Cantar de los cantares, día 17
Annamarie Sauter: Cuando amamos a Cristo, Su belleza se refleja en nuestras vidas.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Cualquier belleza que tenemos es belleza reflejada; cualquier luz que tenemos es luz reflejada. Así como la luna no posee luz propia pero refleja la luz del sol, de esa misma manera nosotras no tenemos luz propia, sino que tenemos el reflejo de la luz de nuestro Señor Jesucristo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nos encontramos en medio de una sorprendente historia que nos muestra una imagen de Cristo y la iglesia. Es la historia de amor entre un esposo y su esposa, que encontramos en el Cantar de los cantares. Nancy nos ha guiado a lo largo de este estudio en la serie titulada, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús».
Si te perdiste cualquiera de los programas anteriores, …
Annamarie Sauter: Cuando amamos a Cristo, Su belleza se refleja en nuestras vidas.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Cualquier belleza que tenemos es belleza reflejada; cualquier luz que tenemos es luz reflejada. Así como la luna no posee luz propia pero refleja la luz del sol, de esa misma manera nosotras no tenemos luz propia, sino que tenemos el reflejo de la luz de nuestro Señor Jesucristo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nos encontramos en medio de una sorprendente historia que nos muestra una imagen de Cristo y la iglesia. Es la historia de amor entre un esposo y su esposa, que encontramos en el Cantar de los cantares. Nancy nos ha guiado a lo largo de este estudio en la serie titulada, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús».
Si te perdiste cualquiera de los programas anteriores, o los quisieras usar como material para un estudio en grupo, encuentra tanto los audios como las transcripciones en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Bueno, si has estado con nosotras en las últimas dos sesiones, sabes que hemos estado viendo a esta novia y a su amado mientras el amor de ella ha flaqueado. Hemos visto su amor en diferentes etapas. Vimos la temporada titubeante del amor, recuerdas que en el quinto capítulo del Cantar de los cantares el novio regresa a casa inesperadamente una noche y encuentra a su novia desprevenida.
Ella está medio dormida, y no quería ser molestada. No quiere levantarse y abrirle la puerta. Así que debido a su negligencia, a su resistencia, la comunión que ellos habían estado disfrutando previamente, se pierde por una temporada.
Ahora, antes de continuar en el texto, quiero detenerme por un momento y darle seguimiento al pensamiento que ha estado en mi corazón en los últimos días.
Mi pastor ha estado predicando a través del Evangelio de Lucas, y en Lucas capítulo 12, hay un texto que me recuerda mucho el pasaje que hemos estado viendo en Cantar de los cantares el capítulo 5. Permíteme leer ese párrafo de Lucas capítulo 12. Jesús dijo:
«Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas, y sed semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame. Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando…»
Versículo 38: «Y ya sea que venga en la segunda vigilia, o aun en la tercera y los halle así, dichosos son aquellos siervos» (vv. 35–38).
Eso me recuerda lo que hemos estado viendo en el Cantar de los cantares el capítulo 5; pero este tiene un resultado diferente. Nuestro Señor, del que leemos en Lucas 12, y el novio, del que leemos en Cantar de los cantares, son uno y el mismo.
A lo largo del Nuevo Testamento, tenemos muchas promesas maravillosas de que nuestro Novio, nuestro Señor, viene. Él va a regresar. No sabemos cuándo, así que somos llamadas a permanecer despiertas, vestidas para la acción, esperando Su regreso, manteniendo nuestras lámparas encendidas, como dijo Jesús en Lucas 12; estar listas para abrirle la puerta cuando Él llegue y toque.
Y entonces, recuerdas la conclusión de Jesús en Lucas capítulo 12, la aplicación que hace a sus oyentes que dice: «Vosotros también estad preparados (como esos hombres, los siervos del señor), porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis» (v. 40).
¿No es eso lo que pasó en los Cantares de Salomón? Su novio llegó en una hora que ella no esperaba. Ella no estaba preparada para hacer cambios en su agenda y en su horario. Ella no abrió la puerta.
