Cómo escuchar la Palabra de Dios
Sarah: ¿Qué hace que el culto en la iglesia sea eficaz? ¿Buena música, una presentación impecable? Nancy DeMoss Wolgemuth nos dice que el servicio debe tener algo más.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En muchas de las iglesias de hoy, tristemente, las Escrituras ni siquiera son leídas en voz alta. Y a veces ni siquiera se hace referencia a ellas. Pero un servicio de adoración tiene las Escrituras, La Palabra de Dios, en su centro como el corazón del servicio.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «¡Vamos a la iglesia!», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de abril de 2024.
Sarah: Durante toda la semana pasada, Nancy ha estado explicando cómo hacer algo que seguramente has estado haciendo toda tu vida. Ella está ahora en una serie llamada «Cómo escuchar un sermón».
Ciertamente, esta serie ha traído mucha convicción a …
Sarah: ¿Qué hace que el culto en la iglesia sea eficaz? ¿Buena música, una presentación impecable? Nancy DeMoss Wolgemuth nos dice que el servicio debe tener algo más.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En muchas de las iglesias de hoy, tristemente, las Escrituras ni siquiera son leídas en voz alta. Y a veces ni siquiera se hace referencia a ellas. Pero un servicio de adoración tiene las Escrituras, La Palabra de Dios, en su centro como el corazón del servicio.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «¡Vamos a la iglesia!», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de abril de 2024.
Sarah: Durante toda la semana pasada, Nancy ha estado explicando cómo hacer algo que seguramente has estado haciendo toda tu vida. Ella está ahora en una serie llamada «Cómo escuchar un sermón».
Ciertamente, esta serie ha traído mucha convicción a mi corazón, y me ha llevado a reflexionar en las verdades que Nancy ha estado compartiendo con nosotras.
Si te has perdido los episodios anteriores, puedes ponerte al día en AvivaNuestrosCorazones.com o en nuestra app. Hoy, Nancy continuará hablando de lo importante que son las Escrituras en nuestra adoración. Aquí está Nancy.
Nancy: Tuve el privilegio de viajar varias veces en la década de 1980 por Europa del Este, antes de la caída del comunismo, cuando en algunos de esos países ser cristiano era costoso, más de lo que lo es hoy, y también como cristianos congregarse en la iglesia. Recuerdo estar sorprendida al entrar en una iglesia, por ejemplo en Rumanía, una hora antes del inicio del servicio, y encontrarme que el lugar estaba repleto de personas.
Personas deseosas, sentadas en el borde de sus asientos, por así decirlo. La iglesia estaba tan llena que no había lugar para sentarse, así que muchas personas se quedaban de pie. Las personas allí estaban deseosas de congregarse; tenían corazones receptivos. Y a veces, no había espacio suficiente para todos en algunos de los servicios. En general, esos servicios eran fascinantes, no tenían el entretenimiento que muchas de las iglesias hoy en día tienen.
No había una adoración musical tan maravillosa como la que tenemos hoy. Pero lo que sí había era una adoración genuina de un corazón pleno que quería cantar alabanzas al Señor. No tenían plataformas con instrumentos musicales ni músicos entrenados; no había fanfarria ni algarabía. Pero lo que sí había, era la presencia de Dios allí.
Las personas estaban expectantes; escuchando. Nadie se aburría porque tenían un corazón hambriento de Dios.
Y al recordar esos cultos, pienso que era así porque esas personas estaban muy conscientes de su necesidad; estaban desesperadas por Dios. Y la vida en ese tiempo era muy difícil en esos países, y en cierto modo lo sigue siendo. Pero esas personas sabían que Dios era su única esperanza. Lo necesitaban a Él y amaban el reunirse para adorar.
Y eso es algo difícil de imaginar porque, en general, no tenemos el mismo entusiasmo de ir a la iglesia. Así que estos días nos hemos estado enfocando en cómo asistir correctamente a la iglesia, cómo escuchar un sermón, y cómo sacar el máximo provecho de la predicación de nuestro pastor.
