Clama con un corazón quebrantado, día 1
Annamarie Sauter: Probablemente has escuchado que un caballo no le puede servir a su dueño hasta que no ha sido quebrantado.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Significa esto que tomas un palo para golpearlo en la espalda hasta quebrantarlo? No. Significa que doblegas su voluntad para que sea entrenado, para que sea sumiso y para que responda a las direcciones del jinete.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Si estás leyendo la Biblia junto a nosotras este año, la lectura de hoy es Lucas capítulos 19 y 20.
En el año 1995, Nancy enseñó un mensaje sobre el quebrantamiento, y el Señor usó ese mensaje de manera extraordinaria en aquel momento. En el 2016, ella actualizó el mensaje y lo enseñó en una conferencia True Woman. Hoy estarás escuchando la primera parte en la serie titulada, «Clama con un corazón quebrantado» …
Annamarie Sauter: Probablemente has escuchado que un caballo no le puede servir a su dueño hasta que no ha sido quebrantado.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Significa esto que tomas un palo para golpearlo en la espalda hasta quebrantarlo? No. Significa que doblegas su voluntad para que sea entrenado, para que sea sumiso y para que responda a las direcciones del jinete.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Si estás leyendo la Biblia junto a nosotras este año, la lectura de hoy es Lucas capítulos 19 y 20.
En el año 1995, Nancy enseñó un mensaje sobre el quebrantamiento, y el Señor usó ese mensaje de manera extraordinaria en aquel momento. En el 2016, ella actualizó el mensaje y lo enseñó en una conferencia True Woman. Hoy estarás escuchando la primera parte en la serie titulada, «Clama con un corazón quebrantado».
Nancy: Miesposo, a menudo, ora mientras me estoy preparando para hablar o grabar. Él ora algo como esto: «Señor, ayuda a Nancy a ser la primera en rendirse. Ayúdala a decirte «sí» a aquellas cosas que va a enseñar, antes de que ella las enseñe a otras». Él ora para que el Señor haga la obra primero en mí; y yo misma he orado eso mismo por años. Le agradezco mucho al Señor que me haya concedido ahora tener a alguien que está orando específicamente, a medida que vivimos un tiempo como este.
Durante este mes hemos estado reunidas en diferentes contextos, decenas, quizás cientos de miles de mujeres alrededor del mundo, para clamar al Señor a favor de nuestras familias, nuestras iglesias, nuestras naciones y el mundo. Pero antes de hacer eso necesitamos que Dios haga la obra primero en y con nosotras.
A medida que buscaba el rostro del Señor sobre lo que podía enseñar en esta conferencia –Robert me dijo unas semanas atrás– «creo que debes hablar sobre el tema del quebrantamiento».
Él había escuchado un mensaje que di hace ya varios años acerca del quebrantamiento, y me dijo: «Pienso que ese es el mensaje que deberías enseñar y que deberías hacerlo antes del tiempo destinado a la oración, antes del tiempo de clamor».
Bueno, no me cruzó por la mente, ni por un momento, hablar sobre este tema antes. Han pasado muchos años desde que compartí ese primer mensaje. Es un mensaje muy especial para mi corazón. He escrito un libro sobre ese tema. Pero simplemente no lo había pensado. Pero escuché a mi esposo y pensé, creo que Dios me está guiando a través del consejo de Robert.
Hablé con nuestro equipo y oramos juntos, y estuvimos de acuerdo en que antes de orar por los demás, debemos dejar que Dios haga la obra de humildad y quebrantamiento en nuestros propios corazones, para que podamos entonces orar eficazmente por todo lo demás que tenemos que clamar.
Así que, hoy deseo hablarles sobre el principio del quebrantamiento, lo que significa, lo que es, lo que no es, y luego ilustrarlo en la Palabra de Dios con personajes que nos muestran lo que es estar quebrantada y lo que no es estar quebrantada. Quiero hablar sobre el fruto del quebrantamiento y luego invitarte a dar un paso hacia el quebrantamiento, en cualquier forma que Dios te esté hablando.