Bueno, Jesús dice que estos siervos que están despiertos, que están listos esperando y que sí abren la puerta, serán bendecidos. La novia en el Cantar de los cantares que observamos en las últimas dos sesiones, no estaba dispuesta a dejar que su amado interrumpiera su agenda. Ella tenía sus prioridades mal en ese momento. Ella no estaba preparada para recibir a su amado cuando él llegó hasta la puerta y llamó. Y como resultado ella perdió la comunión que anteriormente habían disfrutado.
Y esa relación con su amado, como vimos en la última sesión, solo pudo restablecerse cuando ella estuvo dispuesta a ajustar sus prioridades, para volver a enfocar su atención en su amado. Ella tuvo que tomar la iniciativa para levantarse y salir tras la búsqueda de aquél a quien ella había descuidado.
La evidencia de que le pertenecemos a Él, de que Él es realmente nuestro amado, es que cuando nos damos cuenta de que hemos perdido Su presencia, estamos dispuestas a cambiar nuestras prioridades. Esa es una manera de describir la palabra arrepentimiento. Estamos dispuestas a arrepentirnos, a levantarnos y a buscar al Señor. Eso es evidencia de que tú realmente eres una hija de Dios.
Creo que incluso durante esta serie, ha habido oyentes que han estado prestando atención al Señor, re-orientándose, re-enfocándose, volviendo sus ojos a Jesús de una manera que tal vez no habían hecho en mucho tiempo.
Hoy hemos llegado a la sección final del Cantar de los cantares.
Y permítanme simplemente repasar dónde hemos estado. Empezamos viendo estos novios en un estado de amor inicial al principio del libro. Luego vimos una temporada de amor desatendido. Después, en la mitad del libro hubo una temporada de amor creciente. Y luego en la última sección, hemos estado hablando, sobre un amor vacilante. Ahora hemos llegado a esta temporada hermosa, preciosa del amor maduro, comenzando en el Cantar de los cantares, capítulo 6, versículo 4, y nos lleva hasta el final.
Ahora, en el versículo 4, vamos a oír al novio hablar. Esta es la primera vez que ha hablado desde el primer versículo del capítulo anterior, del capítulo 5, versículo 1. Es la primera vez que ha hablado desde antes de su alejamiento. Y uno tiene que preguntarse: ¿Qué va a decir? ¿Reprenderá a su novia por su fracaso? ¿Se refrenará ante ella? ¿La amará tan apasionadamente como lo hizo antes de que ella lo ignorara? Bueno, vamos a leer y a ver.
Cantar de los cantares capítulo 6, comenzando en el versículo 4:
«Eres hermosa como Tirsa, amada mía, encantadora como Jerusalén, imponente como ejército con estandartes. Aparta de mí tus ojos, porque ellos me han confundido».
Y él continúa en los próximos versículos, 5, 6 y 7, y expresa deleite en ella con palabras que son casi idénticas a un pasaje del capítulo 4 que ya estudiamos previamente. Él dice:
«Tu cabellera es como rebaño de cabras que descienden de Galaad. Tus dientes son como rebaño de ovejas que suben del lavadero, todas tienen mellizas, y ninguna de ellas ha perdido su cría. Tus mejillas son como mitades de granada detrás de tu velo. Sesenta son las reinas y ochenta las concubinas, y las doncellas, sin número; pero sin igual es mi paloma, mi perfecta, es la hija única de su madre, la preferida de la que la dio a luz. Las doncellas la vieron y la llamaron bienaventurada, también las reinas y las concubinas, y la alabaron, diciendo: “¿Quién es esta que se asoma como el alba, hermosa como la luna llena, refulgente como el sol, imponente como escuadrones abanderados?”» (vv. 5-10).
Vamos a detenernos aquí. Mientras lees este pasaje, solo tienes que imaginar la alegría que ella debió experimentar cuando lo escuchó hablar de nuevo. Ellos han pasado un período de separación. Él ha guardado silencio durante ese período. La comunión en este momento está siendo restaurada, y ahora en sus palabras de apertura después de que ha pasado por este tiempo de fracaso y de vacilación, él habla palabras de gracia y de aceptación. Él afirma su amor hacia ella y expresa que se siente del mismo modo que lo hizo antes de su fracaso. Ya ves, el amor de ella va y viene, pero el amor de él no.