En las dos últimas sesiones, hemos hablado de cómo preparar nuestros corazones para el culto. Hablamos de que no podemos entrar con corazones fríos al servicio de adoración después de haber pasado la noche anterior entretenidos con la televisión, películas, o en actividades sociales, y luego llegar a la iglesia a la mañana siguiente y esperar que nuestro corazón esté preparado, deseoso y receptivo. Preparar nuestros corazones requiere tiempo.
También hablamos de cómo preparar nuestros corazones, y cómo sacarle el mayor provecho al sermón durante la prédica: escuchar con atención y con humildad, diciendo: «Señor, háblame hoy a través de Tu Palabra».
Se trata de estar alerta cuando el pastor toma las Escrituras y enseña sobre ellas. Recuerda que no es tu pastor el que está hablando. Cuando la palabra de Dios es leída, es Dios quien está hablando. Debemos escuchar con un sentido de asombro y admiración por el hecho de que Dios esté allí, en ese lugar y que está hablándome a mí.
Ahora, hoy quiero leer un pasaje de las Escrituras que trata sobre todo este tema de cómo escuchar la Palabra de Dios, cuando estamos en el servicio, el próximo Día del Señor, sabiendo que la mayoría de nosotras lo hacemos el domingo en la mañana (el Día del Señor). Usaré el término «domingo»; y ustedes pueden aplicarlo a cualquier día que vayan a la iglesia.
En las sesiones anteriores, cité a E. M. Bounds, quien es un escritor clásico, sobre el tema de la oración y el avivamiento; y él dice lo siguiente sobre escuchar la Palabra de Dios: «Escuchar la Palabra de Dios no es algo de poca importancia. Es nuestra vida. Es como la leche para el bebé».
Y cuando pensamos en un bebé, sabemos que no puede estar mucho tiempo sin tomar leche. Bueno, Bounds dice que escuchar la Palabra de Dios es como un bebé que necesita esa leche. Y cito:
«Es el alimento que Dios nos ha dado para alimentarnos. No se trata de una conferencia, un entretenimiento o la pérdida de una hora, sino de la Palabra incorruptible de Dios que vive y permanece para siempre. La tierra que recibe esta preciosa semilla debe estar bien preparada».
Ahora, si tienes tu Biblia contigo, permíteme invitarte a abrirla en el libro de Nehemías capítulo 8, en el Antiguo Testamento. Podrás recordar que los hijos de Israel estuvieron en exilio en Babilonia y habían regresado a su hogar, a la tierra prometida. Acababan de terminar la reconstrucción de los muros de la ciudad de Jerusalén, que habían caído y quedado en mal estado.
Y esa reconstrucción fue algo crucial. Pero era el momento de reconstruir algo aún más importante. ¿Sabes lo que era? Ellos tenían que reconstruir los corazones espirituales del pueblo. La vida espiritual del pueblo estaba en necesidad de reparación.
Así que leamos el pasaje de Nehemías capítulo 8, versículo 1. Quiero explorar hoy cómo fue este servicio de adoración y cómo podemos aplicar esto cuando llegue el domingo. Ahora, si retrocedemos hasta el capítulo 7, aunque no tenemos el tiempo de hacerlo ahora, veremos que la época del año descrita es la celebración de la Fiesta de los Tabernáculos. Y esta fue una época en la que, durante siglos, el pueblo de Dios se había reunido para celebrar la obra redentora de Dios en sus vidas.
Así que el pueblo se encontraba en ese momento del año; versículo 1: «Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas…». Hablamos anteriormente en esta serie acerca de la importancia de que el pueblo de Dios se reúna para la adoración corporativa. No es suficiente escuchar la radio cristiana, pódcasts, o ver programas cristianos en la televisión y decir: «Estoy recibiendo la Palabra de Dios».
Necesitamos reunirnos para leer y escuchar la Palabra de Dios predicada, como lo hicieron los israelitas en esos días.
