona: Gracias.
Nancy: Ya los hemos identificado como expertos en cómo tener una vida reposada y feliz, sin problemas. Dominan el tema, lo lograron ¿cierto?
Shona: Todavía estamos aprendiendo.
David: Hemos aprendido mucho y tenemos mucho que aprender.
Nancy: Déjenme contarles un poco sobre los Murray.
David Murray es profesor del Antiguo Testamento y Teología Práctica en el Seminario Puritano Reformado de Grand Rapids, Michigan. También es pastor y consejero. Él y su esposa Shona han estado casados por más de veinticinco años y tienen cinco hijos.
Shona ha sido en el pasado doctora en medicina familiar. También es autora y sus hijos hacen escuela en el hogar.
Están muy involucrados en el ministerio, así como en varios ministerios prácticos para las personas, así que probablemente se relacionen con nuestras oyentes esta semana.
David, escribiste hace poco un libro, llamado Reinicia tu vida: Vivir al ritmo de la gracia en una cultura de estrés y agotamiento. Y Shona, tú escribiste uno que está dirigido un poco más a las mujeres, se llama Renueva tu vida: Adoptando una vida al ritmo de la gracia en un mundo de exigencias interminables. Veo ambas portadas, y pienso, ¡estos fueron escritos para mí!
Shona: También fueron escritos para nosotros.
Nancy: Y los escribieron a partir de sus experiencias, en ambos casos. Me encanta eso. En verdad lo aprecio mucho.
David, escribiste sobre el agotamiento, y no solo como un profesor de seminario o como un teórico, sino a partir de tu experiencia…
David: Sí, así es.
Nancy: Shona, escribiste tu libro a partir de tu experiencia. Así que me gustaría que al comenzar esta serie escuchemos un poco sobre su travesía. David, comenzando contigo sobre el tema del agotamiento. ¿Cómo llegaste a comprender este tema?
David: Bueno, compartiré sobre esto como un «compañero que aún está aprendiendo», no tanto como un maestro experto.
Amo el ministerio, así que estuve involucrado allí por muchos años. Ese es uno de los problemas del ministerio, se disfruta. Nancy, estoy seguro de que te identificas con eso.
Nancy: ¡Así es!
David: De hecho, hay que practicar la autonegación para cuidarse a uno mismo, a nuestras relaciones y nuestra salud. No lo estaba haciendo, especialmente desde que vine aquí. Simplemente se multiplicaron las oportunidades. Y durante varios años, olvidé cómo decir «no» y decía «sí» prácticamente a todo. Seguí tratando de mantener varias pelotas en el aire: mi matrimonio, mi familia, mi trabajo. Viajaba a conferencias, actividades y todo lo relacionado a eso.
Bueno, Dios me envió una serie de advertencias a las que no hice caso. Entonces, más o menos en el transcurso de un año, tuve muchos problemas de salud que debían hacer que me detuviera a reflexionar, pero no lo hice. Así que finalmente, Dios en verdad me detuvo.
De hecho, me permitió sufrir de coágulos sanguíneos en mis piernas que iban a mis pulmones en forma de embolia pulmonar, lo que es fatal para mucha gente. Afortunadamente, Shona me convenció, en contra de mi criterio, de ir al hospital y hacerme un chequeo.
Nancy: He escuchado que a los hombres no les gusta eso.
David: No, no nos gusta. Las últimas palabras que le dije al ingresar al hospital, fueron: «Estoy haciendo esto por ti, no por mí».
Nancy: ¡Menos mal!
David: Pero estoy muy agradecido de haber estado allí. Me diagnosticaron coágulos de sangre en los pulmones. Tienen muchas causas, pero no se encontró nada genético. Después de reflexionar, pensé que era el estrés, el exceso de trabajo y la mano de Dios. Cambié después de eso, pero no lo suficiente ni por el tiempo suficiente.
Volví a mis viejos hábitos y en tres años estaba de vuelta en el hospital con más coágulos de sangre en los pulmones.
Nancy: ¡Wao!
David: La mayoría de la gente no tiene una oportunidad. Yo tuve dos. Y esa vez pensé, Dios me está persiguiendo, y tengo que escuchar.Y ahí fue cuando el trabajo espiritual fue realmente más profundo. Comencé a investigar y ver qué causaba esto y qué podía aprender de esto.
Luego comenzaron a desarrollarse oportunidades para ministrar a hombres, muchos de los cuales se encontraban en situaciones similares, muchos pastores. Con el tiempo se convirtió en este sistema, si quieres llamarlo así, o método de prevención y recuperación del agotamiento, que se resume en el libro, Reinicia tu vida.