Y nuestro amor por Cristo va y viene. ¿Tengo razón? Yo sé que el mío sí. Sé que el tuyo también. Pero, ¿no estás agradecida porque el amor de Cristo por nosotras es el mismo ayer, hoy y siempre, independientemente de dónde estamos en nuestro amor por Él?
Eso me recuerda que después que Pedro negó al Señor y luego que fue restaurado, Jesús vino a Pedro. Él se lo había señalado. Pero Él le expresó amor y atención especial hacia este que había sido restaurado, que había vuelto y que ahora iba a ser capaz de restaurar a otros a la comunión con Cristo. La historia aquí en el Cantar de los cantares, la historia de Pedro con Jesús, refleja Su corazón hacia su novia, cuando fracasamos y cuando nos arrepentimos.
Así que él le dice en el versículo 4: «Eres hermosa como Tirsa, amada mía, encantadora como Jerusalén, imponente como ejército con estandartes». Tirsa y Jerusalén fueron dos de las ciudades más bellas de la tierra de Israel. Tirsa, la palabra significa «bella o agradable». Es una ciudad real en el reino del norte de Israel. Y Jerusalén, como sabes, es la capital de Israel. Se convirtió en la capital del reino del sur cuando el reino fue dividido.
El Salmo 48 habla de Jerusalén. Dice, «en la ciudad de nuestro Dios… hermosura en su elevación… el gozo de toda la tierra» (vv. 1-2).
Él dice que ella es tan bella como Tirsa, es tan encantadora como Jerusalén. Así que él ve a su novia siendo bella y hermosa. Pero también la ve siendo majestuosa e imponente. Él dice, «imponente como ejército con estandartes». Y repite esa frase al final del versículo 10, «imponente como escuadrones abanderados».
Veo en esta frase una imagen de un rey conquistador, y ella está en su procesión de la victoria. Es un retrato para mí de la iglesia triunfante, marchando bajo el estandarte de su Salvador resucitado, una imagen del poder espiritual que Cristo imparte a Su iglesia.
Aquí está esta novia, un reino de creyentes, un reino de los santos, un ejército de seguidores de Cristo que están seguros y sin miedo, no porque están seguros en sí mismos, sino porque están siguiendo el estandarte de Cristo que tiene todo el poder, tiene las llaves del cielo y del infierno, toda la vida y la muerte. Todo le pertenece a Él, y ellos le siguen en Su cortejo. Y este ejército poderoso, impresionante, desata temor en los corazones de los enemigos del rey.
Me recuerda ese pasaje en el capítulo 2 de Josué, en donde Rahab le dijo a los espías judíos que habían venido para espiar la tierra, «porque hemos oído como el Señor secó el agua del mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y de lo que hicisteis a los dos reyes de los amorreos…Y cuando lo oímos, se acobardó nuestro corazón» (vv. 10 – 11).
La visión de Cristo llevando a Su iglesia triunfante contra las fuerzas del infierno desata temor en los opositores del Señor.
Ahora, esa es una imagen diferente de lo que a menudo vemos hoy en día, ¿no es cierto? ¿No sientes que la iglesia de hoy está a menudo a la defensiva? ¿Percibes al leer las noticias y ver la embestida del mal, que la iglesia está siendo empujada hacia atrás por ese ataque, por esa ola de maldad? Y no es solo la iglesia colectiva, si no también individualmente. ¿Cuántas de nosotras a menudo nos sentimos superadas por las fuerzas de este mundo?
Estaba hablando con alguien el otro día que se encuentra en un lugar de trabajo donde el ambiente es terrible. Es un ambiente en contra de Dios. Un ambiente impío. Es odioso hacia Dios. ¿No sientes a menudo que nos estamos acobardando en lugar de ser estas conquistadoras victoriosas tras nuestro Rey resucitado?