«. . .y pidieron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel».
A medida que leemos este pasaje, nota cuán importantes son las Escrituras. El Libro de la Ley de Moisés era todo lo que ellos tenían de la Biblia. Nosotras tenemos el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
Pero todo lo que ellos tenían eran los primeros cinco libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. El Pentateuco. ¿Te imaginas si esa fuera la única parte de la Biblia que tuvieras? ¿Crees que Levítico es aburrido? Bueno, imagínate que, de solo cinco libros, ese fuera uno. Pero, aun con esa pequeña porción de las Escrituras, veremos la bendición que fue para esas personas.
En muchas de las iglesias de hoy, tristemente, las Escrituras ni siquiera son leídas en voz alta. Y a veces ni siquiera se hace referencia a ellas. Pero un servicio de adoración tiene las Escrituras, la Palabra de Dios, en su centro; son el corazón del servicio.
Así que le pidieron a Esdras el escriba, que trajera las Escrituras que el Señor les había dado a ellos.
«Entonces el sacerdote Esdras trajo la Ley delante de la asamblea, de hombres y mujeres y de todos los que podían entender lo que oían. Era el primer día del mes séptimo» (v. 2).
Ahora, allí había hombres y mujeres. ¿Y qué edad tenían? Todos los que podían entender lo que oían.
¿Estaban presentes adolescentes de quince y doce años, había niños de seis años? Eso no lo sé, pero ciertamente había gente de todas las edades. Las personas allí tenían suficiente edad para entender lo que se hablaba. Versículo 3: «Y leyó [Esdras] en el libro [el Libro de la Ley de Moisés]. . .». Esdras leyó del Libro. Es importante que haya un tiempo de lectura de las Escrituras en nuestros servicios de adoración.
«Y leyó en el libro frente a la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas, [escucha esto] desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de los que podían entender. . .»
Ese fue un servicio muy largo. Los comentaristas que he consultado dicen que duró desde la madrugada hasta el mediodía; por lo menos seis horas. ¿Y qué hicieron ellos durante la mayor parte de esas seis horas? Leer las Escrituras; escuchar las Escrituras que se leían.
Y por supuesto, esas personas no tenían sus propias copias de la Biblia. Solo había un pergamino, así que la gente escuchaba. No tenían una copia como la tenemos nosotras hoy, lo cual es una bendición, así que solo podían escuchar las Escrituras que se leían. El versículo 3 sigue diciendo: «Y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la Ley».
Pero las personas allí no se limitaron a escuchar. No estaban inquietas para que se terminara la lectura, ni mirando el reloj preguntándose: «¿Cuánto tiempo falta para terminar?», o, «Dejé algo en el horno cocinándose», o, «tengo que ir a otro lugar después que salga de aquí», «tengo que ir a ver un partido de fútbol». Nada de eso. Estaban atentos, estaban concentrados y enfocados en la lectura de las Escrituras.
Antes hablé sobre los servicios de adoración de otros países, y cómo en muchos de ellos la gente está deseosa de escuchar. Los servicios en esos países a veces duran dos, tres, cuatro horas o más; y no puedes hacer que las personas se vayan, ¿sabes por qué? Porque tienen poco y no tienen la abundancia que nosotras tenemos de enseñanza Bíblica. Nosotros la tenemos en todas partes: podemos escuchar la radio cristiana, ver programas de televisión cristianos, algunas de nosotras tenemos diez, doce, quince y hasta veinte Biblias en nuestros hogares y todo tipo de libros relacionados con la Biblia, incluso comentarios bíblicos.
Enalgunas partes del mundo no tienen nada de eso. Y pienso en ese versículo en Proverbios que dice: «El hombre saciado aborrece la miel, pero para el hombre hambriento todo lo amargo le es dulce» (Prov. 27:7). Aquellos que aman las Escrituras nunca tendrán suficiente de ella; siempre habrá espacio en sus corazones para la Palabra, porque no están llenos de las cosas de este mundo.
