Cantar de los cantares, día 19
Annamarie Sauter: Antes de apresurarte a servir en un nuevo ministerio, debes asegurarte de estar pasando tiempo a solas con el Señor.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: La devoción al Señor debe preceder al servicio efectivo.
Una vez que hay devoción, intimidad con el Señor, el fruto de esa devoción será una pasión por servirle.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Bueno, si has estado siguiendo esta serie, ya sabes que estamos llegando al final de esta larga serie del Cantar de los cantares, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús». Hemos seguido a esta novia y a su amado a través de una serie de altas y bajas desde su primer amor hasta la sección final en la que nos encontramos con un amor maduro.
Hoy estamos en el capítulo 7. Hablamos en la última sección sobre …
Annamarie Sauter: Antes de apresurarte a servir en un nuevo ministerio, debes asegurarte de estar pasando tiempo a solas con el Señor.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: La devoción al Señor debe preceder al servicio efectivo.
Una vez que hay devoción, intimidad con el Señor, el fruto de esa devoción será una pasión por servirle.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Bueno, si has estado siguiendo esta serie, ya sabes que estamos llegando al final de esta larga serie del Cantar de los cantares, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús». Hemos seguido a esta novia y a su amado a través de una serie de altas y bajas desde su primer amor hasta la sección final en la que nos encontramos con un amor maduro.
Hoy estamos en el capítulo 7. Hablamos en la última sección sobre los primeros nueve versículos donde el amado alaba la belleza, la madurez y qué tan fructífera es su novia. Él dice, por ejemplo: «¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío, con todos tus encantos!» Versículo 8: «…el perfume de tu aliento como manzanas, vamos ahora… y tu paladar como el mejor vino» (vv. 6, 8, 9).
Y luego, justo a la mitad del versículo 9, ella interrumpe. De hecho, ella finaliza la oración por él. Él está diciendo: «Sean tus pechos como racimos de la vid, el perfume de tu aliento el mejor vino». Y ella dice: «Entra suavemente el vino en mi amado, como fluye por los labios de los que duermen».
Nosotras sabemos que es ella la que habla porque ella dice, «mi amado». Él la llama a ella «mi amor». Ella termina esa oración por él y dice: «Todo es para mí amado. Es para ti. Es todo acerca de ti». Y ella continúa expresando su corazón a través del resto del capítulo. Ella retoma la conversación ahora y dice: «Entra suavemente el vino en mi amado, como fluye por los labios de los que duermen».
Hay muchas interpretaciones distintas de esta frase, pero su significado no está claro. Creo que puede sugerir que de la manera que ella le da deleite a su amado, como hemos descrito en la sesión anterior, hay también un efecto en los demás. Se refiere a ellos como «los que duermen».
Creo que esto puede retratar a los que están espiritualmente dormidos, quizás no se han convertido o quizás creyentes que se han adormecido en el mundo. Pero como resultado de su devoción, su belleza, su fragancia, sus frutos, estos que duermen son despertados. Sus corazones son despertados, sus corazones son avivados, mientras ellos son testigos de la intensa experiencia de gozo de esta novia y de su amado.
Escucha, nuestras vidas no deberían adormecer a otros. Nuestras vidas deben estar despertando a los que están dormidos. En la medida en que ellos ven la belleza, el poder y la vida de Cristo en nosotras, ellos quieren despertar y ser parte de lo que está pasando en esa relación con Él.
Bueno, ella dice en el versículo 10: «Yo soy de mi amado, y su deseo tiende hacia mí». Ella dice algo similar dos veces antes y el punto aquí es que ella le pertenece a él. Ella es posesión suya, ella es poseída por Él. Ella entiende que ella existe solo para darle placer a él. «Yo soy de mi amado. Su deseo tiende a mí». Su primera preocupación es, «¿qué desea mi amado, cuál es su deseo? ¿Qué le complacería?» Ella ha renunciado a todo derecho sobre ella misma. Ella solo quiere que él haga con ella lo que sea que le haga feliz a él. «Si te complace a ti, me complace a mí».
Un comentarista del Cantar de los cantares dijo: «Vivir para ser deseable para el Señor es el más alto propósito de la vida de un creyente». La pregunta no es cómo debería sentirme, qué pudiera ganar o qué servicio debería rendir, sino, si como creyente yo soy deseable para Él». Tú llegas al lugar donde eso es lo único importante, y otra vez, como dijimos la última vez, esta preocupación de cómo las cosas me afectan a mí, es una señal de inmadurez. Una señal de madurez sería, «¿qué desea Él? ¿Qué le agrada a Él? ¿Qué lo bendeciría Él?»
