Buscando en todos lados
Annamarie Sauter: ¿Dónde estás buscando plenitud para tu vida?
Angie: He buscado por todas las demás vías posibles y nada, nada llena ese vacío en mi corazón. Nada.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
El programa de hoy no es apropiado para niños pequeños, así que te recomendamos que los ocupes en algo y regreses a escuchar. Hoy continuamos con la conversación a la que dimos inicio ayer, en la serie titulada, «Rescata a los que se pierden».
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Cada año, en el mes de enero, se celebra el día de «El valor sagrado e inviolabilidad de la vida». Esto surge como una respuesta a una seria decisión seria de la Suprema Corte de Justicia en los Estados Unidos, de legalizar el aborto en sus cincuenta estados en el año 1973. Desde entonces, muchas …
Annamarie Sauter: ¿Dónde estás buscando plenitud para tu vida?
Angie: He buscado por todas las demás vías posibles y nada, nada llena ese vacío en mi corazón. Nada.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
El programa de hoy no es apropiado para niños pequeños, así que te recomendamos que los ocupes en algo y regreses a escuchar. Hoy continuamos con la conversación a la que dimos inicio ayer, en la serie titulada, «Rescata a los que se pierden».
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Cada año, en el mes de enero, se celebra el día de «El valor sagrado e inviolabilidad de la vida». Esto surge como una respuesta a una seria decisión seria de la Suprema Corte de Justicia en los Estados Unidos, de legalizar el aborto en sus cincuenta estados en el año 1973. Desde entonces, muchas personas se identifican como «provida» (a favor de la vida) o «proelección» (a favor del derecho de una mujer a elegir por sí misma el practicarse un aborto)—y hoy en día vemos repercusiones de esto en toda América Latina.
Como creyentes nos consideramos provida. Es impensable estar de acuerdo con el asesinato de una vida formándose en el vientre de su madre.
A veces damos ciertos datos acerca del aborto—hablamos de un millón y medio más o menos de bebés abortados cada año. Puedes ver esa cifra, las manifestaciones y escuchar algo de la retórica. Es fácil olvidar que no se trata de estadísticas. Cada uno de estos abortos es una vida humana, no solo la vida del niño en el vientre, sino la vida de la madre, la vida del padre, la vida de los padres, de los abuelos y los hermanos y las hermanas. Tantas historias humanas involucradas en todo este asunto.
Ayer comenzamos a escuchar la historia de Angie, una mujer que tuvo que decidir si protegería o no la vida del niño que llevaba en su vientre. Y antes de continuar, veamos primero un poco de lo que escuchamos en el programa de ayer.
Angie: Recuerdo una noche en especial, justo antes de que se divorciaran. Mamá y papá estaban discutiendo, lo cual era muy común en nuestra casa, con alcohol, drogas y demás. Mi hermano estaba allí y estaba en medio de ellos. Estaban discutiendo porque mamá se había dado cuenta de que mi papá estaba silbándoles a otras mujeres o algo así.
Y mi mamá se enojó bastante y se fueron a su habitación. Ella trató de agarrarlo y lo golpeó, y él se golpeó la espalda, y ella fue a buscar un cuchillo de la mesa y lo apuñaló. Ella entró en la habitación donde yo estaba y me levantó. Tenía salpicaduras de sangre en su camisa, y me dijo que acababa de matar a mi padre.
Mi hermano corrió a donde el vecino y llamó a la policía. Vino la policía, y estoy agradecida de que mi papá se salvó. Recuerdo que mi mamá tenía esa mirada vidriosa en los ojos, con la misma camisa puesta. Ella tenía esa mirada que decía, «ya no puedo con esto. No voy seguir más con esto». Sin lágrimas, me refiero a que no hubo ninguna emoción en su cara. Es precisamente esa mirada, como diciendo, «no puedo más».
Nancy: Cuando escuché por primera vez esta historia de Angie, ambas fuimos invitadas a hablar en un banquete para recaudar fondos para el Centro de Cuidado Prenatal, localizado en la ciudad donde vivo, en Michigan. Angie habló por primera vez esa noche, y realmente todos pudiéramos habernos ido a casa después de escuchar su testimonio.