Algo muy poco común en nuestros días son los servicios dominicales largos. Hoy en día no tenemos servicios que duran seis horas. Pero es sorprendente cómo podemos pasar largas horas viendo películas, series, partidos de fútbol, eventos deportivos. Nos pasamos horas y horas frente a una televisión, entretenidas. Sin embargo, cuando vamos a la iglesia queremos asegurarnos de que «a los 59 minutos el pastor tiene que terminar para salir de aquí».
Y creo que cuando tenemos esa actitud, es porque no llegamos a la iglesia esperando tener un encuentro con Dios. Sin embargo, cuando vamos a la iglesia esperando encontrarnos con Dios, y quiero que sepas esto, cuando la presencia de Dios está en la iglesia, cuando su presencia se siente y se experimenta en medio de Su pueblo, no vas a querer irte a tu casa.
La presencia de Dios allí hace que valga la pena congregarnos. Vale la pena quedarse ahí para que nuestras vidas sean transformadas. Y esas horas pasan rápido cuando estás en una audiencia con Dios, cuando tienes un encuentro con Él.
Uno de mis libros favoritos sobre el avivamiento es el de Brian Edwards. Él describe muchos avivamientos de la historia y cómo Dios se manifestaba en el avivamiento. Este autor habla de un tiempo en la India en los años 40, y cita a uno de los líderes de ese avivamiento. Él dice: «Les digo que en ese momento, la Palabra de Dios cobró vida para nosotros» (durante los días de ese avivamiento).
Luego, ese líder cristiano en la India, describe un servicio nocturno en octubre de 1940 que tuvo lugar durante una temporada de fuertes vientos. Escucha la descripción:
«El cielo estaba oscuro y peligroso, así que pensamos que era necesario entrar al local [este era un servicio al aire libre]; pero se había reunido una multitud muy grande, mucho más de lo que la iglesia podía albergar. Luego de la oración, el hermano Bakht Siing [que era el predicador] decidió que continuáramos el servicio al aire libre.
De repente, empezó a llover fuertemente. Pero él animó a la gente a quedarse allí y a proteger sus Biblias colocándolas debajo de sus ropas. Él también continuó predicando con su Biblia abierta de par en par.
Las personas se sentaron en el suelo bajo la lluvia torrencial, con el agua corriendo a su alrededor. Pero, aunque estaban empapados hasta los huesos, seguían escuchando la Palabra salvadora de Dios. Después de un rato [la lluvia] cesó. Había madres con bebés en brazos, sin embargo, nadie se movió hasta que la reunión terminó. Nadie estaba ansioso porque terminara pronto. Porque el viento de Dios soplaba en Madrás y las lluvias que inundaban nuestros corazones eran torrentes de bendiciones».
¿Puedes imaginarte eso? Este es el tipo de cosas que lees sobre los avivamientos históricos de la iglesia. George Whitfield, quien fue uno de los grandes predicadores del Primer Gran Avivamiento en los años 1700, registró en su diario acerca de su encuentro en Olney en Inglaterra. Él dice: «Aunque llovió todo el tiempo, la gente se mantuvo muy atenta y paciente».
Ese fue un servicio al aire libre. ¿Puedes imaginarlo? Quiero decir, se cancelaría un servicio inmediatamente si estuviéramos al aire libre y lloviera, o buscaríamos la forma de estar bajo techo. Pero George Whitfield dice:
«Creo realmente que todos [aquellos que estaban allí] sintieron, además de escuchar, la Palabra. Y uno de ellos sintió pinchazos en el corazón de tal manera que tuvo convicción de pecado. Creo que nunca vi un caso semejante. La Palabra de Dios es poderosa, viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos».
¡Ese es el poder de la Palabra de Dios!
Pero no esperes tener ese tipo de amor por las Escrituras cuando estás escuchando la lectura de la Palabra en el servicio, especialmente si tu pastor predica por largo rato (al día de hoy más de veinte minutos es considerado como largo); no esperes tener ese anhelo y expectativa de escuchar la Palabra de Dios si no has preparado tu corazón antes de llegar al servicio.