Luego ella dice en el versículo 11, «ven, amado mío». Ahora, tres veces antes en este libro Él la ha llamado a ella a que «venga». Si has estado acompañándonos a través de esta serie, recordarás en el capítulo 2, cuando Él le dice: «Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven conmigo» (vv. 10,13). En el capítulo 4 él le dice, «ven conmigo desde el Líbano. Baja desde la cumbre del Amaná» (v. 8). Ambas veces ella no estaba ansiosa, ni deseosa pero ahora su corazón y sus prioridades han cambiado. Ella ya no está renuente, ella ya no está más temerosa de ir con él. Ahora ella es la que lo está llamando a venir.
«Ven, amado mío, salgamos al campo, pasemos la noche en las aldeas. Levantémonos temprano y vayamos a las viñas; veamos si la vid ha brotado, si se han abierto sus flores, si han florecido los granados. Allí te entregaré mi amor. Las mandrágoras han exhalado su fragancia, y a nuestras puertas hay toda clase de frutas escogidas, tanto nuevas como añejas, que he guardado, amado mío, para ti» (vv. 11–13).
Permítanme volver al versículo 11 por un momento. Ella dice, «ven, amado mío, salgamos al campo y pasemos la noche en las aldeas». Ella está lista para ser su colaboradora, para trabajar junto con su marido. Y esto es lo que él ha anhelado todo el tiempo. Este es el propósito para el cual él ha estado en una relación con ella, por lo que él la ha estado llamando a venir.
Una vez que ella está llena con su amor, satisfecha con su amor, trayéndole deleite a él, entonces él quiere que ella venga con él en unión y comunión al campo del mundo para servir allí con él. Ella ha cultivado el jardín de su corazón. Hay frutos que han brotado, fragancias que han salido como resultado de esto que le agrada a él, pero ahora ya está lista para ir con él al campo, a su trabajo, a su ministerio, a su mundo.
Me encanta como ella dice cuatro veces, «ven». «Ven mi amado, salgamos al campo, pasemos la noche en las aldeas. Levantémonos, levantémonos temprano y vayamos a las viñas; veamos si la vid ha brotado, si se han abierto susflores, sihan florecido los granados». Tienes la impresión de que ella no va sola. Esto no es algo donde ella dice, «oh, voy a ir a hacer esto por ti. Voy a encargarme de esto. Voy a ir a hacer este trabajo. Voy a servirte aquí. Voy a enseñar esta clase». No, ella dice, «vayamos a hacer esto». Ellos van juntos.
Uno de mis libros favoritos es un pequeño libro del Cantar de los cantares que está escrito por Hudson Taylor, el gran misionero de la China. Él solo escribió un libro, y se titula, «Unión y comunión». Es un libro acerca del Cantar de Salomón, y es un gran título para todo este libro, Unión y Comunión. Mientras nosotras permanecemos en Él, una en Él, en comunión con Él, lo que sucederá es que habrá un fluir hacia fuera, se producirán frutos. Saldremos con Él, permaneceremos en Él, iremos al campo del mundo a servir con Él.
Tú puedes sentir que Dios te está llamando hacia un nuevo ministerio de servicio. Yo tengo mujeres que escriben con relación a eso de tiempo en tiempo. «Creo que Dios quiere que comience este nuevo ministerio. Creo que Dios quiere que comience un ministerio de mujeres en la iglesia. O creo que Dios quiere que tenga un ministerio de predicación como tú o escribir libros».
Dios pudiera tener todo eso para ti. Pero déjame darte una palabra de advertencia. No trates de hacerlo sin Él. No armes tu propia misión. No hagas tu propio llamado. Deja que Dios te de vida. Cuando tú lo haces, es tan importante que no corras por ti misma sino que te preguntes, «¿es esto lo que Dios quiere para mí en este período de mi vida? ¿Es este Su llamado para mi vida? ¿Es allí donde Él me está guiando, dónde Él me está llevando y está yendo conmigo en esto?» Porque si vas por ti misma, estarás a tus expensas cuando llegue el fuego llegue y cuando la presión te arrope.
