Camina en la luz
Annamarie Sauter: Maryann Loveing nos recuerda que nuestros pecados pasados nos invitan a una vida de vergüenza, pero la cruz nos invita a una vida de plenitud.
Maryann Loveing: Este es el motivo por el que Jesús vino: para redimir a los suyos. Y solo a través del poder de la cruz, la naturaleza redentora de la cruz, el perdón que se nos extiende por medio de la cruz, podemos mantener nuestra mirada enfocada en Él. De ahí viene el poder de vivir como debemos vivir.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Muchas mujeres creen que sus pecados pasados las descalifican para enseñarles acerca de la pureza a sus hijos o jóvenes que las rodean. En los próximos días serás motivada a invertir en la siguiente generación sin importar como luzca tu pasado. Aquí está Nancy para introducir a …
Annamarie Sauter: Maryann Loveing nos recuerda que nuestros pecados pasados nos invitan a una vida de vergüenza, pero la cruz nos invita a una vida de plenitud.
Maryann Loveing: Este es el motivo por el que Jesús vino: para redimir a los suyos. Y solo a través del poder de la cruz, la naturaleza redentora de la cruz, el perdón que se nos extiende por medio de la cruz, podemos mantener nuestra mirada enfocada en Él. De ahí viene el poder de vivir como debemos vivir.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Muchas mujeres creen que sus pecados pasados las descalifican para enseñarles acerca de la pureza a sus hijos o jóvenes que las rodean. En los próximos días serás motivada a invertir en la siguiente generación sin importar como luzca tu pasado. Aquí está Nancy para introducir a nuestra invitada.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Estoy muy contenta de recibir en el estudio de Aviva Nuestros Corazones a una amiga de mucho tiempo, Maryann Loveing. Servimos en el mismo ministerio por varios años, Life Action Ministries. Yo he estado aquí por más de 40 años. Y tú Mal, ¿cuánto tiempo estuvieron tú y tu esposo Ryan aquí en el ministerio?
Maryann: Más de 25 años.
Nancy: ¡Guau! Y yo estuve involucrada en todo el proceso cuando entraron a Life Action.
Maryann: Así es.
Nancy: Ustedes deseaban servir al Señor juntos como pareja. El Señor los trajo aquí y viajaron con el equipo la mayor parte de esos años. Para aquellas que no saben lo que hacen esos equipos de Life Action, cuéntales un poco de qué se trata esto.
Maryann: Nosotros dirigíamos uno de los equipos y dábamos conferencias de cuatro días en las iglesias. Mi esposo Ryan predicaba el domingo por la mañana y por la noche, el lunes, martes y miércoles predicaba en la noche y el jueves empacábamos y nos dirigíamos en un trailer hacia la siguiente ciudad y a la siguiente iglesia, y lo hacíamos todo de nuevo.
Ha sido un viaje maravilloso poder ver a Dios transformar vidas y trabajar en los corazones de Su pueblo. En mi corazón realmente hay una carga por las madres y las mujeres en las iglesias. Ha sido un gozo ver cómo Dios obra en sus corazones y las acerca a una intimidad más profunda con Él a medida que estudiamos y compartimos. Ha sido muy emocionante.
Nancy: Tú y Ryan viajaban en un trailer, una casa rodante. Algunas personas piensan que son solo vehículos recreativos, pero no para ustedes, para ustedes ese era su hogar.
Maryann: Así es, durante nueve meses del año.
Nancy: Nueve meses del año. Y también sus hijos viajaban con ustedes. Cuéntanos un poco acerca de cuántos hijos tienen y sus edades.
Maryann: Tenemos seis hijos, cuatro hijas y dos hijos. Ellos también aman el ministerio y viajan con nosotros también.
Nancy: Tus hijos aman el ministerio porque han visto que tú y Ryan lo aman. Y ellos viajan con uno de los equipos del Life Action. Hay un grupo de jóvenes universitarios que forma parte de los equipos. Ellos se encargan de la música y las actividades para niños. De esto se trata nuestro ministerio, de ayudar al pueblo de Dios a experimentar un verdadero avivamiento. Y durante esos nueve meses, cada semana prácticamente, visitan una iglesia diferente.