Bueno, piensa sobre el hecho de que cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, donde quiera que Él estuviera, el infierno se desmoronaba a sus pies. Es un recordatorio para nosotras de lo que nuestras vidas como seguidoras de Cristo deben ser y de hecho son, si estamos siguiéndolo a Él, nuestras vidas son una amenaza para el reino de las tinieblas, y es por eso que hay una batalla en curso.
Ahora bien, nuestras vidas son una amenaza para el rey de las tinieblas, no por quienes somos, sino porque Cristo está en nosotras. Eso significa que en cualquier lugar de esta tierra, incluso en aquellos lugares que son oscuros, remotos y en contra de Dios, en cualquier lugar en donde haya un creyente en Cristo, debe haber al menos un rayo de luz. Hay un sabor de victoria que Cristo consumará cuando Él venga a reinar en esta tierra sin un rival; ese día cuando se doblará toda rodilla, cuando toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.
Ahora, sabemos que posicionalmente estamos sentadas con Cristo y que habitamos con Él en los lugares celestiales. Pero mientras vivamos en nuestra carne en esta tierra, vamos a participar en la batalla espiritual porque las fuerzas del infierno se han establecido contra Cristo y contra Su reino. Pero la buena noticia es que tenemos dentro de nosotras a Aquél que es victorioso y conquistador. Así que el triunfo de la iglesia depende de Su Rey, que Él ve como un ser increíble, como un ejército con estandartes.
Esto me hace preguntar: ¿Tienen miedo de nosotras las huestes de oscuridad? ¿O sienten como que pueden dejarnos solas, que no somos una amenaza? Mientras vamos hacia adelante en esta tierra en el nombre y en el poder de Cristo, vamos como un ejército impresionante bajo la bandera de Cristo.
Y luego él le dice a ella en el versículo 5: «Aparta de mí tus ojos, porque ellos me han confundido». Aquí tienes un novio que está impactado. Está cautivado con su novia. Él la ha perdonado por su fracaso. Su amor por ella no ha disminuido ni un ápice.
Él le dice en el versículo 8: «Sesenta son las reinas y ochenta las concubinas, y las doncellas, sin número; pero sin igual es mi paloma, mi perfecta, es la hija única de su madre, la preferida de la que la dio a luz». Él mira a su alrededor y examina el paisaje, y dice, «hay una gran variedad de mujeres —un montón de mujeres hermosas, muchas mujeres que son de renombre, mujeres que tienen una alta posición— pero en cuanto a mí concierne, ninguna de esas mujeres puede compararse con mi novia».
Él ve su amor, su belleza, como absolutamente única. No solo una en un millón, es que no hay nadie como ella. Está más allá de la comparación. Ella es su paloma. Hablamos de cómo ella solo tiene ojos para él, de cómo las palomas tienen un amplio pero único campo visual. Ella es su perfecta, así la llama, perfecta mía. Esta es la novia que le dijo que no a él en la puerta, pero que está arrepentida. Su comunión ha sido restaurada, y él le dice que todavía la ve a través de los ojos del amor. Él la ve como su perfecta, perfecta mía.
Y qué imagen de cómo Cristo ve a Su iglesia, el deleite que Él tiene en Su novia, y cómo Su corazón está profundamente afectado y movido por la visión que tiene de Su novia. Él la amó, dio Su vida por ella, y nada podría ser más valioso para Él.
No solo Cristo la ve así, sino que otros afirman su belleza y su valor y su dignidad también. Dice, «las doncellas la vieron y la llamaron bienaventurada, también las reinas y las concubinas, y la alabaron». Todos estos observadores, reconocen que ella se destaca por encima de otras mujeres. Reconocen que ella es una mujer bendecida. ¿Y por qué ella está bendecida? Debido a su relación con él.