Sé lo que tengo en mis notas y sé lo que planeo decir; pero estoy orando para que el Señor me dirija mientras hablo, porque no sé lo que el Espíritu Santo va a aplicar de lo que voy a decir, a tu corazón, o a tu situación.
Una de las cosas por las que oro cuando voy a participar en una de nuestras conferencias, es: «Señor, ¿crearías circunstancias en la vida de las mujeres que van a asistir a esta conferencia, que les hagan darse cuenta de cuánto te necesitan? Crea en nosotras el hambre, la sed y la desesperación de encontrarnos contigo, fruto de las circunstancias que crearás durante las semanas previas a la conferencia.
Sé que muchas de ustedes dirían que Dios ha escuchado y ha respondido esa oración en las semanas previas a la conferencia. Ahora, no me culpes, pero Dios nos ama lo suficiente como para saber que, si llegamos a esa conferencia y todo está bien y pensamos que no tenemos necesidad, ¿por qué vamos a clamarle? No se llama a una ambulancia a menos que tengas una emergencia. Cuando llamas al 9-1-1, es porque estás desesperada. Alguien ha sufrido un infarto, o se ha caído y está herido, y entonces la ambulancia llega corriendo al lugar de la necesidad.
Imagino la gracia de Dios como algo parecido a esa ambulancia. Podrías llamar una ambulancia de gracia que va a llegar corriendo al lugar de tu necesidad. Cuando la pedimos, lo que estamos diciendo es: «Señor, te necesito». Creo que no hay palabras más dulces que Dios pueda oírnos decir.
Entonces Dios crea las circunstancias. Quizás pensaste que era tu hijo de dos años quien era el problema. Y dices: «No habría reaccionado de esa forma, no me habría enojado tanto, si mi hijo de dos años no hubiera pintado con mantequilla los muebles de la sala». Pero Dios sabía que eres una mujer iracunda, y usó a ese pequeño de dos años y esas circunstancias para sacar lo que hay dentro de ti, y lo que había dentro de ti, salió.
O quizás pensaste, «soy una madre dulce, amorosa, llena de gracia, amable, piadosa, de Proverbios 31, hasta que mi hijo de dos años llenó de agua la secadora». Y entonces te das cuenta de que estás casi loca, y que eres una mujer iracunda.
Dios crea las circunstancias para que te des cuenta de que no solo necesitaste el evangelio cuando fuiste salva quince o veinte años, o en mi caso, casi sesenta años atrás. Necesito el evangelio hoy. Necesitamos el evangelio hoy. Esas circunstancias nos ayudan a darnos cuenta de cuánto necesitamos a Dios.
¿Tienes tu pañuelo blanco de rendición contigo? Porque es posible que lo necesites. Si no fuera por las lágrimas –las lágrimas son algo bueno. Tal vez solo necesitas rendirte un poco esta mañana. Pero ¿lo tienes? No queremos simplemente ver pañuelos blancos ondeando como banderas de rendición, queremos ver corazones que digan: «Sí, Señor». «Sí, Señor», a todo lo que Él dice.
La necesidad nos hace reconocer que somos aptas para recibir la gracia de Dios.
Permítanme leerles algunos versículos del Antiguo Testamento que nos hablan sobre este asunto del quebrantamiento.
Isaías 57, versículo 15:
«Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: (Dios dice) Habito en lo alto y santo, (esa es la morada de Dios, infinitamente más alta que la nuestra; pero Él tiene otra morada) y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos».
Y luego el Salmo 34, versículo 18, dice algo similar: «Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu».
En el Salmo 51, versículo 16, David, después de haber pecado con Betsabé, dice: «Porque no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería; no te agrada el holocausto. (¿Cuánto podría dar en mi ofrenda? ¿Qué podría hacer por ti? ¿Cuántos versículos podría memorizar? ¿Cuánta penitencia por mi culpa? Eso no es lo que te agrada, no es lo que quieres; eso no es lo que estás buscando). Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás».