En el momento en que ella terminó, difícilmente encontrarías un ojo seco en aquel lugar. Dios habló con tanta fuerza a través del testimonio de Angie. De modo que cuando me tocó mi turno, lo único que tenía que hacer era simplemente animar a la gente a considerar las formas en que Dios quería utilizarlos como parte del proceso en la vida de otra mujer.
Estaba deseosa de tener a Angie aquí en el estudio para compartir esta historia con ustedes. Vamos a escuchar la siguiente parte de mi conversación con Angie.
Angie, entonces muchas gracias, no solo por seguir la dirección del Señor, aunque no te diste cuenta en ese momento de lo que era, tener este bebé, que ahora es tu hijo de seis años de edad, sino gracias también por venir y compartir con nosotros tu historia en Aviva Nuestros Corazones, porque creo que Dios va a utilizarla como un instrumento de gracia, aliento y esperanza, en muchas otras vidas. Jóvenes, abuelas, madres, gente en cualquier parte de esta historia de vida. Así que muchas gracias por estar con nosotros otra vez en el día de hoy.
Angie: Estoy feliz de estar aquí.
Nancy: Cuando te miro, eres una joven radiante, en tus veinte y tantos años, casada ahora con un hombre piadoso, criando a tu hijo para el Señor. Las personas que acaban de conocerte y verte y ver ese brillo en tus ojos no se imaginan las atrocidades que sucedieron en tu casa, mientras ibas creciendo.
Tú compartiste con nosotros ayer una especie de repaso de los primeros trece años de tu vida: mucho consumo de alcohol, muchas drogas en tu casa, tus padres, una gran cantidad de ira y palabras airadas, discusiones. Allí nos dejaste ayer. . . Lamento haber tenido que parar allí, pero tenía que hacerlo, porque el reloj estaba corriendo. Pero tus padres habían tenido una discusión muy seria. Tu padre había sido herido. Tu madre lo había apuñalado. Como resultado de todo esto, tu mamá se divorcia de tu papá.
En este punto tienes 13 años. ¿Qué pasaba por tu cabeza y por tu corazón en ese momento de tu vida?
Angie: Bueno yo estaba anticipando el divorcio porque mi mamá había hablado de sus deseos de separarse de mi padre un par de años antes, desde que yo tenía diez años. Y mi hermana, la mayor, había de hecho pagado por el divorcio porque ella trabajaba en la misma calle, en un lugar de venta de hamburguesas de la localidad, y le prestó a mi madre el dinero para obtener el divorcio.
Nancy: Pero tu hermana misma era una adolescente.
Angie: Ella solo tenía diecisiete años. Y mi madre parecía muy dolida por lo de mi padre. Cuando eres una niña no ves el cuadro completo, solo ves lo que se te muestra. Mi mamá fue la mayor influencia en mi vida y yo la quería mucho, como la mayoría de las hijas aman a sus madres. Naturalmente, yo no quería pasar tiempo con mi papá, y yo estaba agradecida de que mi madre tuvo la oportunidad de dejarlo. Él era el motivo de todo el dolor y el sufrimiento que pasamos mi madre y yo.
Nancy: Ese era tu punto de vista en ese entonces. Eso era lo que a ti te parecía.
Angie: Así es. Por supuesto lo veo con otros ojos ahora. Pero realmente culpé a mi padre por todo el dolor de mi madre. Ni siquiera era sobre mí necesariamente. Era acerca de qué tan dolida estaba mi madre y cómo ella tuvo que recurrir a estar con otros hombres todo el tiempo porque él era muy cruel en palabras y acciones. Así que en ese tiempo, el divorcio no era para mí traumatizante. Era más como un alivio, supongo, para que pudiéramos volver a una vida normal ahora.
Nancy: Pero en ese punto de tu vida, realmente terminaste teniendo que educarte tú misma porque tu mamá tuvo que salir a trabajar, y habías dicho que se iba de fiesta todos los fines de semana. ¿Cómo era tu vida y que pasó cuando quedaste de alguna manera por tu cuenta?
Angie: Durante mis primeros años, mi madre dormía todo el día y yo me levantaba por la mañana y nos gustaba hacer cosas propias de niños. Luego, cuando volvíamos a casa de la escuela alrededor de las 3:30 ella se estaba despertando. Así que era más por la noche, donde compartíamos más con mi mamá.
Después de que mis padres se divorciaron todo era casi igual, a excepción de que mi mamá tenía más libertad; ahora ella salía y nos quedábamos solos en la casa. Nosotros mismos nos levantábamos en la mañana y cosas por el estilo. Entonces mi madre tuvo que conseguir un trabajo y la vida se puso muy dura. Mi madre estaba fuera mucho tiempo y cuando estaba en casa bebía y hombres la venían a visitar. Recuerdo que teníamos fiestas y yo invitaba a mis amigos, todo el mundo pensaba que mi madre era lo mejor porque nos compraba alcohol, y nosotros teníamos solo catorce años.
Y me acuerdo de un hombre con el que ella trabajaba. Yo estaba acostada en mi cama a eso de las 2:00 de la madrugada, y todos habíamos estado bebiendo, y mi amiga estaba acostada conmigo; él se puso en medio de nosotras y estaba tratando de hacernos cosas a nosotras. Él tenía veintinueve años. Supongo que fue una época de adultez precoz en mi vida.
Pienso en cuando yo tenía catorce años y la independencia que me dieron a una edad tan joven—podía ir a cualquier lugar que quisiera, podía hacer lo que quisiera. La madre de un amigo me enseñó a fumar, así que comencé a fumar cigarrillos como un hábito.
Mi mamá tenía el pensamiento distorsionado de que ella quería que yo probara drogas con ella por primera vez, en una forma segura, para que si me gustaba, estaría segura porque ella sabía lo que contenían las drogas; pero si me iba a la calle y las tomaba de un desconocido, quién sabe lo que podía contener. Así que la primera vez que fumé crack estaba con mi mamá y bebimos mucho juntas. Mi madre era más como una amiga para mí que una madre.
Entonces supongo que en ese punto de mi vida me fui a buscar amor y afecto en otros lugares porque empecé a darme cuenta de que no los estaba recibiendo de la manera en que mis amigos lo recibían de sus padres. Sus padres no los dejaban salir hasta las 3:00 de la madrugada, y yo no podía entender eso. Nosotros siempre hablábamos mal de sus padres, «son tan malos. Mi mamá sí me deja hacer cualquier cosa, tus padres son tan...» Sin embargo, en realidad, yo sabía en mi corazón que necesitaba más.
En ese momento empecé a buscar a mi papá, porque hasta este punto realmente lo odiaba en mi corazón. No me importaba si vivía o moría. Pensaba que él era la causa de todo el dolor en nuestra familia. Pero empecé a llamar a mi papá—empecé a contestar sus llamadas, cuando él me llamaba. Él hablaba conmigo y me invitaba a ir algunos lugares con él pero yo nunca iba, yo solo quería acercarme.
Finalmente empecé a ir con él por tiempos cortos. Mi mente estaba un poco confusa, realmente no recuerdo exactamente cómo sucedió esto o cómo tuvo lugar, pero mi madre se mudó de la casa en la que vivíamos y mi padre vino a vivir allí, y yo me quedé. Y, ¿recuerdas que te dije que mi casa era realmente sucia, desagradable y demás?
Mis abuelos vinieron y mi padre trató de conseguir que arreglaran la casa, y ellos decían algo como, «tú te metiste en este lío, tú lo arreglas». Pero mi abuela vio mi habitación—mis amigos habían entrado y habían dibujado groserías, malas palabras y cosas profanas en la pared; cuando mi abuela vio esto yo estaba tan avergonzada porque ella es tan pura y buena, y aquí estoy yo tan sucia y... Ella dijo que quería ayudarme, así que ella abrió la puerta y entró y vio todas esas cosas y... me fui a la casa de un amigo. Estaba tan avergonzada.
Salí con mis amigos y nos fuimos a beber, yo solo quería ignorar todo. Cuando regresé, ella había pintado toda mi habitación de blanco. Mis paredes estaban—era como si estuvieran lavadas. En primer lugar ella frotó mis paredes de arriba a abajo; mi abuela tenía como sesenta y cinco años o algo así. Ella lo hizo todo sola, solo mi habitación.
Así que cuando entrabas en mi casa había crack en el suelo, las paredes tenían hoyos que se hicieron en las fiestas cuando los muchachos se ponían como locos, y luego abrías la puerta de mi cuarto y era simplemente hermoso, blanco, como una alfombra nueva esponjosa y mi ropa de cama también era nueva. Era como un refugio al que yo podía ir.