Amigas, no hay nada digno de elogio en nosotras. No tengo que decirles eso. Lo sabemos en nuestros corazones. Gran parte de nuestra cultura por generaciones ha estado tratando de elevar nuestra autoestima. Sabemos que en nuestra carne no habita nada bueno. Pero a medida que nuestras vidas empiezan a manifestar la hermosura, el carácter y las gracias de Cristo, el mundo se detendrá y se dará cuenta. Porque ellos estarán viendo Su belleza.
Él dice: «¿Quién es esta que se asoma como el alba, versículo 10, hermosa como la luna llena, refulgente como el sol, imponente como escuadrones abanderados?» Bueno, ya no hay ninguna oscuridad. Las sombras que vimos anteriormente en este libro, están huyendo lejos. Ella está viviendo en su luz, caminando en su luz, reflejando su gloria.
Y recuerda, cualquier belleza que tengamos es belleza reflejada, cualquier luz que tenemos es luz reflejada. Así como la luna no posee luz propia sino que refleja la luz del sol, de esa misma manera, nosotras no tenemos luz propia, sino que reflejamos la luz de nuestro Señor Jesucristo.
Creo que aquí tenemos una imagen de los creyentes que se desplazan hacia ese mediodía a que hacen referencia esos pasajes como Proverbios capítulo 4, donde dice: «Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día» (v. 18). En el día de hoy vimos un amanecer, algunas de ustedes vieron esta mañana, ese primer pequeño rayo de luz. Pero entonces a medida que sale el sol, a media que la oscuridad retrocede, la luz se vuelve cada vez más brillante y más brillante hasta la plenitud del día, el mediodía, en donde no hay más sombras.
Esa es una imagen de la trayectoria de la vida de una persona que está en Cristo. La novia de Cristo, se está dirigiendo hacia ese mediodía donde no habrá más sombra. «Hermosa como la luna llena, refulgente como el sol, que brilla como el alba».
Jueces capítulo 5 lo dice de esta manera: «Así perezcan todos tus enemigos, oh Señor; mas sean los que te aman como la salida del sol en su fuerza» (v. 31).
Ahora, puede que te sientas más cerca del amanecer que del mediodía. Y eso está bien. Al mediodía es hacia dónde nos dirigimos. Es donde tú estarás. Tenemos esa promesa, que aquellos que lo aman serán como la salida del sol en su fuerza.
Daniel capítulo 12 lo dice de esta manera: «Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por siempre jamás» (v. 3). Hay un brillo, una belleza, una gloria que consigue ser reflejada a través de nuestras vidas mientras crecemos en nuestra relación de amor con Cristo.
Y así como podemos observar en este pasaje, vemos cómo es el sentir de Cristo por su novia. Él está cautivado. Él está impactado, embelesado, como hemos dicho. Él se deleita en ella. La desea profundamente. Y mientras lees este pasaje, creo que tienes que estar de acuerdo que no es algún tipo de amor cerebral, sin emociones. Esto es amor apasionado, palpitante, serio, ardiente, ferviente. Él está enamorado de ella. Él está locamente enamorado de ella, si puedo decirlo así. Él está prendado con su belleza.
No es solo lo que Jesús siente por Su novia de manera general, colectivamente. Es también lo que Jesús siente por ti. Toma un momento solo para reflexionar en el amor de Cristo por ti.
Como hemos dicho, sabemos que no hay nada hermoso ni adorable en nosotras. Algunas veces, miramos Su amor, y nos quedamos asombradas. Nos preguntamos, «¿qué ve en nosotras?» Bueno, es que no es lo que Él ve en nosotras. Es lo que Él es. Y lo que Él ve en nosotras es a Él mismo, porque Él nos ha vestido en Su justicia, nos ha hecho merecedoras de Su amor.
Sé que hoy en nuestra audiencia tenemos mujeres solteras que escuchan este programa y que quizás han experimentado la desilusión de nunca haber sido buscadas, amadas, apreciadas, nadie que les dijera, «me tienes prendado, encantado», y quizás pensar, «¿habrá alguien que me encuentre atractiva? ¿Habrá alguien que me encuentre deseable?»