Maryann: Sí.
Nancy: Y cuando compartes con otras mujeres, ¿están a la expectativa? ¿Están abiertas? ¿Son receptivas al mensaje?
Maryann: Sí, lo están. Y es algo que se nota. Cada noche ellas llenan unas tarjetas de oración y allí sale a la luz en qué áreas quieren ser discipuladas, su deseo de caminar de una manera más profunda con el Señor, y reconocen áreas de pecado en sus vidas que saben que no agradan ni honran al Señor. Es necesario que seamos honestas y genuinas, y que podamos decir: «Sí, esta es un área de pecado en mi vida. Necesito trabajar en esto».
Nancy: Creo que una de las cosas que hace que tú y Ryan sean tan eficaces, y es una de las marcas clave de este ministerio, es que ustedes comparten sus propias vidas. Ustedes no llegan a las iglesias a enseñarles a las personas un programa o a darles una lista de cosas que deben seguir, sino que dan el ejemplo con sus propias vidas mientras ministran a estas personas.
Y cuando compartes con las mujeres, sé que a menudo compartes tu testimonio debido a dónde estás hoy en tu relación con el Señor. Como madre de seis hijos y ministrando a mujeres, estás muy lejos de donde estuviste en un momento dado. El Señor ha hecho una profunda obra de transformación en ti. He visto algo de eso en los 15 años que te conozco. Pero, realmente tu historia se remonta a mucho antes de que nos conociéramos.
Y bueno, estábamos las dos aquí en la ciudad y te pregunté si podrías venir al estudio y compartir tu testimonio con nosotras. Después nos gustaría conversar con dos de tus hijas, las mayores, sobre cómo lo que Dios ha hecho en tu vida ha impactado las de ellas.
Pero antes de presentar a Margo y a Shawna en esta serie, retrocedamos un poco a tus años de adolescencia. Cuéntanos un poquito acerca del hogar en que creciste, y de tu relación con el Señor cuando eras una adolescente.
Maryann: Bueno, yo crecí en un hogar cristiano. Hace unos meses, en una conferencia, una mujer me dijo: «Yo tenía un problema con las drogas, iba drogada cada domingo a la iglesia, cada miércoles, cada vez que las puertas estaban abiertas». Y tuve que reconocer delante de ella que…
Nancy: ¿Tuviste problemas con las drogas?
Maryann: Sí, así es. Mis padres fueron padres piadosos, y sin embargo, en mis años de adolescencia, fui muy influenciada negativamente por mis amigos y por el ambiente. Yo no tenía muchos amigos piadosos. Estudiaba en una escuela pública. Y las Escrituras son tan ciertas, Nancy: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres» (1 Cor. 15:33).
Nancy: ¿Estos amigos eran hombres o mujeres?
Maryann: Ambos.
Nancy: ¿Y cuáles eran sus valores? ¿Cómo llegaste a ser influenciada por ellos?
Maryann: En el área de las relaciones amorosas, todos estaban saliendo con alguien; en el área de la vestimenta, la inmodestia era evidente. Y yo no tenía amigos que amaran a Dios o que tuvieran una relación con Él. Y no estoy segura de haber entendido lo que eso significaba en ese momento de mi vida, en mis años de adolescencia.
Al entrar a la secundaria comencé a expandir mis amistades y otras cosas, y me involucré en citas amorosas. Ahora sé que yo no estaba preparada para eso a esa edad.
Nancy: ¿Estabas loca por los chicos?
Maryann: Por supuesto. Todas mis amigas estaban locas por los chicos.
Nancy: ¿Y sentiste la necesidad de tener un chico que satisficiera tus anhelos?
Maryann: Sí, claro. Te consideraban rara si no estabas en una relación, si no tenías citas o si no tenías planes para el sábado por la noche.
Nancy: ¿Sentías que había cosas que tenías que hacer para conseguir un chico?
Maryann: Sí, definitivamente.
Nancy: ¿Y qué incluían esas cosas?