Nancy: Qué cuadro era ese de lo que Dios iba a hacer un día en tu vida, rescatándote y redimiéndote de esta situación y no solo físicamente, sino también espiritualmente. Pero, tú aún no estabas ahí, y te involucraste en relaciones sexuales con jóvenes en el proceso, lo cual habías visto modelado en tus padres y comenzaste a practicarlo tú misma. ¿Qué estabas buscando?
Angie: Bueno, creo que me fui en busca de lo que no encontraba en mi casa, ya que, a pesar de que estaba viviendo con mi padre, él estaba realmente separado emocionalmente de mí. Al día de hoy todavía dice que soy un reflejo del dolor que una vez sintió por mi mamá, así que, ¿cómo iba a atreverse a sentir ese dolor otra vez por mí? Estoy asumiendo—él nunca dijo esto, pero él me dijo que yo soy mi mamá, «eres igual a tu madre». Él siempre me dijo eso.
Así viví allí y lidié con esto. Las consecuencias de sus acciones recayeron sobre mí. Me llamaba zorra, prostituta, y yo ni siquiera estaba teniendo sexo en ese momento. Lo busqué por última vez y me sentí tan… Empecé a odiarlo otra vez. Me sentía como que rebotaba de un lado a otro… Quiero decir, era como. . . Ni siquiera puedo describir lo que emocionalmente era para mí...
Pero yo no quería darme por vencida. Algo dentro de mí lo deseaba tanto. Así que finalmente, cuando supe que no podía conseguir lo que tanto deseaba en mi corazón, empecé a salir y a consumir más drogas. Me sentía que cuando tomaba drogas, nada más importaba, cuando fumaba marihuana o éxtasis o cocaína—quiero decir, lo hice todo. Pero mírame ahora, la gente piensa, «no, nunca fumaste cocaína». Y yo pensando dentro de mí, qué increíble es Dios que puede cambiar el interior y el exterior.
Nancy: Así es.
Angie: Y como que no quería sentir más el dolor de mi padre porque lo había sentido y aceptado durante mucho tiempo. Así que decidí absorberme en el mundo y en mis amigos, que no eran, de ninguna manera, buena influencia para mí. Caí en un grupo de gente muy mala, usaba con ellos drogas, alcohol y formas de vida a las que yo no me había habituado. Yo siempre había estado en mi casa tratando de hacer las cosas lo mejor posible.
Entonces, empecé a dormir en casa de otras personas y mi papá estaba enojado porque no traía mis amigos para que él tuviera cierta atención con ellos y todas esas cosas. Así que él me echó. Yo no tenía un lugar donde vivir.
Solo recuerdo estar siempre buscando. Había un anhelo en mi alma. En el centro de mi corazón había un profundo sentimiento de necesidad que—en ese momento no pero ahora entiendo que era para Cristo. Y siento que Jesús era el único que podía haber llenado esto en mí. Siempre buscamos de todo en el mundo, pero el único que realmente puede llenarnos es Jesús.
Nancy: Así es.
Angie: Pero yo estaba buscando en todas partes menos ahí. Es tan obvio para mí ahora, no era tan obvio en ese entonces.
¿Sabes? Tuve un amigo que era muy simpático, yo nunca había tenido relaciones sexuales. Así que decidí, bueno, esto podría ser lo que estoy buscando. Las drogas y el alcohol son solo temporales. Así que terminé en un sótano sintiéndome tan sola y vulnerable, y fue así como perdí mi virginidad.
A pesar de que pensé que iba a ser diferente, mis amigos que estaban fuera en la otra habitación estaban alentándome. «¡Sí! ¡Vamos! Esto va a ser emocionante. Vas a ser como nosotras ahora». Yo fui la última en perder la virginidad.
Satanás estaba trabajando realmente duro en mi vida porque sabía que los planes de Dios eran más fuertes que él. Él estaba tratando de conseguir cada pequeño último golpe, porque él sabía que yo estaba en camino a algo mejor.
Después de eso, el muchacho se había ido, pero las emociones se quedaron. La próxima vez estuve en la casa de otro muchacho y las emociones aún estaban allí. Él se fue. Las emociones quedaron. Era como...
Nancy: Las emociones y el dolor...