Mira el versículo 4 de Nehemías capítulo 8:
«El escriba Esdras estaba sobre un estrado de madera que habían hecho para esta ocasión. . . Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, pues él estaba en un lugar más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso en pie» (vv. 4-5).
¿Puedes ver lo que está sucediendo aquí? Hay miles de personas reunidas y el hombre que está delante abre las Escrituras y todos se paran demostrando atención. ¿Ves aquí el honor que le dan a las Escrituras? ¿La reverencia ante la Palabra de Dios?
Me encanta el hecho de que en la iglesia de la que soy miembro, cuando se leen las Escrituras, nos ponemos de pie para la lectura de la Palabra de Dios. En nuestras conferencias, las conferencias de Aviva Nuestros Corazones, tratamos de hacerlo, como un símbolo, una señal, de que le damos la reverencia y el honor debido a la Palabra de Dios; respeto por las Escrituras.
«Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios. Y todo el pueblo respondió: “¡Amén, Amén!”, mientras alzaban las manos. Después se postraron y adoraron al Señor rostro en tierra» (v. 6).
¿Te lo imaginas? El pueblo está participando en la adoración. No estaban solamente como simples espectadores. Estaban de pie, levantaban sus manos. Ellos inclinaron sus rostros en tierra. Estaban físicamente involucrados en responder a la Palabra de Dios y al Señor de quien procede la Palabra. Ahora versículos 7 y 8:
«También. . . los Levitas, explicaban la ley al pueblo mientras el pueblo permanecía en su lugar. Y leyeron en el libro de la Ley de Dios, interpretándolo y dándole el sentido para que entendieran la lectura».
¿Comprendes lo que esto está describiendo? Una predicación expositiva. Es la predicación bíblica en la que se abren las Escrituras, se leen, y se explica lo que significa.
Hoy se hace un gran énfasis sobre la necesidad en cuanto a los temas de predicación que a las personas les interesa escuchar. Pero quiero decirte que no hay nada más poderoso que abrir la Palabra de Dios, leerla, y explicarla. La Palabra de Dios no es como cualquier otro libro. Es poderosa, es como un león. Déjalo salir de su jaula y hará su trabajo. Esos Levitas leían las Escrituras y se las explicaban al pueblo para que pudieran entenderla. Y eso es exactamente lo que estoy tratando de hacer con este pasaje. Esto es enseñanza expositiva de la Palabra de Dios.
«Entonces Nehemías, que era gobernador, y Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo, dijeron a todo el pueblo: “Este día es santo para el Señor su Dios; no se entristezcan, ni lloren [¿Pero por qué ellos tuvieron que decir eso? Miren lo que estaba sucediendo.] Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley» (v. 9).
¿Por qué lloraban? Porque la Palabra de Dios estaba trayendo convicción a sus corazones. Y puede que haya sido convicción sobre cosas que ya ellos conocían en sus mentes, pero que no las estaban aplicando; no las estaban viviendo. Fue el Espíritu de Dios quien les trajo convicción por su desobediencia. Así que estaban llorando lágrimas de quebrantamiento, contrición y arrepentimiento.
¿Suceden estas cosas en tu iglesia cuando la Palabra de Dios es predicada? ¿Cuándo fue la última vez que tú experimentaste algo así? A mí me sucedió no hace mucho tiempo. Yo no lloré literalmente, pero estaba sentada en un servicio de la iglesia, y el Espíritu de Dios me dio convicción de pecado sobre algo que dije en una conversación que tuve esa misma mañana en la iglesia antes de que el servicio comenzara; minutos antes de que empezara. En un momento, mientras se predicaba esa mañana, pensé: «¿El pastor escuchó lo que yo dije en esa conversación que tuve hace un momento?».