Maryann: De allí obtenía mi valor. Me sentía valorada cuando me sentía deseada.
Nancy: ¿Y qué era lo que hacias para sentirte deseada?
Maryann: Coquetear. Vestirme inapropiadamente. Pienso en cosas que hice, o en lugares a los que fui, o en cosas que dije, que de verdad nunca quisiera que mis hijas hicieran como adolescentes. Cuando veo hacia atrás, hay algunas cosas que hice que nunca debí haber hecho y lugares a los que fui a los que nunca debí haber ido.
Nancy: ¿Hubo alguien que te aconsejara y te confrontara sobre eso, o que te modelara algo diferente durante ese tiempo?
Maryann: No, no hubo nadie. Tuve que trabajar en mi propio corazón con el resentimiento hacia mis padres porque nunca hablamos de nada de eso. Nunca hablamos sobre:
- Qué significa vestir modestamente
- Cómo debes guardar tu corazón
- Cómo caminas en pureza
- Cómo te ve Dios como una mujer piadosa
No tuve a nadie que me hablara estas verdades y creo que había un gran vacío en mí.
Nancy: ¿Sabían tus padres dónde estabas y lo que hacías?
Maryann: Ellos no lo sabían. Y si lo sabían, jamás me lo dijeron. Todo era un secreto. Yo iba a la iglesia los domingos por la mañana y por la noche, y los miércoles por la noche. Pero durante la semana, en la escuela o los fines de semana, yo vivía una vida muy diferente. Era muy hipócrita y conocía la verdad. Sabía las Escrituras en mi mente, Nancy, pero no estaban en mi corazón. Yo no tenía esa relación íntima con el Señor que tanto necesitaba en esa etapa de mi vida.
Nancy: Así que durante tu adolescencia terminaste en una relación que te causó mucho pesar y tristeza.
Maryann: Sí.
Nancy: Cuéntanos cómo y cuándo comenzó esa relación.
Maryann: Bueno, cuando recién salí de la secundaria comencé a salir con el hijo de un pastor. Esa relación se volvió una relación física.
Nancy: Y, ¿sentías culpa? ¿Te incomodaba? O era simplemente la forma en que las cosas eran...
Maryann: Simplemente era así. Yo ya estaba sexualmente activa desde hacía varios años. Y sabes, el poder del pecado se encuentra en mantenerlo secreto. Nadie en mi familia lo sabía. No hablábamos de estas cosas.
Nancy, tengo una hermana, y nosotras no conversábamos acerca de las relaciones en que nos encontrábamos. Jamás fui cuestionada con preguntas como, «¿hacia dónde crees que va esta relación? ¿Cuáles crees que son sus intenciones?» Jamás me hicieron ese tipo de preguntas. Entonces supongo que nunca pensé verdaderamente en eso. Solo continué con ese estilo de vida.
Las fiestas y salir los fines de semana,eran parte de mi estilo de vida. Y bueno, terminé quedando embarazada. Como no hablábamos como familia, no sabía con quién conversar. No sabía a quién acudir. No sabía a dónde ir. Entonces decidí que necesitaba terminar el embarazo.
Por supuesto que no podía acudir a mis padres, ellos no iban a comprenderme. No recuerdo ni una sola vez en la que ellos compartieran conmigo sobre algún pecado y me dijeran, «cariño, hice esto o aquello, ¿podrías perdonarme?» Eso no pasaba en mi hogar. Entonces no teníamos una conexión emocional, no estábamos conectados espiritualmente; no sentía que podía acudir a ellos. Así que el miedo me paralizó y pensé que la única respuesta a mi situación era tener un aborto.
Nancy: ¿Entonces, pensaste que no había otra opción?
Maryann: Sí, así es.
Nancy: Y las consecuencias si no te hacias el aborto, serían peores…
Maryann: Serían devastadoras.
Nancy: … serían peores que las consecuencias de tener al bebé. ¿Le dijiste a tu novio lo que ibas a hacer?
Maryann: Sí. Él me llevó a la clínica.
Nancy: Así que entraste con determinación. Ya estabas decidida. Eso era lo que harías.