Angie: El dolor, el sufrimiento, la soledad. Todo lo que se siente cuando... no conoces a Dios de una manera cercana y personal. Esa es la única manera en la que puedo describirlo. Sé que a veces parece un poco cursi como que no quiero parecer que soy uno de esos evangélicos... Yo no quiero ser como: «Cristo es el camino. Elige a Dios o vas a morir». No quiero parecer así. Pero me siento como si yo lo supiera porque hebuscado por todas las demás vías posibles y nada, nada llena ese vacío en mi corazón. Nada.
Después de ir allí la segunda vez y tratar de acercarme de esa manera, de una manera sexual, porque esa es la única manera en la que yo pensaba... Bueno, todo lo demás ha fallado. Esto tiene que ser. Tenía tantos ejemplos de mi madre y mi hermana mayor yendo por ese camino. Mi hermana tuvo un aborto a la edad de catorce años. Así que ese tenía que ser ese el camino, ¿no? Bueno de todos modos esa era mi perspectiva.
Después de esa segunda vez, yo estaba como, «no, yo no soy el tipo de chica que va y se acuesta con todo el mundo, porque sé que no es apropiado». Sabía en mi corazón que eso no era aceptable. Creo que fue a partir de la influencia de mi abuela, porque mi abuelo fue su primero y último, y ella era cristiana.
Pero siento que la influencia de mi madre fue tan fuerte que llegó al punto en que yo estaba tratando de ser como ella. Pero yo sabía, no, esto no está funcionando. Necesito algo diferente. Y decidí, ¿sabes qué?, no voy a hacer esto. Me zambullí profundamente en las drogas y el alcohol más de lo que ya había estado. Comencé a vender drogas para ganar más dinero para comprar drogas. Consumí éxtasis, como cosa loca, y esta es una droga muy peligrosa.
Ese es el tipo de droga que la gente dice que te lleva lejos, y que uno es feliz. Yo solía pensar que si todo el mundo estuviera en éxtasis, todo el mundo sería feliz. Pero después de que se ha ido el efecto, aparece un intenso sentimiento de desánimo. Porque primero te sientes muy bien y luego sientes todo lo contrario, es como que te causa depresión y todas esas cosas. Así que me sumergí muy profundamente en el alcohol y las drogas. Y yo simplemente traté de desechar todo lo que me hiciera sentir algo. Me separé emocionalmente de todo y de todos.
Nancy: Luego terminaste en otra relación. Está un poco más larga que las anteriores.
Angie: Este hombre era parte de mi círculo de amigos. Andábamos con los chicos y chicas, todos mezclados. Él era muy encantador. Tenía una gran sonrisa, y era muy simpático. Cuando yo hablaba (porque bajo la influencia del alcohol, tú simplemente les dices a todos sobre tus asuntos, no importa quién sea, la camarera en el restaurante o el operador en el teléfono, porque no sabes a qué número estás tratando de marcar), él escuchaba. Ese fue su modo de ganarse mi confianza porque yo ya no era ese tipo de chica fácil.
Entonces al ir progresando la relación, él nunca quiso sexo de mí. Nunca quiso drogas. Nunca quiso otra cosa que no fuera mi atención. Así que empecé a pensar que quizás esta sería una buena forma de ser. Tal vez sea posible. Así que me preguntó si saldría con él, y dije que sí. Él esperó. Él no quiso tener relaciones sexuales de inmediato, y pensé que eso era admirable. Así que esperó dos largas semanas, lo que me pareció mucho tiempo, porque otros chicos eran como, «no saldré contigo a menos que tengamos sexo primero».
Así que salimos dos semanas, y luego tuvimos sexo. Todo estaba bien. Me sentí bien con mi vida. Eso parece gracioso porque yo no tenía un lugar para vivir. No tenía trabajo, carro, ni licencia. Yo tenía dieciséis años con absolutamente nada. Había abandonado la escuela, y había perdido contacto con una persona muy importante en mi vida, mi abuela. Mis padres estaban haciendo sus propias cosas.
Y aquí estaba yo con este hombre que yo sabía que me amaba con todo su corazón, y que nos íbamos a casar. Él no tenía un trabajo, ni carro, ni licencia, y consumía muchas drogas al igual que yo. También dejó la escuela. Y aquí estábamos en lo que parecía la cima del mundo.
