Cantar de los cantares, día 8
Annamarie Sauter: Si dices amar a Cristo, entonces debes escuchar lo que Él dice.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Si quieres escuchar Su voz, aprender a reconocerlo y saber lo que Él te está diciendo, es necesario que saques tiempo donde apagues los ruidos para poder escucharle.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Durante los últimos programas hemos estado sumergidas en un enriquecedor estudio del Cantar de los cantares de Salomón. Recuerda que si te has perdido cualquiera de los programas anteriores, puedes encontrarlo en la sección de recursos de AvivaNuestrosCorazones.com. Puedes buscar programas por fecha, serie, escritura, entre otros. Nos encontramos en la serie titulada, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús».
Nancy: Hasta este punto en el Cantar de Salomón, o como me gusta llamarlo, el Cantar de los cantares, la novia y el novio han …
Annamarie Sauter: Si dices amar a Cristo, entonces debes escuchar lo que Él dice.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Si quieres escuchar Su voz, aprender a reconocerlo y saber lo que Él te está diciendo, es necesario que saques tiempo donde apagues los ruidos para poder escucharle.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Durante los últimos programas hemos estado sumergidas en un enriquecedor estudio del Cantar de los cantares de Salomón. Recuerda que si te has perdido cualquiera de los programas anteriores, puedes encontrarlo en la sección de recursos de AvivaNuestrosCorazones.com. Puedes buscar programas por fecha, serie, escritura, entre otros. Nos encontramos en la serie titulada, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús».
Nancy: Hasta este punto en el Cantar de Salomón, o como me gusta llamarlo, el Cantar de los cantares, la novia y el novio han estado disfrutando de una dulce e íntima comunión entre ellos, el amor inicial.
En la última sesión, dejamos a la novia entregada en un apasionado abrazo con su amado, y se podría pensar, si no conoces toda la historia y no has leído el libro completo, (que espero que lo estés leyendo junto a mí a través de estos días de estudio), que a partir de este momento nada, jamás podría salir mal con esta pareja perfecta. Ellos vivirán felices para siempre. ¿No es cierto?
¡Equivocado!
Vamos a ver que al igual que nuestras experiencias en las relaciones humanas, en el matrimonio y en nuestra relación con nuestro Esposo celestial, el amor tiene que crecer. Y crece al ser probado, al ser retado, al ser ejercitado en el contexto de la vida real y de las situaciones cotidianas. Es en el laboratorio de la vida donde experimentamos el crecimiento en el amor.
Hay momentos en los cuales surgen barreras en nuestra relación con el Señor. Y si estás casada, hay momentos en los que surgen barreras en la relación con tu pareja. Debes entender que esto sucederá, y creo que este libro nos da un montón de información sobre por qué esto ocurre y qué podemos hacer al respecto.
Así que en las próximas sesiones, vamos a estar en la segunda sección del Cantar de los cantares que yo he titulado, «El amor desatendido». Comienza en el capítulo 2, versículo 8, y continúa hasta el capítulo 3, versículo 5. Vamos a pasar varios días en esta sección y veremos algunas de las cosas que ponen en peligro la intimidad.
Así que vamos a tomar el capítulo 2, versículo 8, solo la primera frase de ese versículo. Quiero detenerme ahí: ¡La voz de mi amado! He aquí él viene.
Y luego, si saltas hasta el versículo 10, dice: «Mi amado habló, y me dijo. . . »
Permítanme detenerme aquí por unos momentos antes de seguir adelante. El amado le está hablando a su novia, pero en este momento, como vamos a ver, él está fuera de la casa. Ella no lo puede ver, pero ella reconoce su voz al instante. Ella sabe que él le está hablando a ella. Sabe que no está hablando con el vecino. Ella dice: «¡La voz de mi amado! Mi amado habló, y me dijo...» Ella sabe que él está hablando con ella.
Ahora, ¿cómo ella sabe de quién es la voz? ¿Cómo sabe quién está hablando?, porque ella no lo puede ver.
Bueno, ella lo sabe porque ha estado con él. Ha pasado tiempo con él. Han hablado, se han comunicado. Ella conoce su voz, y conocería esa voz en cualquier lugar, a cualquier hora del día o de la noche.
Ella está emocionada de escuchar su voz. Hay un signo de exclamación aquí. «¡La voz de mi amado! Mi amado habló, y me dijo. . . »
Y recuerdo ese versículo de Juan capítulo 3 que dice: «El amigo del esposo se regocija mucho con la voz del esposo» (v. 29). Hay una sensación de emoción. Él está hablando, ¡y me está hablando a mí!
Una señal de que tienes una relación genuina, auténtica con Cristo es que Él te habla a través de Su Palabra y por Su Espíritu, tú escuchas y reconoces Su voz. La razón por la que reconoces Su voz es porque has estado con Él. Has pasado tiempo con Él. Has aprendido a discernir la diferencia entre Su voz y la voz de otra persona.
Leemos acerca de esto en Juan capítulo 10. Jesús dijo: «mis ovejas oyen mi voz (hablando del buen Pastor); y llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera...las ovejas lo siguen porque conocen su voz» (vv. 3-4).
Ahora, los que no son de su rebaño no reconocen su voz.Esto es un recordatorio de que se puede escuchar cuando se predica la Palabra de Dios y se leen las Escrituras y sin embargo nunca escuchar a Dios hablar. Porque muchos de los que están fuera de Cristo, no tienen oídos para escuchar. Ellos no tienen un receptor, no tienen ese receptor espiritual. Las cosas del Espíritu son locura para ellos. Es como ruido o estática en una radio. Su receptor no está funcionando. No pueden oír. Ellos no pueden discernir, simplemente no pueden entender lo que están diciendo.
Los creyentes, por otro lado, escuchan Su voz, y ellos siguen Su voz. Oír su voz y decir: «Sí, Señor», es una evidencia de que perteneces a Él.
Así que cuando abro la Palabra de Dios, espero oír a Dios hablarme. Le pido que me hable. Me doy cuenta que cuando leo este libro, Él me habla. Dios me está hablando a mí. Cristo me está hablando. Y quiero, anhelo oír Su voz. Y quiero seguirle.
El problema es que muchas de nosotras hoy en día tenemos dificultad para escuchar Su voz, porque hay tantas otras voces en nuestras vidas. Nuestras vidas están tan desordenadas, son tan ruidosas. Hace poco estaba hablando con una amiga a quien realmente le encanta la tranquilidad. Ella y su marido son bastante opuestos. Él está en todo lo de los deportes, tienen un apartamento de tres habitaciones, tres dormitorios con nueve televisores encendidos para ver los deportes.
Bueno, esto puede sonarte un poco extremo, pero es una idea de cómo vive la mayoría de la gente. Siempre estamos rodeados de ruido, siempre tenemos voces a nuestro alrededor. Para ti, puede que no sea un ruido audible. Puede que sean los libros. Quizás estás leyendo tres novelas a la vez. Siempre tienes voces que vienen a ti.
Tal vez te pasas todo el tiempo con amigas, hablando siempre con tus amigas, y no sacas un tiempo de tranquilidad y silencio para escuchar Su voz.
Si quieres escuchar Su voz y aprender a reconocerlo y saber lo que Él te está diciendo, es necesario tener momentos en los que apagues el ruido para que puedas escuchar. Busca tener un corazón tranquilo. Eso no es fácil. Me resulta muy difícil lograrlo. Pero todavía tengo un corazón que tiene una gran cantidad de voces en él. Puedo estar gastando todo mi tiempo en aparatos electrónicos, escribiendo correos y comunicándome y no tomar el tiempo para simplemente estar quieta, en silencio y escuchar Su voz.
Es un recordatorio de que la oración no es simplemente hablar con Dios. La oración es escuchar la voz de nuestro Amado cuando Él nos habla a través de Su Palabra y por Su Espíritu tomar esa Palabra y aplicarla a nuestros corazones.
Dios dijo: «Este es mi Hijo amado, escúchale», escuchar su voz. «Escucharé lo que dirá Dios el Señor» (Sal. 85:8, NVI).
¿Estás escuchando Su voz? ¿Estás sacando tiempo regularmente para escuchar la voz de tu amado?
Ella dice: «¡La voz de mi amado! He aquí, él viene» (v. 8).
Y de nuevo, permíteme detenerme aquí y recordarte, mientras estamos viendo a Cristo nuestro Amado, que Cristo vino al mundo para salvarnos, y Él continúa viniendo a nosotras a través de Su Espíritu y por medio de Su Palabra. La gran esperanza de la esposa de Cristo, la esperanza de todos los creyentes es el regreso de nuestro Esposo que viene de nuevo por los suyos, para consumar esa relación matrimonial, para llevarnos a vivir con Él para siempre. Veremos un poco más sobre ese tema, cuando lleguemos al último capítulo del Cantar de los cantares.
«¡La voz de mi amado!» Y luego esa preciosa promesa: «He aquí que viene». Él vino por nosotras. Él viene a nosotras a diario si dejamos que nos visite. Y Él viene por nosotras, para que podamos estar físicamente con Él, en Su presencia para siempre.
«He aquí que viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados» (v. 8); y vemos el poder de Cristo para quien nada es demasiado difícil. ¿Los ojos ciegos? Él dice la palabra, y ellos ven. ¿Tormentas rugiendo? Él habla y las olas se calman.
«Saltando sobre montes, brincando sobre los collados». Creo que esta es una imagen de Su poder de resurrección. La muerte no es rival para Él. No puede mantenerlo derrotado. Su gran poder, ese poder de resurrección, expone lo débiles y frágiles que somos. Nosotras no podemos saltar sobre las montañas o saltar sobre las colinas. Tratamos de ni siquiera acercarnos al borde mientras que Él está saltando y brincando. En nuestra propia fuerza, no somos rivales para aquellas montañas y colinas.
Esta novia ve a Uno que puede conquistar todas las dificultades; que puede correr a través de todas las montañas y saltar sobre cada colina. Tiene una fuerza y un poder que superan con creces su poder insignificante y limitado. Él viene saltando sobre las montañas y brincando por las colinas.
Ella dice: «Mi amado es semejante al corzo, o al cervatillo», es ágil, de pie firme en las montañas y colinas y en esos lugares traicioneros.
Has visto los ciervos que saltan en aquellos lugares donde nosotras estaríamos dando un paso temeroso a la vez, pues ahí él está saltando. Su amado maneja estas montañas y colinas con facilidad, como un ciervo. Es tan diferente a nosotras. Solas, andando por nuestra cuenta, somos cautelosas. Estamos temerosas. Somos torpes. Tropezamos con esos obstáculos.
Y ella dice en el versículo 9 del capítulo 2: ¡Helo aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías! (Nota que él no fuerza su entrada hacia dentro). Y sigue diciendo: «Mi amado me habló y me dijo: ¡Levántate, oh amiga mía, hermosa mía y ven!» (vv. 9-10).
Ahora, ella ha estado con él en su habitación, en el capítulo 1, versículo 4. Ella ha estado con él en su mesa. Ella ha estado con él en la casa del banquete. Ellos han tenido esta dulce, gozosa, íntima, y bendecida experiencia.
Pero ahora él la llama y quiere que se levante, salga y deje ese lugar confortable, seguro y precioso para irse con él a las montañas y las colinas. Él las escala con facilidad y quiere que ella las escale con él.
Mientras pasamos tiempo a solas con el Señor, todo es tan dulce, pero luego se acaba el tiempo de silencio. ¿No es cierto? Y Dios te llama en voz alta a integrarte al mundo real, a la vida real, y a veces uno piensa, «¿tengo que...? ¿Tengo que ir allí?»
Piensa en Pedro en el monte de la transfiguración. «Señor, esto es impresionante. ¿No podemos quedarnos aquí y ver esta gloria?»
Pero Jesús le dice: «No, no, no, no, no. No se supone que estemos aquí en este momento. Un día toda la gloria será para siempre. En este momento es solo una visión, y tenemos que volver a bajar al valle, donde no se ve ninguna gloria, y tomar la gloria que hemos experimentado aquí y hacerla real allá. Mostrársela a los demás».
El problema es que somos culpables de glotonería espiritual.Nos ensimismamos en nosotras mismas, y queremos mantener nuestras experiencias espirituales para nosotras y solo permanecer allí en ese pequeño capullo santo donde somos solo el Dios justo y yo, solo Jesús y yo. . . Leer mi Biblia, disfrutar de Jesús, tocar música de alabanza y adoración. Nosotras no queremos ir a trabajar, no queremos tener que lidiar con esos niños, no queremos tener que lidiar con esa difícil situación en la iglesia. Queremos quedarnos allí, disfrutando.
Pero Jesús dice que a veces tenemos que salir de ese lugar de quietud y salir con Él y tomar esa gloria que hemos visto y revelarle al mundo quién es Dios para que el mundo le de la gloria que Él tanto merece.
Y él sigue diciendo: «Levántate, amada mía. Vámonos». Esta es una invitación, pero es también un mandato. Él quiere que ella se una a él, en las circunstancias de la vida real fuera del palacio. En este momento ella ha experimentado la dulzura de la comunión íntima con él, pero ella todavía tiene mucho que aprender acerca de cómo servir con él, cómo obtener su poder para el servicio, cómo entrar en la guerra espiritual, cómo tomar la dulzura de la recámara, la gloria que ha experimentado a solas con él y trasladar eso a la realidad de las montañas, de las colinas y de los lugares difíciles.
Y puedo imaginarme a esta novia pensando: «Oye, está bien que puedas dar el salto en las montañas y saltar sobre las colinas, pero eso no es lo mío. Puedes ser ágil y flotar como un ciervo joven en las montañas, pero yo no lo soy. Soy torpe. Me temo que voy a tropezar con esas rocas. No creo que pueda hacer esto».
¿Cuántas veces vemos lo que Dios ha puesto en nuestro plato, las cosas que Él nos ha asignado y decimos, «uf...alguien más puede hacer eso? Yo no.Yo no puedo hacer eso».
¿Lo ves? Estamos tan acostumbradas a caminar en la realidad de nuestras fortalezas y nuestras habilidades naturales, que rara vez probamos lo grande que es Dios. Rara vez nos aferramos a Su poder de resurrección, porque estamos tan acostumbradas a hacer solo lo que podemos hacer en nuestras propias fuerzas. Así que nos quedamos caminando alrededor de la cuadra, en nuestra caja de seguridad en la acera, sin colinas ni montañas, ni desafíos. Y Él nos dice: «Yo quiero que vengas y escales estas montañas conmigo».
¿Cuándo fue la última vez que estuviste en una situación en la que sabías que no podrías hacerlo sin Él? Espero que sea a menudo.
En los últimos años, a menudo le he pedido al Señor: «No me dejes llegar al lugar en el ministerio donde yo pueda hacer lo que Tú me has llamado a hacer sin que haya necesidad de Ti». ¿Sabes qué? Esa es una oración que Dios ha sido muy fiel en contestarme. Yo fui estudiante de honor, buena con los libros, buena para estudiar, buena para hablar, pero Él mantiene en mí un sentir desesperado de mi incapacidad y mi necesidad.
Él se deleita en llevarnos al lugar donde no podemos contar con nuestras propias fuerzas, ni con nuestra propia sabiduría, ni con nuestra capacidad o recursos, sino con los de Él, con Su grandeza, con Su Poder de resurrección, pues Su poder se demuestra en nuestra debilidad. Y es entonces cuando aprendemos lo que significa vivir en el reino de lo sobrenatural.Y es entonces cuando otros pueden ver el poder de Dios representado en y por medio de nuestra debilidad.
Así que él la llama a levantarse y a salir. Él quiere que ella aprenda a caminar con él, que sirva junto a él, que entre en la batalla, que vaya a lugares difíciles, a lugares altos, en el combate. Él quiere enseñarle cómo hacer frente a los peligros y a los desafíos de las montañas y las colinas.
Y dice en el versículo 11: «Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue.
Se han mostrado las flores en la tierra; ¡El tiempo de la canción ha venido! Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La higuera ha echado sus higos, y las vides en ciernes echaron olor. ¡Levántate, oh amiga mía, hermosa mía y ven!»
Quiero recordarles que hay estaciones. Aquí en Michigan tenemos invierno. Sucede que el invierno pasado no fue tan grave, pero el anterior fue horrible. Y sigue y sigue y sigue. Aquí en Michigan le decimos «la nube permanente». Es solo oscuridad, frío, nieve, hielo y un ambiente lúgubre. Y piensas: «Este invierno va a durar para siempre».
Pero no es así, porque Dios ha ordenado las estaciones, y después del invierno viene la primavera. En el cambio de estaciones podemos ver una parábola de la muerte dando a luz una vida nueva. En el invierno vemos la imagen de la cruz, tratar con el pecado y con uno mismo, morir a uno mismo. Pero eso nos lleva a la primavera donde experimentamos el poder de Su resurrección. Estamos llenas de Su Espíritu, y experimentamos una vida nueva y fructífera.
Dios no quiere que nos quedemos siempre en la misma estación.Él trae nuevas estaciones.Y Él quiere trabajar en nuestras vidas en nuevas formas. El invierno puede ser un día, puede ser unas semanas, unos meses, o pueden ser años. «El llanto puede durar toda la noche, y la noche puede ser muy larga, pero la alegría viene por la mañana». Cuando estás en el medio del invierno, tienes que seguir recordándote a ti misma: Habrá primavera. La primavera vendrá.
¿Te está llamando Él a levantarte y salir, para escalar esas montañas y colinas con Él, para entrar en una nueva estación de fe, en un nuevo nivel donde podrás experimentar Su poder sobrenatural en tu vida?
¿Te está llamando a levantarte y salir de un invierno en el que tal vez has estado por una temporada? ¿Te está llamando a levantarte y a...
- ¿Salir del invierno de la amargura y de la ira y dar paso a la primavera del perdón?
- ¿A salir del invierno que protege tus heridas y las heridas de tu pasado y a dejar entrar la primavera de la sanidad?
- ¿A salir del invierno del letargo, de la indiferencia y la trivialidad, para entrar en la primavera de una rendición incondicional y el enfoque en Cristo y en la eternidad?
- ¿Salir del invierno de tu vida sin propósito y comenzar la primavera de una vida con propósito a la luz de la eternidad?
- ¿Salir del invierno de tu ensimismamiento, de tu egoísmo, y adentrarte en la primavera de buscarlo y absorberte en su agenda del reino?
- ¿Salir del invierno de la derrota, la esclavitud, la culpa y la vergüenza y dar paso a la primavera de caminar en libertad y en gracia?
Algunas de ustedes tal vez han estado visitando consejeros durante años y años por algo que sufrieron cuando eran niñas. Los consejeros pueden ser útiles, pero tal vez Dios solo te está diciendo, «sal de ese invierno. Levántate y sal y entra en la primavera de plenitud».
Ahora bien puede que esto no suceda de un día para otro, pero ¿estás dispuesta a ir allí? ¿A dejar que Dios traiga la temporada de primavera a tu invierno?
Tal vez Dios te está llamando a levantarte y a salir del invierno de una vida cristiana tipo montaña rusa en la que has estado, dirigida por tus emociones y tus circunstancias, y Él te está llamando a sustituirla por una primavera que es guiada por Su Espíritu.
Tal vez Él te está llamando a salir de la oscuridad del llanto y del duelo—y ciertamente hay un tiempo para eso—para dar paso a la primavera de Su gozo en la mañana. Esto no es necesariamente porque tus circunstancias hayan cambiado o porque tus problemas hayan desaparecido, pues el gozo no es la ausencia de problemas o presiones, eso sería el cielo. El gozo es la presencia del Cristo resucitado en medio de los problemas y presiones.
Tal vez Él te está llamando a salir de esa temporada en que has sido apartada para estar a solas con Él, y ahora Él te está llamando a salir con Él a escalar las montañas y las colinas, a ministrar con Él en los viñedos, a salir a lugares con una misión, visión y responsabilidad que nunca te podrías haber imaginado antes.
Sé que tenemos algunas viudas recientes escuchando el programa, y este ha sido un invierno de duelo ante la pérdida de ese compañero que pasó tantos años contigo. Pero tal vez Dios tiene para ti una nueva primavera, una primavera llena de propósito, misión, utilidad y muchos frutos que jamás imaginaste posible.
Él no está pidiendo que lo hagas por ti misma cuando Él dice: «Levántate y ven». Nuestra respuesta natural es decir: «No puedo hacerlo, no puedo hacerlo». Eso es exactamente lo que Él quiere que nos demos cuenta. Que no podemos hacerlo.
Él no nos está pidiendo que saltemos en esas montañas y brinquemos sobre esas colinas en nuestras propias fuerzas.Él nos llama a vivir en íntima unión y comunión con Él, y por la fe, a entrar en el poder de Su resurrección. Debido al poder de Su Espíritu Santo que vive en nosotras, realmente podemos ser más que vencedoras, caminando con Él en victoria, saltando sobre los montes, brincando sobre esas colinas en unión y comunión con Cristo.
Annamarie: Has estado escuchando de Nancy DeMoss de Wolgemuth. Ella estará de nuevo con nosotras para orar.
Este mensaje es parte de la serie titulada, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús». Este es un estudio versículo a versículo, del Cantar de los cantares. A lo largo de esta serie, has sido invitada a experimentar una relación íntima con Cristo.
Una forma en que puedes sacar mayor provecho de este estudio, es tomando unos minutos para reflexionar en lo que has escuchado, haciendo uso de las preguntas que Nancy ha preparado para ti. Encuéntralas en AvivaNuestrosCorazones.com, al final de la transcripción de cada programa en esta serie. En la sección de la transcripción, «Hazlo personal», encontrarás las preguntas que Nancy escribió para que puedas seguir la enseñanza y aplicarla a tu propio corazón.
Y si no has podido seguir las preguntas de los programas anteriores, no te preocupes. Puedes unirte a nosotras hoy, o hacer el estudio a tu ritmo. Todo el material de los programas transmitidos está disponible para ti en AvivaNuestrosCorazones.com.
Una de las preguntas de Nancy dice: «¿Qué otras "voces" y ruidos te impiden escuchar la voz de Dios?». En tu programa de mañana escucharás más acerca de esto. En el Cantar de los cantares, cualquier cosa que desvía tu amor de Cristo, es comparada a «zorras pequeñas». Acompáñanos en la continuación de esta hermosa serie, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Nancy regresa para cerrar nuestro tiempo juntas en oración.
Nancy: Señor, tú has dicho: «Levántate y ven». Estás hablando a nuestros corazones, acerca de las maneras cómo quieres que nos levantemos y salgamos a saltar en las montañas y a brincar sobre las colinas contigo. Oh, Dios, danos la gracia, la fe y el coraje para decir: «Sí, Señor, iré, iré contigo. Yo no puedo hacer esto, pero Tú sí puedes».
Gracias, Señor, por hablar a nuestros corazones en el día de hoy, y oro para que con la sola introducción de esta serie, Tú hayas hecho algo ya dulce, especial y enriquecedor que podamos llevar con nosotras en nuestros corazones.
Te ruego que bendigas a estas mujeres, y que puedan tomar lo que hemos hablado hoy y vivirlo en el contexto de las montañas y las colinas que nos rodean allá afuera a la realidad de la vida cotidiana, a algunos lugares duros, lugares hirientes; te pido también por algunas de ellas en las que su invierno todavía no se acaba y no se acabará de inmediato. Te doy gracias porque sabemos que aún allí hay gracia.
Guárdanos apegadas a Ti, creyendo en la hora en que recibiremos las alegrías prometidas contigo. Entonces seremos lo que podríamos ser. Entonces estaremos donde deberíamos estar. Cosas que no son ahora, ni lo podrían ser, serán nuestras.
Por todo eso y más, te damos las gracias, en el santo nombre de Jesús, amén.
Contemplando la belleza del evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Hazlo personal
Día 8- Amor desatendido 5: Amando en el laboratorio de la vida
(Cantar de los cantares 2:8-13)
Escuchar programa #8:
- ¡Una voz! ¡Mi amado! (2:8). Escucharé lo que dirá Dios el SEÑOR (Salmos 85:8). Este es mi Hijo amado. . . . a Él oíd (Mat. 17:5) ¿Estás tomando tiempo regularmente para escuchar la voz de Cristo? ¿Cuándo fue la última vez que estuviste consciente de que Él te estaba hablando a través de Su Palabra, y ¿qué te dijo?
- ¿Te resulta difícil aquietar tu corazón para escuchar al Señor? ¿Qué otras «voces» y ruidos te impiden oír Su voz? ¿Cómo puedes apagarlos, ya sea en sentido figurado o literal?
- He aquí, él viene, saltando por los montes, brincando por los collados (2:8) ¿Cuáles son algunas de las «montañas y colinas» de tu vida que son difíciles o imposibles de escalar, pero que Cristo te hace fácilmente capaz de superar?
- Mi amado habló, y me dijo: «Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven conmigo. Pues mira, ha pasado el invierno» (2:10-11). ¿Está el novio llamándote a «levantarte y salir» de algún «invierno» en tu vida? ¿Cómo podrías experimentar Su poder sobrenatural de una manera completamente nueva, si tan solo respondieras a Su llamado?
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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