Sentí convicción de pecado. El Espíritu de Dios estaba apuntando Su dedo en mi corazón. Y yo no sé lo que las demás personas allí estaban escuchando; no sé lo que estaban pensando, ni cómo estaban respondiendo. Pero yo sentí que me caería de la silla, y solo quería decir: «¡Detente! Lo entiendo, lo entiendo, ¡Señor perdóname!» Yo supe lo que debía hacer desde que terminara el culto: tendría una conversación con esa persona para reparar el daño.
La convicción del Espíritu de Dios. Yo no simplemente estaba sentada allí, estaba dejando que Dios obrara en mi corazón. Y esa es la actitud que debemos tener cada vez que escuchamos la Palabra de Dios predicada.
Esta escena de responder en arrepentimiento al escuchar la Palabra de Dios, es típica de casi todos los avivamientos que se leen en los libros de historia cuando el Espíritu de Dios se mueve. Por ejemplo, en 1907, hubo un gran avivamiento en Corea del Norte. ¡Oh, que Dios se mueva otra vez en ese país tan necesitado!
Hubo servicios durante esos días que fueron caracterizados por una intensa y profunda convicción de pecado. Eso es algo que siempre sucede con el avivamiento.
Hubo un misionero en Corea del Norte que en ese momento describió una de esas reuniones. Él dijo:
«Algunos se postraron en el suelo, cientos permanecieron de pie con los brazos extendidos hacia el cielo. Cada persona allí presente se olvidó del resto de la gente que estaba allí. Cada persona estaba cara a cara con Dios. Todavía puedo escuchar el sonido aterrador de cientos de personas suplicando a Dios por vida y misericordia. El clamor recorrió la ciudad hasta el punto que los que no conocían a Dios se consternaron».
¿Qué pasó allí con esas personas? Lo que sucedió fue que escucharon y respondieron a la Palabra de Dios. Pero permíteme leerte una historia más. Hay muchas de ellas. Puede que algunas de ustedes estén familiarizadas con el nombre de Asahel Nettleton, quien fue un predicador durante el Segundo Gran Avivamiento de los años 1800. Hubo una persona observando lo que estaba sucediendo, y que luego describió la reunión donde Nettleton estaba predicando cerca de Saratoga Springs, en el verano del 1819.
«Esta noche nunca será olvidada. Fue una escena indescriptible. ¿Has visto alguna vez a cientos de pecadores reunidos en un mismo lugar, llorando por sus pecados? Me sentí como si estuviera al borde de la eternidad mientras el suelo debajo de mis pies era sacudido por el temor de almas ansiosas por el juicio venidero. Todas las rodillas estaban dobladas ante al Trono de la gracia. Los intervalos de oración silente eran interrumpidos por los gemidos y llantos de las almas ansiosas».
La convicción del Espíritu de Dios.
¿Oras por eso en tu propio corazón cuando vas a la iglesia? ¿Oras para que Dios se mueva de esa manera en los corazones de Su pueblo? ¿Estás lista y dispuesta para que Dios te hable de tal manera que te lleve a la convicción, al arrepentimiento, al quebrantamiento ante Dios?
Después de haber tenido ese tipo de respuesta a la Palabra de Dios, vino el gozo en aquel lugar. Nosotros queremos el gozo primero, pero en las Escrituras, el patrón es primero el llanto y luego el gozo. Nehemías 8, versículo 10:
«También les dijo: “Vayan, coman de la grasa, beban de lo dulce, y manden raciones a los que no tienen nada preparado; porque este día es santo para nuestro Señor. No se entristezcan, porque la alegría del Señor es la fortaleza de ustedes”».
Ahora están celebrando la gran misericordia y gracia de Dios. Versículo 12:
«Entonces todo el pueblo se fue a comer, a beber, a mandar porciones y a celebrar una gran fiesta, porque comprendieron las palabras que les habían enseñado».
Ahora, ¿cómo hacemos de todo esto algo personal? Permíteme hacerte algunas preguntas:
- ¿Estimas y reverencias la Palabra de Dios?