Y también tenemos mujeres casadas que tienen preguntas similares que han experimentado un dolor similar, tienen un compañero, pero entonces es un compañero que se muestra infiel o un compañero que no expresa su amor de la manera que vemos en este pasaje; o tal vez un compañero que encuentra a otra persona más atractiva o está utilizando pornografía. Y estas mujeres casadas se preguntan, «¿qué pasa conmigo? ¿No soy deseable? ¿No soy hermosa?»
Bueno, vemos en las Escrituras que como la novia de Cristo, nosotras somos el objeto de Su amor maravilloso. Cristo está encantado con la visión de tu belleza. Así que escúchalo hoy decirte: «Eres hermosa como Tirsa, amada mía, encantadora como Jerusalén, imponente como un ejército con estandartes. Aparta de mí tus ojos, porque ellos me han confundido; eres mi paloma, mi perfecta, la única».
Gracias, Señor, por tan dulce recordatorio de Tu amor. Que podamos creer en él, recibirlo, deleitarnos en él y corresponderte amándote a ti. Oro en el santo nombre de Jesús, Amén.
Annamarie: Amén. Nancy DeMoss de Wolgemuth te ha estado hablando sobre la fuente de la verdadera belleza. Nunca serás más hermosa que cuando reflejas la belleza de Cristo. Esta enseñanza es parte de la serie titulada, «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús».
Para reflejar la belleza de Cristo, necesitas conocerle y reflexionar en la verdad de su Palabra. Nos gustaría ayudarte a hacer esto a través de una serie de preguntas que Nancy ha preparado para ti, tituladas, «Hazlo personal». Encuéntralas al final de la transcripción de este programa, en AvivaNuestrosCorazones.com.
Bueno y ya hemos visto que así como la luna no posee luz propia, sino que refleja la luz del sol; nosotras tenemos el reflejo de la luz de nuestro Señor Jesucristo. Y ¿por qué sería una mujer madura comparada a una palmera en el Cantar de los cantares?
Nancy: La razón por la que la palmera es fructífera es debido a que sus raíces están conectadas en lo profundo a una fuente de agua. Ellas profundizan lo suficiente hasta encontrar agua.
Así debemos mantener nuestras raíces conectadas a Él, en la medida en que permanecemos en Él, y lo dejemos permanecer en nosotras, vamos a producir mucho fruto para Su gloria.
Annamarie: Mañana Nancy nos hablará más acerca de esto, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Contemplando la belleza del evangelio juntas,Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Hazlo personal
Día 17- Amor maduro 1: Reflejando Su hermosura
(Cantar de los cantares 6:4-10)
Escuchar programa #17:
- ¿Estás espiritualmente alerta y lista, esperando el regreso de Cristo? ¿O distraída y preocupada por otros asuntos?
- ¿Hay algo que valoras más que la compañía de Jesús, tu Amado? ¿Hay otras prioridades en tu vida que necesitan ser ajustadas para que puedas experimentar y restaurar la comunión con Él?
- Todos los cristianos tienen momentos de retroceso, pero la evidencia de que le pertenecemos a Él es cuando estamos dispuestas a cambiar nuestras prioridades (arrepentirnos), levantarnos, y buscar al Señor. ¿Cuándo fue la última vez que te arrepentiste? ¿Es necesario que te arrepientas ahora?
- ¿Alguna vez has luchado con la sensación de que no puedes estar cerca de Jesús después de haber «metido la pata»? ¿De qué manera se revela la asombrosa gracia de Cristo en la respuesta del amado a Su novia luego de su fracaso?
- ¿Piensan los poderes de las tinieblas que te pueden dejar tranquila porque no eres una amenaza? ¿O tiemblan a causa del poder de Cristo que se muestra a través de tu vida?
- «Eres hermosa, amada mía. . . . mi paloma, mi perfecta, la única» (6:4,9). ¿Cómo se diferencian el valor que Dios nos da y la belleza que Él ve en nosotras, de los intentos que hace el mundo para aumentar nuestra autoestima?
- ¿Cómo se siente Jesús acerca de Su novia? ¿Cómo te hace sentir eso a ti?
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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