Allí comparto mi propia historia y muchas de las experiencias de estos hombres, y cómo todos juntos hemos aprendido las maravillosas provisiones que Dios ha dado, tanto para prevenir como para recuperarse del agotamiento y vivir una vida más al ritmo de la gracia, lo que ha sido una alegría para mí y para muchos otros, porque creo que muchos de nosotros vivimos tambaleándonos de una manera angustiosa.
Nancy: Sí, incluso haciendo cosas buenas.
David: Así es. Todo es bueno, pero hay un límite.
Nancy: Quiero desarrollar, poco a poco, lo que significa cuando dices «al ritmo de la gracia». Pero antes de eso, Shona, tienes tu propia historia y travesía en la que has estado, que incluye la palabra «D», en la que es tan común en nuestro tiempo.
Shona: Así es.
Nancy: No siempre es fácil para los cristianos reconocer la palabra con «D».
Shona: No. Y especialmente para los médicos que son cristianos, no es fácil reconocer esa palabra.
Viví mi vida, niñez y adolescencia, con el versículo de las Escrituras: «Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo según tus fuerzas» (Ecl. 9:10). Viví con eso en cada etapa de mi vida. Estaba entusiasmada. Siempre decía «sí». Me encantaban los deportes. Me encantaban mis estudios. Amaba a mi familia y amaba al Señor sobre todas las cosas.
Terminé la escuela de medicina y comencé a trabajar largas horas. Todo parecía ir como de costumbre, sin altibajos. Nos casamos y tuvimos dos hijos. David terminó sus estudios y llegamos a nuestra primera congregación. Todo parecía realmente estable, feliz. Nuestros padres estaban vivos y yo disfrutaba de la maternidad. También trabajaba medio tiempo como médico familiar.
Pero durante ese tiempo, nuestra denominación pasó por algunos años muy turbulentos y finalmente se dividió. Como consecuencia de eso, David y muchos otros pastores, tuvieron que abandonar nuestra denominación, lo que significó decir «adiós» a nuestra amada congregación y mudarnos, porque David no tenía una congregación para pastorear en ese entonces.
Sin embargo, la providencia de Dios, nuevamente, nos trajo a un buen lugar. En un año y medio teníamos una congregación de buen tamaño. Providencialmente, terminamos en la isla en la que habíamos crecido. Y de nuevo, trabajé medio tiempo.
Tuvimos dos hijos más, inicialmente dos niños y dos niñas, pero durante mi cuarto embarazo, poco después de quedar embarazada, empecé a sentir extrañas sensaciones de miedo y ansiedad. Comencé a sentirme increíblemente abrumada.
Inicié la escuela en el hogar. Habíamos atravesado la división de la iglesia. Ahora sentía una responsabilidad abrumadora por mis hijos, mi esposo, nuestra congregación, mis padres ancianos y donde hubiera una necesidad, quería satisfacerla.
Si teníamos pacientes para cirugía, quería satisfacer sus necesidades y hacer un buen trabajo. Al mismo tiempo, se rompieron dos matrimonios de personas muy cercanas. Ambas parejas eran cristianas, y eso fue devastador para mí, muy devastador.
Todas estas extrañas presiones comenzaron a agotar mis recursos. Pero no me detuve a pensar con sentido común, y lo que parecían ser golpes que había dejado atrás, estaban desgastando mi salud mental y bienestar emocional.
Nancy: Y seguiste corriendo tu carrera.
Shona: Seguí corriendo porque eso es lo que siempre hice. Me encantaba correr y me gustaban los deportes. Si ves peligro, no te detienes. Y si sigues corriendo lo suficientemente rápido y con la suficiente intensidad, llegarás a la meta.
Realmente quería agotarme o cansarme por la causa del Señor. Sentí: «Todo lo que hago es por la causa del Señor; por lo tanto, Él me dará fuerzas y no tengo que cuidar de mí misma».
Hasta que, poco a poco, los síntomas físicos comenzaron a desarrollarse y empecé a perder el sueño. No podía dormir. Estaba agotada, pero aún así me quedaba despierta toda la noche. Tuve mucho miedo, y luego, al poco tiempo, tuve mucho miedo de Dios, Dios, quien era mi mejor amigo. Sentí que Él estaba lejos, muy lejos, y no solo eso, sino que estaba en mi contra.