Maryann: Sí.
Nancy: ¿Y qué pasó cuando entraste a la clínica?
Maryann: Fue muy simple. Me ingresaron, y en dos o tres horas ya habían finalizado y estaba dirigiéndome a mi casa. Sin consejería, sin cuestionamientos.
Nancy: ¿Fue una experiencia traumática para ti en ese momento?
Maryann: En ese punto no. Cuando vi a mi primera hija a las 12 semanas en un ultrasonido, fue cuando se volvió traumático para mí.
Nancy: Eso ocurrió años más tarde, después de haberte casado, esperando tu primer bebé.
Maryann: Eso pasó 11 años después.
Nancy: Entonces, en ese momento, regresando a tus años de adolescencia, habías quedado embarazada y te practicaste un aborto. Hemos escuchado del síndrome postaborto –algunas personas se sienten abrumadas por la culpa o emocionalmente devastadas, ¿tú no experimentaste nada de eso en ese momento?
Maryann: No, en ese momento no. Diría que continué en un espiral decadente. Sentí la culpa y me condenaba a mí misma, pero no al punto de deprimirme o de interrumpir mi rutina diaria. Y continué en ese declive al no sostener principios de pureza moral y continuar bebiendo y juntándome con las personas equivocadas, hasta que tuve 25 años de edad.
Y bueno, yo trabajaba en una compañía e iba a ser transferida a otro lugar. Y el Señor ya había comenzado a trabajar en mi corazón. Él había comenzado a traer a mi mente los versículos que había aprendido de niña. El poder de la cruz. El poder del perdón. Empecé a reconocer que Dios estaba acercando mi corazón hacia Él, y Él comenzó a mostrarme la severidad de dónde me encontraba.
El camino por el que iba no era el camino por el que Él quería que fuera. Yo sabía que estaba abiertamente desobedeciendo Su Palabra, y Él me habló a través de Su Palabra a medida que la leía. Saqué mi Biblia del estante y le quité el polvo. Él comenzó a hablarme y las verdades empezaron a moverse de mi cabeza a mi corazón. Él comenzó a mostrarme mi necedad y la necesidad en mi vida.
Nancy: ¿Aún estabas soltera en esa época?
Maryann: Sí. Y realmente deseaba casarme y tener una familia. Ese era un deseo fuerte. Y recuerdo que cuando me mudé, en el camino oraba: «Señor, te rindo esta área de las relaciones a Ti, pues he hecho un desastre y sé que no tengo el control de esto. Te la rindo a Ti, Señor. Si alguna vez me caso, será en Tu tiempo, con el hombre que Tú elijas». Y en ese punto confié completamente en Dios.
Nancy: ¿Entonces realmente tu corazón se había vuelto al Señor?
Maryann: Así es.
Nancy: Pero tú desconocías lo que Él tenía para ti más adelante.
Maryann: Exactamente.
Nancy: Al volver tu corazon hacia el Señor ¿volviste hacia atrás y lidiaste con la inmoralidad, con el aborto? ¿Cómo procesaste esto espiritualmente?
Maryann: Bueno, el Señor me dio un versículo en el cual me refugié por años. Es cuando David dice: «Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi ropa de luto y me has ceñido de alegría;para que mi alma te cante alabanzas y no esté callada. Oh Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre» (Salmos 30:11-12).
En mi corazón decidí que iba a permitir que Dios me sanara. Otro versículo que me dió fue: «Confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados». El segundo no me gustó tanto como el primero.
Nancy: Sí, por supuesto.
Maryann: Porque...
Nancy: Queremos gozo, pero no estamos seguras de querer abrir nuestro corazón a otros.
Maryann: Confesarlo.
Nancy: ¿Y lo confesaste?
Maryann: Después de mudarme, el primer mes, conocí a mi esposo (sin saber en ese momento que se convertiría en mi esposo). Pero sabes, pasaron dos años de matrimonio antes de confesárselo a Ryan.
Nancy: ¿Compartir sobre la inmoralidad del pasado? ¿Él no sabía eso cuando se casó contigo?