Isaías 66, versículo 2: «Pero a este miraré». Como si los ojos del Señor fueran desde y hasta los confines de toda la tierra. ¿Qué tipo de persona está buscando Él? ¿Se detendrá para verte especialmente ahí donde estás? ¿A quién está mirando? Dice el Señor: «Pero a este miraré: al que es humilde y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra».
Entonces, ¿cuál es el tipo de corazón que Dios aviva? ¿Cuál es el tipo de corazón que Dios está buscando? El corazón que Dios aviva, como hemos visto en esos versículos y muchos otros más, es el corazón quebrantado, humilde y contrito.
Ahora bien, en este tiempo el énfasis está en cualquier otra cosa menos en esto. Deseamos sentirnos plenas, deseamos sentirnos bien. Cuando pensamos en un avivamiento, usualmente pensamos en un tiempo de gozo, bendiciones, plenitud y celebración. Y será todo eso y más, a su tiempo, pero en realidad deseamos un pentecostés sin dolor. Deseamos la plenitud del Espíritu de Dios. Deseamos ser esta mujer maravillosa, piadosa, libre, plena y llena de frutos, sin tener que ir a la cruz. Pero la Palabra de Dios nos enseña que para crecer debemos menguar, que el camino hacia arriba es hacia abajo. La forma de llegar a la plenitud es a través del quebrantamiento.
Un hombre que fue grandemente usado por Dios en un avivamiento en los años 70, dijo: «El avivamiento no comienza felizmente con todas las personas teniendo un buen tiempo. Comienza con un corazón quebrantado y contrito».
Tú y yo no podremos encontrarnos con Dios en un avivamiento, hasta que primero nos encontremos con Él en quebrantamiento, en humildad, en contrición de espíritu.
Santiago, capítulo 4:8, lo dice de esta manera: «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros». El problema es que Dios es santo y nosotras no; de modo que no podemos acercarnos a Dios en la forma en que estamos. Entonces, ¿cómo podemos acercarnos a Dios? ¿Cómo Él puede acercarse a nosotras? Bueno, la Escritura sigue diciendo:
«Acérquense a Dios y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo, purifiquen sus corazones. Aflíjanse, laméntense y lloren (vv. 8-9, parafraseados).
Ahora, puedo decir que hay muy pocos terapeutas modernos que te darían este consejo. Ellos tratan de que tengamos una buena autoestima, que nos sintamos bien acerca de nosotras mismas. Sin embargo, Santiago dice, «que se aflijan, que lamenten y lloren». Deja que tu risa se convierta en lamento y tu gozo en tristeza.
Nadie va a una librería cristiana (o al internet) y dice: «¿Me podrías ayudar a buscar un libro de cómo sentirme triste, sombría y que me enseñe a cómo lamentarme, cómo sentirme desdichada?» Pero la fórmula de Dios es primero ir hacia abajo y luego hacia arriba. «Humíllense en la presencia del Señor y Él las exaltará».
Esta es la manera de Dios. Totalmente al revés de lo que es natural para nosotras. Muy a menudo las personas le tienen miedo a este concepto del quebrantamiento. Cuando alguien me sugirió que escribiera un libro sobre este tema, hablé con nuestro editor sobre el asunto y pensé, puede que ellos no tengan un buen departamento de publicidad porque este tema no es muy popular hoy día.
Pero pienso que a veces tenemos temor porque tenemos algunos conceptos erróneos sobre lo que es el quebrantamiento.
Veamos primero lo que no es: Nuestra idea de quebrantamiento a veces no es la correcta. Por ejemplo, podemos pensar que el quebrantamiento es siempre estar triste o sentirse desdichada o en introspectiva, deprimida, nunca reír, siempre estar a la caza de brujas buscando algo que no está bien en nuestra vida. Ahora, puede que tengas momentos de tristeza y de sentirte desdichada, momentos en los que te analizas internamente, pero eso no es necesariamente el quebrantamiento.