Nancy: ¡Vaya! ¿Sentiste eso al leer las Escrituras?
Shona: Sí. Y las Escrituras, que debieron ser un consuelo para mí, terminé poniéndolas en contra mío. Si tu corazón te condena, Dios es más grande que tu corazón. Y piensas: Shona, seguramente si te condenas a tí misma, Dios te va a condenar más.
Mi tipo de personalidad tiende a ser demasiado exigente, por lo que nunca podía convencer a mi propia conciencia de haber hecho un trabajo lo suficientemente bueno. Y creo que traduciría eso a cómo es Dios. Para Dios, la gracia se extiende a tu vida diaria, así como a tu salvación del pecado.
Mi lectura de la Biblia se volvió muy confusa. Estaba tan cansada que no podía concentrarme. Perdí mi apetito. Perdí mi gozo. Me sentía sin esperanza, en una oscuridad profunda, como si hubiera perdido mi brújula. Entonces mi Biblia se había convertido en un libro extraño con el que no podía conectarme emocionalmente. No podía conectarme emocionalmente con Dios.
Estaba rodeada de personas, como mi esposo y mi familia, que me amaban, y yo los amaba; pero no sentía nada, solo frío y vacío.
Los cielos, el mar, y todo lo que me rodeaba, todo lo que hasta ese momento disfrutaba con tan solo meditar y ver el poder creador y amoroso de Dios, se convirtió en un lienzo negro y sin sentido.
No sé cómo es el divorcio, pero casi sentí lo que imagino que sería que el amor de tu vida te abandonara y que nunca lo volvieras a ver. Sentí que eso era lo que había sucedido, que Dios me había abandonado.
Una noche en particular, cuando estaba clamando al Señor en medio de lágrimas y estrés, literalmente sentí como si me hubiera caído por un precipicio y no hubiera nada que me atrapara, y estaba cayendo y cayendo y cayendo. Los meses que siguieron fueron muy angustiosos y muy oscuros.
Fue en ese tiempo cuando me abrí con David y le dije: «Mi vida ha terminado. Me siento como un barco estrellado contra las rocas. Lo que sea que haya sido mi vida antes, no puedo dar otro paso adelante. Se acabó. No tiene sentido».
Pero tenía doce semanas de embarazo, y tenía estos hijos y un esposo de los cuales era responsable, y no sabía cómo poner un pie delante del otro. Pero Dios me llevó a través de esos días y de varias maneras, y es un milagro. Creo que gran parte de nuestras vidas son un milagro del poder y la intervención de Dios, y Él lo hizo. Esa preciosa niña hoy es mi querida hija de trece años.
Nancy: ¡Vaya! Bueno, quiero hablar sobre algunos de los medios de gracia que el Señor les brindó a ambos en estas situaciones difíciles. Solo para tener un poco de cronología aquí, David, ¿fue tu experiencia de agotamiento antes de todo esto que le sucedió a Shona?
David: No. Shona está hablando de un momento en el período de principios de los años 2000, 2002-2004, ¿cierto, Shona?
Shona: Así fue.
David: En cuanto a mí, del 2013 en adelante.
Nancy: Así que, deben estar agradecidos de que no haya sucedido al mismo tiempo.
David: Sí.
Shona: Sí.
David: Bueno Nancy, escuchando a Shona de nuevo, es doloroso para mí como esposo porque miro hacia atrás en estos días… Yo era pastor, y sin embargo fui incapaz de ayudar a mi esposa. Fallé. En el seminario me habían enseñado que debe haber un pecado terrible en la vida de un cristiano para que sienta depresión. Y yo sabía que mi esposa era más piadosa que yo, más consciente espiritualmente. Y sabía que aquí no había un pecado grave, así que no podía ser depresión.
Cuando pasábamos noches llenas de lágrimas, intentando animarla, le decía: «Shona, tienes un hogar encantador, una iglesia encantadora y niños encantadores. ¡Sobre todo, me tienes a mí! ¿Qué más necesitas?»
Y ella decía: «David, todas estas cosas son ciertas, pero no puedo dejar de llorar. No puedo detener esta ansiedad».
No había nada racional; no había lógica en ello. Yo no estaba equipado ni preparado en lo absoluto para lidiar con eso. Fue en ese momento, cuando creo que Shona realmente estuvo a punto de tener que ir al hospital.
Nancy: ¿Sintieron que había otras personas con las que podían hablar? ¿O sintieron que era necesario guardar esto para ustedes mismos?