Nancy: En su cumpleaños número diecisiete Angie cayó hasta el fondo. Algo realmente dramático cambió esta historia.
Angie: Dos meses después de haber estado saliendo, yo tenía una amiga muy cercana, mi mejor amiga, y ella estaba con un muchacho. Ella deseaba mucho quedar embarazada porque él la dejaba constantemente. Y ella pensaba, «si yo tuviera un bebé, él se quedaría conmigo», lo que considero que es lo que muchas chicas sienten. Ella estaba bajo el supuesto de que si ella quedaba embarazada, él definitivamente se quedaría, porque los chicos siempre se quedan cuando tienen un bebé por quien quedarse.
Nancy: Por lo menos eso ella pensó.
Angie: Sí eso pensaba, así que ella estaba como que, «creo que estoy embarazada. Vamos a buscar una prueba de embarazo». Entonces a modo de apoyo moral, le dije, «buscaré una también». Así que fuimos a la clínica y nos sentamos ahí e hicimos todo lo que había que hacer. Volvimos, y nos quedamos en la sala de espera muertas de la risa, y con cierto nerviosismo, yo estaba leyendo una revista y cosas así.
Luego la mujer sale y nos lleva nuevamente a ambas a la sala porque andábamos juntas. Ella nos dio estos pequeños pedazos de papel y nos los entregó y dijo: «Felicitaciones». Ella me miró, y yo la miré a los ojos, y me eché a reír. Le dije: «Tienes el papel incorrecto». Agarré el papel de mi amiga y le di el mío y ella me dijo: «No, cariño, tú estás embarazada».
En ese momento sentí lágrimas correr por mi cara. Yo no quería tener un bebé. No quería escuchar nada que nadie tuviera que decir. Yo estaba mirando a mi amiga, como, «vámonos». Por supuesto, ella estaba decepcionada porque quería el papel que yo tenía. Y yo era la que estaba embarazada y no ella.
Nancy: Obviamente, cuando Angie recibió esa noticia, su mundo cambió drásticamente y de inmediato. Hemos estado escuchando una historia abrumadora en los últimos dos días. Si estás preguntándote cómo alguien podría sobrevivir a esta historia, mucho menos ver un final positivo, quiero animarte a que te unas a nosotros de nuevo en la emisión del próximo programa, mientras escuchamos el resto de la historia de Angie. Sé que te animará ver la habilidad que Dios tiene para tomar los pedazos rotos y en mal estado de nuestras vidas, y hacer algo hermoso de ellos.
Ahora, me llama la atención darme cuenta de que la historia de Angie tuvo lugar a unos pocos kilómetros de donde yo estoy sentada ahora mismo. Me pregunto cuántas otras «Angie» están allá fuera. Mujeres que desesperadamente necesitan experimentar el amor de Dios, Su dirección y Su perdón. Estoy segura de que hay «Angies» en tu área en este momento, también.
¿De qué forma quiere el Señor que tú te involucres en la vida de mujeres necesitadas como Angie? ¿Hay algún centro de atención de cuidado prenatal comunitario en tu área? Sé que el que está en nuestra área siempre necesita voluntarios. Hay personas que vienen a hacer reparaciones en el edificio, otros trabajan en la oficina, algunos se reúnen con las mujeres que se encuentran en crisis, algunas comparten historias de sus propios abortos, y la gracia de Dios que han experimentado al venir a un lugar de arrepentimiento.
Siempre hay necesidades prácticas y suministros que estos centros de atención durante el embarazo pueden utilizar para ministrar a estas madres embarazadas y a los recién nacidos.Por eso quiero animarte a que le preguntes a Dios de qué forma Él quiere que tú te involucres para proteger la vida de los que aún no han nacido, y proporcionar sanación para mujeres necesitadas y en dolor, ahí mismo en tu comunidad.
Annamarie: Gracias Nancy.
Hemos estado escuchando acerca de las dificultades en la vida de Angie. Y las cosas se complicaron aún más cuando ella recibió los resultados de una prueba de embarazo, así que no te pierdas la continuación de esta historia, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a un avivamiento genuino y a abrazar tu diseño como mujer, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique otra fuente.
Soberano Salvador, Jonathan & Sarah Jerez, Vivir Es Cristo ℗ 2013 Jonathan & Sarah Jerez.
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