Antes de que comenzáramos Aviva Nuestros Corazones en la radio (muchas de ustedes ya han oído esta historia), pasé 18 meses, después de haber sido retada a hacer esto, pasé 18 meses buscando al Señor, buscando Su consejo, orando, ayunando durante ese tiempo y haciendo algunos ayunos extensos. Realmente, realmente, realmente quería conocer que no estaba sola en esto. Tenía tantos miedos y aprehensiones, los cuales en mayores o menores grados probaron ser ciertos.
Hay algunas cosas difíciles con relación a esto y sabía que las habría. Hay algunas cosas difíciles con relación a tu llamado también. Hay cosas difíciles acerca de ser madre, ¿verdad? Hay algunas cosas difíciles dondequiera que le sirvas al Señor. Y era por eso que quería saber, «Señor, ¿Tú me estás llevando allí? ¿Vamos a hacer esto juntos?» Yo sabía que si Él estaba conmigo, guiándome, como líder, juntos, tendría todo lo que se requería para llenar este cometido. Pero yo sabía que si yo iba sola por mí misma, estaría por mi propia cuenta. Así que ella le dice, «vayamos».
En la medida que tenemos todo el panorama de esta historia, se nos recuerda que ladevoción al Señor debe preceder a un servicio efectivo. Nosotras vimos antes a una mujer que servía sin devoción y su propio viñedo estaba en ruinas al inicio de este libro. «Yo he atendido la viña de los demás pero mi propia viña yo no he guardado». Ella necesitaba salirse del viñedo y tener tiempo a solas con Él, donde Él la estaría formando, moldeando, amando. Ellos estaban desarrollando, cultivando esa relación íntima. Pero ahora vamos a ver que una vez hay devoción, intimidad con el Señor, el fruto de esa devoción va a ser pasión por el servicio.
Ella dice, «salgamos al campo (al mundo); pasemos la noche en las aldeas». Aquí vemos a una mujer que reconoce que ella es una peregrina, que ella está en un viaje. Este mundo no es su lugar de descanso. Ella no va a echar raíces profundas en el palacio donde ha estado viviendo. Esta es una imagen de su viaje de una aldea a otra con su amado acompañándolo en sus propósitos. Así que ella no se va a acomodar mucho y no va a poner sus estacas muy profundas.
Mientras leo este pasaje, no puedo sino pensar acerca de Cristo quien dejó su hogar en los cielos. Él vino a este mundo y estuvo viajando de aldea en aldea compartiendo las buenas nuevas del reino de Dios. Y Él dijo de sí mismo, «el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza» (Mat. 8:20). Ningún lugar que pudiera llamar suyo.
Pensé mucho en esa imagen de Cristo durante mis 20 y 30 años cuando estaba de lleno en el ministerio itinerante viajando por una docena de años, a tiempo completo y los 12 meses del año. Por ocho o nueve de esos años viví en habitaciones de hoteles, de una ciudad en otra, en un hotel tras otro, un restaurante tras otro. No tenía una casa.
Pero luego la estación cambió. Mi ministerio cambio. Me establecí en Michigan, construí un hogar a mediados de mis 30 años. Esta casa ha sido una gran bendición. Pero una de las cosas que descubrí es que es fácil perder el corazón de peregrino. Es fácil al envejecer porque queremos estar más cómodas, establecidas más seguras. «No me muevan». Es fácil apegarnos a las cosas de este mundo. Queremos estar más cómodas y más establecidas.
Yo soy hogareña. Te lo digo. Quizás es por todos esos años que estuve viajando todo el tiempo. Si yo no tuviera que tomar otro avión sería maravilloso para mí. Viajar es difícil para mí. Siempre lo dije a través de los años, que «no haría esto por nadie más que no fuera por Jesús». Pero quiero tener una vida que sea flexible, una vida que esté dispuesta a ir cuando Él me diga ve y a moverme cuando Él me diga muévete. Ella está diciendo, «salgamos al campo y vayamos a las aldeas».
Ahora, eso no significa que si tú estás siguiendo a Cristo Él va a hacer que viajes. Quizás a ti, te gustaría viajar y Él quiera que tú te quedes en casa. Esto lo que quiere decir es que cualquier cosa que Él quiera, aun si no te sientes segura, cómoda o estable, aunque te saque de tu zona de comodidad debes escuchar Su voz. ¿No se te pone esto más difícil mientras envejeces? Nosotras queremos lo que es familiar, tradicional, cómodo, fácil, definible.
Pero Dios dice, «oh, no. Yo te estoy preparando para algo más. Así que vamos a quitarle las plumas a ese nido. Vamos a hacerlo un poquito más incómodo y vamos a sacarte de allí. ¡Adelante! Sal al campo. Ve a las aldeas».