David: Oh, no, no. Teníamos miedo de hablar. Y, de nuevo, mirando hacia atrás, ese fue un gran error. Sentimos que, si admitíamos la depresión, si la esposa del pastor admitía la depresión, el ministerio del pastor estaba acabado.
Shona: Yo también tenía miedo de eso: ¿Y si la gente dice que es culpa de David? Es irracional, pero así es la gente. Tenía ese temor. Se suponía que yo era médico, y se suponía que debía saberlo. Yo recetaba a los pacientes y los trataba constantemente, pero ¿cómo no podía solucionar esto?
En realidad, para ser honesta contigo Nancy, en ese momento estaba convencida de que mi problema era espiritual. Pensé que tal vez los síntomas eran de depresión, pero que esto era un problema espiritual. Eso para mí era algo clave.
Nancy: Creo que mucha gente hace esa suposición. Y el hecho es que no puedes separar cuerpo, alma y espíritu. Existen esos componentes en todo. Todo es espiritual, y nosotros somos cuerpos físicos, así que no podemos separarlos.
Shona: Sí. No se puede. Y eso es algo que el tiempo nos ha enseñado. Puedes saber eso en teoría, pero no puedes… ¿Cuántas veces has sentido: «No puedo entenderme a mí misma»? Somos tan complejos.
Nancy: Así es.
Shona: Cuerpo, mente, alma, emociones.
Nancy: Mucho menos tratando de entenderse como marido y mujer.
Shona: Sí. Exactamente. Por eso es bueno tener a alguien a tu lado que pueda dar un paso atrás, mirarte detenidamente y decir: «Creo que esto es lo que te pasa».
David: Y ahí llegó tu papá.
Shona: Sí, mi papá.
David: Yo estaba desesperado. Tú estabas desesperada. Y este pastor tan experimentado vino y, efectivamente, puso su dedo en la llaga de inmediato.
Nancy: ¿Ustedes lo buscaron?
David: Sí. Lo llamamos. Y eso fue un último esfuerzo, ya que al día siguiente ella iría al hospital si no recibíamos ayuda en ese momento.
Nancy: Así que fue por desesperación.
David: Lo fue.
Nancy: ¿Sabías que era un hombre sabio?
Shona: Bueno, soy cercana a mis padres, mi papá me ayudó mucho a crecer espiritualmente. Yo era una de esas niñas que nunca tuve certeza de mi salvación, por lo que la seguridad a menudo era un problema. Siempre fui muy reflexiva, así que teníamos largas conversaciones. Me aconsejó mucho. Éramos muy cercanos. Sabía que entendía los problemas de la mente, el corazón, el alma, y podía discernir y dirigirme.
Todavía recuerdo esa noche. Él había estado lejos. Venía en el ferry desde la isla. Llamé a mi mamá, o David lo hizo… Tan pronto como se enteró, vino a visitarnos.
Y una cosa que dijo quedó grabada en mi mente: «Shona, intenta salir de ti misma. Intenta mirar esto desde afuera, como si fueras otra persona».
Porque podía ver que estaba dando vueltas en mi propia mente, y una mente perturbada no puede procesar y analizar el problema, y ese era el problema.
Me obsesioné leyendo libros como, Gracia abundante para el mayor de los pecadores, por John Bunyan, El cristiano con toda la armadura de Dios por William Gurnall. Estaba obsesionada con estos libros, leyendo cosas todo el tiempo y terminaba hecha pedazos. Lo que debería haberme ayudado se volvía contra mí. Era demasiado. Fue agotador. Y en lugar de ayudarme a mí misma, estaba drenando mis emociones aún más.
Hasta que llegamos a un punto en el que David me dijo: «Tienes que dejar de leer estos libros». Literalmente.
David: De hecho Nancy, incluso interrumpí su oración en un momento dado, porque yo subía a la habitación y ella estaba orando. Regresaba quince minutos después y ella seguía orando, y treinta minutos después, seguía orando. Pude ver que era casi como una tortura. Le dije: «Shona, esto no te está ayudando. Solo oremos por un minuto, entreguemos tu alma al Señor y salgamos».
El agotamiento solo aumentaba con este enfoque intenso en «¿cuál es el problema espiritual?» Creo que ahí es donde, nuevamente, tu papá… Tenía esta frase: «Estás experimentando consecuencias espirituales, pero no es una causa espiritual. La causa es mental, emocional, y física; y si lo analizas, entonces creo que las bendiciones y el bienestar espiritual volverán».