Algunas personas piensan que el quebrantamiento es una falsa humildad, como una depresión continua. Para algunos la idea de quebrantamiento evoca la imagen de llorar muy a menudo, de tener una experiencia muy emotiva. Puede ser que derrames lágrimas en el salón de oración, o en el altar, o en un momento muy emotivo, sin tener un momento de quebrantamiento. Y por otro lado, puede que en alguna ocasión experimentes el quebrantamiento sin tener que necesariamente derramar una lágrima.
Algunas personas asocian el quebrantamiento con estar profundamente heridos por alguna circunstancia trágica de la vida, «en 1995… esto me pasó… tuve un accidente, no me sentía amada, y esto me pasó, y me sentía triste». Bien, puede que hayas estado en una situación similar o quizás no. A veces estas experiencias dolorosas en lugar de hacernos más sensibles pueden endurecernos y hacernos menos quebrantadas… más resistentes.
¿Ves? El quebrantamiento no es un sentimiento, aunque ciertamente involucra nuestros sentimientos. Pero el sentimiento no es lo primero ni lo más importante. Es una decisión. Es un acto de nuestra voluntad ante el Dios Santo.
El quebrantamiento no es solo una experiencia de crisis en la vida, aunque puede haber puntos de quebrantamiento cuando Dios trabaja con nosotras en una manera específica y experimentamos un momento de quebrantamiento. Pero más que eso, el quebrantamiento es un estilo de vida continuo y constante.
Así que, no deseo simplemente saber si en alguna de nuestras conferencias tuviste un momento de quebrantamiento. Lo que deseo saber es si estás viviendo ahora como una mujer quebrantada. ¿Estás caminando, estoy yo caminando en humildad y en quebrantamiento?
El quebrantamiento no es, necesariamente, todas estas cosas. Y entonces, ¿qué es el quebrantamiento? ¿Qué es lo que Dios dice sobre el quebrantamiento?
Bien, el quebrantamiento es un estilo de vida que está de acuerdo con Dios acerca de la verdadera condición de mi corazón y de mi vida, no como tú piensas que es, sino como Dios la conoce, el Dios que todo lo ve y todo lo sabe.
Externamente puedes verme con maquillaje, el pelo arreglado y un lindo vestido. Y ven a Robert conmigo y nos tomamos de las manos y estamos sonriendo. No estoy diciendo que sea una farsa, pero lo que estoy diciendo es que ustedes no viven conmigo y yo no vivo con ustedes. De modo que lo que ustedes piensan de mí cuando estoy en una plataforma, no es realmente lo que importa. El quebrantamiento es un estilo de vida que está de acuerdo con Dios en cuanto a lo que Él sabe, lo que Él ve cuando mira dentro de mi corazón.
El quebrantamiento es un estilo de vida de rendición incondicional y absoluta a Jesús como Señor. Es un estilo de vida que ondea la bandera blanca y dice: «Sí, Señor», a lo que sea que el Señor diga, a lo que Su Palabra dice: «Sí, Señor».
Pensamos, por ejemplo, en un caballo y decimos: «Este caballo necesita ser quebrantado». ¿Significa esto que tomas un palo para golpearlo en la espalda hasta quebrantarlo? No. Significa que doblegas su voluntad para que pueda ser entrenado, para que sea sumiso y responda a la dirección del jinete.
Es un estilo de quebrantamiento, cuando decimos: «Sí, Señor».
El quebrantamiento es hacer morir, destrozar mi propia voluntad, para que la vida y el Espíritu de Jesús puedan ser revelados a través de mí.
El quebrantamiento es mi respuesta de humildad y obediencia a la convicción del Espíritu Santo, la convicción de Su Palabra. Si estoy viviendo en Su Palabra y estoy caminando a la luz de Su Palabra y Su Espíritu, entonces la convicción vendrá todo el tiempo, en el transcurso de las cosas en el día a día y no debido a lo que hago en desobediencia. A veces es simplemente algo que estoy pensando. Es una actitud, y Dios me da convicción de pecado en mi corazón, «eso fue orgullo, esto fue egoísmo, aquello fue buscando mi propio bienestar, eso no fue hecho en amor, cuando le hablaste a tu esposo de esa manera; cuando ves a esa mujer y actúas como que estás realmente interesada en lo que ella está diciendo, pero en tu corazón estás pensando, «ojalá se fuera». Bueno, en realidad sé que ustedes nunca han hecho esto, pero Dios me ha dado convicción de pecado en esta área… y en otras.