Aquí hay una novia con un corazón peregrino. Ella está dispuesta a renunciar a la comodidad y a la seguridad. Ese es el tipo de corazón que yo anhelo tener. Y te confieso que mientras más envejezco es más difícil. Ahora mismo estamos hablando acerca de un viaje que estoy por hacer, y me siento sobrecogida, desalentada al tener que escogerlo y hacerlo. Puedo ser muy quejosa. Pero leo este pasaje, y no soy la única, ¿verdad? ¿Tú también te quejas?
Pero quiero tener ese corazón de peregrino que dice, «Señor, a donde quieras enviarme. ¿Qué quieres hacer conmigo? Donde quieras ponerme ¿Cómo quieres usarme? Vamos a hacer esto juntos. Levantémonos temprano y vayamos a las viñas; veamos si la vid ha brotado, sise han abierto sus flores, y si han florecido los granados».
Ella está cuidando su propio viñedo y ahora ya está lista para ir con Él dentro de sus propios viñedos. En unión con él. Ellos han establecido su propiedad; ellos han cultivado la intimidad. En unión con él, ella tiene una mayor capacidad para administrar y servir de una manera que ella nunca jamás tuvo cuando estaba atendiendo su propio viñedo por ella misma.
Hemos hablado de esto antes cuando dijimos que él le dijo, «ven conmigo cuando vaya a saltar sobre los montes y sobre las colinas». Y él le dijo, «quiero que vengas conmigo y hagas todo esto».
Pero en ese momento ella le dice, «no, está oscuro afuera. Tengo miedo. No puedo hacerlo». Pero ahora se da cuenta que cuando ella está en unión con él, ella puede hacer lo que sea que él esté haciendo a través de ella.
El Señor me mantiene en un lugar en este ministerio, donde yo me doy cuenta de que no puedo hacer esto. Pero Él sí puede. Y ella sale con estas capacidades inmensas para ministrar y para el servicio porque sale con Su fuerza. Cuando salimos por nosotras mismas, apartadas de Su dirección y de Su llenura, nos vamos agotando. Nos vamos a agotar en el ministerio.
No solamente estoy hablando acerca de enseñar en los programas de radio. Estoy hablando acerca de cualquier cosa a la que Dios te esté llamando a hacer. Algunas de ustedes tienen niños pequeños o están cuidando nietos y quizás tú piensas, «ya estoy muy vieja para esto. Esto es muy difícil». Y quizás piensas que no puedes hacerlo.
Si tú lo haces en tus propias fuerzas, te vas a agotar, te vas a quemar. Si lo haces por ti misma, vas a terminar resentida con las personas que Dios mismo te ha llamado a servir. Pero si lo haces con Él, permaneciendo en Él, vas a tener una capacidad sobrenatural de saltar sobre montañas y subirás collados y saldrás a los campos y a los viñedos y cuidarás las necesidades de otros.
Así que, ella sale con su amado a los viñedos, a los campos. ¿Y qué hace? Versículo 12, ella está buscando señales de su vida espiritual, está buscando crecimiento, está buscando frutos. Es una imagen de estar atenta a la condición de las almas de las personas. De lo que está pasando en sus vidas.
¿Éstas atenta a la condición del alma de tus hijos, del alma de tu esposo, del alma de tu vecino, del alma de tu amigo, del alma de tu pastor? ¿Estás atenta? ¿Estás alerta? Estás mirando; no que les estés diciendo a ellos dónde están espiritualmente, sino que estás buscando señales de crecimiento, estás buscando señales de frutos, estás buscando señales de la gracia de Dios en las vidas de otros porque tú sabes que a tu amado le importan los frutos. De esto se trata y eso es lo que quieres estar haciendo.
Anoche recibí una llamada tarde mientras estaba estudiando para la grabación de una viuda de 86 años, es una amiga de largo tiempo. Y ella acababa de regresar de Albania. Tenía laringitis así que estaba teniendo problemas para hablar. Pasado mañana ella sale para California y Oklahoma. Ella va a regresar por nueve días a la Florida que es donde ella vive, pero luego se irá nuevamente a Estonia y a Mongolia para servir en el ministerio. Yo estaba exhausta solamente de escucharla.