- ¿Preparas tu corazón para escuchar la Palabra de Dios?
- ¿Recibes luz al escuchar la Palabra de Dios predicada?
- ¿Escuchas con atención cuando la Palabra es leída o enseñada?
- ¿Esperas que Dios te hable cada vez que escuchas Su palabra predicada?
- ¿Tienes un espíritu enseñable?
- ¿Tienes un temor reverente por la Palabra de Dios?
- ¿Oras por aquellos que predican las Escrituras, para que sean purificados y ungidos por Dios?
- Cuando las Escrituras son predicadas, cuando la Palabra de Dios es expuesta, ¿estás consciente de que no estás escuchando palabra de hombre, sino Palabra de Dios?
Esto cambiará mucho la manera en que asistes a la iglesia. Pero habrá una mayor diferencia en la manera en que sales de la iglesia.
Sarah: ¡Qué consejos más edificantes de parte de nuestra anfitriona en Aviva Nuestros Corazones, Nancy DeMoss Wolgemuth! Ella regresará en unos minutos para orar. Cada vez que hablamos sobre ir a la iglesia o leer la Biblia, creo que es muy útil recordar la diferencia entre el legalismo y las disciplina espirituales. El legalismo trata la asistencia a la iglesia o la lectura de la Biblia como un deber que tienes que cumplir para ganarte el favor de Dios. Es como decir: «¡Si no hago esto o lo otro, Dios estará contento conmigo!».
Pero un corazón que ha sido transformado por Jesús dice: «¡Sí, Señor, Te amo, y yo sé que no merezco Tu gracia en mi vida, pero mi deseo es estar siempre en Tu presencia! Y aunque en ocasiones sea incómodo, (piensa en esas personas sentadas bajo la lluvia mientras escuchaban la palabra de Dios), lo haré porque Te amo, y quiero conocertemás».
Bueno, como escuchaste antes, la gracia de Dios se opone a la idea de ganar cosas por nuestro propio esfuerzo. Sin embargo, la gracia demanda nuestro esfuerzo.
Y con eso en mente, Nancy escribió acerca de cómo aprovechar al máximo la predicación de tu pastor en un folleto de Aviva Nuestros Corazones titulado: «¡Vamos a la iglesia!». Este recurso tiene un capítulo sobre cómo sacar el mayor provecho de la predicación de tu pastor, y es un tema sobre el cual Nancy nos ha estado hablando.
También es una guía de cómo puedes orar por tus líderes espirituales, y tiene ideas prácticas para honrarlos y expresarles aprecio. Puedes adquirirlo visitando nuestra página AvivaNuestrosCorazones.com.
Permíteme preguntarte algo: si uno de los discípulos que caminó con Jesús entrara a una de nuestras iglesias, ¿se sentiría confundido por lo que ve? Mañana Nancy abordará este tema, aquí en Aviva Nuestros Corazones. Aquí está Nancy para orar.
Nancy: Gracias, Señor, por el poder de Tu Palabra, por el poder de Tu verdad, y por el poder de Tu Santo Espíritu en este día, Aquel que tomará las Escrituras y las llevará a nuestras mentes y corazones para traer convicción y transformación a nuestras vidas. Oh Dios, danos a nosotras, a nuestras familias, a nuestras iglesias y a los cristianos en esta nación un amor fresco, y renovado por Tu Palabra. Danos un anhelo de escuchar con atención la Palabra predicada.
Que la predicación de la Palabra no sea algo secundario en nuestras iglesias, sino que sea lo principal, aquello por lo que vivamos, lo que anhelemos y amemos. Que podamos responder como los Israelitas respondieron ese día, con corazones humildes, atentos y quebrantados, con un arrepentimiento genuino. Solo así recibiremos un gran gozo para salir y regocijarnos por haber respondido a Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Ayudándote a atesorar la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
E.M Bounds, Powerful and Prayful Pulpits.
Brian Edwards. Revival.
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