Cuando lo que ves en el exterior no corresponde con lo que hay dentro. De modo que, si soy quebrantada, continuamente seré humillada y diré: «Sí Señor», y como resultado obedeceré al llamado del Espíritu Santo de Dios.
El quebrantamiento va en dos direcciones. Hay una dirección vertical y hay una dirección horizontal. Hay un quebrantamiento dirigido hacia Dios, el vertical, y hay un quebrantamiento dirigido a otros, el horizontal.
Un escritor ha comparado nuestras vidas con una casa, y dice: debemos vivir sin techo y con las paredes abajo. Sin techo: nada entre mi alma y el Salvador.
- Abierta
- Transparente
- Honesta ante Dios
- Sin defenderme
- Sin racionalizar
- Sin excusar mi pecado
- Sin culpar a otra persona
Diciendo, «Señor, soy yo, tienes razón. Estoy equivocada. Tuya es la sabiduría y nuestra es la confusión de rostro». Ese es el quebrantamiento sin techo.
Annamarie: «Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos» (Isaías 57:15). Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado hablando acerca de esto y de nuestra necesidad de vivir vidas rendidas a Jesús. ¿Le has rendido tu voluntad a Él para que Su luz se refleje en el espejo de tu vida?
Hoy Nancy comenzó a hablarnos sobre vivir sin techo y sin paredes. Ella nos habló sobre la primera parte de esta ilustración: sin techo, es decir, no tener nada entre tú y Dios. Mañana ella nos hablará acerca de una vida de humildad ante otras personas, y, para concluir este programa, tomemos un momento para orar junto a Carmen Espaillat a la luz de lo que hemos escuchado hoy.
Carmen Espaillat: Señor, Padre santo, gracias te damos por este mensaje que acabamos de escuchar. Tú nos has hablado de la necesidad de venir a Ti con un corazón contrito y humillado. Queremos pedirte, clamarte, que hagas esa obra en nuestras vidas. TE NECESITAMOS SEÑOR; COMO NUNCA ANTES…
Oh, Padre, Rey soberano, Tú gobiernas sobre cielo y mar, Tú estás sentado en Tu trono, con poder, majestad y gloria. Desciendan Tu gracia, Tu favor y Tu misericordia sobre nosotras Tus hijas, y ayúdanos a rendir nuestras vidas a Ti, y a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, agradable a Ti.
Señor, escudriña nuestro corazón y mira si hay en él camino malo, y tráenos arrepentidas y humilladas delante de Ti, para que por la purificación de nuestras almas podamos glorificarte y ganar almas para Ti.
Tú nos recuerdas en el Salmo 34, que estás cercano a los quebrantados de corazón y salvas a los abatidos de espíritu. Quebranta nuestros corazones; de nuevo, te pedimos, escudríñalo y ayúdanos a vernos como Tú nos ves. Trae verdadero arrepentimiento a nuestras vidas, ayúdanos a ver nuestros pecados e iniquidades.
Queremos alcanzar e impactar a los perdidos; queremos ser usadas por Ti, pero para eso es necesario que podamos vivir ese estilo de vida del que nos habla Nancy: un estilo de vida que está de acuerdo contigo, en humildad y quebrantamiento constante.
Señor, por favor, ¡AVIVA NUESTROS CORAZONES!
Te pedimos esto sabiendo que es de acuerdo a Tu voluntad, y de antemano te damos gracias. Gracias por lo que estás haciendo en nuestras vidas y por lo que harás.
¡En el nombre precioso de Tu Hijo amado, Jesucristo!
Amén.
Annamarie: Llamándote a clamar con un corazón quebrantado, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Me postro, Sovereign Grace Music, El Dios Que Adoramos, ℗ 2013 Sovereign Grace Music.
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