Maryann: Él sabía sobre la inmoralidad sexual. Pero no le dije nada del aborto.
Nancy: No sabía del embarazo ni del aborto.
Maryann: Correcto.
Nancy: ¿Y qué te llevó a compartir eso con él después de dos años de matrimonio?
Maryann: El Señor me llevó a esto en Su Palabra, a medida que leía ese versículo, «y serán una sola carne» (Gén. 2:24). Yo sabía en mi corazón que no podría ser una sola carne como Dios quería en mi matrimonio, si no era completamente sincera y le compartía la verdad.
La Escritura dice: «Habla la verdad a todos los hombres» (Efesios 4:25, parafraseado). Yo no había hecho eso. Y creo que «unidad» es una palabra que hemos perdido en nuestra cultura. No entendemos lo que eso significa. En mi caso, había un secreto que estaba escondiendo. En las caminatas provida y en los días de las madres, yo subía la guardia para que no vieran mis lágrimas bajar por mis mejillas, rápidamente me limpiaba para que Ryan no se diera cuenta.
Y no quería esconderlo más. Sabía que esa no era la voluntad de Dios para mí, así que se lo dije. Una noche estábamos conduciendo y empecé a llorar. Él me preguntó si quería decirle algo, y entonces se lo dije. La gracia de Dios llenó ese auto, y Ryan, por supuesto, me perdonó. Entonces él también pudo abrir su corazón y compartir áreas de su vida en las que no había sido honesto.
Eso desarrolló una unidad más profunda en nuestro matrimonio, en ese punto sabíamos todo el uno del otro. No había secretos. Era muy refrescante, y me sentí tan libre. Tuve total libertad en mi espíritu porque no tenía que seguir ocultándolo.
Nancy: Como has dicho, la esclavitud a menudo está en el secreto, en el hecho de no poder compartirlo. Como alguien dijo, debemos «vivir sin techo hacia Dios y con las paredes abajo hacia otros». Creo que muchas personas viven con secretos.
Maryann: Eso es cierto. Con barreras entre ellos y Dios. Y por supuesto, Dios lo sabe todo. Pero tienen esas barreras aún en el matrimonio.
Nancy: ¿Piensas que esto es común? ¿Hay secretos que jamás han salido a la luz en los matrimonios?
Maryann: Sí. No voy a decir que en cada iglesia a la que he ido he escuchado esto, pero sí en muchas de ellas. Mujeres se acercaban y me decían, «nunca podré decírselo a mi esposo».
Nancy: ¿Y cómo las aconsejas?
Maryann: Las motivo a que vayan a la Palabra y le pregunten al Señor que es lo que Él quiere que hagan, lo que Él desearía. Les comparto sobre la unión que Dios desea que tengan en sus matrimonios. Y yo sabía que no sería capaz de ayudar a otras mujeres si yo misma no estaba dispuesta a compartirlo primero con mi esposo.
Y tenemos mujeres en nuestras iglesias que guardan estos secretos dentro de ellas, enterrándolos. Y tienen oportunidades de compartir con otras mujeres, pero no están dispuestas a hacerlo debido al temor. Es temor. Es orgullo. Mi esposo me dijo un día, «cariño, yo sé por qué no lo dices». Él dijo, «es porque hay orgullo en tu corazón. Y no siempre somos enseñables».
Nancy: ¿Tu esposo es bastante directo, no es así?
Maryann: Lo es. Pero estoy decidida a permanecer enseñable.
Nancy: Eso está muy bien.
Maryann: Y he orado, «Dios, está bien, puedes usarlo a él».
Nancy: A medida que has compartido tu testimonio con otras mujeres en las iglesias, ¿qué tipo de respuestas has tenido?
Maryann: Ellas se acercan y me agradecen por ser auténtica. Dicen, «gracias por compartir tu historia», «gracias por ser tan real».
Nancy: ¿Se han acercado muchas mujeres a decirte que tienen una historia que nunca han compartido con alguien?