Y le dije, «Vonette, ¿cómo lo haces?» Ella es la viuda de Dr. Bill Bright, el fundador de Cruzada Estudiantil. Ella es una servidora, comprometida, gozosa. Ahora, ella no tiene la misma capacidad física a los 86 que ella tenía cuando tenía 56 o 36, pero ella está usando cada poquito de fuerza que Dios le ha dado. Y es sobrenatural. Te digo, una mujer o un hombre de 86 años no hace esta clase de cosas si no es por el poder de Cristo. ¿Qué motiva su interés?
Ella me estaba diciendo lo que Dios estaba haciendo en las aldeas en Albania. Y estoy pensando acerca de este pasaje. «Saldré y veré si hay frutos». Me estaba contando de las personas que están viniendo a conocer a Cristo y cómo sus vidas están siendo transformadas. Esta es una mujer que no tiene tiempo para deprimirse porque ella está cuidando del negocio de su amado. Ella todavía está dando frutos. Y sí, ella tiene que ir en una silla de ruedas, muchas veces sus piernas no funcionan muy bien y tiene limitaciones físicas.
Yo estaba avergonzada escuchándola porque pensaba, «esta mujer está mucho más consciente acerca de ser fructífera que yo, que tengo mucho más energía y fuerzas». Esta es la imagen de esta novia sirviendo en el ministerio en el poder que Dios provee.
Y luego ella dice, mientras entramos en las aldeas, en los campos, en los viñedos, y ahí en el versículo 12 dice: «Allí te entregaré...» y tu traducción debe decir «mi amor», pero la palabra literal es «mis amores», «allí te daré mis amores». Es plural. «En el lugar de servicio, te daré mis amores».
Ahora, nosotras tendemos a pensar en dos tipos opuestos de personas: creyentes que son de un tipo más pasivo, contemplativo, que viven una vida monástica; aman a Jesús, oran y leen sus biblias. Eso es todo lo que hacen, ¿verdad? Y pensamos en otro tipo de personas que son más activistas y ponen toda su energía en servir al Señor y en servir a otros. Es el asunto de Marta y María, dos tipos diferentes de personas. Pero en realidad lo que nosotras realmente queremos tener y realmente tendremos en la medida en que nuestro amor por Cristo madura. Es un corazón de María y las manos de Marta. Son ambas. No es una o la otra.
Ella primero le dio su amor en su recámara en el palacio, en el lugar íntimo. Pero ahora ella le dice, «afuera, en medio del servicio, allí le daré mi amor también». Es fácil amar a Jesús en nuestro tiempo de quietud ¿no es cierto?, sin molestias, sin interrupciones, sin cargas, ni problemas.
Pero mientras maduramos, aprendemos a darle nuestro amor todo el tiempo mientras le servimos y nos damos cuenta que podemos amarlo en el supermercado, mientras estamos tratando con personas difíciles, en medio de la escuela, en casa con cuatro niños, en medio de preparar las comidas, y como me sucedió, en medio de los fines de semana llenos de visitas, mientras me estaba preparando para esta grabación. Nosotras podemos amarlo y a otros también; en medio de la limpieza de la casa, cambiando los pañales, en medio de las disputas entre tus hijos, preparándote para dirigir un estudio bíblico, enseñando a los niños en la iglesia. En cualquier cosa que tú estés haciendo, tú puedes amarlo en medio de eso. «Allí te daré mis amores».
El ciclo nunca termina. Nosotras somos amadas por Él. Respondemos a ese amor y en medio del servicio somos refrescadas porque allí le damos a Él nuestro amor. ¿Lo ves?
Bueno, en el versículo 13, el último versículo de este capítulo, «las mandrágoras han exhalado su fragancia, y a nuestras puertas hay toda clase de frutas escogidas». ¿Fragante y fructífera? Éste es el tema a través del libro. «A nuestras puertas hay toda clase de frutas escogidas, tanto, nuevas como añejas, que he guardado, amado mío para ti».
Toda clase de frutos, una rica variedad de frutos, agradables frutos. ¿Qué clase de fruto has guardado para tu amado? ¿Es agradable? ¿Están maduros? ¿Están madurando? ¿Tienes tú una gran variedad de frutas que estás ofreciendo al Señor?
Imagínate aquí viejos frutos que están siendo constantemente revividos y nuevos frutos que están siendo cultivados, el fruto del Espíritu, el carácter de Cristo, las vidas que tú has bendecido, mujeres más jóvenes en las que te estás invirtiendo, viejas creyentes que estás amando y orando por ellas en hogares para ancianos, niños que estás criando para la gloria de Dios, personas con las que estás compartiendo a Cristo. Todos estos son frutos que guardamos para Él, recordando siempre que Él es el que produce ese fruto en y a través de nosotras. Nosotras no lo podemos fabricar, no lo podemos manufacturar.
Y ella dice, «toda clase de frutas escogidas, tanto nuevas como añejas, que he guardado, amado mío, para ti». Nos encontramos donde ahora donde comenzamos esta lección. Todo es para él. Esta es la evidencia de una relación de amor maduro. Ya ella no es más una que solo toma. Ahora ella es una que da. Ya no está más preocupada por lo que él puede hacer por ella o por lo que ella pueda sacar de esta relación. Ya no está primeramente buscando las bendiciones y los beneficios de conocerlo a él, sino que ahora ella anhela traerle gozo y deleite y frutos a su corazón.
Ella ha llegado al lugar donde es todo, todo, todo para él. Es por eso que está dispuesta a salir con él a los campos y a los viñedos. Está deseosa de encontrar frutos para él. Tiene esta enorme capacidad de producir frutos porque él está haciéndolo con ella. Y nosotras tenemos esa enorme capacidad de producir frutos mientras permanecemos en Cristo, el poder permanente de Su Espíritu. «Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí». Cristo quien produce sus frutos en mí. Y es todo, todo, todo para Él.
Annamarie: Si quieres hacer grandes cosas para edificar el reino de Dios, comienza con apartar tiempo cada día para buscarle en Su Palabra y en oración. Esta enseñanza de Nancy DeMoss de Wolgemuth es parte de nuestra serie actual, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús».
Si este programa ha sido de bendición para tu vida, ¡compártelo con mujeres en tu círculo de influencia! Hazlo fácilmente a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. Allí también puedes encontrar tanto los audios como las transcripciones de los programas anteriores en esta serie. Al final de esas transcripciones encontrarás la sección «Hazlo personal». Son una serie de preguntas que Nancy ha preparado para ayudarte a aplicar las enseñanzas de esta serie a tu vida. ¡Visítanos hoy en AvivaNuestrosCorazones.com y comparte estos recursos con otras mujeres!
Cuando en una relación, te enfocas en lo que puedes obtener de la otra persona, serás miserable. Pero cuando tu enfoque está en lo que puedes dar, encontrarás gozo. Nancy te hablará más acerca de esto, en el siguiente programa de Aviva Nuestros Corazones.
Contemplando la belleza del evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Hazlo personal
Día 19- Amor maduro 3: Vayamos juntos
(Cantar de los cantares 7:9-13)
Escuchar programa #19:
- ¿Qué quiere expresar la novia cuando dice: «Yo soy de mi amado, y su deseo tiende hacia mí»? (7:10). ¿Qué significaría tener ese mismo corazón hacia el Señor Jesús? ¿Y hacia tu pareja?
- «Ven, amado mío, salgamos al campo, pasemos la noche en las aldeas» (7:11). ¿Tienes un «corazón de peregrino»? ¿Cómo podrías renunciar a la necesidad humana de comodidad y seguridad con el fin de servir a Jesús y procurar los intereses de Su reino?
- ¿Cómo podrían las circunstancias y el llamado de Dios en tu vida ayudarte a despegarte más de este mundo y a conectarte más al cielo?
- «Veamos si la vid ha brotado, si se han abierto sus flores» (7:12). ¿Cómo puedes estar más atenta a las necesidades de los que te rodean (por ejemplo, tu compañero, hijos, vecinos, compañeros de trabajo, pastor)?
- «Levantémonos temprano y vayamos a las viñas. . . . Allí te entregaré mi amor» (7:12). ¿Qué perspectivas frescas nos ofrece la historia de esta novia acerca de cómo evitar el agotamiento al servir al Señor y a los demás? ¿Has experimentado refrigerio en medio del servicio? ¿De qué manera?
- De manera natural, ¿tiendes a ser más una María (contemplativa) o una Marta (activista)? ¿De qué manera esta historia de amor ilustra el equilibrio entre las dos? ¿Se caracteriza tu vida tanto por la devoción al Señor como por el servicio eficaz? ¿Cómo puedes mantener una relación íntima de amor con Jesús y de servicio a otros sin sacrificar esa intimidad?
- «Y a nuestras puertas hay toda clase de frutas escogidas. . . que he guardado para ti, amado mío» (7:13). ¿Qué frutos tienes para ofrecerle a Jesús como resultado de Su gracia en tu vida? ¿Te has convencido de que tu vida no te pertenece sino que le pertenece a tu Amado?
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