Nancy: ¿El pensar de esa manera fue un gran cambio de perspectiva para ti?
Shona: Sí y no. Lo creía en teoría, hasta cierto punto.
Nancy: ¿Porque eras médico?
Shona: Sí.
David:Y tratabas a la gente.
Shona: Yo conocía a mi papá y sabía que él tenía razón. Pero hay algo en la depresión que es casi delirante, y uno se inclina hacia la mentira. Tu mente te engaña, te convence: «Sí, eso es cierto, pero no lo es para mí. No hay nadie en el mundo que entienda esto, y el 99% de las personas pueden recuperarse, pero yo soy el 1% que no lo va a hacer». Y ese era el problema.
Al hablar con personas deprimidas, muchos encontrarán que pueden convencerlas hasta cierto punto, y luego de unos dos días han regresado a ese mismo mundo. Tengo que reevaluar los mismos temas.
Nancy: Así que Shona, me encantaría oírte reafirmar lo que David acaba de decir, porque creo que tu padre hizo una observación clave, y en tu caso fue realmente útil. Pensabas que todo esto era un asunto espiritual.
Shona: Sí.
Nancy:Y él dijo…
Shona: Hay consecuencias espirituales, pero el problema principal es el problema emocional y físico, el agotamiento. Él y mi madre me habían visto en acción durante semanas, meses, y les preocupaba que yo colapsara y me desplomara. No fue ninguna sorpresa para él cuando esto sucedió.
Nancy: ¿Esa observación te liberó para comenzar a tratar los problemas emocionales y físicos?
Shona: Sí, lo hizo temporalmente, no de manera sostenida porque, nuevamente, estás tratando con algo que está hecho pedazos. Por lo tanto, puedes poner una curita a una herida que está sangrando, y tal vez por un minuto o dos se solucione. Pero solo espera otros cinco minutos y la sangre brota de nuevo.
Así es, a no ser que trates con la raíz del problema: ¿Qué te ha llevado hasta ahí? ¿Qué puedes hacer para solucionarlo? Estás recorriendo las mismas rutas.
David: Creo que fue más bien un gran avance para mí. Fue como un momento de iluminación… «¡Ajá! ¡Ahora lo entiendo!» El enfoque de Shona estaba en lo espiritual. Mi enfoque estaba en lo espiritual. Pero ahora entra un hombre y dice: «Sí, estás sintiendo los efectos espirituales de esto, pero si quieres curarlo, Shona, debes comenzar a observar el estado cognitivo, físico y mental de las cosas, y otras cuestiones de estilo de vida también».
Entonces, eso me dio un marco de referencia. En lo sucesivo, comencé a entender lo que Dios había provisto de manera tan bondadosa para Su pueblo en necesidad, que se enfrenta a este tipo de situaciones. Proveer un enfoque integral a este problema, en lugar del enfoque unidimensional y simplista que nosotros habíamos adoptado.
Nancy: Y creo que podemos tener muchas personas escuchando en este momento que, al oír la historia de Shona o de David, hombres o mujeres, dirán: «Estás describiendo algunos de los síntomas con los que estoy lidiando». Puede haber pequeñas diferencias, diferentes detalles, pero realmente me han hecho eco. Han dicho: «Le has puesto palabras a mi propia historia».
Y tal vez, en este momento te sientas desesperanzada, impotente, ahogada o abrumada. No me gusta terminar el programa de esta manera, porque aún no hemos llegado al lugar de la gracia, pero solo quiero animarte a que te quedes con nosotros durante los próximos cuatro días, porque hay esperanza. Y algunos de los medios de gracia que Dios trajo a la vida de David y Shona serán muy alentadores para ti durante estos próximos días.
Quizás sea comenzar con el descubrimiento de que hay componentes físicos, mentales y emocionales en nuestras vidas que tienen consecuencias espirituales. Reflexiona sobre eso. Piénsalo.
Quiero animarte a que te unas a nosotros en el próximo episodio Aviva Nuestros Corazones mientras hablamos sobre el nuevo libro de Shona Murray, Renueva tu vida: Adoptando una vida al ritmo de la gracia en un mundo de exigencias interminables.
Débora: Gracias, Nancy.
¿Te preocupa que Dios siempre esté triste contigo? Mañana Shona Murray hablará sobre la tentación del perfeccionismo. Por favor, regresa a Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a tener una vida saludable en todos los sentidos, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Me Rindo a Ti, Jonathan & Sarah Jerez ℗ 2016 Aviva Nuestros Corazones.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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