Maryann: Sí. Muchas mujeres se me acercan y me dicen, «gracias por compartir eso, tengo una amiga pasando por eso» o, «yo compartí algo con mi esposo el año pasado y me siento tan libre, y ahora Dios me está usando». Eso me permite ver que es algo que necesitamos en nuestras iglesias hoy en día, el hecho de que las mujeres sean abiertas y honestas.
Nancy: Ha sido un gozo tan grande ver como Dios te ha usado y te sigue usando a medida que compartes tu recorrido, tu vida, de una manera auténtica. Sin esconder, sin cubrir nada, sin pretender ser algo que no eres. Sino diciendo, «aquí me encontró Dios, este fue el camino en el que me puso, y este es el fruto de arrepentimiento en mi vida». Y ahora, Él está dándote frutos en las vidas de miles de mujeres alrededor del país, a medida que tú y tú familia ministran juntos.
Ahora, la historia no termina aquí. Pero se nos va el tiempo, así que continuaremos en el próximo episodio. Y quiero tomar un momento para decir que sé que tenemos muchas, muchas mujeres que nos escuchan que podrían decir, «esa es mi historia».
Maryann: Sí, es cierto.
Nancy: Y ellas están en algún punto del camino en el que tú estuviste, pero quizás aún se ocultan, aún se esconden, aún no traen su pasado a la luz. ¿Qué palabras les dirías a estas mujeres?
Maryann: Bueno, quisiera animarlas recordándoles que este es el motivo por el que Jesús vino: para redimir a los suyos. Y solo a través del poder de la cruz, la naturaleza redentora de la cruz, el perdón que se nos extiende por medio de la cruz, podemos mantener nuestra mirada enfocada en Él. De ahí viene el poder de vivir como debemos vivir.
Si no amamos, si no nos importa dónde estamos, si cargamos la vergüenza de un aborto en el pasado o un divorcio o lo que sea, el poder de la cruz está allí para hacernos nuevas, para traer redención a nuestras vidas. Y necesitamos reconocer que la sangre de Cristo es suficiente para que podamos experimentar perdón y gozo renovados.
Nancy: Y ese gozo viene a través de lo que Juan dice en su primera epístola: «Andar en la luz». Muchas mujeres están caminando en oscuridad, tratando de ocultarse, tratando de no ser descubiertas. Dicen, «quizás piensen peor de mí si realmente conocen mi historia». Y viven atadas a ese secreto y a esa vergüenza. Pero, 1 de Juan 1:7 dice: «Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros». Así es como nos acercamos a Dios.
Maryann: Así es.
Nancy: Caminamos por donde Él camina. ¿Y dónde camina? En la Luz, no en la oscuridad.
Maryann: Definitivamente.
Nancy: No en la oscuridad. «Y la sangre de Su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado».
Maryann: Es verdad.
Nancy: Creo que hay muchas de nuestras oyentes que quizás han escuchado Aviva Nuestros Corazones por meses o años, pero aún no han salido a la luz. Y Dios te lo mostrará. Primero sal a la luz con el Señor, sé honesta con Él, confiesa, arrepiéntete, llama al pecado por su nombre y después ven a la luz donde sea necesario. Quizás con tu marido, o con tus padres, o con tus hijos.
Y cree que Dios perdona tu pecado por lo que Cristo ha hecho en la cruz, cree que Él te guiará a un lugar de gozo y libertad.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado conversando con Maryann Loveing acerca de la libertad que trae confesar el pecado y disfrutar del perdón total. Los próximos días continuarás escuchando de ellas y serás animada a vivir una vida transparente y pura. Y recuerda, no se trata de no haber fallado, sino de caminar en la luz de modo que puedas experimentar la plenitud que Jesús vino a darnos.
A medida que las hijas de Maryann Loveing crecían, ella necesitaba saber cuánto revelarles sobre su pasado. ¿Era prudente contarles a sus hijas adolescentes acerca de su aborto? Acompáñanos mañana para esta parte de la historia.
Invitándote a pasar de manera intencional la verdad de la Palabra de Dios a la próxima generación, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Libre en Ti, Iglesia Cristiana Oasis, El Misterio de Tu Amor, ℗ 2015 Iglesia Cristiana Oasis.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación